Resultados de búsqueda para la etiqueta [Juegos Olímpicos 2024 ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 30 Jul 2024 19:37:19 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 París era un desfile https://arquine.com/paris-era-un-desfile/ Tue, 30 Jul 2024 01:39:36 +0000 https://arquine.com/?p=92077 Recordando lo que cantó el poeta Gill Scott Herron: así como la revolución no será televisada —aunque quizá atisbemos señales en Tiktok—, tampoco los derechos universales de todas, todos y todes serán cumplidos y respetados a punta de desfiles y ceremonias de inauguración.

El cargo París era un desfile apareció primero en Arquine.

]]>
París se llenó de imágenes sofisticadas y provocadoras, que algunos no dudarían en calificar como surrealistas y que maravillaron a muchos, sin dejar de sorprender e incluso molestar a otros, por la diversidad y pluralidad que no sólo afirmaba sino llevaba a sus consecuencias lógicas e inevitables los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que la cultura francesa impulsó como universales. No hablo de la ceremonia de inauguración de los Juegos de la XXXIII Olimpiada en París, sino del desfile que conmemoró el bicentenario de la Revolución Francesa, el 14 de julio de 1989.

Eran los años Mitterrand. La izquierda había llegado al poder en Francia mientras Reino Unido era liderado por la dama de hierro, Margaret Thatcher, y Estados Unidos tenía el presidente que el Imperio hollywoodense requería: un actor, Ronald Reagan. Ambos, Thatcher y Reagan, eran los campeones en la imposición, por las buenas y por las malas, del neoliberalismo; y Mitterrand, desde la gauche caviar, era el supuesto contrapeso en el concierto de las naciones civilizadas. Pero así como en el pasado de Mitterrand convivían su participación en la resistencia y su cercanía con el régimen colaboracionista de Vichy durante la Segunda Guerra, su coqueteo con Thatcher —“tiene la boca de Marilyn Monroe, pero la mirada de Calígula”, dijo— y las políticas neoliberales lo colocan en una posición al menos ambigua. En Francia, Mitterrand apostó en lo económico por nacionalizaciones, aumento de salarios y proteccionismo. Y monumentos. A Mitterrand lo recordamos en las páginas de la historia reciente de la arquitectura por la Biblioteca Nacional, el Parque de la Villette, la Ópera de la Bastilla o, el más notable, la Pirámide del Louvre.

La inauguración en 1989 de algunos de estos monumentos, para conmemorar el Bicentenario de la Revolución Francesa, eran el pretexto perfecto para, al inicio de su segundo mandato, tomar posición desde “la izquierda” y ante la Glásnost y la Perestroika en curso, por parte de Gorbachov, como una tercera vía de cara al there is no alternative de Margaret Thatcher. Y el discurso cosmopolita de los valores universales de la Revolución Francesa —libertad, igualdad, fraternidad— parecía perfecto para distanciarse, tanto de los “horrores” del comunismo, como de la frialdad despiadada del capitalismo salvaje neoliberal. El espectáculo podía empezar.

El encargado de concebir el desfile del 14 de julio de 1989 fue Jean Paul Goude, famoso fotógrafo, ilustrador y publicista francés. Goude había sido director artístico de la revista Esquire, en Nueva York, por diez años y el creador de campañas publicitarias para muchas marcas internacionales, como Kodak o Perrier. A mediados de los años 70, cuando estaba en Nueva York, Goude conoció a Grace Jones y de ahí surgió una relación y una historia de importantes colaboraciones. Hay quienes dicen que Goude construyó al personaje de Grace Jones, lo que no es sino repetir clichés machistas y coloniales —¡como si esa mujer no se hubiera construido a sí misma!—. Pero es cierto que el encuentro produjo imágenes memorables, algunas de las cuales tendrían gran peso en la concepción del desfile del bicentenario de la Revolución Francesa.

En su texto “Le défilé Goude du bicentenaire. Commémorer la Revolution française… ou s’en débarrasser?“, Érik Neveu explica cómo en 1989 el bicentenario implica la revisión y reinterpretación de lo que implicó la Revolución Francesa ante el nuevo juego de fuerzas políticas y económicas que el empuje neoliberal y la esperada caída del bloque soviético implicaban. Eso se tradujo en la concepción misma del desfile conmemorativo. Escribe Neveu:

En cuanto al contenido programático de este evento, es vago. Se puede colocar en tres puntos. El primero está implícito, pero no es necesariamente el menos claro: un conjunto de componentes excesivamente “jacobinos” de la herencia revolucionaria y, en primer lugar, aquellos que se refieren a la violencia (guillotina, terror, guerra de Vendée) o a un despliegue radical de ideología (culto al ser supremo), no pueden ser objeto de celebración. Más explícitamente, en el espectáculo aparecerían tres elementos: “La Marsellesa”, una evocación de las provincias de Francia y de la dimensión global de la Revolución. Si la preocupación explícita por promover la dimensión internacional de 1789 marca una elección en verdad voluntarista, se basa, como sugería el equilibrio simbólico de poder, en el espíritu de la época y en el componente consensual de la Revolución: los derechos humanos, el sufragio (masculino) universal, y el estado de derecho.

Sobre las ideas de Goude para el desfile, Neveu escribe, citando entrevistas del mismo Goude:

Un tema, un hilo conductor, un registro simbólico aparecen entonces como elementos estructurantes reivindicados para el desfile. El tema es el de la igualdad entre todos los hombres: “Tengo un lado un poco boy scout, teñido con un poco de activismo elemental, lo admito. Todas las personas son iguales, a pesar de las diferencias étnicas y culturales, y deben poder llevarse bien. Era la filosofía de Baden Powell” —fundador de los Boy Scouts que hoy, por su admiración por Hitler y su participación en la guerra de los Boer y su homosexualidad reprimida, es un personaje al menos problemático—, “creo firmemente en ella y eso es lo que quería transmitir”. En otro lugar detalla sus recuerdos escolares de la Revolución: “Para mí son, ante todo, los derechos humanos, el resto es sólo un recuerdo”.

El desfile ideado por Goude fue, sin duda, extraordinario. Tambores chinos y músicos de todas las provincias francesas; bailarinas africanas, con el torso desnudo, música de El lago de los cisnes; más tambores africanos; camiones de bomberos ingleses; bandas musicales del ejército soviético y de preparatorias estadounidenses. Y, para culminar, Jessye Norman, la soprano nacida en Augusta (Georgia), alta de diez metros y envuelta en la bandera francesa cantando “La Marsellesa” en la Plaza de la Concordia. Los valores universales de la Revolución Francesa, los derechos humanos abrazados por toda la civilización occidental: libertad, fraternidad, igualdad, en una fiesta de cantos y tambores enlazando a las tribus planetarias —el leitmotiv del desfile.

Pero los desfiles, por más vanguardistas y propositivos, por más incluyentes y diversos que sean, si no logran mantener su espíritu más que las fiestas del carnaval o la protesta callejera, no cambian mucho, ni son —mucho menos— signo del estado general de una sociedad, una cultura o un Estado. En 1988, el Frente Nacional, partido fascista encabezado entonces por Jean-Marie Le Pen, había conseguido 9.7% de los votos en las elecciones legislativas y 14.4% en las presidenciales. En las recientes elecciones legislativas, hace unas semanas, el Nuevo Frente Popular, heredero del Frente Nacional y encabezado por la hija de Le Pen, obtuvo poco más de 25% de los votos. Eso es 2.6 veces el porcentaje que obtuvo en 1988.

Hace unos días la ceremonia de inauguración de los Juegos de la XXXIII Olimpiada, también en París, fue celebrada por su creatividad y también su arrojo, y por volver a combinar lo más profundo de la tradición cultural francesa con los valores, tan franceses como universales, de la libertad, la equidad y la igualdad, no sólo esenciales sino fundamentales en esta época en el que la extrema derecha seduce multitudes y el fascismo más descarado se ovaciona de pie en la nación que se presume ejemplo y guía de toda democracia. La inauguración, bajo la dirección de Thomas Jolly. y que tuvo como escenario el Sena y sus dos riberas, desplegó escenas que alcanzaron momentos sublimes, sin duda, aunque a mi juicio, quizá por nostalgia, ninguno a la altura de la Ópera Goude. Hubo también momentos polémicos, como el tableau vivant que parece haberse referido a La cena de los dioses, cuadro pintado por Jan van Bijlert en 1635, y que miles de cristianos, tan confundidos como ofendidos, pensaron que era La última cena de Leonardo da Vinci, acusando de “mal gusto”, de blasfemo y hasta de satánico al espectáculo. Sin duda, por la manera de extenderse a lo largo de la ciudad —de nuevo, como el desfile ideado por Goude— y por la producción de imágenes memorables —acaso más en la estética del meme que en la hoy “anticuada” de la imagen publicitaria de Goude—, una ceremonia notable. Pero la diversidad cacareada se contradice al minuto siguiente, para sólo citar un caso, con la prohibición del uso de la abaya para las atletas musulmanas francesas. Candil de desfile, oscuridad de políticas reales.

Hasta ahí: sólo un desfile. No caigamos en el juego con tanta facilidad. Quizá haya diferencias con el desfile que cada noche recorre la main street de Disneylandia o que cada año celebra el Thanksgiving —mayor sofisticación, más capas de lectura, mejor gusto—, pero en el fondo son casi lo mismo: eslóganes a paso redoblado. Como el carnaval, estos desfiles tienen un alcance limitado: la subversión está acotada a la perfección. Y ya sabemos —como vimos varias veces en meses pasados en nuestras ciudades—: un desfile no es lo mismo que una marcha, ni una marcha lo mismo que una protesta, ni una protesta necesariamente una revuelta y, por supuesto, una revuelta no garantiza la revolución. Y, sobre todo, recordando lo que cantó el poeta Gill Scott Herron: así como la revolución no será televisada —aunque quizá atisbemos señales en Tiktok—, tampoco los derechos universales de todas, todos y todes serán cumplidos y respetados a punta de desfiles y ceremonias de inauguración.

El cargo París era un desfile apareció primero en Arquine.

]]>
Juegos Olímpicos de París 2024: buenas intenciones, infraestructura mínima y promesas medioambientales https://arquine.com/juegos-olimpicos-de-paris-2024-buenas-intenciones-infraestructura-minima-y-promesas-medioambientales/ Fri, 26 Jul 2024 16:23:39 +0000 https://arquine.com/?p=92030 Hace un siglo que los Juegos Olímpicos no se celebraban en París, ciudad que será por tercera vez la sede de una Olimpiada, la trigésimo tercera, del 26 de julio al 11 de agosto de 2024, entre promesas verdes, sociales e infraestructurales.

El cargo Juegos Olímpicos de París 2024: buenas intenciones, infraestructura mínima y promesas medioambientales apareció primero en Arquine.

]]>
Hace un siglo que los Juegos Olímpicos no se celebraban en París, ciudad que (tras protagonizar la justa en 1900 y 1924) será por tercera vez la sede de una Olimpiada, la trigésimo tercera, del 26 de julio al 11 de agosto de 2024. Este evento ocurre en un contexto de crisis internacional y local para Francia, bajo un clima político tenso, con una izquierda aliviada y una derecha que se percibe a sí misma como mal representada después de las elecciones legislativas. Además de París, Marsella será la otra sede principal de los Juegos, como reflejo de una conexión creciente con la capital, ya que en últimas fechas numerosos parisinos se han trasladado a la ciudad portuaria que, pese a su carácter rebelde, se gentrifica cada día más. El encargado de crear el diseño de la antorcha olímpica, Mathieu Lehanneur, se inspiró en la igualdad, el agua y la paz; tres elementos en pleno contraste con la desconfianza y pesimismo generalizados hacia los Juegos Olímpicos. No obstante, la llama encendida por JuL, el rapero marsellés más escuchado del Hexágono, ha insuflado un renovado entusiasmo en torno a la competencia que espera atraer, por lo menos, a 2.3 y 3.1 millones de visitantes. Es en este contexto que los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024, organizados en medio de uno de los veranos más cálidos jamás registrados, tendrán el desafío de ofrecer una oportunidad para celebrar el deporte, el arte y la diversidad.

 

Una nueva manera de proyectar

Si algo distingue a estos Juegos es su costo (8.7 mil millones de dólares), el más bajo de las últimas cinco ediciones desde Beijing 2008 (8.3 mmd), Londres 2012 (16.8 mmd), Río de Janeiro 2016 (23.6 mmd) y Tokio 2020 (13.7 mmd). No obstante, algunos especialistas señalan que el presupuesto inicial para París 2024, de 3.9 mmd, aumentó a más del doble, lo cual ya es una tendencia generalizada que, cada vez, hace menos atractiva la perspectiva de alojar unos Juegos Olímpicos para otras ciudades. En esta ocasión, el Comité Olímpico Internacional (COI) ha resaltado su ambición de hacer de estos Juegos los más responsables, desde el punto de vista ecológico y económico, para lavar la cara de este evento, cada vez peor visto por su impacto presupuestario e infraestructural en las ciudades por las que ha pasado en el curso de este siglo. A nivel de infraestructuras de transporte, una de las primeras contradicciones ha sido el aumento del costo del boleto de metro, que subió su precio a 4 euros para la ocasión con respecto a la tarifa habitual de 2.15 euros. Con esta condicionante, quizá los parisinos prefieran cruzar a nado el Sena, de una orilla a otra, siguiendo el ejemplo de la alcaldesa Anne Hidalgo, quien cumplió su promesa y se bañó en ese río después de haber invertido mucho dinero en el tratamiento del agua. El cuerpo de agua, por su parte, servirá de escenario para el desfile de la ceremonia de apertura de los Juegos.

La vertiente sostenible ha sido la causa de la reducción significativa de nuevas construcciones, en beneficio de un enfoque en la renovación de infraestructuras deportivas existentes y la mejora del transporte público. La ciudad apostó así por la movilidad suave, como el uso de la bicicleta y las instalaciones temporales —realizadas principalmente en madera— en lugares emblemáticos como el Campo de Marte (que servirá como sede para el voleibol de playa), la Plaza de la Concordia (adecuada para los deportes urbanos) y los muelles del Sena (que alojarán las competencias de natación). Este enfoque recuperacionista busca reducir la huella de carbono y maximizar el uso de las infraestructuras ya construidas. Sin embargo, algunos de los proyectos de obra nueva que se utilizarán durante los juegos marcarán el futuro de la metrópolis.

Un proyecto típico en todos los Juegos Olímpicos es, por supuesto, la construcción de una Villa Olímpica para la ocasión. Si en Barcelona 1992 los juegos posibilitaron la conexión de la ciudad con la costa, y las infraestructuras construidas en ese entonces dejaron un legado constructivo que hoy se integra con el tejido urbano de los pescadores de la Barceloneta; en París el objetivo era crear un ecobarrio conectado al Sena. Construida en un tiempo récord, la Villa Olímpica París 2024, situada entre Saint-Ouen y Saint-Denis —el departamento más pobre de Francia—, es un conjunto de antiguas naves industriales que se inauguró en febrero de este año y ahora acoge a los numerosos atletas presentes para la ocasión. El proyecto, que cubre unas 50 hectáreas de terreno construido, presume de una huella de carbono reducida y se enorgullece de ofrecer viviendas y espacios urbanos cómodos, en consonancia con las previsiones contra el cambio climático y las metas para 2050, que incluyen medidas como multiplicar los oasis urbanos o apostar por la orientación norte. Diseñada por una treintena de arquitectos, entre ellos Dominique Perrault y el estudio franco-brasileño Triptyque —que destaca con un proyecto de viviendas pensado para el cambio de uso, una vez terminados los Juegos—, la Villa Olímpica procura respetar el medioambiente y tendrá entre sus compromisos la asequibilidad del alquiler. Se espera que este sea un ejemplo a seguir y que, aparte de las buenas intenciones ecológicas, la Villa Olímpica no sea un proyecto más de promotores que acentué los problemas de gentrificación y las desigualdades en el acceso a la vivienda. Mientras tanto, las instalaciones de alojamiento esperan a casi 10,500 atletas, pertenecientes a 206 delegaciones nacionales, así como a los deportistas de los equipos de atletas neutrales individuales y el equipo olímpico de refugiados.

Otra de las obras más importantes de estos Juegos se construyó frente al simbólico Stade de France: el Centre Aquatique Olympique (CAO), cuyo diseño estuvo a cargo de los despachos VenhoevenCS y Ateliers 2/3/4. Se trata de una escultura de madera que redibuja el paisaje urbano del barrio de Saint-Denis, considerado como la Métropole du Grand Paris y que, una vez más, tiene la intención de producir una profunda mutación en este barrio. El CAO es un equipamiento deportivo (que por sí solo hizo subir de manera considerable los costos del evento ya que, en su licitación inicial, el costo estimado era de 70 millones de euros y acabó costando unos 175 millones) y es una de las únicas construcciones importantes realizadas para los Juegos y busca tener un impacto duradero y dinamizar la zona. Concebida como una obra con bajas emisiones de carbono, este centro acuático se construyó con materiales de origen biológico y reciclados. Su estructura de madera, además de ofrecer a los habitantes de Saint-Denis el acceso a un espacio artístico y deportivo, conforma un proyecto pensado como un “ecosistema unitario”.

Más cerca del centro de la capital, vale la pena mencionar el proyecto Adidas Arena, el único polideportivo construido (aunque sólo en parte) para los Juegos, fruto de la unión de SCAU y la oficina de arquitectura NP2F que fue, en particular, el comisario científico de la exposición Sports, portrait d’une métropole para el Pavillon de l’Arsenal en 2014. NP2F ha investigado la relación con la ciudad por medio del deporte en numerosos proyectos desde la creación del estudio, fundado en 2009 por François Chas, Nicolas Guérin, Fabrice Long et Paul Maitre Devallon, cuatro arquitectos marselleses. El Adidas Arena refleja bien la apuesta de NP2F por las formas geométricas y la imposibilidad de tratar el urbanismo y la arquitectura por separado. Situado en Porte de la Chapelle, otro barrio parisino, este estadio se concibió como el centro neurálgico para los Juegos. La apuesta de “construir el mínimo para un efecto máximo” parece haber sido ganada por los arquitectos que apostaron por emplear la menor cantidad posible de materiales, el control de los recursos hídricos, la utilización de cemento bajo en carbono y otros materiales relacionados con la economía circular.

Para acabar, el Grand Palais, uno de los monumentos favoritos de los parisinos, por los eventos y las dinámicas culturales que impulsa, abrirá sus puertas este verano 2024 para las competencias de esgrima. Construido para la Exposición Universal de París en 1900, sigue siendo un verdadero emblema de la modernidad, tanto arquitectónica como cultural, y de las técnicas de construcción de la época: posee una nave coronada por una impresionante vidriera que requirió más de 6 mil toneladas de acero. El Grand Palais, al que nunca se le había concedido una restauración global, sacó provecho de los Juegos Olímpicos 2024 y la intervención firmada por el diseñador Samy Rio y el Atelier Sensu, oficina conocida por su hibridación, sus procesos innovadores frente al cambio climático y su experimentación con los materiales.

Marsella

Marsella, por su parte, concentrará las externalidades positivas ya que se va a beneficiar de la herencia de los Juegos Olímpicos sin sufrir tantas molestias. En efecto, el evento ha hecho que muchas obras de la ciudad focea se aceleren. Marsella no esperó a los Juegos para iniciar grandes obras de renovación urbana, ya que el vasto proyecto Euroméditerranée se puso en marcha en 1995 y tiene como objetivo redinamizar el tejido urbano de la zona portuaria e industrial, de manera que pueda conectar los barrios del norte con el resto de la metrópoli costera. Se han realizado varios desarrollos urbanos para la ocasión, en particular en los alrededores del paseo marítimo: la Corniche Kennedy, el camino costero que corre desde la playa de los Catalanes hasta el Prado. La ciudad focea aprovechó, además, la oportunidad para reorganizar el tráfico de vehículos, conocido como uno de los más caóticos del Hexágono, mediante la optimización de las vías de transporte público, pero también la movilidad suave, ya que las vías peatonales y las ciclovías han sido rehabilitadas para la ocasión.

En términos de equipamiento, la Marina Olympique mezcla una nueva construcción con la renovación del estadio náutico del Roucas Blanc y constituye el punto de partida de los barcos para las pruebas de vela. El final de la obra del proyecto Tangram, en Pointe-Rouge, pensado como un “centro de excelencia de formación e innovación dedicado al mar y a la tierra”, coincide con el inicio de los Juegos, así como las obras de los proyectos urbanos en la plaza de la Castellane, que se vieron aceleradas gracias a la dinámica alrededor de los Juegos Olímpicos. Por último, el estadio Velódromo, verdadero símbolo de la ciudad, está listo para acoger algunos partidos de futbol.

Seguridad

En el contexto de amenazas terroristas persistentes, la seguridad es uno de los grandes desafíos del evento y constituye una excusa para añadir a la ciudad un carácter tecnológico, ya que se han implementado sistemas de reconocimiento facial y vigilancia por medio de drones. La prioridad es, por supuesto, garantizar la seguridad de los participantes y espectadores, minimizando las perturbaciones.

Este parámetro de seguridad ha afectado la comprensión espacial por parte de los artistas que animarán los espectáculos oficiales, ya que los ensayos para las ceremonias de inauguración y clausura se han realizado en grandes almacenes fuera del centro de la ciudad, cuya ubicación permanecerá en secreto hasta el día de la inauguración. De esa manera, los artistas tendrán que adaptarse en tiempo real a la escenografía mientras se presentan delante de los miles de espectadores y, de esta manera, deberán demostrar una gran capacidad de improvisación.

Conclusión

El escepticismo inicial frente a los Juegos Olímpicos se explica, en parte, por el hecho de que los franceses consideran que el país no necesita en absoluto este evento. Cabe destacar que la capital francesa ya es un lugar hostil en cuanto al acceso a la vivienda. Como de costumbre, los más adinerados aprovecharán este evento para alquilar sus domicilios en París a precios exorbitantes mientras se refugian en sus residencias secundarias. Por otro lado, los estudiantes alojados en residencias sociales universitarias han tenido que organizarse y sumar al estrés de los exámenes el hecho de tener que ceder sus viviendas a los turistas y atletas de paso por la capital. Los habitantes de la periferia, cuyas zonas han vivido las transformaciones urbanas más importantes, han tenido que soportar durante meses las molestias relacionadas con las obras y deberán enfrentarse a la posible subida de los precios del alquiler de vivienda. La promesa inicial de los Juegos Olímpicos de París 2024 era ser los más verdes, respetuosos con el medio ambiente y comprometidos con el clima. En este mes de julio y en los que están por venir, podremos decir si las buenas intenciones además de sinceras serán efectivas o si, como muchos otros Juegos Olímpicos, se trata nada más de una suspensión del tiempo que pone el foco de atención sobre el país anfitrión y sus dirigentes.

El cargo Juegos Olímpicos de París 2024: buenas intenciones, infraestructura mínima y promesas medioambientales apareció primero en Arquine.

]]>