Resultados de búsqueda para la etiqueta [Craig Ellwood ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 29 Apr 2024 18:53:06 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Ken Ungar vs. Craig Ellwood https://arquine.com/ungar-ellwood/ Mon, 29 Apr 2024 15:47:31 +0000 https://arquine.com/?p=89551 El actor Chris Pratt y su esposa, Katherine Schwarzenegger, compraron por 12.5 millones de dólares una casa diseñada en los años cincuenta por Craig Ellwood para luego demolerla y encargar el diseño de una enorme mansión, estilo "granja", al arquitecto Ken Ungar.

El cargo Ken Ungar vs. Craig Ellwood apareció primero en Arquine.

]]>
Estoy casi seguro que usted no sabe quién es Ken Ungar. Yo tampoco lo sabía hasta hace unos días, pese a que el nombre suena como si todos debiéramos conocerlo. ¡Con ustedes: Keeeeeeeeen Ungar! Arquitecto que trabaja en California, Ungar ha diseñado enormes casas, “con toques de distinción”, dice alguna publicación, para actores y actrices famosos de Hollywood. Jennifer López y Ben Affleck, por ejemplo, compraron el año pasado una casa, diseñada por Ungar, de “sólo” cuatro mil metros cuadrados de construcción —siete habitaciones y once baños—. Pero la fama de Ungar ha trascendido las fronteras de los ricos y famosos en días recientes cuando se conoció la noticia de que ha sido elegido para diseñar la mansión de Chris Pratt y Katherine Schwarzenegger, lo cual, por si solo, tampoco amerita el paso de las páginas de espectáculos a las de diseño y arquitectura —que quizá no sean tan distintas, finalmente—, si no fuera porque Pratt y Schwarzenegger gastaron 12.5 millones de dólares en comprar una casa, diseñada en 1950 por Craig Ellwood, que demolieron para que la sustituya la que diseñe Ungar.

Jon Nelson Burke nació en Texas en 1922. A los pocos años su familia se mudó a California. Estudió mecánica estructural y, junto con su hermano y otros dos amigos, estableció una compañía constructora a finales de los años 40. A la compañía la nombraron como a un personaje que tenía por apellido parte del nombre de una licorería en la planta baja del edificio donde estaban sus oficinas, Lords and Elwood, al que agregaron el de Craig. Burke era quien contestaba el teléfono, y de tanto responder que sí, cuando preguntaban si ahí estaba Craig Ellwood, terminó encarnándolo. Su conocimiento y habilidad para construir estructuras claras y ligeras de acero, madera y vidrio encajaron perfectamente con el estilo de “The Case Study Houses”, que John Entenza, editor de la revista Arts and Architecture, había impulsado por aquellos años, y el nombre de Craig Ellwood se volvió un clásico para la arquitectura moderna californiana. Luego llegaron Chris y Ketherine y arrasaron con la casa que Martin y Eva Zimmerman le encargaron a Ellwood en 1949.

Volvamos un momento a Ken Ungar quien es probable, no sugirió directamente a sus clientes la demolición de la casa existente, diseñada por Ellwood, pero “aprovechó el momento”. No es muy seguro que, dado el caso, un arquitecto o una arquitecta tengan el poder o la agencia suficientes para hacer que se demuela un edificio existente, sea o no la obra de una persona reconocida. Pero sí tienen el poder o la potencia de negarse a hacer un proyecto que implique la destrucción de otra obra —esa potencia que el filósofo Giorgio Agamben explica a partir del famoso mantra de Bartleby, el personaje del cuento de Herman Melville que, a cada solicitud de su jefe para hacer un encargo respondía, con toda tranquilidad, “preferiría no hacerlo”.

Hay veces en que el “preferiría no hacerlo” supone la demostración de cierto respeto por una obra que se considera de valor arquitectónico o artístico, como es el caso de la casa para Chris y Katherine, y otros más connotados. Por ejemplo, la ampliación del MoMA, a cargo de Diller, Scofidio y Renfro, que implicó la demolición del Folk Art Museum, de Williams y Tsien; o, en México, dos torres de Teodoro González de León, en extremos opuestos de la ciudad, una en lugar del Conjunto Manacar, de Enrique Carral y Héctor Meza, otra donde estuvo el Superservicio Lomas, de Vladimir Kaspe. Algunos ven en esta especie de canibalismo profesional una contradicción: quienes cometen el crimen de seguro exigirán no ser víctimas del mismo. Pero hoy, el campo de aquello construido que puede defenderse de la picota y seguir en pie y en uso, ya sea “intacto” o transformado, es cada vez más amplio. Primero, porque cierta mirada que podemos calificar como arqueológica ha revalorado lo que quizá suponíamos como una arquitectura “menor”: la arquitectura industrial, la vernácula, la “interior”, por ejemplo. Pero en nuestros tiempos, sobre todo porque la crisis climática y otras que la acompañan exigen una consciencia mayor sobre el valor de lo construido en términos de sus repercusiones ambientales y del gasto innecesario de recursos que puede suponer la demolición de un edificio para hacer una obra nueva.

Y ahí, en esa revalorización de lo existente frente a lo nuevo, es donde los Ken Ungar y todas las personas que trabajan en la concepción y producción de edificios pueden jugar un papel de cierto peso ante los Chris y las Katherines, que pudieran requerir sus servicios, pasando del discurso sobre el gusto o el conocimiento —pero cómo, ¿van a demoler un Ellwood?— al de la conservación del entorno y, para quienes vemos el vaso medio vacío, la supervivencia misma de nuestra especie. Y eso tal vez pase por desmontar la ideología moderna en arquitectura o al menos en parte. No sólo en lo que supone siempre algo bueno en la novedad, sino, sobre todo, en la noción del edificio como “obra” —no como obra, es decir: work in process, sino como work of art, oeuvre d’art— cuya “concepción” depende de un “autor” único —el arquitecto— y que debe mantenerse sin cambios ni transformaciones mayores, como fuera del tiempo.

Por siglos o, más bien, milenios, la humanidad ha entendido que la construcción y edificación de su entorno es un proceso continuo, al que se suma y se quita por necesidad o, también, por gusto. Muchos edificios medievales, por ejemplo, crecieron así, por agregación y añadidos que hoy nos parecen orgánicos. Aunque también es cierto que ese mismo proceso sustituyó soberbios retablos barrocos por insulsos remedos neoclásicos en muchas iglesias mexicanas, sólo por el gusto de estar a la moda. Habría entonces que revalorar, también, la mezcla, lo mezclado e impuro, hasta la mezcolanza, pues. Entender que, aunque hay excepciones, en general no podemos tratar un edificio como si fuera un intocable Da Vinci —aunque a Leonardo también hubo quien le compuso las alas a un ángel, perfectas para un ave, pero no para un mensajero divino—. Al contrario, la arquitectura, desde siempre, ha estado predispuesta al remix y al sampleo. Y aunque eso suene a receta para el pastiche, en el extremo austero tenemos, por ejemplo, la obra de Lacaton y Vassal. ¿Qué diríamos si la casa Zimmerman, diseñada por el ficticio Craig Ellwood, siguiera existiendo bajo escenográficas fachadas y techumbres diseñadas por Ken Ungar, que le dieran a la casa modernista el toque de vieja granja —jamás, supongo, tan espaciosas y elegantes— que tanto parece gustar a Chris y Katherine? Si había un lugar para poner a prueba, de nuevo, esa forma de pensar y trabajar la arquitectura, seguramente era Hollywood. Pero, por ahora, el mundo perdió un Ellwood y ganó un Ungar.

El cargo Ken Ungar vs. Craig Ellwood apareció primero en Arquine.

]]>
El hombre llamado Craig Ellwood https://arquine.com/el-hombre-llamado-craig-ellwood/ Wed, 22 Apr 2020 15:02:18 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-hombre-llamado-craig-ellwood/ La vida de Craig Ellwood pudo ser la historia de una película. Jon Burke lo inventó e interpretó en la vida real.

El cargo El hombre llamado Craig Ellwood apareció primero en Arquine.

]]>

“Siempre es difícil nombrar a los propios héroes pero, si tuviera que hacer una lista, Craig Ellwood estaría indudablemente entre ellos”, escribió Norman Foster.

Jon Nelson Burke nació el 22 de abril de 1922 en Clarendon, Texas. Cuando tenía 5 años, su familia se mudó a California. Estudió la preparatoria en Belmont High, en Los Angeles. Al terminar, trabajó como vendedor y ocasionalmente como modelo. Pero llegó la Segunda Guerra e ingresó a la fuerza aérea. Nunca fue enviado a combate. Tras la guerra, sin abandonar la idea de convertirse en actor de cine, en 1946 Jon Burke estableció una pequeña compañía constructora junto con su hermano Cleve y los hermanos Marzicola. Tenían su oficina en el piso arriba de una licorería, Lords and Elwood. De ahí nació el nombre de la compañía de los hermanos Burke y los hermanos Marzicola, Craig Ellwood. Jon Burke era quien normalmente respondía el teléfono en la oficina. Con el tiempo, no sólo interpretaría el papel al contestar una llamada. En 1950 cambió legalmente su nombre por el de Craig Ellwood.

La constructora quebró al poco tiempo y Burke, ahora Ellwood, entró a trabajar a otra compañía constructora, Lamport, Cofer, Salzman. LCS construía algunas de las casas que John Entenza publicaba en la revista que editaba, Arts and Architecture, como parte de la serie Case Study Houses. Ellwood revisó el presupuesto para la casa que diseñaron en 1949 Charles y Ray Eames. En 1951 abrió otra compañía, Craig Ellwood Design. Tres de las casas diseñadas y construidas por Craig Ellwood Design fueron parte de las Case Study Houses publicadas por Entenza.

Paul Davis escribió en la Archictural Review sobre Ellwood: “un dandy californiano, vano publicista de sí mismo, conductor de Ferraris amarillos, azote de contadores, mujeriego serial, adicto al sexo, fiestero, un hombre que jugaba rápido y perdía crédito de todo tipo, negligente con sus hijos, mal pintor abstracto, retirado en la Toscana, «no-sensualista» confeso, ni siquiera un arquitecto y, con todo, autor de una de las mejores casas del siglo XX (la Case Study House 16), incluso embajador de Mies van der Rohe, el Cary Grant de la arquitectura.”

Esther McCoy escribió que “él no buscaba tener un estilo, sino resolver problemas con acero. Y el estilo siguió. Este hombre pudo haber diseñado cualquier cosa.” También escribió que su obra era cada vez más suya. Aunque eso ha sido tema de discusión. En su libro sobre Ellwood, Neil Jackson nombró a varios de los diseñadores que trabajaron para Craig Ellwood Design: James Tyler, Robert Peters, Emiel Becsky, Ernest Jacks, Jerrold Lomax, Philo John Jacobson, Gerald Horn, Alvaro Vallejo, Stephen Woolley. También entrevistó a Erin Ellwood, la hija de Craig, quien entre otras cosas le dijo: “Esta es una ciudad [Los Angeles] en la que no tienes que saber cantar para ser un cantante famoso. Todo se trata de la imagen, y él era bueno en eso de la imagen.” Lo cierto es que entonces no era raro que un arquitecto interpretara su propio personaje, incluso sin haber recibido formación académica ni ostentar un título, y que olvidara —como también sucede en nuestros días— nombrar a todos sus colaboradores. Ni Mies van der Rohe ni Le Corbusier podrían reclamarle a Ellwood cambiarse el nombre; y ni Luis Barragán ni Tadao Ando podrían exigirle un título de arquitecto.

Paul Davis dice que Ellwood enseñó en Yale en el mismo periodo que James Stirling —con quien Jon Burke compartía cumpleaños, Stirling nació el 22 de abril de 1926. Dictó una conferencia titulada Nonsensualism. “Todos los edificios de Ellwood tienen una elegancia estructural y una economía de medios comparables a los de Mies van der Rohe —escribe Norman Foster. Pero mientras las estructuras de Mies tienden hacia el monumentalismo, las de Elwood son ligeras, justas. Como dijo una vez Reyner Banham, «uno no puede sino preguntarse cómo tan poco acero es capaz de aguantar tanta cubierta»”. Quizá Ellwood, recordando sus inicios cuantificando costos para los Eames se preguntara no sólo cuánto pesa una casa, sino cuanto cuesta y qué imagen se podía conseguir al mejor precio.

En 1977, a los 55 años, Ellwood y su cuarta esposa se mudaron a vivir en una granja, Casa Novalta, en la Toscana. Richard Ingersoll escribe que “los motivos que lo impulsaron a trasladarse a Italia y dedicarse íntegramente a la pintura, siguen envueltos en el misterio. Considerando la cualidad muda, casi zen, de muchos de sus edificios y el contemplativo emplazamiento de su casa de campo, su renuncia pudiera parecer el resultado de algún tipo de llamada espiritual. O tal vez se tratase de una huida más pragmática de un complicado y desagradable proceso de divorcio y de varios proyectos plagados de problemas de viabilidad. Pero cualesquiera que fueran las razones reales, no cabe duda de que la fecha de su retirada coincide con la exaltación de la gran reacción posmoderna.” No está de más recordar aquí que Edith Farnsworth, tras vender la famosa casa que le diseñara Mies, también eligió la Toscana como lugar de retiro.

El 30 de mayo de 1992, a los 70 años, Jon Nelson Burke y Craig Ellwood murieron en Pergine-Valdano, Italia.

El cargo El hombre llamado Craig Ellwood apareció primero en Arquine.

]]>