Resultados de búsqueda para la etiqueta [Lacaton y Vassal ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Wed, 18 Sep 2024 19:59:35 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 La consolidación de una torre de vivienda https://arquine.com/obra/la-consolidacion-de-una-torre-de-vivienda/ Wed, 18 Sep 2024 19:59:17 +0000 https://arquine.com/?post_type=obra&p=93016 La reconversión de esta icónica torre de vivienda forma parte de un planteamiento que prefiere la reutilización antes que la demolición para densificar las zonas de vivienda, y fue el inicio de un proyecto a largo plazo que, una década después, ha permitido revalorizar los barrios populares y su sostenibilidad ambiental y social en Saint-Nazaire (Francia). Un proyecto de Lacaton & Vassal.

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Un proyecto que aparece impreso en la Revista Arquine 109 – Reparaciones

La torre número 3 de la Rue des Anjoncs, parte del barrio de La Chesnaie (Saint-Nazaire, comuna de la región de los Países del Loira), es símbolo del urbanismo de la década de 1960 y se enmarca en un proyecto de renovación urbana. Lamentablemente, 4 torres (cada una con 60 viviendas de interés social), fueron demolidas antes de iniciarse este proyecto. En este contexto, la propuesta de transformación de la torre de 10 plantas propone un cambio de estrategia: en lugar de la demolición, el proyecto plantea la posibilidad de reutilizar, transformar y densificar a partir de las cualidades y el potencial existentes.

La transformación se llevó a cabo desde el interior con el objetivo de mejorar el espacio de cada vivienda. Por ejemplo: los cuartos de baño, de 3 m2, se trasladaron a una habitación de 9 m2 con ventana; a su vez, se construyó una nueva habitación con una estructura metálica ligera e independiente, así como un jardín de invierno de 2 m de ancho añadido a la fachada; también un balcón de 1 metro, que une la nueva habitación con la sala de estar. En paralelo, se construyeron 40 nuevas viviendas sobre el área de estacionamiento en la base de la torre, que se encontraba en desuso y situado. De esta manera, se creó un nuevo edificio con 80 viviendas de gran calidad.

El proyecto demostró que transformar, ampliar y densificar es mucho más sostenible y menos costoso que la demolición de 40 viviendas existentes y la construcción de 80 viviendas nuevas. El resultado fueron pisos mucho más amplios que el estándar actual de construcción. El proyecto prefiguró así la transformación total del barrio. El principio de densificación, llevado a cabo en otros edificios del barrio, permitiría la construcción de 258 viviendas nuevas, la transformación en términos de calidad de 312 viviendas existentes y la creación de nuevos equipamientos y servicios del barrio. El resultado fue una intervención sobre una superficie total de 10,282 m2, de los cuales 3,275 m2 correspondieron a lo que ya existía y 1,654 m2 a las extensiones, además de 4,912 m2 correspondientes a departamentos nuevos (incluidos jardines). Todo ello sin disminuir la superficie del gran parque central.

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lacaton&vassal: espacio libre-transformación-habiter https://arquine.com/lacatonvassal-espacio-libre-transformacion-habiter/ Wed, 02 Mar 2022 15:26:37 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/lacatonvassal-espacio-libre-transformacion-habiter/ Hace no tanto, la moda era marcada por las revistas que incluían patrones. En la mayoría de los casos, ni quien usaba esa ropa ni quien la cosía había visto un desfile de moda, pero cierto conocimiento se trasladaba a través del papel. ¿Podemos pensar los libros y catálogos de exposiciones de arquitectura de la misma manera?

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Cuando era pequeño recuerdo acompañar a mi a madre a la modista. Entonces, la ropa que ella usaba se hacía con un método un poco más artesanal que ahora: ella misma compraba la tela, la llevaba donde la modista y le decía qué prenda de ropa quería. La moda era marcada por las revistas que compraba y que establecían tendencias. De esta manera se copiaban patrones y piezas que se diseñaban en Europa o Estados Unidos y se terminaban confeccionando en el taller de la señora que cosía, en Latinoamérica. Mi madre nunca vio un desfile de moda, la modista tampoco, pero gracias a estas revistas eran capaces de aproximarse a la ropa que se llevaba en otras partes. Cierto conocimiento se trasladaba a través del papel y la mirada para conseguir un objetivo más o menos parecido.

Hace algunos años, un profesor en la universidad nos contó que los arquitectos latinoamericanos del siglo pasado también aprendían a través de las revistas que llegaban de Europa. En ellas encontraban “inspiración”, copiaban la manera de hacer de otras geografías, en el mejor de los casos entendiendo las operaciones y adaptándolas al contexto. Viajar era mucho más complicado que ahora, con lo cual era muy difícil ver o comprobar de primera mano aquello que se había visto en las revistas. La imagen debía ser convertida en volumen, de alguna manera la revista adquiría cuerpo, y así también se consolidaba cierta tradición. La labor de la modista y la del arquitecto no se distanciaban mucho.

 

Una exposición y un catálogo

Quien escribe estas palabras reseñará a continuación un catálogo sobre una exposición que nunca visitó. Exposición y catálogo son dos caras de una misma moneda. La primera de carácter más efímero que la segunda, pero quizás de mayor importancia por el impacto que produce. La segunda más duradera y que probablemente no se entiende sin la primera. 

La exposición se llevó a cabo del 6 de octubre de 2021 al 12 de enero de 2022, en la Fundación ICO (Madrid), sobre la carrera de Anne Lacaton y Jean-Phillipe Vassal y, al igual que el catálogo, estaba articulada a través de tres grandes conceptos: espacio libre, transformación y habiter. La Fundación ICO  “contribuye y apoya el desarrollo de la sociedad a través de la promoción de la cultura y el conocimiento en sus diferentes áreas de actuación”, un objetivo bastante general para una institución cultural.

Llama la atención que el catálogo derivado de la exposición sea eso, un catálogo, una mera recopilación de proyectos más o menos explicados a través de los tres grandes ejes. Es una lástima que una institución que sirve para un público general habla solo el lenguaje de unos cuantos, el de la planimetría del dibujo arquitectónico, apenas acompañada de fotografías. Un lenguaje que no es accesible a todos y que deja de lado a una gran parte de un público al que va destinado. ¿Pero de qué manera podemos transmitir mejor estos conceptos, ya no prescindiendo de los planos, siempre necesarios, sino complementándolos con otros recursos? ¿Es posible que alguien ajeno a la disciplina sea capaz de entender lo que se expone en el catálogo de la misma manera que lo haría un arquitecto? ¿Para qué sirve este catálogo más allá de dar cuenta de una exposición?

 

Portada del catálogo lacaton&vassal: espacio libre, transformación, habiter. Fotografía: Puente Editores.

 

El aprendizaje de la arquitectura

Decía otro profesor que tuve en la universidad que el objetivo de cualquier libro de arquitectura, teórico o de proyecto, debería ser el de ayudar a proyectar mejor. 

La primera parte del catálogo es una entrevista que Enrique Walker hace a los arquitectos. En ella la discusión se centra sobre todo en el proyecto del Palais de Tokio, en París. La visión de Anne y Jean-Phillipe se plasma de manera abierta y sincera, dejan ver sus inseguridades, su voluntad por querer hacer un trabajo cuidado, respetando y entendiendo las necesidades del encargo y la naturaleza de lo existente. Es una entrevista que ablanda la figura del arquitecto omnisciente y lo contrapone a la figura del que duda, que reflexiona sin pudor y que se atreve a salirse de los marcos preestablecidos.

Espacio libre es una recopilación de planos en los que se mancha la operación que da nombre al capítulo. En los proyectos se percibe la constante voluntad de los arquitectos por doblar siempre el espacio predestinado al proyecto original, es como un doble-espacio-en-potencia, un espacio fantasma que acompaña al primero pero que no se ve hasta que lo evidencian con una envoltura. Un poco como los proyectos de vivienda social de ELEMENTAL –Quinta Monroy, Villa Verde o Monterrey– , ese espacio mudo que adquiere vocabulario a través del tiempo, que se va llenando de vida y “ajustándose” a las necesidades de sus habitantes.

 

Catálogo lacaton&vassal: espacio libre, transformación, habiter. Fotografía: Puente Editores.

 

Transformación continúa siendo una recopilación de proyectos, esta vez con visualizaciones 3D o fotografías y una breve descripción. Los proyectos son de una finura y sensibilidad extraordinaria por el contexto, ya no solamente local sino global, y por la gente que los habita, algo sumamente necesario de enseñar en cualquier escuela de arquitectura. Más allá de las soluciones técnicas o espaciales, estas ansias por entender realmente lo que necesita cada proyecto es siempre destacable. 

El último capítulo, Habiter, termina de definir estos conceptos proyectuales –todos muy interrelacionados y solapados. Esta parte es un compendio de fotogramas que dan cuenta de la vida de la gente en sus proyectos. Como idea es una manera sutil de querer otorgar más aristas para percibir la realidad del proyecto –que pasa de la planimetría del primer capítulo al volumen del segundo, y del volumen al tiempo recorrido en el tercero– pero que queda en un esfuerzo difícil de explicar.

La obra de Lacaton&Vassal es desde hace muchos años una referencia que ha ido emergiendo poco a poco pero con mucha fuerza. Es quizás, esta exposición y catálogo, una oportunidad para repensar la manera de ir más allá de la imagen de moda para profundizar en el proyecto enraizado y profundo de la buena arquitectura que en esta ocasión parece no haberse logrado. Es una oportunidad para encontrar estrategias en las que la sensibilidad sobre el proyecto pueda plasmarse en papel para que, como las revistas que llevaba mi madre a la modista, sirvan de vehículo para proyectar lugares que vayan más allá del tiempo y del espacio de una exposición temporal.

 

Catálogo lacaton&vassal: espacio libre, transformación, habiter. Fotografía: Puente Editores.

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Pritzker 2021: cautela ante la extrapolación de conceptos https://arquine.com/pritzker-2021-cautela-ante-la-extrapolacion-de-conceptos/ Tue, 23 Mar 2021 11:24:52 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/pritzker-2021-cautela-ante-la-extrapolacion-de-conceptos/ Si con el Pritzker a Lacaton & Vassal no se premia el formalismo, sino las tácticas y posturas con las que nuevas generaciones pueden tomar nota de estas formas de trabajo, convendría examinar a profundidad qué es lo que posibilita que existan estas formas de trabajo. El trabajo crítico no puede manufacturarse.

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El discurso mediático de la arquitectura contemporánea pareciera desplazarse cada determinado tiempo como un movimiento de péndulo: un vaivén entre la apreciación por lo formalista y por lo ‘socialmente comprometido’. Luego de que el pasado 16 de marzo se anunciara la premiación del Pritzker a Lacaton & Vassal, es posible que la parte consumidora de noticias culturales del gremio ahora mismo se encuentre oscilando sus voluntades, nuevamente, hacia el compromiso social.

Antes de que esto ocurra y las respectivas redes de influencia comiencen a elucubrar sobre el futuro de las ciudades, conviene recordar un suceso reciente sobre el impacto de este premio.

Se trata de la hazaña lograda en 2016 por Alejandro Aravena quien, perteneciendo un año antes al jurado del Pritzker, en paralelo recibió el premio y sirvió como curador de la bienal de arquitectura de Venecia. Culminación de la popularidad que tuvo su propuesta para promover y comercializar la mitad de una casa no sólo al lumpen chileno, sino al de los países interesados en su esquema; un modelo diligentemente criticado y cuestionado por escritores como Camillo Boano. El modelo de la “half-happy architecture” dio rienda suelta a una vorágine de proyectos que pancistamente imitaron el esquema habitacional propuesto con las casas ELEMENTAL. Por una comodidad derivada de la réplica, la virtud de estos trabajos consistió, a grandes rasgos, en asignarle un nuevo empaquetado a una idea inmobiliaria que no era nueva ni resolvía mucho del rezago urbanístico encontrado en el continente americano, pero que fue del amplio agrado de la burguesía intelectual.

Con la obra de Lacaton & Vassal, por el contrario, aborda intervenciones urbanas mordientes, producto de realizar malabares entre negociaciones de presupuestos, programación arquitectónica, equipamientos de distinto índole, voluntades políticas —esto sin descuidar la ruta mediática de documentación y divulgación extendida que suele conducir al Pritzker.

Sobre el trabajo de la firma, mucho se ha hablado estos días de su mesura en la elección de materiales, en la responsabilidad monetaria de los proyectos y en su posicionamiento sensato, como el acto de desengañar al jurado del concurso para un espacio público en Burdeos, al exponerle que una nueva intervención sencillamente no era necesaria.  Además de su desinterés por la grandilocuencia formal, destaca también la aversión a la representación digital compleja, un elemento inescapable de la producción actual de cualquier firma con ambiciones similares.

Si existe una plástica para visualizar un tipo de arquitectura auténticamente sustentable, esta luce más como la sobriedad no-complaciente de Lacaton & Vassal que la de torres ridículas, pobladas innecesariamente de árboles y enredaderas que suelen acaparar atención en medios (casi siempre) no especializados.

Sin embargo, para que el pragamtismo de Lacaton & Vassal pueda relucir o ser celebrado como ha ocurrido con su reciente premiación, se requiere del polvo asentado de una serie de sucesos históricos que conviene poner en contexto. Dicho de otra manera: Lacaton & Vassal son capaces de referirse, como lo han hecho, al acto de demoler edificaciones como un acto “violento”, pues en la historia de su semántica urbana, la francesa, se han acumulado procesos dramáticos de transformación y reorganización a los que muchas ciudades del mundo son y continúan siendo ajenas. 

Salvo por un par de proyectos, el trabajo de Lacaton & Vassal es exclusivamente europeo, y de igual manera, casi exclusivamente francés. Sus proyectos insignia, como el caso del Palais de Tokyo o la Tour Bois-Le-Prêtre se sitúan en París, ciudad con una de las manchas urbanas más incansablemente trabajadas y retrabajadas, por renovarse nuevamente en un ambicioso plan maestro recién aprobado por la alcaldesa Anne Hidalgo. Como ha señalado el crítico y escritor Owen Hatherley en su columna para Tribune, una propuesta similar a la de la intervención en esta torre no sería siquiera transferible a la mentalidad de los condados ingleses. Uno pensaría erróneamente que existe una afinidad de estrategias de reapropiación de espacio entre Francia e Inglaterra, sirviendo como una especie de testimonio a la dificultad de trasladar un caso de éxito como el de la afamada intervención en el XVIIe arrondissement.

 

Sirviéndose del mismo ejemplo, un vistazo en Google Earth al emplazamiento de la Tour Bois-Le-Prêtre muestra la composición de áreas verdes y edificaciones que permite a París tener una densidad poblacional cercana a 21,000 habitantes por kilómetro cuadrado y mantener manzanas espaciadas entre las que puede prosperar una idea como la del proyecto de Lacaton & Vassal. De la misma manera en que sería impensable trasladar un proyecto habitacional como el de esta torre a lugares como Nicolás Romero, Estado de México, Rocinha en Río de Janeiro o el Campamento Manuel Bustos en Viña del Mar, se debe reconocer que incluso en las zonas con un contexto urbano o una densidad similar, operaría un factor de composición de clase que dificultaría poder replicar un ‘caso de éxito’ como este en cualquiera de las ciudades más urbanizadas de México, o de cualquier estado-nación que no comparta una acumulación de transformaciones urbanas como las de París.

Más que apelar a un llamado a lo vernáculo, o de otra fastidiosa reivindicación del regionalismo crítico, el llamado aquí se trata de comprender cómo es que procesos como la haussmannisación o la recomposición del trazo histórico desde la posguerra en París, forman un cúmulo histórico que facilitan proyectos de una complejidad gerencial y política como los de Lacaton & Vassal. En contraste, la historia urbana del continente americano, más que definirse por megaproyectos de reconstitución, está marcada por la inseguridad y la miseria, y no ha alojado trabajos como los realizados durante el Segundo Imperio, sino que continúa casi homogéneamente con gobiernos empeñados en una batalla perdida por acentuar el hacinamiento.

 

Si éstos son Pritzkers donde no se premia el formalismo, sino las tácticas y posturas con las que nuevas generaciones pueden tomar nota de estas formas de trabajo, convendría examinar a profundidad qué es lo que posibilita que existan estas formas de trabajo. El trabajo crítico no puede manufacturarse. Por el delicado entramado institucional y político que implican intervenciones como las de esta firma, sería un acto de vulgaridad política si como consecuencia de malas interpretaciones del trabajo de Lacaton & Vassal, comenzaran a aparecer propuestas de despachos que impostaran soluciones como las de la firma, obviando las negociaciones políticas y sociales que posibilitan sus formas de trabajo, y en cambio,  se disfrazaran proyectos inmobiliarios convencionales con la ‘estética jodidista’ de los arquitectos franceses. 

Aunque sería difícil cuantificar la magnitud de los desaciertos, en el corpus de arquitectura mexicana del siglo XXI sí es posible señalar suficientes proyectos que han incurrido en el error de remedar estrategias que no respondían a una necesidad formal ni realista en tal o cual sitio, sino a la suma de una asignación presupuestal y un ego disponible.

Ajeno a la estrenada visibilidad de Lacaton & Vassal, el devenir de la arquitectura de cualquier lugar estará en mejores manos cuando los actores generadores de proyectos no cometan la ingenuidad de malinterpretar soluciones ceñidas a la especificidad de un lugar, ni emulen una estética particular. Ya se ha cometido este error suficientes veces.

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Ruincarnaciones https://arquine.com/ruincarnaciones/ Thu, 22 Aug 2019 05:20:07 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/ruincarnaciones/ Necesitamos desarrollar nuevas técnicas para habitar los desechos arquitectónicos — ruinas— y así eliminar el concepto de "desecho" en sí. Este es el único futuro de ruinas por el que vale la pena luchar: un futuro para el presente.

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En 1792, en medio de las guerras revolucionarias francesas, la ciudad alemana de Frankfurt fue bombardeada. Cuando cinco años después lo visitó Johann Wolfgang von Goethe, la ciudad todavía se estaba recuperando del ataque. Goethe escribió a su amigo Schiller sobre lo que vio cuando echó un vistazo a lo que una vez fue el hogar de su familia:

“La casa de mi abuelo, su patio y sus jardines habían sido transformados de la casa parroquial-patricia de un viejo anciano de Frankfurt en el lugar comercial y de mercado más útil por gente sabiamente emprendedora.

La curiosa coincidencia durante el bombardeo conspiró para ver perecer la estructura, pero incluso hoy, reducida, en su mayor parte, a un montón de escombros, todavía vale el doble de lo que los propietarios actuales le pagaron a mi familia hace 11 años. Es concebible que todo en el futuro pueda ser comprado y restaurado por otro emprendedor y se puede ver fácilmente que, en más de un sentido, sería un símbolo de miles de otras instancias, en esta ciudad industrial y en particular a mis propios ojos.”[1]

La destrucción no solo no causó una catástrofe irreparable, sino que en un lapso de pocos años incluso duplicó el valor de la propiedad. Pero lo que Goethe también señala es que la pila de escombros representa “miles de otras instancias”, algunas de las cuales en un futuro cercano pueden incluso triplicar o cuadruplicar el valor. Tal pensamiento especulativo sería completamente ajeno a una mente feudal, establecido en un mundo estático e inmutable donde el cambio significaba casi automáticamente desestabilización e interrupción. Pero las guerras revolucionarias francesas no solo extendieron las libertades políticas modernas en toda Europa, sino que también iniciaron los primeros pasos para unificar los mercados y prepararon el terreno para la Revolución Industrial en todo el continente, que a su vez dio lugar al capitalismo temprano. El principal agente del capitalismo, el empresario, actúa en el presente pero dirige sus pensamientos y acciones en términos de futuros especulativos. Un montón de escombros, por ejemplo, no tiene valor de uso en su condición actual, un aumento en el valor solo puede explicarse en términos de lo que podría convertirse en el futuro. De todos los objetos que un emprendedor encuentra, contempla y desarrolla, las ruinas son las más reveladoras. Abarcan los extremos: en ruinas un valor presente mínimo se encuentra con un valor futuro potencial máximo.

Una ruina es un objeto con un exceso de historia (tanto en el sentido físico como restos del pasado como en el sentido de que los eventos pasados ​​causaron su destrucción) y un excedente de futuro, al menos desde el punto de vista de un emprendedor. Al mismo tiempo, una ruina carece por completo del componente del presente que la convierte en un objeto finalmente devaluado. Una ruina como un objeto sin valor con un valor potencialmente inmenso en el futuro es el objeto especulativo definitivo. Escenario al mismo tiempo de una gran oportunidad de negocio y de una catástrofe: la destrucción y el potencial se entrelazan inseparablemente. En la célebre película de Andrei Tarkovsky, Stalker (1979), tenemos una idea de cómo se ve realmente un inmenso potencial: una escena de destrucción postapocalíptica total llamada “La Zona” que resulta mortal para casi cualquier persona que ingrese. En el medio, sin embargo, se supone que debe haber un lugar que le permita cumplir sus deseos más íntimos si logra alcanzarlo con vida. Una alegoría apropiada para un sueño emprendedor que une el máximo de riesgo y ganancias. Es aquí, en la insoportable cercanía de la destrucción y la oportunidad especulativa, donde debemos buscar razones para el atractivo contemporáneo de la ruina. Se han inventado términos como ruin-lust y ruin-porn para designar la inmensa cantidad de galerías de internet, exhibiciones fotográficas y exploración urbana de lugares en descomposición que en las últimas décadas se han vuelto tan presentes. Son el resultado natural de llegar a un acuerdo con los procesos de desindustrialización y globalización. Ha surgido un canon de lugares de “destrucción hermosa” en todo el mundo, que recuerda uno del itinerario del Gran Tour del siglo XVIII. En este canon, las ruinas de Detroit ocupan el lugar de honor como una especie de Roma contemporánea además de ser la última “zona” posindustrial.

Pero la fascinación por la ruina no se detiene con la contemplación, ha afectado las renovaciones e incluso las nuevas construcciones.

Así es como la profesión de la arquitectura ha reconocido y utilizado el atractivo especulativo de la destrucción y la decadencia. Los proyectos de gentrificación ocurren principalmente en antiguas áreas industriales por una razón. Una ventana rota aquí una grúa oxidada allí, una nave industrial vacía con vías de ferrocarril en el medio, la decadencia se vende bien. Para estos edificios cuidadosamente conservados o incluso reconstruidos, los rastros de abandono son al mismo tiempo algunos de los bienes raíces más caros, ocupados por compañías multinacionales, cafeterías “shabby chic” y lofts industriales de lujo. Mantener una vieja estructura aparentemente abandonada, mientras que al mismo tiempo la ocupa con nuevas funciones, captura y expande la sensación estética en el reino de lo extraño. Un arquitecto en este contexto se ha convertido en un nigromante, evocando incertidumbre: “Si un ser aparentemente animado está realmente vivo o, por el contrario, si un objeto sin vida podría no ser realmente animado.”[2]

Cambie el término “ser” por “objeto” y obtendrá en pocas palabras la explicación de la fascinación por la gentrificación postindustrial. Pero la ruina es en última instancia un objeto ambiguo; su lealtad tiende a cambiar cuando uno no está mirando. Su significado resulta imposible de controlar a largo plazo. Los escombros que para un empresario significan oportunidades futuras pueden considerarse fácilmente como un desastre social o ambiental para los demás. Quizás sea posible entonces poner de cabeza el dilema de la ruina. Quizás la ruina, además de ser la última oportunidad especulativa, también conlleva una semilla de la crítica contra la necromancia especulativa nihilista de la decadencia. La articulación de tal crítica significa convertir el objeto (ruina), con su excedente de historia y futuro especulativo pero falta del presente, en un objeto (ruina) lleno de valor presente. Se convierte en la tarea de descartar el elemento especulativo de la ruina, lo que básicamente significa eliminar su potencial. Solo un edificio con un futuro cero especulativo puede ser habitado en el presente, tal como es. Dado que los arquitectos generalmente se consideran desarrolladores de potencial en lugar de sus eliminadores, esto significa que estamos hablando de un obstáculo estructural de toda la profesión.

En 1996, los arquitectos Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal recibieron una comisión para la reconstrucción de la Plaza Léon Aucoc, situada en un distrito de clase trabajadora de Burdeos, Francia. La comisión fue una de una serie de obras destinadas a embellecer las áreas públicas para marcar el inicio del mandato del nuevo alcalde. La plaza era un espacio triangular sin pretensiones, un área sin construir que quedaba entre las viviendas adosadas de los trabajadores. Algunos árboles viejos crecieron en sus límites con autos estacionados debajo de ellos. Unos pocos bancos de parque eran su único equipo. Nada sobre el diseño o equipamiento de la plaza reveló ninguna ambición arquitectónica o artística. Después de un numero de visitas al lugar, la pregunta de qué hacer con el espacio lentamente comenzó a responderse. La plaza existente parecía satisfacer perfectamente las necesidades de la comunidad local. Era un lugar de socialización para los ancianos, un patio de recreo para niños y un espacio común que funcionaba bien. Los arquitectos no podían ver lo que se ganaría con una intervención arquitectónica o de embellecimiento del lugar existente, por lo que decidieron un proyecto controvertido que consistía únicamente en instrucciones de mantenimiento para los árboles, el pavimento y los bancos. En otras palabras, la única intervención arquitectónica de Lacaton & Vassal consistió en reconocer lo existente como algo que no necesita ninguna mejora. La plaza permaneció exactamente como estaba, pero sin embargo fue profundamente modificada por el acto de los arquitectos. Se transformó de un espacio con un número supuestamente infinito de posibilidades y potenciales futuros en un lugar que conscientemente renuncia a estos potenciales. Esto permitió la habitación del lugar en el presente.

La declaración arquitectónica de Lacaton & Vassal de preferiría no hacerlo se convirtió en un gesto casi violento, pero esta violencia no se dirigió hacia los residentes de la plaza, formuló en cambio un acto radical dirigido contra la práctica arquitectónica convencional y la mirada especulativa convencional del desarrollador. Esta declaración, preferiría no hacerlo, podría compararse con la famosa frase del personaje principal en el cuento de Herman Melville, Bartleby. El enigmático rechazo de Bartleby a participar en la dinámica establecida de una oficina de abogados en Wall Street se refleja en el rechazo de Lacaton y Vassal de crear otra especulación arquitectónica para el futuro. La reafirmación de lo existente, cuando se espera que sea reemplazado por una intervención (arquitectónica o cualquier otra) puede parecer formalmente un acto pasivo, pero se convierte en la única revuelta constante contra las reinvenciones autoconsumistas. Como dice Slavoj Žižek: “El ‘acto de Bartleby’ es violento precisamente en la medida en que implica rechazar esta actividad obsesiva; en él no solo se superponen la violencia y la no violencia [la no violencia aparece como la violencia más alta], también lo hacen acción e inactividad (aquí el acto más radical es no hacer nada).” Lo que necesitamos son nuevas formas de encarnación de ruinas para persistir en habitar una ruina (o cualquier tipo de lugar fuera de las relaciones sociales y económicas convencionales) como un espacio tal como es y no como un espacio como podría ser o en lo que podría convertirse.

La reencarnación de una ruina es la antítesis de la nigromancia arquitectónica: es una técnica para dar nueva vida a los edificios en lugar de conjurarlos en el reino de los muertos vivientes arquitectónicos. Esto es más que una simple crítica al nihilismo y la fetichización de la decadencia en la arquitectura, la decisión de no elegir entre un futuro de posibilidades aparentemente infinitas nos permite la oportunidad de habitar el mundo tal como es. Tal mundo ya está habitado en lugares fuera de la corriente principal del progreso y la producción, donde la economía de mercado deja su huella al crear y mantener el stock necesario de mano de obra barata y niveles de vida por debajo del promedio. Tal mundo se manifiesta diariamente en edificios en desuso y las huellas de procesos abandonados. Este es el desperdicio generado por un sistema socioeconómico global. El excedente es estructuralmente indispensable para la dinámica del mercado de crecimiento y desarrollo, es su compañero de sombra.

Necesitamos desarrollar nuevas técnicas para habitar los desechos arquitectónicos — ruinas— y así eliminar el concepto de “desecho” en sí. Este es el único futuro de ruinas por el que vale la pena luchar: un futuro para el presente.


Notas:

1. Johann Wolfgang Goethe: carta a Schiller, agosto 16/17 1797, en Correspondence between Schiller and Goethe, from 1794 to 1805, vol. 1. London: G. Bell, 1877, p. 374.

2 Jentsch, Ernst, “On the Psychology of the Uncanny,” Angelaki 2, 1995, p. 11.


Miloš Kosec es arquitecto, editor y publicista. Vive y trabaja en Ljubljana, Eslovenia. Su tesis de maestría, Ruina como objeto arquitectónico, fue galardonada con los premios Plečnik y Prešeren y se publicó como libro en 2013. Es miembro de los consejos editoriales de la revista Praznine (Ljubljana) Outsider (Ljubljana – Viena).


Archifutures combina las posibilidades de la edición crítica, la impresión innovadora y la intervención activa del usuario. La colección hace un mapeo de la práctica arquitectónica y la planeación urbana contemporáneas, presentadas a través de las palabras y las ideas de algunos de sus actores clave y factores del cambio. Desde instituciones, activistas, pensadores, curadores y arquitectos hasta blogueros urbanos, polemistas, críticos y editores, Archifutures presenta a las personas que están dando forma a la arquitectura y las ciudades futuro y, por tanto, también a las sociedades del futuro.

Archifutures es editado por &beyond y publicado por dpr-barcelona, y presentado en español en colaboración con Arquine.

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Futuro atemporal https://arquine.com/futuro-atemporal/ Wed, 29 May 2019 08:00:17 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/futuro-atemporal/ Hoy, el pasado, el presente y el futuro parecen coexistir flotando en las aguas poco profundas de un océano; y con ellos una nueva forma de arqueología digital de pasados ​​antiguos/recientes y futuros pasados, cuya influencia trasciende los límites de los medios en línea.

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La posibilidad de recuperar instantáneamente casi toda las información y el trabajo que se ha creado en cualquier momento de la historia a través de archivos en línea cada vez más disponibles, abre un escenario en el que toda la producción humana puede flotar sobre una superficie plana de información. Hoy, el pasado, el presente y el futuro parecen coexistir flotando en las aguas poco profundas de un océano; y con ellos una nueva forma de arqueología digital de pasados ​​antiguos/recientes y futuros pasados, cuya influencia trasciende los límites de los medios en línea.

A diferencia de lo que generalmente se piensa, esta nueva condición nos aparece como algo diferente de las narrativas culturales anteriores. Mientras que tanto el Modernismo como el Postmodernismo lanzan la ruptura como una ruptura temporal, la cultura de la red se niega implícitamente a posicionarse en una sucesión de eras, permitiendo la coexistencia de épocas múltiples como un nuevo escenario. La obra posmoderna se configuró en torno a los conceptos de interpretación, símbolo y alegoría, mientras que la coexistencia contemporánea de épocas nos hace confrontar con un territorio de imaginación nuevo, atemporal, disponible como un vocabulario accesible y casi infinito.

Sin una verdadera distinción en el paisaje mediático entre lo viejo y lo nuevo, lo próximo y lo lejano, la producción futura podría ser liberada de “la necesidad de la novedad”, es decir: la expresión obligatoria de un momento específico en el tiempo, que es el rasgo típico de la modernidad. Varios pensadores contemporáneos, como Simon Reynolds y el fallecido Mark Fisher, tienden a ver la condición contemporánea como una producción cultural centrada en la nostalgia. Al describir la tendencia actual a una cita sin fin del pasado, sienten que la producción cultural como atrapada en la búsqueda paradójica de “futuros perdidos”, incapaz de crear algo puramente “nuevo”.

Y, sin embargo, es justamente en este «optar por la industrialización de la novedad» (en las palabras del padre del ciberpunk, William Gibson) y, al mismo tiempo, de la mercantilización del pasado, que reconocemos en esta condición contemporánea la fuerza para convertirse en una estrategia de resistencia. La atemporalidad formal significa precisamente eso: no hay necesidad de crear un espectáculo fuera de la producción arquitectónica a través de gestos hiper-diseñados, no es necesario encarnar visiones contingentes (por lo tanto rápidamente obsoletas) de futuros múltiples, no hay necesidad de cavar lenguas antiguas a través de pastiches nostálgicos.

Diferentes momentos de la historia pueden ser entendidos y empleados para producir un nuevo lenguaje. La comprensión de la producción lejana —lejana en términos de espacio y tiempo— podría colocar las nuevas obras en una conexión más profunda con las necesidades humanas eternas y enfocar la concepción en contra de la obsolescencia rápida.

En arquitectura, el concepto de “atemporalidad” no puede entenderse como algo nuevo. La reaparición natural de las estructuras del pasado antes de que el concepto de “patrimonio” saliera a la luz es “atemporal” en retrospectiva. Tal proceso de estratificación se encuentra en gran medida en el desarrollo de la ciudad de Roma, por ejemplo, donde las construcciones medievales remataron estructuras romanas que reutilizaban y daban nuevo significado a los edificios existentes. Las nuevas estructuras mantuvieron las huellas de las obras originales mientras subrayaban la permanencia de la forma en el desarrollo de la ciudad. Conectadas a una idea de atemporalidad también parecen ser aquellas construcciones que traducen directamente las necesidades humanas en formas, construcciones en las que una necesidad práctica se une a una espiritual y social —como los pozos escalonados indios o el Dakhma de Zoroastro (o “Torres del silencio,” como se les llama con frecuencia).

Podemos preguntar cuáles pueden ser las claves para la construcción de un lenguaje —futuro— atemporal y buscar sus primeros signos en la era contemporánea. ¿Podría existir una arquitectura sin estilo? ¿Qué definiría su lenguaje?

En esta búsqueda del resultado de un posible futuro de la arquitectura, un potencial medio de expresión podría estar vinculado al concepto de economía de medios o cómo producir una arquitectura significativa recurriendo a un sistema estructural racional e inteligible, evitando gestos innecesarios y desperdicio material. Esta lógica metodológica conecta la nueva producción con los momentos de la historia en los que los recursos fueron valorados por su escasez y la investigación científica hizo hincapié en materiales específicos para alcanzar los mayores resultados en términos de optimización y rendimiento estructural.

En este sentido, el trabajo contemporáneo de Lacaton & Vassal es ejemplar. Su investigación a través de la práctica tiene la capacidad de analizar los medios contemporáneos de producción y estandarización y convertir un conocimiento tan preciso y específico en la optimización de procesos constructivos. Este considerable ahorro de recursos se emplea entonces abriendo superficies más grandes para los habitantes. La economía de medios no es necesariamente igual a la “austeridad” y los proyectos arquitectónicos de Lacaton & Vassal revelan una riqueza significativa en espacios comunes, calidad de luz y adaptabilidad a lo largo del tiempo.

Los proyectos de la firma francesa respiran una sensación de lo ordinario. La misma trivialidad que hace que las ciudades sean coherentes y que, por lo tanto, tengan sentido en tiempos futuros. El lugar de las excepciones y las maravillas todavía estaría garantizado, pero los medios para alcanzar esos efectos ya no serían el derroche y el heroísmo sino maneras sutiles de alterar los patrones esperados y crear distorsiones surrealistas.

La obra de los arquitectos belgas De Vylder Vinck Taillieu sintetiza esta actitud: combinar lo ordinario con inserciones paradójicas obtenidas por medios sencillos. Trompe-l’œil y combinaciones inusuales de elementos arquitectónicos, interpretaciones de lo vernáculo con integraciones de diferentes épocas informan una manera relajada de insertar el juego en un proyecto que se basa en sólidos principios constructivos. Los temas fundamentales de la arquitectura están en el centro de su práctica y al mismo tiempo son profundamente cuestionados: la esencia de una habitación, la relación entre espacio interior y exterior, habitabilidad y vida cotidiana. A menudo se exponen soluciones arquitectónicas que responden directamente a necesidades prácticas, proporcionando una estética que celebra la capacidad de la arquitectura para responder a la necesidad.

La búsqueda de cualidades atemporales en un edificio se ve como un posible resultado de la coexistencia de una multitud de información procedente de épocas anteriores que flota en nuestro paisaje mental, como alimentado por la cultura de la red, pero en otro nivel, podríamos también prever un futuro en el que nuestro tiempo pasado delante de una pantalla será substituido por ese pasado que vagaba en ambientes inmersivos para el trabajo y para el entretenimiento. La cultura de la red podría de hecho tomar la forma de un territorio realmente interno, difuminando su percepción con la del paisaje existente. El territorio mediático que J.G. Ballard citó como su principal inspiración, como un dominio cuya presencia construye una influencia perenne en el actual “mundo construido”, se desplazará hacia una realidad aún más “tangible”.

Tecnologías como la realidad aumentada pueden permitir cambiar continuamente la percepción de los espacios interiores (y posiblemente los exteriores), haciendo más débil la distancia entre la ficción y la realidad y permitiendo que la humanidad viva al borde de varios ambientes.

El papel de la arquitectura construida se centraría en el suministro de las condiciones materiales para la vida, como cobijo, proporcionando un espacio vital, un refugio, mientras que los roles simbólicos y comunicacionales podrían ser completamente defendidos por la capa de entornos virtuales. En cierto sentido, tal proceso estaría en continuidad con el desarrollo histórico arquitectónico, porque los dispositivos comunicacionales que solían estar profundamente enredados dentro de la propia arquitectura (como las esculturas o las pinturas a las que se confirió el papel de comunicar los relatos sagrados en una Catedral) fueron escindidos progresivamente del reino de la arquitectura para entrar (y encontrarse en) otros medios, desde la escritura a la fotografía, al cine y la televisión.

Una arquitectura que busca la perennidad, que se centra en las cualidades constructivas y que encarna el cambio social sería capaz de sobrevivir e incluso conseguir un lugar más fuerte en un mundo progresivamente desmaterializado.

Al mismo tiempo, los arquitectos tendrían que empezar a trabajar en la primera línea de estos nuevos entornos comprometidos en la conformación de un paisaje de imaginación, ampliando los límites actuales de la disciplina más allá de la mera construcción del mundo edificado.

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Progreso, conservación y lo que queda en medio https://arquine.com/progreso-conservacion-y-lo-que-queda-en-medio/ Sat, 30 Aug 2014 13:10:35 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/progreso-conservacion-y-lo-que-queda-en-medio/ Habría que suponer que ni la ciudad es siempre antigua —como escribió, con razón para su momento, Fernando Chueca Goitia— ni es campo libre para una tábula rasa que presupone en cualquier cambio progreso.

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Tres notas. La primera, una entrevista de Ana Guerrerosantos a Teodoro González de León, quien habla, entre otras cosas, de algunos proyectos en curso en su taller. Del que diseña en donde estuvo el Conjunto Manacar, diseñado por Enrique Carral en 1963, dice que era ése proyecto el que no respetaba bien al sitio. También dice que era un edificio bonito pero ineficiente y que le dolió su demolición, pero que no había resistido al cambio en el tiempo. La segunda nota también es una entrevista: Anatxu Zabalbeascoa conversando con Anne Lacaton. Cuando se le pregunta a la francesa, asociada con Jean Philippe Vassal, si “todos los edificios se pueden reparar,” responde: “en Europa es lógico reparar. Los arquitectos no podemos comenzar de cero, porque hay mucho hecho. Se tiene que contar con ello con la atención suficiente para encontrar valores, que siempre los hay”. Después Lacatón agrega: “lo que existe es un recurso que es irresponsable y soberbio despreciar. Como arquitectos creemos en la suma, en la integración, en las capas. Nunca demoler, siempre añadir”. La tercera nota es de Oliver Wainwright, crítico de arquitectura de The Guardian, quien cuenta cómo tres “poco agraciadas torres de 27, 32 y 37 pisos” que “se entrometen torpemente como un huésped no invitado” en la silueta de la Mezquita Azul, la plaza Topkapi y Sant Sofía, fueron condenadas a ser demolidas por una corte turca en mayo pasado pues “afectaban negativamente un sitio declarado patrimonio de la humanidad que el gobierno turco estaba obligado a proteger.”

Tres posturas, tal vez. La idea de que no hay razón para conservar un edificio, bueno pero que tal vez no haya logrado alcanzar el estatuto de monumento, si resulta ineficiente. La idea, en el caso de Turquía, de proteger no sólo un edificio o su contexto cercano sino incluso las vistas a cierta distancia. La tercera, la posición de Lacaton y Vassal, la idea de adaptar y adaptarse, de transformar lo existente a partir de la cuidadosa atención dedicada a lo que hay. Por supuesto la diferencia entre las tres posturas no sólo es de actitud sino que deriva también de los casos particulares: por más que el Conjunto Manacar me haya parecido un gran edificio, no es ni la Mezquita Azul ni Santa Sofía, y los edificios y espacios públicos que han intervenido Lacaton y Vassal casi nunca son excepcionales ni por su historia ni por sus características arquitectónicas. Pero su postura es clara: “la observación de lo que existe es la primera fase —dicen en la entrevista. No se trata de respetar acríticamente, sino de no dar por hecho que la demolición previa es un paso inevitable. El objetivo es arraigar las nuevas intervenciones”,

La resolución de la corte turca parece obvia e incontrovertible: sólo esos que disfrazan intereses solamente económicos como promesas de mejores ciudades y mejor vida, pueden pensar que esas torres asomándose entre antiguos minaretes merecen ocupar ese sitio —“la codicia convirtió a la vivienda en oportunidad de lucro para los constructores”, dice Anne Lacaton. En la ciudad de México hoy cualquiera puede ver esa serie de intrusos, la mayor parte de escasísima calidad arquitectónica, asomándose, por ejemplo, tras los edificios originales del campus de Ciudad Universitaria u obstruyendo la vista, cada vez menos común, al final de una calle, del paisaje que pintó José María Velasco. Pero es una postura que abre la puerta al conservadurismo radical que supone en cualquier piedra vieja un vestigio venerable.

Habría que suponer que ni la ciudad es siempre antigua —como escribió, con razón para su momento, Fernando Chueca Goitia— ni es campo libre para una tábula rasa que presupone en cualquier cambio progreso. La arquitectura y las ideas —“si las ideas son buenas, la arquitectura será buena”, dice ella— de Lacaton y Vassal pueden ofrecer un término medio —donde la medianía es virtud— entre el heroísmo progresista y el heroísmo conservador.

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