Resultados de búsqueda para la etiqueta [Lacol ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Wed, 24 Apr 2024 19:04:53 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Conversación con LACOL en MEXTRÓPOLI 2023 https://arquine.com/conversacion-con-lacol-en-mextropoli-2023/ Wed, 06 Dec 2023 17:08:36 +0000 https://arquine.com/?p=85993 Durante MEXTRÓPOLI 2023 conversamos con Pol Massini & Cristina Gamboa de LACOL, una cooperativa de arquitectos establecida el 2009 en el barrio de Sants, en Barcelona.  Su trabajo se enfoca en generar infraestructuras comunitarias para la sostenibilidad de la vida, como herramienta clave para la transición ecosocial, mediante la arquitectura, el cooperativismo y la […]

El cargo Conversación con LACOL en MEXTRÓPOLI 2023 apareció primero en Arquine.

]]>
Durante MEXTRÓPOLI 2023 conversamos con Pol Massini & Cristina Gamboa de LACOL, una cooperativa de arquitectos establecida el 2009 en el barrio de Sants, en Barcelona.

Su trabajo se enfoca en generar infraestructuras comunitarias para la sostenibilidad de la vida, como herramienta clave para la transición ecosocial, mediante la arquitectura, el cooperativismo y la participación.

El cargo Conversación con LACOL en MEXTRÓPOLI 2023 apareció primero en Arquine.

]]>
Trance mextropolitano: conferencias de un festival https://arquine.com/trance-mextropolitano-conferencias-de-un-festival/ Fri, 29 Sep 2023 13:54:09 +0000 https://arquine.com/?p=83335 Empieza otro otoño y termina otra serie de conferencias mextropolitanas en las que la arquitectura como profesión y práctica vio cómo —en ocasiones de manera literal— su devenir interdisciplinario se robaba el espectáculo. Con una enorme pantalla y las bocinas al cien, el afamado proscenio del Palacio de Bellas Artes fue, por primera vez, escenario culminante del festival (aunque ya Arquine, en otra década, había organizado ahí su Congreso de Arquitectura).

El cargo Trance mextropolitano: conferencias de un festival apareció primero en Arquine.

]]>
Empieza otro otoño y termina otra serie de conferencias mextropolitanas en las que la arquitectura como profesión y práctica vio cómo —en ocasiones de manera literal— su devenir interdisciplinario se robaba el espectáculo: ya no sólo se trata de exhibir los proyectos de gala o el palmarés (con dos Pritzker incluidos este año), sino de mostrar cómo el quehacer arquitectónico se vuelve un campo en el que pueden germinar el videoarte y el cine digital; la antropología y el ecologismo más empírico aplicado a las ciudades; y dos temas que van de la mano y con seguridad así seguirán siéndolo en próximas ediciones: la emergencia dual de la vivienda y el cambio climático. Con una enorme pantalla y las bocinas al cien, el afamado proscenio del Palacio de Bellas Artes fue, por primera vez, escenario culminante del festival (aunque ya Arquine, en otra década, había organizado ahí su Congreso de Arquitectura). Así, el recinto resultó menos solemne que una elección obvia para recibir a los conferencistas y poner punto (casi) final a la décima edición de MEXTRÓPOLI.

Después de varios años de realizarse a unas calles, en el Teatro Metropolitan, y para celebrar su décimo aniversario, se decidió que en 2023 las conferencias magistrales fueran el plato fuerte para cerrar las más de 60 actividades del programa y culminar cuatro días de inaugurar pabellones, exposiciones en museos, presentar libros y organizar rutas por toda la ciudad (desde Tlatelolco y la Roma Condesa, hasta Iztapalapa o Ciudad Independencia). Como suele suceder en los momentos decisivos, las circunstancias y la suerte pusieron a prueba lo que desde un principio se auguraba como un programa difícil de repetir. Pero esta vez no fue la lluvia ni alguna cancelación de último minuto: desde el sábado 21, el palacio de Bellas Artes comenzó a verse rodeado de vallas antimotines, en preparación para la marcha que, desde hace 9 años, conmemora el 26 de septiembre como fecha de la desaparición en Iguala de 43 estudiantes normalistas de la escuela rural de Ayotzinapa.

Mientras la Alameda Central estaba ocupada por los 10 pabellones del festival, la única entrada que se dejó indemne para el palacio fue la que da a la avenida Hidalgo y hace intersección con la calle (aunque más bien es un pasillo) Ángela Peralta, justo al lado de una de las bocas tipo Guimard que dan a la estación del metro. La prospectiva de ver motivos amarillos y negros en los alrededores del palacio o la presencia de las decenas de jóvenes voluntarios del festival, se vio reemplazada por un escenario igualmente insólito: la explanada de Bellas Artes desierta en su totalidad, convertida sin querer en otro pabellón (o activación del espacio), fuente de un resplandor blanquísimo que la hacía parecer propia de una pintura metafísica, y tan descontextualizada de sí misma y del Centro Histórico como se quería que estuviera el pabellón de la terraza Barragán con respecto a la plaza Manuel Tolsá (aunque ese es otro cuento).

Con el lunes a cuestas, y un sol más veraniego que otoñal, la jornada inició con un representante nacional: el estudio tapatío Macías Peredo, personificado por sus fundadores, Salvador Macías y Magui Peredo, así como Diego Quirarte, uno de sus miembros más recientes. En su turno al frente y con una ponencia titulada “Pensar la práctica”, presentaron proyectos que han dirigido en varios lugares de la república —desde su natal Jalisco, hasta San Luis Potosí o la Riviera Maya— con un afán tanto cosmopolita como afín al terruño (el estudio se especializa en usar materiales propios de los lugares donde trabaja). Además de mostrar cómo retoma el legado de su paisano Luis Barragán y las ideas sobre la diagonal de Mathias Goeritz (mismas que se han podido apreciar en sus intervenciones en LIGA y el Museo Experimental Eco), el estudio se abocó a mostrar que la articulación más importante de su trabajo es el juego y su lógica: “La arquitectura debe celebrar la vida y construir espacios que la promuevan. Las vivencias más significativas suceden en espacios de encuentro”, decía para cerrar Magui Peredo.

Casi de inmediato comenzó la presentación del estudio catalán Peris+Toral, que en esta ocasión sólo tuvo a Marta Peris como conferenciante (su compañero José Toral no habló, pero estuvo presente en el resto de las intervenciones como parte del público). Finalistas del premio Mies van der Rohe 2022 por su proyecto en Cornellà de Llobregat, Barcelona, el trabajo de este despacho se caracteriza por lo que ellos llaman sostenibilidad integral, un acercamiento que procura la viabilidad económica, social y ambiental de los proyectos. Peris, ataviada para la ocasión con su ya conocido sombrero negro, mostró su pasión en lo concerniente al diseño de casas y enfocó su exposición a la manera en que sus conjuntos habitacionales procuran desjerarquizar el espacio doméstico: cocinas colocadas en el centro (para visibilizar los roles de género) y programas sin pasillos, casas porosas que parecen más grandes de lo que realmente son. “No se puede separar la forma de habitar con las formas de construir. De ahí la importancia de la elección de materiales de vivienda para permitir la flexibilidad en las actividades de sus habitantes”, continuó la arquitecta, mientras pasaban por la pantalla imágenes donde la madera es un material esencial para concretar las tres variables de la sostenibilidad integral: reducir, compartir y esponjar.

Poco antes del mediodía, subió al escenario La Cabina de la Curiosidad, despacho ecuatoriano encabezado por Marie Combette y Daniel Moreno. Interdisciplinario y muy cercano a artes como el diseño editorial, el dibujo y el activismo, esta oficina compartió sus 8 manifiestos: comunidad, exploraciones, inmersiones, territorio, reciclajes, sistemas, actos poéticos, y artilugios, palabras clave que se interrelacionan en el trabajo de un colectivo inquieto (en el gran sentido de la palabra) y que lo mismo ha hecho readaptación de espacios en centros culturales y comunitarios, que trabajos de investigación documental. La más reciente de sus publicaciones, entre las varias que trajeron desde Quito y tuvieron gran demanda entre los compradores de libros, fue Los Caminos del Agua (Arquine, 2023), libro-río dibujado a mano que comparte nombre con la exposición que está ahora en el Colegio de San Ildefonso. Centrados en las ramificaciones de las cuencas hidrográficas del Amazonas, y el vínculo de las ciudades con el agua en Ecuador, Argentina y México, siempre con la línea como unidad mínima, tanto para los ríos, como el trabajo arquitectónico y artístico.

Con algunos minutos de retraso (un asunto no menor en un espacio tan reglamentado como Bellas Artes), Salvador Rueda entró para terminar la primera parte de las conferencias. Si los primeros tres actos se habían atenido a los límites del estrado (colocado, desde el punto de vista de los asistentes, en la parte izquierda del escenario), el ecologista urbano fue el primero en pasearse por el entablado de Bellas Artes. Aunque su presentación recurrió a ecuaciones, tablas estadísticas, infografías técnicas y mapas históricos (para ilustrar la Intervía de Cerdà o las ideas sobre zonificación de Le Corbusier en Barcelona y Bogotá), Rueda demostró que podía cargar por sí solo con el escenario y hablar convencido y convincente sobre la planificación urbana con fractales y su modelo: las supermanzanas. Estas ideas, presentes en obras que ha coeditado y coescrito como Carta para la planificación ecosistémica de las ciudades y metrópolis (Icaria, 2021), se expusieron de una manera didáctica pero también con la intención de incidir en el presente mediante políticas públicas. Para Rueda es claro: el modelo de las supermanzanas se puede implementar en cualquier ciudad y es la única manera de enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático, la escasez de vivienda y la movilidad secuestrada por el automóvil (esa máquina desbocada). La redensificación de las ciudades y la reconquista de las calles, en ciudades entendidas como organismos complejos con su propio metabolismo, ofrecerían una oportunidad histórica: “Con esta propuesta, la gente pasará de ser conductora de vehículos a ser ciudadana y recuperar sus derechos de movilidad”. De esta manera, entre esperanzadora y urgente, terminó la conferencia, con las luces de la sala ya prendidas como reclamo implícito de un palacio riguroso en sus reglamentos. Quienquiera que desee una aproximación a las ideas de Rueda, puede leer la entrevista que tuvo con Miquel Adrià y que aparece en el número 105 de Arquine, dedicado a las mediaciones.

Después de una hora de intermedio, y aunque siempre tuvo una mayoría de butacas ocupadas, el palacio se llenó ahora sí para el turno vespertino. La colombiana Ana María Gutiérrez, de Organizmo, abrió la segunda parte de las conferencias con una participación centrada en videos y fotografías documentales sobre su trabajo con comunidades rurales. Más que enseñarles a los pueblos originarios, Gutiérrez compartió algunos de los conocimientos y haceres que la arquitectura occidental podría tomar como ejemplo: “Nos dirigimos a los orígenes, donde los ecosistemas y las comunidades son nuestras aulas de conocimiento vivo y autónomo. […] Sólo por medio de relaciones táctiles nos damos cuenta de que todos los procesos están interconectados con el hábitat. […] Cada comunidad es un libro abierto qué hay que proteger y comunicar […] y en el ámbito de la construcción de los pueblos originarios, construir es tejer, el diseño más importante no aparece en los planos, y su arraigo es con el territorio, no con la propiedad.” Pronunciada casi como un poema en prosa, su alocución fue breve, lo que dio tiempo a que llegaran más asistentes en una sala que empezaba a atiborrarse. (De nuevo, una entrevista más pormenorizada puede encontrarse en A105)

En el turno de Lacol, como en el caso de sus colegas de Peris+Toral, sólo tomó la palabra Cristina Gamboa, única representante de esta cooperativa catalana (aunque Pol Massoni también la acompañó en su visita a la Ciudad de México). Gamboa habló de los orígenes de esta cooperativa de arquitectos cuyo origen se remonta a la crisis económica que azotó España entre 2010 y 2012, un momento de revulsión política y social que puso en claro que la colectividad era la única respuesta ante la incertidumbre. Además, esto los llevó —continuaba Gamboa— a repensar el papel del arquitecto en el siglo XXI. Entre los varios dispositivos de infraestructura comunitaria que han ido implementando en los barrios de Cataluña, se destaca la cooperativa de vivienda La Borda, ganadora del premio Mies van der Rohe 2022, “un ejemplo de propiedad colectiva sin ánimo de lucro, asequible, sostenible y replicable”. Como ejemplo de lo que puede lograr un proyecto como este, Gamboa resaltó que durante la pandemia de covid-19 entre 2020 y 2021, los habitantes de lA Borda pudieron eexperiencia experimentar el apoyo mutuo, el cuidado y los encuentros que da un espacio comunitario.

Al poco tiempo Sol Camacho, de Raddar, compartió su ponencia sobre adaptación, edificios patrimoniales y la arquitectura existente, construida en diferentes etapas. Con São Paulo como ciudad principal de sus investigaciones —donde se estima que hay medio millón de edificios abandonados—, la arquitecta mexicana compartió la experiencia de su estudio en la readaptación, conservación y reintegración de edificios diversos como estadios, edificios patrimoniales o industriales. Consciente de que diseño e investigación van de la mano, Raddar trabaja más que en la construcción desde cero en el reacondicionamiento, una práctica que requiere de mucho apoyo de las instituciones, y demuestra que obtener consensos también es parte de la arquitectura.

Ya avanzado el día, al filo de las 5:00 de la tarde, comenzaría la sección en inglés de MEXTRÓPOLI. La sala del Palacio, prácticamente con lleno total, dio una gran ovación de bienvenida a Kazuyo Sejima, de SANAA. La ganadora del Pritzker 2010 dio una charla bastante pragmática, básicamente un recorrido por sus greatest hits: como el teatro y centro cultural de Kunstlinie en Alemere, Países Bajos; el Pabellón de Vidrio del museo de arte de Toledo, en Ohio, Estados Unidos; o el Museo de Arte Contemporáneo de Ishikawa, Japón. Especial atención mereció una de las obras más recientes de su estudio (que comparte con Ryue Nishizawa), el Sidney Modern Project, en Australia: en parte museo, puente terrestre y depósito de combustible, es un multiprograma que tiene salida a la ciudad y el mar. Sin desviarse mucho del guion de una presentación habitual de arquitecta laureada, su exposición giró en torno a la relación entre interior y exterior, o la creación de espacios como “paisajes de actividades”: edificios sin corredores, espacios abiertos sin techo y bien ventilados, el vidrio de altísima calidad como un material que opera como firma de autor(es) y manera de fundir interior con exterior por medio de sus reflejos y transparencias. Y, como trasfondo, “la idea del entorno como un lienzo que es capaz de mediar entre la abstracción y lo concreto, y permite la contigüidad entre programas en un mismo proyecto”. Lacónica pero eficiente, la arquitecta japonesa agradeció a una concurrencia llena de fans hispanoparlantes.

Como para contrastar el carácter comedido de las ponencias anteriores, Liam Young inició su participación dejando en claro que no venía a pronunciar un discurso sobre proyectos y edificios, sino a contar historias. En un ambiente más propio de una proyección en IMAX de Oppenheimer (Christopher Nolan, 2023) que del Ballet Folklórico de México (de Amalia Rodríguez), este arquitecto australiano —que se vanagloria de no diseñar edificios sino historias— narró en alta definición y de propia voz algunas de sus ficciones especulativas. Por ejemplo, Planet City, falso documental que presenta una ciudad de 10 billones de habitantes que concentra todas las redes planetarias de suministro y logra enfrentar el cambio climático mediante la tecnología, el cambio social y un nuevo vínculo espiritual (chamánico y totémico) con la naturaleza. En otra de sus piezas, Young presenta una realidad menos alentadora —más cercana a nuestro mundo distópico— en donde la gente baila y navega con camuflaje para navegar por los láseres de vigilancia que permiten que la ciudad lo vea todo en colores chirriantes y bajo una estética que se apropia del glitch y el ruido visual de los drones y las cámaras infrarrojas. En otra de sus piezas, llamada Una carta de amor de la ciudad a sus habitantes, Young presenta el primer cortometraje hecho con ayuda de un chatbot, entrenado para hablar como si fuera una smart city que le habla a su gente con una empatía incluso mayor que la de muchos gobiernos. Algunas de estas ficciones que, más que el futuro, ayudan a repensar el presente. Cabe destacar que algunas de estas piezas se podrán ver hasta octubre de 2023 en la exposición Construir Mundos, instalada en Ex Teresa Arte de Actual. 

 

Aprovechando que el audio y el video estaban al máximo, Jayden Ali, (de JA Projects y curador del pabellón británico en la Bienal de Arquitectura de Venecia de este año), mostró sus piezas de videoarte con todo el poderío que permitía el equipo de producción de Bellas Artes. Cuando los samples de hip hop empezaron a sonar, con los bajos en todo su esplendor, fue inevitable percibir la sorpresa, e incluso incomodidad, de algunos de los asistentes (¿habrá sido la primera vez que una base rítmica como esta tronara en las bocinas del máximo recinto cultural del país?). Y, en pantalla, un collage que intercalaba íconos de arte afrodescendiente con episodios de violencia racial como el asesinato de George Floyd por parte de un policía blanco a plena luz del día en las calles de Minneapolis, Estados Unidos. Así se introdujo al público a “Dancing Before the Moon, nombre que el pabellón británico tomó prestado del escritor estadounidense James Baldwin: “hay una razón, después de todo, por la que una clase de gente que quiere colonizar la Luna, mientras otros bailan ante ella como si fuera una vieja amiga”. Compuesta por esculturas, videoarte, manifiestos y otras piezas que están conectadas a la infraestructura del edificio que aloja el pabellón, “Dancing Before the Moon” es una reflexión sobre la experiencia negra y racializada, tanto en el Reino Unido como en el mundo. Quizá desconcertante en el contexto de un festival de arquitectura, y más cercana al arte contemporáneo, la participación de Jayden Ali terminó como una apuesta por la ocupación consciente y empoderante de los vacíos dejados por la historia y el poder.

 

“Estamos como en un sándwich entre Pritzkers”. Así empezó su turno Sasa Radulovic, quien subió al escenario junto a Johanna Burme, la otra mitad del estudio canadiense 5468796 (546 o barcode para los amigos que no quieren quedarse sin aliento). Viejos conocidos de Arquine, en su debut en MEXTRÓPOLI llegaron con su primer libro bajo el brazo y una exposición sobre su trabajo en proyectos de vivienda colectiva y una tensión de antiguos colegas (¿o de matrimonio veterano?) que dio algunos momentos de humor involuntario. No obstante, el dúo pudo transmitir su idea de la arquitectura como una profesión que no se reduce tan sólo al diseño y construcción de edificios, sino que es ahora una práctica que debe tomar en cuenta factores que no siempre están en manos de los arquitectos: reglamentos, gobernanza, activismo y liderazgo social. Como adelanto de su libro, Housing for the 99% (Arquine, 2023), 546 dio visos de un “kit de herramientas” para estudiantes de arquitectura o para quienes trabajan para lograr proyectos adaptables y resilientes, con la experiencia de haber desarrollado intervenciones en espacios abandonados y hasta la transformación de estacionamientos “sustentables”. “La arquitectura del futuro se caracterizará por la combinatoria de programas en proyectos que pueden funcionar como espacios de trabajo, residenciales o de infraestructura”; dijo alguno de los dos que, más que interrumpiéndose entre sí, complementaban las palabras del otro.

Por último, llegó uno de los momentos más esperados de la noche, postergado incluso por años debido a la pandemia causada por el coronavirus. Cuando Wang Shu, de Amateur Architecture (estudio qué comparte con Lu Wenyu, ausente para esta ocasión), llegó al escenario, recibió la segunda ovación ruidosa de la noche. Siguiendo el protocolo, Shu presentó su ponencia “Practice between City and Country” (“La práctica entre la ciudad y el campo”) que, si bien se centró en algunos de sus proyectos, era sobre todo una historia: la del vínculo entre campo y ciudad en China. En la primera diapositiva de su presentación Wang Shu presentó algo que resultó inusual en una jornada llena de fotos celebratorias y promocionales o de piezas de alto octanaje digital: la reproducción de una parte de los rollos de Morada en las montañas Fuyung, del pintor Huang Gongwang (1269-1354). La imagen, un paisaje montañoso de la región de Hangzhou (antes transcrita al español como Cantón), con su técnica tan peculiar de pintura al aguada (o tinta china), resaltaba la milenaria historia de esta civilización, y la el trabajo por preservarla que ha sido la marca de Amateur Architecture. Este aspecto, que fue uno de los que se reconocieron cuando el estudio recibió el premio Pritzker, ha sido más que una decisión estética: con ella bajo principio Shu y Wenyu han hecho a los resabios de la Revolución Cultural maoísta y la inclemencia (y florecimiento) de los proyectos de infraestructura a gran escala en tiempos de Xi Jinping, que ha transformado esos viejos paisajes de leyenda en horizontes con edificios modernos pero alejados de su raíz. Esta mediación entre la arquitectura local y el crecimiento urbano de China, como mostró Shu, se centró sobre todo en la tipología del courtyard (casa de campo), cuya diversidad fue el punto de inspiración para proyectos como el recinto de los Archivos Nacionales de Hangzhou; la librería de Wenzheng College en la Universidad de Suzhou, el Museo Histórico de Nigbo; o la Villa Wencun, justo en las faldas de esas colinas semifantasmales, ahora anodinas, pintadas hace casi mil años. “El secreto de la vida, sea en la ciudad o en la vida, está en la diversidad”, dijo Wang Shu para cerrar su participación.

El cargo Trance mextropolitano: conferencias de un festival apareció primero en Arquine.

]]>
Ganadores del EU Mies Award https://arquine.com/ganadores-del-eu-mies-award/ Thu, 12 May 2022 23:18:39 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/ganadores-del-eu-mies-award/ La Comisión Europea y la Fundación Mies van der Rohe han entregado hoy los galardones del Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea–Premio Mies van der Rohe 2022 al estudio irlandés Grafton Architects por su obra Town House–Kingston University en Londres, y a los barceloneses Lacol por  "La Borda" vivienda colectiva construida en la ciudad Condal de Barcelona.

El cargo Ganadores del EU Mies Award apareció primero en Arquine.

]]>
La Comisión Europea y la Fundación Mies van der Rohe han entregado los galardones del Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea–Premio Mies van der Rohe 2022 al estudio irlandés Grafton Architects por su obra Town House–Kingston University en Londres, y a los barceloneses Lacol por  “La Borda” vivienda colectiva construida en la ciudad Condal en Barcelona.

El acto ha contado con la presencia de la Alcaldesa de Barcelona, Sra.Ada Colau, la Comisaria Europea de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud, Sra. Mariya Gabriel, la Presidenta de la Fundació Mies van der Rohe, Sra. Janet Sanz, el Sr . Agustí Serra, Director General de Ordenación del Territorio y Urbanismo de la Generalitat de Catalunya, y el Sr. Iñaqui Carnicero, Director General de Agenda Urbana y Arquitectura, Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana del Gobierno de España. Anna Ramos, directora de la Fundació Mies van der Rohe, ha dado la bienvenida al numeroso público que ha asistido al acto de entrega de Premios desde la explanada frente al Pabellón.

Representantes de instituciones y empresas, estudiantes y amantes de la arquitectura pudieron, a largo del día, disfrutar, conocer y escuchar a los autores de algunas de las mejores obras de la arquitectura europea de los últimos tres años. Además de los ganadores, también los finalistas, junto con los promotores de todas las obras, han viajado a Barcelona para recibir sus trofeos y protagonizar las charlas y conferencias que transcurrieron a lo largo del día en el Pabellón.


Entrevista a Lacol: cooperativa de Arquitectos

Lacol es una cooperativa de arquitectos fundada en 2010 por un grupo de estudiantes de arquitectura de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Incorporan procesos participativos en la definición de su arquitectura y plantean sus proyectos trabajando en la conformación de diferentes maneras de habitar. La Borda es uno de sus proyectos más paradigmáticos, una cooperativa de viviendas en cesión de uso en el barrio de Sants, en Barcelona.

Para saber más, da click aquí.


Yvonne Farrell y Shelley McNamara son las ganadoras del Premio Pritzker 2020

Ambas son graduadas de la Universidad de Dublín, sede de su oficina Grafton Architects. Han recibido además numerosos reconocimientos incluyendo el Premio Internacional RIBA (2016), la Medalla de Oro Real (2020) entre otros. En poco más de cuarenta año, han completado proyectos locales en Irlanda, Reino Unido, Francia, Perú e Italia.

Para saber más, da click aquí.

El cargo Ganadores del EU Mies Award apareció primero en Arquine.

]]>
La Balma https://arquine.com/obra/la-balma/ Thu, 17 Mar 2022 07:00:29 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/la-balma/ Teniendo en cuenta los recursos disponibles, el foco está en el costo inicial de construcción y uso del edificio en su vida útil, considerando el impacto económico final para el usuario. Además, el edificio pretende evitar la pobreza energética reduciendo el coste del confort del hogar en más de un 50%.

El cargo La Balma apareció primero en Arquine.

]]>
La Balma es un proyecto de la cooperativa Sostre Cívic, que se adjudicó la parcela de Poblenou en el primer concurso público de suelo municipal para viviendas de alquiler cooperativo. El proyecto busca ampliar el stock de viviendas asequibles para hacer frente a la subida de precios de los últimos años. Teniendo en cuenta los recursos disponibles, el foco está en el costo inicial de construcción y uso del edificio en su vida útil, considerando el impacto económico final para el usuario. Además, el edificio pretende evitar la pobreza energética reduciendo el coste del confort del hogar en más de un 50%. Durante la fase de concurso se realizó un diagnóstico socioeconómico del grupo poblacional y un proceso participativo para trabajar y llegar a una propuesta consensuada, en la que el usuario y la comunidad juegan un papel protagónico; y el edificio es la infraestructura que los acompaña y les permite evolucionar libremente desde tres esferas sociales: el barrio, la comunidad, el hogar.

Relación con el barrio
El edificio está situado en la esquina de las calles Espronceda y Camí Antic de València. Este último es un eje verde repleto de equipamientos en el barrio. La cooperativa ha querido colaborar como un equipamiento más en este eje, compartiendo espacios con el barrio y expresando la riqueza de la vida comunitaria interior. Por ello, cuenta con el acceso principal, todos los espacios comunes y las circulaciones verticales en la fachada norte, abriéndose al espacio público del Camí Antic de València. En la calle Espronceda hay un local comercial, que ahora es utilizado por una ONG, colaborando para activar la planta baja de la calle.

 

Circulaciones y espacios comunitarios
Del proceso participativo inicial surge un programa de espacios comunitarios. Estos se distribuyen en altura en todas las plantas del edificio, adquiriendo un carácter diferente en función del uso de cada espacio. Queríamos espacios comunitarios y circulaciones para mejorar las relaciones humanas, los encuentros espontáneos y las actividades cooperativas en todo el edificio. En la planta baja encontramos la cocina-comedor común, espacio para bicicletas y taller abierto al barrio, además del vestíbulo y dos locales comerciales con vistas a la calle Espronceda que serán gestionados por la cooperativa. En el resto de plantas el programa se distribuye en pequeñas estancias, potenciando la circulación interior (sala polivalente, espacio de lectura, habitaciones de invitados, espacio asistencial y lavandería). Finalmente, la cubierta, totalmente accesible, se entiende como el espacio exterior de la cooperativa, operando como una terraza de más de 300 m2 que los vecinos podrán dotar de huertas productivas, espacio de sombra y esparcimiento. Las circulaciones acompañan siempre a los espacios comunitarios. Son espacios abiertos, ventilados y soleados que buscan dignificar lugares muchas veces minimizados.

 

Casas
El edificio cuenta con 20 unidades, una de las cuales será utilizada como piso puente para familias en proceso de reinserción social. Las viviendas se diseñan a partir de una retícula de piezas abiertas de 16 m2 que coinciden con la estructura de madera laminada. Estas piezas permiten divisiones y distribuciones muy diversas, permitiendo al usuario decidir sobre sus espacios. Cada casa parte de una base de 50 m2 totalmente equipada, correspondiente a las tipologías pequeñas (S). Esta unidad básica se amplía con una o dos piezas, pasando a ser de tipo Mediano o Grande. Las piezas que permiten esta ampliación son espacios gestionados por la cooperativa. Esta gestión permite una flexibilidad real del sistema, y ​​las viviendas se las apropian de forma individual o compartida.


El cargo La Balma apareció primero en Arquine.

]]>
Escuela de Teatro El Timbal https://arquine.com/obra/escuela-de-teatro-el-timbal/ Mon, 14 Mar 2022 07:00:24 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/escuela-de-teatro-el-timbal/ La idea principal del proyecto se basa en la generación de un número determinado de cajas-contenedores que acojan las actividades que ofrecerá el nuevo local. Cada tipo de caja-contenedor toma forma y textura en función de sus necesidades, distinguiéndose entre aulas (cajas acústicas), salas de reuniones (puestos de trabajo) y vestuarios y aseos (cajas húmedas).

El cargo Escuela de Teatro El Timbal apareció primero en Arquine.

]]>
La Escuela de Teatro El Timbal decide trasladar su actividad a un nuevo espacio. El cambio se debía hacer en un plazo muy ajustado: 12 meses.

Todo comenzó con una búsqueda exhaustiva de lugares de Barcelona con los requisitos necesarios para desarrollar la actividad de la escuela de teatro. A finales de 2014 se cerraron las negociaciones para el alquiler de un antiguo supermercado situado en la calle Roger de Flor 85. Se necesitaba una gran intervención para dar respuesta a las necesidades,  carácter e identidad de Timbal.

La idea principal del proyecto se basa en la generación de un número determinado de cajas-contenedores que acojan las actividades que ofrecerá el nuevo local. Cada tipo de caja-contenedor toma forma y textura en función de sus necesidades, distinguiéndose entre aulas (cajas acústicas), salas de reuniones (puestos de trabajo) y vestuarios y aseos (cajas húmedas). Por otro lado, con la idea de minimizar el impacto ambiental del edificio, se han propuesto medidas para reducir su demanda energética, potenciando el funcionamiento pasivo del edificio: ventilación cruzada de los pasillos y todas las aulas, aumento de la temperatura y aislamiento del cerramiento, así como la instalación de cinco lucernarios tipo DeploSun con tecnología bioclimática que permiten la iluminación natural. Igualmente, se debía trabajar en el aumento de la eficiencia de los sistemas activos utilizados, mediante la optimización de la potencia del sistema de climatización e instalación de sensores de CO2 que regulan la activación del sistema de renovación de aire. El desarrollo de estrategias ambientales ha sido apoyado por la cooperativa Organic Society.


El cargo Escuela de Teatro El Timbal apareció primero en Arquine.

]]>
7 Finalistas del Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea 2022 – Premio Mies van der Rohe https://arquine.com/7-finalistas-del-premio-de-arquitectura-contemporanea-de-la-union-europea-2022-premio-mies-van-der-rohe/ Wed, 16 Feb 2022 15:36:33 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/7-finalistas-del-premio-de-arquitectura-contemporanea-de-la-union-europea-2022-premio-mies-van-der-rohe/ La Comisión Europea y la Fundació Mies van der Rohe, anunciaron los siete finalistas que competirán por el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea 2022 – Premio Mies van der Rohe, 5 en la categoría de Arquitectura y 2 en la categoría de Arquitectura Emergente.

El cargo 7 Finalistas del Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea 2022 – Premio Mies van der Rohe apareció primero en Arquine.

]]>
La Comisión Europea y la Fundació Mies van der Rohe, anunciaron los siete finalistas que competirán por el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea 2022 – Premio Mies van der Rohe, 5 en la categoría de Arquitectura y 2 en la categoría de Arquitectura Emergente.

Las 5 obras finalistas de Arquitectura son: 85 Viviendas Sociales, Cornellà de Llobregat, de peris+toral.arquitectes; Frizz23, Berlín, de Deadline (Britta Jürgens + Matthew Griffin); la Granja del Ferrocarril, París, de Grand Huit y Melanie Drevet Paysagiste; Town House – Kingston University, Londres, de Grafton Architects; y Z33 Casa de Arte Contemporáneo, Diseño y Arquitectura, Hasselt, de Francesca Torzo.

Las 2 obras finalistas de Arquitectura Emergente son: Escuela Enrico Fermi, Turín, de BDR bureau; y La Borda – Vivienda Cooperativa, Barcelona, de Lacol.

El Jurado ha considerado que estos 7 trabajos finalistas fomentan y se convierten en modelos y referentes de las políticas locales de la ciudad. Abordan con nuevos modelos de gestión basados en la comunidad y procesos circulares de sostenibilidad. Las obras también se centran en la ciudad productiva y autosuficiente que se desarrolla de manera pedagógica, dignificando el espacio que habitamos y utilizamos. También son el resultado de procesos constructivos bien desarrollados, y del cuidado en el uso de materiales y detalles: una dignificación de la arquitectura del día a día, un diálogo entre monumentalidad, educación y patrimonio.

El anuncio ha tenido lugar en Varsovia. La Sra. Mariya Gabriel, Comisaria de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud de la UE, responsable de Creative Europe y Horizon Europe, dijo: “Es imprescindible repensar la forma en que estamos construyendo. La arquitectura de alta calidad es una piedra angular del enfoque de sostenibilidad de la Comisión Europea. Al redefinir el papel de los arquitectos europeos como cuidadores, la arquitectura contribuye al Pacto Verde Europeo y su componente cultural: la “New European Bauhaus”. El Premio de Arquitectura Contemporánea de la UE, el Premio Mies van der Rohe, destaca la contribución de la arquitectura al desarrollo sostenible. Necesitamos que jóvenes, arquitectos, artistas, profesionales de la educación y la cultura, innovadores, empresarios y autoridades regionales de toda Europa participen activamente y se beneficien de esta iniciativa”.

A finales de abril se anunciarán los ganadores del EU Mies Award 2022.

En mayo, las obras seleccionadas, incluidas las ganadoras y finalistas, abrirán sus puertas a todos los públicos que las podrán visitar y tener una experiencia in situ, junto con los arquitectos y personas implicadas en la organización del Premio.

La entrega de premios tendrá lugar en el Pabellón Mies van der Rohe el 12 de mayo, en el marco de una serie de debates y conferencias dirigidas a todos los públicos. También tendrá lugar una presentación del catálogo con los 532 proyectos nominados para el Premio 2022, la exposición y una celebración abierta a todos.

El cargo 7 Finalistas del Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea 2022 – Premio Mies van der Rohe apareció primero en Arquine.

]]>
La arquitectura como trabajo y los derechos laborales https://arquine.com/la-arquitectura-como-trabajo-y-los-derechos-laborales/ Thu, 23 Dec 2021 17:34:55 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-arquitectura-como-trabajo-y-los-derechos-laborales/ Cierta concepción de la arquitectura la piensa como algo que, al mismo tiempo que exige mucho trabajo, lo excede; como un suplemento al mero trabajo, instaurando una jerarquía entre los trabajadores de una oficina de arquitectura que, por supuesto, se traduce en los beneficios económicos recibidos.

El cargo La arquitectura como trabajo y los derechos laborales apareció primero en Arquine.

]]>
 

 

En estos días fue varias veces compartida por personas relacionadas con el gremio de la arquitectura una nota publicada por el New York Times titulada Architects are the Latest White-Collar Workers to Confront Bosses. El punto de partida era que, “empleados de la reconocida firma SHoP Architects anunciaron que buscan cambiar la fórmula de largas horas a cambio de pagos medianos dando un paso que es casi inaudito en su campo: conformar un sindicato.” El artículo, firmado por Noam Scheiber, inicia afirmando que, en la cultura popular, junto a quienes se dedican a la medicina y a las leyes, quienes trabajan en la arquitectura gozan de cierto prestigio. Lo que hacen se concibe más como una vocación —un llamado— que como un empleo convencional —suponiendo que nadie tiene la vocación de trabajar, digamos,  preparando declaraciones de impuestos ajenas. El pero, continúa Scheiber, es la diferencia en la paga entre quienes se dedican a la arquitectura y esas otras profesiones prestigiadas.

Resumiendo lo que expone la nota, en muchas oficinas de arquitectura, más en aquellas que se conciben como “propositivas” que en las que asumen un papel corporativo, las jornadas a veces son más largas que lo legalmente estipulado —sobre todo si se aproxima alguna entrega importante— y el pago por esas horas extra, si lo hay, tampoco es siempre lo que la ley exige. Ese tiempo y esfuerzo extra se supone que son parte de un compromiso particular no sólo con los empleadores sino con la profesión misma. Así es la arquitectura —aunque de hecho es un discurso que repiten muchas otras profesiones que se autodefinen como creativas.

En México y otros países sucede lo mismo que en los Estados Unidos. En realidad se trata de un enredo complejo con raíces que van hasta la formación de quienes se dedican a la arquitectura. Estudiar arquitectura es aceptar que se pasarán largas noches en vela terminando trabajosas tareas. Quienes enseñan arquitectura asumen muchas veces que ese modelo pedagógico con el que se formaron y que se repite generación tras generación, es el óptimo. Al salir de la escuela o desde los últimos semestres, conviene tener un empleo en una oficina de aceptable prestigio, aunque sea por un sueldo pequeño o incluso inexistente: es ahí, se repite sin reflexionarlo demasiado, que la verdadera formación empieza y, si no, al menos suma al currículum. A su vez, muchas de esas oficinas buscarán trabajo y reconocimiento entrando a concursos o presentando propuestas no siempre bien retribuidas —o, simplemente, sin ningún pago. Son apuestas en las que se invierte mucho tiempo y dinero y a las que se supone que todas las personas que colaboran en dichas oficinas deben sumarse con el mismo ímpetu y compromiso. Así es la arquitectura, dicen. El problema es cuando, además de una vocación, la arquitectura es además un empleo que debería servir para pagar las cuentas. También resulta problemático cuando llegan las retribuciones y recompensas, sean monetarias o “capital” social o “cultural” —el buscado prestigio, pues—, y no se distribuyen de manera equitativa entre todas las personas que invirtieron en la apuesta. El supuesto compromiso con el trabajo y la profesión —ese “ponerse la camiseta” del que se habla a veces— muchas veces no va acompañado del compromiso inverso: el reconocimiento de la colaboración.

En su libro A place for all people: Life, Architecture and the Fair Society, el recién fallecido Richard Rogers afirmó que la arquitectura es social no sólo por su impacto, sino por ser “inherentemente una actividad social, un ejercicio de colaboración”. Constantemente a lo largo del libro menciona quién diseñó qué en distintos proyectos. Pero el reconocimiento a sus colaboradores va más allá de nombrarlos. También explica que su oficina es propiedad de un fideicomiso para la caridad —Charitable Trust, una figura que también implica ciertos beneficios fiscales— en la que el sueldo más alto está limitado a ser máximo nueve veces el más bajo, mientras que el 75% de las utilidades son repartidas entre los empleados con una antigüedad mayor a dos años y el 20% se destinan a obras de caridad elegidas por cada trabajador. Que un arquitecto de los más reconocidos y premiados se detenga a explicar la operación financiera de su oficina es excepcional. La organización de Rogers Stirk Harbour + Partners, por muchas razones, es distinta a la de la la cooperativa de arquitectura Lacol, en Barcelona, con un modelo aún más horizontal y participativo —tanto en responsabilidades como beneficios—, o del Fideicomiso para beneficio de los empleados —Employee Benefit Trust— en que recientemente se convirtió la oficina de arquitectura fundada por Zaha Hadid, que en un comunicado afirmó: “las generaciones más jóvenes de arquitectas y arquitectos están exigiendo que nuestra profesión se vuelva más accesible e igualitaria.”

El problema, quizá, resida en cierta concepción de la arquitectura misma como algo que, al mismo tiempo que exige mucho trabajo, lo excede; como un suplemento al mero trabajo, pues. El arquitecto concibe antes de actuar, según explicó Boullée en el siglo XVIII, y aunque apuntaba a una diferencia entre el construir y la arquitectura, esa distinción quiere instalarse en el seno mismo de la arquitectura separando no sólo la concepción de su ejecución en dibujos y modelos, sino instaurando una jerarquía entre los trabajadores de una oficina de arquitectura que, por supuesto, se traduce en los beneficios económicos recibidos. Que nuevas generaciones de personas dedicadas a la arquitectura se reconozca en principio como trabajadores —aunque sea de cuello blanco— con la posibilidad, por tanto, de exigir sus derechos y terminar con malas prácticas —como bajos sueldos, horas extras sin paga o “becarios” también sin ninguna remuneración— ya implica repensar la manera como la arquitectura concibe el trabajo y se concibe a sí misma como un trabajo. Queda, hacia fuera de la disciplina y la profesión, repensar también la historia que separa y articula el trabajo de construir la arquitectura —no sólo edificios— del trabajo de concebirla. 

El cargo La arquitectura como trabajo y los derechos laborales apareció primero en Arquine.

]]>
Entrevista a Lacol: cooperativa de arquitectos https://arquine.com/entrevista-a-lacol-cooperativa-de-arquitectos/ Tue, 23 Feb 2021 15:21:18 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/entrevista-a-lacol-cooperativa-de-arquitectos/ Lacol es una cooperativa de arquitectos fundada en 2010 por un grupo de estudiantes de arquitectura de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Incorporan procesos participativos en la definición de su arquitectura y plantean sus proyectos trabajando en la conformación de diferentes maneras de habitar. La Borda es uno de sus proyectos más paradigmáticos, una cooperativa de viviendas en cesión de uso en el barrio de Sants, en Barcelona.

El cargo Entrevista a Lacol: cooperativa de arquitectos apareció primero en Arquine.

]]>
 

“Los edificios son también garantes de la convivencia porque la configuración de sus entradas, salidas, huecos, áreas exteriores, zonas abiertas o cubiertas cualifica el espacio circundante. Adicionalmente, la arquitectura puede convertirse en un símbolo que dota de identidad a una comunidad, contribuye a aglutinar a sus miembros y representarlos.”

Izaskun Chinchilla, La ciudad de los cuidados.

Lacol es una cooperativa de arquitectos fundada en 2010 por un grupo de estudiantes de arquitectura de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB-UPC). Incorporan procesos participativos en la definición de su arquitectura y plantean sus proyectos trabajando en la conformación de diferentes maneras de habitar. La Borda es uno de sus proyectos más paradigmáticos, una cooperativa de viviendas en cesión de uso en el barrio de Sants, en Barcelona.

Interior de La Borda, Barcelona. Imagen: Lluc Miralles.

 

Carlos Lanuza: ¿Cómo empezó Lacol?

Núria Vila: Coincidimos en la misma promoción en la ETSAB-UPC estudiando arquitectura, todos somos del 85. Cuando nos conocimos, necesitábamos un espacio de trabajo, nos juntamos, encontramos uno en el barrio de Sants y empezamos a trabajar de manera individual. Estábamos en la universidad pero ya compartíamos ciertas ideas, nos nutríamos los unos a los otros de experiencias y referentes haciendo del proyecto una arquitectura más colaborativa.

Arranca la crisis en el 2010-2012 y la gente se empieza a ir, justo estamos terminando la universidad y unos cuantos decidimos quedarnos e iniciar nuestro propio proyecto aquí en Barcelona, en plena crisis. Algunos compañeros hacían el PFC (Proyecto Final de Carrera) vinculado a Sants, uno en Can Batlló y otro en la Lleialtat Santsenca. A partir de ahí empezamos a echar raíces y a ser muy activos en el barrio. Fue como una sinergia que derivó al cabo de unos años en que nos constituyéramos como cooperativa.

CL: ¿Por qué decidieron optar por la organización horizontal y fundar una cooperativa?

NV: En aquella época nos repartíamos entre nosotros todos los proyectos que entraban, así como la parte económica. Si trabajabas más horas ganabas más, si trabajabas menos, recibías menos dinero. Al final la estructura inicial naturalmente se convirtió en una cooperativa, era el sistema que se adaptaba a nuestra dinámica. Además, permitía que todos fuéramos socios/trabajadores. Algunos no participaban con horas dentro de la cooperativa porque no había suficiente trabajo, pero teníamos claro que a largo plazo queríamos hacer el proyecto juntos, sin jerarquías.

Fue una decisión bastante política. A partir del trabajo que hacíamos en el barrio conocimos a gente muy activista que nos inculcó esta idea, como La Ciutat Invisible. Siempre decimos que fue el barrio quien nos llevó a esto, la gente de la que nos rodeábamos tenía la misma idea. Nosotros veníamos de despachos en los que había un jefe, el socio y los trabajadores. Decidimos apostar por otro modelo. Vimos que la estructura empresarial que nos iba bien para constituirnos como un despacho con 14 arquitectos era la de cooperativa. Fue la suma de ambas cosas. Llevamos 10 años trabajando juntos y creo que la visión en común ahora está muy enfocada en las cooperativas de vivienda. Estamos muy alineados con esta vía.

Fachada de La Comunal, espacio cooperativo, Barcelona. Imagen: Lacol.

 

CL: En la arquitectura hay una cuestión muy modélica, nos educan de una manera en la que nos hacen aspirar a ser como ciertas figuras. ¿Esa visión más tradicional no chocaba con la de una cooperativa en la que nadie destaca?

NV: Ha habido mucha evolución. Al principio empezamos con proyectos enfocados en la parte activista, de hacer con las manos, como talleres, por ejemplo. Ahora estamos en otro punto. Compartimos una línea en común en cuanto a materialidad, pero se ha ido forjando al trabajar juntos, igual que el proyectar, son líneas de trabajo que estamos desarrollando. Por ejemplo, hay un socio que solo se dedica a participación, es arquitecto pero no abre el autocad. Dentro de un despacho esto es enriquecedor.

Proceso participativo en la cárcel Modelo, Barcelona. Imagen: Ajuntament de Barcelona.

 

CL: Muchas veces se ve la arquitectura como un objeto estético. En la universidad se habla de aspectos técnicos, constructivos, del encaje urbano —en el mejor de los casos— pero, ¿qué pasa con los aspectos sociales relacionados con la arquitectura?

NV: Creo que en la universidad se está haciendo un cambio. Ahora se habla mucho más de sostenibilidad, del usuario, de quien utiliza aquella arquitectura y se ha dejado de ver como un icono. Se trata de que funcione en todos los niveles, y que sea participativo. Yo creo que son conceptos que ahora se trasladan más a la arquitectura.

Los aspectos sociales nos ayudaron a conseguir los primeros encargos. Estos proyectos nacieron por una cuestión de cercanía, de arraigo en el barrio. A partir de ahí nos empezaron a conocer por lo que hacíamos. Con el tema de las cooperativas de viviendas hay una gran parte social. Toda cooperativa de vivienda empieza con un grupo de personas que se junta y con un modelo concreto de vivienda en el que tú acabas haciendo el proyecto arquitectónico. Pero la raíz no es el edificio como icono, o el solar. Más bien se vincula mucho con temas de ciudad, de sostenibilidad —que siempre es una premisa que intentamos introducir. Se trata del impacto social que puede tener el edificio en el barrio.

CL: ¿Hay un proceso específico para formar una cooperativa de vivienda?

NV: La raíz común en la formación de estas tipologías es el conocimiento del modelo de vivienda cooperativa en cesión de uso. Primero se forma un grupo de personas que decide vivir de una determinada manera, con lo cual necesitan construir un edificio que se adapte a este modelo que quieren crear. A partir de ahí el grupo escoge a unos técnicos (arquitectos, juristas, gestores de proyecto), que les acompañan a través de procesos participativos y definición de modelos económicos. Ahora muchos grupos nuevos han salido de socios expectantes de determinados proyectos de cooperativas de vivienda, que se han juntado para replicar el modelo y formar nuevos proyectos.

Según las necesidades económicas del grupo se plantea si se opta por suelo privado o público. Esta es una de las primeras decisiones, muchos grupos tienen que ir por suelo público porque las capacidades económicas son limitadas. El promotor es el propio usuario, más el financiamiento que tenga, y se tiene que hacer una aportación inicial bastante elevada para hacer frente al proyecto. De momento no hay muchas ayudas por parte de la administración. Con respecto al suelo público lo que impacta más es la temporalidad. Se debe esperar a que salgan a concurso los solares, o hacer convenios con el ayuntamiento.

CL: ¿En qué consiste la vivienda en cesión de uso?

NV: Es un modelo no especulativo de vivienda en el que la propia cooperativa es la promotora de un proyecto, del edificio entero. El solar es cedido por el ayuntamiento por 90 años con un canon, que es un alquiler del suelo por año, repartido en la cooperativa. Con lo cual, la cooperativa es propietaria del edificio por 90 años, después el edificio pasa a manos del ayuntamiento como vivienda de protección oficial.

Es una financiación privada que termina repercutiendo dentro de lo que es el modelo urbano de la propia ciudad. Y no es especulativo porque la propietaria es la cooperativa, por lo tanto la asamblea -no el usuario-. El usuario tiene derecho de uso de un espacio privativo, que es su vivienda. Aparte de la vivienda de uso privativo hay mucho más metros cuadrados vinculados a espacios comunitarios.

CL: ¿Qué pasa si uno de los socios de la cooperativa decide dejar el edificio?

NV: Hay una lista de socios expectantes, es decir, gente que quiere formar parte de la cooperativa pero que no pudieron acceder en un primer momento y están a la espera. Yo, por ejemplo, fui socia expectante de La Borda. Hace ya tres años y medio que los socios expectantes nos reunimos y constituimos otra cooperativa llamada Sotrac, es otro proyecto que estamos desarrollando ahora en Lacol para hacer un edificio similar a La Borda, en Can Batlló. La idea es empezar a construir en marzo de 2022, todo depende de los arquitectos (risas).

En su día me planteé estar en La Borda, pero no estaba en el momento vital adecuado. Formar parte de este tipo de iniciativas implica tiempo, y un esfuerzo extra, porque es asambleario. Las decisiones se toman mediante reuniones durante la semana, o fines de semana. Es otro tipo de estructura que se tiene que organizar. A nivel económico estaba en otro momento también, por eso decidí hacerme socia colaboradora. Hay una parte muy fuerte cuando se constituye el grupo, que no es solo reconocer el modelo sino también conocerte, la convivencia. Al final tú estás financiando y promoviendo este proyecto y hay muchas horas detrás.

En las reuniones se tienen que debatir muchas cosas. Para empezar se debe conocer el modelo. Hay muchos debates a nivel de arquitectura, por ejemplo si habrá estacionamiento o no, estrategias ambientales, si se apuesta por ciertas tecnologías que a priori son más caras pero a largo plazo pueden permitir un ahorro energético y por lo tanto económico. También se debaten los estatutos de la cooperativa, lo que puedes y no puedes hacer, entrada y salida de socios, qué financiamiento se va a buscar, qué pasa en determinadas situaciones, resolución de conflictos, cómo se toman las decisiones. Se trata de resolver la mayor cantidad de casuísticas posibles.

 

Espacio Coòpolis BCN, Fase 0, Barcelona. Imagen: Lacol.

 

CL: No es un modelo para todo el mundo.

NV: Pretende serlo, hay dos temas. El primero es que aquí se conoce poco este modelo, y se potencia poco a nivel de administración. En otros países como Uruguay, Dinamarca o Alemania la administración pone dinero para ayudar a hacer este tipo de proyectos. El otro es que pretende ser un modelo asequible, pero en realidad tienes que tener una mínima capacidad económica ya que al final, sí o sí tienes que hacer una aportación inicial de cierta cantidad de dinero, eso sí, mucho menor que cuando te tienes que comprar una vivienda al uso. No se puede olvidar que eres parte de la financiación de la propia cooperativa, tú y los demás socios.

También depende del momento vital en el que están las personas, cuesta mucho que gente entre 16 y 28 años participe en esto, quizás porque no saben dónde quieren vivir, y son proyectos a largo plazo. Pero la franja entre los 30 y 50 años es la que vemos que actúa con mayor incidencia, aunque les pasen muchas cosas durante todo el proceso. Y la franja de edad más mayor es vital, porque es la experiencia pura de la vida, y en las asambleas se nota.

CL: También hay un tema de comodidad, de poner cosas en común y ceder. Algo que no tienes que hacer cuando tienes dinero.

NV: Es verdad, pero también hay que recordar que en este modelo tienes tu espacio privativo, tu casa. Aunque sí se potencia mucho el espacio comunitario y la convivencia. Tú decides si vas o no a las actividades, o qué espacios comunitarios usas y con qué frecuencia, aunque debes mantener un vínculo con la asamblea. Tiene que haber un trabajo detrás en los años de proceso. Pero creo que la convivencia es una parte que se genera por sí sola. El compartir al final forma parte de todo esto.

 

Proceso participativo de Lacol en la cooperativa de viviendas de La Borda, Barcelona. Imagen: La Borda.

 

CL: ¿Cómo se traducen en el espacio todas las variables sociales que se analizan en los procesos participativos?

NV: Aquí hay un debate, y es que si esto es vinculante o no. La participación consiste en recoger ideas, pero también en transmitirlas, es decir, es un proceso en ambos sentidos, es recíproco. Luego todo queda en manos de técnicos, que son quienes tienen que definir y aplicar las ideas que se han recogido, decidir cuál es la mejor opción.

Los procesos participativos dan herramientas a los arquitectos para proyectar, para definir los usos del edificio, por ejemplo. La Lleialtat Santsenca es un buen caso, porque siempre está llena, funciona perfectamente. Responde a las necesidades que tiene el barrio. Después a nivel de arquitectura, qué estrategias usas, si pones las salas arriba o abajo, o si ponemos un atrio, o una terraza, aquí es donde entran los arquitectos proponiendo una determinada manera para responder, entre muchas.

Por ejemplo, rehabilitar el espacio y darle uso, fue una de las conclusiones del proceso participativo de la Lleialtat que Lacol hizo previo al concurso de arquitectura. No hacía falta tirar el edificio, y ahora funciona. El usuario también lo siente suyo, se ve a nivel de gestión del propio edificio. Hay tanto arraigo con el barrio que los que llevan la gestión lo hacen de una manera muy vinculada a lo que se ha pedido.

 

El cargo Entrevista a Lacol: cooperativa de arquitectos apareció primero en Arquine.

]]>
Cooperativa de vivienda La Borda https://arquine.com/obra/cooperativa-de-vivienda-la-borda/ Tue, 01 Dec 2020 15:28:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/cooperativa-de-vivienda-la-borda/ El proceso de La Borda inicia el año 2012 en el marco de la recuperación comunitaria de Can Batlló. Un grupo de vecinos y vecinas decidieron auto-organizarse para resolver, de manera colectiva, la necesidad de acceso a la vivienda a partir de la implementación de una cooperativa de vivienda en cesión de uso.

El cargo Cooperativa de vivienda La Borda apareció primero en Arquine.

]]>
 

El proceso de La Borda inicia el año 2012 en el marco de la recuperación comunitaria de Can Batlló. Un grupo de vecinos y vecinas decidieron auto-organizarse para resolver, de manera colectiva, la necesidad de acceso a la vivienda a partir de la implementación de una cooperativa de vivienda en cesión de uso. La cooperativa de arquitectos Lacol se involucró desde el inicio, empujados por la motivación de construir una alternativa en un contexto de grave crisis habitacional en Barcelona.


Esta implicación se convierte en una oportunidad para repensar la producción de la vivienda popular que sea desde abajo y con la participación de las futuras usuarias. La innovación del proceso de promoción ha sido clave para poder trabajar la arquitectura más allá de su formalización. Se identificaron cinco características del modelo que tienen una respuesta directa en el proyecto: autopromoción, cesión de uso, vida comunitaria, sostenibilidad y asequibilidad.

La cooperativa es la propietaria del edificio, el cual está construido sobre un solar de titularidad pública, y cede el derecho de uso de la vivienda a sus socias, agrupadas en unidades de convivencia. Mediante este modelo de tenencia alternativo a la propiedad privada se pone el valor únicamente en el uso de la vivienda y no en su valor de cambio en el mercado, con lo que se evitan usos especulativos.

La infraestructura común (soporte) se define a partir de una matriz homogénea de unidades habitacionales (16 m²) que genera una tipología de vivienda no jerarquizada y apropiable para cada usuario mediante decisiones libremente adoptadas (componentes). La cooperativa priorizó realizar un edificio con el mínimo impacto ambiental, tanto en su construcción como en su vida útil.

Otro objetivo básico fue eliminar la posibilidad de pobreza energética entre sus usuarias, situación que sufrían algunas de ellas debido al elevado coste de la energía y falta de recursos económicos. La estrategia inicial del proyecto para reducir la demanda energética ha sido la optimización del programa, con la renuncia al aparcamiento de coches subterráneo, la colectivización de servicios y la reducción de la superficie de las viviendas.

 


Puedes encontrar este proyecto en nuestra Revista Arquine No.94 vivienda colectiva.

El cargo Cooperativa de vivienda La Borda apareció primero en Arquine.

]]>