Resultados de búsqueda para la etiqueta [Donald Trump ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 09 Dec 2024 20:26:08 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Back and to the left. ALPRO: la Alianza para el Progreso. https://arquine.com/back-and-to-the-left-alpro-la-alianza-para-el-progreso/ Sat, 07 Sep 2024 17:00:31 +0000 https://arquine.com/?p=94233 A nuestras repúblicas hermanas al sur de nuestra frontera les ofrecemos una promesa especial: convertir nuestras buenas palabras en buenas acciones, en una nueva Alianza para el Progreso con el objetivo de ayudar a los hombres libres y a los gobiernos libres a liberarse de las cadenas de la pobreza” John F. Kennedy, discurso inaugural […]

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A nuestras repúblicas hermanas al sur de nuestra frontera les ofrecemos una promesa especial: convertir nuestras buenas palabras en buenas acciones, en una nueva Alianza para el Progreso con el objetivo de ayudar a los hombres libres y a los gobiernos libres a liberarse de las cadenas de la pobreza”
John F. Kennedy, discurso inaugural de su presidencia, 20 de enero de 1961

Dos balas

O mejor dicho varias balas: las primeras, las más recientes, tres para ser exactos, las del viernes 13 de julio de 2024, disparadas por Thomas Matthew Crooks (residente de Bethel Park de 20 años de edad) desde la azotea de un edificio industrial, parte del complejo de edificios de la AGR International Inc. [1] con un rifle estilo AR-15 semiautomático a una distancia de 130 metros en Butlez (Pensilvania), a las 6:11 p. m., con la intención de asesinar al candidato presidencial republicano Donald Trump, el cual solo sufrió una lesión en la oreja derecha. En la transmisión en vivo, y sobre todo en la fotografía de Evan Vucci, encontramos simbolismos de poder y comunicación más allá del atentado y el discurso, lo que nos recuerda a la fotografía tomada por Joe Rosenthal en Iwo Jima (Japón) en 1945 durante la Guerra del Pacífico (Monumento a la Guerra en Virginia), donde cuatro marines se encuentran izando la bandera de Estados Unidos, que ondea hacia la derecha de la imagen y forma una estructura piramidal que va desde la extremidad inferior derecha del primer marine, que está anclado la bandera, pasando por un segundo y tercer marine que, con fuerza, la levanta hasta la mano derecha del último, que acaba de hacer un último esfuerzo para que la bandera logre la vertical. A diferencia de esa foto en blanco y negro, donde predomina un cielo gris la fotografía de Vucci, muestra un fondo intenso azul con una bandera ondeando casi en lo horizontal. Lo primero que vemos de ella es el cielo estrellado en otro tono de azul y después las barras rojas y blancas que contrastan con el rojo de la sangre y el amarillo de Trump, quien se encuentra perfectamente en la vertical casi como un gesto ensayado donde iza su brazo y su puño derecho cerrado gritando “fight, fight, fight”, a cada bala, le dedica una palabra; las manchas de sangre en su rostro corren del lado derecho, cuatro agentes del servicio secreto vestidos como hombres de negro con un blanco perfecto en sus camisas lo protegen y lo guían hacia el brazo izquierdo extendido de un quinto agente para encaminarlo fuera de la escena, tres de ellos hacen una especie de reverencia-protección con su cuerpo del cual Trump escapa para izarse en medio del templete que dice:

TEXT PENNSYLVANIA TO 88022

TRUMP

MAKE AMERICA GREAT AGAIN

2024

Dos de esos agentes con gafas obscuras, uno mirando directo a la cámara, a nosotros como espectadores y solo un agente es mujer; cuerpos ensayados para una escena republicana perfecta para las elecciones, templetes que se pueden convertir en basamentos ya no para izar banderas, pero sí cuerpos a los cuales disparar y fotografiar tienen mucho en común, ambos pasan la mirada por un lente de precisión para acertar en el momento.

“fight, fight, fight”, Donald Trump por Evan Bucci, 13 de julio de 2024.

Las segundas balas, seis para ser exactos, las del viernes 22 de noviembre de 1963, disparadas a las 12:30, supuestamente por Lee Harvey Oswald con un fusil de cerrojo Carcano M91/38 de fabricación italiana con mira telescópica desde el depósito de libros escolares de Dealey (quinto o sexto piso) que mataron a John Fitzgerald Kennedy sobre la calle Elm en Dallas (Texas), mientras viajaba junto con su esposa Jackie Kennedy , quien llevaba su vestido rosa Chanel que, al transcurrir de los segundos, se convirtió en rojo Chanel, sentada de su lado izquierdo en la parte trasera. En la parte intermedia, el gobernador de Texas John Bowden Conally Jr., quien también resultó herido y su esposa y en la delantera un agente conductor y otro como copiloto en un Ford Lincoln X-100 Continental convertible (SS-100-X clave con la que se conocía dentro del servicio secreto) durante una gira política. De ahí, historia y conspiración, el film de Abraham Zapruder, la Comisión Warren y la teoría de la bala mágica que vimos tras la cámara de Oliver Stone en JFK, donde nos muestra un fuego cruzado y una bala, el disparo clave procedente de frente desde un montículo de hierba que mata a Kennedy lanzándolo en dirección y del lado de lo que supuestamente estaba combatiendo, back and to the left, hacia atrás y a la izquierda, hacia atrás y a la izquierda, hacia atrás y a la izquierda dice repetidamente Kevin Costner en su personaje de Jim Garrison.

John Fitzgerald Kennedy falleció en el Hospital Memorial de Parkland Dallas media hora después (en 2013 se estrenó en Amazon la película dirigida por Peter Landesman y producida por Tom Hanks y Gary Goetzman donde se narra ese día).

Hoy en el 646 Main St, Dallas, TX 75202, a unos 180 metros de distancia, hay un monumento conmemorativo de este evento, diseñado por Philip Johnson, que dice: “a place of quiet refuge, and enclosed place of thought and contemplation separated from the city around but near the sky and earth” (“un lugar de refugio tranquilo y cerrado, de pensamiento y contemplación, separado de la ciudad que lo rodea pero cerca del cielo y de la tierra”), muros conformados por 72 columnas prefabricadas de concreto, desprendidas la mayoría del suelo que logran una altura de 9.14 metros, más bien un cenotafio o una tumba abierta para la ciudad.

Ensayos republicanos y conspiraciones demócratas de un par de atentados

El primero tiene como política migratoria las redadas a gran escala de personas que viven en Estados Unidos sin permiso legal y con la intención de concentrarlas en campamentos mientras esperan a ser expulsados, en palabras de Trump: “siguiendo el modelo de Eisenhower, llevaremos a cabo la operación de deportación nacional más grande en la historia de Estados Unidos”; [2] el segundo estaba a favor de una mayor igualdad y protección de derechos tanto para los ciudadanos nacidos en el país, como para quienes obtuvieran la nacionalidad estadounidense, promulgando la Ley sobre Inmigración y Nacionalidad de 1965 (Immigration and Nationality Act of 1965) y con una política exterior que tenía el objetivo de contener contener el comunismo y las revoluciones latinoamericanas con un proyecto denominado Alianza para el Progreso.

John F. Kennedy, Jackie Kennedy, John Bowden Conally Jr. y esposa mas un par de agentes en el Ford Lincoln X-100 Continental convertible o SS-100-X el 22 de noviembre de 1963

 

Balas y palabras como política de relaciones exteriores. Alianza para el Progreso (para liberarse de las cadenas de la pobreza)

 

[…] aquellos que hacen de las revoluciones pacíficas un imposible hacen que las revoluciones violentas sean inevitables.
John F. Kennedy

 

Back and to the left o hacia atrás y a la izquierda, es lo opuesto al progreso entendido como la acción de ir hacia adelante y agregaríamos hacia la derecha con una Alianza para el Progreso celebrada entre Estados Unidos y Latinoamérica mediante lo que Kennedy describió como “un vasto esfuerzo cooperativo, sin paralelo en magnitud y nobleza de propósito, para satisfacer las necesidades básicas del pueblo [latino]americano de techo, trabajo y tierra, salud y escuelas”. [3]

Esa Alianza para el Progreso trataba de cambiar la política de relaciones exteriores “la administración Eisenhower había apoyado abiertamente a dictadores militares en Perú, Paraguay y Venezuela, y el vicepresidente Nixon había elogiado al autócrata cubano Fulgencio Batista como el Abraham Lincoln de Cuba”, [4] junto con la Agencia para el Desarrollo Internacional de 1961, “prestarían más de 200 millones de dólares a las naciones latinoamericanas que promovieran la democracia y emprendieran reformas sociales significativas, especialmente para hacer posible la propiedad de la tierra a un mayor número de sus habitantes”. [5]

Kennedy visitó Uruguay, Puerto Rico, México, Venezuela, Colombia y Costa Rica y recibió en la Casa Blanca a los presidentes de Perú, Brasil, Panamá, Honduras, Chile y Bolivia, reencontrándose con los presidentes de Colombia, Venezuela y el gobernador de Puerto Rico, Muñoz Marín. En un discurso pronunciado en la Casa Blanca el 13 de marzo de 1961 ante más de 200 diplomáticos latinoamericanos, dio inició a este proyecto, [6] y reconoció un hecho incómodo: “Permítanme ser el primero en admitir que los norteamericanos no siempre hemos comprendido el significado de esta misión común”, pero, al mismo tiempo, declaró que “muchos en sus propios países no han comprendido plenamente la urgencia de la necesidad de sacar a la gente de la pobreza, la ignorancia y la desesperación”. [7]

De esas visitas y esos encuentros surgieron las ideas y políticas de impulso para la vivienda y la tenencia de la misma que dio origen a los proyectos unidades habitacionales, barrios, villas, poblaciones y ciudades con el apellido Kennedy.

John F. Kennedy y Romulo Betancourt y la Alianza para el Progreso en Venezuela, 1961.

Un busto ausente: la Unidad Habitacional Presidente John F. Kennedy

El busto de John F. Kennedy que, como todo metal en esta ciudad, es desprendido de su lugar para venderse como fierro viejo: coladeras, tapas registro, bicicleteros, estatuas, monumentos y bustos que se considera que no tienen utilidad para la ciudad, son intercambiados como recuerdo de una infraestructura por un valor económico que, supongo, vale el hurto. Aún quedan el basamento, el muro de respaldo y la placa en ese pequeño parque de la unidad custodiada por cuatro luminarias y una superficie deportiva que nos recuerda una doble ausencia, la de la inauguración que no pudo llevar a cabo John F. Kennedy (a la única que pudo asistir fue a la de la Unidad Independencia, un 30 de junio de 1962), y la del robo (del que espero que ese busto no se haya fundido y este en casa de alguno de los vecinos de esta unidad y en algún momento se pueda recuperar), representando así más que el supuesto de un robo, un recuerdo:

Unidad de Habitación

Presidente John F. Kennedy

Edificada para servir a los trabajadores de Artes Gráficas y a sus familiares. Esta unidad simboliza la fraternidad de los obreros sindicalizados de los Estados Unidos de Norteamérica con los de México.

Se construyó dentro del programa de la Alianza para el Progreso con fondos de los Sindicatos Afiliados a la A.F.L.-C.I.O. y con recursos internos mexicanos.

Fue inaugurada por el C. Presidente de la República

Lic. Adolfo López Mateos

Fondo de Operación y descuento bancario a la vivienda.

Noviembre de 1964.

un busto ausente, el de John F. Kennedy en el Parque de la Unidad Habitacional JFK, colonia Jardín Balbuena.

 

un busto ausente, el de John F. Kennedy en el Parque de la Unidad Habitacional JFK, colonia Jardín Balbuena.

El parque que no es más que una plaza dura con un área deportiva, juegos infantiles y árboles que están cumpliendo 50 años este noviembre de 2024, y se encuentra en el centro de la segunda sección de la unidad, junto a la Escuela Primaria Estados Unidos de América, es el centroide de lo que hoy llaman arquitectura y urbanismo del neoliberalismo, y lo que representa este conjunto de viviendas y equipamientos financiados por el extranjero.

Frente a esta plaza, cruzando hoy el borde generado por la línea 5 del metrobús (que va de Río de los Remedios a la Preparatoria 1 en Xochimilco), línea que descuartizó todo el frente de la fachada urbana de la unidad, se encuentran un par de estaciones: la de Venustiano Carranza, representada por un conjunto de flores del pueblo de Xochiacan (lugar de flores fragantes en el Códice Mendocino) y la de Avenida del Taller, recordando a esos engranes que hacen operar las máquinas para las Artes Gráficas. Al cruzar se encuentra la Parroquia de Nuestra Señora Aparecida de Brasil, diseñada por Jorge Molina Montes y Luis Escalante (alumnos de Félix Candela), con vitrales de Fray Gabriel Chávez de la Mora, que tiene un alto valor patrimonial urbano-arquitectónico que, días antes de la pandemia, se incendió la cubierta por trabajos de impermeabilización en ella.

La Unidad de Habitación John F. Kennedy está ubicada en la Alcaldía Venustiano Carranza, a lo largo del Eje 3 Oriente en la colonia Jardín Balbuena, en antiguos terrenos que eran el Campo Aéreo Militar, conformado por dos haciendas, la de Santa Lucía y la de Magdalena, propiedad de los Braniff, donde el 8 de enero de 1910 se realizó el primer vuelo hecho en México, por parte de Alberto Braniff y, en el que incluso Roland Garros [8] estableció un récord de altura en su aeronave Bleriot, volando en estos llanos. De ese antecedente aéreo se daría paso al Parque de Balbuena, hoy Parque de los Periodistas Ilustres y, en 1929, la construcción del Casino Obrero por Juan Segura con espacios recreativos, gimnasio, biblioteca, teatro al aire libre, cine, alberca, guardería infantil, unidad médica, jardines, pistas y campos deportivos. Posteriormente el BNHUOP (Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas) iniciaría la construcción de la colonia Jardín Balbuena, proyectada por los arquitectos Félix Sánchez, Raúl Izquierdo, A. Sánchez Tagle, Juan Becerra y Manuel Bernal, donde se destaca su trazo de vialidades que se clasifican en tres: vialidades primaria, vialidades secundaría y vialidades peatonales, lo que deja emplazamientos para vivienda unifamiliar, plurifamiliar y una gran manzana para un centro cívico, la hoy Alcaldía Venustiano Carranza, diseñada por Juan José Díaz Infante, Enrique de la Mora y Eduard Echeverría entre 1973 y 1975.

La Unidad de Habitación John F. Kennedy está dividida en cuatro grandes secciones, de norte a sur, con emplazamientos de edificios mal orientados en su mayoría de oriente a poniente, en lugar de norte a sur, para tratar de consolidar en aquel 1964 la imagen urbana de la ciudad (lo que le importaba a Pani era el proyecto urbano, llenar las fachadas y la imagen de la ciudad, lo orientación para él se resolvía con cortinas y persianas que se come el sol con el tiempo):

  • Sección 1: el que está desfasado del conjunto, ubicado entre las calles de Sidar y Rovirosa, Cecilio Robelo y el retorno 1 de Cecilio Robelo y el Distribuidor Vial Heberto Castillo (Francisco del Paso y Troncoso), exactamente debajo del Consejo de la Judicatura Federal PJF diseñado por Teodoro González de León, J. Francisco Serrano y Carlos Tejeda de 1987 a 1992. Conformado por 20 edificios con 536 departamentos.
  • Sección 2: pasando Francisco del Paso y Troncoso y Nicolás León, entre la calle de Cecilio Robelo y la avenida Fray Servando Teresa de Mier. Conformado por 22 edificios y 604 departamentos,
  • Sección 3: entre las avenidas Fray Servando Teresa de Mier y del Taller y entre las mismas avenidas y calles paralelas de Francisco del Paso y Troncoso y Nicolás León. Conformado por 37 edificios y 1,100 departamentos.
  • Sección 4: entre avenida Fray Servando Teresa de Mier y una serie de retornos correspondientes a la calle de Nicolás León y Genaro García, que se extiende en su sentido largo por todo Fray Servando Teresa de Mier, lo que deja en medio un área verde sin programa, pero con vocación de estacionamiento. Conformado por 15 edificios y 372 departamentos.

Esto da un total de 94 edificios y 2,612 departamentos contra los 3,100 departamentos que se divulgaron durante la inauguración de la unidad habitacional; unos 12,400 habitantes aproximadamente, dividido en dos tipologías de edificios: los de sección longitudinal, edificios muy alargados con 4, 6, 7, 9 y 10 departamentos de 72 m2 y núcleos de circulaciones verticales hacia la fachada dejando en una de las orientaciones sur o norte: sala-comedor y recámara principal y mandando hacia el otro lado: cocina, baños y una o dos recámaras secundarias y la tipología de edificios más compactos con 16 departamentos de aproximadamente 70 m2 con 4 núcleos interiores de circulación interna que distribuyen a 4 departamentos con 4 orientaciones: norte, sur, oriente y poniente con el mismo programa arquitectónico con uno o dos baños.

Otros Kennedy

Entre los otros proyectos que conformaron la Alianza para el Progreso se encuentran:

Urbanización Ciudad Alianza (1965), ubicada en Guacara (Carabobo, Venezuela), obra de Sender Rahmani, encargado del proyecto urbano y contacto directo con Estados Unidos para la supervisión y ejecución de la obra por la empresa Urbanizaciones Avinca Compañía Anónima y una población aproximada de 23 mil habitantes.

Barrio Kennedy, ubicado en Caracas (Venezuela).

Ciudad Kennedy (1961), ubicada en Bogotá (Colombia), con una población aproximada de 1 millón 230 mil habitantes en 22 mil viviendas.

Villa Kennedy (1964), ubicada en Río de Janeiro (Brasil), obra del arquitecto Giuseppe Badolato y con una población aproximada de 140 mil habitantes en 5 mil viviendas.

Barrio Kennedy (1961), ubicado en Punta del Este (Uruguay), con una población aproximada de 2,500 habitantes.

Barrio John F. Kennedy (1963), ubicado en Buenos Aires (Argentina), diseñado para 475 familias.

Población Kennedy (1962), ubicada en Los Lagos (Chile), obra de los arquitectos Mario Recordó y Alberto Sartori, con 120 departamentos repartidos en 9 edificios.

Unidades habitacionales, urbanizaciones y ciudades, barrios, villas y poblaciones con el apellido Kennedy, [9] que intentaron impulsar una relación de amistad, política y vivienda con Latinoamérica hasta llegar al día de hoy con la candidatura a la presidencia de Estados Unidos de ese otro Kennedy, Robert F. Kennedy Jr., el antivacunas y promotor de teorías de conspiración, con otro tipo de Alianza y, claro, otro tipo de progreso.

 

mural de John F. Kennedy sobre el Hotel Kennedy en Av. Fray Servando Teresa de Mier.

Notas

[1] AGR Internacional es un proveedor innovador de clase mundial de equipos de control de calidad y automatización de procesos para los mercados mundiales de envasado: https://www.agrintl.com/about/a-glance-into-agr/

[2] Savage, Charlia; Haberman, Maggie & Swan, Jonathan; Redadas, campamentos y deportaciones masivas: los planes migratorios de Trump; The New York Times, 14 de noviembre de 2023, recuperado de https://www.nytimes.com/es/2023/11/14/espanol/trump-inmigracion-propuestas.html

[3] Alliance for Progress (Alianza para el Progreso) https://www.jfklibrary.org/learn/about-jfk/jfk-in-history/alliance-for-progress

[4] Alliance for Progress (Alianza para el Progreso) https://www.jfklibrary.org/learn/about-jfk/jfk-in-history/alliance-for-progress

[5] Alliance for Progress (Alianza para el Progreso) https://www.jfklibrary.org/learn/about-jfk/jfk-in-history/alliance-for-progress

[6] El presidente John F. Kennedy y la Alianza para el Progreso de Bureau of Western Hemisphere Affairs, recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=TnYTLqhrZEs

[7] Alliance for Progress (Alianza para el Progreso) https://www.jfklibrary.org/learn/about-jfk/jfk-in-history/alliance-for-progress

[8] Eugéne Adrien Roland Georges Garros fue el primer piloto en cruzar el Mar Mediterráneo sin escalas, formó parte del escuadrón francés en la Primera Guerra Mundial y cayó en combate en 1918; el estadio y el torneo de tenis en París llevan su nombre en honor a sus hazañas dentro de la aviación. Esta es la primer referencia deportiva que se tiene en la colonia Jardín Balbuena, después de esto vendría el Casino Obrero, hoy Deportivo Venustiano Carranza de Juan Segura en 1929 que detonaría con el paso del tiempo la historia deportiva de la colonia hasta llegar a Hugo Sánchez Márquez (ver “La traza del pentapichichi. Encuentro no. 2: Sánchez vs. Sánchez“) o ser la cuna del skateboarding en la Ciudad de México (ver “Mario Pani el JFK skatepark“), pero esta referencia fue motivo para otro texto.

[9] Kennedy, del apellido irlandés que proviene del gaélico ceann, significa “cabeza”.

Este texto forma parte del proyecto de investigación ALPRO, Alianza para el Progreso desarrollado por Erik Carranza de Anónima arquitectura y Felipe Orensanz de fo-rd.

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Trump y la “nueva arquitectura gubernamental”. https://arquine.com/trump-y-la-nueva-arquitectura-gubernamental/ Tue, 11 Feb 2020 16:40:43 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/trump-y-la-nueva-arquitectura-gubernamental/ Según un proyecto de la nueva orden ejecutiva de la Administración Trump se plantea reescribir los Principios rectores para la Arquitectura Federal emitidos en 1962.

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Lincoln Memorial terminado en 1922.

 

Según la nueva orden ejecutiva de la Administración Trump obtenido por Cathleen McGuigan, editora de Architectural Record, la Administración de Servicios Generales – quienes administran los bienes gubernamentales – plantea reescribir los Principios rectores para la Arquitectura Federal, emitidos en 1962, para garantizar que el estilo arquitectónico clásico sea el predeterminado para las mejoras de los edificios existentes y en el planteamiento de nuevos edificios para la administración.

Según una nota publicada por el Chicago Sun-Times titulada ” Hacer que los edificios federales vuelvan a ser hermosos”, la orden ejecutiva plantea nuevos sistemas de revisión a los proyectos, se prohibe el brutalismo y el deconstructivismo y exige que los nuevos edificios tengan una apariencia que derive de ” las formas y principios de la arquitectura clásica romana y griega, tal como fue empleado por los arquitectos renacentistas Miguel Ángel y Palladio” detalla.

Construcción del Lincoln Memorial en 1915.

 

El Programa de Excelencia en Diseño de la GSA, que desde 1994 ha tratado de poner el arte y la arquitectura contemporánea en la palestra, será eliminado. McGuigan de Architectural Record informa que David Insinga, el arquitecto jefe de la GSA y jefe del programa, ha renunciado, aunque fuentes de la Casa Blanca aún no lo confirman.

Los principios rectores de la arquitectura federal se remontan a un informe de 1962, durante el gobierno del presidente John F. Kennedy, quien estableció que los edificios federales rindieran un testimonio visual de dignidad, vigor y estabilidad del gobierno estadounidense, pero a su vez, deberían encarnar el pensamiento estadounidense contemporáneo. Los diseños deberían ser frescos, nuevos, regionales, auténticos, incluso democráticos.

Edificio Federal de San Francisco de Morphosis.

 

El Instituto Americano de Arquitectos (AIA) se opone a la propuesta y ha creado una petición en linea para oponerse al plan de la Administración Trump, aunque informan que aún la revisión de los nuevos principios rectores están en borrador y el Presidente Trump no los ha firmado para entrar en vigencia.


Noticia vía Architectural Record

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La ominosa identidad https://arquine.com/la-ominosa-identidad-charlottesville/ Fri, 25 Aug 2017 22:47:52 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-ominosa-identidad-charlottesville/ Ante los hechos ocurridos en Charlottesville podemos proponer una posible problematización respecto a la democracia contemporánea en Occidente y a una de sus herramientas más celebradas desde la Ilustración francesa: la libertad de expresión. Pero en la esfera físicamente pública es donde el conflicto es en verdad productivo.

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Ante los hechos ocurridos en Charlottesville, que sobra detallarlos aquí, podemos proponer una posible problematización respecto a la democracia contemporánea en Occidente, y a una de sus herramientas más celebradas desde la Ilustración francesa: la libertad de expresión. Una de las constantes más o menos generales de los grupos conservadores hoy es que comienzan a reconocer el derecho a la opinión como una vía de enunciación. Desde una ingenuidad terrorífica ya no buscan la represión operativa y franca, o más bien, esta queda traducida a una necesidad de formar parte de una conversación política cada vez más centrada en conflictos identitarios, como pueden serlo el género, la raza y la clase. Si algo tienen en común el Frente Nacional por La Familia con los supremacistas del estado de Virginia es que justifican y realizan sus acciones de la misma manera que cualquier disidencia lo haría: están visibilizando sus demandas ante la presencia de una mayoría que comienza a solidificarse y a detentar la voz y el voto. De esta manera, los fines opresivos de estos grupos quedan vaciados de sentido, así como los significantes de la libertad de expresión (disenso, oposición, puesta en crisis de las ideas imperantes). En teoría, lo que ellos están haciendo no es otra cosa más que ocupar la plaza pública y tomar su turno. Trump mismo ha declarado que todos sus insultos no albergan ninguna intención racista o misógina, pero que, de todas maneras, alguien lo tiene que decir. Pareciera, entonces, que no existe tal cosa como los conflictos identitarios antes mencionados. Pero los sucesos de Charlottesville demuestran lo contrario.

En The liberal monument: urban design and the late modern project de Alexander d’Hooge se propone un perímetro teórico que nos podría ayudar a entender la escultura pública propia de la ciudad moderna como una que meramente marca un sitio territorial; enmarca una vida comunitaria (las esculturas públicas que están en parques o en plazas); es abstracta (lo abstracto aquí funciona como lo contrario a lo representativo; es decir, una escultura abstracta no es una escultura ecuestre, no encarna una ideología) y forma parte de una ciudad cuyo trazo está basado en la agrupación de las necesidades fundamentales de sus habitantes como el consumo (centros comerciales) y las facilidades para realizar cualquier recorrido. Pero el autor también menciona que estas esculturas, aún cuando estén inscritas en la abstracción, de todas maneras son tan simbólicas como cualquier tótem antiguo o como cualquier monumento estalinista. Puntualmente, d’Hooge comenta que son símbolos de la política liberal. Pero la estatua del General Lee que provocó los enfrentamientos en Charlottesville es el símbolo de una ideología totalmente tangible no sólo en la teoría política sino también en el espacio público. La figura de un militar confederado que era dueño de esclavos es también la de la segregación racial contemporánea (y digo contemporánea porque, hace apenas 70 años, existe este sistema de separación entre ciudadanos con derechos y aquellos que no pueden tenerlos) sucede en las calles, en los servicios de transporte, en los restaurantes. ¿Cuál será el número oficial de ataques por parte de ciudadanos blancos y estadounidenses hacia migrantes que hablan en español en espacios públicos? ¿Cuántos policías blancos han asesinado a jóvenes negros sin tener ni siquiera una causa probable? A pesar de toda la retórica historicista y patrimonializante de Trump sobre los monumentos confederados (Tina Fey, en su última intervención en Saturday Nigh Live, dio el acertado comentario que que el presidente derribaría en cualquier segundo esas estatuas si pudiera levantar en su lugar condominios), el General Lee de Virginia es una actualidad para aquella ciudadanía que, en sus manifestaciones, sigue levantando las banderas de uno de los grupos que, durante la Guerra Civil, se oponía a liberar a sus esclavos.

El conflicto racial se está liberando en la esfera privada. Charlottesville demuestra que el racismo no se ha ido de Estados Unidos, que el triunfo presidencial de Donald J. Trump fue predecible. Pero en la esfera físicamente pública es donde el conflicto es en verdad productivo: las protestas no son símbolos abstractos del pasado, y ponen en la superficie que la identidad de las minorías persiste a pesar de los intentos de mantener una “discusión racionalizada”, que la opresión sí es operativa y que sí hay una población que, factualmente, está siendo oprimida. La violencia en Charlottesville no tiene zonas grises, y la calle seguirá siendo el lugar en el que se resuelva.

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Foucault–Trump: preludio de la posverdad https://arquine.com/foucault-trump-preludio-de-la-posverdad/ Wed, 23 Aug 2017 12:00:17 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/foucault-trump-preludio-de-la-posverdad/ Donald Trump creó un discurso político cuya estrategia iba dirigida a dominar la producción y la difusión de la verdad de un modo que antes ya había explicado Michel Foucault, para quien "la cuestión política no es el error, la ilusión, la conciencia alienada o la ideología, sino la verdad misma."

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Texto publicado originalmente en veredes.es  y retomado con autorización del sitio y del autor

 

Nuevos viejos media, nuevas viejas teorías.

El 8 de noviembre de 2016 Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América contra todo pronóstico, haciendo triunfar una nueva manera de hacer política que marca la entrada a una nueva era de interrelación entre países a nivel mundial. Pocos meses antes parecía —según todos los sondeos— que Hillary Clinton tenía las elecciones ganadas, gracias a disponer del soporte de una gran parte del poder político, económico, cultural y periodístico, incluidos los periódicos tradicionalmente republicanos. Pero en las últimas semanas Donald Trump y su “autoconstrucción” de una imagen de líder antiélites, y a partir de un discurso xenófobo, en contra de la inmigración y con ataques frontales a la prensa tradicional, consiguieron una mayor presencia en los medios de comunicación hasta el punto de convertirse en decisiva para su elección. Creó un discurso político y lo emitió a través de instituciones políticas, el cual fue difundido en los medios de comunicación a través de declaraciones controvertidas que eran recibidas como aceptables por la sociedad donde y para las que eran emitidas. La estrategia de Trump iba dirigida a dominar la producción y la difusión de la verdad al estilo de los cinco puntos que explicaba Michel Foucault1:

“en sociedades como las nuestras la «economía política» de la verdad está caracterizada por cinco rasgos históricamente importantes: la «verdad» está centrada en la forma del discurso científico y en las instituciones que lo producen; está sometida a una constante incitación económica y política (necesidad de verdad tanto para la producción económica como para el poder político); es objeto bajo formas diversas de una inmensa difusión y consumo (circula en aparatos de educación o de información cuya extensión es relativamente amplia en el cuerpo social pese a ciertas limitaciones estrictas); es producida y transmitida bajo el control no exclusivo pero si dominante de algunos grandes aparatos políticos o económicos (universidad, ejército, escritura, medios de comunicación); en fin, es el núcleo de la cuestión de todo un debate político y de todo un enfrentamiento social (luchas «ideológicas»)”.

Del conjunto de estas estrategias salió un nuevo concepto, la posverdad, que no se puede desligar de la crisis de credibilidad de los medios de comunicación tradicionales y de dicho “objetivos”, junto con la fuerza de les redes sociales con las que consiguió llegar al electorado y dar el vuelco a sus intenciones de voto. Como afirmaba Foucault, el poder se tiene que analizar de una manera circular y en cadena, y sin poderse centralizar en manos de unos pocos, sin capacidad del poder de apropiárselo. El poder funciona y se ejerce en red, donde los individuos no sólo lo pueden sufrir si no también lo pueden ejercer.

Como antecedente teníamos la sorpresa que había supuesto el Brexit en el Reino Unido, del golpe al proceso de paz con las FARC en Colombia y de la visión que Black Mirror nos había dado del mundo. Entonces nos llega el triunfo de Donald Trump que supone la oclusión de la palabra “Post truth” como definición del tiempo actual en el que vivimos.  Michel Foucault decía que el discurso no refleja la realidad, sino que la construye, para lo cual intentaba entender los contextos y la genealogía del discurso. En este sentido no buscaba mostrar la verdad o falsedad de las proposiciones, sino los “regímenes de verificación” referidos al contexto y a las estructuras que permiten que un discurso se acabe convirtiendo en verdad.

El neologismo “posverdad” o verdad emotiva, “Post truth“, permite describir una forma actual de crear y modelar la opinión pública donde los hechos objetivos tienen menos capacidad de influencia que la apelación a las emociones y a las creencias personales. Es decir, que lo que nos hace sentir lo que pasa es más importante que lo que realmente está pasando.

En política el debate se enmarca en las apelaciones a las emociones desconectadas de los hechos. Tampoco es un hecho excepcional ya que el 80% de las campañas políticas recurren a un sentimiento, y sobre todo, al miedo. Pero nos encontramos en que la posverdad puede que no cambie el fondo pero si la forma. Se sobrepasa el hecho de falsificar la verdad al entender que la apariencia de verdad es más importante que la propia verdad, es decir, que los hechos reales pasan en un segundo plano después de la modificación de la realidad con unos fines concretos. En este sentido la política metamorfosea los contextos, mezcla los conceptos y da la vuelta a la verdad según sus objetivos. En definitiva es sencillamente mentira, estafa o falsedad encubierta bajo el nombre convertido en políticamente correcto de posverdad. En el año 2016 los diccionarios de Oxford la consideraron la palabra del año “Post truth” debido al aumento de su utilización de un 2.000% respeto al año 2015 debido a su uso en relación con el Brexit y en estas últimas elecciones presidenciales en los Estados Unidos.

La excesiva exposición en las redes sociales, su popularidad y la sobre información que ofrece Internet sirven a los partidos políticos y a sus partidarios como canal directo de comunicación con los ciudadanos sin pasar por ningún tipo de filtro ni periodístico ni de reconocimiento de las fuentes de información, haciendo desaparecer así la categoría de autor que desarrolla Michel Foucault3. El uso intensivo de Internet ha transformado la naturaleza de la comunicación en las sociedades contemporáneas, un entorno que resulta cada vez más problemático y complejo después de haber superado la comunicación pensada exclusivamente en clave unidireccional. Esto permite desarrollar una serie de estrategias de propaganda negra basada en el desprestigio, la falsedad y la desinformación con unos objetivos concretos como ya había desarrollado Joseph Goebbels, ministro de propaganda Nazi. Por lo tanto son ideas que no son nuevas, ya a mediados del s.XX Orwell hablaba del Ministerio de la Verdad y de la neolengua en su novela “1984” y al mismo tiempo que Foucault lo hacía sobre el panóptico y los medios como mecanismo de control social a “Vigilar y castigar” no muy lejos de lo que intenta la posverdad: propaganda, desinformación y distracción masiva; unos significados que no son pasos nuevos. Para los postestructuralistas como Michel Foucault nada une ya el significante con el significado trayendo a la deriva del significado y de la verdad4.

Muchos políticos han transformado el costoso arte de encontrar la verdad en una construcción de verdades fastnews. No elaboran sus efímeras verdades sobre las bases filosóficas de la verdad, derivada de la postmodernidad, sino por su uso pragmático, abusivo e ignorando que manifiesta el escepticismo y el cansancio con los grandes ideales del pasado. Es cierto que la imposibilidad de una cimentación inequívoca, última y única de la verdad es el aspecto más llamativo de la posmodernidad, un aspecto que en parte denuncia Michel Foucault entendiendo la verdad como un relato construido con el único fin del control totalitario de la ciudadanía.

Al mismo tiempo la discusión sobre la posverdad durante las elecciones presidenciales en Estados Unidos fue acompañada por la campaña de “fake news“, una serie de noticias falsas que la gente replicaba básicamente por Facebook. Ante la demanda de noticias por parte de los seguidores políticos de los candidatos, nuevos emprendedores encontraron una manera fácil de ganar dinero con la producción de noticias con el único objetivo de que acabaran convirtiéndose en virales, buscando el máximo de reproducciones y transmisiones por Facebook y por las redes sociales.

Unas noticias eran el producto de la más pura mentira o de quienes sencillamente manipulaban las noticias ya existentes para producir el efecto deseado en sus lectores. Esta oferta de noticias fue muy bien recibida por un tipo de público, sobre todo por parte del público conservador estadounidense. Un electorado que ya hace algunos años que el partido republicano ha aislado del mundo ilustrado, dando cabida al discurso negacionista de la evolución y del cambio climático, a la retirada de los fondos públicos de los centros de planificación familiar, que ha combatido la negociación colectiva y ha bloqueado el sistema público de salud, o ha protegido el lobby de la posesión de armas mientras invocaba a la libertad, una demostración más de que el concepto de posverdad no es tampoco tan reciente. Como dice Foucault1

“la verdad no está fuera del poder, ni sin poder (no es, a pesar de un mito, del que sería preciso reconstruir la historia y las funciones, la recompensa de los espíritus libres, el hijo de largas soledades, el privilegio de aquellos que han sabido emanciparse)”.

Ciertamente, y según Foucault1, el saber transmitido adopta siempre una apariencia positiva mientras juega a la exclusión para los que no tienen derecho al conocimiento o sólo para un tipo impuesto por un filtro escondido bajo un aspecto desinteresado, universal y objetivo de conocimiento. Un saber que es dirigido por los “circuitos reservados del saber” que forman el aparato de producción, la administración y el gobierno, en definitiva los poderes que tienen la capacidad de dirigir los mensajes que quieren dar a sus electores y que implica su formación, para acabar obteniendo su conformidad política. Donald Trump rompe así la dicotomía que el saber oficial representa al poder político dentro de una clase acomodada en contraposición con la lucha de los movimientos populares por sus derechos. Él busca, aprovecha y manipula el discurso de la defensa de las clases populares para hacerse con el poder del saber oficial. Entiende la expresión del orden del discurso de Michel Foucault para cambiar los referentes comunicativos y de influencia que habían hasta ahora mientras manipula el discurso, las prácticas y los eventos que hasta el momento constituían los lenguajes del poder, condicionando la creación, la producción y la manera de difundir los mensajes dentro de la sociedad, y creando un discurso verdadero para su propia sociedad. Como plantea Foucault1:

“La verdad es de este mundo; está producida aquí gracias a múltiples imposiciones. Tiene aquí efectos reglamentados de poder. Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su «política general de la verdad»: es decir, los tipos de discursos que ella acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la manera de sancionar unos y otros; las técnicas y los procedimientos que son valorizados para la obtención de la verdad; el estatuto de aquellos encargados de decir qué es lo que funciona como verdadero.”

De este modo logra que su electorado desconfíe de los grandes medios de noticias tradicionales, unos medios que de manera mayoritaria habían apoyado la candidatura de Hillary Clinton y que se encontraron sorprendidos al ver que su capacidad de influencia había sido superada por otras formas de transmisión de noticias y de información a través de las redes. Una oferta nueva y que ha resultado mucho más efectiva.

Un redactor de noticias falsas, en una entrevista al diario The Washington Post5, explica cómo los electores de Trump no verificaban ninguna noticia antes de hacerla viral por Facebook y cómo de manera compulsiva apoyaban cualquier noticia que estuviera alineada con sus tesis políticas. En las semanas precedentes al día de la victoria de Donald Trump en las elecciones del 8 de noviembre, proliferó una gran cantidad de informaciones falsas y fantasiosas que circulaban por Facebook, provocando la acusación a esta red social de haber contribuido a su victoria al dejar circular por su red las noticias falsas. En este caso la estrategia de Trump tiene en cuenta que lo importante no es la verdad, sino el conjunto de reglas según las cuales se discrimina lo verdadero de lo falso, tal como explica Foucault1:

“Existe un combate «por la verdad», o al menos «alrededor de la verdad» —una vez más entiéndase bien que por verdad no quiero decir «el conjunto de cosas verdaderas que hay que descubrir o hacer aceptar», sino «el conjunto de reglas según las cuales se discrimina lo verdadero de lo falso y se ligan a lo verdadero efectos políticos de poder»; se entiende asimismo que no se trata de un combate «en favor» de la verdad sino en torno al estatuto de verdad y al papel económico-político que juega. Hay que pensar los problemas políticos de los intelectuales no en términos de «ciencia/ideología» sino en términos de «verdad/poder»”.

Hay que ser conscientes de que las redes sociales son la segunda fuente de información de noticias políticas estadounidenses por detrás de la televisión. Mark Zuckerberg, presidente y fundador de Facebook, negó la acusación pero si reconoció que los usuarios estaban inclinados a compartir y leer los artículos que están alineados con sus posiciones ideológicas personales previas. Entonces es cuando Mark Zuckerberg anuncia 7 puntos6 para intentar controlar las noticias falsas, al tiempo que se defendía diciendo que podía certificar que el 99% de las noticias que corren por Facebook7 tienen la garantía de veracidad, un hecho absolutamente imposible de comprobar. Igualmente intentó defenderse meses antes de las elecciones diciendo que Facebook era sólo una plataforma tecnológica y que no era responsable de sus contenidos, pero cuando dice estas palabras olvida su capacidad de censurar el sexo y los desnudos en sus páginas, una buena muestra de lo que puede llegar a hacer si se lo propone y le interesa. Pero lo que dice Quarzes que Donald Trump invirtió 56 millones de dólares en propaganda en Facebook, casi lo mismo que en televisión (68 millones). Como dice Foucault

La «verdad» está ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen, y a los efectos de poder que induce y que la acompañan. «Régimen» de la verdad”. 

Este conjunto de declaraciones contradictorias de Mark Zuckerberg sólo sirven para explicar que la forma de uso de estas plataformas está por delante de los que sus propietarios pueden llegar a pensar y planificar. Según BuzzFeed9 la mayoría de las 20 historias falsas que vendían webs especializadas “hoax” o blogs partidistas provocaron 8,7 millones de interacciones, mientras que las 20 de los lugares considerados serios The New York Times, The Washington Post y el Huffington Post obtuvieron 7,4 millones de reacciones.

El jefe de campaña de Donald Trump y dueño de la web ultra Breibart, Steve Bannon, tuvo claro que una de las claves para llevar a Trump a ganar las elecciones era su capacidad de expansión dentro de Facebook y con él la expansión de su web Breitbart al público de masas. Una expansión que tuvo una segunda parte enfocada hacia una mirada a Europa y en las elecciones presidenciales en Francia. Una investigación de BuzzFeed10, desvela que las noticias falsas que fueron colgadas en Facebook para la campaña electoral de Trump supusieron el 38% de los total de los mensajes emitidos a través de las redes sociales, mientras que los de Clinton fueron el 20%.

En un estudio de Antoni Gutiérrez-Rubí11, que analiza el uso de Facebook por parte de Clinton y Trump durante la campaña (del 12 de septiembre al 19 de noviembre) dice que la televisión de Trump fue realmente Facebook Live y sus diarios fueron verdaderamente los muros de esta plataforma utilizada por el 70% de los ciudadanos norteamericanos. Trump convirtió Facebook en su herramienta de persuasión, convicción y movilización, saltándose a cualquier intermediario, ya fuesen los periodistas, los programas, los canales, los propietarios, etcétera.

También en El Orden del Discurso12, Michel Foucault nos plantea que el poder se puede lograr mediante la normalización y aceptación por parte de la sociedad de una ideología o un discurso. Los discursos del poder buscan la manera de dejar claro y separar lo que para esta sociedad se considera normal o aceptable, y al mismo tiempo lo que se considera indeseable y rechazable. Un principio básico de exclusión que explica Foucault es absolutamente estratégico para Donald Trump en el momento que busca fijar en las mentes de sus votantes americanos mensajes como que la inmigración o la economía se pueden solucionar fácilmente desterrando a inmigrantes y convirtiéndolos en indeseables. Así desculpabiliza a los “buenos americanos” y responsabiliza a la parte de público que no le interesa. Una estrategia para construir una posverdad que en un principio parecía una gran farsa, pero que dio una visión de solución a un 40% de los norteamericanos.

“La cuestión política, en suma, no es el error, la ilusión, la conciencia alienada o la ideología: es la verdad misma”. Foucault 12

 

Notas

1 Foucault, Michel, Alvarez-Uría, F., & Varela, J. (1992). Microfísica del poder. La Piqueta. Disponible a [Consulta 15 març 2017] capítol “Verdad y Poder” pàg. pàg.175- 189

2 The Oxford Dictionaries Word of the Year 2016 is post-truth. 

3 Foucault, Michel (1969) “¿Qué es un autor?”. A: Obras esenciales de Michel Foucault I. Barcelona: Paidós, 1999.

4 Tubella, Imma; Alberich, Jordi (2011) “Els media en la societat de la informació” Mòdul 1. Nous vells mitjans, noves velles teories. FUOC, 2011

5 Dewey, Caitlin (2016) Facebook fake-news writer: ‘I think Donald Trump is in the White House because of me’. Washington Post

Bernish, Claire (2016) Zuckerberg Just Revealed Facebook’s 7-Point Plan to Censor “Fake News” and It’s Chilling. The free Thought project.

7 Ge, Linda (2016) “Mark Zuckerberg: over 99 percent of Facebook content is authentic” . Engadget.com

8 Fernholz, Tim (2016) “Mark Zuckerberg says fake news on Facebook could not have influenced the 2016 election“. Qz.com

9 Silverman, Craig (2016) “This Analysis Shows How Viral Fake Election News Stories Outperformed Real News On Facebook” Buzzfeed.com

10 Silverman, Craig; Hall, Ellie; Strapagiel, Lauren; Singer-Vine, Jeremy; Shaban, Hamza (2016) “Hyperpartisan Facebook Pages Are Publishing False And Misleading Information At An Alarming Rate“. Buzzfeed.com

11 Gutierrez-rubi, Antoni (2016) “¿Tiene Facebook la clave del éxito electoral de Trump?“. Gutierrez-rubi.es

12 Foucault, M. (1999). El orden del discurso, trad. Alberto González, Tusquets, Barcelona.

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Urbe et orbi https://arquine.com/urbe-et-orbi/ Mon, 05 Jun 2017 17:35:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/urbe-et-orbi/ Sin duda la idea del Estado-Nación como ha operado los últimos siglos está en crisis, pero ¿puede pensarse que los estados desaparecerán sólo disolviéndose en conglomerados de menor escala, como las ciudades, dejando los temas globales en manos de empresas también globales una vez que instituciones supranacionales queden sin el sustento de los estados?

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La ciudad. Sodoma y Gomorra o Babel, Roma y Bizancio y sus imperios. Venecia, sus canales, mapas y barcos. Londres y París y la modernidad en auge. Nueva York: rascacielos y finanzas globales. Shanghai, Laos o México, el desarrollo y el subdesarrollo. Ciudades como imagen y como idea. Emblemas del crecimiento, del cambio. La ciudad como civilización y como mundo. Se habla del triunfo de la ciudad y se anuncia que media humanidad ya vive en entornos urbanos como si fuera un logro de la historia y del progreso. Pero esas ciudades son, también, espacio de segregación y exclusión, donde junto a la riqueza financiera, que jamás pertenece a un lugar, se aglomeran millones de pobres y otros millones de la precaria clase media urbana.

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El primero de junio, cuatro días antes del Día Mundial del Medio Ambiente, Donald Trump anunció que los Estados Unidos se retiraban del Acuerdo de París, firmado por todos los países del mundo excepto tres y planteado como respuesta global al cambio climático. A los pocos días, al menos 187 alcaldes de igual número de ciudades en los Estados Unidos habían declarado que se apegarían al Acuerdo, a pesar del anuncio del gobierno federal. El mismo primero de junio Norman Foster cumplió 82 años e inauguró en Madrid su fundación con un congreso: Future is now. Al presentar el foro, Foster afirmó con optimismo que las ciudades son el futuro, ahora, pese a retos como la desigualdad y, por supuesto, los riesgos ambientales. Las tecnologías para que las ciudades sean no sólo sustentables sino autosustentables, generando además de la energía que consumen también la comida para sus habitantes, ya están aquí y sólo falta ponerlas en marcha, dijeron algunos participantes del congreso. Michael Bloomberg, el otro millonario neoyorquino metido a la política, alcalde de su ciudad entre 2002 y 2013, y que también participó en el foro organizado por Foster, planteaba ahí que el problema era la manera de convencer a la gente de los cambios necesarios.

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El mismo Bloomberg declaró poco después del anuncio de Trump sobre el Acuerdo de París, que serían las ciudades y las empresas las que mantendrían y cumplirían con lo pactado, llegando incluso más lejos de las metas que ahí se propusieron. La declaración de Bloomberg, como otras anteriores, hace a muchos pensar en un futuro, que ya está aquí, como dijo Foster, de ciudades y no de estados o naciones. Un futuro al mismo tiempo más local y más global. Pero Bloomberg no olvidó incluir junto a las ciudades a las empresas, las grandes corporaciones que, desde la ciudad que las haya visto nacer o la que más convenga a sus intereses financieros, controlan grandes redes de producción, distribución y consumo de bienes. Empresas que pueden tener su sede en un edificio que cumple con todos los certificados de sustentabilidad posibles en una ciudad de Oregon, en los Estados Unidos, pero que la mayoría de sus productos los hacen trabajadores en fábricas en Asia, quizá sin cumplir los mismos estándares ambientales y seguramente sin que los empleados reciban las mismas prestaciones ni gocen de la misma calidad de vida urbana. Sin tener en cuenta ese funcionamiento de las finanzas globales, la visión de las ciudades como oasis, refugio o santuario de la civilización, aunque parezca etimológicamente inevitable, quizá no resulte más que un reflejo a otra escala de esa lógica neoliberal que, en palabras de Margaret Thatcher, privilegia al individuo y su familia sobre la sociedad. Sin duda la idea del Estado-Nación como ha operado los últimos siglos está en crisis, pero ¿puede pensarse que los estados desaparecerán sólo disolviéndose en conglomerados de menor escala, como las ciudades, dejando los temas globales en manos de empresas también globales una vez que instituciones supranacionales queden sin el sustento de los estados? ¿Imaginaremos una OCU, una Organización de las Corporaciones Unidas en las que el consejo de seguridad lo ocupen los directivos de Facebook, Microsoft o Uber? ¿Terminará la famosa frase de la Thatcher en algo como “no hay algo así como un Estado, sólo hay hombres y mujeres individuales, sus familias y sus ciudades”?

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El demagogo toma la escena https://arquine.com/el-demagogo-toma-la-escena/ Tue, 11 Apr 2017 15:32:56 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-demagogo-toma-la-escena/ A raíz de la elección de Trump como presidente de los EEUU, "debemos acercarnos al Ground Zero a través de su edificio más sagrado. No es el Memorial del 11-S, que redujo al mínimo el 'terreno sagrado' para maximizar las ganancias, o el Museo del 11-S, que relegó la memoria a una exposición subterránea. Más bien es el “Oculus”, diseñado por S.Calatrava: su masiva y luminosa nave con un costillar estructural transparente, apenas sublima la arquitectura de la catedral gótica —cruzando la piedad cristiana— en una orgía de mercadotecnia consumista."

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Hoy vivimos en una obra de arte que sigue el principio de la reality TV, que es no retratar la realidad sino convertirse en la realidad. Como si viéramos en cámara lenta, vemos estos sucesos mientras suceden. El artificio está implicado, la presunción, el engaño. Todo a pantalla completa. Revelación en directo, entrelazado con meta-comentarios de los participantes, añade un giro burlón a la vieja técnica de vanguardia de romper la “cuarta pared” que separa a la audiencia de los actores. Lo que resulta no es un despertar sino, más bien, una disociación sociopática. Porque, si la realidad es lo que viene después y no lo que antecede, cualquier resto de distinción entre arte y cualquier otra cosa se desvanece en el aire. En la obra de arte total, todos los hechos son “hechos alternativos” sujetos al libre juego de la asociación imaginativa y la verdad es “falsa” antes de que sentir su golpe mortal.

La producción de la auténtica obra de arte inequívoca está ligada a la consagración del territorio nacional como tierra sacra, que es una base implícita del nacionalismo consciente de sí que hoy rodea al globo. Sin embargo, contrariamente a la suposición de que el nacionalismo se opone a la globalización capitalista, ambos van de la mano; son espíritus afines alimentándose y suministrando los encantamientos gemelos de la propiedad y la patria. En esta luz los muros fronterizos y las prohibiciones de viaje son actos de consagración: técnicas para asegurar simbólicamente a la nación tanto como propiedad, como una valla alrededor de un patio o como un signo de “no pasar”, y como patria, como una reunión familiar racial y religiosamente restringida.

Lo que es más difícil de comprender es que se trata de técnicas fundamentalmente artísticas; con lo que quiero decir que establecen a la nación como una entidad ambiguamente significativa, cuya inseguridad semántica exige más actos de consagración. Y estos actos, que son formas de violencia ritualizada, dependen más de la santidad del arte que de su profanación. Hoy en los Estados Unidos, esta santidad no es mantenida por la alta cultura sino por un sustrato de instrumentos de gobierno, o medios, que configuran una esfera pública. Porque la consagración de la nación como propiedad y como patria requiere, incluso en sus formas más vulgares, un teatro a priori del poder, donde algunos y no otros están dispuestos a realizar el acto requerido mientras reflejan cómo se hace, como en la televisión.

Esta es la posición del patriarca como artista. Su arma es la expresión performativa o la declaración que promulga lo que dice. Pronunciada bajo las condiciones adecuadas por un orador dotado de poder, la declaración “estás despedido” es un acto de habla que tiene el efecto inmediato de terminar el empleo de su destinatario. Declarado como en la reality TV, afirma el doble estatus del hablante como un actor, en el sentido tanto de representar como de actuar (de verdad). La forma performativa es la forma misma del poder ejecutivo; afirma la capacidad de producir un efecto material sin mediación aparente, reconociendo al mismo tiempo que la mediación es todo lo que existe. Es también la forma misma de un populismo autoritario en el que “el pueblo”, definido por la exclusión, habla cuando y sólo cuando este poder habla y nunca de otra manera.

Para funcionar correctamente, este poder debe estar sobre un terreno que se ha consagrado como escenario. Hoy en los Estados Unidos este es el fundamento del patriarcado nacionalista blanco, o lo que sus jefes de escena llaman eufemísticamente “nacionalismo económico”. Su jerga incluye palabras de código “alt-right” como “tradición” y “neo-tradicionalismo”, a menudo acompañadas por calificadores como “judeo-cristiano” o “europeo”. Esta es la jerga nativa de una pseudo-filosofía vendida por impostores auto-promotores y anti-intelectuales. Como tal, fortifica a un “pueblo” mítico y blanco contra sus enemigos imaginarios, tanto políticos como económicos, e implica una división del trabajo basada en el género donde los hombres producen y las mujeres se reproducen. Como tóxico sentido común, esta jerga ayuda a construir un teatro socio-técnico del poder que autoriza y habilita los actos de discurso patriarcal, demagógico en primer lugar.

Este teatro actúa estableciendo el escenario. Sus adornos y paisajes, su maquinaria, son múltiples y el escenario, en cierto sentido, abarca todo el mundo. Siempre está ahí, por delante de los artistas, preparando el terreno, colocando las cosas, posicionando locutores y destinatarios y estableciendo las bases para la realidad que promulgarán juntos. El escenario es la manifestación política antes del discurso, la oficina ejecutiva a la espera de un ocupante, el púlpito a la espera de un predicador, la mesa a la espera de una cabeza. Pensar en las cosas de esta manera nos permite pasar por debajo de los actos de habla del poder ejecutivo y explorar la obra de arte total que los hace posibles.

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El acceso al escenario, al sustrato estético de la política, es intrínsecamente parcial y limitado. Entre los diversos puntos de entrada, la parte del escenario americano llamado “Ground Zero”, el sitio del antiguo World Trade Center en el Bajo Manhattan, ofrece una perspectiva especialmente reveladora. No es ningún secreto que el 11 de septiembre radicalizó a muchos conservadores confesos, así como a algunos centristas y liberales. Un buen número de estos neo-radicales encontraron satisfacción sanguinaria (aunque temporal) en las posteriores invasiones de Afganistán e Irak, que al mismo tiempo desplazaron y concentraron sus incipientes temores. El desplazamiento fue complementado por la crisis financiera de 2008 y con ella el surgimiento del Tea Party republicano, que mezcló la política de austeridad con la piadosa xenofobia. Estos dos eventos suelen interpretarse como dos fuentes distintas para la radicalización de derecha, con el 11 de septiembre ampliando o reforzando las tendencias etnonacionalistas existentes y la crisis de 2008 emanada de las contradicciones económicas de la financierización. Pero en Ground Zero los dos se llevan a escena juntos y se muestra que pertenecen a un mismo proceso, lo que también ayuda a explicar cómo un promotor inmobiliario de Nueva York fue capaz de reclamar, tanto cultural como políticamente, al patriarcado blanco consagrado por un capitalismo asediado por un “espíritu” imaginario.

Para acceder a este proceso, debemos acercarnos al Ground Zero a través de su edificio más sagrado. Este no es el Memorial Nacional del 11-S, que redujo al mínimo el “terreno sagrado” de la conmemoración para que se pudieran maximizar las ganancias, o el Museo Nacional del 11-S, que relegó la memoria pública a una serie de espacios de exposición subterráneos. Más bien es el centro comercial, o el “Oculus”, que se eleva por encima de la estación de metro suburbano adyacente. Diseñado por Santiago Calatrava para la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey y la Corporación Westfield, el Oculus sintetiza las tensiones secular-religiosas al honrar sus fuentes góticas en el cumplimiento. Su masiva y luminosa nave con un costillar estructural transparente, apenas sublima la arquitectura de la catedral gótica —y con ella cruzando la piedad cristiana— en una orgía de mercadotecnia consumista. Esta apoteosis del kitsch revela el programa estético y político de todo el sitio, que es generar un exceso de “significado” teológico para que el negocio prosiga como de costumbre, incluyendo el negocio del desarrollo inmobiliario y el negocio de resguardar la patria.

Por supuesto, esto nunca ha sido el proyecto oficial de los numerosos patrocinadores públicos y privados del Ground Zero, inversionistas, representantes de la comunidad, consultores expertos o diseñadores. Sin embargo, durante más de una década y media, el sitio ha sido objeto de muchos de los memes culturales más virulentos de la época. Consideremos que en 2009, mucho antes de la finalización de la catedral Oculus, un grupo de desarrolladores propuso construir un centro comunitario islámico, incluyendo un espacio de oración, en Park Place, dos manzanas al norte del sitio del World Trade Center. Esta propuesta desencadenó un histérico torrente nacional de rechazo islamofóbico que prefiguró las prohibiciones musulmanas por venir. En ese momento, un promotor inmobiliario y una personalidad de la reality TV de Queens se ofrecieron a comprar su parte a uno de los inversionistas principales, el egipcio Hisham Elzanaty, a condición de que no se construyera una “mezquita” futura dentro de los cinco bloques del Ground Zero. Otros, incluyendo al entonces alcalde Michael Bloomberg, tuvieron cuidado de evitar la designación usada en los periódicos para la propuesta como una “mezquita Ground Zero”. Esta designación, sin embargo, mostró una verdad perversa en su reconocimiento de que la forma dominante a través de la cual la zona y su reconstrucción serían vistas era, desde la perspectiva americana, de carácter teológico si no explícitamente religioso.

Primero difundido ampliamente por The New York Post, el término “Mezquita del Ground Zero” fue pronto retomado por periódicos regionales y locales en todo el país, independientemente de si sus editorialistas avalaban la propuesta. Es por tanto notable que las distinciones habituales entre la cultura rurales o de pequeñas ciudades y la urbana, no se aplican aquí. Por el contrario, todo el episodio socava el esquema simplista urbano-rural, azul-rojo que se proyecta demasiado a menudo en el discurso político nacional. Al conjurar una inexistente “mezquita de la Zona Cero”, estos medios de información —todos ellos— convirtieron su tema en un apoyo teatral cargado de significado simbólico que sirvió para unir ciudad, pueblo y país en el patetismo metafísico de una nación definida como una cuasi-secta religiosa. La profundidad y durabilidad de este pathos se mide por su aparente capacidad de sostener el lazo nacionalista como una forma de experiencia estética. Eso sigue siendo el significado final del proceso de reconstrucción Ground Zero. No se olvide que en los días y semanas posteriores al 11 de septiembre de 2001, los gritos resonaron: “todos somos neoyorquinos”.

El vínculo nacionalista opera a varias escalas. En la región de Nueva York, por ejemplo, hay algo llamado “la ciudad”. Para muchos en la región, esta expresión simplemente significa la antítesis de la vida suburbana, exurbana o rural. “La ciudad” puede ser fácilmente un lugar de trabajo, un lugar de fascinación exótica o una fuente de miedo no especificado, aunque a menudo racialmente codificado. También puede sugerir una reunión de extraños de cerca y de lejos cuya presencia amenaza a un cuerpo soberano definido, a través de una serie de filtros por raza y religión, incluyendo el antisemitismo. A su aparición, entonces, la figura de la “mezquita de la Zona Cero” se unió a “la ciudad” en los canales de medios en los que la metafísica de la nacionalidad se refresca regularmente. Estos fueron los mismos canales a través de los cuales, en 2015, el actual ocupante de la Casa Blanca circuló la ficción de que miles y miles de musulmanes (“árabes”) habían alentado los ataques al World Trade Center desde el otro lado del río Hudson en Jersey City. El último horror codificado racial y religiosamente implícito en esta afirmación falsa derivaba menos de los aplausos inexistentes que del reconocimiento de que los musulmanes vivían en Nueva Jersey. El antiguo miedo racista al mestizaje se revivió así cuando quedó claro que “la ciudad” había superado sus límites hace mucho tiempo y se mezclaba con todo lo que supuestamente no era. Por el contrario, la economía simbólica que rodeaba la “mezquita de la Zona Cero” hablaba un lenguaje de profanación que sólo podía aplicarse a un terreno que había sido removido de la ciudad, consagrado y reubicado en la nación, una comunidad imaginada definida por el miedo al ataque desde el interior por los “árabes” que festejaban, los inmigrantes en busca de trabajo o, en su caso, los “afroamericanos” urbanos.

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El escenario estaba listo, entonces, mucho antes de que el demagogo tomara el presidium. Pero eso es sólo la mitad de la historia. Se dice que cuando visitó Nueva York en 1904, el sociólogo Max Weber se quedó atrapado en el Puente de Brooklyn observando la corriente de los viajeros que se dirigían a trabajar por la mañana, una vista imposible en su Alemania natal. Al año siguiente, en La ética protestante y en el espíritu del capitalismo, Weber argumentó que el capitalismo industrial había interiorizado el ascetismo protestante como una respuesta a un “llamado” superior centrado en el lugar de trabajo. Para Weber, el sujeto arquetípico del capital era un protestante del norte de Europa o norteamericano llamado a trabajar cada día por un sentido del deber moral, para quien el aforismo “tiempo es dinero” tomó el lugar del evangelio. En el esquema más amplio de Weber, esta secularización ambivalente de la “ética protestante” trajo consigo el desencanto, donde el precio del beneficio monetario era una falta del alma o pobreza metafísica que a menudo se piensa como la marca de la modernidad.

El “nacionalismo económico” que ahora emana de la Casa Blanca intenta compensar este desencanto percibido llamando al “espíritu” o alma sublimados del capitalismo. Esa es la función del tweet o del decreto presidencial como acto de discurso performativo: reafirmar la santidad de la patria y, en el proceso, asegurar el papel del gran constructor que restaura el significado a los desolados paisajes del declive imperial. Preeminentemente, el neoliberalismo, entendido como un sistema económico, político y cultural, asigna este papel al promotor inmobiliario. En Ground Zero, fue el arrendatario del World Trade Center, Larry Silverstein, que jugaba un papel relativamente menor en Nueva York, cuyo incesante esfuerzo por transformar la tragedia en beneficio mediante la “reconstrucción” de un sitio consagrado fue reformulado como una lucha épica con las autoridades públicas, las compañías de seguros y los inquilinos potenciales. En el escenario nacional, fue otro actor menor en el sector inmobiliario de Nueva York que se lanzó a sí mismo como artista —o mejor: arquitecto— encargado de reconstruir la nación como terreno sagrado: “Make America Great Again.”

En gran parte, la cultura empresarial de bienes raíces en Nueva York está dominada por un puñado de poderosas dinastías. En este sentido sigue quedando “todo en la familia” —una expresión que también nombra una mordaz sátira televisiva de los años setenta centrada en un patriarca inseguro de Queens, un fanático representante de la clase obrera blanca cuyo sentido común cotidiano expertamente combinaba autocompasión, misoginia, racismo, homofobia y antisemitismo. No es difícil imaginar el eslogan y ver la conexión: “Archie Bunker para presidente.” Lo que es más difícil es seguir su traducción, durante esos mismos años, a la mesa de una familia inmobiliaria de Queens, notoriamente acusada de beneficiarse de urbanizaciones sólo para blancos. ¿Cómo se libró la diferencia de clases entre Archie y Donald? Gracias a la obra de arte total que hemos estado siguiendo, centrada en una economía del terreno consagrado real e imaginaria.

La propiedad inmobiliaria nunca es una mera propiedad. O para ponerlo al revés, la propiedad nunca es una simple blasfemia. Bajo el capitalismo, la propiedad es la cosa más sagrada que hay. Bajo esta luz los desarrolladores de bienes raíces —promotores inmobiliarios— son prestidigitadores, creadores de significado. Son chamanes del capitalismo neoliberal, sacerdotes, rabinos, imanes. Este papel especial surge de la tierra. Primero viene la tierra a conquistar para que la propiedad pueda gobernar y luego viene lo que los arquitectos y agentes inmobiliarios llaman el espacio o la cáscara vacía de la habitación. Una y otra vez, este terreno debe ser convertido en una patria y la cáscara se convirtió en un hogar. En la Alemania de Max Weber, los dos ya habían sido confundidos en el término Heimat: hogar y patria, que se refiere tanto al suelo nacional como al lugar de residencia. Los arquitectos pueden recordar el estilo asociado, Heimatstil, y el movimiento patrimonial asociado, Heimatschutz, que significa “protección de la patria” o “seguridad de la patria”. Pero pueden objetar inmediatamente que esa nostalgia poe la “tradición” germánica como antídoto a la abstracción y desarraigo de la modernidad está en contra de la exuberancia de la “arquitectura del desarrollador” actual y de la sobriedad minimalista en exhibición en el Ground Zero.

Eso es porque hay muchas maneras de conjurar espíritus. La tradición, en los Estados Unidos de hoy, se refiere tanto a los atributos culturales de la Europa blanca, protestante, como al “espíritu” del capitalismo ” que, contrariamente a la tesis de Weber, aunque todavía conmovedora, no son la misma cosa. Llamando a los viajeros a trabajar, la catedral del Oculus de Ground Zero habla el lenguaje de la trascendencia mientras hunde raíces neogóticas en el suelo, incluso cuando los brillantes signos que envuelven su zona comercial hablan el lenguaje de la concesión de licencias y la marca. El Oculus, al igual que el memorial retórico silencioso del 11 de septiembre y las torres de oficinas sinceramente mudas que lo rodean, promulgan de nuevo una “arquitectura parlante.“ En el Oculus, la metafísica de la seguridad nacional y de la mercadotecnia están unidas. Lo que importa no es lo que el edificio dice, o que su semántica parece entrar en conflicto, sino que parece no decir nada. Esa apariencia no es ilusoria. Es el efecto muy real de la obra de arte que precede al edificio como obra de arte: el escenario encantado de nuevo de la propiedad y la política, la zona cero en la que se produce el discurso performativo.

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“Di algo”, dice el suelo consagrado. El demagogo responde con actos de habla que llenan un vacío al hablar por “el pueblo”. En la Zona Cero, ese vacío comienza con las dos huellas en las que una vez se levantaron las torres, en las que se precipitó una nación entera, primero para reconstruirlas como pozas memoriales hundidas y luego para lavar sus paredes manchadas de aceite con una corriente purificadora de agua bautismal. A menudo se dice que las muertes de miles hicieron estos huecos sagrados. Antes de esto eran una mera propiedad. Pero sería más preciso decir que después del 11-S las torres ausentes, como la Zona Cero misma, se convirtieron en un escenario sagrado en la que convergieron dos maneras de imaginar la nación, como propiedad y como patria. Los actos de habla proferidos en esta etapa aseguran su santidad incluso cuando esa santidad asegura esos actos, en un círculo de performatividad.

Este círculo es una versión del arte por el arte. Hoy en día, dibuja el contorno de un neofascismo, o el fascismo por el fascismo mismo. A pesar de las afinidades evidentes, los intérpretes actuales no llevan todas las marcas de sus antepasados. En cambio el escenario que están construyendo sí lo hace, en forma alterada. El fascismo moderno apuntaba a construir una utopía asesina. El fascismo posmoderno construye una sala de espejos asesina. Lo hace de manera omnipresente, en innumerables pantallas pequeñas en lugar de en una grande. En lugar de los medios de comunicación, del cine y la radio favorecidos por sus predecesores, los pretendientes al trono de hoy hacen su trabajo en Twitter y Facebook, difundidos por radio y televisión por cable, confiando más en la recirculación que en el éxtasis. Con toda la conversación acerca de la “reconstrucción”, del regreso a un estado triunfal de la naturaleza donde América es americana y donde todo terreno, toda propiedad, es sagrado “de nuevo”, es fácil no ver la diferencia. Lo que importa en el nuevo teatro del poder no es (todavía) el final apocalíptico querido a medias, sino la repetición interminable. El espectáculo debe continuar a toda costa.

Este círculo, donde la entrada y la respuesta a los actos de habla del ejecutivo se realizan en un escenario encantado, no se puede romper simplemente revelando a los actores por quienes son o apagando las cámaras. El escenario mismo debe ser desmontado y reconstruido de manera democrática. Hacerlo se vuelve aún más urgente, y más difícil, cuando el escenario ante nosotros amenaza con desmantelar las instituciones mismas de la democracia constitucional. Defendamos incondicionalmente estas instituciones. Pero no para ser arrastrados por una teología político-económica donde la nación como hogar y la nación como propiedad forman un lazo de retroalimentación insidiosa. En su lugar, hay que estudiar el terreno en el que habla un hablante. Entender el despiadado “espíritu” que llama a los actores al escenario para llenar con significado los vacíos de la historia. Lleguemos bajo ese suelo para conocer el poder en su fuente y detener su bárbaro avance.

 

El cargo El demagogo toma la escena apareció primero en Arquine.

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