Resultados de búsqueda para la etiqueta [Glenn Murcutt ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Wed, 03 Apr 2024 15:46:56 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Desayuno con el maestro: una visita a Glenn Murcutt https://arquine.com/desayuno-con-el-maestro-una-visita-a-glenn-murcutt/ Mon, 01 Apr 2024 16:14:16 +0000 https://arquine.com/?p=88851 Llegamos a casa de Glenn Murcutt antes de lo previsto. La lluvia matutina torció el plan para llegar en transporte público y un Uber nos llevó de volada al barrio de Mosman, en Nueva Gales del Sur, al otro lado de la bahía. Nos abrió su esposa y, casi sin saludar, llamó a Glenn, quien […]

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Llegamos a casa de Glenn Murcutt antes de lo previsto. La lluvia matutina torció el plan para llegar en transporte público y un Uber nos llevó de volada al barrio de Mosman, en Nueva Gales del Sur, al otro lado de la bahía. Nos abrió su esposa y, casi sin saludar, llamó a Glenn, quien salió hablando por teléfono, sin paraguas, haciéndonos señales para que lo siguiéramos. En breve llegamos a su coche, un Audi gris, y tras unos breves saludos húmedos en lo que nos cruzábamos los cinturones de seguridad, nos enfiló por las calles de su barrio residencial hasta llegar a un antiguo pabellón, ahora restaurante, con sabor a club campestre. Y ahí, con croissants y capuchinos de por medio se soltó a contarnos todo y más, como si hiciera tiempo que nos aguardara.

En realidad, le hablé un mes antes, desde México, anunciándole nuestra visita a Sídney. La única manera de contactarlo —lejos de los mil canales contemporáneos de este siglo— sigue siendo el teléfono de su casa, con una contestadora de por medio. Y cuando por fin conseguí hablar con él —cuando descolgó el aparato mientras yo le narraba a su contestadora nuestros planes— le conté, para ponerlo en contexto, los buenos ratos que habíamos pasado en Mérida con el Bonch y Carlos Jiménez, viendo haciendas rescatadas por el magnífico quinteto yucateco; el viaje en coche por un sacbé asfaltado que se hacía estrecho ante la velocidad ultrasónica del Bonch al volante, mientras Carlos acompañaba el viaje con rolas de Bob Dylan a todo volumen y quizá Glenn, como yo, pensaba que podía ser un final de vida absolutamente glorioso. La anécdota fue el password necesario para seguir la conversación y acordar que, llegando a Australia, le volvería a hablar por teléfono para ponernos de acuerdo sobre dónde y cuándo vernos. Ya no fue necesario recordarle otro momento grandioso —y con menos riesgo— en el Museo Pérez de Miami, en el que hizo un análisis despiadado de la obra de Zaha Hadid, horas antes de la premiación póstuma a Frei Otto como trigésimo noveno premio Pritzker.

Mosman NSW 2088, Australia

Ya con él, resultó que su plática telefónica interrumpida por nuestra llegada era con un buen amigo de Seattle, arquitecto nonagenario y en forma, con el que sigue unido gracias a una llamada trimestral para corroborar, con sus apasionadas anécdotas, que ambos siguen vivos. Y mientras Andrea y yo escuchábamos con atención todo lo que estaba dispuesto a contarnos, tratando de masticar el croissant en silencio para no perder ni una palabra de su hermoso acento australiano, Murcutt recordó las veces que estuvo en México, cinco quizá. La primera, en 1973, cuando tenía prevista una corta escala antes de viajar a Chile, justo antes del golpe de estado de Pinochet del 11 de septiembre, que frustró el plan sudamericano y lo hizo quedarse en México. Fue entonces cuando visitó la Bacardí de Mies y descubrió que era sólo una parte de algo mucho mayor y más interesante si cabe: que era la planta embotelladora de Félix Candela. Regresó años más tarde, queriendo conocer a Luis Barragán y, con la ayuda del embajador de México en Australia, contactó a Raúl Ferrera quien prácticamente le bloqueó el contacto. Sería finalmente Toño Gallardo, ya por entonces en el Colegio de Arquitectos de México, quien le abrió la puerta de su predecesor como premio Pritzker, un año antes de su muerte. Y visitó la casa Gálvez, la Ortega y la Gilardi, conociendo a su dueño. Sin fechas más precisas, nos narró otra visita, en esa ocasión a Chiapas, y su prodigiosa memoria nos llevó de Tuxtla a San Cristóbal, con el papá de un mexicano-australiano, también médico prozapatista; y de Bonampak a Yaxchilán en una avioneta que apenas cabía en la pista de terracería. Por último, su visita a Mérida y su plática en la Marista, cuando lo conocí. 

San Cristobal de las Casas, México.

 

Habló de su padre, de los consejos que le daba para que, hiciera lo que hiciera, siempre fuera lo mejor posible, con humildad, sin buscar ningún reconocimiento. Y su sentido del trabajo, con responsabilidad y sin prisas, mismo que lo ha llevado a trabajar solo prácticamente siempre. De las pláticas con sus posibles clientes, los primeros croquis, el desarrollo del proyecto y la importancia del detalle constructivo. Contaba que una vez al trimestre recoge toda la correspondencia acumulada para leerla y responder cada solicitud, escogiendo aquellas que más le retaban. Una tarea que le llevaba tres o cuatro días y que, todavía hoy, sigue siendo su modus operandi. Ahora está llevando a cabo un par de proyectos en la costa oeste de Australia y, en las primeras etapas, convive con sus clientes unos días en sus casas, definiendo juntos el programa y los primeros trazos, acordando —siempre juntos— el espacio que van a habitar. Luego, en su restirador, dibujará con todo detalle cada parte, cada elemento, como si al dibujar ya estuviera construyendo. De ahí su apología al dibujo a mano, de la repetición capa tras capa, ajuste, el zoom in y zoom out constante, y su crítica a las nuevas generaciones que dibujan con programas que automatizan decisiones proyectuales sin darse el tiempo de imaginar el espacio creado en tres dimensiones.

1989-94 : Simpson-Lee House, Mount Wilson (NSW) Glenn Murcutt

Para terminar, elogió el trabajo de David Chipperfield, a quien recuerda desde que vivió un tiempo en Sídney; y evocó también las visitas de Rafael Moneo, quien trabajó con Jørn Utzon años antes de que éste ganara el concurso para la Ópera de Sídney, una obra, por cierto, mucho más compleja e interesante que la exitosa morfología de sus cascarones solapados. Y sus paseos con su querido amigo Juhani Pallasmaa, sus coincidencias profundas respecto a la arquitectura, hasta una cariñosa queja hacia nuestro amigo común, Carlos Jiménez, que le ha prometido demasiadas veces que lo visitará.

Horas de sabiduría y recuerdos de un gran maestro dispuesto a compartir con una generosidad enorme, sus experiencias y reflexiones, y todavía puesto a cruzar, una vez más, ese inmenso Océano Pacífico que lo separa de México.

Por fin, entre las últimas gotas y los primeros rayos de sol, nos llevó por sinuosos senderos viendo la bahía, nos compartió su interés por el paisaje, por el reciclaje de edificios, de algunos pabellones que fueron del ejército y de la marina y que hoy cobran nueva vida, de las aves exóticas que se perpetuaron en esa inmensa isla, entre frenadas y acelerones, manejando convulsamente por la izquierda. Al despedirnos, nos dejó en un muelle casi vacío, sugiriéndonos volver al puerto de Sídney de la mejor manera posible: en un ferry que nos permitió admirar la ciudad, el puente y la Ópera desde el agua.

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Glenn Murcutt, Praemium Imperiale 2021 https://arquine.com/glenn-murcutt-praemium-imperiale-2021/ Tue, 14 Sep 2021 14:34:39 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/glenn-murcutt-praemium-imperiale-2021/ Glenn Murcutt ha sido galardonado con el Praemium Imperiale 2021, otorgado por la Asociación Japonesa de Arte.

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Establecido en 1988 por la Asociación Japonesa de Arte, el Praemium Imperiale en su edición 2021 ha sido concedido al fotógrafo Sebastiâo Salgado, al escultor James Turrell, al músico Yo-Yo Ma y al arquitecto australiano Glenn Murcutt.

Murcutt nació en Londres en 1936. Su familia regresó a Australia en 1942, donde se recibió como arquitecto en el Sydney Technical College en 1961. En 1969 estableció su propia oficina, trabajando desde entonces prácticamente en solitario. “Murcutt utiliza materiales simples como madera local, acero corrugado, piedra, vidrio y concreto y busca una arquitectura basada en un proceso de observación y descubrimiento que trabaja y utiliza las características de la tierra, la luz y los materiales, permitiéndole crear edificios que sean confortables tanto en invierno como en verano, sin recurrir a climatización artificial.” Cuando se le pregunta por qué sólo construye en Australia, Murcutt explica: “Hace falta hablar el lenguaje de la gente para encargos en otros lugares; el lenguaje proporciona las sutilezas de la cultura. También deben entenderse las variaciones anuales del clima y muchas otras condiciones, como la tierra y la vegetación.” Murcutt recibió el Premio Pritzker en 2002 y la Medalla de Oro del American Institute of Architects en 2009.

En arquitectura, en ediciones anteriores el premio lo han recibido Tom Williams y Billie Tsien, Rafael Moneo, Paulo Mendes da Rocha, Ricardo Legorreta, Zaha Hadid, Frei Otto, Renzo Piano, Gae Aulenti, , entre otras personas.

 

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Barragán, Murcutt, Zumthor, semejanzas y lecciones https://arquine.com/barragan-murcutt-zumthor-semejanzas-y-lecciones/ Thu, 04 Feb 2021 14:14:40 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/barragan-murcutt-zumthor-semejanzas-y-lecciones/ Es común a estos tres arquitectos el planteamiento de una vida personal que implica la aceptación de valores asociados a la cotidianeidad de las formas de vida y relaciones sociales de las comunidades de donde son originarios, entre los que podemos reconocer: orgullo de pertenencia, sencillez, austeridad, mesura y un cierto alejamiento respecto de los reflectores.

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Resulta  atractivo entender el ejercicio de la arquitectura, como la expresión construida de los valores de la vida, implicando en ello un serio compromiso por representar  la modernidad universal, pero desde la perspectiva particular de las culturas locales, logrando con lo anterior personalizar y diversificar las posibilidades compositivas, formales y constructivas de la arquitectura, enriqueciendo por este camino el panorama global de la misma. En los últimos cuarenta años se ha consolidado un claro y fuerte movimiento en este sentido, representando lo anterior, entre otros, el destacado trabajo proyectual de tres arquitectos: Luis Barragán (1902-1988) mexicano, oriundo del estado de Jalisco, Glenn Murcutt (1936) australiano nacido en Londres, Inglaterra, ejecutando sus trabajos justamente en Australia y Peter Zumthor (1943) nacido en Basilea, Suiza, quien ha realizado la mayoría de sus proyectos en su país natal y algunos más en otras localidades del mundo. Cada uno de los mencionados, cuenta con personalidad propia y un número discreto pero consolidado de obras que los identifican, llevándolos a formar parte indiscutible de la arquitectura moderna.

Capilla de las Capuchinas Sacramentarias, Luis Barragán, dibujo Rodrigo López Sanroman

 

Es común a los tres arquitectos, en principio, el planteamiento de una vida personal, que implica la aceptación de valores asociados a la cotidianeidad de las formas de vida y relaciones sociales de las comunidades de donde son originarios, entre los que podemos reconocer: orgullo de pertenencia, sencillez, austeridad, mesura y un cierto alejamiento respecto de los reflectores que identifican a una buena parte de los arquitectos que gozan de amplio reconocimiento, pero sin que ello signifique dejar de prestar atención a todo lo que sucede en el mundo en términos culturales, como parte de la condición actual de globalidad. Apoyados en esta idea fundamental, que implica la interrelación inteligente y creativa de lo local y lo universal, de lo particular cotidiano y lo general que puede implicar al conjunto de los otros, es que construyen las ideas conceptuales que le dan sentido a sus propuestas proyectuales de diseño.

Casa Marie Short, Glenn Murcutt, dibujo de Karla G. Ávila Ramírez de Arellano

 

El conjunto de las obras realizadas por Barragán, Murcutt y Zumthor, fueron y son realizadas en discretos despachos o, mejor dicho, talleres de proyectos, ubicados en sus lugares de origen o residencia, en donde los autores con un número reducido y cercano de colaboradores, en equipo, le dedican personalmente mucho tiempo al desarrollo de los proyectos que les son encomendados, implicando en ello de inicio, una valoración concienzuda del entorno y sitios particulares donde se ubican, otro tiempo largo y pausado al planteamiento de las ideas conceptuales que darán sentido a sus propuestas,  hasta llegar al desarrollo ejecutivo de estos proyectos, poniendo cuidado y atención, desde los planteamientos generales, hasta llegar en especial al desarrollo minucioso de los detalles que están necesariamente implicados. Los autores además, están muy cercanos a la realización construida de las obras, estableciéndose un proceso de retroalimentación, entre generación de ideas y la materialización de las mismas. Complementa lo anterior el viajar a distintos lugares, con ojos atentos, valorando diversas arquitecturas, formas de vida y relacionarse con personajes diferentes de la cultura, entendiendo lo anterior, como  afluentes intelectuales que enriquecen sus procesos creativos, diversificando y consolidando la construcción de sus ideas, así como sus repertorios compositivos y formales.

 

Capilla de San Benito, de Peter Zumthor, dibujo de Karla G. Ávila Ramírez de Arellano

 

Al revisar las obras realizadas por los autores que ahora nos ocupan, es común que la mayoría de las mismas cuenten con una escala discreta, que no sean muy numerosas y que se aprecie en ellas cuidado y dedicación notable en su realización, llegando a resultados que podemos entender y apreciar como la puesta en práctica de una poética  arquitectónica, que se relaciona en varios casos, con las notables obras construidas por las culturas locales donde su ubican, pero como reinterpretación y  compromiso en relación con la actualidad, utilizando materiales y procedimientos constructivos tradicionales, al mismo tiempo de incorporar algunos componentes y detalles, que se pueden asociar a las tecnologías contemporáneas. Hablamos de obras en las que lo artesanal y lo moderno, conceptual y tecnológicamente hablando, se armonizan. Se trata de arquitecturas amables y respetuosas de la naturaleza y los sitios en particular donde se ubican, practicando criterios racionales, en sus variantes minimalistas, procurando además dejar las menores huellas construidas posibles, utilizando para el efecto energías pasivas, limpias, renovables y materiales naturales de las localidades. Los tres autores, cada uno con resultados que identifican su propia personalidad proyectual, manejan formas sencillas, regulares, otorgando particular importancia a generar espacios serenos, placenteros, de atmósferas vivenciales amables, en donde el silencio y la intimidad ocupan un papel fundamental, así como el juego de la luz, las sombras y las texturas visuales y tactiles.

Hablamos de un Barragán, con repertorios formales que tienden a la abstracción neoplasticista, pero con calidades materiales y vivenciales referidas al conjunto de su cultura local jaliciense, con diestros manejos de escala, proporción y colores vivos, relacionados con las culturas populares. De Murcutt empleando formas regulares, reinterpretando expresivamente propuestas miesianas, en donde los componentes estructurales desempeñan un papel sustancial, pero también implicando las perspectivas vitales y constructivas de las culturas locales australianas y Zumthor, experimentando con interpretaciones formales y compositivas un tanto mas diversas, que van desde la abstracción pura, hasta la expresividad de componentes estructurales, en donde  texturas y colores neutros están presentes, relacionando de manera amable, pero contrastada sus proyectos, con respecto al entorno natural donde se ubican. En todos los casos buscando, como ya se ha comentado,  discreción, serenidad, silencio y la presencia de la luz, que califica y dramatiza texturas y volumetrías.

Casa Marika -Alderton, de Glenn Murcutt, dibujo de Karla G. Ávila Ramírez de A.

 

Los tres autores fueron merecedores  del premio Pritzker: Luis Barragán en 1980, Glenn Murcutt en 2002 y Peter Zumthor en 2009. Sus obras se han convertido en referentes para las generaciones recientes de arquitectos en todo el mundo, pero sobre todo su más importante lección, que hay que tomar en cuenta, tiene que ver con la postura de reconocer orgullo y pertenencia en relación a sus culturas locales, ser conocedores al mismo tiempo de los movimientos arquitectónicos universales y arriesgar alternativas proyectuales que implican mezclas, reinterpretaciones contemporáneas del conjunto de lo anterior, desde visiones y perspectivas personales, en donde lo más trascendente ha sido la decisión de ser ellos mismos, mediante la construcción de ideas propias, que tienen que ver con sus particulares circunstancias vitales. Dedicando con paciencia, tiempo y cuidado a la realización de sus proyectos, poniendo en juego conocimientos, sensibilidades, imaginaciones, capacidades creativas, en obras que no tienen que ver necesariamente con desarrollos de gran escala, sino que lo trascendente lo logran con la originalidad de sus propuestas, que están alejadas de las corrientes del pensamiento que se identifican con los llamados arquitectos estrellas, vinculados al sistema comercial. Lo importante está en el valor de las ideas y no en el costo y volumen de las obras.

Capilla votiva San Niklaus Von Flue, de Peter Zumthor, dibujo de Karla G. Ávila

 

Se trata al final de cuentas de una buena lección,  un camino, una postura común, que se muestra factible e incluso deseable, para la práctica profesional de la mayoría de arquitectos, que forman parte de la diversidad cultural que para nuestra fortuna, se expresa y convive en múltiples regiones del mundo, pudiendo realizar arquitecturas, entendidas como compromiso y servicio, cercanas a las realidades de la  gente, en donde el ser humano, la familia y las necesidades cotidianas de pequeñas comunidades, son lo importante para el planteamiento y realización de los proyectos. Como ejemplos, hablamos de obras como la Capilla para Las Capuchinas Sacramentarias, 1953 y la Fuente de los Amantes 1964, de Luis Barragán, la Casa Marie Short, 1975 y la Casa Marika-Alderton, 1994, de Glenn Murcutt o la Capilla de San Benito, 1988 y la Capilla votiva dedicada a San Niklaus von Flue, 2007,  de Peter Zumthor. Finalmente vale la pena, para conocer un poco mas de cerca el pensamiento de estos arquitectos, leer sus discursos de aceptación de los premios Pritzker, a los cuales fueron acreedores.

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Murcutt en Mérida https://arquine.com/murcutt-en-merida/ Mon, 28 Feb 2011 18:17:35 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/murcutt-en-merida/ Murcutt reivindicó el término ‘funcionalismo ecológico’ acuñado por su colega finlandés Juanni Pallasmaa, en lugar de redundar en la sustentabilidad, ya vacía de contenido.

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Glenn Murcutt dio su última conferencia. El premio Pritzker australiano cerró el congreso de arquitectura organizado por la Universidad Marista de Mérida, con una reflexión sobre su propio trabajo, mostrando sus referencias –desde el paisaje australiano hasta la forma de una hoja- para cerrar con una mirada panorámica sobre sus obras. En este segundo congreso anual también participaron el tejano Carlos Jiménez y el yucateco Augusto Quijano.

Murcutt, en su despedida de los escenarios, hizo una apología de las cosas bien hechas, del trabajo artesanal, de la filosofía naturalista de Thoreau y del dibujo a mano. Para él, dibujar es muy importante, es dejar que la mano se exprese y que de ella emerja la forma del trazo. Dibujando se piensa. Las computadoras -sentenció finalmente- ayudan a hacer arquitectura idiota.

Este gurú de la arquitectura sustentable que se precia de trabajar solo, no hacer más de un proyecto a la vez y habitar semanas enteras con sus futuros clientes (y pacientes) para conocerlos a fondo, defendió una arquitectura responsable y no impositiva. Una arquitectura que considere todo: luz, topografía, agua, peso, natural, responsable, estructura, espacio, cultura, contexto, tecnología, ya que –afirma-, “seguimos transformando en exceso la materia, consumimos demasiada energía y despilfarramos los recursos del planeta.”

Murcutt reivindicó el término ‘funcionalismo ecológico’ acuñado por su colega finlandés Juanni Pallasmaa, en lugar de redundar en la sustentabilidad, ya vacía de contenido. Para él la arquitectura debe entenderse más como un proceso que como un producto, más como un artefacto que asume el lugar, la cultura, la ecología y la tecnología, desde la responsabilidad y el compromiso. “No debe importar estar a la moda como ser honesto”, decretó ante la concurrida audiencia de estudiantes.

Ya fuera del escenario recordó su encuentro con Barragán. Lo conoció en 1973, cuando el premio Pritzker mexicano tenía 62 años y Murcutt era un joven arquitecto. Su trabajo integro, moderno pero bañado de una sutil capa de pasado –dijo- le dio energía y confianza en sus primeros pasos profesionales. Generoso con el tiempo y los jóvenes inquietos, Barragán le platicó de música, religión y arquitectura. También le ayudó a asumir la ansiedad necesaria que conlleva cada proyecto ya que, como le confesó Barragán, siempre se ponía nervioso ante un proyecto nuevo. Años después lo volvió a visitar pero Barragán ya prácticamente estaba retirado. Se limitaba a rechazar proyectos, con gran contrariedad –según recuerda- de su socio Raúl Ferrera.

Estos días Murcutt buscó entre las monumentales ruinas mayas una nueva lectura Avatarquitectónica más moral que estética, para exhortar el trabajo bien hecho como resistencia ante la aceleración global.

Avatar de la arquitectura

El dibujo muestra como funciona cada aspecto del edificio.

Citas a Thoreau. Nostalgia.

Tienes que empezar como te gustaría terminar (le decía su padre).

Tratar de hacer bien las cosas.

Barragán, según recuerda, era muy formal, de derechas, defensor de Franco en España, por ejemplo. Fue muy amable.

“Después de hablar una hora, con un amigo que traducía ya que Barragán no hablaba inglés, fue a cancelar dos compromisos que tenía y me obsequió su tiempo. Toda la tarde estuvimos platicando de música, de religión, de política, de arquitectura. Después pasé más de dos horas deambulando por las calles reflexionando sobre todo lo que me había dicho. Muy generoso con su tiempo y con los jóvenes. Fui muy privilegiado de conocerlo y me dio mucha confianza. Lo volví a visitar muchos años después. Le pedí que me mostrara los proyectos que estaba haciendo y me confesó que hacía muy poca cosa. Que permanentemente decía no, no y no a posible encargos. Por ello, su socio Ferrara estaba muy molesto y la relación entre ambos era muy tensa”.

Barragán le contó que siempre se ponía nervioso ante un proyecto nuevo. Cierto grado de ansiedad es fundamental para proyectar.

“También conocí a Francisco Gilardi, quien sólo acudía a ver a Barragán cuando Ferrara no estaba, para quien era un buen hombre pero tremendamente estúpido y que no entendía el sentido más profundo de la obra de Barragán. Quizá, añade Murcutt, no deba extrañar que pocos años después de la muerte de Barragán, su último socio se quitara la vida”.

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