Resultados de búsqueda para la etiqueta [covid-19 ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Thu, 30 Jan 2025 20:43:16 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Revista Digital No. 93 | Campos de juego https://arquine.com/product/revista-digital-no-93-campos-de-juego/ Mon, 06 Nov 2023 19:25:14 +0000 https://arquine.com/?post_type=product&p=84839 Textos: Dossier Miguel Braceli | Klaus | Rozana Montiel | Erick Carranza y Sindy J. Martinez | Gabriel Visconti Stopello | Francisco Pardo | Carmelo Rodriguez | Mauro GilFournier | Raúl Cardenas | Giancarlo Mazzanti | Aldo Solano Rojas | Luis Felipe Márquez | Marcos Coronel | Justin McGuirk Proyectos Mauricio Rocha | Chloë Morichau-Beauchant | S-AR | Vertical | Guillermo Hevia Garcia | T+E Arquitectos | Fracciona Arquitectos | Daniel Del León Languré | Carlos Ortega Arámburo | IND (Inter.Nacional.Design) | Studio ID Eddy | Taller M Oficina de Arquitectura multidisciplinar | PRODUCTORA | Anna Noguera | Javier Fernández | El Equipo Mazzanti | Taller ADG | FGP-Atelier

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El tándem arquitectura y juego abre distintas lecturas que van desde el diseño como juego —como divertimento— libre de ataduras programáticas, hasta el diseño de elementos lúdicos y espacios conformados para jugar. En muchos casos, ambos caminos confluyen fácilmente en creaciones arquitectónicas libres que incitan a la participación lúdica, eventual- mente con licencias formales o representaciones grotescas. La referencia a Aldo van Eyck es obligada y sus cientos de playgrounds son un punto de partida para cualquier propuesta contemporánea. Como menciona Francisco Pardo en estas páginas, para van Eyck el equipamiento de jue- go debe pertenecer a la ciudad, al punto de desaparecer en lo cotidiano y volverse parte de ella, como los postes de la luz o la banqueta. Para otros, es la oportunidad de incorporar juegos de experimentación formal sin diseño industrial, como el columpio o la resbaladilla. Y también cabe la posibilidad de incorporar la integración plástica —como arte urbano— que el ciudadano puede activar. Unos se apoyan en la geometría, otros arrastran referencias minimalistas de Carl Andre o Donald Judd y hay quien toma prestadas imágenes que remiten a mundos abiertos del espacio lúdico y virtual, como Minecraft. Espacios de juego —dice Torolab— que “ofrezcan infinidad de posibilidades, dibujadas a partir de entender la forma de ver la vida de otro jugador y cómplice, que va es- calando de las relaciones interpersonales a conceptuales, hasta convertirse en parte del dominio público con impacto real.” En cualquier caso hay consenso en que el diseño del espacio público y lúdico, el espacio de juego, debe ser indeterminado. Y el terreno baldío es el paradigma del espacio de juego en la ciudad, tanto por su potencial como por su indefinición. De ahí la pregunta: ¿cómo podemos imaginar que el diseño ayude a implementar el potencial de esos espacios manteniendo, al mismo tiempo, cierta indeterminación?

En un momento en que el confinamiento por el COVID 19 ha deja- do vacías las ciudades y las relaciones sociales se han desplazado a las retículas bidimensionales del Zoom, asistimos a una estética urbana don- de la realidad —apunta Justin McGuirk— imita los paisajes metafísicos de las ciudades desoladas que pintaba Giorgio de Chirico, o las fotografiadas por Gabriele Basilico, donde el gran ausente es la figura humana, la vida. En este número publicamos algunas propuestas que invitan precisamente a activar el espacio lúdico y urbano, y con ellas regresar la actividad y la vida ciudadana.•

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Curaciones arquitectónicas https://arquine.com/curaciones-arquitectonicas/ Fri, 26 May 2023 14:34:10 +0000 https://arquine.com/?p=79056 ¿Realmente se puede plantear una relación simétrica entre la medicina y la arquitectura, además de pensar que la construcción de edificios sirva para regular tanto el cuerpo como los discursos médicos?

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Se anunció el fin: la Organización Mundial de la Salud declaró que el virus Covid-19 no es más una emergencia sanitaria. A la manera de la tuberculosis, esta enfermedad se volvió un pretexto para la reflexión disciplinar de la arquitectura. En parte por la manera en la que afectó los espacios en los que habitamos y trabajamos, y también porque quienes ejercen la disciplina consideran que son ellos los que deben discutir cómo es que un virus modifica los rumbos de sus labores proyectuales. Le Corbusier, por ejemplo, asumió que la misión de la arquitectura era funcionar como un dispositivo médico para combatir la tuberculosis. Las terrazas, los jardines y las ventanas formaban parte de una estrategia de diseño mayor, con la cual se pretendía facilitar que la luz y el aire alimentaran a un cuerpo cuya salud se robustecía gracias a la arquitectura. Boxeador y nadador, Le Corbusier implementó en sí mismo sus ideas sobre la salud, legando una imagen de un hombre que no permitió que las adversidades de la modernidad (como lo fue la tuberculosis) detuvieran sus bríos. A inicios de 2020, el discurso no fue tan optimista, aunque delató más ingenuidad que crítica. Se vio, con gran azoro, que la vivienda de la gran mayoría de los humanos del planeta no era suficiente para condensar las actividades laborales y escolares que debían seguir realizándose. “¿Qué estamos haciendo como arquitectos?”, era la pregunta. 

Probablemente, la distancia histórica entre la tuberculosis y el Covid-19 sea el punto de partida para establecer lecturas, interpretaciones e, incluso, poéticas tanto de la enfermedad como de la arquitectura. Plantear una relación simétrica entre la medicina y la arquitectura, además de pensar que la construcción de edificios podía regular tanto sobre el cuerpo como los discursos médicos, legó una serie de imágenes en sepia y en blanco y negro donde la arquitectura, el ejercicio y los rayos X funcionaban para demostrar una estética y hasta qué punto la labor de la disciplina buscó funcionar como una máquina bien aceitada que podía hacer surgir una mejor vida. Pero la enfermedad imprimió un dejo de melancolía sobre estas ideas. Pensemos, por ejemplo, en el Sanatorio Internacional Berghof, el recinto médico donde se desarrolla toda la trama de La montaña mágica, la célebre novela de Thomas Mann. 

Hans Castorp, un aspirante a ingeniero náutico, asciende a los Alpes Suizos para visitar a su primo, Joachim Ziemssen, un joven que está tratando su tuberculosis de manera semejante a como lo prescribió Le Corbusier: terapias al aire libre, baños de sol y caminatas. Castorp asume que la visita será corta: tiene planeado continuar con sus estudios, eventualmente contraer matrimonio y morir como cualquier otro burgués de su estirpe. Lo que sucede es que, por el sólo hecho de encontrarse en ese espacio, comienza a desarrollar síntomas que van desde el aumento de temperatura hasta una tos en la que arroja sangre. El sanatorio, provisto de amplios ventanales y de terrazas donde los enfermos pueden ayudar a su cura exponiéndose al aire montañés, también es el lugar donde el muchacho cada vez más vulnerado por la falta de respiración puede apreciar el funcionamiento de sus pulmones en una máquina de una tecnología novedosa que permite la verificación y el monitoreo de la tuberculosis. El sanatorio donde Castorp (quien, al igual que los demás pacientes, puede costear su estancia en mensualidades) desarrolla su enfermedad se encuentra completamente equipado, aspecto que, podría decirse, es consubstancial a la melancolía que embarga al personaje por esperar una resolución a una enfermedad todavía desconocida y cuya cura depende, en gran medida, de aquellos espacios iluminados y ventilados. “Es poco adecuado hablar de «repetición»; sería preciso hablar más bien de «monotonía»”, reflexiona el joven. “Te traen la sopa de la mañana del mismo modo que te la trajeron ayer y que te la traerán mañana”. Estas son algunas de las reflexiones domésticas que suceden en el sanatorio, un monólogo interior donde la delicadeza puede mezclarse con el aburrimiento. Sin embargo, lo que se avecina hacia el final de la novela es la Primera Guerra Mundial, y es donde Mann transforma un texto sentimental en un comentario social.

Podríamos aventurarnos en las reflexiones domésticas que nos legó la pandemia y apuntar algunas ideas sobre los estados anímicos de sus inicios. La tuberculosis fue conocida como un padecimiento de los melancólicos, propia de los artistas del romanticismo. Y algunas metáforas también podrían surgir después del Covid: el aislamiento, la monotonía, la sopa de todos los días. Sin embargo, en la novela de Thomas Mann, la gran historia de la enfermedad burguesa es interrumpida por un acontecimiento bélico que destruyó a toda Europa. Y, en nuestra circunstancia actual, la pregunta es: “¿qué estamos haciendo los arquitectos?” La vivienda que nos albergó en los días más cruentos de la crisis no sólo sigue siendo la misma, sino que sus lógicas se han reproducido a mayores escalas, con gobiernos que se alían con iniciativas de estancias temporales como Airbnb, o con desarrolladores que se asientan sobre ciudades cuyos habitantes, al contrario de Hans Castorp en su sanatorio, no lograron sostener sus rentas. La cura no estaba subordinada a la posibilidad de tener una casa que contara con grandes ventanales y jardines; incluso, fue el sitio donde incrementaron las labores reproductivas para las mujeres, o donde bastantes ciudadanos experimentaron estados extremos de ansiedad. Además, casi nadie contaba con un espacio para trabajar o para estudiar que estuviera separado de las zonas donde la vida doméstica pudiera seguir siendo la misma, y ese hacinamiento sucedió, en gran parte, por las casas que son la única alternativa para ser parte de los centros urbanos. La destrucción ocurrió aun cuando hayamos dejado de estar asediados por la emergencia sanitaria. La enfermedad del virus es un recuerdo traumático, pero productivo: ahora podemos denunciar, con mayores argumentos, el estado actual de nuestras ciudades.

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La perse https://arquine.com/obra/la-perse/ Fri, 25 Mar 2022 07:00:29 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/la-perse/ El 4 de septiembre de 2020, el gobierno local lanzó el programa "Bogotá a cielo abierto", la reapertura de 100 calles para cenar al aire libre y reactivar sus servicios. En este marco, se les pidió a Colab-19, Taller Architects y SCA que diseñaran un comedor para un cliente, que en resumen, no tenía fondos. Concluyeron que diseñar en un contexto que estaba en medio de una crisis socioeconómica les pedía pensar más allá de los materiales de construcción.

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El 4 de septiembre, el gobierno local lanzó el programa “Bogotá a cielo abierto”, la reapertura de 100 calles para cenar al aire libre y reactivar sus servicios. En este marco, se les pidió a Colab-19, Taller Architects y SCA que diseñaran un comedor para un cliente, que en resumen, no tenía fondos. Concluyeron que diseñar en un contexto que estaba en medio de una crisis socioeconómica les pedía pensar más allá de los materiales de construcción, por lo que concluyeron que el diseño debía hacerse con elementos que ya formaran parte de nuestras rutinas diarias y que pudieran reciclarse o reutilizarse en la arquitectura para ahorrar costos.

También pensaron en el distanciamiento físico no sólo como una solución horizontal sino también vertical, lo que facilitó colocar mesas adicionales para aumentar la ocupación de la plaza. Como resultado las ventas de los restaurantes dentro de la plaza aumentaron un 300% durante el primer mes. Este es un momento inusual en la historia reciente en el que entidades públicas y privadas buscan nuevas soluciones para reactivar la economía.


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Ya no somos lo mismo: espacio público y pandemia https://arquine.com/ya-no-somos-lo-mismo-espacio-publico-y-pandemia/ Tue, 15 Feb 2022 16:00:24 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/ya-no-somos-lo-mismo-espacio-publico-y-pandemia/ El distanciamiento social al que obligó la pandemia más fuerte y prolongada que haya vivido la humanidad en épocas recientes, puso en tensión la noción y el uso del espacio público como lugar de encuentro, como plaza pública donde se dirime lo político, el derecho a la ciudad, donde se debate lo urbano y se teje la vida cultural y el sentido de pertenencia. 

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En colaboración con Revista Este País

 

La pandemia y la fractura del espacio

El distanciamiento social al que obligó la pandemia más fuerte y prolongada que haya vivido la humanidad en épocas recientes, puso en tensión la noción y el uso del espacio público como lugar de encuentro, como plaza pública donde se dirime lo político, el derecho a la ciudad, donde se debate lo urbano y se teje la vida cultural y el sentido de pertenencia.

Las relaciones entre el espacio privado y el público, el adentro y el afuera, se vieron radicalmente modificadas por la reclusión. El hogar se convirtió en escuela, lugar de convivencia, centro de trabajo, zona de descanso, lugar de entretenimiento, hospital o, desafortunadamente, espejo de una sociedad donde la violencia contra las mujeres, las personas mayores y los conflictos intergeneracionales se pusieron más que en evidencia. Nuevos aprendizajes tecnológicos se produjeron al convertirse la vida pública en un espacio virtual, a pesar de la brecha digital.

Condicionada por nuevos dispositivos físicos y biológicos que exigen los protocolos de seguridad sanitaria, la pandemia de Covid-19 está transformando la experiencia de la interacción social y cultural. Alteró el eje básico que ordena la cultura de cualquier grupo: la relación entre tiempo y espacio. En lo personal, dislocó la noción cultural de nuestra kinesfera, término con el que Rudolf Laban describió ese territorio inmediato donde se produce el movimiento corporal individual y a partir del cual ejercemos la interconexión con los demás. Ese espacio vital que puede ser tan estrecho o amplio como las propias posibilidades individuales de expansión corporal lo permitan, tuvo que ser normado, cambiando las maneras de contacto, de saludo, de implicación física con los demás, ante el riesgo de contagio. Los impactos psicosociales y culturales de estos desplazamientos apenas han empezado a ser analizados.

Los protocolos sanitarios en museos, teatros y centros culturales que han logrado abrir sus instalaciones, coloca a las ciudadanías ante nuevos rituales que inciden en los modos de ser y estar de la vida cultural. No bastan ahora los indicadores que antes se usaban para valorar los vínculos con públicos y comunidades: las normas para poder ejercer la vida cultural cambiaron y van a seguir en proceso de adaptación o revolución. No volverán a ser las mismas.

La transformación cultural es tan profunda que los rituales públicos con los que solíamos despedirnos de nuestros muertos han tenido que suspenderse o transformarse. El duelo y el dolor por la pérdida de nuestros seres queridos se han vivido en lo privado y bajo estrictas normas que jamás habríamos imaginado. La Covid-19 llegó para quedarse y para retarnos en muy diversos ámbitos de la biopolítica del cuerpo, de la ética global con la que asumimos la perspectiva del medio ambiente, el uso del espacio público para la vida cultural, retos sobre los que debemos reflexionar.

Espacio público y vida cultural

La vida cultural en el espacio público no se remite solamente a las prácticas artísticas que suceden en la calle, en las plazas, en los foros propiamente creados para ello, sino en todo sitio donde la colectividad puede no sólo recibir, sino crear experiencias enriquecedoras para construir comunidad, sentido de pertenencia, bien común, adquirir visibilidad y construir discursos desde la libertad de creación y expresión. La vida cultural ligada a lo público significa la posibilidad de construir narrativas, símbolos, gramáticas, maneras distintas de habitar la calle, los centros urbanos, los mercados, las infraestructuras públicas dedicadas al arte y la cultura, donde podemos confrontarnos con nuestra subjetividad y la de las comunidades con las que interactuamos.

Al principio de la pandemia, el espacio público abierto o cerrado se llenó de vacío y de nostalgia. Nunca como ahora se había vivido la imbricación tan contradictoria de dos derechos: el derecho a la salud y los derechos culturales. La naturaleza gregaria de la vida cultural de pronto se vio interrumpida. Se acabaron los conciertos masivos, los festivales, las ferias y exposiciones masivas, los jardines y las plazas se cerraron. Los ritos funerarios y hasta las peregrinaciones que a tantas personas convocan dejaron de llevarse a cabo ante el riesgo de contagio. Especialmente la música y el canto, la ópera, la danza y el teatro sufrieron pérdidas económicas que se siguen estimando.

Con diversas restricciones, los espacios públicos dedicados al arte y la cultura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura han ido abriendo sus puertas, con aforos controlados y protocolos estrictos. La presencia de una diversidad de públicos diferentes a los que solíamos tener se relaciona con la manera en que la tecnología logró expandir las fronteras convencionales del tipo de públicos familiarizados con las artes. Hoy el arte y la cultura también constituyen parte de la salud pública. Significan esperanza. Nada más emocionante que escuchar las voces del Coro de la Ópera de Bellas Artes cantando “México lindo y querido”, en momentos en que no sabíamos que perderíamos a uno de sus queridos integrantes. Para honrar su memoria y la de muchas y muchos más, para transitar por la conmoción colectiva, el único camino es seguir cantando. Seguir abriendo el telón y hacer música, que regrese la ópera.

Los museos del INBAL fueron los primeros en dar el paso, con protocolos elaborados y autorizados por la Secretaría de Cultura y de Salud. Más de 80 protocolos fueron compartidos con museos más pequeños y teatros independientes de los estados. Ha sido fundamental el compromiso y la solidaridad de muchos trabajadores de la cultura que saben que el arte en el espacio público nos ubica del lado de la humanización, de la esperanza. Los cambios que se están produciendo en su propia reconfiguración están en marcha. Los procesos interdisciplinarios y la gestión en red son vitales para salir adelante.

Durante este año y medio hemos aprendido mucho. La experiencia pandémica cotidiana ha transformado nuestro lenguaje y nuestros conocimientos en torno a nuestra propia salud; hemos aprendido a gestionar las cadenas de contagio. Llevamos un estricto monitoreo cotidiano, registro de riesgos, edades, tendencias; sabemos si alguien lamentablemente contagiado, tenía trabajo presencial o a distancia. Controlar el miedo con información y capacidad de respuesta oportuna, con afecto y respeto es fundamental. Dialogar con epidemiólogos del IMSS en cada etapa ha sido fundamental. Crear las medidas de protección para artistas, técnicos, personas dedicadas a la producción, la gestión, la mediación, curaduría, programación, difusión, administración y, por supuesto, audiencias es fundamental. Cada disciplina artística y cada espacio requiere algo diferente. Cada estado también suele tener sus particularidades.

Los centros culturales y los espacios abiertos tienen dinámicas distintas que es necesario documentar. Gran esfuerzo están haciendo, sobre todo, los espacios culturales independientes, que más allá de la forma de propiedad ejercen una función de espacio público. La prevención rigurosa, en el marco del avance del conocimiento de la pandemia que se produce al mismo tiempo que la aplicamos, nos reta. El sector cultural requiere atender la coyuntura con profundo sentido humanista. Se requiere responsabilidad individual y colectiva, empatía y solidaridad. Hasta hoy no existe una regla de tres, ni un algoritmo que dé certeza. Es necesario estar alertas y avanzar.

El reto de los próximos meses es ser capaces de descubrir las tendencias a partir de los procesos que hemos vivido y documentar las gestiones que hemos aprendido a hacer en los espacios públicos para garantizar el derecho a la salud y el derecho cultural de las ciudadanías. Si bien la apertura de los espacios culturales y artísticos ha respondido a la dinámica y a los lineamientos de los semáforos establecidos, la tendencia es a que como sociedad e instituciones —sean públicas o privadas— aprendamos a vivir los nuevos escenarios que hoy por hoy nos dicen que ya no somos lo mismo. Las grandes pandemias vividas por la humanidad han dejado consigo cambios que con el tiempo pasaron a formar parte de los nuevos modos de ser y estar.

El espacio abierto y la preeminencia de la aldea digital

Antes de la pandemia, hablábamos de la importancia de asumir el espacio público como espacio habitado y de la necesidad de impulsar en los ámbitos territoriales y urbanos medidas que contrarresten la fragmentación, la desigualdad y la inseguridad, la accesibilidad. El territorio es siempre una producción colectiva en la que inciden de manera decisiva las políticas públicas urbanas, pero también las prácticas, los conocimientos y las memorias históricas vigentes; los conocimientos y las experiencias construidas por las ciudadanías; la presencia de colectividades y experiencias comunitaristas; las expresiones estéticas, arquitectónicas y políticas que dan forma y sentido al espacio público, íntimamente vinculados a factores medio ambientales y productivos.

Las calles tienen género y no siempre son inclusivas. Los riesgos para las mujeres, antes y durante la pandemia, son mayores que los que viven otras subjetividades. Las limitaciones de la accesibilidad universal agregan retos adicionales a las personas que viven con discapacidad. No podemos dejar que la agenda de la cultura para la igualdad y la inclusión se debilite a cuenta de la pandemia, al introducir las medidas sanitarias pertinentes.

Si antes la calle era el espacio del encuentro y la convivencia, de la discrepancia y el diálogo, de expresión social, cultural y política, las aglomeraciones se convirtieron en un riesgo. Incluso así, prácticamente desde el inicio de la pandemia, aunque con intermitencia, el espacio público abierto, la calle, las plazas, los balcones, las azoteas, los patios, las explanadas y plazas se volvieron espacio de esperanza. El espacio público se convirtió en espacio de resiliencia. Conmovedoras escenas se han visto brotar en artistas de las artes escénicas de todo el mundo: encontraron pequeños o grandes resquicios para la música, la poesía, la danza, siempre en un canto de esperanza, de amor, de ternura. Los espacios públicos se han utilizado de manera alternativa.

La propia campaña de vacunación que han impulsado el Gobierno Federal y el Gobierno de la Ciudad de México, así como los gobiernos estatales, se realiza en espacios públicos porque ofrece mayores márgenes de seguridad sanitaria.

El espacio público se ha ido poblando nuevamente, con y sin permiso, en una dimensión territorial. Barrios conscientes del valor del espacio público han salido a las calles a realizar acciones simbólicas o culturales tomando todas las precauciones para evitar el contagio, sumando energías para salir adelante o para hacer una toma de postura, un ejercicio de memoria o un espacio de colaboración ciudadana. En la actual etapa de la pandemia los espacios abiertos que disponen de alguna infraestructura o la posibilidad de instalarla de manera temporal se volvieron algo preciado. En este momento en que México realiza conmemoraciones de diversos tipos, éstas se han realizado mayoritariamente en espacios públicos.

Estas experiencias se enlazan con la aldea digital que rompió fronteras de todo tipo, dado que durante el encierro la única ventana al mundo fueron las redes digitales, los teléfonos inteligentes, en los cuales se desarrollaron nuevas habilidades de uso y apropiación. El espacio virtual —convertido en aldea pública, laboratorio de experiencia, espacio escénico, ruta de recorridos museísticos, lugar de resistencia o de conversación— adoptó diversas formas posibles de creación, difusión y colaboración, de interpelación. Los discursos y los modos de la educación también han tenido que transformarse al tener que migrar hacia la virtualidad. Ese es todo un campo en el que tenemos mucho que sintetizar, mejorar y aprovechar.

La gestión híbrida de la vida cultural en el espacio público presencial y en la aldea digital, necesita la socialización de las herramientas tecnológicas que siguen en uso intensivo, porque ese camino se abrió para ensancharse; aun cuando la desigualdad tecnológica no se resuelva de manera inmediata. No hay duda de que los aprendizajes tecnológicos y la adaptación de sus posibilidades a las formas actuales de gestión cultural serán parte de las nuevas habilidades que requiere el gestor cultural. La capacidad de gestionar en el marco de la incertidumbre es una cualidad necesaria de desarrollar en el sector cultural, bajo las actuales perspectivas.

Es un hecho que el avance de la vacunación ha invertido la demografía de quienes se han visto afectados por el contagio. Hoy en día, es la población joven y las infancias quienes resienten el contagio, dado que la vacunación comenzó por los mayores. Las instituciones culturales y artísticas hemos de atender desde el afecto y la empatía a nuestras juventudes e infancias como sector prioritario, junto con el de las mujeres. Cada sector en cada lugar necesita algo diferente; escuchar y observar son las dos claves para ser pertinentes.

Espacio público y pandemia, un reto de urbanismo y civilidad

La crisis de Covid-19 ha puesto al descubierto las desigualdades en el espacio público, relacionadas con la distribución de las áreas verdes, la infraestructura cultural, la disposición y la inseguridad de las calles, la calidad del transporte público, la accesibilidad, el diseño, la gestión y el mantenimiento de los espacios, la conectividad y distribución equitativa en una ciudad, igualmente en los esquemas de participación social y cultural necesarios para darles vida, aun bajo las circunstancias de la pandemia.

La creación de la nueva arquitectura de ciudad, el diseño del espacio público e incluso las nuevas infraestructuras que se creen en el futuro no podrán ser las mismas. Tendrán que considerar las disposiciones sanitarias y las nuevas normas que a raíz de éstas se establezcan para dar ciertas garantías de salud y de convivencia; nuevos paradigmas de carácter medioambiental tendrán que ponerse en marcha, si queremos que las ciudades y la humanidad sinteticen estos aprendizajes.

Un reto para urbanistas y para quienes dictan las normas del uso del espacio público, es considerar las nuevas espacialidades e infraestructuras que reclama la prevención sanitaria, considerando la expresión cultural y artística como un derecho y un factor de salud pública.

En el futuro, necesitamos crear una agenda política compartida que reúna la planificación urbana, el desarrollo comunitarista, la arquitectura, la construcción y los ambientes ecológicos, los lugares propicios para la creación y las prácticas artísticas y culturales, la cultura alimentaria, el empleo y la salud pública, para las juventudes y las infancias, para las personas mayores, para quienes viven con discapacidad. Por eso, se celebra que las instituciones públicas de diferentes sectores y ámbitos, así como las organizaciones culturales compartan sus estrategias.
Escribo esto en un momento en que se reconoce ya la presencia de la nueva ola de contagios, en medio de una crisis de salud y pérdidas por Covid-19 en mi entorno cercano. Seguir adelante en memoria de quienes se han ido es un compromiso. Ellos lo habrían hecho por nosotros. La huella cultural que dejará la pandemia también está marcada por la ética pública y ciudadana. Parte de nuestro oxígeno es el arte y la cultura

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La gran vida en los espacios interiores https://arquine.com/la-gran-vida-en-los-espacios-interiores/ Mon, 12 Apr 2021 14:19:21 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-gran-vida-en-los-espacios-interiores/ Cumplimos un año de vivir en el interior de nuestros espacios. Como antítesis al famoso mito de la caverna de Platón, esto nos ha llevado a descubrir mucho de lo hay adentro como parte de nuestra misma salud e higiene. Ya habrá momento para salir, pero por ahora hay mucho qué descubrir de nuestros espacios interiores.

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Hace un año fue el inicio de un encierro casi total para todos los habitantes de las grandes ciudades. Cuando llego el invierno, la vida en los interiores fue brutal y claustrofóbica en algunos casos. Famosos arquitectos —entre muchos otros profesionistas— argumentaban que esto generaría graves problemas en la salud de las personas. Casi todos pensamos que seria algo de unos meses, pero al paso de los días, la gran mayoría de los seres humanos tuvimos que redescubrir y aprender a habitar los interiores de nuestros edificios y casas. Según la bióloga estadounidense, Emily Anthes, los seres humanos modernos pasan casi el 90% de su tiempo en espacios interiores, incluso desde antes de la pandemia.

En su libro “The Great Indoors: The Surprising Science of How Buildings Shape Our Behavior, Health, and Happiness”,[1]Emily Anthes nos revela algunos rasgos claves para este redescubrimiento de la vida en los espacios interiores: “estos espacios son un verdadero laboratorio de ecosistemas microbióticos que nos afectan y definen como vivimos”. Y continua: “un ecologista generalmente quiere ir a exteriores exóticos como el Amazonas para descubrir algo y pocas veces pensamos que en nuestros espacios interiores también existen complejos ecosistemas de bacterias y microbios que conviven con nostros”.

El valorizar la ventilación natural ha generado un sinfín de nuevas propuestas para reinventar aquella domesticidad, como lo explicó Beatriz Colomina hace más de dos décadas. En esta ocasión, toca un nervio pocas veces explorado de forma consciente, por los arquitectos: las consecuencias en la higiene que tienen nuestros espacios interiores. Según Anthes, en promedio un espacio interior alberga poco mas de 2000 especies de bacterias y microbios. La gran mayoria viene de los seres humanos que habitan estos espacios. La misma Anthes explica que la mayoria de todas estas bacterias no son de gran cuidado y la exposicion a estos microbios nos ayuda y hace mas resistente nuestro sistema inmune.

La pandemia ha acelerado el reconocimiento de lo critico que es la ventilacion natural en espacios cerrados y por ende, ha empujado a innovaciones en las tipologias de departamentos principalmente como lo demuestran los diseños de Cierto Estudio, que rompen la configuración básica de un departamento para proponer una nueva distribución interior. El planteamiento —muy europeo—  se fundamenta en el uso de los espacios domesticos primarios —como la cocina y la directa relación de esta con los sistemas de ventilación y luz natural— para proponer un nuevo esquema general para la vivienda en edificios.

Parámetros como la ventilación e iluminación natural han sido claves en el diseño arquitectónico por más de un siglo. Desde aquella insistencia con que Florence Nghtindale propuso una transformación del hospital victoriano abriendo los espacios para el paso de luz natural y el aire fresco. Estamos viviendo el ultimo redescubrimiento de lo mismo que ella propuso en los hospitales.

Cumplimos un año de vivir en el interior de nuestros espacios. Como antítesis al famoso mito de la caverna de Platón, esto nos ha llevado a descubrir mucho de lo hay adentro como parte de nuestra misma salud e higiene. Ya habrá momento para salir, pero por ahora hay mucho qué descubrir de nuestros espacios interiores.


Notas:

1. The Great Indoors: The Surprising Science of How Buildings Shape Our Behavior, Health, and Happiness; Anthes, E.; Scientific American Press; 2020. 

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Proyecciones de guerrilla en tiempos de COVID-19 https://arquine.com/obra/proyecciones-de-guerrilla-en-tiempos-de-covid-19/ Wed, 08 Apr 2020 13:00:12 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/proyecciones-de-guerrilla-en-tiempos-de-covid-19/ La proyección tenía cinco pisos de ancho en un rascacielos a cientos de pies en el aire, en la calle 31, no lejos del Empire State Building. El texto completo comenzó como una lista de "Formas de ayudar" para cualquiera que estuviera mirando desde apartamentos cercanos, con recordatorios como "Lávese las manos" y "No se toque la cara", pero rápidamente pasó a una lista de demandas de mayor alcance.

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The Illuminator, un colectivo artístico y activista, organizó una proyección pública a gran escala en Manhattan el sábado por la noche, 28 de marzo, a las 8:00 p.m. para hacer varias demandas al gobierno local, estatal y federal durante esta crisis pandémica de COVID-19. La protesta se realizó tomando en cuenta las pautas de distanciamiento social, y la proyección se transmitió por la ventana de un apartamento.

Hasta el viernes por la tarde, los CDC informaron 85,356 casos totales y 1,246 muertes totales en los Estados Unidos. Para el domingo, ese número superaba los 142,000 casos y 2,500 muertes. Casi la mitad de los casos del país están en el estado de Nueva York, y más de 1,000 ya han muerto en Nueva York. Según la mayoría de las estimaciones, Nueva York necesitará 30,000 ventiladores para pacientes críticos con COVID-19 en un par de semanas. Los funcionarios locales han estado pidiendo a los federales que utilicen la Ley de Producción de Defensa para garantizar que todos los estados tengan el equipo y los suministros que necesitan para mantener con vida a las personas. A medida que se acercaba el 1 de abril, The Illuminator se unió a muchas organizaciones y funcionarios electos que exigían una moratoria sobre alquileres, hipotecas, servicios públicos, préstamos, ejecuciones hipotecarias y desalojos.

La proyección tenía cinco pisos de ancho en un rascacielos a cientos de pies en el aire, en la calle 31, no lejos del Empire State Building. El texto completo comenzó como una lista de “Formas de ayudar” para cualquiera que estuviera mirando desde apartamentos cercanos, con recordatorios como “Lávese las manos” y “No se toque la cara”, pero rápidamente pasó a una lista de demandas de mayor alcance. Entre ellas: cancelar el alquiler, atención gratuita para COVID, atención médica para todos, poner fin a la fianza y DC: más ayuda para Nueva York.

“Estas no son demandas radicales. Estas son solicitudes de necesidades básicas, necesidades que deben satisfacerse si queremos sobrevivir no solo a este brote actual, sino a las consecuencias que pronto vendrán después. El sistema en el que hemos estado operando ha exacerbado la gravedad de esta crisis, y no podemos volver a los negocios como de costumbre “, declaró Emily Andersen, miembro del colectivo Illuminator. ” Los negocios como siempre nos están matando. Está matando a nuestros amigos, está matando a nuestras familias y está matando nuestro futuro. Necesitamos cambio Necesitamos ayuda federal ahora: ayuda con suministros médicos, pruebas, alquiler y alivio de la deuda ”.

“Tenemos que avanzar más rápido e ir más allá. El gobierno necesita garantizar cupones de alimentos y licencia por enfermedad pagada para todos. Nueva York necesita proporcionar viviendas de emergencia a las personas en la calle. Necesitamos proteger a los más vulnerables en nuestra sociedad ahora. Sin condiciones “, dice Rachel Brown, otra miembro de The Illuminator. “Además, nuestro gobierno necesita cesar sus sanciones en todo el mundo, especialmente en Irán. Estas sanciones están acelerando la propagación del virus a través de la escasez de medicamentos y equipos “.


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Vidas en línea https://arquine.com/nuestras-vidas-en-linea/ Mon, 23 Mar 2020 08:00:53 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/nuestras-vidas-en-linea/ Cuando el coronavirus finalmente sea erradicado probablemente será recordado por su alto nivel de contagio así como por los estragos económicos que haya dejado a su paso por el mundo, pero seguramente también pasará a la historia como el momento de la consolidación de las redes sociales como un fenómeno de transformación social. 

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Del Coronavirus sabemos que es mas peligroso por su nivel de contagio que por su tasa de mortalidad, y que lo mejor que podemos hacer es aplanar la famosa curva de infectados y evitar el colapso del sistema sanitario, de manera que se puedan tratar poco a poco a todos los contagiados. Ante este panorama una de las principales recomendaciones a nivel mundial ha sido el distanciamiento social. 

Durante las últimas semanas, diversos países del mundo han tomado medidas que van desde el cierre de fronteras hasta el aislamiento obligatorio, en un intento por mitigar la propagación de SARS-Cov-2. La lucha contra el virus tiene ahora un doble propósito: por un lado limitar el número de personas contagiadas al quedarnos en casa y, por otro, combatir los efectos que supone el confinamiento para el ser humano.

Mientras los científicos se apresuran en entender cómo funciona el coronavirus, varios investigadores han entendido, desde hace mucho tiempo ya, el alto costo que supone el aislamiento social y la soledad en la salud del ser humano.

Connecting people around the world is the most important thing”, había dicho el fundador de Facebook, Marc Zuckerberg, y otros empresarios que han venido incursionando en el mercado de la tecnología, las aplicaciones y las redes sociales. Pero es posible que hasta el 2020 no hubiéramos vivido una necesidad tan grande de conectar a la gente alrededor del mundo y una oportunidad igualmente grande para transformar la sociedad.

Estudiar, trabajar, ir al museo o a un concierto, compartir con tus amigos, familiares o vecinos, ir de compras, de copas, ejercitarse, meditar, son actividades cotidianas que algunos dábamos por sentadas y que de momento no suceden en escuelas, museos, anfiteatros, plazas comerciales, discotecas, gimnasios o capillas, sino que han sido teletransportadas al mundo virtual, donde estaremos a salvo de ser contagiados.

Son tantas las personas que se han mudado al mundo virtual durante la pandemia del coronavirus, que cabe preguntarse si el internet, como hoy lo conocemos, será capaz de sustentar el mas grande cambio en el comportamiento de masas que naciones como Estados Unidos haya experimentado hasta hoy.[1]

Mientras tanto, Zoom, Microsoft y Google tratan de arreglárselas para acomodar la creciente demanda de usuarios que ahora hacen homeoffice, teletrabajo o trabajo remoto facilitando al mismo tiempo su software de manera gratuita. En China, Microsoft’s Team, ha tenido, de acuerdo a uno de sus portavoces, un aumento del 500% en reuniones, llamadas y videoconferencias desde finales de enero. Zoom ha aumentado el tiempo limite de sus videollamadas en su version gratuita porque “realmente quieren hacer lo correcto, y la oportunidad de tener a mas personas expuestas a Zoom puede traer beneficios en el futuro”.[2] La popularidad de crecimiento de estas aplicaciones es incluso evidente en la data de descargas, que cerró esta semana con Zoom como la app más descargada en Estados Unidos, y Hangouts Meet de Google y Slack en número diez y once respectivamente.

Otros que sufren de sobrepoblación virtual son las aplicaciones de delivery de víveres, alimentos y productos de higiene. Las plataformas de compra en línea de Walmart, Target y Amazon, que en Estados Unidos incluye Amazon Fresh y Wholefoods, han alcanzado nuevos records de descargas diarias y demanda durante la crisis sanitaria. Algunas de estas aplicaciones promueven el método de repartición sin contacto, medida también popular entre las aplicaciones de entrega de comida preparada, como Rappi o Uber Eats en Latinoamérica. 

Para combatir la soledad, FaceTime, Skype, o una videollamada de WhatsApp con tus seres queridos hará las veces. Pasar tiempo “juntos” por videollamada difícilmente será tan satisfactorio como estar verdaderamente juntos, pero es más seguro y mejor que nada. Los franceses, por ejemplo, han llevado la socialización virtual a otro nivel con sus Skypéro o Coronapéro, el arte de ir de fiesta quedándote en casa. Tal como sucede en las fiestas de la vida real, entre personas que se conocen bien y un par de desconocidos hacen una videollamada por Skype, Zoom o Messenger, un verre à la main. En España, Portugal e Italia el app HouseParty se ha convertido en la aplicación más descargada para iOS y la quinta en Andorid. Esta aplicación ofrece el mismo servicio —chat, videollamadas— que otras pero con un plus de minijuegos para compartir con los usuarios en tiempo real. Para un mood de Quarantine and chill, Google Chrome propone una extensión llamada Netflix Party que permite a los usuarios de Netflix ver películas en grupo y comentarlas en tiempo real.

Nadie quiere estar solo y sin embargo estamos todos confinados en nuestras casas. Tanto tememos a la soledad que se han registrado creaciones de grupos de Facebook entre vecinos en comunidades francesas donde típicamente se ignoraban unos a otros.[3] En España celebran los cumpleaños de sus vecinos cantando desde los balcones. A las 20:00 sin falta ciudades enteras se congregan desde sus balcones para aplaudir todos juntos como muestra de agradecimiento a los integrantes del sistema sanitario que se exponen cada día para salvar vidas. En Italia Andrea Bocelli ofrece un concierto gratuito vía streaming por sus redes sociales para “acompañar y entretener” bajo la consigna #IoRestoACasa. Artistas como Chris Martin, Neil Young, Keith Urban, Pink, y Ben Gibbard de Death Cab for Cutie y the Postal Service se han unido a una serie de conciertos Together at Home a través de sus redes sociales, para no perder el contacto con sus fans en cuarentena. Museos como el Metropolitan Museum of Art, el Musée d’Orsay, el Museum of Modern Art (MoMA), la National Gallery en Washington, D.C., el Tate y al Art Institute of Chicago han hecho disponibles sus galerías online para que puedan visitarse desde cualquier parte del mundo.[4] Así mismo, el último acto en vivo de la orquesta en la Sinfónica de Vancouver,el 15 de marzo, se transmitió en vivo y sigue disponible online. La Filarmónica de Berlín, la Royal Opera House en Londres, la Metropolitan Opera en Nueva York e incluso algunos shows de Broadway se han unido a esta iniciativa de democratización de contenido cultural. 

Desde casa y través de las redes sociales cada quien comparte sus conocimientos de panadería, acuarelas, idiomas, fitness, meditación, mindfulness en un intento por mantener la salud mental en tiempos de aislamiento, y por ser mejores el día de mañana. Cuando el coronavirus finalmente sea erradicado probablemente será recordado por su alto nivel de contagio así como por los estragos económicos que haya dejado a su paso por el mundo, pero seguramente también pasará a la historia como el momento de la consolidación de las redes sociales como un fenómeno de transformación social.

¿Se adaptarán nuestras ciudades a estos cambios en el futuro inmediato?


Notas

1.Davey Alba y Cecilia Kang. “So We’re Working From Home. Can the Internet Handle It?”. New York Times (2020), https://www.nytimes.com/2020/03/16/technology/coronavirus-working-from-home-internet.html

2. Rani Molla “Microsoft, Google, and Zoom are trying to keep up with demand for their now free work-from-home software”. Vox, (2020), https://www.vox.com/recode/2020/3/11/21173449/microsoft-google-zoom-slack-increased-demand-free-work-from-home-software

3. Michelle Gilbert, Directora de Comunicaciones de Facebook para el sur de Europa.

4. Visita la sección de Arte y Cultura de Google para una guía fácil de todos los museos https://artsandculture.google.com/partner

El cargo Vidas en línea apareció primero en Arquine.

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