Resultados de búsqueda para la etiqueta [día del arquitecto ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 04 Mar 2024 01:30:03 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 ¿De qué arquitecto hablamos hoy? https://arquine.com/de-que-arquitecto-hablamos/ Mon, 02 Oct 2023 16:16:17 +0000 https://arquine.com/?p=83437 ¿Puede un arquitecto pensado como “autor” o “creador” único, individual, que, por tanto, mantiene una jerarquía social dentro de su oficina —traducida materialmente en ingresos muy por arriba de los de su equipo de trabajo— presentar su trabajo como “incluyente” o “socialmente responsable”? ¿De qué tipo de arquitecto hablamos hoy? Y, sobre todo, ¿de qué tipo de personas relacionadas con concebir y hacer arquitectura deberíamos estar hablando hoy?

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Ser arquitecto, una profesión antiquísima, nos dicen. La segunda profesión más antigua, dijo burlonamente Serge Chermayeff en su ponencia presentada en un seminario organizado por la Asociación de Arquitectos de los Estados Unidos en 1964, en la que también participaron, entre otros, Bruno Zevi y Reyner Banham. Ninguno de los otros participantes estuvo de acuerdo con lo que sugirió Chermayeff en su ponencia titulada “Ideas sueltas sobre la condición arquitectónica”:

[los arquitectos] son peores que los vendedores ambulantes; los arquitectos son realmente como prostitutas, son la segunda profesión más antigua hoy en día, están parados en las esquinas esperando a que los recojan, y piensan que es bueno que los recoja gente con mucho dinero.

La comparación de Chermayeff, pese al sexismo y clasismo que hoy señalaríamos, tiene mucho de cierto, al menos para una parte del gremio, pese a la molestia de Zevi y Banham y de la parte del gremio a la que le queda el saco. Salvo que lo que la profesión —en el sentido moderno: un conjunto de conocimientos cuyo dominio exige una formación y cuyo ejercicio está regulado y, además, se ofrece a cambio de una retribución económica— de arquitecto quizá no ha tenido tan claros sus objetivos y los servicios que ofrece como la otra, la supuesta profesión más antigua.

En su libro Architect. The evolving story of a profession, Eleanor Jolliffe y Paul Crosby con un breve capítulo sobre “los antiguos”: egipcios, griegos y romanos. Para los egipcios, dicen, sólo los dioses, por intermediación del faraón, pueden disponer el sitio y trazo inicial de una edificación, siendo tarea del arquitecto supervisar la construcción de acuerdo a saberes resguardados en libros tenidos por secretos. Entre los griegos, según Jollliffe y Crosby, el arquitecto debía tener una formación amplia, con conocimientos diversos —como de hecho era también entre los egipcios, sería igual entre los romanos y pasaría a ser una de las características que la tradición atribuye al arquitecto—. “La arquitectura —afirman— era una ocupación para las clases altas, aunque se dieron algunos casos de quienes provenían de la clase de los artesanos.”

Stephen Parcell es más claro y preciso sobre el papel del arquitecto en Grecia en su libro Four Historical Defininitions of Architecture. “Los griegos —dice— no tenían una palabra que corresponda a lo que llamamos arquitectura.” Arquitecto designaba una posición entre los constructores “tekton inicialmente designaba a los carpinteros, después a los constructores en general”—, era el supervisor, el maestro de obras. La techné no era propiamente lo que hoy pensamos como arte: no se concebía como una creación, menos individual, sino como una transformación, y tanto el construir casas, como el pintar, cantar, bailar o entrenar caballos eran consideradas actividades parte de la techné. Según Parcell, el trabajo del arquitecto era el de un director, y se puede concebir de dos maneras opuestas: como alguien elegido por el grupo de constructores para coordinar el trabajo colectivo, o como quien, sin ser parte de ese grupo, los dirige para que ejecuten aquello que él concibió.

En el prefacio al libro The Architect, editado por Spiro Kostof, éste escribe que aunque, de diversas maneras, la humanidad se ha organizado a lo largo de la historia para producir el entorno construido, ese libro tratará de un personaje individualizado, que aunque se haya olvidado su nombre, se diferencia de aquella otra arquitectura anónima —la arquitectura sin arquitectos de Bernard Rudofsky—. Para Kostof, “a lo largo de los siglos, sólo una fracción del entorno construido ha sido afectada por la profesión arquitectónica: edificios especiales con una disposición y un refinamiento de la forma que estaba fuera de lo ordinario.” Y agrega: “tradicionalmente, por tanto, los arquitectos han estado asociados con los ricos y los poderosos. […] Esa asociación no siembre aseguró que los arquitectos tuvieran una posición destacada en la jerarquía social, pero bastó, al menos, para distinguirlos de las clases trabajadoras. No eran trabajadores, sino que dirigían a trabajadores.”

Pier Vittorio Aureli y Marson Korbi publicaron a inicios de este año en e-flux architecture “Base and Superstructure: A Vulgar Survey of Western Architecture”. Su intención era conectar la base —los modos de producción— y la superestructura —la ideología que los legitima— en la manera como se ha concebido el papel del arquitecto a lo largo de la historia:

El objetivo de este diagrama es sugerir cómo la tradición disciplinaria de la arquitectura no nace (sólo) de la imaginación de constructores, arquitectos y mecenas. Refleja la forma en que está organizada la sociedad, sus relaciones de poder y su división social del trabajo. Es por ello que hemos posicionado la figura del arquitecto como pináculo ideológico.

En su diagrama, Aureli y Korbi muestran cómo el papel del arquitecto ha sido concebido de distintas maneras a lo largo de la historia: constructor, maestro de obras, artista, intelectual, ingeniero, reformista, planificador, funcionario, estrella y, al llegar a nuestros días, trabajador precario.

En general, pese a las diferencias culturales, históricas y geográficas sobre el papel y la posición social del arquitecto, la definición de dicho papel y esa posición parece que se determina a partir de ciertas constantes: una relación con lo construido —“el arquitecto” sólo supervisa o también concibe—, una relación con el trabajo —“el arquitecto” es parte activa del grupo de personas que trabajan en la construcción o está aparte— y una relación con el poder —qué tanto “el arquitecto” impone o se somete a decisiones que implican ejercicio de poder—. Por supuesto, no hay un modelo único y universal, pero hay, eso sí, condiciones generales. Y, tomando en cuenta un sólo factor —el ingreso— ¿cuál es la diferencia objetiva entre una minoría que sigue concibiendo el papel del arquitecto como el de un artista o intelectual individual, y quienes trabajan para él? Puesto en números: ¿cuál es la diferencia que hace que uno —quien encabeza una oficina de arquitectura— tenga ingresos que multiplican por 10 o 15 los de aquellas personas que trabajan con o para él? [1] ¿Cuál es el modelo de arquitecto que hoy requiere la sociedad? ¿Puede un arquitecto pensado como “autor” o “creador” único, individual que, por tanto, mantiene una jerarquía social dentro de su oficina —traducida en lo material en ingresos muy por arriba de los de su equipo de trabajo— presentar su trabajo como “incluyente” o “socialmente responsable”? ¿De qué tipo de arquitecto hablamos hoy? Y, sobre todo, ¿de qué tipo de personas relacionadas con concebir y hacer arquitectura deberíamos estar hablando hoy?

 

Notas

1. Teniendo en cuenta el promedio de ingresos mensuales para personas que trabajan en los campos de la arquitectura, la planeación y el urbanismo de $7,260.00 pesos. 

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Arquitectxs de todos los días: números para analizar el oficio https://arquine.com/arquitectxs-de-todos-los-dias-numeros-para-analizar-el-oficio/ Sun, 01 Oct 2023 01:54:07 +0000 https://arquine.com/?p=83402 Como profesión y práctica, la arquitectura está en plena transformación e incluso efervescencia, pero el mundo de los grandes despachos, autores y teóricos es muy distinto al de las arquitectas y arquitectos de todos los días, profesionistas que experimentan la precariedad, la brecha salarial de género y la inmovilidad social.

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Instituido en México en 2004, el día del arquitecto se conmemora cada 1 de octubre, sumado a la lista de efemérides nacionales. La profesión y sus conversaciones que, pese a su gran impacto social y omnipresencia, siguen estando reservadas a los especialistas y profesionales —así como algunos historiadores o aficionados—. Como profesión y práctica, la arquitectura está en plena transformación e incluso efervescencia, pero el mundo de los grandes despachos, autores y teóricos es muy distinto al de las arquitectas y arquitectos de todos los días, profesionistas que experimentan la precariedad, la brecha salarial de género y la inmovilidad social.

Todo esto viene a propósito de la información que recabó el despacho Levy Holding en un documento que compartió el 27 de septiembre: “Día del Arquitecto. ¿Cómo se vive la profesión en México?” Esta organización, que se presenta como un “un grupo empresarial integral y autónomo enfocado al desarrollo inmobiliario”, retoma sobre todo información de Data México, portal de la Secretaría de Economía del gobierno de México, para el segundo trimestre de 2023.

De esa numeralia, bajo el rubro de “Arquitectos, Planificadores Urbanos y del Transporte”, se puede entresacar el siguiente perfil: la persona arquitecta tiene en promedio 38.9 años de edad y gana un salario mensual de $7,260 pesos. En este sentido, la cifra apenas y supera en 20% el monto del salario mínimo mensual, que en 2023 fue de $312.41 diarios en la Zona libre de la Frontera Norte ($9,000 pesos) y, en el resto del país, $207.44 (algo más de $6,000 pesos mensuales).

Sumado a esto, el profesionista arquitectónico trabaja 40.3 horas por semana (lo que equivale a 5.08 días), no muy lejos del promedio que puntúan los trabajadores mexicanos en la medición de la OCDE (41.15 horas), por cierto, la peor. Con un promedio de 16.6 años de escolaridad, y 23.1% de informalidad (es decir, freelanceo o trabajos sin prestaciones), podría decirse que la arquitectura como profesión comparte con muchas otras la vulnerabilidad e inestabilidad (también se reporta que 3.83% de los ocupados tienen un segundo trabajo).

Otros datos relevantes se refieren así en el comunicado: la fuerza laboral “fue de 147 mil personas en México, mientras que el salario promedio mensual registrado ascendió a $7,260 pesos.” El comunicado añade también que los mejores salarios se registraron en el norte del país (en estados como Baja California Sur, Durango y Sinaloa), mientras que el mayor número de profesionistas se concentró en la Ciudad de México, Jalisco y el Estado de México. También es notable la informalidad, que es de casi un cuarto de la fuerza laboral desde los 25 hasta los 54 años; y la mitad entre los menores de 24 años.

Estas cifras pueden matizarse desde la propia Data México, que incluye a los arquitectos en otro rubro, agrupados junto a “Ingenieros civiles, topógrafos y arquitectos” (en vez de planificadores urbanos y del transporte) con algunas variaciones importantes: 39.4 años de edad promedio (frente a 38.9), 248 mil ocupados (frente a 147 mil), $7.79 mil pesos de salario promedio (frente a $7.26 mil), y un incremento ligero en los días y horas laboradas (5.12 días y 41.4 horas semanales).

En la página “Compara Carreras” del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) se reúnen datos bajo el rubro de “Arquitectura y urbanismo”, con la licenciatura como límite principal para el nivel de estudios. Su información es la siguiente: 343,058 estudiantes (la decimotercera carrera con mayor demanda), con una mayoría de hombres (69%) y de mayores de 30 años de edad (77%). Tanto si se estudió en una universidad pública como privada, el IMCO mide el nivel de “inseguridad” en la inversión de manera muy similar. Sin embargo, las cifras de salarios promedio son algo más altas: entre mujeres, un salario de $21,661, y para hombres $22,974; y también cabe destacar la diferencia entre trabajadores formales ($24,419) e informales ($17,807). Por su lado, el Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en el primer trimestre de 2023, reporta las siguientes cifras: 266,090 profesionistas ocupados, con una proporción de 28% de mujeres y 72% de hombres; y un ingreso promedio mensual de $15,409 pesos, casi el doble de lo que reporta el gobierno mexicano.

Aunque la construcción y gestión de proyectos sigue siendo el sector mayoritario de ocupación (IMCO: 35.4%; Data Mexico: 54.43%), también es llamativa la presencia de arquitectos en servicios legales (Data México: 33.2%), y servicios diversos (IMCO: 26,3%), que incluyen trabajos en docencia e investigación, comercio o actividades políticas. Si esto indica una diversidad de quehaceres, no implica que en el futuro el trabajo del arquitecto se irá reduciendo en su tradicional práctica constructiva e infraestructural.

Como fuere, estas cifras indican menos una mejora de condiciones que su hermanamiento con la precariedad de otras profesiones. La opacidad de los salarios en las empresas, un problema estructural en México que ahonda la brecha de género, también es uno de los silencios que necesitan romperse en este oficio tan caracterizado por su diálogo entre interior y exterior, todo ello a la espera de otro día del arquitecto.

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Los trabajos y los días del arquitecto https://arquine.com/los-trabajos-y-los-dias-del-arquitecto/ Sat, 04 Oct 2014 16:27:42 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/los-trabajos-y-los-dias-del-arquitecto/ En el día nacional del arquitecto, más allá de consignas autocelebratorias en las redes sociales, tal vez habría que preguntarse cuáles son las condiciones de trabajo de los arquitectos, a quiénes sirven, para quiénes trabajan y, también, quiénes los representan

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Según el “portal del empleo” del Gobierno de México, en el segundo trimestre de este año había 187 mil profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño, ocupados, de los cuales el 76.1% son hombres y sólo el 23.9% mujeres. De esos 187 mil profesionistas, 35.1% tienen más de 45 años, 24.5 están entre los 35 y los 44 años, 32.2% tienen de 25 a 34 años y el 8% son menores de 24 años. De los 187 mil, 18.7 % trabajan por su cuenta, 17.3 son empleadores y el 64.1% son empleados. El promedio de ingresos mensuales de los profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño es de 12,414 pesos mensuales —el más alto comparado con otras profesiones. De los 187 mil, el 81.4% trabaja en “actividades afines” a aquellas para las que estudiaron. Grosso modo, en México hay un profesional de la arquitectura, el urbanismo y el diseño por cada 640 habitantes —o, en promedio, por cada 150 familias.

Según la página de la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana, en México hay 74 colegios de arquitectos divididos en siete regiones. La región VII, que sólo comprende a Baja California Norte, tiene cinco colegios: Ensenada, Mexicali, Tijuana, Rosario y Tecate. En la ciudad de México, de la región I, sólo hay un colegio. En el sitio web de la FCARM no dice cuántos de los 187 mil profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño que registra el Gobierno Federal son arquitectos ni tampoco cuántos están colegiados en alguno de los 74 colegios. Por supuesto tampoco dice cuántos son hombres y cuántos mujeres ni los rangos de edad de la mayoría de sus afiliados. Mucho menos un promedio de ingresos mensuales ni cuántos trabajan por su cuenta, son empleados o empleadores. El sitio web del Colegio de Arquitectos de la ciudad de México y de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos tampoco incluye ningún dato que se pueda contrastar con la información oficial. No dice cuántos de los 187 mil profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño son arquitectos que residan y trabajen en la ciudad de México ni cuántos de esos son sus agremiados.

¿Cuántos de esos arquitectos estarán representados por alguno de los 74 colegios en las siete regiones en que la FCARM divide al país? Cuando Guillermo Martín Marrufo Ruiz, presidente del CEN de la FCARM, dice, por ejemplo, que “los arquitectos mexicanos estamos convencidos que a través de nuestro quehacer profesional transformamos la conducta, la salud y el bienestar de la sociedad”, ¿a nombre de quién habla? O cuando en el Colegio de Arquitectos de la ciudad de México celebra el “10º aniversario del día nacional del arquitecto” con un “magno desayuno” teniendo como invitado a Miguel Ángel Mancera, el Jefe de Gobierno de la ciudad de México cuya gestión no ha sido particularmente propositiva ni mucho menos inteligente en materia de urbanismo y arquitectura, ¿a nombre de quién se organiza el evento con valet parking no incluido? De los más de 121 mil profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño menores de 45 años y de los más de 119 mil que son empleados por otra persona o empresa, ¿cuántos asistieron al magno desayuno en compañía de tan ilustre personaje?

Sea Obama, Peña o Mancera, el líder de un sindicato o el de un movimiento estudiantil, la representación o, más bien, la posibilidad de que uno o unos cuantos representen a un grupo del que se supone cierta unidad, está en crisis si no es que rota. La desconfianza en los políticos y cualquier tipo de representante lleva rápido al descrédito de las políticas y, finalmente, de lo político. Los organismos que pretenden representar a los profesionales de la arquitectura parecen seguir atrapados, como la mayoría de los modelos de representación política, en esquemas que ya han sido rebasados, muchos de ellos derivados, en el caso mexicano, de formas y formulismos que se consolidaron junto con el clientelismo priista que, además, se dio en una época de relativo crecimiento económico. En el día nacional del arquitecto, más allá de magnos desayunos, brindis y consignas autocelebratorias en las redes sociales, tal vez habría que preguntarse cuáles son las condiciones —las nuevas condiciones— de trabajo de los arquitectos, a quiénes sirven, para quiénes trabajan y, también, quiénes los representan. Esperemos al próximo año.

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