Resultados de búsqueda para la etiqueta [Juegos Olímpicos ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 30 Jul 2024 19:37:19 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Juegos Olímpicos de París 2024: buenas intenciones, infraestructura mínima y promesas medioambientales https://arquine.com/juegos-olimpicos-de-paris-2024-buenas-intenciones-infraestructura-minima-y-promesas-medioambientales/ Fri, 26 Jul 2024 16:23:39 +0000 https://arquine.com/?p=92030 Hace un siglo que los Juegos Olímpicos no se celebraban en París, ciudad que será por tercera vez la sede de una Olimpiada, la trigésimo tercera, del 26 de julio al 11 de agosto de 2024, entre promesas verdes, sociales e infraestructurales.

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Hace un siglo que los Juegos Olímpicos no se celebraban en París, ciudad que (tras protagonizar la justa en 1900 y 1924) será por tercera vez la sede de una Olimpiada, la trigésimo tercera, del 26 de julio al 11 de agosto de 2024. Este evento ocurre en un contexto de crisis internacional y local para Francia, bajo un clima político tenso, con una izquierda aliviada y una derecha que se percibe a sí misma como mal representada después de las elecciones legislativas. Además de París, Marsella será la otra sede principal de los Juegos, como reflejo de una conexión creciente con la capital, ya que en últimas fechas numerosos parisinos se han trasladado a la ciudad portuaria que, pese a su carácter rebelde, se gentrifica cada día más. El encargado de crear el diseño de la antorcha olímpica, Mathieu Lehanneur, se inspiró en la igualdad, el agua y la paz; tres elementos en pleno contraste con la desconfianza y pesimismo generalizados hacia los Juegos Olímpicos. No obstante, la llama encendida por JuL, el rapero marsellés más escuchado del Hexágono, ha insuflado un renovado entusiasmo en torno a la competencia que espera atraer, por lo menos, a 2.3 y 3.1 millones de visitantes. Es en este contexto que los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024, organizados en medio de uno de los veranos más cálidos jamás registrados, tendrán el desafío de ofrecer una oportunidad para celebrar el deporte, el arte y la diversidad.

 

Una nueva manera de proyectar

Si algo distingue a estos Juegos es su costo (8.7 mil millones de dólares), el más bajo de las últimas cinco ediciones desde Beijing 2008 (8.3 mmd), Londres 2012 (16.8 mmd), Río de Janeiro 2016 (23.6 mmd) y Tokio 2020 (13.7 mmd). No obstante, algunos especialistas señalan que el presupuesto inicial para París 2024, de 3.9 mmd, aumentó a más del doble, lo cual ya es una tendencia generalizada que, cada vez, hace menos atractiva la perspectiva de alojar unos Juegos Olímpicos para otras ciudades. En esta ocasión, el Comité Olímpico Internacional (COI) ha resaltado su ambición de hacer de estos Juegos los más responsables, desde el punto de vista ecológico y económico, para lavar la cara de este evento, cada vez peor visto por su impacto presupuestario e infraestructural en las ciudades por las que ha pasado en el curso de este siglo. A nivel de infraestructuras de transporte, una de las primeras contradicciones ha sido el aumento del costo del boleto de metro, que subió su precio a 4 euros para la ocasión con respecto a la tarifa habitual de 2.15 euros. Con esta condicionante, quizá los parisinos prefieran cruzar a nado el Sena, de una orilla a otra, siguiendo el ejemplo de la alcaldesa Anne Hidalgo, quien cumplió su promesa y se bañó en ese río después de haber invertido mucho dinero en el tratamiento del agua. El cuerpo de agua, por su parte, servirá de escenario para el desfile de la ceremonia de apertura de los Juegos.

La vertiente sostenible ha sido la causa de la reducción significativa de nuevas construcciones, en beneficio de un enfoque en la renovación de infraestructuras deportivas existentes y la mejora del transporte público. La ciudad apostó así por la movilidad suave, como el uso de la bicicleta y las instalaciones temporales —realizadas principalmente en madera— en lugares emblemáticos como el Campo de Marte (que servirá como sede para el voleibol de playa), la Plaza de la Concordia (adecuada para los deportes urbanos) y los muelles del Sena (que alojarán las competencias de natación). Este enfoque recuperacionista busca reducir la huella de carbono y maximizar el uso de las infraestructuras ya construidas. Sin embargo, algunos de los proyectos de obra nueva que se utilizarán durante los juegos marcarán el futuro de la metrópolis.

Un proyecto típico en todos los Juegos Olímpicos es, por supuesto, la construcción de una Villa Olímpica para la ocasión. Si en Barcelona 1992 los juegos posibilitaron la conexión de la ciudad con la costa, y las infraestructuras construidas en ese entonces dejaron un legado constructivo que hoy se integra con el tejido urbano de los pescadores de la Barceloneta; en París el objetivo era crear un ecobarrio conectado al Sena. Construida en un tiempo récord, la Villa Olímpica París 2024, situada entre Saint-Ouen y Saint-Denis —el departamento más pobre de Francia—, es un conjunto de antiguas naves industriales que se inauguró en febrero de este año y ahora acoge a los numerosos atletas presentes para la ocasión. El proyecto, que cubre unas 50 hectáreas de terreno construido, presume de una huella de carbono reducida y se enorgullece de ofrecer viviendas y espacios urbanos cómodos, en consonancia con las previsiones contra el cambio climático y las metas para 2050, que incluyen medidas como multiplicar los oasis urbanos o apostar por la orientación norte. Diseñada por una treintena de arquitectos, entre ellos Dominique Perrault y el estudio franco-brasileño Triptyque —que destaca con un proyecto de viviendas pensado para el cambio de uso, una vez terminados los Juegos—, la Villa Olímpica procura respetar el medioambiente y tendrá entre sus compromisos la asequibilidad del alquiler. Se espera que este sea un ejemplo a seguir y que, aparte de las buenas intenciones ecológicas, la Villa Olímpica no sea un proyecto más de promotores que acentué los problemas de gentrificación y las desigualdades en el acceso a la vivienda. Mientras tanto, las instalaciones de alojamiento esperan a casi 10,500 atletas, pertenecientes a 206 delegaciones nacionales, así como a los deportistas de los equipos de atletas neutrales individuales y el equipo olímpico de refugiados.

Otra de las obras más importantes de estos Juegos se construyó frente al simbólico Stade de France: el Centre Aquatique Olympique (CAO), cuyo diseño estuvo a cargo de los despachos VenhoevenCS y Ateliers 2/3/4. Se trata de una escultura de madera que redibuja el paisaje urbano del barrio de Saint-Denis, considerado como la Métropole du Grand Paris y que, una vez más, tiene la intención de producir una profunda mutación en este barrio. El CAO es un equipamiento deportivo (que por sí solo hizo subir de manera considerable los costos del evento ya que, en su licitación inicial, el costo estimado era de 70 millones de euros y acabó costando unos 175 millones) y es una de las únicas construcciones importantes realizadas para los Juegos y busca tener un impacto duradero y dinamizar la zona. Concebida como una obra con bajas emisiones de carbono, este centro acuático se construyó con materiales de origen biológico y reciclados. Su estructura de madera, además de ofrecer a los habitantes de Saint-Denis el acceso a un espacio artístico y deportivo, conforma un proyecto pensado como un “ecosistema unitario”.

Más cerca del centro de la capital, vale la pena mencionar el proyecto Adidas Arena, el único polideportivo construido (aunque sólo en parte) para los Juegos, fruto de la unión de SCAU y la oficina de arquitectura NP2F que fue, en particular, el comisario científico de la exposición Sports, portrait d’une métropole para el Pavillon de l’Arsenal en 2014. NP2F ha investigado la relación con la ciudad por medio del deporte en numerosos proyectos desde la creación del estudio, fundado en 2009 por François Chas, Nicolas Guérin, Fabrice Long et Paul Maitre Devallon, cuatro arquitectos marselleses. El Adidas Arena refleja bien la apuesta de NP2F por las formas geométricas y la imposibilidad de tratar el urbanismo y la arquitectura por separado. Situado en Porte de la Chapelle, otro barrio parisino, este estadio se concibió como el centro neurálgico para los Juegos. La apuesta de “construir el mínimo para un efecto máximo” parece haber sido ganada por los arquitectos que apostaron por emplear la menor cantidad posible de materiales, el control de los recursos hídricos, la utilización de cemento bajo en carbono y otros materiales relacionados con la economía circular.

Para acabar, el Grand Palais, uno de los monumentos favoritos de los parisinos, por los eventos y las dinámicas culturales que impulsa, abrirá sus puertas este verano 2024 para las competencias de esgrima. Construido para la Exposición Universal de París en 1900, sigue siendo un verdadero emblema de la modernidad, tanto arquitectónica como cultural, y de las técnicas de construcción de la época: posee una nave coronada por una impresionante vidriera que requirió más de 6 mil toneladas de acero. El Grand Palais, al que nunca se le había concedido una restauración global, sacó provecho de los Juegos Olímpicos 2024 y la intervención firmada por el diseñador Samy Rio y el Atelier Sensu, oficina conocida por su hibridación, sus procesos innovadores frente al cambio climático y su experimentación con los materiales.

Marsella

Marsella, por su parte, concentrará las externalidades positivas ya que se va a beneficiar de la herencia de los Juegos Olímpicos sin sufrir tantas molestias. En efecto, el evento ha hecho que muchas obras de la ciudad focea se aceleren. Marsella no esperó a los Juegos para iniciar grandes obras de renovación urbana, ya que el vasto proyecto Euroméditerranée se puso en marcha en 1995 y tiene como objetivo redinamizar el tejido urbano de la zona portuaria e industrial, de manera que pueda conectar los barrios del norte con el resto de la metrópoli costera. Se han realizado varios desarrollos urbanos para la ocasión, en particular en los alrededores del paseo marítimo: la Corniche Kennedy, el camino costero que corre desde la playa de los Catalanes hasta el Prado. La ciudad focea aprovechó, además, la oportunidad para reorganizar el tráfico de vehículos, conocido como uno de los más caóticos del Hexágono, mediante la optimización de las vías de transporte público, pero también la movilidad suave, ya que las vías peatonales y las ciclovías han sido rehabilitadas para la ocasión.

En términos de equipamiento, la Marina Olympique mezcla una nueva construcción con la renovación del estadio náutico del Roucas Blanc y constituye el punto de partida de los barcos para las pruebas de vela. El final de la obra del proyecto Tangram, en Pointe-Rouge, pensado como un “centro de excelencia de formación e innovación dedicado al mar y a la tierra”, coincide con el inicio de los Juegos, así como las obras de los proyectos urbanos en la plaza de la Castellane, que se vieron aceleradas gracias a la dinámica alrededor de los Juegos Olímpicos. Por último, el estadio Velódromo, verdadero símbolo de la ciudad, está listo para acoger algunos partidos de futbol.

Seguridad

En el contexto de amenazas terroristas persistentes, la seguridad es uno de los grandes desafíos del evento y constituye una excusa para añadir a la ciudad un carácter tecnológico, ya que se han implementado sistemas de reconocimiento facial y vigilancia por medio de drones. La prioridad es, por supuesto, garantizar la seguridad de los participantes y espectadores, minimizando las perturbaciones.

Este parámetro de seguridad ha afectado la comprensión espacial por parte de los artistas que animarán los espectáculos oficiales, ya que los ensayos para las ceremonias de inauguración y clausura se han realizado en grandes almacenes fuera del centro de la ciudad, cuya ubicación permanecerá en secreto hasta el día de la inauguración. De esa manera, los artistas tendrán que adaptarse en tiempo real a la escenografía mientras se presentan delante de los miles de espectadores y, de esta manera, deberán demostrar una gran capacidad de improvisación.

Conclusión

El escepticismo inicial frente a los Juegos Olímpicos se explica, en parte, por el hecho de que los franceses consideran que el país no necesita en absoluto este evento. Cabe destacar que la capital francesa ya es un lugar hostil en cuanto al acceso a la vivienda. Como de costumbre, los más adinerados aprovecharán este evento para alquilar sus domicilios en París a precios exorbitantes mientras se refugian en sus residencias secundarias. Por otro lado, los estudiantes alojados en residencias sociales universitarias han tenido que organizarse y sumar al estrés de los exámenes el hecho de tener que ceder sus viviendas a los turistas y atletas de paso por la capital. Los habitantes de la periferia, cuyas zonas han vivido las transformaciones urbanas más importantes, han tenido que soportar durante meses las molestias relacionadas con las obras y deberán enfrentarse a la posible subida de los precios del alquiler de vivienda. La promesa inicial de los Juegos Olímpicos de París 2024 era ser los más verdes, respetuosos con el medio ambiente y comprometidos con el clima. En este mes de julio y en los que están por venir, podremos decir si las buenas intenciones además de sinceras serán efectivas o si, como muchos otros Juegos Olímpicos, se trata nada más de una suspensión del tiempo que pone el foco de atención sobre el país anfitrión y sus dirigentes.

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¿Demasiado lejos? La Olimpliada y el urbanismo https://arquine.com/demasiado-lejos-la-olimpliada-y-el-urbanismo/ Thu, 04 Aug 2016 15:11:31 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/demasiado-lejos-la-olimpliada-y-el-urbanismo/ Mañana arranca una nueva edición de los Juegos Olímpicos que tiene por sede la ciudad brasileña de Río de Janeiro, que se enfrenta al reto común que supone este tipo de acontecimientos mediáticos a nivel urbano: grandes y polémicas transformaciones territoriales, infraestructura de costo excesivo o protestas ciudadanas que marcan una pregunta: ¿A quién beneficia una celebración deportiva de este tipo?

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No es nuevo decir que toda gran celebración deportiva ha sido usada para ordenar la ciudad y cambiar su imagen. México se mostró moderno en 1968, con grandes edificios e infraestructuras; Barcelona se transformó de una ciudad industrial a una ciudad-marca después de 1992. Ahora, Brasil en general y Rio de Janeiro en particular, se enfrentaron a los retos de la organización de dos grandes eventos: los próximos Juegos Olímpicos, que iniciará en apenas unas semanas, y el reciente Mundial de la FIFA en 2014.

No entraremos aquí en los vaivenes políticos sufridos por el país sudamericano en los últimos meses –que incluyen la suspensión de las funciones de Dilma Roussef como Jefa de Estado. Una tensión que ha tenido incidencia en las formas de protesta y ocupación urbana en los últimos años en el país. Se puede debatir también la forma y modelo de producción urbana y de gestión de lo público en relación a estos eventos multitudinarios. Si hace un par de años el Mundial ya causó polémicas ante los gastos desorbitados en estadios que apenas tendrían uso claro una vez pasada la competición, ahora las críticas prosiguen sobre qué tipo de intereses particulares han sido priorizados ante la llegada de los Juegos Olímpicos: empresas extranjeras que consiguen excepciones a la ley y otras arbitrariedades. Otros han cuestionado cómo ante la excusa de la nueva fiesta del deporte, en la que el país va a ver proyectada su imagen a todo el mundo, se están potenciando, aún más, las diferencias sociales entre la población. El aumento de tales diferencias se intensifica con la ejecución de proyectos urbanos y arquitectónicos que buscan reorganizar los flujos de la ciudad. Así, algunos de los residentes de favelas situadas en terrenos ocupados han recibido numerosas ofertas de nuevas viviendas sociales por parte del gobierno.

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Habría que destacar la voluntad de un proyecto de ese tipo. Pero al tratarse de zonas privilegiadas a los ojos de los inversores privados, no cuesta mucho darse cuenta que estos nuevos desarrollos buscan reaticular el espacio urbano, negando muchas infraestructuras básicas como el transporte o los servicios sociales a esos ciudadanos. Situadas en la periferia y mal conectadas, las nuevas viviendas suponen un problema enorme para personas que, de mudarse a allá, necesitarían invertir mucho tiempo y dinero para desplazarse. Son así proyectos que exponen las ideas que argumenta Saskia Sassen en su libro Expulsiones, brutalidad y complejidad en la economía global:

“En nuestra economía global enfrentamos un problema formidable: el surgimiento de nuevas lógicas de expulsión. Las últimas dos décadas han presenciado un fuerte crecimiento del número de personas, empresas y lugares expulsados de los órdenes sociales y económicos centrales de nuestro tiempo. (…) El concepto de expulsiones nos lleva más allá de la idea más familiar de desigualdad creciente como forma de aludir a las patologías del capitalismo global de hoy. Estas expulsiones que no son espontáneas, sino producidas con instrumentos que incluyen desde políticas elementales hasta instituciones, técnicas y complejos sistemas que requieren mucho conocimiento especializado y formatos institucionales intrincados.”

Es decir, se trata de expulsiones siempre intencionadas en las que la planificación urbana no sirve tanto al bien común como al de unos pocos. Al redistribuir a la población bajo estas condiciones, sus posibilidades de ascenso social son escasas, pues se trata de zonas donde la cultura –digamos aquella que es potenciada y financiada por el Estado– no llega al carecer de una básica infraestructura. Así, sus habitantes están condenados prácticamente a la imposibilidad de un crecimiento personal. Un ejercicio contrario es sencillo de imaginar y sirve de carácter ilustrativo: Medellín era la ciudad más conflictiva de America Latina hasta que decidió construir bibliotecas y redes de transporte para integrar aquellos entornos sociales que entonces estaban excluidos. La arquitectura aquí solo es la cara de una visión global de un proyecto urbano y social.

¿A qué se debe está distancia entre las oportunidades que los políticos y empresarios aseguran de un proyecto urbano y su herramienta como forma de exclusión? Si la arquitectura es siempre la formalización de determinados ideales políticos sobre el territorio, afectando a la forma en la que se usa y se habita, hay que pensar en que nada de esto es al azar sino que obedece a fuerzas e intereses económicos y que responde por tanto a la visión de la reducida minoría que ostenta el poder. Así se entienden las protestas de los vecinos ante el derrumbe de sus viviendas o la agresividad de un cuerpo policial cada vez más militarizado.

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Río es una de las 10 ciudades del mundo con mayor tráfico aéreo en helicóptero (la primera es la vecina Sao Paulo). Este tipo de transporte es usado por aquellos pocos que pueden pagarlo, que no necesitan usar las calles —sea por desinterés o para mayor seguridad. Personas pertenecientes a esas élites económicas que son las que también están viendo los mayores beneficios que supone la planificación urbana resultado de los Juegos. Personas que sobrevuelan en la distancia los problemas de la ciudad que no necesitan ni usar sus calles ni sus plazas.

Quizás sea arriesgado —y algo cínico— hablar por otros y decir que el mayor problema resida ahí: en quien decide la ciudad y para quién se proyecta. Nunca se podrá contentar a todos, pero se empieza a hacer evidente que el futuro de la ciudad debiera enfocarse más en el esfuerzo por conseguir un ejercicio integral, complejo, capaz de vincular y no separar.

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La Ruta y la Olimpiada https://arquine.com/la-ruta-y-la-olimpiada/ Mon, 06 May 2013 15:17:59 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-ruta-y-la-olimpiada/ La Ruta de la Amistad fue quizás el evento más importante de la Olimpiada Cultural que acompañó a los XIX Juegos Olímpicos de 1968. A nivel urbano presentó al mundo un modelo de ornamentación de ornamentación sin precedentes: escultura monumental y abstracta para decorar avenidas y carreteras.

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La Ruta de la Amistad fue quizás el evento más importante de la Olimpiada Cultural que acompañó a los XIX Juegos Olímpicos de 1968. A nivel urbano presentó al mundo un modelo de ornamentación de ornamentación sin precedentes: escultura monumental y abstracta para decorar avenidas y carreteras. El proyecto contó originalmente con la participación de 18 artistas de 15 países. Con este evento, la competencia y la rivalidad debían dar paso a la convivencia artística demostrando, con representantes de los cinco continentes, cómo las potencias más desarrolladas del globo y del tercer mundo –Occidente y el bloque comunista– podían trabajar en armonía con fines constructivos. Con su representatividad internacional, La Ruta de la Amistad confirmaba el lema de la Olimpiada: “Todo es posible en la paz.”

Un escenario “neutral”

La elección de la ciudad de México como sede de los XIX Juegos Olímpicos fue una noticia que tomó por sorpresa a más de uno. Muchos se mostraron escépticos, dentro y fuera del país; se consideraba que no se contaba con los recursos ni con la experiencia para llevar a buen término la organización de una Olimpiada. La decisión tomada por el Comité Olímpico Internacional, en su reunión de 1963 en Baden-Baden, pudo estar influida por el contexto político de la Guerra Fría.

A diferencia de otras ciudades candidatas –Lyon, Detroit–, México parecía representar una localidad “neutral”, un escenario poco problemático, al no contar con afiliaciones explícitas a un bloque (1). El Comité Organizador no tardó en capitalizar esta imagen del país: pronto la justa deportiva se volvería un evento promocionado bajo eslogans de amistad y paz. Esto, sin embargo, no redujo la ansiedad de quienes cuestionaban la capacidad operativa de México. La reserva se agudizó con el modelo presentado por Japón en 1964, donde hubo una inversión muy superior a lo que el país podía aspirar.

El Comité Organizador, presidido desde 1966 por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, en sustitución del ex presidente Adolfo López Mateos, decidió crear en paralelo una Olimpiada Cultural para hacer el evento una plataforma sin precedentes. La iniciativa contaría con 20 eventos en correspondencia con las 20 pruebas deportivas. La Ruta de la Amistad es uno de ellos, quizás el más significativo en términos de dimensión y carácter permanente. Para la organización de este proyecto, Ramírez Vázquez enlistó el talento de Mathias Goeritz.

Del ideal a la realidad

Pareciera que desde su experiencia con las Torres de Satélite (1957-1958), realizadas en colaboración con Luis Barragán, Goeritz estaba interesado en la concepción de proyectos de esculturas para la carretera, piezas que serían apreciadas por la mirada en movimiento. Según su relato, desde 1966 trabajaba en un proyecto para crear dos carreteras que cruzarían el país, de norte a sur y del Pacífico al Golfo, con esculturas monumentales de hasta 300 metros de altura. Para Goeritz esta iniciativa contrarrestaría la monotonía de la carretera y los suburbios, otorgándoles identidad.

El proyecto, además, estaba pensado como una propuesta ornamental que suprimiera la esfera comercial, emblemáticamente representada en el anuncio espectacular y en su concomitante desorden visual. Goeritz también contemplaba una promesa de desarrollo y creación de comunidad. Las esculturas servirían como punto de referencia para agrupar a su alrededor una serie de establecimientos comerciales orientados a la industria de servicio. Asimismo, las esculturas podrían operar, a la manera de un menhir moderno, como acicate para el desarrollo de una comunidad con su propia industria local (2).

La magnitud del esquema formulado por Goeritz, sintetizado en un sistema carretero de dimensiones colosales, fue reducida de acuerdo con los recursos existentes para la organización de los juegos. Aunque en muchas ocasiones de ha proclamado que la Olimpiada Cultural recibió el apoyo y el interés de las naciones del mundo, el caso de La Ruta de la Amistad apunta a lo contrario. La construcción de las esculturas fue posible ya que las cámaras nacionales de las industrias del acero y del cemento las financiaron; en este sentido, el apoyo de los gobiernos de los países participantes fue casi inexistente. Además, la selección de los artistas fue decidida por Ramírez Vázquez y Goeritz, con excepción de los mexicanos, elegidos por un jurado institucional.

El arquitecto y el escultor se preocuparon en buscar entre sus amigos a un grupo de artistas que funcionara, en términos de representación, como un abanico del planeta. En el conjunto debía haber artistas de los cinco continentes y cumplir cuotas relativas a genéricas cuestiones de religión y de raza. Como es evidente al apreciar algunas piezas, estos criterios estuvieron por encima de los juicios estéticos.

Esculturas en movimiento

Finalmente, los artistas seleccionados fueron Willi Gutmann (Suiza), Milos Chlupac (Checoslovaquia), Kioshi Takahashi (Japón), Pierre Székely (Hungría), Gonzalo Fonseca (Uruguay), Constantino Nivola (Italia), Jacques Moeschal (Bélgica), Todd Williams (Estados Unidos), Grzegorz Kowalski (Polonia), Clement Meadmore (Australia), Herbert Bayer (Austria), Joop Beljon (Holanda), Itzhak Danziger (Israel), Olivier Seguin (Francia) y Mohamed Melehi (Marruecos).

Junto con estos 15 artistas internacionales y tres mexicanos (Ángel Gurría, Helen Escobedo y Jorge Dubón), fueron invitados tres artistas de honor: Alexander Calder, Germán Cueto y el mismo Goeritz, que ocupó el lugar de Henry Moore. La escultura que representa a España, realizada por Josep Maria Subirachs, e inquietantemente titulada La cruz de España, constituye un caso anómalo, ya que se construyó tras finalizar la Olimpiada. Una irregularidad sintomática del proceso de constitución e la Ruta de la Amistad.

Con excepción de los tres invitados de honor, los escultores participantes debían realizar piezas en concreto, de carácter monumental y abstracto. En términos de representación, por ejemplo, la poca especificación alrededor de la “abstracción” es responsable de la falta de unidad entre las piezas que forman el conjunto: existen desde ejercicios formales de repetición rítmica (Bayer) hasta esculturas con reminiscencias surrealistas (Székely). Al parecer, dentro de las especificaciones para la realización de las piezas, los organizadores olvidaran enfatizar que el proyecto estaba concebido para ser apreciado en movimiento desde la avenida.

La mayor debilidad de la Ruta de la Amistad como conjunto es la forma en que varias de las esculturas olvidan la presencia de un espectador móvil. Obras como las de Beljon, Gutmann o Székely ofrecen soluciones que parecen responder a las condiciones de otro tipo de situación. Aunque existen piezas que abordan la cuestión del espectador móvil de manera ejemplar, como la del palco Kowalski, para Goeritz la escultura que ofreció la mejor solución de acuerdo a la naturaleza del proyecto fue elaborada por Bayer. El muro articulado.

Los artistas participantes en la Ruta de la Amistad no se involucraron en la selección del sitio donde se ubicaron sus piezas; por lo mismo, sus diseños no responden explícitamente al contexto. Durante la construcción se dieron casos en los que las dimensiones de las piezas y los colores seleccionados fueron alterados sin el consentimiento de los artistas. Más allá de estos mínimos percances, La Ruta de la Amistad, como el resto de la organización de los juegos Olímpicos, fue éxito rotundo a nivel internacional.

Estética cosmopolita y espectáculo olímpico

El diseño integral de la XIX Olimpiada, del cual este conjunto escultórico forma parte, logró transmitir la imagen de un nuevo México, a través de un sistema de apariencias que apuntaba a una modernidad cosmopolita y de avanzada, a tono con las grandes capitales en Occidente. Al respecto, resultan emblemáticos el empleo de la escultura abstracta y cinética, los colores que remiten al arte pop y las soluciones gráficas cercanas al op art. También lo son el abierto rechazo a la representación realista y a la clave nacionalista que definió gran parte de la producción artística en México después de la Revolución. Algunos vieron este viraje como un signo de la entrada del país al “primer equipo” internacional. Los juegos sirvieron como “oportunidad para probar que el México caracterizado por los grandes sombreros y el nacionalismo recalcitrante ya no existía; en su lugar, se presentaba ante la comunidad internacional como un país moderno”.

Además de sintetizar una nueva imagen del país, próxima a convertirse en centro metropolitano, la solución de diseño integral de la Olimpiada transformó la ciudad ocultando las grietas sociales existentes en la superficie. La totalidad del paisaje construido adquirió un nuevo colorido, la decoración conquistó a la ciudad, globos de grandes dimensiones se encontraban suspendidos en el cielo. El efecto de este espectáculo sobre el sentido crítico se aprecia en un artículo de David Shirley, editor de arte de la revista Newsweek en 1968, donde describe las “zonas marginales” de la Ciudad de México como un “ideal de empobrecimiento una vez que sus habitantes adoptaron la moda del color, transformando sus viviendas en caleidoscopios de colores deslumbrantes”3.

El ocultamiento que orquestaron las Olimpiadas fue, sin embargo, mucho más amplio. Al proyectarse como un evento que abanderaba las causas de la paz y la amistad entre las naciones, los Juegos Olímpicos cubrían con su espectáculo la turbulenta realidad histórica del 68, tanto dentro del país como en varios puntos del globo. Con su representación de una fraternidad planetaria, La Ruta de la Amistad participó en este engranaje.

Los Juegos Olímpicos de México 68 fueron también ámbito de protesta contra su orden espectacular, festivo y de falsa reconciliación. Los gestos de varios atletas durante las ceremonias de premiación y numerosos casos que subvirtieron las imágenes gráficas de la Olimpiada son prueba de esto. La Ruta de la Amistad no fue la excepción.

Días antes de finalizarse su construcción, en coincidencia con la invasión de Checoslovaquia por la Unión Soviética, la escultura del checo Milos Chlupac fue pintada con consignas, borradas de inmediato por las autoridades. El acto fue adjudicado a un grupo de estudiantes tras haber asistido a un mitin. El gesto estableció una unión de singularidades que rebasa las nacionalidades, trastocando la imagen –sintetizada en el conjunto escultórico– del mundo como una gran fiesta entre amigos. Considerando su carácter de arte público, la intervención a esta escultura evidencia una práctica de apropiación del espacio urbano que definió a la mayor parte de los movimientos sociales del 68.

*Texto publicado en Arquine No. 46 | Proyectos olímpicos: México y China | “La Ruta de la Amistad y el espectáculo olímpico”

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