Resultados de búsqueda para la etiqueta [Konstantin Melnikov ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 17 May 2024 16:11:05 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Revolución https://arquine.com/revolucion/ Mon, 03 Aug 2015 16:27:53 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/revolucion/ El legado de Konstantin Mélnikov (3 de agosto de 1890 – 28 de noviembre de 1974) está relacionado con la arquitectura que se desarrolló en los comienzos de la revolución rusa de 1917. Inspirada por la estética de la máquina, su obra se enmarcaba en la línea del constructivismo ruso, un arte nuevo y rupturista que hacía de la propaganda al servicio de la revolución una forma de ser.

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El legado del arquitecto Konstantin Mélnikov (3 de agosto de 1890 – 28 de noviembre de 1974) está relacionado con la arquitectura que se desarrolló en los comienzos de la revolución rusa de 1917. Inspirada por la estética de la máquina, su obra se enmarcaba en la línea del constructivismo ruso, un arte nuevo y de ruptura que hacía de la propaganda al servicio de la revolución una forma de ser.

Entre sus construcciones más importantes están su propia casa —analizada en Arquine por Ginés Garrido y que hace unos años estuvo cerca del derribo—, sus clubs para obreros, sus edificios de estacionamientos (construidos o no) y, en especial, sus proyectos temporales para pabellones, como el Pabellón Majorka —cuyo aspecto puede recordar a los silos agrícolas— y, en especial, el pabellón de la URSS en la Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas de 1925 —la misma que vio por primera vez el Pabellón de L’Esprit Nouveau de Le Corbusier.

Enigmático y casi mítico, este último pabellón para la URSS realizado por Mélnikov — aunque previamente hubo muchos otros pabellones construidos por ilustres nombres de la disciplina arquitectónica— marcó un punto de quiebre en el concepto de pabellón. La arquitectura de las exposiciones tiene su fundación en 1851, en Londres, con la celebración de la primera Exposición Universal y cuya sede fue el “Palacio de Cristal”, de Joseph Paxton.

La original propuesta de Paxton, construida en acero y vidrio, fue posible gracias a una creciente nueva industria y al desarrollo de sistemas modulares que permitieron una rápida puesta en obra y una notable ligereza en las construcciones. El proyecto estaría unos años más en funcionamiento, tras desmontarse de su posición original y trasladarse al sur de Londres, hasta que un incendió lo devorara en 1936. Su diseño sirvió de inspiración en posteriores ferias mundiales, las cuales continuaron con la idea de la gran nave expositiva en sus primeras ediciones. Con el tiempo, la gran exposición se consolidó, y estos enormes espacios se abrieron y abandonaron el confortable mundo interior.

Esta apertura otorgó un doble cambio de escala. Por un lado, las ferias y exposiciones universales se hicieron más grandes, para configurarse como una ciudad en sí misma —aunque permanecieran cerradas y separadas de la banal ciudad cotidiana—; por otro, el gran pabellón se atomizó en multitud de pequeños pabellones nacionales que competían no sólo por albergar y mostrar los grandes avances y progresos del propio Estado, sino por alzarse, desde el exterior, como un referente visual frente al resto de la ciudad, a partir de un diseño único e innovador.

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De aquellas primeras experiencias destacaría para la historia de la disciplina el trabajo de Mélnikov. Aunque la participación soviética no estuvo limitada en exclusiva al pabellón —además de éste, se construyeron varios quioscos en la Explanada de los Inválidos; se ejecutó el Club Obrero, realizado por Rodchenko y ubicado en la Galería des Bois, y se ocuparon varias salas en el Grand Palais— es el pabellón lo más recordado. En el pabellón, la forma, la organización espacial, el color, los materiales y hasta la tipografía, parecían referir un Estado nuevo y joven, ansioso por comunicar su mensaje.

Pero las aportaciones no sólo se limitan a la combinación entre arquitectura y propaganda política —que se usaba desde entonces en distintas formas y lenguajes con mayor y menor fortuna— sino que éstas se extendían a aspectos técnicos. Hecho de madera, un material industrial, fácil de encontrar y que los arquitectos rusos conocían bien, el pabellón fue realizado por Les Charpentiers de Paris —una cooperativa local de carpinteros, encargada también de realizar los planos de detalle en la construcción— que levantó el pabellón por completo en poco más de mes y medio. Pese a lo extraño del objeto propuesto por el arquitecto ruso, el uso de la madera agilizó el proceso y redujo considerablemente el costo total frente al de otros pabellones nacionales. Las piezas empleadas para el cerramiento se fabricaron en taller y se montaron en obra con ayuda de grúas sencillas, evitando la construcción de andamios u otras estructuras. La ligereza del material, además, evitó obras de cimentación, permitiendo que el pabellón sólo se apoyara sobre el pavimento de la Cours-la-Reine.

La madera facilitó el montaje, el transporte y la instalación, y le otorgó a la arquitectura una escala ambigua entre el mueble y el inmueble. Si la función del pabellón soviético era la propaganda, el proyecto era heredero de las tribunas de El Lissitzky, de los artefactos agitprop de Gustav Klucis o de los propios expositores que aparecían en su interior. Su fin era el mismo: difundir y propagar las nuevas ideas revolucionarias. El pabellón era en sí mismo un enorme expositor, pero su escala permitía al usuario acceder a su interior.

Lecturas relacionadas: Garrido, Ginés. Mélnikov en París. Fundación Caja de Arquitectos, 2011.

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Autoconstrucciones https://arquine.com/autoconstrucciones/ Tue, 19 May 2015 05:05:09 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/autoconstrucciones/ “En aquellos días, los autos escaseaban tanto como ahora las plazas de estacionamiento” —Marx, Groucho Marx.

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“En aquellos días, los autos escaseaban tanto como ahora las plazas de estacionamiento.”

Marx, Groucho Marx.

“En todos los dominios de la industria, se han planteado problemas nuevos y se han creado los instrumentos capaces de resolverlos.” Esa es la primera frase del célebre texto de Le Corbusier, Arquitectura o revolución, publicado a principios de los años 20. Entre las imágenes que acompañan al texto se incluyen tres fotografías con el pie de foto “las fábricas de «Fiat» en Turín con el autódromo sobre el techo.”

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Se trataba, evidentemente, del Lingotto, la fábrica que Fiat empezó a construir a las afueras de Turín en 1916, a la mitad de la Primera Guerra. El edificio tiene más de 150 mil metros cuadrados y fue el primer edificio en Italia construido con concreto armado aparente. Su planta tiene 508 metros de largo y veinticuatro y medio de ancho. El edificio se organiza siguiendo la lógica de la línea de producción en cinco plantas que culminan en la famosa pista de pruebas en el techo: dos rectas de 443 metros de largo unidas por dos curvas peraltadas. El edificio fue inaugurado por el rey Vittorio Emanuele III el 22 de mayo de 1923.

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Le Corbusier visitó el edificio el 22 de abril de 1934. Lo invitaron a probar el Fiat Balilla. Un par de fotografías lo muestran, una al volante y otra parado a la mitad del autódromo. Tras la visita, Le Corbusier escribirá: “la fábrica de Fiat es un avance en la planeación de ciudades en la nueva era mecanizada. La autopista en el techo, por ejemplo, ofrece la evidencia de las posibilidades técnicas modernas. No es un sueño: es realidad. Algunas ciudades como Ginebra, Argel o Río de Janeiro, podrían ser salvadas del desastre que las amenaza construyendo grandes autopistas a gran altura (como la pista de la Fiat) sobre estructuras estandarizadas, permitiendo que las ciudades ofrezcan vivienda para una gran población en condiciones óptimas. Creo en esto. Lo veo como una solución. Hoy la visita a la Fíat me lo ha confirmado.” Pocos días después de la visita de Le Corbusier, el 15 de mayo de 1934, murió en Turín Giacomo Mattè-Trucco, principal diseñador del Lingotto.

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En 1925 Konstantin Melnikov viaja a París. Había ganado el concurso para construir el Pabellón Soviético en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industrias Modernas en París. En las bases del concurso de pedía un edificio de 325 metros cuadrados, en dos niveles, con estructura de madera. El pabellón se construyó en menos de un mes por tan sólo diez obreros y fue el más admirado de la exposición. Ginés Garrido cuenta que, en París, Melnikov conoció a Robert Mallet-Stevens, a Auguste Perret y a Le Corbusier. Este último lo llevó a conocer algunas de sus obras en su convertible. Parece que Melnikov recordaba mejor el automóvil del suizo que su arquitectura. En París también recibió el “encargo” de diseñar un estacionamiento, aunque Garrido escribe que “Melnikov se adelantó con el programa, el volumen ye lugar, quizá a una sugerencia del Ayuntamiento de París, que le habría manifestado, de modo informal, cierta preocupación por el aumento de vehículos y las nuevas necesidades y problemas que planteaba. Pero la propuesta de hacer un garaje en altura estaba en la solución del problema en 1925 y para plantearlo se requería una visión del proyecto que difícilmente podría tener el Ayuntamiento. El tamaño del garaje, mil autos, una cifre enorme, tan arbitraria como válida para un proyecto sin encargo y la ausencia de una localización concreta, desvelan claramente cuáles debieron ser los acontecimientos reales: el encargo  fue una invención de Melnikov como fueron también cada uno de los dos proyectos. Fue el arquitecto quien planteó el problema y la solución. No existió tal encargo.”

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Paul Maximilian Heinrich Schneider von Esleben nació el 23 de agosto de 1915 en Düsseldorf —la ciudad en la que, en 1951, Martin Heidegger dictaría su conferencia Construir, habitar, pensar. Su padre, Franz Schneider, también era arquitecto y estaba a cargo de la conservación de monumentos de la ciudad. Empezó sus estudios de arquitectura en la Universidad Técnica de Darmstadt en 1937, pero debió interrumpirlos al ser llamado al servicio militar. En 1946 volvió, ahora en la Universidad de Stuttgart, donde se graduó en 1948. En 1949 empezó en Düsseldorf el proyecto del primer estacionamiento que se construía en Alemania después de la guerra; se terminó en 1952. El edificio, de cuatro niveles y fachadas de vidrio, tiene al frente una rampa para los automóviles que lo recorre de lado a lado, un recuerdo, tal vez, de los planos oblicuos del primer proyecto de Melnikov para un estacionamiento en París o una prefiguración de la fachada del Centro Pompidou de Piano y Rogers, también en París. Schneider-Esleben murió el 19 de mayo del 2005.

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