Resultados de búsqueda para la etiqueta [John M Johansen ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 21 Jul 2023 03:39:43 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Integridad https://arquine.com/integridad/ Mon, 26 Oct 2015 22:59:16 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/integridad/ Los arquitectos con integridad no creen en el ascenso social, en ser pretensiosos o moralizadores o en que la respetabilidad sean esenciales para su trabajo. Han aceptado la condición de cambio y de incertidumbre. Trabajan con lo fragmentario más bien que con lo completo. Están interesados en los procesos más que en la finalidad. Aceptan la imperfección humana en vez que el idealismo. Tienen fe en las ideas emergentes más que en las preconcebidas — John M. Johansen.

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Los arquitectos con integridad no creen en el ascenso social, en ser pretensiosos o moralizadores o en que la respetabilidad sean esenciales para su trabajo. Han aceptado la condición de cambio y de incertidumbre. Trabajan con lo fragmentario más bien que con lo completo. Están interesados en los procesos más que en la finalidad. Aceptan la imperfección humana en vez que el idealismo. Tienen fe en las ideas emergentes más que en las preconcebidas. Sus edificios expresan el crecimiento como una acumulación o concreción de las formas. A veces son menos racionales, menos regulados, menos formales, menos modulares. Favorecen las artes formativas, no las bellas artes. Son inmunes a los valores establecidos en el arte, aunque les preocupa realmente la sociedad que guían. Trabajan por el significado, no por la belleza en sí. Creen en el hombre trabajando en relación a la naturaleza.

Este manifiesto, que es más bien un credo, lo firmó John McLane Johansen, uno de los miembros de los Harvard Five, que además de a sus compañeros Landis Gores, Eliot Noyes y Philip Johnson, incluía al profesor de los cuatro, Marcel Breuer. Johansen nació en Nueva York el 29 de junio de 1916. Su padre —John Christen Johansen, nacido en Copenhague— y su madre —Myrtyle Jean MacLane, nacida en Chicago— fueron pintores reconocidos. Johansen estudió en Harvard donde, además de Breuer, Gropius y Albers fueron sus maestros. Tras graduarse en 1939 entró a trabajar a Skidmore, Owens y Merrill y también colaboró en el diseño del edificio de las Naciones Unidas. Desde 1948 empezó a trabajar por su cuenta en New Canaan, Connecticut, donde también se encontraban el resto de los Harvard Five.

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La arquitectura de Johansen inicia con un modernismo clásico —como la Casa al revés, con las recámaras en planta baja y la sala con un gran ventanal a la altura de las copas de los árboles, en el primer piso— que poco a poco evoluciona a soluciones estructurales y formales más complejas: la Casa Laberinto, con muros de esquinas redondeadas que no se tocan y tampoco se perforan con ventanas, o la Casa de postes de teléfono, construida con 104 postes de madera para la estructura. En 1964 diseñó la embajada de los Estados Unidos en Irlanda, un edificio de planta circular construido con un mismo elemento estructural de concreto precolado —hechos en Holanda— que se repite formando los marcos de las ventanas; y en 1970 diseñó el Teatro Mummers, en Oklahoma City, que en su momento fue calificado como una mezcla del brutalismo y la teoría de sistemas, pero que pese al reconocimiento de la crítica no fue bien recibido por la comunidad. La compañía de teatro para la que se construyó lo abandonó al año siguiente y, tras pasar por varias manos, cerró a finales de los años 90, para finalmente ser demolido en el 2014.

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En 1955, Johansen diseñó la Spray House: “imaginé la experiencia de vivir en una flor, envuelta en sus propios pétalos delicados que la protegen, permitiendo vistas hacia el mundo exterior. Se supone que habría que habitara descalzo. Los pisos, los muros y los techos serían, de manera poco convencional, continuos.” Tras interesarse en el trabajo de Marshal McLuhan, al retirarse Johansen se dedicó a pensar las posibilidades de una arquitectura diseñada a nivel molecular, la nanoarquitectura: estructuras con una resistencia muy superior a la del concreto o la del acero, construidas a partir de la bioingeniería y la nanotecnología. Richard Rogers —que reconoció su influencia en el diseño del Centro Pompidou—, escribió que su arquitectura “demostró una rara consistencia, trascendiendo la experimentación en los lenguajes formales: de experimentos tempranos en el neoclasicismo o en al biomorfismo, hasta las olas de modernismo convencional, organicismo y geometríaas deformadas. Sus edificios están igualmente informados por los principios que organizan la biotecnología y el electromagnetismo como por los requerimientos funcionales convencionales, confirmando que el diseño es una ciencia indeterminada: un proceso tanto teórico como estético.”

Johansen murió el 26 de octubre del 2012. Sus especulaciones arquitectónicas podrán parecer tal vez demasiado cercanas a la ciencia ficción, pero su idea de la integridad del arquitecto, como la expresa en su credo, plantea la posibilidad de entender esa cualidad del arquitecto más allá de la visión heroica que la asume como un asunto personal —piénsese en Howard Roark, de El Manantial— para entenderla como un compromiso ético con el cambio, la naturaleza y el otro.

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As McLuhan says https://arquine.com/as-mcluhan-says/ Wed, 22 Jul 2015 01:34:44 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/as-mcluhan-says/ “Podemos cumplir con nuestro propósito social diseñando edificios no como «bienes de consumo» o como «alimento para los privilegiados,» como dice McLuhan, sino como instrumentos para explicar y ayudar a que entendamos y nos ajustemos a nuestro comúnmente desconcertante ambiente de rápidos cambios técnicos” —John M. Johansen

"The road is our major architectural form" —Marshal McLuhan

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Desde que fue publicado el libro de Norbert Wiener The Human Use of Human Beings (1954), la electrónica ha hecho posible el desarrollo acelerado de computadoras para el procesamiento de datos, sistemas de comunicación mundial por satélite y armas y naves espaciales teledirigidas. Ya varios periódicos usan computadoras para la formación; pronto tendremos televisión en tres dimensiones y en el MIT un equipo trabaja desarrollando una red nacional de computadores que hará que el conocimiento, sea almacenado o registrado en ese momento, esté a disposición instantánea en cualquier sitio. Las formas de publicar sufrirán sin duda una transformación radical; el libro será remplazado por paquetes ensamblados para satisfacer necesidades específicas.

Ese es el primer párrafo del ensayo Architecture for the Electronic Age, escrito por John M. Johansen y publicado en el libro McLuhan: Hot & Cool, editado por Gerald Emanuel Stearn en 1969. Johansen nació el 29 de junio de 1916 en Nueva York. Estudió arquitectura en Harvard cuando la dirigía Walter Gropius —con cuya hija, Ati Gropius, Johansen estaba casado cuando murió el 26 de octubre del 2012. Tras graduarse en 1939, trabajó para Marcel Breuer. Tanto Breuer como Johansen serían después parte de los Harvard Five, junto con Philip Johnson, Landis Gores y Eliot Noyes.

McLuhan era un poco mayor que Johansen. Nació el 21 de julio de 1911 en Edmonton, Canadá. En 1951 publicó The Mechanical Bride, un libro compuesto de imágenes de periódicos y anuncios publicitarios y breves comentarios sin un hilo narrativo único. Fue el principio de su interés por la relación entre el medio y el mensaje. En los años 60 publicaría sus obras más conocidas y que causaron mayor efecto: La galaxia de Gutenberg en 1962, Entendiendo los medios, en el 64 y en el 67 el más conocido: El medio es el mensaje: un inventario de efectos. Es sobre todo en relación a Entendiendo los medios que Johansen escribió su ensayo, un intento de “examinar los nuevos aspectos de las experiencias predicadas por la revolución electrónica y encontrar sus efectos, establecidos o predecibles, en nuestra arquitectura.”

Johansen menciona cinco maneras como la era electrónica afecta a la arquitectura. Primero, supone que la abrumadora presencia de aparatos electrónicos llevará a cierto grado de imitación en el diseño de nuestros edificios. Algo que ya se había visto, dice, en los años 20 y 30 cuando Le Corbusier romantizaba e imitaba productos mecánicos e industriales. Los edificios, pensaba Johansen, tendrán más partes intercambiables, movibles, con distintos circuitos preestablecidos en relación al desempeño que se espera de ellas: “eso puede sugerir que tipos muy distintos de edificios, como la casa, la torre de oficinas o el teatro, se ensamblen mediante diferentes combinaciones de los mismos componentes o subensamles.”

En segundo lugar, aumentará la influencia de la computadora en el diseño. No sólo mediante dibujos realizados automáticamente gracias a ciertos datos sino que “el proceso de diseño consistirá en el ensamblaje instantáneo, el análisis de la organización y las conclusiones que controlan las condiciones o determinan los factores que nos ahorrarán interminables cálculos, investigación y estudios comparativos.”

En tercer lugar, los edificios empezarán a ser entendidos como cyborgs, “que pueden definirse como la entidad resultante de la aplicación de agregados al cuerpo humano de cualquier artefacto mecánico o electrónico que extiendan o amplían el desempeño de sus facultades mentales o físicas.” Pensar el edificio y el hombre en conjunto como un cyborg, dice Johansen, ayudará a liberar nuestro pensamiento arquitectural.

En cuarto lugar, la rapidez y facilidad de los nuevos métodos de comunicación, provocarán nuevas relaciones de proximidad entre las partes de los edificios. “La nueva configuración funcional será consistente con la configuración estética.” Eso implica la quinta influencia: “el arquitecto sufrirá un reentrenamiento de sus hábitos perceptivos, su psique, sus métodos de pensar, su lenguaje, la relativa agudeza de sus sentidos y sus valores estéticos.” Así, tarde o temprano, “se producirá nueva arquitectura.”

La sexta y última influencia tiene que ver también con el contenido estético: cualquier referencia estilística o formal está muerta. “Quienes no deriven sus formas de la experiencia de nuestro entorno actual en los cambiantes hábitos de percepción están fuera de época. Quienes tienen un acercamiento académico a la arquitectura o según la idea de las Bellas Artes, o de una obra maestra, quienes «buscan la belleza» o son formalistas, no tienen lugar.”

Johansen afirma que “en tanto los edificios se vuelvan ensamblajes más sueltos, menos acabados y estáticos, serán más volátiles, se extenderán hacia afuera y se fundirán con los edificios vecinos, perdiendo su identidad en una espuma continua de espacio-forma.” Sin embargo, trasponiendo a la arquitectura la idea de McLuhan de que el medio es el mensaje, Johansen afirma que los edificios “en tanto instrumentos de servicio tienen más efecto sobre nuestras vidas que el servicio funcional en sí” —algo con lo que tal vez no estaría en desacuerdo Aldo Rossi. Para cualquier arquitecto serio hoy —dice—, esto no es nuevo. En 1969, Johansen escribió: “podemos cumplir con nuestro propósito social diseñando edificios no como «bienes de consumo» o como «alimento para los privilegiados,» como dice McLuhan, sino como instrumentos para explicar y ayudar a que entendamos y nos ajustemos a nuestro comúnmente desconcertante ambiente de rápidos cambios técnicos.”

En la era de la sobrevigilancia, del espionaje cibernético, del control cada vez mayor de los estados a sus ciudadanos y, por otro lado, de la creciente y marcada desigualdad económica y social, no estaría mal revisar, corregido el optimismo de aquellos años, algunas de las ideas propuestas por Johansen a partir de aquellas de Marshall McLuhan.

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