Resultados de búsqueda para la etiqueta [covid ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 19:20:43 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Sede de la Comisión de Vida y Trabajo de Ichihara https://arquine.com/sede-comision-vida-trabajo-ichihara/ Fri, 03 Jun 2022 15:00:39 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/sede-comision-vida-trabajo-ichihara/ En respuesta a la situación de emergencia provocada por la crisis del Coronavirus, la ciudad de Ichihara en la prefectura de Chiba estableció la Comisión de Vida y Trabajo de Ichihara, una asociación público-privada para aceptar a las personas que querían mudarse al área de Satoyama, tomando todas las precauciones para evitar contagios.

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En 2020, con el COVID-19 haciendo estragos, el trabajo remoto se instaló de manera semiobligatoria, lo que se volvió un estilo de vida muy innovador para Japón. Se pensó que más personas considerarían dejar áreas densamente pobladas como el centro de Tokio y la ciudad de Chiba para vivir en los suburbios o zonas más rurales. En respuesta a la situación de emergencia provocada por la crisis del Coronavirus, la ciudad de Ichihara en la prefectura de Chiba estableció la Comisión de Vida y Trabajo de Ichihara, una asociación público-privada para aceptar a las personas que querían mudarse al área de Satoyama, tomando todas las precauciones para evitar contagios.

Yosuke Takahashi, que había estado trabajando como miembro de los Voluntarios de Cooperación para el Desarrollo Regional en el área de Kamo en el sur de la ciudad de Ichihara antes del desastre de Corona, estaba trabajando en un negocio llamado Kaitakusha, el cual abre casas vacantes en el área de Kamo y las alquila, como proyecto de salida del Voluntariado de Cooperación. El Kaitakusha estaría a cargo de manejar la inmigración individual como parte de la Comisión de Vida y Trabajo, y el plan era usar una casa vacía detrás de la estación Yorokeikoku para desarrollar una base de operaciones.

La casa principal era un edificio muy atractivo, pero debido al presupuesto, el trabajo de construcción y la dificultad de diseño y construcción, se decidió utilizar sólo la vivienda unifamiliar.

El diseño se basó en el concepto de Kaitakusha, y se guió por la idea de iluminar cosas casas vacías que son innecesarias para los propietarios y los lugareños, pero atractivas para los forasteros. En primer lugar, la “casa Chonan”, una casa para el hijo mayor realizada con materiales de nueva construcción junto a una magnífica estructura tradicional de madera a modo de vivienda unifamiliar elegida, es un símbolo de la diferencia de valores entre el propietario y los forasteros, que suelen valorar eso más que la casa vieja, aunque se destruye la atmósfera de la casa vieja y se reduce su valor. Por lo tanto, nos preguntamos si podríamos sacar el potencial de la “Casa Chonan”.

En primer lugar, decidimos eliminar todos los muros no estructurales que dividen el espacio interior, porque la estructura de madera convencional facilita la planificación de la estructura y su refuerzo. Luego, había un marco de cobertizo alto que había sido construido con todos los estándares de materiales y oculto en el techo, y los cimientos estaban hechos de bloques de concreto. Habría que reforzar los cimientos, pero no había presupuesto para remolcar la casa, por lo que decidimos colocar parcialmente los cimientos conservando el armazón superior. Al excavar un poco más de tierra en este momento, se aseguró un espacio de dos capas, y el espacio se reconfiguró en un espacio de piso escalonado con una presión mínima en el área circundante con pocos cambios en la forma externa.

Al crear una gran ventana en la cara norte del nivel del segundo piso, creamos un espacio de oficina donde las personas pueden trabajar mientras observan el paisaje de un hermoso pueblo del valle, que no se había visto antes.

El suelo excavado para la cimentación se utilizó como acabado para el panel de la encimera del pulido Otsu por la técnica del yesero Tokura, y los ladrillos creados en el taller se utilizaron como revestimiento para el mostrador de recepción.

Para el interior y el exterior, se cortaron y aserraron robles, cerezos de montaña, robles pequeños y magnolios a partir de maderas duras que ya no se usaban y se habían convertido en grandes árboles en las colinas detrás del pueblo. El amplio espacio de una habitación no es sólo para jóvenes, posibles inmigrantes y otros forasteros, sino también para la gente local que tiene una buena relación con los Kaikyakusha, que visitan la casa con frecuencia.

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Arquitectura enferma https://arquine.com/arquitectura-enferma/ Tue, 17 May 2022 17:03:04 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/arquitectura-enferma/ El discurso arquitectónico siempre se teje a través de teorías del cuerpo y del cerebro, construyendo al arquitecto como una especie de médico y al cliente como paciente.

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Algunas de las piezas exhibidas: Aino and Alvar Aalto, sanatorium of Paimio, Finland. Exterior view of the south façade, 1930’s. The Alvar Aalto Foundation. Fotografía: Gustaf Welin;  de vylder vinck taillieu, psychiatric institute Kanunnik Petrus Jozef Triestplein, Melle, 2016. Vlaams Architectuurinstituut. Fotografía: Filip Dujardin; CIAM Algiers team, presentation panel on tuberculosis in Bidonville Mahieddinne, for the 9th CIAM congress in Aix-en-Provence, 1953. Fondation Le Corbusier;  Vivian Caccuri, Mosquito Shrine II, 2020. Institute of Contemporary Art, Miami. Museum Purchase with funds provided by Clarice O. Tavares, and additional support from Graham Dalik. Fotografía: Zachary Balber;  DS+R, Exhaustion, 2017. Directed by Elizabeth Diller. Commissioned by Fondazione Prada;  French children during an indoor heliotherapy session, 1937. From: Le visage de l’enfance (Paris, 1937); Philippe Rahm, The End of the Anthropocene, 2020. Photographs with thermal camera. Courtesy of Studio Philippe Rahm.

Inaugurada este mayo, la muestra Sick Architecture, albergada en CIVA de la Universidad de Princeton establece vínculos entre la enfermedad y la arquitectura. El discurso arquitectónico siempre se teje a través de teorías del cuerpo y del cerebro, construyendo al arquitecto como una especie de médico y al cliente como paciente. La arquitectura ha sido retratada como una forma de prevención y cura durante miles de años. Se supone que la salud es el principal objetivo del arquitecto, como ya insistía Vitruvio en el siglo I a.C. Sin embargo, la arquitectura también suele ser la causa de enfermedades, desde materiales de construcción tóxicos hasta el síndrome del edificio enfermo. La arquitectura misma se ha enfermado.

Con Sick Architecture, la curadora invitada Beatriz Colomina, Silvia Franceschini (curadora de CIVA) y Nikolaus Hirsch (director artístico de CIVA), destacan un tema que ha dado forma a nuestras vidas desde el estallido de la pandemia de COVID-19. Cada época tiene sus propias aflicciones, y cada aflicción tiene su arquitectura. La era de las enfermedades bacterianas, particularmente la tuberculosis, dio origen a la arquitectura moderna en las primeras décadas del siglo XX, a edificios blancos desprendidos del “suelo húmedo donde se reproducen las enfermedades”, como dijo Le Corbusier. En los años de la posguerra, la atención se desplazó hacia los problemas psicológicos. A menudo se consideraba al arquitecto como una especie de psiquiatra; la casa no es sólo un dispositivo médico para la prevención de enfermedades, sino que brinda comodidad psicológica o, como dijo Richard Neutra, “salud nerviosa”. El siglo XXI es la era de los trastornos neurológicos, con depresión, TDAH, trastornos límite de la personalidad, síndrome de agotamiento, alergias e “hipersensibilidad ambiental” que definen la experiencia contemporánea de la arquitectura y el entorno construido.

Mientras tanto, las pandemias han regresado. COVID-19 está remodelando por completo la arquitectura y el urbanismo. El virus ha expuesto las desigualdades estructurales de raza, clase y género, provocando un llamado a la transformación social y quizás
una revolución arquitectónica. La exposición ofrece un marco histórico y conceptual más amplio para tales conversaciones,
con materiales que van desde la histórica arquitectura de cuarentena en Ellis Island y el antiguo lazzaretto en Venecia hasta
arquitectura moderna de Aino y Alvar Aalto y Henri Lacoste, experimentos de 1960 de Hans Hollein y Coop
Himmelb(l)au, así como obras contemporáneas de los arquitectos 51N4E, Elizabeth Diller, architecten jan de vylder inge vinck / Gideon Boie / Filip Dujardin, Andrés Jaque, los artistas Sammy Baloji, Mohammed Bourouissa, Vivian Caccuri,
Goldin+Senneby y Ahmet Öğüt.

La exposición va acompañada de una serie de publicaciones online en e-flux architecture cuya primera parte se publicó en 2020 y cuya segunda parte se publicará coincidiendo con la inauguración de la exposición en mayo de 2022. Los ensayos incluyen autores como Edna Bonhomme, David Gissen, Brooke Holmes, Fabiola Lopez-Duran, Elizabeth Povinelli, Meredith TenHoor y Mark Wigley, así como numerosos estudiantes de la Universidad de Princeton que han participado en los seminarios sobre arquitectura y enfermedad de Beatriz Colomina desde 2019.

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Educación, ciudad y covid https://arquine.com/educacion-ciudad-y-covid/ Tue, 13 Jul 2021 02:32:29 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/educacion-ciudad-y-covid/ El problema no radica de manera limitada en posibilidades imaginativas de diseño. Se trata de asumir posturas políticas, sociales y económicas comprometidas, encaminadas sobre todo al bien común. Con el tiempo hemos aprendido bien qué tenemos que hacer, sabemos cómo hacerlo. Necesitamos ser comunidades educadas y responsables, para enfocar nuestros esfuerzos en conseguirlo.

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Al inicio del año 2020 nos tomó desprevenidos la aparición y proliferación desbordada del llamado Covid 19 y nos costó meses entender de qué se trataba y cómo debíamos de actuar para enfrentar racionalmente los terribles embates de esta enfermedad. La vida cotidiana de casi todos los habitantes del planeta se vio trastocada, obligando a un severo y temporal confinamiento en los hogares y cambios sustanciales, dramáticos, en nuestras rutinas de convivencia, trabajo, educación, recreación y movilidad, sobre todo en el ámbito de las ciudades, donde mayoritariamente vive el grueso de la actual población mundial y donde ha tenido mayor presencia la enfermedad.  Ha pasado poco mas de año y medio y, de manera notable, la ciencia contemporánea ha hecho esfuerzos importantes por  encontrar explicaciones y aplicaciones de salud que comienzan a controlar de alguna manera, a través de vacunas, su proliferación comunitaria y las lamentables muertes asociadas a la enfermedad. Si bien los avances anti Covid son notables, no son suficientes todavía y estamos lejos del control de este último por múltiples razones, entre las cuales podemos anotar:  limitaciones de producción de las vacunas y su desigual distribución entre los países desarrollados y el resto de la comunidad mundial, lo que aleja de manera incierta la frontera de contención de la situación. Pero, sobre todo, la salida de este tortuoso camino no estará cerca si no asumimos correctamente nuestras responsabilidades conocidas de conducta sanitaria colectiva para enfrentar lo anterior.

En este sentido, en los meses recientes hemos aprendido que en buena medida el control de la enfermedad tiene que ver directamente con nuestras actitudes cotidianas, siendo necesario el uso de mascarillas, higiene constante en el lavado de nuestras manos, evitar tocar nuestro rostro y procurar una sana distancia de convivencia. Se trata además, en la medida de lo posible, de habitar en lugares ventilados, asoleados, bien iluminados, contando también con medidas razonables cotidianas de higiene. Estas rutinas necesarias de conducta, que parecen sencillas en su aplicación,  nos ha costado muchos esfuerzos el implementarlas razonablemente, en buena medida por las condiciones adversas imperantes en muchos de los ámbitos que habitamos, pero sobre todo su incorrecta aplicación tiene que ver con una limitada educación y compromiso social, que nos ha llevado a ignorar o desdeñar las recomendaciones que se hacen constantemente al respecto. Hablamos entonces de la necesidad de contar con una educación que debe implicar conocimiento, respeto y consideración por la salud de uno mismo, de la familia, la sociedad con la cual convivimos y que tiene que ver con el conjunto de la humanidad. Hay que insistir una y otra vez, que en buena medida el control y superación de la enfermedad están referidas fundamentalmente a nuestras conductas sociales, independientemente que la ciencia pueda lograr  su contención y cura.

Recientemente se han realizado una buena cantidad de encuentros, conferencias y seminarios de distinta naturaleza, en los cuales se ha discutido ampliamente sobre la significación y control de la enfermedad, pero además tratando de visualizar como podría ser la vida, la calidad espacial y material necesaria en las ciudades una vez pasada la emergencia de salud. En estos encuentros los estudiosos de la arquitectura y las ciudades han reflexionado y sugerido distintos escenarios y condiciones que, según ellos, deberían imperar en la habitabilidad de las viviendas, lugares de trabajo, educación, recreación, transporte y convivencia comunitaria, para lograr  relativamente mejores condiciones de vida en un presente y futuro cercanos, existiendo entre las propuestas presentadas denominadores comunes que, si los pensamos con detenimiento, forman parte de las ideas que han acompañado el desarrollo de la arquitectura y las ciudades desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta nuestros días. En este sentido, tenemos que recordar que, como consecuencia de la Revolución Industrial, se generaron malas condiciones de habitabilidad en las ciudades y desde aquellos años y sobre todo a lo largo de los siglos XIX y XX, se propusieron cambios en las realidades materiales de las viviendas, lugares de trabajo y en las infraestructuras de las ciudades, pensando en mejorar las negativas condiciones de higiene y habitabilidad en las mismas, que se identificaron como  causantes directas de enfermedades y epidemias de carácter colectivo.

Mas allá de posturas compositivas y formales, que se asociaron con distintos movimientos arquitectónicos y urbanos en lo particular, se planteó que los lugares habitables en las diversas arquitecturas y ciudades debían ser limpios, ordenados y contar con buena iluminación, ventilación, asoleamiento, disponibilidad de agua potable y redes de drenaje. Desde aquellos años, además, se discutió la necesidad de contar con espacios abiertos eficientes y suficientes, ya fueran calles, plazas o jardines, para propiciar la sana convivencia social y el intercambio de experiencias de vida. La valoración de la naturaleza también estuvo presente en estas ideas conceptuales y proyectuales, identificándose lo anterior desde lo que tiene que ver con las propuestas urbanas de los llamados socialistas utópicos, como Ebenezer Howard (1850-1928), pasando por los criterios e ideas asentados en la llamada Carta de Atenas (1933) con sus ideas de zonificación, que forman parte del movimiento racionalista, identificado con los trabajos de Ludwig Karl Hilberseimer (1885-1967) y Le Corbusier (1887-1965), hasta la conceptualización de las ciudades jardín, asociadas particularmente con el pensamiento y las propuestas de Frank Lloyd Wright (1867-1959) y Bruno Zevi (1918-2000). Los resultados del conjunto de las ideas del movimiento moderno son muy diversos, con aciertos y errores, dependiendo de su aplicación en las distintas culturas, sociedades, economías  y la realidad tecnológica, material, geográfica y ambiental de las ciudades donde fueron aplicadas.

Además, desde hace por lo menos cincuenta años, los estudiosos de las ciudades —entre los que destacan la pensadora y activista social Jane Butzner Jacobs (1916-2006), el sociólogo y urbanista Lewis Mumford (1895-1990),  el arquitecto y urbanista danés Jan Gehl (1936) y Ken Yeang (1946), arquitecto malasio— han valorado las realidades de las ciudades modernas, llegando a proponer una serie de ideas proyectuales que tienen que ver sobre todo con la calidad de los lugares privados habitables hasta los ámbitos de espacios abiertos de convivencia en las ciudades, con particular énfasis en lo que tiene que ver con la movilidad urbana. Estos estudiosos han insistido en lo que tiene que ver con la arquitectura, en su espacialidad flexible, correcta iluminación, asoleamiento, ventilación, aprovechamiento de las aguas de lluvia y residuales, regulación del ruido e incorporación de componentes verdes, que pueden ser solamente de carácter paisajístico y ambiental o llegar a constituir pequeños o grandes huertos urbanos. En lo que se refiere a las ciudades, estos mismos expertos y conocedores de la materia, han planteado transformar en la medida de lo posible, importantes zonas urbanas a una condición caminable, contar con plazas y espacios jardinados, cotidianamente  alcanzables  peatonalmente y en lo que tiene que con la movilidad, utilizar preferentemente la bicicleta y los transportes públicos no contaminantes. Se ha insistido en utilizar energías renovables, amables lo mas posible con la naturaleza, como la eólica, solar o la del hidrógeno y considerar la basura no como un desperdicio, sino como un bien reciclable, que contribuye además a la economía de las propias ciudades. Las propuestas han incluido el contar en las grandes ciudades, con subcentros urbanos, que puedan alojar viviendas, lugares de trabajo, administración y recreo, de tal manera que se puedan regular, optimizar  y minimizar los recorridos cotidianos necesarios de los habitantes  en las ciudades.

En las ya comentadas platicas y conferencias mas recientes sobre el tema del Covid 19 y sus consecuencias en el futuro inmediato de las ciudades, desarrolladas  por diversos especialistas, la mayoría de las conclusiones a las que se ha llegado no difieren sustancialmente, en términos generales de ideas, en relación a lo que se ha expresado líneas arriba. Sin embargo algunos en estas platicas, han propuesto que se incentive la vida semirural, alojando viviendas  en las periferias disponibles alrededor de las ciudades, aplicando criterios de densidades construidas bajas, tratando de regular las poblaciones urbanas, pensando que con ello se puede contribuir al control de las enfermedades epidémicas y mejorar al mismo tiempo la calidad de vida de algunos grupos sociales. En este sentido, vale la pena decir, que en lo que tiene que ver con el desplazamiento territorial hacia las periferias con viviendas nuevas, hay que considerar que el crecimiento horizontal ocupando espacios naturales verdes, ha demostrado históricamente que resulta finalmente contraproducente desde el punto de vista ambiental, además de caro, ya que requeriría mucha área para alojar las extensiones urbanas, teniendo que sumar a ello los costos de construcción y operación de las infraestructuras necesarias, como lo que tiene que ver con las redes de agua potable, drenaje, electricidad, gas y las vialidades necesarias para permitir la movilidad particular y lo que tiene que ver con el transporte público. A lo anterior habría que sumar todavía los costos de los equipamientos en materia de comercios, educación, recreación y salud, para que estas nuevas áreas urbanas pudieran funcionar integralmente y no solo operar como lugares dormitorio, con las consecuencias negativas que lo anterior implica y que también ya se han experimentado previamente  con malos resultados.

Sumado a lo anterior, los expertos han propuesto que en las viviendas disponibles en las ciudades se pudiera contar con terrazas abiertas al exterior en los frentes de sus fachadas, para permitir aunque sea de manera limitada, una vida exterior al aire libre y mejores condiciones de iluminación y ventilación al interior de los espacios habitables, al contar con ventanas mas amplias. En lo referente a estas terrazas en las viviendas, el tema fundamental a resolver es su costo, si pensamos en las limitaciones y dificultades de adquisición de viviendas de interés social, por parte de los mayoritarios grupos sociales menos favorecidos económicamente, toda vez que las viviendas que se ofrecen y pueden adquirir en la actualidad, rondan entre 45 y 60 metros cuadrados útiles de construcción. Si pensamos en terrazas adicionales, habría que considerar de menos otros 5 o 6 metros cuadrados de construcción, con los consecuentes costos que ello implica. Pero en el mismo sentido, se podría pensar también en otra alternativa para contar con espacios exteriores habitables en los edificios de viviendas, que podría ser  la implementación de terrazas en azotea, que pueden llegar inclusive a constituir pequeños huertos urbanos, con las ventajas ambientales y económicas que lo anterior implica.

Pero al final de cuentas, en buena medida lo que tiene que ver con la transición entre la presencia actual del Covid 19 y la vida posterior al mismo, la mejor postura para enfrentarlo tiene que pasar necesariamente por el tamiz de la educación y la reflexión crítica. Educación para entender y enfrentar de manera inteligente su realidad, asumiendo y respetando las conductas y medidas necesarias para limitar su presencia, proliferación y mortalidad. Cada uno debe ser corresponsable para que lo anterior suceda, pensando en el bien propio y en el bienestar social. Educación a todos los niveles, desde el preescolar hasta los universitarios para seguir impulsando el desarrollo de la ciencia, para descubrir nuevas y distintas modalidades médicas para enfrentar esta y otras enfermedades, que tienen que ver con la vida en las ciudades. Educación para entender que necesitamos mejorar hábitos alimenticios, para mejorar y reforzar nuestras condiciones naturales de salud e inmunidad y evitar enfermedades que combinadas unas con otras, nos vuelvan vulnerables, como sucede actualmente. Educación para incluir en nuestra salud, hábitos y rutinas cotidianas relacionadas con el  ejercicio físico de nuestro cuerpo.

Educación para comprender que vivimos necesariamente vinculados con la naturaleza, a la cual debemos respetar y restituir los equilibrios necesarios, que hagan viable y mas amable la vida en las ciudades. Consideraciones  a la naturaleza que deben implicar conocimiento y respeto por las múltiples y variadas especies que nos acompañan formando parte de los ecosistemas de vida en la tierra. Está claro que si violentamos nuestra relación con los otros seres vivos que nos acompañan, pueden suceder desequilibrios y enfermedades como la que ahora enfrentamos. Educación para regular nuestros crecimientos poblacionales y su razonable distribución en los territorios aptos para el desarrollo, pensando que los recursos naturales disponibles para la vida son limitados y finitos. Educación enfocada en los distintos grupos sociales, con especial atención en aquellos menos favorecidos, para que a partir de estudiar puedan conseguir trabajos razonablemente remunerados y a partir de lo anterior puedan contar con recursos y ser sujetos de crédito, con lo cual puedan acceder a viviendas saludables, confortables y servicios dignos. Hablamos de que mejorar el conjunto de  la economía con un carácter social y humanista, puede hacer viable las transformaciones urbanas y arquitectónicas que se visualizan para una mejor vida urbana. Sin economías sólidas todas las propuestas urbanas y arquitectónicas de mejoramiento y saneamiento, quedan simplemente en ideas o utopías difícilmente alcanzables o lejanas de realización en el tiempo.

El problema no radica de manera limitada en posibilidades imaginativas de diseño. Se trata de asumir posturas políticas, sociales y económicas comprometidas, encaminadas sobre todo al bien común. Con el tiempo hemos aprendido bien qué tenemos que hacer, sabemos cómo hacerlo. Sabemos que necesitamos ciudades con sus arquitecturas, que combinen razonablemente distintas densidades construidas, privilegiando las densidades medias. Sabemos de la importancia de contar con espacios públicos variados y suficientes, incluyendo calles, plazas y jardines. Sabemos de la importancia de las mezclas históricas, respetando preexistencias de patrimonios construidos, de las mezclas de usos del suelo y actividades distintas y complementarias. Necesitamos entonces con educación igualmente comprometida, compartir generosamente las distintas experiencias en el mundo, para tratar de vivir mejor colectivamente, como una sola comunidad planetaria. Todo lo anterior lo sabemos, así como de las características arquitectónicas de los espacios habitables que requerimos. Necesitamos ser comunidades educadas y responsables, para enfocar nuestros esfuerzos en conseguir lo anterior. Con educación que se traduce en economías y conductas adecuadas,  podemos enfrentar y superar el Covid 19 y visualizar con antelación otras posibles enfermedades que nos depare el futuro. Primero educación y reflexión critica para imaginar el mundo que queremos, después educación y finalmente otra vez educación con visión inteligente, creativa, incluyente, diversa y humanista. Si nos fijamos como propósito cumplir y realizar el conjunto de ideas científicas, culturales, políticas, económicas, arquitectónicas y urbanas que hemos estudiado y valorado a lo largo de los últimos cuarenta o cincuenta años, el futuro de la vida en nuestras ciudades puede ser promisorio. Pero si nos dejamos arrollar como se ha comentado por la ignorancia, la apatía, el egoísmo y la arrogancia, estamos condenados necesariamente al fracaso y a una vida llena de penalidades.

 

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