Resultados de búsqueda para la etiqueta [Grand Tour ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Sat, 26 Nov 2022 01:56:06 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 El viaje de Eisenman y Colin Rowe https://arquine.com/el-viaje-de-eisenman-y-colin-rowe/ Tue, 05 Nov 2019 07:16:56 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-viaje-de-eisenman-y-colin-rowe/ Para Peter Eisenman, los dos viajes que hizo acompañando a Colin Rowe fueron su verdadera educación de arquitecto. Una educación que luego debió profundizar al tiempo que se rebeló contra ella.

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“Si no hubiera sido por Colin Rowe, no sería lo que soy hoy en día.”

Peter Eisenman

Eisenman escribió eso casi al final de un texto que se publicó en la revista Perspecta en el 2008. Rowe, que había nacido en Rotherham, Inglaterra, en 1920, murió el 5 de noviembre de 1999. El texto de Eisenman se titula The Last Grand Tourist: Travels with Colin Rowe jugando con la idea del Grand Tour, el largo viaje que en el siglo XVII y hasta finales del XIX emprendían los jóvenes aristócratas del norte de Europa para completar su educación. “La idea del grand tour en arquitectura es una tradición inglesa, si no europea”, escribe Eisenman, “en él un viajero con mayor edad y experiencia inicia a un joven en los esplendores del sur de Europa.” El viaje a la cuna de la arquitectura clásica se volvió parte fundamental de la educación de un arquitecto, agrega Eisenman, aclarando que sus viajes con Colin Rowe fueron parte, más bien, de una “educación accidental.” Rowe era doce años mayor que Eisenman y enseñaba en Cambridge cuando éste llegó ahí con una beca tras un viaje frustrado que empezó y terminó en París casi el mismo día. Rowe había estudiado con el historiador Rudolf Wittkower y tras sus pasos había escrito y publicado en 1947 —a los 27 años, la misma edad que tenía Eisenman cuando conoce a Rowe— “Las matemáticas de la villa ideal”, un ensayo en el que relacionaba la lógica compositiva de las villas palladianas con las de Le Corbusier. Eisenman escribe que en sus primeros encuentros, cuando visitaba a Rowe en su apartamento, éste sacaba de su librero tratados en los que le mostraba planos de edificios del Renacimiento.

“Aprendí a entender las sutilezas de estos planos, cómo constituyen la esencia de lo que es arquitectónico, de lo que se ha vuelto persistente en la arquitectura. No analizábamos su función sino más bien las relaciones arquitectónicas en esos planos. Eso construyó la base de nuestro viaje.”

El viaje lo empezaron en Holanda, porque Eisenman tenía interés por las obras de De Stijl. Siguieron por Alemania y Mies, luego Suiza y lo que ahí había construido Le Corbusier y llegaron a Italia. En Como, frente a la Casa del Fascio de Terragni, Eisenman tuvo lo que Rowe calificó como una revelación. Siguieron a Milán y entonces Rowe se hizo cargo del viaje y de sus enseñanzas. Arquitectura renacentista y manierista. Prohibido el barroco. Eisenman escribe que sacaba transparencias pero no dibujaba.

“Aprender a ver requiere algo más que tomar transparencias o hacer dibujos. Mi lección más importante de arquitectura fue la primera vez que vi una villa palladiana. No recuerdo cuál era, en algún lugar del Veneto. Hacía calor. Más de 35 grados y muy húmedo. Colin dijo, «siéntate frente a esa fachada hasta que puedas decirme algo que no puedas ver. No quiero que me hables del rusticado, ni de la proporción de las ventanas. No quiero que me hables de la simetría ni de esas cosas de las que habla Wittkower. Quiero que me digas algo que esté implícito en la fachada.» Recuerdo ese momento como si fuera ayer. Así fue como Colin empezó a enseñarme a ver como arquitecto. Cualquiera puede ver las relaciones de una ventana con un muro, ¿pero puede cualquiera ver la tensión en su borde, el hecho de que las ventanas venecianas se empujan fuera del centro para crear un espacio en blanco, un vacío entre las ventanas que actúa como energía negativa? Esas ideas no se encuentran en los libros. Se encuentran al ver arquitectura.”

Eisenman describe cómo siguieron el viaje a Venecia, luego a Verona y Padua; no a Florencia porque primero había que ver Roma, pero sí hasta Nápoles. Rowe era implacable en su itinerario. Doce horas diarias de lecciones, dice Eisenman. De Italia siguió Francia. En París estuvieron frente al número 35 de la rue de Sevres, el estudio de Le Corbusier. Toca, dijo Rowe. ¿Qué le voy a decir?, preguntó Eisenman. Anda, toca, repitió Rowe. Eisenman se quedó viendo la puerta. No, le dijo a Rowe, no sabría qué hacer. Y dieron media vuelta sin haber tocado la puerta. Después de ese primer viaje, Rowe y Eisenman harían otro más en 1962.

“Haber tenido como mentor a uno de los tres grandes historiadores y críticos de la segunda mitad del siglo XX —los otros dos eran Banham y Tafuri— fue la experiencia más intensa que he tenido. El tiempo que pasé con Rowe fue mi educación como arquitecto. En esos dos años y dos viajes, recibí una educación que sería imposible obtener de otra manera. Continué profundizando esa educación al mismo tiempo que me rebelaba contra ella.”

Eisenman cuenta que al siguiente verano de su segundo viaje con Rowe se casó. El viaje de bodas fue en coche, por Italia, repitiendo parte del itinerario que había hecho con Rowe. En un camino cerca de Cortona, un pequeño MG verde se paró detrás del auto en el que viajaban Eisenman y su esposa. “Liz, no lo vas a creer, Colin Rowe acaba de estacionarse detrás de nosotros.” Y sí, dice Eisenman, era Rowe con su nuevo acompañante y aprendiz: Alvin Boyarsky, quien luego sería director de la Architectural Association en uno de los mejores momentos de esa escuela.

“Si no hubiera sido por Colin Rowe, no sería lo que soy hoy en día. Pero también, si no hubiera escapado de Rowe, no sería lo que soy hoy en día.”

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Sobre el estado actual del Grand Tour https://arquine.com/sobre-el-estado-actual-del-grand-tour/ Thu, 24 Aug 2017 16:00:31 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/sobre-el-estado-actual-del-grand-tour/ ¿Por qué viajar? Ante esta situación de globalización – en su mayoría precaria – ¿cual es el papel del estudiante de intercambio académico, del viajero en el Grand Tour? ¿Cuál será la función actual de este sistema, en el cual viajan estudiantes de todos los países a todo el mundo?

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La imagen superior es un dibujo de Charles-Edouard Jeanneret, el joven que posteriormente sería Le Corbusier; pionero de la arquitectura moderna, de los lentes negros de pasta gruesa y de las plantas libres. Al terminar la escuela en su pueblo originario, un maestro suyo lo convenció de viajar a distintas partes de Europa con el fin de ampliar su visión y conocimientos sobre el mundo. El dibujo consiste en un apunte hecho en uno de sus viajes, en este caso al norte de Italia. Aquellos viajes de Le Corbusier son una muestra de las ultimas instancias de lo que se conoció desde el siglo XVII hasta el XIX como el Grand Tour.

La tradición aristocrática del Grand Tour consistía en viajar. Los jóvenes de la nobleza y de familias pudientes del norte de Europa y posteriormente de Norte América emprendían rumbo a Francia, Italia, Grecia, Alemania y demás durante varios meses o años, con un itinerario establecido cuyo propósito era ir en busca de las raíces de la cultura occidental. Dicha practica – característicamente burguesa y símbolo de estatus social – tenia otros propósitos: era un rito de paso hacia la madurez adulta y una oportunidad para ampliar el espectro cultural de los viajeros así como una para triscar con la alta sociedad de diversos lugares. Una parada en alguna de las ruinas del Imperio Romano, así como el estudio cauteloso de la arquitectura neoclásica, renacentista y medieval – como se puede ver en el dibujo del joven Le Corbusier – eran practicas comunes en la costumbre romántica del Grand Tour; imprescindible para la formación arquitectónica o artística de aquel entonces. Los individuos que emprendían en dicho viaje gozaban de adiestramiento en las artes liberales y de la oportunidad de adquirir libros, obras de arte, artefactos culturales, instrumentos científicos y conocimiento no disponibles en su país de origen.

Esta tradición ilustrada se dejo de practicar como tal al surgir el turismo moderno pero, ¿realmente ha desaparecido? A pesar de que ya no existe dicha práctica de manera institucional, su esencia se mantiene de alguna forma, al menos en lo que le compete a las universidades que forman jóvenes arquitectos. Los programas de movilidad estudiantil, los intercambios académicos, y los servicios de becas o study abroad llenan de una manera u otra los huecos que solía ocupar el Grand Tour. El objetivo es el mismo, aprender y conocer sobre cosas de las que uno no puede en su lugar de origen, y también ¿por qué no? pasearse, turistear. Para cualquiera adentrado en la arquitectura o en cualquier otra forma de expresión cultural, el acto de viajar es un ejercicio activo.

A pesar de que el llamado Grand Tour en este sentido sigue vigente por la inquietud de conocer distintos lugares, las condiciones sociales que le dieron origen han ya expirado. Es decir, la función que cumplía el Grand Tour entre los siglos XVII y XIX es hoy obsoleta si la juzgamos bajo los mismos estándares. La globalización, las economías neoliberales, el internet y los mercados de información son la circunstancia actual. Ya no es necesario viajar como lo fue antes, pues con una conexión de banda ancha está disponible toda la información de la red; y con un mercado globalizado la tendencia es que en una esquina del mundo tanto como en la otra se consuma el mismo tipo de comida rápida, de moda, de dispositivos digitales, de entretenimiento, de referente culturales, etc. De la misma forma, los países mantienen fuertes contrastes económicos uno frente a otro y el panorama global económico, político y sociocultural es uno de desigualdades.

¿Por qué viajar? Ante esta situación de globalización – en su mayoría precaria – ¿cuál es el papel del estudiante de intercambio académico, del viajero en el Grand Tour? La condición actual exige una respuesta a estas preguntas mientras se viaja ¿Cuál será la función actual de este sistema, en el cual viajan estudiantes de todos los países a todo el mundo? Hoy pasa también lo contrario, una especie de anti-Grand Tour: los jóvenes de Europa viajan a países de Asia, África y Sudamérica, no para encontrar las raíces de la cultura occidental, sino para examinar de cerca sus resultados.

Lo ideal ante dicho contexto internacional podría ser, tal vez, lo que intentó hacer Le Corbusier. Es decir, desde la practica individual, subvertir esta condición en la medida de lo mayor posible. Le Corbusier es un buen ejemplo, pues en sus viajes comenzó su creciente interés por la arquitectura con la cual posteriormente propuso soluciones a los problemas de su época, que aunque son criticadas, tal vez hubieran sido inconcebibles sin aquel previo Grand Tour. Habría que romper con esquemas preestablecidos de viajar, para imaginar y vivir otras formas de viaje que sean vigentes hoy, otros destinos y otros fines. Esto tal vez implique experimentar, pulir, y reinventar la identidad individual para por fin hacer aquello sin lo cual el Grand Tour estaría incompleto: regresar.

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