Resultados de búsqueda para la etiqueta [diseño participativo ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 09 Aug 2022 00:49:28 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Lucien Kroll (1927–2022) https://arquine.com/lucien-kroll-1927-2022/ Sat, 06 Aug 2022 22:15:12 +0000 https://arquine.com/?p=66565 Lucien Kroll (1027–2022) decía que, si bien parecía ir a contracorriente de las ideas imperantes en la arquitectura moderna y contemporánea, eran los arquitectos quienes iban a contracorriente de la mayoría de la humanidad. Y agregaba: "A las tres cualidades descritas por Vitruvio en su De architectura: firmitas, utilitas y venustas, hay que añadir humanitas."

El cargo Lucien Kroll (1927–2022) apareció primero en Arquine.

]]>
Carlos Verdaguer: Imagino que es usted consciente de que seguir defendiendo la participación es ir contracorriente.

Lucien Kroll: Sí, es cierto. Sin embargo, yo no voy a contracorriente más que de los arquitectos, son ellos quienes van a contracorriente de todo el mundo. Y no son más que un escaso millón en todo el planeta. ¿Qué importancia tienen más allá de la corporativa?

Entrevista realizada el 4 de julio de 1998.

 

Lucien Kroll y Simone Pelosse

“El arquitecto belga Lucien Kroll murió en Bruselas el 2 de agosto, Tenía 95 años.” Así inicia el texto publicado el 4 de agosto pasado por el periódico Le Monde con el título “La muerte de Lucien Kroll, arquitecto ecologista y libertario”, firmado por Isabelle Regnier. Y sigue:

0“Murió caminando, nos dice su amigo, el arquitecto francés Thierry Derousseau. Un bello fin para un hombre que, entre otras cosas, fue un gran caminante. Francotirador incansable, de alma anarquista, ecologista desde un inicio, Lucien Kroll era objeto, en estos últimos tiempos, de un regreso a la gracia.”

Lucien Kroll nació en Bruselas, Bélgica, el 13 de marzo de 1927. Estudió arquitectura en la Escuela nacional superior de Arquitectura de La Cambre, donde fue compañero de Charles Vandenhove. Tras graduarse en 1951, Kroll y Vandenhove viajaron juntos y visitan a Auguste Perret, entonces de 77 años, a Le Corbusier y a Gio Ponti, antes de establecer una oficina juntos. En 1956, Kroll conoció a Simone Pelosse en Lyon, Francia. Pelosse, quien había tenido por maestros a Gaston Bachelard y André Leroi-Gourhan, era ceramista, activista de la conservación de su barrio y parte de la vida intelectual de Lyon en aquellos años, se convirtió en compañera y pieza clave en el desarrollo del trabajo que desarrollarían en conjunto.

En la introducción al libro Lucien Kroll. Buildings and Projects (Rizzoli, 1988), bajo el maravilloso título Return of the Sioux, el historiador de la arquitectura Wolfgang Pehnt escribio que Kroll era un aliado de los personajes que Viollet-le-Duc calificó como soñadores: “aquellos qeu no enseñan a las aves qué tipo de nido construir, sino que más bien les ayudan a construirlos según su propia naturaleza.” Pero también explica que Kroll, de familia de ingenieros, era “cuidadoso de no descartar la tecnología. Sin embargo, se permite cuestionar las intenciones y los medios. Su acercamiento a la tecnología —sigue Pehnt— recuerda al del conde Kropotkin, quien considera la tecnología ligera y avanzada como el remedio para todo. Para Kropotkin, en el cambio entre el siglo XIX y el XX, era la producción industrial, electrificada y a pequeña escala, la que permitiría un desarrollo comunitario descentralizado y recíproco.”

Páginas de The architecture of complexity, MIT Press, 1986

En el prólogo que Peter Blundell Jones escribió a su traducción al libro de Kroll Composants —fauti-il industrialiser l’architecture? —publicado en 1983 en francés y en 1986 en inglés como The architecture of complexity—, plantea que durante medio siglo se había “mantenido el mito de que el Movimiento Moderno en arquitectura era una consecuencia inevitable del progreso tecnológico: historiadores y críticos han escrito de la “estética de la máquina”, de formas funcionales, de la mecanización que toma el mando. Sin embargo, una mirada atenta a muchas obras de la década de 1920 hace que esa imagen se rompa en pedazos: generalmente los argumentos funcionales eran ingenuos, las formas eran creadas con dificultad mediante técnicas tradicionales. Además, los edificios modelo que se han hecho familiares gracias a nuestros libros de historia eran raras excepciones en un mundo dominado aún por la tradición.” Jones agregaba:

La total oposición entre la visión del arquitecto y los medios con los que la gente expresa la realidad de su habitación, reflejan una lucha por el poder político subyacente y cuestionan el derecho del arquitecto a imponer una imagen exclusiva, especialmente en los programas domésticos. Pocos arquitectos están preparados honestamente para enfrentar este problema. Lucien Kroll es uno de ellos.

 

En relación a la tecnología, el propio Kroll escribió: “Como la tecnología no es la solución sino la culpable, debemos pedirle a la gente que deje de creer en ella y, por el contrario, favorezca la tecnología simple (low-technology) sobre la alta tecnología que destruyó el planeta principalmente durante los ‘treinta años gloriosos’ que fueron de hecho los peores años de la humanidad: inventamos todos los mejores medios para destruir el planeta y los adoptamos todos sin dudarlo.” Esa actitud crítica pero que no niega el potencial de ciertas formas de entender y usar la tecnología, queda más claro aún en la presentación del programa de computación Landscape, diseñado por su oficina:

Después de algunos años de experiencia, decidimos desarrollar un software para arquitectos. Llamamos al sistema Landscape, porque debe construir un paisaje, no demoler, como hacen los racionalistas. Este software tiene varios objetivos.Para empezar debería, como otros programas, proporcionar las cifras en x, y y z de una manera totalmente tradicional, para aquellos arquitectos que, virtuosamente, practican la representación en dimensión 2.5. Queríamos producir una representación sintética, con colores y texto. Para poder diseñar un paisaje, el sistema procesador debe, en principio, hacer un inventario: líneas, árboles, campos, el cielo, los edificios, lo peatones; y entonces, con los mismos medios, debe insertar el proyecto con todas sus variantes.

 

El título original del libro de Kroll traducido por Jones, componentes, tiene más sentidos que complejidad, pues entre los componentes de la arquitectura kroll considera evidentemente a los habitantes —que no meros usuarios ocupantes. Más que complejidad —que sí es, definitivamente, uno de los resultados de los procesos participativos como los entendió Kroll—, lo sustancial es la complicidad entre quien la hace de arquitecto y quienes hacen la arquitectura, sea dibujándola, construyéndola o habitándola. Sin esa complejidad, la idea de lo que la arquitectura es cambia radicalmente y adquiere un sentido de planeación, para Kroll, militar y colonial:

Cuando lo planificadores dividieron la infinita diversidad de las actividades humanas, asignándoles una serie de zonas precisamente definidas y reduciéndolas a tipos clasificables, esto no era nada menos que colonialismo.

Más adelante, en el mismo libro, Kroll subraya la importancia que, para el entorno construido, tiene la manera como se conciben a sí mismos quienes se presentan como los mejor capacitados si no es que los únicos capaces de construir los lugares y diseñar las edificaciones en que habitamos:

¿Cómo nos vemos los arquitectos a nosotros mismos? No se trata de una cuestión de identidad corporativa, sino más bien de evaluar la arquitectura producida: ¿el juego de quién jugamos? ¿Nuestro propio juego? ¿O es el juego de los poderes capitalistas, de la caridad o del poder corporativo? ¿Somos servidores de curas y arzobispos, nos inclinamos ante el poder político o administrativo, o volteamos a ver a los comités locales, a los habitantes individuales y a sus relaciones? Esta es una cuestión que influye mucho más en la forma de lo construido y habitado que los esfuerzos de los propios arquitectos.

“El lenguaje usado por los arquitectos tiene dos objetivos obvios: hablar con precisión sobre lo construido y excluir a los foráneos a la disciplina de la conversación,” escribió Jeremy Till en su ensayo The Use of Architects. Ahí mismo, Till explicó cómo en el diseño del edificio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Lovaina en Woluwé-Saint Lambert, Kroll —cuyos métodos de trabajo varían con cada proyecto— llegó incluso a exigir la participación y el involucramiento de los habitantes en la misma construcción y transformación de sus viviendas, y a desestimar a quienes no lo hacían.

Si Louis Kahn distinguía la arquitectura de la mera construcción utilitaria refiriéndose a las bananas —“need is just so many bananas”—, pero atendía al deseo de un ladrillo en vez de al de los habitantes, Kroll pensaba la arquitectura que se presume racional comparándola con perfectos tomates cultivados en un invernadero:

La arquitectura fabricada como producto racional es una “arquitectura fuera del suelo”, como los tomates que crecen en los Países Bajos en invernaderos iluminados de día y de noche y que son perfectos: la forma redonda, el color rojo preciso, el sabor idéntico (aunque ya no tengan ninguno), rebotan cuando caen, cuestan poco y duran demasiado. (De l’architecture action comme processus vivant, 2011)

En un ensayo titulado Arquitectura y burocracia, en el que inicia afirmando que “la arquitectura está hecha para el hombre, no hace falta repetirlo, aunque algunos tipos de arquitectura siguen ese precepto más cerca que otros,” para luego criticar, de nuevo, aquella arquitectura autoritaria que busca imponer no sólo una visión personal —la de un arquitecto— sino un sistema económico y político del que aquella visión depende y deriva, Kroll ilustra su planteamiento con un dibujo tomado de Asterix, “¡He decidido forzarlos a aceptar esta civilización! El bosque será destruido para dejar lugar a un parque natural.”

 

En su ensayo Todo es paisaje (1998), Kroll afirmó que “cualquier paisaje es un hecho de la civilización, una mezcla de lo natural y lo cultural, a la vez voluntario y espontáneo, ordenado y caótico, caliente y frío, erudito y banal. Como todas nuestras acciones: las más controladas esconden un lado oscuro, las más inconscientes, una parte de racionalidad y eficiencia. El equilibrio es la civilización: entre salvajismo y militarismo y un poco de ambos.” Y a renglón seguido agregó:

Nunca hablo de arquitectura per se (sería tarea de un médico o de un contador…), ni de urbanismo (sería la de un industrial, un genio militar o un agrimensor catastral…). Todas estas profesiones son honorables pero no muy “holísticas”: el paisajismo es holístico y cuando la arquitectura se fusiona con él, se convierte inmediatamente en una herramienta de civilización.

En el 2001, en una versión ampliada y publicada como libro del mismo texto, Kroll añadía:

Personalmente he decidido no sentir más emoción frente a cualquier arquitectura, objeto o paisaje que no provenga de la ecología, la etología, la etnología, la comunidad, la complejidad popular, la autoorganización de los grupos o que no tenga relación con las convicciones desordenadas y unánimes de personas independientes. A pesar de cierta complacencia inconfesable ante cualquier “cosa bien hecha.”
También he decidido no creer una palabra de los discursos de los funcionarios cuando proponen rehabilitar barrios o construir nuevos sin el mínimo de acción participativa de los habitantes. O incluso sin una cálida complicidad, incluso discreta y desordenada, de habitantes reales, de legos. Es decir, sin su complejidad, sin su evolución, sin relación con su cultura, su red social, sus aspiraciones personales, etc. O al menos, diseñarlo todo en su nombre, a su manera.

Junto con otros des sus contemporáneos, como Yona Friedman (1923–2019) o Christopher Alexander (1936–2022), Kroll —y Simone Pelosse— son parte de una generación que cuestionó el modelo del arquitecto autor y, evidentemente, autoritario, que impone una imagen de lo que la arquitectura es o puede ser, tan exclusiva como excluyente, y que es solidario —consciente o inconscientemente— con sistemas políticos y económicos que Kroll calificó como coloniales y de los que también señaló su complicidad con quienes han provocado la gravísima crisis ecológica que hoy enfrentamos.

Como señaló Isabelle Regnier en Le Monde, ha resurgido cierto interés en las ideas y el trabajo de Kroll —de nuevo, al igual que en algunos de sus coetáneos. Por razones obvias. Mientras los premios y las portadas de los medios reconocen prácticas valiosas como las de Francis Kéré o Lacaton y Vassal —por mencionar los más recientes merecedores del Pritzker—, quizá más por ponerse al día que por haber cambiado en algo sus maneras de concebir qué es la arquitectura y quiénes la hacen, se vuelve fundamental estudiar a quienes por varias décadas señalaron con rigor y precisión la manera como cierta visión del arquitecto moderno había transformado la arquitectura en un espectáculo o en un instrumento de control y exclusión al servicio del poder, cuando no ambas cosas al mismo tiempo.

 

La arquitectura no es un “espectáculo” sino uno de los componentes de nuestro mundo, como lo son los fenómenos naturales.
La arquitectura no es una mercancía ni un narcisismo personal o colectivo. Es un vínculo empático entre los humanos. Entre todo y nada, todo está entrelazado: es complejidad. Esta actitud que combina estrechamente la ciencia y el humanismo.
La “participación” no es un modo de vender o una simple cortesía hacia los habitantes. Es considerarlos como elementos esenciales para lograr esta complejidad. A las tres cualidades descritas por Vitruvio en su De architectura: firmitas, utilitas y venustas, hay que añadir humanitas.

Lucien Kroll

 

El cargo Lucien Kroll (1927–2022) apareció primero en Arquine.

]]>
La niñez: grandes actorxs de la producción social del hábitat https://arquine.com/la-ninez-grandes-actorxs-de-la-produccion-social-del-habitat/ Mon, 09 May 2022 17:24:23 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-ninez-grandes-actorxs-de-la-produccion-social-del-habitat/ Ven como juego las prácticas de construcción por lo que si llegan a escuchar que uno de los “arquis” pregunta por agua, sin dudarlo los invitan a su casa para que su mamá los conozca.

El cargo La niñez: grandes actorxs de la producción social del hábitat apareció primero en Arquine.

]]>
Este texto fue primeramente publicado en Coolhuntermx

 

Mariajose Aguilar, de Un Hogar para Chiapas, comparte sobre la importante y vital labor de las niñez en la producción social del hábitat. Las fotografías son también de su autoría.

***

Cuando hablamos de producción social entendemos aquellos procesos donde los líderes de las comunidades son adultos quienes representan y toman las decisiones para su comunidad; pero dejamos de lado a la niñez que también disfruta y vive en sus espacios. Quienes tienen la imaginación y creatividad sin límites, quienes crean escenarios en Marte en una cancha de basquetbol. Quienes tienen las mejores carreras de autos en la arena dispersa del patio trasero de su casa. Niñas y niños que por diferentes circunstancias familiares o económicas no pueden redactar una carta, pero cuentan a través de las líneas lo que sienten y quieren.

La niñez ayuda a unir a la comunidad sin darse cuenta. Cuando arquitectxs, ingenierxs o profesionistas en formación llegan a su hogar, lxs niñxs son los primeros en correr para ver qué sucede. Al momento pueden sentirse cohibidos y con pena o simplemente escuchando a los adultos hablar; pero cuando pasa el tiempo son quienes a manera de juego participan.

Desde su forma sencilla y mágica de ver su comunidad apuntan o plasman cómo sería su lugar especial e invitan a sus amigos a participar porque para ellos todo esto es un juego. Cual esponjas quieren absorber todo de esas personas que llegan, y sin dudar comienzan a cuestionar con su naturaleza de asombro y duda. ¿Para qué sirven esas herramientas?, ¿por qué se utilizará cada cosa? Si el equipo de técnicxs pregunta por algo, las niñas y niños contestan muy seguros en dónde pueden conseguir lo que necesitan y sin titubear comprometen a sus mamás y papás para ayudar.

Les llama la atención la enseñanza de nuevas técnicas de construcción como la tierra ya que las y los infantes son más dinámicos y didácticos. El simple hecho de jugar con la tierra les llama la atención, más que al ver como las personas ajenas lo hacen, ellxs quieren intentarlo. Sóolo están en espera de una invitación para entrar en acción y empezar a jugar como lo hacen esos adultos con las palas y picos.

Ven como juego las prácticas de construcción por lo que si llegan a escuchar que uno de los “arquis” pregunta por agua, sin dudarlo los invitan a su casa para que su mamá los conozca. También suelen contar en el camino sobre las aventuras que han tenido o las historias que cuentan sus papás o abuelos; y es ahí donde esa persona que lo acompaña debe implementar su escucha activa. Es en las historias donde se podrán imaginar las dinámicas o actividades tan sencillas que los adultos han decidido omitir porque no lo creen necesario.

Cuando se imparten talleres para enseñar nuevas técnicas de lo que ya se ha dialogado en colectivo, estxs pequeñxs, al estar inmersos en el juego de ser el arquitecto o ingeniero que llegó, toman la batuta y enseñan a sus padres cómo deben hacerse las cosas o cuál es la metodología que han adaptado para mejorar la elaboración de un bloque de tierra. También aprenden a identificar cuál tierra funciona, si le falta agua o algún agregado; son tan activos que ahora son ellos quienes corrigen al técnico si olvidó algún paso.

Es muy importante involucrar durante todo proceso a la niñez, ya que también aportan para mejorar su hábitat y que podemos llegar a ignorar al creer que la respuesta está únicamente en nosotrxs, lxs adultxs.

Ven de diferente manera su entorno y son ellxs quien el día de mañana tendrán las bases para poder gestionar y construir una comunidad con el derecho a una vida digna que merecen. Hacer realidad la utopía en la que muchos creemos.

El cargo La niñez: grandes actorxs de la producción social del hábitat apareció primero en Arquine.

]]>
Espacios: contextualismo participativo https://arquine.com/espacios-contextualismo-participativo/ Wed, 09 Dec 2020 15:15:16 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/espacios-contextualismo-participativo/ En el Ontario College of Art & Design, Will Alsop, fundador del estudio All Design, lejos de pretender ser un autor individualista y protagonista, trabajó con la idea de participar dentro de un colectivo que combinaba edades, experiencia e intereses.

El cargo Espacios: contextualismo participativo apareció primero en Arquine.

]]>
 

Hacia 2004, leía un artículo sobre la nueva ala del Ontario College of Art & Design. Inevitablemente las imágenes de una caja blanca, que se elevaba varios niveles sobre la calle, en unos pilotís diagonales de colores primarios, parecía, a simple vista, un prototípico ejercicio de veleidad arquitectónica, destinado a la proyección mediática. Luego, la lectura del texto del artículo, dejaba ver que no era tal. 

Alsop, fundador del estudio All Design, lejos de pretender ser un autor individualista y protagonista, trabajó con la idea de participar dentro de un colectivo que combinaba edades, experiencia e intereses, pero no sólo eso. Su ejercicio implicó erradicar, desde esta perspectiva, la barrera histórica de los “creativos” semidioses que infieren la idea única de un planteamiento proyectual, para abrazar la dinámica de los trabajadores de un oficio que impacta inevitablemente en la vida cotidiana, no sólo de aquellos que utilizarán los espacios construidos como un pequeño hábitat temporal o permanente, del cual son parte ecosistémica, también de los habitantes del barrio y a las actividades preexistentes del mismo. 

Sin renunciar a intereses propios, como la expresión sublime de los elementos edificados (llamémosle expresión artística), el colectivo pretende integrar al proceso de producción creativa otros actores, como residentes del barrio, administrativos de la institución que requiere el edificio, y los futuros habitadores del mismo.

No son Alsop ni su grupo los inventores del diseño participativo, pero al menos en esta propuesta la aplicación de dicho concepto termina generando un resultado que, si bien es peculiar y diferenciado de lo habitual, se encuentra profundamente integrado a su entorno contextual.

Atrás quedan conceptos sumamente académicos que aún pululan en las aulas de la formación arquitectónica más tradicional, como lo son el programa arquitectónico predeterminado —prejuiciado, diría yo. El programa no existe, se descubre, se encuentra a partir del intercambio de conocimientos entre quienes realizarán actividades dentro de un espacio por existir, quienes deben ejecutarlo, y quienes desarrollan sus actividades por fuera de la futura construcción, mismas que se verán alteradas para bien o para mal, según el resultado, por ella. Otro que es obligado a evolucionar, es el famoso “partido” arquitectónico —esa supuesta idea generadora que sintetiza analíticamente la propuesta arquitectónica en su sitio—, ya que, en este caso, no es una idea la que surge ya sea por conclusión analítica o por inspiración de la musa correspondiente, es más bien un universo de pensamientos que, como células, se van agrupando hasta formar un organismo ¿Quién es el autor entonces de esa síntesis? Y si no lo hay, si es un colectivo ¿debemos seguir llamando “partido” al resultado sintético o hay que buscar nuevos léxicos? Que se abra la discusión.

El caso es que, eventualmente, las imágenes publicadas en suma con el texto explicativo, hace ya 16 años, abrieron la puerta de la curiosidad de quien aquí escribe. Y un día, el destino me llevó a Toronto, ciudad que acuna el edificio comentado.

El viaje de trabajo dejaba algunos momentos libres y, sin dudarlo, fueron utilizados no para comer, actividad necesaria pero trivial cuando uno no sabe si podrá algún día regresar a un sitio al que llegó sin haberlo planeado con mucha antelación, y si para conocer la ciudad en su espacialidad.

Llegué al OCAD buscando la caja flotante que, para picar más mi inquietud, podía ver desde el cuarto de mi hotel, peculiar casualidad. La impresión de coherencia espacial fue inmediata, posiblemente por el conocimiento literario que tenía previamente del emblemático edificio, posiblemente porque cumple en realidad con lo descrito.

El prismático volumen, acabado en su piel exterior con una lámina blanca, salpicada equilibradamente por ventanas traslúcidas y cuadrados de color negro, me remite inevitablemente a una escuela de arte y diseño, es decir, la piel es coherente con el significado. Esa piel no deja de transportarme a los cuadros minimalistas de Sol Lewitt, así como sus pilotís en colores primarios a Le Corbusier y a van Doesburg, pero hay mucho más.

Su elevada posición le convierte en un gran palio urbano, bajo el cual se cobijan antiguos edificios ya de valor patrimonial, que de otra forma habrían tenido que ser demolidos si la construcción reclamara los metros cuadrados de desplante a nivel de calle, que el consensado programa de actividades requería. Por otra parte, la misma elevación se convierte en el umbral de un parque local, regenerado como parte de las sugerencias que la creatividad de los vecinos aportó al proceso y, sumado a esto, permite la vista de parte de esos vecinos —los que, habitando los departamentos del frente de calle opuesto, no hayan perdido la vista hacia el espacio público verde, bloqueada inevitablemente de haberse resuelto de otra forma.

Así, el edificio se convierte en un emblema de la ciudad, porque los ciudadanos son los que le dan valor al mismo, y por qué no, también en un imán de ese peculiar sector del turismo cultural, que es capaz de trasladarse para conocer y valorar la arquitectura contemporánea.

Al final, siendo parte de ese turismo, para conocer este elemento que se presenta con una geometría tan básica como contundente, a mí, me faltó tiempo, tiempo para seguir aprendiendo que no hay una fórmula para añadir una palabra (arquitectónica) a un texto (urbano). Lo que hay es trabajo, duro, profesional, incluyente, y sensible a la colectividad que habita en un sitio.

El cargo Espacios: contextualismo participativo apareció primero en Arquine.

]]>
Vivienda y mobiliario esenciales https://arquine.com/vivienda-y-mobiliario-esenciales/ Sat, 19 May 2012 17:33:07 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/vivienda-y-mobiliario-esenciales/ Conversación con el arquitecto español radicado en México Óscar Hagerman, especialista en arquitectura comunitaria, mobiliario, diseño participativo y conferencista del 13 Congreso Arquine.

El cargo Vivienda y mobiliario esenciales apareció primero en Arquine.

]]>

Conversación con el arquitecto español radicado en México Óscar Hagerman, especialista en arquitectura comunitaria, mobiliario, diseño participativo y conferencista del 13 Congreso Arquine.


El cargo Vivienda y mobiliario esenciales apareció primero en Arquine.

]]>