Resultados de búsqueda para la etiqueta [Kisho Kurokawa ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 20 Jun 2023 14:17:44 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Metabolizando cápsulas: Nakagin en San Francisco https://arquine.com/metabolizando-capsulas-nakagin-en-san-francisco/ Tue, 20 Jun 2023 14:17:44 +0000 https://arquine.com/?p=79821 Por más encomiable que sea la preservación de 23 cápsulas de la recién demolida Torre Nakagin, terminada de construir en 1972 y diseñada por Kisho Kurokawa, la inclusión de una de esas cápsulas en la colección del MOMA de San Francisco tiene algo de homenaje funerario a una ideología arquitectónica ya prácticamente desaparecida.

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Kisho Kurokawa, el arquitecto metabolista japonés que diseñó la torre Nakagin, construida en 1972 como una propuesta de vivienda radicalmente avanzada y que, tras varios años de abandono y deterioro, fue demolida en el 2022, era dueño de una de las cápsulas, la A1302. Esa cápsula fue comprada por el Museo de Arte Moderno de San Francisco, para sumarla a su colección de diseño metabolismo, que incluye trabajo de Fumihiko Maki, entre otros, así como ejemplos de arquitectura producidas en la misma época, como las de los colectivos Superstudio y Archigram. Según le dijo a The Architect’s Newspaper Jennifer Dunlop Fletcher, curadora de arquitectura y diseño del museo: “la adquisición encaja perfectamente con la colección del museo de arquitectura visionaria y provocativa de muchos de los pensadores más radicales en el campo desde 1960, cuyo trabajo invita al diálogo público sobre temas importantes en el diseño”. Esta cápsula es una de las 23 que recuperó y restauró el Proyecto de Restauración y Preservación de la Torre de Cápsulas Nakagin, establecido en 2014 gracias a la colaboración entre algunos residentes, propietarios y la oficina de Kurokawa, quien murió el 12 de octubre del 2007.

A esta “preservación” de un proyecto de vivienda —como pieza vacía e intocable en un museo— se puede sumar la “recuperación” que hizo el departamento de diseño del Museo Victoria y Alberto, en Londres, de un fragmento de la fachada del conjunto de vivienda Robin Hood Gardens, diseñado por Peter y Alison Smithson también en 1972 y cuya demolición se inició en 2017. También se puede agregar una larga lista de edificios de vivienda social característicos de cierto momento de la modernidad arquitectónica que han sido demolidos en distintos países del mundo, y que, según consignó Charles Jencks,  con la demolición del conjunto Pruitt Igoe —diseñado por Minoru Yamasaki y terminado de construir en 1954 y demolido el mismo 1972 en que se erigieron Robin Hood Gardens y la Torre Nakagin— marcó simbólicamente la muerte del Movimiento Moderno en Arquitectura. Si, además, consideramos que varios prestigiados arquitectos contemporáneos se han volcado en el diseño de elegantes y exclusivas torres de vivienda destinadas al 1% de la población, podríamos afirmar que, quizá, esta museificación de espacios que en su momento fueron propuestos como respuestas a “la cuestión de la vivienda”, resulta casi un monumento funerario a cierta ideología arquitectónica —tan utópica como socialmente comprometida, aunque a veces pecando de ingenuidad.

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Cápsulas: de la torre al museo https://arquine.com/capsulas-de-la-torre-al-museo/ Thu, 22 Jul 2021 16:54:23 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/capsulas-de-la-torre-al-museo/ Todo parece indicar que la Torre Nakagin, construida en 1972, será desmantelada —un edificio metabolista no se demuele— y las cápsulas donadas a museos de diseño e instituciones similares. El ciclo de reciclaje que Kisho Kurokawa soñó para su proyecto, termina —o no.

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La cápsula es arquitectura cyborg. Hombre, máquina y espacio construyen un nuevo cuerpo orgánico que transciende la confrontación. En tanto un ser humano equipado con un órgano interno hecho por el hombre se vuelve una especie que no es ni máquina ni humana, así la cápsula trasciende al hombre y al equipamiento. La arquitectura de ahora en adelante tomará cada vez más el papel de equipamiento. Este nuevo elaborado artefacto no es una instalación, como una herramienta, sino una parte a integrarse en el patron de vida y tiene, en sí mismo, una existencia objetiva.

Eso lo escribió Kisho Kurokawa en un artículo aparecido originalmente en la revista SD (Space Design) en marzo de 1969. El mismo Kurokawa escribió después: “En este artículo tomé una posición iconoclasta para penetrar en el orden existente, romper la arquitectura en unidades individuales y entonces buscar establecer un nuevo orden.” Una cápsula, según la define en ese texto, es “una habitación para el Homo movens.” El Homo movens es una partícula autónoma, un individuo suelto, separado del resto de la sociedad a la que sólo se conecta cuando es necesario. El Homo movens es un automóvil, y el automóvil es el prototipo de su espacio. Por eso las cápsulas que imagina Kurokawa tienen esa misma lógica: autónomas, completamente equipado o, más bien, es equipamiento móvil. La cápsula arquitectónica es un móvil estacionado, cuyo objetivo es “instituir un sistema de familia totalmente nuevo, centrado en los individuos.”

La Torre de cápsulas Nakagin —construida en 1972, el mismo año en que Charles Jenkcs decretó la muerte oficial del Movimiento Moderno en arquitectura—, no fue concebida como un bloque de apartamentos, sino como “habitaciones de una sola recámara para hombres de negocios que vivían en los suburbios”: un alojamiento para la semana. Localizada en el distrito Ginza de Tokio, la Torre Nakagin está formada por dos elementos estructurales de acero y concreto armado, uno de 11 y otro de 13 pisos de altura, alojan elevadores, escaleras y tuberías para conexiones eléctricas e hidráulico-sanitarias. De esos elementos cuelgan 140 cápsulas con cuatro variantes. Kurokawa explicó varias veces que lo importante del Metabolismo en arquitectura era entenderlo como sistemas de ciclos: “En la Torre de cápsulas Nakagin, todo el sistema de tuberías está expuesto en el corazón del edificio para que, junto con el equipo mecánico, puedan remplazarse en el ciclo corto, al reciclar sistemas, para que la estructura entera pueda vivir más tiempo.” Lo cierto es que, dentro de un sistema de consumo y desecho tan rápidos como los avances tecnológicos, a la larga resulta menos costoso, como con los automóviles, remplazar la unidad entera que parte por parte. Y como la cantidad total de cápsulas no amerita una producción en serie, la Torre Nakagin a terminado por padecer un rápido abandono.

En una nota recientemente aparecida en el sitio de la revista Surface, Ryan Waddoups escribe:

El destino de la torre parece sellado. A pesar de los esfuerzos por encontrar un comprador que financiara su restauración, los dueños del edificio han decidido desmantelar la torre para dejar lugar a un nuevo desarrollo. “El envejecimiento ha sido un tema mayor en los últimos años,” dice Tatsuyuki Maeda, propietario de 15 cápsulas. “Buscaba un desarrollador que mantuviera el edificio de pie mientras lo reparaba. Pensamos que es difícil para la asociación que lo administra tomar medidas contra su envejecimiento.”

Según Waddoups, los actuales propietarios buscan fondear colectivamente la renovación de las cápsulas para poderlas donar a museos o colocarlas en otras partes de Tokio y que sean utilizadas para estancias cortas. Como la sección de tres pisos de altura del conjunto Robin Hood Gardens, diseñado por Peter y Alison Smithson y terminado también en 1972, comprado por el museo Victoria and Albert de Londres para su resguardo y exhibición, no faltará quien piense que estos restos de obras arquitectónicas atesorados en museos son ejemplo de que, a veces, los sueños de la razón producen, si no monstruos, algo muy distinto a lo planeado por quienes pensaron su arquitectura, o que estos restos serán muestra del poder del mercado —inmobiliario en este caso— sobre la arquitectura o que Charles Jencks tenía razón y estos son sólo dos casos de una forma de entender la arquitectura y la vivienda y la ciudad que, por las fechas, nació después de muerta.

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El cubrebocas de los edificios https://arquine.com/el-cubrebocas-de-los-edificios/ Wed, 09 Jun 2021 14:39:25 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-cubrebocas-de-los-edificios/ En países con climas templados no nos hemos interesado por ese pequeño espacio que controla la temperatura al pasar del exterior al interior. Quizás porque lo pensamos como menos necesario, pero en condiciones menos radicales bien puede controlar no sólo la temperatura sino ciertos ambientes y, en estos momentos de catástrofes ambientales y sanitarias, podríamos pensarlos como el “cubrebocas” de los edificios.

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Hace muchos años compré un libro enorme dedicado a Charles Édouard Jeanneret-Gris, también llamado Le Corbusier. Pasaron varios más antes de poner tan pesado libro sobre la mesa y hojearlo con detenimiento, para buscar qué se había escrito de nuevo sobre quien ya se ha dicho tanto. Me detuve en un dibujo a mano y regla de la casa que construyó en 1922 para el pintor Amédée Ozenfant. Se conocieron en Parías y colaboraron en diferentes obras y trabajos. En la planta de la casa, observé con detalle el acceso y un pequeño espacio que denominé “cápsula”, confinado por cinco puertas. Una, la principal y de acceso, comparte un abocinamiento al exterior con la que da al jardín; otra parece la entrada propiamente a la casa —y no lo es— y una más da a un pequeño espacio para un wc. Tantas puertas en tan pequeño espacio me parecía ilógico, más aún teniendo como referencia el departamento en el que vivo en el CUPA de Pani, que en 60 metros cuadrados contaba originalmente con sólo dos puertas: la de acceso y la del baño.

Deteniéndome a pensar en espacios tanto públicos como privados en Europa, recordé este tipo de cápsulas en restaurantes, bares, hoteles, hospitales o estacionamientos. Son espacios cuya principal función pareciera ser mantener aislada y controlada la temperatura interior respecto a la exterior. En casas pequeñas también existe ese espacio, a veces como protuberancias, como si el espacio se inflara hacia el exterior.

 

En 1972, el grupo Haus-Rucker-Co presentó en la documenta 5 de Kassel una “burbuja” —Oase Nº 7— que sale de una de las ventanas del museo de arte Fridericianum. El proyecto fue nuevamente instalado en 2010 en Hamburgo, en el Museum for und Gewerbe Hamburg, para la exposición Cápsulas climáticas, “reuniendo modelos, estrategias, utopías históricas y actuales relacionadas con el clima desde el diseño, el arte, la moda, la ciencia, la arquitectura y el urbanismo. El tema no fue la reducción del cambio climático, sino el examen de la adaptación al cambio climático y la elaboración de visiones para una vida en el futuro.” De manera similar a Haus-Ruker-Co, Coop Himelblau propuso “la nube” (“die Wolke”), también para documenta 5, aunque no se construyó, planteando “formas de vida para el futuro”. Otras cápsulas son las de la torre de Nakagin, de Kisho Kurokawa, en Tokyo de 1972 y su antecedente: la casa del futuro de los Smithson, de 1956, haciendo ambos de la cápsula todo el habitar.

Las cápsulas separan el entorno o nos “protegen” de él. A esos pequeños espacios que se extienden hacia afuera o hacia adentro y nos permiten acceder, los alemanes los llaman “flur”, nosotros “vestíbulo”, aunque hay sus diferencias. Dichos espacios contienen el entrar y salir, son el lugar ideal para dejar lo que uno lleva cargando consigo, sea el abrigo, un paraguas o el sombrero —aquello que no es necesario llevarlo hasta la recamara.

Buscando ejemplos similares al estudio de Ozenfant, recordé otros tres: el proyecto de vivienda de Mart Stam en Stuttgart, dentro del Weissenhofsiedlung, que se extiende hacia el exterior por medio de una escalera-puente, dando sentido junto con las de sus vecinos, para que cada uno pueda tener su acceso; la vivienda de Ernst May en Frankfurt en el conjunto de viviendas Römerstadt y el acceso para la villa Mairea de Alvar Aalto.

En países con nuestra situación geográfica no nos hemos interesado por este pequeño espacio. Quizás porque lo pensamos como un control de temperatura que en estas latitudes resulta aparentemente menos necesario, pero en condiciones menos radicales bien puede controlar no sólo la temperatura sino ciertos ambientes y, en estos momentos de catástrofes ambientales y sanitarias, podríamos pensarlos como el “cubrebocas” de los edificios.

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