Resultados de búsqueda para la etiqueta [Ernst May ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 25 Mar 2024 19:48:26 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 “Antes de diseñar la famosa cocina, no había cocinado nada en mi vida” https://arquine.com/antes-de-disenar-la-famosa-cocina-no-habia-cocinado-nada-en-mi-vida/ Mon, 25 Mar 2024 19:06:02 +0000 https://arquine.com/?p=88722 En el Foro Cultural Austriaco de la ciudad de Nueva York se presenta la primera exposición dedicada totalmente al trabajo de Margarete Schütte-Lihotzky (1897–2000), la reconocida arquitecta austriaca famosa por haber diseñado la cocina de Frankfurt.

El cargo “Antes de diseñar la famosa cocina, no había cocinado nada en mi vida” apareció primero en Arquine.

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En el Foro Cultural Austriaco de Nueva York se presenta la primera exposición dedicada totalmente al trabajo de Margarete Schütte-Lihotzky (1897–2000), la reconocida arquitecta austriaca, famosa por haber diseñado la Cocina de Frankfurt, aunque eso es sólo una parte de su larga trayectoria. “De haber sabido que todos se la pasarían hablando de eso y de nada más, jamás hubiera hecho la maldita cocina”, dijo alguna vez Schütte-Lihotzky.

Como introducción a la publicación de algunos pasajes del texto de Schütte-Lihotzky, ¿Por qué me hice arquitecta?, Juliet Kinchin proporciona algunos datos biográficos:

Margarete Schütte-Lihotzky (1897-2000) estudió arquitectura de 1915 a 1919 en la Kunstgewerbeschule de Viena con Oskar Strnad, un pionero del diseño de vivienda social. En 1921 empezó a trabajar junto a Adolf Loos en el departamento municipal de vivienda del municipio de Viena. En enero de 1926 fue llamada a Frankfurt para unirse al equipo de Ernst May en el departamento municipal de construcción (Hochbauamt) para implementar el programa integral de renovación y vivienda social conocido bajo el título genérico Das neue Frankfurt. Su obra más famosa fue la llamada Cocina Frankfurt, una cocina integrada y prefabricada diseñada según principios de ahorro de espacio y mano de obra que se instaló en alrededor de 10,000 hogares nuevos.

Además de las cocinas, Schütte-Lihotzky también participó en el diseño de escuelas, guarderías y residencias para estudiantes en el marco de un programa de desarrollo cívico más amplio de la ciudad. En octubre de 1930, ella y su marido Wilhelm Schütte, un colega arquitecto del departamento, se unieron a la “Brigada” de May y se embarcaron hacia la Unión Soviética para trabajar en nuevas ciudades industriales como parte del primer Plan Quinquenal de Stalin (1928-1932). May abandonó la Unión Soviética en 1933, pero Schütte-Lihotzky permaneció allí hasta 1937, cuando las purgas de Stalin hicieron la vida intolerable para los extranjeros. Tras una breve estancia en París y Londres, se trasladó a Estambul en agosto de 1938 para enseñar en la Academia de Bellas Artes junto a Bruno Taut. En Estambul desarrolló aún más su interés por el diseño de escuelas y guarderías. En 1940 se unió al Partido Comunista de Austria en el exilio y en diciembre regresó a Austria para trabajar con la resistencia clandestina. Poco después de su llegada, el 22 de enero de 1941, la Gestapo la arrestó y, aunque sus cómplices fueron ejecutados, ella fue condenada a 15 años de prisión. Liberada por las tropas estadounidenses a finales de abril de 1945, reanudó su carrera como arquitecta, primero en Sofía, Bulgaria, y a partir de 1947 en Austria. Sus opiniones políticas, que se habían endurecido debido a sus experiencias de guerra, fueron un obstáculo para recibir importantes comisiones gubernamentales o cívicas, pero continuó trabajando en proyectos de pequeña escala y viajó regularmente a países del bloque comunista donde trabajó como consultora. A medida que los estudiosos redescubrieron sus logros, su reputación empezó a crecer. En 1980 recibió el Premio de Arquitectura de la ciudad de Viena, el primero de muchos premios. En 1985 publicó Erinnerungen aus dem Widerstand (Memorias de la resistencia), una memoria de sus actividades políticas. En 1990 asesoró al Museum für Angewandte Kunst (Museo de Artes Aplicadas) de Viena en la creación de dos réplicas de la Cocina de Frankfurt, una de las cuales está en exhibición permanente. Margarete Schütte-Lihotzky murió el 18 de enero de 2000, a los 103 años.

En el texto “¿Por qué me hice arquitecta?”,Schütte-Lihotsky explica que el nombre “cocina de frankfurt” fue ideado por May como una estrategia publicitaria que, insistiendo en la visión burguesa que pensaba el cocinar y todo lo “doméstico” como asunto femenino, subrayaba que el diseño lo había hecho una mujer. “De ello parecía deducirse que una mujer arquitecta sabría mejor lo que era importante para las cocinas. Esa fue una buena acción de propaganda. Pero la verdad del asunto es que nunca había llevado una casa antes de diseñar la Cocina Frankfurt. Nunca había cocinado y no tenía ni idea de cómo cocinar.” Para Schütte-Lihotsky había dos razones importantes para haber diseñado aquella cocina:

Primero, el reconocimiento de que en un futuro previsible las mujeres tendrían un empleo remunerado adecuado y no se esperaría que estuvieran únicamente disponibles para atender a sus maridos. Estaba convencida de que la lucha de las mujeres por la independencia económica y el desarrollo personal significaba que la racionalización del trabajo doméstico era una necesidad absoluta. Lo más importante que tenía en mente cuando trabajaba en proyectos de viviendas era la idea de que el diseño y, sobre todo, la distribución de los espacios podían ahorrar trabajo… En segundo lugar, sentí que la cocina Frankfurt, un diseño tan conectado con el tejido arquitectónico y con la planificación y las características integradas de las habitaciones, era sólo el primer
paso hacia el desarrollo de una nueva forma de vida y, al mismo tiempo, un nuevo tipo de construcción de viviendas.

 

En el sitio dedicado a la exhibición se puede leer que,

Dividida en cinco capítulos que abordan diferentes aspectos del trabajo de Schütte-Lihotzky, la exposición ilumina sus experiencias transnacionales y sus redes profesionales. Al seguir de cerca su vida y obra, la exposición enfatiza su firme compromiso con las cuestiones sociales y su participación durante toda su vida en movimientos políticos y culturales. En este contexto, Schütte-Lihotzky emerge como una visionaria pionera, que nunca rehuyó abordar directamente preocupaciones importantes como la guerra, las crisis económicas, la creciente desigualdad social y la supresión global de los derechos de las mujeres. Su distintiva fusión de práctica arquitectónica y activismo político la posiciona a la vanguardia para enfrentar estos temas apremiantes.

 

 

 

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El cubrebocas de los edificios https://arquine.com/el-cubrebocas-de-los-edificios/ Wed, 09 Jun 2021 14:39:25 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-cubrebocas-de-los-edificios/ En países con climas templados no nos hemos interesado por ese pequeño espacio que controla la temperatura al pasar del exterior al interior. Quizás porque lo pensamos como menos necesario, pero en condiciones menos radicales bien puede controlar no sólo la temperatura sino ciertos ambientes y, en estos momentos de catástrofes ambientales y sanitarias, podríamos pensarlos como el “cubrebocas” de los edificios.

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Hace muchos años compré un libro enorme dedicado a Charles Édouard Jeanneret-Gris, también llamado Le Corbusier. Pasaron varios más antes de poner tan pesado libro sobre la mesa y hojearlo con detenimiento, para buscar qué se había escrito de nuevo sobre quien ya se ha dicho tanto. Me detuve en un dibujo a mano y regla de la casa que construyó en 1922 para el pintor Amédée Ozenfant. Se conocieron en Parías y colaboraron en diferentes obras y trabajos. En la planta de la casa, observé con detalle el acceso y un pequeño espacio que denominé “cápsula”, confinado por cinco puertas. Una, la principal y de acceso, comparte un abocinamiento al exterior con la que da al jardín; otra parece la entrada propiamente a la casa —y no lo es— y una más da a un pequeño espacio para un wc. Tantas puertas en tan pequeño espacio me parecía ilógico, más aún teniendo como referencia el departamento en el que vivo en el CUPA de Pani, que en 60 metros cuadrados contaba originalmente con sólo dos puertas: la de acceso y la del baño.

Deteniéndome a pensar en espacios tanto públicos como privados en Europa, recordé este tipo de cápsulas en restaurantes, bares, hoteles, hospitales o estacionamientos. Son espacios cuya principal función pareciera ser mantener aislada y controlada la temperatura interior respecto a la exterior. En casas pequeñas también existe ese espacio, a veces como protuberancias, como si el espacio se inflara hacia el exterior.

 

En 1972, el grupo Haus-Rucker-Co presentó en la documenta 5 de Kassel una “burbuja” —Oase Nº 7— que sale de una de las ventanas del museo de arte Fridericianum. El proyecto fue nuevamente instalado en 2010 en Hamburgo, en el Museum for und Gewerbe Hamburg, para la exposición Cápsulas climáticas, “reuniendo modelos, estrategias, utopías históricas y actuales relacionadas con el clima desde el diseño, el arte, la moda, la ciencia, la arquitectura y el urbanismo. El tema no fue la reducción del cambio climático, sino el examen de la adaptación al cambio climático y la elaboración de visiones para una vida en el futuro.” De manera similar a Haus-Ruker-Co, Coop Himelblau propuso “la nube” (“die Wolke”), también para documenta 5, aunque no se construyó, planteando “formas de vida para el futuro”. Otras cápsulas son las de la torre de Nakagin, de Kisho Kurokawa, en Tokyo de 1972 y su antecedente: la casa del futuro de los Smithson, de 1956, haciendo ambos de la cápsula todo el habitar.

Las cápsulas separan el entorno o nos “protegen” de él. A esos pequeños espacios que se extienden hacia afuera o hacia adentro y nos permiten acceder, los alemanes los llaman “flur”, nosotros “vestíbulo”, aunque hay sus diferencias. Dichos espacios contienen el entrar y salir, son el lugar ideal para dejar lo que uno lleva cargando consigo, sea el abrigo, un paraguas o el sombrero —aquello que no es necesario llevarlo hasta la recamara.

Buscando ejemplos similares al estudio de Ozenfant, recordé otros tres: el proyecto de vivienda de Mart Stam en Stuttgart, dentro del Weissenhofsiedlung, que se extiende hacia el exterior por medio de una escalera-puente, dando sentido junto con las de sus vecinos, para que cada uno pueda tener su acceso; la vivienda de Ernst May en Frankfurt en el conjunto de viviendas Römerstadt y el acceso para la villa Mairea de Alvar Aalto.

En países con nuestra situación geográfica no nos hemos interesado por este pequeño espacio. Quizás porque lo pensamos como un control de temperatura que en estas latitudes resulta aparentemente menos necesario, pero en condiciones menos radicales bien puede controlar no sólo la temperatura sino ciertos ambientes y, en estos momentos de catástrofes ambientales y sanitarias, podríamos pensarlos como el “cubrebocas” de los edificios.

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Meterse hasta la cocina —y dibujarla https://arquine.com/meterse-a-la-cocina-y-dibujarla/ Thu, 22 Apr 2021 06:20:14 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/meterse-a-la-cocina-y-dibujarla/ La cocina de Frankfurt, diseñada por Margarete Schütte Lihotzky, implicó un cambio radical en la manera de concebir ese espacio. Es en aquella pequeña cocina de 6.5 metros cuadrados para viviendas entre 40 y 100 metros, donde seguramente empezó la historia de la cocina de nuestros días.

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Cuando estudié en Frankfurt, vivía en la zona de Osthafen, el puerto oriente. Para tomar el tranvía —Strassenbahn— había que cruzar un espacio vacío formado por las vías del tren que, al mismo tiempo, servía como límite entre el puerto y una zona de la ciudad. Ahí se encontraba un Wohnungssiedlung, el de Riederwald: 313 apartamentos de alquiler, un café, una escuela primaria e instalaciones comunitarias. Uno de los ocho conjuntos habitacionales que diseñó Ernst May para lo que se llamó Das Neue Frankfurt: la nueva Frankfurt, construidos entre las dos grandes guerras (1925-1930).

Al pasar frente al conjunto de manera cotidiana, pude observar las entradas compartidas, antecedidas por un pequeño jardín de acceso y con un pequeño dispositivo, cuyo uso no advertí al inicio, que servía para pasar por encima la suela del zapato y así quitar la nieve o el lodo. A simple vista se podía clasificar cada espacio de las pequeñas casas. Al abrir la puerta se veía un espacio, también pequeño, una cápsula donde quitarse el abrigo y dejar las cosas, pensada como una exclusa que distribuye al resto de la casa. Si la casa está en planta baja, en la parte trasera hay otra área verde, dividida en dos, una zona para descanso y otra de trabajo, para la hortaliza.

Fue para las Siedlung de Romerstadt que Margarete Schütte Lihotzky —primera mujer que se recibió como arquitecta en Austria— diseñó en 1926 la Frankfurter küche, la cocina de Frankfurt, la primera diseñada como parte de un conjunto de vivienda. La idea inicial era de emancipación para la mujer, aunque críticas posteriores concluyeron que al profesionalizar y revaluar el trabajo en el hogar se podía ver como una manera de confinar a la mujer a la cocina. 

Para dibujar la cocina de Frankfurt partí de la fotografía más conocida de la misma y de otra que encontré de la misma época. La cocina se había reconstruido para varias exposiciones, entre ellas una en el MoMA de Nueva York. Después encontré un dibujo, aparentemente realizado por Schütte Lihotzky, que me sirvió para constatar las alturas que antes, de manera empírica, deduje de las fotografías.

Con el dibujo noté dos cosas. Primero, la lámpara móvil en el eje longitudinal de la cocina, entendida como un laboratorio. Segundo, que las alturas de algunos muebles son distintas a las que hoy son usuales. Por ejemplo, la estufa tiene 82.5 centímetros, la tarja 79, el anaquel superior está a 187 centímetros y el inferior a 153. Seguramente se estandarizó posteriormente todo a múltiplos y submúltiplos de 90 centímetros con fines de una producción industrial más eficiente, obtener una superficie de trabajo a la misma altura y permitir la instalación de electrodomésticos bajo la misma. Schütte Lihotzky pensó cada detalle en relación con el trabajo  al que respondía, pensando en distintos materiales y colores según sus características supuestas: el roble prevenía los gusanos, la haya resistía mejor a las manchas, los ácidos y los cortes; el color azul servía para ahuyentar a las moscas. Estudió también el flujo de trabajo en la cocina, pero pensando en una sola persona. Si pensamos que tradicionalmente el hogar —el lugar del fuego— fue el sitio de reunión no sólo para preparar sino para compartir los alimentos y resguardarse del frío, la cocina pensada como un eficiente laboratorio operado por una sola persona implica un campo radical, casi civilizatorio. Pero es en aquella pequeña cocina de 6.5 metros cuadrados para viviendas entre 40 y 100 metros, donde seguramente empezó la historia de la cocina de nuestros días.

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