El cargo El rol de la arquitectura, reflexiones tras el Pritzker apareció primero en Arquine.
]]>La conferencia de David Chipperfield se dividió en cuatro partes, en la cual organizó “ideas, actitudes y preocupaciones desarrolladas a través de una experiencia empírica”. Dijo: “Una conferencia es una oportunidad para reflexionar el rol que tiene la disciplina, así como en los aspectos de las responsabilidades profesionales. Para hacerle frente a las preocupaciones conflictivas, podríamos hacer referencia a la vida y al entorno, ya que nuestros trabajos jugarán un papel más importante en cómo lidiamos con los desafíos existenciales del cambio climático.”
Para ello, Chipperfield buscó organizar una serie de “proyectos físicos bajo una intención de mirarlos bajo una perspectiva coherente. Realmente he intentado establecer un diálogo. Como práctica, hemos desarrollado ideas interesantes sobre cómo manejar la sustancia de la arquitectura, al mismo tiempo que hemos intentado establecer, sumariamente, las responsabilidades de la disciplina, en particular, ante la situación contemporánea. Realmente, en la discusión social, debemos confrontar la degradación medioambiental y cómo nuestra disciplina ha sido cómplice pero también puede funcionar como una ayuda”.
Ante eso, Chipperfiel, quien recientemente fue condecorado con el Premio Pritzker, declaró que “la arquitectura no puede quedar satisfecha resolviendo problemas que también provocó o con profesionistas que innoven su propio campo. Debemos creer que podemos hacer un mundo más justo (y más hermoso)”. Sobre la época en la que empezó a ejercer, el arquitecto narró que “las aspiraciones profesionales de mi generación eran bastante limitadas; emergimos de una educación arquitectónica que se encontraba en una recesión que no sólo era financiera sino que también involucraba al modernismo”. Esto acarreó algunas lecciones para la práctica de Chipperfield: “El gobierno nos demandaba diseñar proyectos como zonas comerciales y estaciones de bomberos. No entendimos, a través de estos pequeños proyectos, encontrar las cualidades de la materia. Pero descubrimos que la mayor parte de nuestro oficio estaba centrada en el gusto y en las imágenes, por lo que encontramos en cada encargo un lenguaje común que tenía como punto de partida las cualidades materiales y físicas”.
Sin embargo, para Chipperfield, estas experiencias, limitadas por las realidades comerciales establecieron una perspectiva centrada en la materialidad de la arquitectura. “No debemos subestimar la importancia del potencial físico y espacial de la arquitectura: es nuestra evidencia. Cuando perdemos confianza en la experiencia y en la sustancia, tendemos a sustituir la arquitectura con imágenes y sensaciones”, aquello de lo que la generación del Pritzker tuvo que alejarse para poder ejercer su carrera.
Por eso mismo, Chipperfield afirma: “Tenemos que crear nuevas formas para nuestra práctica que trabajen más allá de las estructuras profesionales para poder enfocarnos en el bien común. Como arquitectos, tenemos una posición de privilegio y también de responsabilidad para cuestionar cómo nuestros proyectos son una contribución, más allá de las tareas cumplidas. Cada proyecto es una oportunidad para que nuestros clientes se comprometan con nosotros en esta responsabilidad.”
La ceremonia de entrega del Premio Pritzker 2023 se celebra en Atenas, Grecia.
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]]>El cargo Ejemplos ejemplares | Palais de Tokyo apareció primero en Arquine.
]]>Reabierto en 2002 y ampliado en 2009, el proyecto de los arquitectos franceses Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal propusieron una radical estrategia. Los arquitectos se habían encontrado una edificación a medio demoler, resultado de un intento del gobierno francés de convertirlo en el Palais du Cinéma que no llego a materializarse y que se abandonó en 1998. Las demoliciones habían dejado el edificio desnudo, sin decoraciones, con la estructura original de concreto armado completamente expuesta. Los arquitectos asumieron está condición como punto de partida. Como ha apuntado Pilar Echezarreta, los arquitectos trabajaron con un reducido coste y margen de maniobra “tumbando muros divisorios, rescatando las fachada principal que da al Río Sena y abriendo el casco del edificio para permitir la entrada de luz natural a las nuevas galerías. Este ambiente desenfadado permite al visitante un acercamiento espontáneo al arte, lo que lo distingue de otros museos y galerías. En tiempos donde el discurso sobre la arquitectura autosustentable, durable, ecológica y social permea la opinión pública internacional, probablemente este proyecto-manifiesto sea uno de los pocos fieles al desarrollo sustentable. Sin artilugios, la obra de los arquitectos se resume a la recuperación con honor de un espacio con potencial único en el corazón de París; liberar el edificio de su potencial y belleza, integrar la luz natural en su máximo esplendor y generar un espacio-laboratorio de apropiación para artistas y público visitante”.
Lacaton y Vassal demostraron el potencial oculto del edificio, a través de operaciones directas y sencillas como la demolición. Adecuando un espacio, casi a modo de espacio industrial, con materiales baratos, colocados de forma sencilla, sin alardes que dieron lugar a un caso ejemplar y que ha supuesto ejemplo en muchos museos de arte contemporáneo actuales.
*La revista Arquine No.66 | Exceso de capacidad reflexiona sobre la capacidad de uso de los edificios, más allá del reciclaje o del reuso sustentable, y tiene que canalizar los nuevos potenciales de excedentes construidos, cuestionando el derroche de los últimos años. El exceso de capacidad es una patología contemporánea, es la fase final de un crecimiento sin límites cuya lógica está basada en el crecimiento mismo. Es un estado de paroxismo sostenido. En tiempos en que desde la economía y la ecología se insiste en la importancia de “reducir, reutilizar y reciclar”, el diseño y la arquitectura deben buscar la manera de insertarse en los modos de producción con proyectos que permitan y alienten el aprovechamiento máximo de lo que pueden ofrecer.
© Lacaton & Vassal
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]]>por Pilar Echezarreta
El Palacio de Tokio, centro de arte contemporáneo de París, reabrió sus puertas al público este verano. A casi cinco meses de su reapertura, bajo la dirección de Jean de Loisy, este anti-museo por excelencia se ha convertido en un Palacio de luz. El edificio construido en 1937 fue diseñado para la Exposición Internacional de Arte y Técnica y posteriormente fue utilizado como extensión del Museo de Arte Moderno de París. Ubicado sobre la entonces llamada Avenida de Tokio, paralela al Río Sena, fue rápidamente rebautizado como Palais de Tokyo. En 1977, el Museo Nacional de Arte Moderno que ocupaba el ala oeste del conjunto se trasladó al Centro Georges Pompidou. Quedando esta parte cerrada y abandonada durante varias décadas.
En 2002, el Palacio de Tokio, bajo un proyecto de rehabilitación de los arquitectos Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal, abrió como un “lugar de arte contemporáneo”. Durante estos años, el palacio se convirtió en la vitrina más efervescente del arte europeo actual. En 2009 se cierran nuevamente las puertas de centro, y este año reabre en su segunda versión. Sería fácil pensar que a causa de la recesión económica en la que está sumergida Europa, la arquitectura en el viejo continente –institucional para este caso– tiene un restringidísimo espacio de maniobra o simplemente debe de esperar. Contrario a esta visión, Lacaton & Vassal dieron muestra de que las peores crisis son cuna de las mejores acciones.
La pareja de arquitectos franceses trabajó en un ejercicio de economía de medios, esta vez, tumbando muros divisorios, rescatando las fachada principal que da al Río Sena y abriendo el casco del edificio para permitir la entrada de luz natural a las nuevas galerías. Este ambiente desenfadado permite al visitante un acercamiento espontáneo al arte, lo que lo distingue de otros museos y galerías. En tiempos donde el discurso sobre la arquitectura autosustentable, durable, ecológica y social permea la opinión pública internacional, probablemente este proyecto-manifiesto sea uno de los pocos fieles al desarrollo sustentable. Sin artilugios, la obra de los arquitectos se resume a la recuperación con honor de un espacio con potencial único en el corazón de París; liberar el edificio de su potencial y belleza, integrar la luz natural en su máximo esplendor y generar un espacio-laboratorio de apropiación para artistas y público visitante. *Artículo completo en Arquine 60
© Lacaton & Vassal
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