Resultados de búsqueda para la etiqueta [Heidegger ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 26 Sep 2022 12:48:32 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Arte público https://arquine.com/arte-publico/ Sat, 15 Aug 2015 18:26:02 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/arte-publico/ "No hay que fiarse quizá todo arte sea público y, correlativamente: todo espacio, político" —Félix Duque

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El 15 de agosto de 1967 se develó en la plaza frente al Chicago Civic Center —hoy Richard J. Daley Center— la primera escultura monumental de Pablo Picasso en los Estados Unidos. Con poco más de 15 metros de altura y 160 toneladas de acero, la pieza le fue encargada a Picasso por William Harmann, asociado de SOM. En el sitio web de los arquitectos Loebl, Schlossman & Hackl, se puede leer que “en marzo de 1963, el equipo de arquitectos del Daley Center votaron a qué escultor pedirle una obra de gran escala para la plaza. Unánimemente escogieron a Pablo Picasso.” Richard Bennett, uno de los arquitectos del equipo, le escribió a Picasso un poema en el que describía el espacio. La primera línea decía: “a la mitad de Chicago hay un lugar plano de cien por cincuenta metros,” y luego describía cada edificio que limitaba esa plaza, su usos y los de algunos edificios cercanos y luego los barrios que rodeaban la ciudad y las fábricas y el aeropuerto. Al terminar, Bennett escribió:

A la mitad está la plaza vacía donde millones y otros
millones visitarán el corazón de esta poderosa
ciudad hecha por máquinas
Es un lugar que espera un espíritu
el espíritu en una escultura
¿Quiere hacerla?

Picasso quiso. En el mismo sitio de Loebl, Schlossman & Hackl, cuentan que respondió: “saben que nunca acepto encargos de ningún tipo de trabajo, pero en este caso estoy involucrado en proyectos para las dos más grandes ciudades de la mafia” —la otra era Marsella. Picasso no aceptó los cien mil dólares que le ofrecieron por la obra que obsequió al pueblo de Chicago. En 1965 Picasso entregó una maqueta de un metro de altura y dos años después la escultura, fabricada no lejos de Chicago, fue inaugurada.

La descripción de la plaza del Daley Center que hizo Bennett la presenta como el centro de la ciudad —era, como su nombre original dejaba claro, el centro cívico de Chicago. Todo gira alrededor de ese espacio del que la escultura de Picasso se volverá centro: centro del centro cívico de la ciudad.

En su libro, Arte público y espacio político, Félix Duque responde de algún modo a la breve conferencia que Martin Heidegger dictó en 1964 para la inauguración de una exposición de esculturas. Lo hace en principio agregando al título de la conferencia de Heidegger, Arte y espacio, dos palabras que, en el primer capítulo, pone entre paréntesis: el arte (público) y el espacio (político). “No hay que fiarse —dice— quizá todo arte sea público y, correlativamente: todo espacio, político.” La cadena de referencias es larga y compleja: si el arte, en el sentido que le da Heidgger, saca o desvela la verdad de las cosas, nos la pone enfrente: la expone, todo arte hace público —en el doble sentido. Por otra parte, si el espacio es lo que se saca —se abstrae, dice Heidegger— de los lugares y los lugares son lo abierto que se ocupa, espacio y lugares provienen de una producción: poiesis y techne. Para Duque el espacio es un producto técnico: “«artificio» y «naturaleza» no son sino dos extremos de una historia de ese «abrir espacios» que es la Técnica.” Y la técnica, también para Duque, siempre es social y, por tanto, eminentemente política.

La plaza vacía rodeada por edificios públicos, oficinas, comercios, templos, llena de gente, al corazón de esa “poderosa ciudad hecha por máquinas,” tal como lo describió Bennett, es sin duda un espacio político, inevitablemente político y desde antes de su construcción: su construcción misma es un hecho técnico y político. Y la gran escultura de Picasso no podía ser otra cosa que pública, como todo arte. No llega a esa plaza a llenar un vacío. “El vacío no es nada —dice Heidegger. No es una deficiencia. En la materialización escultórica, el vacío juega al modo de una proyección que instituye los lugares.”

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Poéticamente habita el hombre https://arquine.com/poeticamente-habita-el-hombre/ Fri, 20 Mar 2015 13:59:25 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/poeticamente-habita-el-hombre/ Hölderlin nació el 20 de marzo de 1770. Uno de sus versos será fundamental para la idea de habitar en Heidegger: "pleno de méritos pero poéticamente habita el hombre en esta tierra."

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Imaginen el salón de la clase de teología en el célebre seminario de Tubinga a finales del siglo XVIII. Entre los alumnos están los futuros filósofos Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Friedrich Wilhelm Joseph Schelling y el que será poeta: Johann Christian Friedrich Hölderlin.

Hölderlin nació el 20 de marzo de 1770 y murió 73 años después de los cuales los últimos 36 fueron, según se lee en alguna nota biográfica, de pacífica locura. Su influencia, dice la misma nota, fue profunda en poetas y pensadores como Nietzsche, Rilke, Celan o Heidegger.

A unos 140 kilómetros al norte de Tubinga está Darmstadt, donde se realizaron con una periodicidad irregular entre 1950 y 1975 los Coloquios o Conversaciones de Darmstadt. En 1951 el tema del encuentro fue El hombre y el espacio. Eran los años de la reconstrucción tras que la gran guerra dejó devastadas cientos de ciudades europeas. Se reunieron, entre otros, los filósofos Martin Heidegger, su alumno Hans Georg Gadamer y su admirador, el español Jorge Ortega y Gasset. También participaron arquitectos, no sólo como público sino presentando proyectos. Hans Scharoun, por ejemplo, mostró uno para una escuela primaria y secundaria que nunca llegó a realizarse. Ortega leyó, en alemán, una ponencia titulada El hombre más allá de la técnica, que iniciaba con un elogio “al gran Heidegger, que no gusta, como los otros hombres, de detenerse sólo en las cosas, sino, sobre todo —y esto es muy peculiar de él— en las palabras.”

Tiempo después Ortega describirá aquél encuentro: “como es sabido, el coloquio versaba sobre arquitectura y acudieron casi todos los grandes arquitectos alemanes —los viejos y los jóvenes. Era conmovedor presenciar el brío, el afán, el trabajo con que aquellos hombres que viven sumergidos entre ruinas hablaban de su posible actuación. Dijeras que las ruinas han sido para ellos algo así como una inyección de hormonas que han disparado en su organismo un frenético deseo de construir. No creo que escenas de entusiasmo —individual y colectivo— como aquellas, puedan hoy presenciarse en ningún otro país de Occidente. Lo que allí vi y oí me inspiraba la intención de escribir un ensayo con este título: «La ruina como afrodisiaco”. (citado por Aldo Hidalgo Hermosilla)

La conferencia de Heidegger, hoy clásica, se tituló Construir, habitar, pensar. Ahí planteó que no construimos para habitar sino porque habitamos. Paseando por las etimologías —esa atención a las palabras que elogió Ortega—, Heidegger hace de construir, bauen, y habitar, whonen, palabras derivadas de ser: somos los habitantes del mundo y porque lo habitamos lo construimos.

Heidegger explicará después esa relación entre habitar, construir y pensar en un par de ensayos a partir de versos de aquél poeta que vivió la mitad de su vida en pacífica locura: “voll Verdienst doch der Mensch dichterisch auf dieser Erde wohnt” : pleno de méritos pero poéticamente habita el hombre en esta tierra.

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