Resultados de búsqueda para la etiqueta [Giorgio Vasari ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:21:59 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.3 El proyecto de Alberti https://arquine.com/el-proyecto-de-alberti/ Fri, 19 Feb 2016 02:18:36 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-proyecto-de-alberti/ De Leon Battista Alberti, Giorgio Vasari escribió que “habiendo estudiado latín y habiéndose interesado en la arquitectura, la perspectiva y la pintura, dejó libros escritos de tal manera que, dado que ninguno de nuestros artesanos modernos ha sido capaz de expresarse en estas materias por escrito y pese a que muchos lo superaban en sus obras, es considerado de gran influencia por sus escritos y superior, por tanto, incluso a aquellos que lo superaban en la práctica.”

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Muy grande es la ventaja otorgada por el aprendizaje, sin excepción, en todos aquello artesanos que se deleitan en él, pero particularmente en escultores, pintores y arquitectos, escribió Giorgio Vasari en Las vidas de los más sobresalientes arquitectos, pintores y escultores italianos, publicada en Florencia en 1550, al inicio de la biografía de Leon Battista Alberti. Un hombre, sigue Vasari, no puede tener un juicio perfecto, cualesquiera sean sus dotes naturales, si se le priva de la ventaja complementaría de ser asistido por el aprendizaje.

Alberti nació el 18 de febrero de 1404 en Génova. Su padre, Lorenzo, de una familia acomodada de comerciantes, había sido expulsado de Florencia por razones políticas. Alberti nació fuera del matrimonio. Su madre murió cuando él tenía dos años, víctima de la plaga, y su padre cuando él tenía dieciséis años. Sus parientes le negaron su parte de la herencia a causa de su nacimiento ilegítimo. Alberti tuvo una formación humanista, primero en Venecia y luego en Bolonia, donde estudio leyes, pero también música, pintura, matemáticas y gramática. Laurie Schneider dice que aunque se le recuerda más como arquitecto y teórico del arte “su campo primordial de creatividad y expresión personal era, de hecho, la literatura.” A pesar de su atracción por la pintura, la escultura y la arquitectura, agrega Schneider, “Alberti escribió más de esas artes de lo que las practicó.”

Pese a haberlo incluido en su libro sobre pintores, escultores y arquitectos sobresalientes, Vasari habría estado parcialmente de acuerdo con aquella afirmación. En la pintura “no hizo grandes ni muy bellas obras,” dice Vasari, “pues las pocas de su mano que podemos ver no muestran mucha perfección. No es de sorprenderse, visto que se dedicó más a los estudios que al dibujo.” Con todo, aunque Vasari afirma que la teoría, “cuando se separa de la práctica, es generalmente poco útil,” también piensa que el arte “se enriquece y perfecciona con la ayuda de la ciencia” y que “los consejos y los escritos de un artesano instruido tienen, por sí mismos, mayor utilidad y crédito que las palabras y las obras de aquellos que no saben nada más que hacer, lo hagan bien o lo hagan mal.”

Para Vasari, esto es manifiesto en Alberti quien, “habiendo estudiado latín y habiéndose interesado en la arquitectura, la perspectiva y la pintura, dejó libros escritos de tal manera que, dado que ninguno de nuestros artesanos modernos ha sido capaz de expresarse en estas materias por escrito y pese a que muchos lo superaban en sus obras, es considerado de gran influencia por sus escritos y superior, por tanto, incluso a aquellos que lo superaban en la práctica.” Vasari —a quien también hoy recordamos más por sus escritos que por sus edificios o sus pinturas— afirma que “por experiencia se ve que la escritura tiene mayor poder y más larga vida que cualquier otra cosa, pues los libros van a cualquier parte con facilidad y por doquier dominan las ideas.” Alberti lo tenía claro: ese primer hombre del Renacimiento, como se le ha calificado a veces, recomendó en alguno de sus libros que el objetivo de cualquier buena educación era, antes que nada, conseguir excelentes lectores y escritores. Y además del texto: la imagen. “En el año de 1457 —dice Vasari—, cuando el muy útil método de imprimir libros fue descubierto por el alemán Johann Gutenberg, Leon Batista, trabajando en líneas similares, descubrió una manera de trazar perspectivas naturales,” algo que por los mismos años también perfeccionaba, de una manera más práctica y menos teórica, Brunelleschi.

¿Podemos leer tanto en Alberti como en el elogio que hace Vasari de él como gran escritor, antes que nada, un antecedente al esto matará aquello de Victor Hugo? Éste pone en boca del cura medieval la amenaza: esto matará aquello: el libro impreso, más duradero y al mismo tiempo más ubicuo y portátil que el monumento, marcaba el final de la arquitectura, al menos en su sentido original para Victor Hugo: ser el registro de la historia, la experiencia y las ideas de la humanidad. Esto es, un nuevo medio de comunicación, el libro, desplazaba a otro, la arquitectura, que resultaba ya poco útil como tecnología e instrumento. Alberti, fue el teórico que, según Vasari, supo entender que la teoría era su práctica: lo que él mismo pensaba y no sólo lo que aprendía —algo que sin duda recuerda a la duda metódica que casi dos siglos después enunciaría Descartes— y comunicarla —en sus escritos tanto como en sus edificios, escasos, y sus pinturas, mediocres— su obra.

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El dibujo del mundo https://arquine.com/el-dibujo-del-mundo/ Thu, 31 Dec 2015 23:37:58 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-dibujo-del-mundo/ A medida que se viaja cambia la percepción de lo que se va viendo. Se modifica la representación de los espacios y los lugares. Se reflexiona sobre la experiencia vivida y lo que ésta significa para el conocimiento. Se estudia la novedad. Se aprende a distinguir el mito —o lo imaginado— de lo real y verificable y, pare ello, se procuran sistemas organizados que expliquen la percepción de la realidad —Isabel Soler.

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Un capítulo del libro de Isabel Soler El nudo y la esfera, el navegante como artífice del mundo moderno, se titula El dibujo del mundo. Empieza describiendo una imagen, el Cristo muerto pintado por Hans Holbein en 1517 y que Julia Kristeva califica como inquietante: “la representación sin disimulos de la muerte humana, la puesta al desnudo casi anatómica del cadáver, comunica a los espectadores una angustia insoportable delante de la muerte de Dios, confundida aquí con nuestra propia muerte, hasta tal punto se halla ausente la mínima sugerencia de trascendencia,” escribe Kristeva. Soler pone en paralelo el cuadro de Holbein y el trabajo de Andreas Vesalio, que en 1521 tenía siete años —nació el 31 de diciembre de 1514— y “veinte años depués, en 1543 —el mismo año en que Copérnico publica su De revolutionibus orbium coelestium—, ya como eminente profesor y cirujano, editará De humani corporis fabrica libri septe, uno de los manuales de anatomía más innovadores del Renacimiento.” Soler dice que en las primeras páginas de su obra, “Vesalio denuncia el grave error de los médicos al dejar en manos de los boticarios el control de las medicinas y la cirugía a cargo de los barberos, mientras el profesor describe desde el púlpito del aula partes de la anatomía humana que nunca ha visto de cerca.” Anterior a Descartes y su duda metódica, Vesalio también recomienda basarse sólo en la experiencia personal y no en conocimiento de las autoridades o en los prejuicios populares, a veces difíciles de diferenciarcomo en el caso de la medicina se daba entre la antigua tradición de Hipócrates y Galeno y los remedios ancestrales. El filósofo alemán Peter Sloterdijk dice que es posible que “la revolución de Vesalio tuviera más consecuencias para la autocomprensión de los seres humanos occidentales qeu el desde hace mucho tiempo supercitado y malinterpretado giro copernicano.

¿Por qué hablar de Vesalio y la anatomía en un libro dedicado a los navegantes de los siglos XV y XVI? Porque para Soler, tanto los estudios de anatomía como los adelantos cartográficos de aquellos siglos implican una nueva manera de concebir el conocimiento científico y las ideas de experiencia y experimento en que se sustentan.El mismo Sloterdijk afirma que “como hábito cognitivo es lo mismo dar la vuelta a la Tierra y reflejarlo en mapas, que abrir el cuerpo humano por todas partes y representarlo gráficamente desde todas las perspectivas” El viaje del explorador es al mapa lo que la disección al dibujo anatómico: revela lo que antes no se conocía sino de oídas. Dice Soler:

A medida que se viaja cambia la percepción de lo que se va viendo. Se modifica la representación de los espacios y los lugares. Se reflexiona sobre la experiencia vivida y lo que ésta significa para el conocimiento. Se estudia la novedad. Se aprende a distinguir el mito —o lo imaginado— de lo real y verificable y, pare ello, se procuran sistemas organizados que expliquen la percepción de la realidad.

La experiencia y el experimento son las maneras que tiene el explorador, sea del interior del cuerpo o de la geografía entera, para construir un conocimiento que poco a poco va dibujando cortes anatómicos y mapamundis idealmente cada vez más exactos. Así va borrando toda terra ignota que le salga a su paso. Por supuesto, ni los grabados que ilustran el libro de Vesalio ni los mapas que dibujaron sus coetáneos son representaciones objetivas de esa realidad que recién se descubría —o, como muchos han dicho: se construía. En su libro Objectivity, Lorrein Datson y Peter Galison explican que “la objetividad científica tiene una historia” y que “no siembre ha definido a la ciencia” ni ha sido “lo mismo que la verdad y la certeza,” que son anteriores como criterios “científicos.”

Parte esencial de esa búsqueda de la verdad que luego se transformó en una preocupación por la objetividad, desde la investigación del interior del cuerpo mediante disecciones y grabados anatómicos hasta la descripción de la tierra entera gracias a mapas detallados, incluyendo los planos y planes que anuncian nuestras obras por venir —Giorgio Vasari, que fundó en Florencia en 1563 la Academia de las artes del diseño, es decir, de las artes que anticipan su resultado mediante el dibujo, nació el 30 de julio de 1511, tres años antes que Vesalio— es, precisamente, la idea de que el mundo es no sólo un libro por leerse sino, también, un dibujo por hacerse.

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