Resultados de búsqueda para la etiqueta [futuro ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:32:13 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Ciudades del futuro, vivienda del presente https://arquine.com/ciudades-futuro-vivienda-presente/ Wed, 15 Jul 2020 02:39:12 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/ciudades-futuro-vivienda-presente/ En el número de la revista Arts & Architecture de enero de 1945, al mismo tiempo que se anunciaba el programa de las Case Study Houses, el urbanista Simon Eisner afirmaba "la necesidad de considerar la vivienda en términos de un patrón general en vez de en base de la unidad singular."

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En el número de enero de 1945, la revista Arts & Architecture —que había iniciado su publicación como California Arts & Architecture en 1929 y que desde 1943 editaba John Entenza— anunció su hoy famoso programa para las Case study houses.

 

 

Porque la mayoría de las opiniones, tanto profundas como superficiales, en términos de la vivienda de posguerra, no es nada más que especulación en la forma de charla o montones de papel, se nos ocurre que podría ser una buena idea acercarse a los casos y al menos iniciar la recopilación de esa masa de material que, eventualmente, resultará en lo que conoceremos como “la casa de posguerra”.

 

El “programa” suponía que “cada arquitecto” que construyera una de las casas que serían publicadas en la revista, tomaría “la responsabilidad de diseñar una casa que, bajo todas las condiciones ordinarias a las que sujetan usualmente (y a veces lamentablemente) los reglamentos de construcción.” Y una condición importante planteada por la revista era que esas casas “deberían ser capaces de replicarse y en ningún sentido ser una «ejecución» (performance) individual.” Conociendo las Case study houses que se construyeron, esto parece no haberse cumplido: cada una es un objeto de diseño que, pese a la posibilidad de ser replicada, subraya su singularidad.

En ese mismo número se publicó un texto de Simon Eisner titulado Future Cities: a Challenge. Graduado de la Universidad de California, Eisner trabajó en la comisión de planeación regional del condado de Los Angeles, autor, junto con Arthur B. Gallion, del libro The Urban Pattern. City Planning and Design, cuya primera edición es de 1950. Entre los proyectos en que participó Eisner destaca uno no construido: el plan para 280 “Community Homes” en Reseda, Valle de San Fernando, diseñadas junto con el arquitecto Gregory Ain —pionero en el desarrollo de vivienda de bajo costo en Los Angeles desde los años 30— y el paisajista Garrett Eckbo.

 

El texto de Eisner inicia con una visión de la ciudad a lo lejos:

Sentado en una montaña, viendo hacia abajo al mundo presumiblemente civilizado de abajo, es bueno estar liberado de los ruidos, olores y la congestión de la ciudad. ¡Cuán rápido caemos presa de la teoría de que estas condiciones fastidiosas son propias de la ciudad y que son inevitables donde sea que se localice nuestra vivienda o nuestro trabajo!

Las ciudades, escribía Eisner en 1945, no pueden imaginarse sin el humo proveniente de plantas industriales mal localizadas y operadas, sin el tráfico ocasionado por miles de automóviles, ciudades que han generado “un ambiente que ha hecho a la gente padecer malestares nerviosos y respiratorios”. Nuestras ciudades ya no son, decía Eisner, “la más avanzada forma de desarrollo cultural y social”. Al escribir pocos meses antes del fin de la Segunda Guerra, Eisner habla de la necesaria reconstrucción de muchas ciudades europeas y asiáticas, pero también en los Estados Unidos, “porque los estadounidenses no pueden tolerar más ciudades obsoletas, confusas, ineficientes y con condiciones anti-sociales”. Más adelante Eisner dice que “es importante aceptar que la ciudad no se puede considerar por separado del sistema social, cultural y económico en el que existe”, y que la ciudad no cambiará si no cambia ese sistema.

Eisner habla de una “desintegración de la ciudad en progreso”, y una descentralización no planificada “que ha creado comunidades satélite en las periferias”. Afirma que no hemos entendido lo que queremos de las ciudades: “hemos sido tan absorbidos por la producción de automóviles y aeroplanos y haciéndonos adictos a su uso, como para ver lo que han hecho con nuestras ciudades, nuestras casas y nuestra manera de vivir”. Rehacer las ciudades requeriría tiempo y planeación. Pero según Eisner, había cosas que se podían hacer en pocos años para resolver problemas inmediatos. Se podría construir un sistema de carreteras que disminuyera el número de accidentes, separando el tráfico local del que va de paso; eliminar los lugares de estacionamiento en las calles —no para crecer banquetas, como pensaríamos hoy, sino para tener más carriles para los vehículos en movimiento. También propone utilizar autobuses eléctricos y evitar desechar el agua no tratada del drenaje en el océano. Y respecto a la vivienda, Eisner dice que “si los arquitectos han aprendido algo en estos años es la necesidad de considerar la vivienda en términos de un patrón general en vez de en base de la unidad singular.”

Algunas de las propuestas de Eisner parecerán hoy demasiado centradas en hacer más eficiente la circulación de automóviles y no tanto en otras formas de movilidad, pero es interesante pensar en la contradicción de que en el mismo número de la famosa revista que lanzó el programa de las Case Study Houses, casas-objeto singulares, de autor, aisladas muchas de ellas de la ciudad, un planificador afirmara —en letra pequeña en la página 52— la primacía del patrón urbano sobre la unidad singular.

 

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Isaac Asimov: no lo sé, pero puedo adivinar https://arquine.com/isaac-asimov-no-lo-se-pero-puedo-adivinar/ Thu, 02 Jan 2020 18:57:46 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/isaac-asimov-no-lo-se-pero-puedo-adivinar/ En 1964, escribiendo del mundo que imaginaba para cincuenta años en el futuro, Isaac Asimov escribió: "Se me ocurre que los hombres continuarán retirándose de la naturaleza para crear ambientes que les resulten apropiados."

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El 16 de agosto de 1964, Isaac Asimov publicó un texto en el New York Times tras visitar la Feria Mundial de Nueva York. Asimov se preguntaba cómo sería la vida cincuenta años después, en el 2014. “No lo sé, pero puedo intentar adivinar,” dijo.

“Se me ocurre que los hombres continuarán retirándose de la naturaleza para crear ambientes que les resulten apropiados. En el 2014, paneles electroluminescentes serán de uso regular. Los techos y los muros brillarán sutilmente y con una variedad de colores que cambiarán con el toque de un botón. Las ventanas ya no serán más que un toque arcaico e incluso cuando existan estarán polarizadas para bloquear la fuerte luz del sol. El grado de opacidad podra incluso hacerse variar de manera automática de acuerdo a la intensidad de la luz que reciban.”

Asimov menciona una casa subterránea que se exhibía en la Feria. Según Jen Carlson, la casa subterránea había sido financiada en parte por Jerry Henderson, fundador de Avon Cosmetics, y fue construida por los hermanos Jay y Kenneth Swayze. En el folleto que la presentaba se lee que “la necesidad para una mejor vida, la voluntad de controlar la manera de vivir, ha llevado a la gente a alejarse de climas poco saludables o agradables, del aire contaminado por desechos, de las invasiones a la privacidad y de los asaltos del ruido. Ese movimiento puede ser cruzando el continente, cientos de millas, o sólo unos cuantos pies…” ¡hacia abajo! Asimov imaginó que en el 2014 habría ciudades enteras subterráneas “incluyendo jardines vegetales cultivados mediante luz forzada,” mientras que la superficie estaría “dedicada a agricultura a gran escala, prados y parques, con menos espacio desperdiciado en la ocupación humana”.

También habla de gadgets que “continuarán liberando a la humanidad de trabajos tediosos. Se diseñarán unidades de cocina que prepararán “autocomidas”, calentando agua y haciendo el café.” Según Asimov, los desayunos serían “ordenados” la noche anterior para estar listos a una hora específica a la mañana siguiente, aunque sospechaba “que incluso en 2014 aún será aconsejable tener un pequeño rincón en la unidad de la cocina donde se puedan preparar a mano las comidas individuales.” Escribió que “los robots no serán comunes ni muy buenos en 2014, pero existirán.” Y agregaba que “si las máquinas son tan inteligentes hoy, ¿qué puede no estar en proceso dentro de 50 años? Tales computadoras serán miniaturizadas y servirán como «cerebros» de los robots.”

En The Caves of Steel —novela parte de la serie Robot— publicada diez años antes, en 1954, Asimov escribió:

“No puedes dispersar 8 mil millones de personas sobre la Tierra en pequeños domos. […] La eficiencia fue forzada en la Tierra por el aumento de la población. Dos mil millones, tres mil, incluso cinco mil puede sostenerlos el planeta bajando progresivamente el nivel de vida. Pero cuando la población llega a 8 mil millones la semi-hambruna llega a ser la realidad de cada día. Hace falta un cambio radical en la cultura del hombre. […] El cambio radical ha sido la formación gradual de Ciudades a lo largo de miles de años de la historia de la Tierra. La eficiencia implicó el gran tamaño. […] Más y más pueblos, villas y «ciudades» de la Tierra terminaron devoradas por las Ciudades. La cultura de las ciudades significó óptima distribución de comida, utilizando levaduras y cultivos hidropónicos. […] Cada ciudad se volvió una unidad semi-autónoma, económicamente autosuficiente. Podía techarse, enterrarse. Se convirtió en una cueva de acero, una tremenda cueva autocontenida de acero y concreto. Se dispuso científicamente. Al centro había un enorme complejo de oficinas administrativas. Orientados cuidadosamente en relación uno al otro y al conjunto había grandes secciones residenciales conectadas por autopistas y caminos locales. A las afueras había fábricas, plantas hidropónicas, cultivos de levadura, plantas de energía. A través de todo el conjunto había ductos de agua y drenaje, escuelas, prisiones, tiendas, líneas de alimentación y rayos de comunicación.

No había duda: la Ciudad era la culminación del dominio del hombre sobre el entorno. No el viaje espacial, no los cincuenta mundos colonizados que no eran tan independientes, sino la Ciudad.”

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Casas del futuro https://arquine.com/casas-del-futuro/ Tue, 20 Aug 2019 09:00:33 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/casas-del-futuro/ Hoy ningún planteamiento reconoce que la vivienda que estamos pensando y modelando física y conceptualmente sea funcional en el futuro o siquiera pueda adaptarse a él, espacial y conceptualmente.

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Unas manos ancianas intentan abrir un pequeño refrigerador, la mujer se agacha para mirar al interior del aparato. Sus movimientos son lentos, demora una eternidad en encorvarse, mientras una parte de su cuerpo lucha por mantener el equilibrio su mano izquierda presiona la espalda, como deteniendo el cuerpo para que no se desborde hacie el lado contrario al que mira. Con la mano libre saca un cartón de leche y lo posa sobre el refrigerador, mientras la otra sigue con su trabajo de detenedor de cuerpo. A pasos diminutos ella gira su cuerpo para encontrarse de frente con un también pequeñito comedor, vuelve a encovarse para tomar un banquito que está debajo de la mesa, lo arrastra y un rechinido sale de entre el piso y la pata sin goma del banco, pero ella ya no lo escucha. Mientras comienza el proceso para sentarse se acuerda de que el cartón de leche está sobre el refrigerador, aunque está a escasos centímetros sabe que la flexibilidad de su cuerpo se ha perdido y que deberá repetir los movimientos anteriores para poder tener un vaso de leche en su mano. Luego de algunos minutos logra sentarse en el banco y tener en una mano el vaso y con la otra mirar la pantalla de su celular que está posado sobre un soporte de plástico; su cuerpo encorvado parece salirse del asiento, pero ella parece acostumbrada. Desde su punto de vista logra mirar todo su hogar, hay varias cajas de cosas que hace décadas no mira y se apilan en los rincones y debajo de muebles. Su casa, comprada en la década de los veinte del nuevo milenio, ofrecía cercanía a lugares de trabajo, de transporte y  era una oportunidad para conocer gente. Ella hace semanas que no sale de su departamento de 30 metros cuadrados. Su pareja, una mujer unos pocos años menor que ella vive también ahí y es la única que aún trabaja. Las dos millennials compraron una casa que hoy no les sirve más, pero tampoco tienen la oportunidad de costear otro espacio.

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Cuando pensamos en el futuro hoy, las casas de Black Mirror donde la tecnología inunda espacios y cuerpos sanitizados están presentes. Sin embargo, si bien el futuro presentado en esta serie es distópico, el escenario tendencial en nuestro país se ve mucho menos pulcro y más dramático para quienes hoy son adultos. Las tendencias poblacionales se están revirtiendo en varios países del mundo, la generación que hoy es predominante en varios países de América Latina (los millennials) demuestran una baja en las tasas de natalidad, lo que implica que en algunas décadas la población mayoritaria será anciana. Si metemos a la mezcla las condiciones de precariedad laboral con la que se ha instaurado esta generación y la falta de acceso a vivienda es probable que tengamos escenarios como el arriba descrito.

Los debates académicos —de medios de Comunicación e incluso de tuiteros— que se han desatado las últimas semanas describen el fenómeno actual sobre el déficit habitacional de vivienda. Las propuestas son diversas: desde su estructura hasta las formas de financiamiento y participación de entes públicos y privados, en el caso de la Ciudad de México parece haber cierto interés en recoger las inquietudes y perfilar políticas públicas que puedan aminorar el problema de rezago habitacional que tenemos. 

Pero ese debate que hemos visto está desprovisto de algo: miradas a largo plazo. Asumimos la pérdida de metros cuadrados por un tema de recursos, pero tampoco hemos sido críticos para reconocer que esas propuestas no permiten visualizarnos de forma distinta en las próximas décadas. Es decir, no hay un planteamiento que reconozca que la vivienda que estamos pensando y modelando física y conceptualmente hoy sea funcional en el futuro o siquiera pueda adaptarse a él, espacial y conceptualmente.

Para abonar a esto, existe un discurso “pro millennial” que trabaja por maquillar la precariedad y las condiciones inestables de esta generación como algo positivo, desde el sé tu propio jefe (aunque sin seguridad social, ni estabilidad laboral) hasta el vive cerca de tu trabajo (no importa la condición de tu vivienda). El mercado ha intentado suavizar las condiciones actuales para moldearlas hacia estrategias de consumo. 

Los departamentos tipo estudio que se compren hoy en zonas centrales de nuestras ciudades, ¿tendrán el mismo uso en 50 años? ¿Los habitantes permanecerán o serán desplazados por nuevos y más jóvenes habitantes? ¿Habrá suficientes jóvenes? ¿Vivirán de la misma forma que lo hacemos hoy? ¿Qué sucederá con la demanda habitacional? ¿Las políticas de vivienda permitirán un acceso justo a la ciudad en el futuro?

Quizá si comenzamos a plantearnos las preguntas correctas hoy, mañana podamos vivir una vejez digna y las siguientes generaciones tendrán mejores condiciones habitacionales.

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El patrimonio arquitectónico como futuro https://arquine.com/el-patrimonio-arquitectonico-como-futuro/ Mon, 13 May 2019 15:00:19 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-patrimonio-arquitectonico-como-futuro/ Cada año que pasa sin revertir los deterioros del patrimonio edificado significa pérdidas, desgastes, desaliento. Esto puede revertirse si como sociedad asumimos que, lejos de ser una carga, el patrimonio edificado puede ser una extraordinaria herramienta de futuro.

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Cualquier visita a los barrios antiguos de la ciudad, o al mismo centro metropolitano, da razón de numerosos casos de fincas patrimoniales abandonadas, subutilizadas, o en franco proceso de deterioro. Estos casos puntuales, multiplicados por centenares, constituyen un alarmante y significativo porcentaje del patrimonio edificado tapatío.

A esta situación concurren muy diversos factores: desgano de los propietarios, cálculos poco realistas de una mayor ganancia en el caso de ver totalmente demolida la construcción, falta de estímulos eficaces por parte de las autoridades, expectativas pesimistas sobre los entornos particulares, problemas sucesorios o de copropiedad, falta de una flexibilidad responsable e inteligente de los ordenamientos relativos a la problemática…

El común denominador podría ser la ignorancia de lo que significa un patrimonio construido, la ausencia de una visión más imaginativa y actual sobre el patrimonio, y la falta de una gestión que apoye decididamente a los propietarios. Es indispensable recordar cada vez la función central que tiene en la ciudad su historia. Sin esa memoria, plasmada de manera muy clara en los contextos construidos tradicionales, se extravía toda la experiencia que ha edificado, a través de los años, nuestro presente. Y, por consiguiente, sin toda esa comprensión y ese aprendizaje, se carece de los medios suficientes para encarar el futuro con lucidez. Así como una cierta conciencia ecológica ha logrado ir permeando sectores cada vez más amplios de la sociedad, lo mismo debería de suceder con la conciencia patrimonial, inculcada desde la más temprana edad.

No se trata de entornos “pintorescos”, ni de edificaciones “agradables”. Esto es, entre otras cosas, el resultado de una política urbana por preservar y renovar imaginativamente contextos y fincas para darles una nueva viabilidad económica y social. Actuar en el presente y afrontar un futuro deseable.

Desde luego, es una labor ardua y que involucra varias disciplinas. El objetivo es lograr una gestión integral del patrimonio acorde plenamente con nuestra circunstancia. Sin duda existe en nuestros medios arquitectónicos la inventiva y el talento para generar propuestas que puedan ser procesadas y gestionadas por equipos eficaces.

Cada año que pasa sin revertir los deterioros del patrimonio edificado significa pérdidas, desgastes, desaliento. Esto puede revertirse si como sociedad asumimos que, lejos de ser una carga, el patrimonio edificado puede ser una extraordinaria herramienta de futuro.

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La oficina del futuro y el futuro de la oficina https://arquine.com/la-oficina-del-futuro-y-el-futuro-de-la-oficina/ Sat, 01 Dec 2018 14:00:11 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-oficina-del-futuro-y-el-futuro-de-la-oficina/ Los espacios de trabajo del futuro habrán de mejorar la forma en que actualmente se brinda soporte a dos procesos fundamentales que definen la esencia de la actividad de trabajo: la comunicación y la identidad de quienes los habitan.

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Presentado por: 

Mucha tinta se ha derramado para hablar de productividad, colaboración y comunicación dentro de las organizaciones modernas.

Insistentemente se estudian métodos y dinámicas para estimular a los colaboradores de una compañía de tal forma que se obtengan resultados que agraden a los inversionistas y que, por lo tanto, tiñan de viable el futuro de los negocios.

Cierto es también que el antiguo quehacer de idear espacios para habitar permanece rezagado en comparación con este tema y con el lenguaje que en los negocios se maneja. En este dinámico juego, donde la empresa y sus espacios de trabajo crean valor económico, poco aportan los arquitectos.

No hemos visto aún una Bienal de Arquitectura, como la de Venecia, dedicada a los espacios de trabajo e, irónicamente, de estos mismos emana la arquitectura que ahí tanto se vapulea. Cuando en la edición pasada Koolhaas exploró los elementos que componen la arquitectura, aquella “sin arquitectos” habló del hogar y su evolución, incluyó la televisión y hasta la consola de juegos. Estudió el fenómeno del retrete, pero el escritorio quedó, como siempre, en el olvido. Escaleras, techos y ventanas hacen del espacio habitable lo que entendemos por arquitectura, pero ¿qué hace de un espacio una oficina?

Desde siempre los empresarios se han propuesto organizar las tareas de su equipo de trabajo, cual tropas al mando de centuriones, con el único objetivo de ganar las interminables batallas económicas. Ya los Médici, potentados indiscutibles, ordenaron los “oficios” de manera sistemática, dando lugar al primer espacio corporativo del mundo occidental y marcando el inicio de una era, la de los espacios de oficina. Revolución industrial y de las comunicaciones de por medio, hoy tenemos construidos en nuestra mente arquetipos rígidos sobre lo que significa pertenecer, trabajar y producir en un espacio de oficina. Será que la revolución de la información, en la que estamos plenamente inmersos, realmente plantee un cambio radical a lo que probablemente comienza a ser un espacio anacrónico; sinceramente lo dudo.

La arquitectura vive inmersa en la creación de templos del cliché, retratando situaciones ya superadas que persiguen modelos largamente abandonados por la sociedad urbana moderna.

Así, las voraces desarrolladoras exigen a sus creativas cortes de arquitectos la elaboración de complejos proyectos que contemplen espacios para la familia ideal. Apartamentos o casas habitación que suponen comportamientos preestablecidos de un modelo de familia evidentemente desaparecido. Espacios que contienen desayunadores en la era del Starbucks, “family rooms” en la era del Netflix y la tableta, y áreas sociales en el mundo de las redes sociales. Las familias, irremediablemente, se adaptan a espacios hace mucho tiempo superados. Para las corporaciones empresariales la historia es la misma.

Pregonando como mesías, los empresarios del nuevo milenio nos hacen llegar desde el Valle del Silicio sus visiones sobre las nuevas formas de trabajar, coloridas resbaladillas, mesas de billar y futbolitos dispersos entre las estaciones de trabajo gritan a los cuatro vientos la llegada de un nuevo contrato social entre patrones y trabajadores. Al clamor de todos somos iguales, los grandes directivos toman asiento mezclados con las hordas de trabajadores de cuello blanco. Cegados por el glamur de la era del internet, los diseñadores de espacios calificados copian paletas de colores y esquemas visuales que aparentan cambios profundos en la construcción de espacios de trabajo para las familias corporativas del mañana. La máxima sentencia de los visionarios de la oficina del futuro vaticina: “la movilidad ha terminado con las oficinas, hoy se puede trabajar en cualquier lado”. Tal vez una afirmación que, llevada a todos los ámbitos del habitar humano supondría también que dada la movilidad global, éste el fin del concepto hogar. ¿Para qué contar con uno si se puede vivir con todas las comodidades del mundo moderno en cualquier punto del planeta, inclusive suspendido por los aires dentro de un jet supersónico? Surge así entonces el cuestionamiento medular, ¿qué es realmente lo que define a una oficina moderna?, ¿qué le da sentido y significado a un espacio para que tenga la etiqueta de “lugar de trabajo”?

Taller, despacho, atelier, estudio, oficina, nombres confusos que hacen evidente cómo los primeros que están confundidos son los mismos arquitectos, quienes en la consecución de su oficio y la definición misma de su pasión no saben siquiera cómo calificar a su espacio de trabajo. ¿Cómo esperar entonces que orienten y diseñen las situaciones espaciales para los emprendedores del futuro? ¿Puede un arquitecto definir el porvenir del mundo del trabajo?

La evolución de la tecnología, en especial la de las telecomunicaciones, ha dado vuelcos inesperados a nuestras formas de colaborar en y para los equipos que se ven involucrados en nuestra labor productiva, de eso no hay duda. Me cuestiono, sin embargo, que hayamos entendido dónde en realidad está el cambio que afecta directamente los espacios que habitamos; poder trabajar ubicuamente no significa que seamos productivos en cualquier lugar. Dormir cansados en la banca de la estación del tren no significa ni descanso, ni que la banca se transforme en una recámara, ¿por qué entonces pensamos que la mesa de un café puede ser un espacio para una reunión de trabajo o el lugar ideal para redactar una propuesta de negocio? Oír: “Yo la verdad no tengo oficina, trabajo desde el Starbucks” es como decir, “ya en casa eliminé el comedor, he adoptado el Vips como el lugar para recibir a mis suegros”. La arquitectura es identidad, es cultura que da sentido de pertenecía.

Inquieto por esta incertidumbre, hace años emprendí la búsqueda de la definición de oficina y, por ende, el entendimiento de la oficina del futuro. En charlas con diseñadores, arquitectos, antropólogos, pedagogos, arqueólogos mencioné el dilema presto a recibir retroalimentación; después de todo, al igual que muchos más y como bien lo dijo Woody Allen, me interesa el futuro, ya que es donde planeo pasar el resto de mis días.

La oficina del futuro = conexión + identidad

Los espacios de trabajo del futuro habrán de mejorar la forma en que actualmente se brinda soporte a dos procesos fundamentales que definen la esencia de la actividad de trabajo: la comunicación y la identidad de quienes los habitan. La comunicación habrá de estar determinada por las necesidades de cada individuo y el contexto en el que se encuentran. Los espacios de trabajo han de tomar en cuenta los diversos tipos de comunicación, entre los que se incluyen la personal y a distancia, así como la sincrónica y la asincrónica.

La comunicación directa se desarrolla en actividades que se llevan a cabo en un lugar físico común, mientras que a distancia  se desarrolla mediante herramientas tecnológicas disponibles.

Esta última puede ser sincrónica, si sucede con la interacción en tiempo real entre individuos, o bien asincrónica si el intercambio de mensajes es no secuencial y atemporal. Los espacios y herramientas de trabajo habrán de facilitar estos —y otros futuros— tipos de intercambio de mensajes y emociones entre quienes colaboran con un objetivo común.

Los espacios físicos del futuro han de considerarse menos como contextos pasivos y más como entornos activos con un papel determinante en las actividades que dentro de ellos se desarrollan.

La identidad es un tipo de comunicación entre el individuo y su entorno o bien consigo mismo a través del entorno. El medio ambiente material seguirá siendo en el futuro un espacio de expresión sobre quiénes somos y en qué creemos. Por tanto, el espacio de trabajo del futuro es un espacio cultural y social que atiende sueños, logros, anhelos, orgullos, preferencias, convivencias, experiencias, etcétera.

En este sentido, el diseñador de espacios de trabajo del futuro ha de tomar en cuenta las capacidades y las necesidades comunicativas y expresivas de los diferentes usuarios involucrados en las actividades de trabajo.

 

Rompiendo programas arquitectónicos y nuevas variables

El nacimiento de la planta abierta y el rascacielos, al más puro estilo de Mies, supuso un borrón y cuenta nueva en la creación de los nuevos espacios de trabajo, una especie de hoja en blanco donde cada organización podría idear el tablero de juego ideal para la partida a sostener. Nace con este esquema el famoso

Bürolandschaft, donde el espacio a ocupar es visto como un paisaje, como un territorio a colonizar, por ordenar.

Surge como reacción a estos nuevos espacios un acercamiento modular que crea soluciones adaptables y flexibles. Es notable el nacimiento de los sistemas con base en componentes que racionalmente cubrían todos los modos de trabajo, funciones operativas y niveles jerárquicos, una respuesta ideal al mundo de la posguerra y el crecimiento sin medida de organizaciones bien articuladas, modulares y concentradas. Coloniza entonces estos espacios abiertos un mundo de productos modulares que prometen flexibilidad y reconfiguración, realidad que nunca llega.

Hoy, las murallas de paneles han caído y con ellas los programas arquitectónicos predeterminados. Las empresas no llegan a habitar espacios modulados, no reestructuran sus puestos de trabajo a partir de organigramas. Deberán entonces crearse nuevas dinámicas de trabajo para concebir los programas arquitectónicos que deberán ofrecer lugares que satisfagan las dos variables clave antes planteadas, comunicación e identidad.

A la luz de la creación de espacios con base en modelos paramétricos y en franca imitación de los modelos orgánicos y de la naturaleza, la arquitectura de interiores deberá buscar un acercamiento científico a los nuevos espacios de trabajo, partiendo del supuesto de que las organizaciones contemporáneas se comportan más como un ser vivo que como una máquina. Habrá que cambiar seguramente las premisas sobre los programas arquitectónicos de planta abierta en edificios que ofrecen antes que soluciones, metros cuadrados.

Considerar rentabilidad inmobiliaria como parámetro para entender agilidad y competitividad empresarial comienza a ser una gran contradicción, y está sin duda en manos del diseñador crear un nuevo modelo que concilie la voracidad financiera en torno al espacio, siempre a favor de la capacidad de creación de capital del espacio productivo.

Habrá que cambiar los parámetros a considerar como fundamento para crear los programas que construyan la arquitectura del trabajo. El valor por metro cuadrado, como ha sucedido en el tema residencial dentro de las urbes mejor posicionadas, será abandonado por una especie de “calidad de vida” en el mundo productivo. Concentrar a los colaboradores bajo un mismo techo será abandonado en la búsqueda de reunir al talento en el lugar más oportuno, la identidad de un equipo triunfador podrá medirse por elementos menos claros; no bastará un gran letrero coronando una pila de acero y cristal.

 

El futuro se vislumbra lejano

Estamos lejos de lo esperado. Al ver surgir monolíticos rascacielos monomarca al pie de nuestras más emblemáticas avenidas, firmados por las más prestigiadas mentes creativas de nuestra era, me resulta evidente pensar que la verdadera revolución en el mundo del trabajo surgirá del inframundo de la guerra de guerrillas, aquella que se da en las micro-organizaciones.

Hay que admitirlo, las verdaderas revoluciones en el diseño y la arquitectura se han gestado desde la periferia del poder económico. Resulta entonces indispensable garantizar que el planeador de espacios interiores corporativos acabe de surgir de entre las filas de arquitectos y diseñadores, y defina claramente su papel en el ámbito del bienestar productivo del hombre dentro de las corporaciones.

La velocidad del cambio en la era de la información supera logarítmicamente la capacidad del quehacer arquitectónico, tal vez como lo hizo en su momento la Revolución industrial. De ahí el interés de estudiar para aprender lecciones sobre lo que trabajar realmente implica en nuestros tiempos, tiempos que contemplan nuevos modelos de individuo, familia y por supuesto corporación.


Imágenes cortesía de Archivo Histórico Grupo Di Courtesy: Grupo Di Historical Archive

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Futuro y tecnología https://arquine.com/futuro-y-tecnologia/ Wed, 31 Oct 2018 18:07:05 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/futuro-y-tecnologia/ Esta vez, la conversación giró en torno a la integración adecuada y razonada de la tecnología en los edificios del futuro ejemplificando la conexión que debe existir entre los edificios, la ciudad, la sociedad y la naturaleza.

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El 3 de julio, USG presentó en sus nuevas instalaciones el inicio de una serie de videos bajo el títuloArquitectura, forma y energía, con entrevistas a figuras destacadas de la arquitectura, cuyo hilo conductor es la sustentabilidad.

Presentado por:

Esta vez, la conversación giró en torno a la integración adecuada y razonada de la tecnología en los edificios del futuro ejemplificando la conexión que debe existir entre los edificios, la ciudad, la sociedad y la naturaleza.

Ken Yeang, de T.R Hamzah & Yeang en Kuala Lumpur, ejemplifica los nexos que deben haber entre los edificios y la naturaleza. Afirma que para el diseño de un futuro sustentable, duradero y resilente el entorno de la construcción debe integrarse de manera natural a los sistemas naturales.

Sir Nicholas Grimshaw, de Grimshaw Architects en Londres, expone que en el futuro los edificios deberán ser muchos más simples, sencillos y fáciles de controlar, que estudien la situación climática en donde se emplazan y reduzcan los sistemas mecánicos para su buen funcionamiento.

De igual forma, el reconocido Daniel Libeskind de Studio Libeskind en Nueva York, comenta que la forma y la tecnología son un gran enigma para el futuro, propone que deberíamos redescubrir la tierra ya que sugiere que, hoy día, hacemos las cosas muy primitivamente.

Piers Heath de Foster + Partners en Londres, menciona que estamos en la era digital, en la que, pasada la era industrial, superamos una serie de influencias significativas sobre como concebimos los edificios, los sistemas y los materiales. Menciona que los avances en tecnología y la capacidad de reunir datos y utilizarlos de manera beneficiosa, nos permite proyectar hacia el futuro. Stefan Behling, de la misma firma londinense,  afirma que la tecnología le ha dado a la humanidad beneficios increíbles en varias áreas e invita a entender la arquitectura como una disciplina que no debe estar supeditada a la moda o tendencia del momento.

Por último, Raúl Huitron de Biomah y Raúl Hutron arquitectura en la Ciudad de México, plantea sistemas de ventilación innovadores que permitan optimizar el rendimiento de los edificios del futuro, construyendo una oportunidad de mejorar la calidad de vida de los usuarios.

 

 

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