Resultados de búsqueda para la etiqueta [Kenya Hara ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 09 Oct 2023 14:15:33 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Neo prehistoria https://arquine.com/neo-prehistoria/ Fri, 17 Jun 2016 18:56:00 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/neo-prehistoria/ La exposición 'Neo prehistoria: 100 verbos', presentada dentro de la XXI Trienal de Diseño de Milan y con diseño de Andrea Branzi, fundador de Archizoom, y Kenya Hara, director artístico de Muji, “no sólo ilustra invenciones tecnológicas, de los pedernales prehistóricos a las más recientes tecnologías, sino también la eterna incertidumbre de nuestro trabajo, que sucede poco a poco, sin una consciencia clara de lo que será el futuro.”

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Empecemos con una piedra. Quizá no sea el elemento originario. Ni siquiera en los mitos que más bien ponen al principio fuerzas como el fuego o el océano, el cielo o la tierra, que se mueven y transforman. Al contrario de cambios constantes pero cíclicos —la noche que sigue al día, las estaciones, las mareas— o de otros que parecen irreversibles —la descomposición de la materia viva—, la piedra ha de haberse presentado a los ojos de los primeros hombres como algo que resiste. La piedra es. Y ser, no el cotidiano pero misterioso hecho que desvela a los filósofos sino el verbo, es el primer acto aunque tal vez aun no una acción: la piedra es aunque nadie —al menos nadie de este lado del mundo— la haya hecho: existe.

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Así inicia la exposición Neo prehistoria: 100 verbos, presentada dentro de la XXI Trienal de Diseño de Milan, que regresa bajo el título Siglo XXI, el diseño después del diseño. Al cuidado de Andrea Branzi, fundador de Archizoom en los años 60, y Kenya Hara, director artístico de Muji, la exposición, en palabras del primero, “no sólo ilustra invenciones tecnológicas, de los pedernales prehistóricos a las más recientes tecnologías, sino también la eterna incertidumbre de nuestro trabajo, que sucede poco a poco, sin una consciencia clara de lo que será el futuro.” Para Hara, la evolución de nuestros instrumentos es la evolución de nuestros deseos, así como la extensión de nuestras capacidades resulta de la extensión de esos mismos deseos.

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Entre el primer verbo, existir —que definen como creer que las cosas son, que el universo es, que la gente es— y el segundo, agarrar sostener algo con los cinco dedos. La mano encuentra la piedra, la piedra encuentra la mano— pasa, tal vez, todo lo que nos hace humanos. La piedra que es se convierte, mediante modificaciones tan simples como complejos sus efectos, en hacha. Los primeros verbos están acompañados por piedras cada vez más trabajadas. El décimo es un dolmen, temer, y le sigue también una piedra, adorar, pero que representa una figura humana: otro salto incalculable. El decimocuarto verbo es cocer y el objeto que lo acompaña ya no es de piedra: es una vasija de terracota. Aparece el uso del fuego y se cocina no sólo la comida, también la tierra. Continúan, sin mencionar todos los verbos que siguen, con cultivar, almacenar y compartir, navegar y medir, contar y comprender, moverse, trabajar y contaminar. El verbo número 62 es aniquilar y el objeto que lo acompaña una máscara anti-gas. El 65 es desesperación, que va a la par con Little Boy, la bomba atómica que se lanzó sobre Hiroshima. Número 66: rendirse. 68: fascinar y un frasco de Chanel Nº 5. El 76, miles de años después que la piedra manipulada, consolidar: combinar muchas cosas en una; consolidar muchas cosas complicadas en una simple. El objeto que sugiere el verbo consolidar quizás ya no sea eso, un simple objeto más: la Macintosh producida hace poquísimo tiempo, en 1984 —ayer, en comparación no ya a la piedra sino a la Enciclopedia de Diderot, publicada en 1770 y que aparece con el número 50, justo a la mitad de la lista, con el verbo aprender. Es probable, sin embargo, que entre la enciclopedia de Diderot y la computadora de Jobs haya menos distancia, menos diferencias que entre la piedra tal cual existe y la primera que fue transformada para poderse manipular mejor. El lugar 83, comunicar, es para el Nokia 3210 y el 96, depender, para el iPhone 3GS. Entre ambos teléfonos se abre también una gran distancia, tanta que llamarle teléfono al segundo es impreciso. Sin embargo, tal vez el cambio de uno a otro no haya exigido menos sofisticación que el de la piedra al hacha.

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La exposición de Branzi y Hara no quiere constituirse en una antropología ni propone un sistema de los objetos. Es, más bien, una especie de poema concreto hecha mediante una lista de verbos —como aquella de Richard Serra— que juegan con una serie de objetos que ilustran, según dice el catálogo de la muestra, la capacidad humana para evolucionar no sólo mediante la inteligencia sino también mediante la estupidez. Aunque aclaremos que se trata de la estupidez de los fines y no, tal vez, de los medios: tanta inteligencia se invirtió en la espada como en el arado, en la ametralladora como en la bicicleta. Será que, como anotó Walter Benjamin, no hay documento de civilización que no sea, al mismo tiempo, un documento de barbarie y viceversa.

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Blanco https://arquine.com/blanco/ Sat, 06 Dec 2014 15:51:19 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/blanco/ Cuando en los años veinte del siglo pasado Le Corbusier publicó su Ley de Ripolin —una marca de pinturas— escribió: “piensen en los efectos de esta ley: cada ciudadano deberá remplazar su tapices y sus damascos con una capa de pintura blanca: limpiemos la casa.” Más adelante agrega: “si la casa es toda blanca, el dibujo de las cosas se separa sin transgresión posible, el volumen de las cosas aparece con claridad […]. El blanco de cal es absoluto, es extremadamente moral. […] Admítase un decreto que prescriba que todas las habitaciones de París se encalen. Digo que sería una obra policiaca de gran envergadura y una demostración de una altísima moral, signo de un gran pueblo.”

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la cara en blanco del olvido
el resplandor de lo vacío
Octavio Paz

Abrir documento: en blanco. Así empiezo este texto: un documento en blanco, según el procesador de textos (así se llamaban, antes, estos programas para escribir en el ordenador). Pero nunca hay nada en blanco o absolutamente en blanco. Ni las catedrales fueron, como quería el título de Le Corbusier, nunca blancas. Al contrario: polícromas al punto de parecernos hoy ridículas. Y al perder el color se vuelven grises, neutras o borrosas; nunca blancas: puras.

“La página en blanco: no existe página en blanco —explicaba Gilles Deleuze. ¿Qué diferencia existe entre mi pobre cabeza, mi cerebro agitado y la página? Ninguna. Ya existen un montón de cosas: diría más, hay demasiadas cosas sobre la página. De modo que escribir es fundamentalmente borrar, será fundamentalmente suprimir.”

En 1876 Lewis Carroll publicó The Hunting of the Snark, con ilustraciones de Henry Holiday. Una de ellas es una Carta del Océano, un mapa vacío pero perfecto: describe todo lo que en ese punto del océano se encuentra: nada. La tripulación la agradece como a perfect and absolute blank.

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En 1918 Kazimir Malevich pintó su cuadro Composición suprematista : blanco sobre blanco y a principios de 1950 Robert Rauschenberg hizo una serie de cuadros en blanco. Aunque no era algo nuevo los cuadros vacío causaron cierto escándalo en el mundo del arte niuyorquino. En el 53, Rauschenberg le pidió a Willem de Kooning un dibujo para, pacientemente, borrarlo en un intento, en cierto modo condenado al fracaso, de devolverle al papel su blancura original —imposible no sólo física sino metafísicamente pues el lienzo, como el papel, dice Deleuze, tampoco nunca está en blanco. O tal vez la tarea de Rauschenberg era demostrar eso: que el blanco nunca está al principio sino al final. No se encuentra: se alcanza.

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¿Es blanco el azul Klein? ¿Son blancos los cuadros negros de Soulages o los retablos dorados de Goeritz? ¿Rothko falló en darle al blanco con cualquier color?

El nuevo libro de Kenya Hara, diseñador y director artístico de Muji, se llama, justamente, Blanco. “No hay algo así como lo «blanco.» Más bien lo «blanco» existe sólo en nuestra percepción. Por tanto no debemos intentar buscar lo «blanco.» Unos renglones más abajo, Hara cita el clásico libro de Tanizaki El elogio de la sombra. En su libro Tanizaki no sólo habla de la diferencia entre la obsesión por la blancura y la luminosidad de origen puritano e ideología higiénica en Occidente, frente al gusto por la pátina del tiempo y la sombra en Japón; también habla de una distinta manera de entender lo blanco: “dicen que el papel es un invento de los chinos, sin embargo —escribe—, lo único que nos inspira el papel en Occidente es la impresión de estar ante un material estrictamente utilitario, mientras que sólo hay que ver la textura de un papel de China o de Japón para sentir un calorcito que nos reconforta el corazón.” Kenya Hara, diseñador gráfico de profesión, dice que “la blancura del papel está lejos de ser ordinaria. De hecho, agrega, la invención del papel blanco puede verse como algo que ilumina el camino de la historia humana.”

Hara dice que empezó escribiendo un libro sobre lo vacío —kuhaku : 空白 y terminó escribiendo uno sobre lo blanco —shiro : para volver al vacío. Explica que es el vacío lo que realmente se ve en la pintura de Hasegawa Tohaku (1539-16109), Pinos, y lo que se enmarca en el altar shintoista —también llamado shiro.

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¿Qué tan distinto es ese blanco del que obsesionó a los maestros de la arquitectura moderna? Cuando en los años veinte del siglo pasado Le Corbusier publicó su Ley de Ripolin una marca de pinturas— escribió: “piensen en los efectos de esta ley: cada ciudadano deberá remplazar su tapices y sus damascos con una capa de pintura blanca: limpiemos la casa.” Más adelante agrega: “si la casa es toda blanca, el dibujo de las cosas se separa sin transgresión posible, el volumen de las cosas aparece con claridad […]. El blanco de cal es absoluto, es extremadamente moral. […] Admítase un decreto que prescriba que todas las habitaciones de París se encalen. Digo que sería una obra policiaca de gran envergadura y una demostración de una altísima moral, signo de un gran pueblo.” Le Corbusier —que unos años después, en 1931, diseña su Clavier de Couleurs para la compañía suiza de papel tapiz Salubra— afirma que el blanco “suprime el equívoco” y “permite la concentración de la intención en su propio objeto” dejándonos reconocer “el objeto verdadero”: los volúmenes puros que se revelan como un juego sabio y magnífico bajo una luz evidentemente blanca. El blanco nos salva.

P.S. Por supuesto, hay cosas y casas que ni pintadas del blanco más brillante pueden limpiar su oscura historia.

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