Resultados de búsqueda para la etiqueta [Los Simpsons ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Wed, 06 Dec 2023 19:03:52 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Tacón, punta, tacón, punta: “Los Simpson” se travisten | Parte 3 https://arquine.com/tacon-punta-tacon-punta-los-simpsons-se-travisten-parte-3/ Thu, 30 Nov 2023 22:44:21 +0000 https://arquine.com/?p=85775 Así como en el sueño, la imaginación, el carnaval y en los juegos de niños, existen otros espacios y celebraciones en el que aparentar ser alguien más está permitido socialmente. Por ejemplo, la Noche de Brujas o Halloween. Es aquí donde Homero se disfraza de Mi bella genio (I Dream of Jeannie), serie estadounidense transmitida […]

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Así como en el sueño, la imaginación, el carnaval y en los juegos de niños, existen otros espacios y celebraciones en el que aparentar ser alguien más está permitido socialmente. Por ejemplo, la Noche de Brujas o Halloween. Es aquí donde Homero se disfraza de Mi bella genio (I Dream of Jeannie), serie estadounidense transmitida entre 1965 y 1970. Nadie cuestiona su heterosexualidad ni pone en tela de juicio su hombría. La belleza y el cuerpo torneado de la joven actriz que representó a Mi bella genio, Barbara Eden, contrasta con la figura obesa y poco agraciada del padre de Bart y Lisa. La parodia sale ahora como un recurso más del travestismo en Los Simpson.

De genio a novia. La falta de ropa limpia y la holgazanería de lavarla causan el nuevo travestismo de Homero. Es la novia calva que baja de las escaleras de su casa al ritmo de la marcha nupcial. El nuevo atuendo le otorga al varón confianza y feminidad, por eso baja con cadencia y despacio las escaleras mientras se permite oler un ramo de flores que también ha encontrado. El vestido más icónico de la mujer de Occidente debe estar completo; ni el liguero puede faltar. El afeminamiento de Homero no surgió en un disfraz femenino ni en un vestido de novia, sino cuando hizo uso de prendas más sencillas y cotidianas como una bata con estampados de flores que resalta la nueva figura de Homero tamaño familiar.

El primer Homero travestido apareció el 15 de noviembre de 1990, precisamente en el sexto capítulo de la segunda temporada. Ya para entonces, este personaje se había asociado con el estadounidense promedio (considerado de manera despectiva por algunos como white trash o honky), y en este hombre masa y machista surge aquel varón que piensa que hacer el ridículo es portar prendas del género o sexo opuesto(s) ante la mirada inquisitorial del resto de la masa: “pago el precio por el placer de verte humillado”, le responde a su vecino Ned Flanders ante la apuesta que hicieron. Ambos han perdido, ambos deber afrentar la ignominia, el escarnio público.

El abuelo Abraham Simpson es quien ahora se ve a sí mismo como una mujer en sus sueños más profundos: “soñaba que era la reina del viejo Oeste y que tenía un revólver de plata en mi cinturón”. Los sueños son el sitio donde se pueden expresar con libertad nuestros deseos, donde se recrean vivencias o escenas pasadas y donde se puede, incluso, vaticinar los días. Para Abraham Simpson, anciano recluido en un asilo, el sueño, además del descanso físico-mental, le concede la liberación de sus deseos y fantasías. Inclusive aquellas ilusiones que jamás serían aceptadas en el terreno de la realidad, como contraer matrimonio al mismo tiempo con dos vaqueros: “¡Alto, quietos! Los dos pueden casarse conmigo”.

Así como su nieto se ha convertido en Bartina para pasar de manera inadvertida y burlar la autoridad, Abraham Simpson se infiltró como una cantante de cabaret en Alemania para recopilar información sobre los nazis (razón oficial: encubierto). Su aspecto es tan fiel y, por ende verosímil, a lo que se espera de una mujer, que llegó a engañar a Adolf Hitler, quien desde lejos coquetea con el abuelo travestido. El cortejo hubiera alcanzado mayores vuelos de no habérsele caído un seno postizo a la espuria cantante de cabaret

Al final, el protagonista de esta historia desmiente la mayor parte de lo sucedido, su senectud le ha jugado un mal rato; no obstante, acepta que sí usó “un vestido durante un tiempo en los 40. ¡Oh, qué diseñadores había!” El gozo de vestirse del género contrario que llegan a presentar algunos varones heterosexuales (fetiche, práctica denominada crossdressing), no es exclusivo aquí del abuelo; el jefe Gorgory también lo comparte. Incluso, es quien mejor representa aquel sujeto varón, casado, con hijos y heterosexual que esconde su travestismo: “Al jefe Gorgory le gusta sentir la rudeza, pero también le gusta andar por ahí con unas ajustadas pantimedias”, anuncia Bart por la radio. Si bien aún se asocia el travestismo con la homosexualidad, recordemos que esta práctica no es patrimonio de los miembros del colectivo LGBTTTIQ+. El travestismo es de quien lo trabaja.

En el episodio titulado “Un estrella estrellada” (“A Star is Burns”), el policía Gorgory esboza una sonrisa al saber que podrá utilizar maquillaje; el doctor Hibbert se disfraza del Dr. Frank N. Furter de El show de terror de Rocky, y el señor Burns muestra la primera plana de un diario con la noticia de que un anciano incontinente ha ganado el concurso Señorita América (en el doblaje para Hispanoamérica lo anuncian como “Concurso Señorita Rumbera”). Las referencias y los travestis vistos en este capítulo están contextualizados por el festival de cine que se lleva a cabo en Springfield. En él, los participantes podrán protagonizar sus propias películas. El cine, la ópera, el teatro, el performance, el arte en acción, en fin, todos estos tipos de expresiones artísticas, conceden a sus actores el permiso de invertir sus roles de género, mas no su orientación sexual ni su identidad sexual. Emigran con facilidad del polo masculino al femenino, porque la actuación debe ser permisiva e indiferente con el sexo biológico y erotismo de sus realizadores.

Martin y el anónimo actor de Estonia también interpretan a personajes femeninos: el primero, a Lizzie Borden, mujer estadounidense del siglo XIX que es conocida como la asesina del hacha, ya que, de acuerdo con algunos testimonios de la época, mató a su padre y su madrasta con esta herramienta de trabajo. El segundo se hace pasar por Lisa Simpson: no únicamente tiene una estatura similar o igual a ella, sino utiliza ropa suya y una máscara que concuerda perfectamente con el rostro de la hermana de Bart.

Los principales motivos por los cuales fueron travestidos sólo personajes masculinos en Los Simpson fueron el deseo o gusto, un fin utilitario o materialista, el placer estético, el erotismo, la obtención de beneficios monetarios o de reconocimiento, el engaño, el tipo de empleo (policía o espía), la parodia, la caricaturización, la diversión y la actuación. La misma paleta de razones concuerda con el abanico de masculinidades travestidas: desde algunos personajes predominantemente varoniles como Homero Simpson, hasta personajes más afeminados o sensibles como Ned Flanders y Martin Prince.

El travestismo verosímil se logra en el sujeto que no sólo viste ropa del género opuesto y se comporta como tal, sino cuando el otro lo reconoce con el género aparentado (pacto de verosimilitud). De esta forma, el travestido se legitima en la mirada de los demás. Así pues, el travesti debe reconocer y aplicar los códigos de vestimenta y comportamiento de su alteridad femenina o masculina; cualquier equivocación, sin duda, lo apartaría del papel que desempeña. De allí la relación estrecha entre travesti y actor: ambos actúan, ambos imitan, ambos se permiten ser alguien más por un momento.

El travesti como categoría analítica, además de abrir los estudios de masculinidades en esta serie animada, es fuente de humorismo. Pese a los varios motivos que provocaron la inversión de géneros, la comicidad ocupa el lugar principal. Producir risa a partir de sucesos chuscos, paródicos y jocosos es lo que llevó a los guionistas y escritores de Los Simpson a utilizar el recurso del transformismo o travestismo, herramienta aprovechada desde hace varios siglos en la cultura occidental por la literatura y el teatro, principalmente.

Esta fue la tercera y última parte de esta serie, se pueden leer las entregas anteriores en los siguientes enlaces:
Parte 1
Parte 2

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La arquitectura de Homero https://arquine.com/la-arquitectura-de-homero/ Fri, 18 Dec 2015 02:51:48 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-arquitectura-de-homero/ Aunque Homero no siga las instrucciones de cómo construir el asador al pie de la letra, como sí lo hace Buster Keaton para construir su casa en el corto One Week —donde el desastroso resultado es consecuencia, al contrario, de la rigurosa sumisión a las reglas de un manual que no coincide con la realidad, alterada por su contrincante—, en ambos casos el resultado es, al menos en apariencia, similar a la arquitectura de Frank Gehry —no en balde Iñaki Ábalos usa el caso de la casa de Buster Keaton en el mismo capítulo en que habla, entre otras casas, de la de Gehry en Santa Mónica.

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El 17 de diciembre de 1989 aparecieron por primera vez en las pantallas de televisión Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie, Los Simpsons, el programa de comedia y el de dibujos animados en televisión que más ha durado al aire en los Estados Unidos. En el decimocuarto episodio de la decimosexta temporada, titulado The Seven-Beer Snitch, transmitido por primera vez el 3 de abril del 2005, los Simpsons viajan a la ciudad vecina y rival de Springfield, Shelbyville, para asistir a un musical en el que los habitantes de Springfield son retratados como incultos y de mal gusto. Marge convence primero a la mesa de asuntos culturales de Springfield de la necesidad de construir una sala de conciertos y le envía una carta a Frank Gehry para invitarlo a ser el arquitecto. Gehry, parado afuera de su casa de Santa Mónica, lee la carta, se ríe, la arruga y la lanza y, ya en el suelo, encuentra en el papel arrugado la inspiración para su nueva obra: la sala de conciertos de Springfield. Años después, el 4 de septiembre del 2001, Fahreed Zakaria entrevistó a Gehry en su programa de la CNN GPS y le preguntó acerca de “la famosa historia sobre el papel que arrugó y que, tras verlo, se transformó en el Disney Hall de Los Angeles.” Gehry respondió: “pero esa es una historia famosa porque los Simpsons me hicieron hacerlo. Pero no, no, no. Fue una broma, algo divertido. Pero me acosa, la gente que ha visto los Simpsons realmente lo cree.” Y aunque Gehry diga que fue una broma que lo acosa, quien haya visto las primeras escenas de Sketches of Frank Gehry, dirigida por Sidney Pollack, con el arquitecto armado de unas tijeras y su ayudante pegando pedazos recién recortados de papel plateado mientras Gehry dice: “es raro” y Pollack pregunta: ¿qué no te gusta?, para que Gehry responda: “no lo sé” y vuelva a tomar las tijeras y la cinta adhesiva, cortar, pegar, arrugar y terminar diciendo: “¡ya se por qué no me gusta: this has to get ckrankyer!,” puede pensar que no, lo de los Simpsons no era sólo una broma.

Gehry no ha sido el único arquitecto ni la única vez en que la arquitectura ha figurado de manera especial en los Simpsons. Rachel B. Doyle escribió en Curbed que han sido catorce veces, entre ellas la vez que unos recién llegados y sofisticados vecinos de Homero sacan “los huesos de Neutra” de la casa suburbana a la que se han mudado, o cuando Bart se enamora paseando en el High Line de Nueva York. También, dice Doyle, apareció Rem Koolhaas enseñando a unos niños cómo hacer un modelo del edificio de la CCTV con Lego y Martha Stewart ayudando a Marge a decorar su casa. Pero sin duda es el episodio donde aparece Gehry el más conocido de esos catorce. Quizá porque hay algo en el procedimiento de Gehry —o, para no abusar, del Ghery animado de los Simpsons— que puede recordarnos aquella manera de trabajar o, más bien, de hacer del mismo Homero.

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En un texto titulado Homer Simpson as Outsider Artist, or How I Learned to Accept Ambivalence (Maybe), Reva Wolf comenta un episodio de 1999 titulado Mom and Pop Art. Wolf narra así el episodio:

Homero Simpson compra un asador para armar y, con la ayuda de Lisa, empieza a armarlo. Como era de esperarse (para cualquiera que conozca a Homero), hace un desastre con el proyecto. Sin éxito al intentar devolver el artículo estropeado a la tienda, trata de deshacerse de él de otras maneras, en vano. Mientras maneja con el objeto amarrado a la defensa trasera de su coche, éste se desata y se estrella en un auto atrás de él. Cuando la conductora del auto aparece en su casa, Homero está seguro de que es para demandarlo. En vez de eso, ella le explica que es dueña de una galería de arte donde le gustaría exhibir su objeto.

Wolf analiza las distintas capas de significado del capítulo en relación a qué es el arte y quién es un artista, incluyendo la visita de Homero a la galería donde se expondrá su obra y su sorpresa al ver que ahí se exhiben dibujos firmados por Matt Groening —el creador de los Simpsons—, quien, según el mismo Homero, ni siquiera sabe dibujar. Ese no saber hacer lo que se hace, de Groening dibujando o de Homero ensamblando un asador, se refiere al ambiguo potencial del artista, según Wolf. El saber del artista —su tekhné, en el sentido griego—, no se mide solamente al hacer lo que ya sabe hacer sino, precisamente, al enfrentarse a algo que no sabe del todo cómo hacer

Aunque Homero no siga las instrucciones de cómo construir el asador al pie de la letra, como sí lo hace Buster Keaton para construir su casa en el corto One Week —donde el desastroso resultado es consecuencia, al contrario, de la rigurosa sumisión a las reglas de un manual que no coincide con la realidad, alterada por su contrincante—, en ambos casos el resultado es, al menos en apariencia, similar a la arquitectura de Frank Gehry —no en balde Iñaki Ábalos usa el caso de la casa de Buster Keaton en el mismo capítulo en que habla, entre otras casas, de la de Gehry en Santa Mónica. La manera como se construye finalmente la sala de conciertos diseñada por Gehry para Springfield es reveladora de esa metódica puesta en acción del desastre: primero se construye una estructura racional y ordenada y, después, se la golpea con enormes bolas de acero para demolición hasta que se acerque a la apariencia del papel arrugado al azar —que, ya lo dijo Mallarmé, jamás es abolido por una tirada de dados, o de papel.

 

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