Resultados de búsqueda para la etiqueta [Construir mundos ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Thu, 25 Jan 2024 02:38:36 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Rediseñarlo todo https://arquine.com/redisenarlo-todo/ Tue, 23 Jan 2024 18:08:02 +0000 https://arquine.com/?p=87079 What Design Can Do lanzó la convocatoria para un concurso cuyo título y ambición es Rediseñarlo todo. Entre optimista e ingenua, esa intención ha acompañado a diseñadores y arquitectos quizá desde siempre. Como a Bruce Mau, cuya exposición y libro Massive Change cumplen 20 años.

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Llamado a todos los agentes de cambio: ¡bienvenido al reto de rediseñarlo todo!
Con este concurso global de diseño, buscamos soluciones creativas para abordar la crisis climática e impulsar la transición hacia un futuro justo y circular. Se invita a los agentes de cambio de todo el mundo a presentar ideas para rediseñar radicalmente el mundo en el que vivimos (nuestros productos, materiales, historias, sistemas, servicios y espacios) a través de una lente circular y regenerativa.

Si parece que estamos pidiendo rediseñar absolutamente todo, es porque lo estamos haciendo. Con tanto en juego, nada menos servirá. ¿Puede su innovación impulsar este cambio?

Así se anuncia la convocatoria para el concurso que este año convoca What Design Can Do (WDCD) en colaboración con otras organizaciones. Fundada y dirigida por Richard van der Laken, en su propio sitio de internet WDCD se presenta como “una organización internacional que busca acelerar la transición hacia una sociedad sostenible, equitativa y justa, utilizando el poder del diseño”. La convocatoria explica:

Hoy en día, los signos del colapso climático están por todas partes. La cruda realidad de haber sufrido el año más caluroso registrado sirve como una llamada de atención, a medida que los fenómenos meteorológicos extremos, el aumento del nivel del mar y las alteraciones de los ecosistemas se vuelven más pronunciados. Las consecuencias adversas no se limitan a futuros lejanos: millones de personas ya están lidiando con los efectos inmediatos y tangibles del cambio climático, desde olas de calor extremas hasta desastres naturales devastadores. Sin embargo, los expertos dicen que todavía tenemos tiempo para actuar, una ventana de oportunidad crítica en la que debemos reducir las emisiones de carbono para evitar los peores escenarios que se vislumbran en el horizonte.

Muchos afirman que la arquitectura y otras disciplinas de diseño tienen forzosamente que abordar la realidad del mundo con optimismo. Si su objetivo es “cambiar las cosas” y “mejorarlas”, sería poco provechoso intentar hacerlo asumiendo de entrada que es una tarea imposible. Y quizá eso se pueda pensar de un zapato deportivo, un teléfono móvil, un edificio de oficinas y la ciudad entera donde este último se encuentra e, incluso, viendo hasta donde llega el horizonte, la región completa que circunda a dicha ciudad. Pero, ¿el mundo, todo entero?

Habría que poner en duda el llamar a dicha intención utópica, que el inventor del término y la idea tuvo a bien contenerse y confinarse a una isla. ¿El mundo? Sí, todo. A fin de cuentas es una ambición justa, necesaria, pues, como lo dice la convocatoria: los signos del colapso climático están por todas partes. Y acotar el colapso inminente sólo a lo climático ya resulta, quizá, optimista. Lo económico, lo social, lo político, todo: presenciamos hoy una fractura que se anuncia catastrófica en los valores mismos de la sociedad occidental —o de una docena y media de estados que impusieron, sin esperar consenso, dichos valores tanto políticos como éticos, sin que tampoco se hayan esforzado demasiado por respetarlos, especialmente en aquellas regiones donde los impusieron—. Hay que construir al menos la idea de un futuro posible ante ese colapso inminente.

Y, sin embargo, incluso si aceptamos que todo, absolutamente todo lo que fabrica, ensambla, construye, arma, o prepara el ser humano está, en cierto sentido, diseñado,  ¿se puede cambiar al mundo sólo con diseño?

En 2004, hace justo 20 años, el diseñador canadiense Bruce Mau y el Institute without Boundaries presentaron una exposición y un libro grueso y bien diseñado —obviamente— con el título Massive Change. En las primeras páginas se lee:

Para la mayoría de nosotros, el diseño es invisible. Hasta que falla.

De hecho, la ambición secreta del diseño es hacerse invisible, ser tomado por la cultura, absorbido en el fondo. El más alto grado de éxito para el diseño es conseguir la ubicuidad, volverse banal.

 

Al final de esas páginas, en las que Massive Change se presentaba como “un ambicioso proyecto que humildemente intenta cartografiar la pasmosa complejidad de nuestro mundo cada vez más interconectado (y diseñado)”, se lee:

Massive Change no se trata del mundo del sueño, sino del diseño del mundo.

Hoy, a 20 años de su publicación, y ante la convocatoria de WDCD para un concurso que busca “rediseñarlo todo”, resulta interesante recorrer las páginas de Massive Change y algunas de las apuestas que hicieron Mau y el equipo de expertos que sirvieron como consultores: desde el Segway, como respuesta a una forma de movilidad limpia e individualizada —un vehículo que hoy parece condenado a usarse sólo  para recorridos turísticos en grupos de personas con poco o ningún miedo al ridículo—, hasta un pollo desplumado genéticamente en vida, pasando por redes globales, nuevos materiales, la erradicación de la pobreza y la abolición —exagero— del copyright, entre otras ideas.

 

Por supuesto, no es culpa de Mau y sus asesores que el cambio masivo no se haya dado o, más bien, que se haya dado de manera contraria y, sin duda, menos buena, incluso perversa. Sí, el diseño no se ve, pero ahí está, actúa. En las imágenes que nos distraen cada día, haciendo llevadera la evidente decadencia y quiebra de lo que se supone debe importarnos: por cada guerra, dos perritos; por cada hambruna, tres atardeceres; por cada injusticia, cinco jóvenes hermosas o hermosos bailarán para nosotros, sólo para tus ojos. La inteligencia artificial, o como quieran llamarle, ya dejó sueltos a los algoritmos que saben qué es lo que más te gusta y cómo hacerte sentir bien, tras detenerte demasiado tiempo en la noticia de que parte del dispositivo en el que estás leyendo está fabricado con materiales obtenidos mediante el trabajo, forzoso y mal pagado, de menores de edad. Vengan dos atardeceres más, un perrito y un bailarín. Listo. Sonríe. El mundo no está tan mal. Todos somos felices. O, si no todos, tú lo eres. Quizá no siempre, pero, por ahora, eres feliz.

Eso, tan simple, tan embebido en nuestra cultura, tan absorbido por nuestro comportamiento, eso es lo que el diseño puede hacer. Y ya cambió al mundo.

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Liam Young: construir mundos https://arquine.com/liam-young-construir-mundos/ Mon, 31 Jul 2023 15:33:41 +0000 https://arquine.com/?p=81216 Liam Young construye mundos virtuales y cuenta historias sobre las condiciones urbanas globales del futuro y sus implicaciones arquitectónicas. Arquitecto especulativo, escritor y artista digital, utiliza la narrativa cinematográfica para explorar el impacto del cambio climático, el crecimiento de la población, la desigualdad extrema y el colapso económico, desde donde expone proyecciones futuras.

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Liam Young construye mundos virtuales y cuenta historias sobre las condiciones urbanas globales del futuro y sus implicaciones arquitectónicas. Este arquitecto especulativo, escritor y artista digital (Brisbane, Australia, 1979) utiliza la narrativa cinematográfica y la tecnología para explorar el impacto del cambio climático, el crecimiento de la población, la desigualdad extrema y el colapso económico, desde donde crea proyecciones futuras. Las implicaciones de las nuevas tecnologías son el punto de partida para proyectar mundos imaginarios y visiones alternativas de los futuros de la humanidad, las ciudades y el planeta, que acaba prototipando. 

Liam Young imparte clases en la escuela de arquitectura SCI-ARC, dirige un think tank (Tomorrow’s Thoughts Today) y el estudio de investigación Unknown Fields, y como arquitecto especulativo que es, no quiere perder tiempo diseñando edificios para construir. Sus mundos imaginarios nos abren miradas a futuros distópicos para conocerlos y estar preparados, así como qué tecnologías queremos usar y cuáles deberíamos dejar a un lado. Young propone arquitecturas que son extensiones de las actuales. Son extrapolaciones. Para Young, máquinas y personas son una misma cosa, un mismo sistema híbrido. Las máquinas son extensiones de los cuerpos y la tecnología sólo puede ser neutral en un nuevo medio donde todo esté conectado. Sus propuestas visuales son enigmáticas, atmosféricas, sensoriales. La niebla, la lluvia y la ingravidez son cómplices de su narrativa, tan cercana a esa visión apocalíptica que empezamos a vislumbrar en Blade Runner.

La exposición Construir mundos en Ex Teresa Arte Actual muestra seis historias, seis ficciones cinematográficas, donde se atisban posibles implicaciones urbanas y planetarias en la intersección entre tecnología, cultura y ciencia ficción. En Robot Skies, nos muestra la periferia anodina de Londres la ciudad más videovigilada del mundo actualmente donde dos adolescentes están en arresto domiciliario en sus respectivos departamentos, vigilados por drones, quienes encuentran cómo hackearlos para usarlos de mensajeros, en su romántica relación ciberepistolar. Young imagina un futuro próximo en el que los drones conformarán una infraestructura urbana inteligente que, como el metro décadas atrás, pasa a ser grafiteado y hackeado. Se trata de la primera película rodada en su totalidad con drones autónomos programados para imitar los comportamientos y reglas del cine.

En New City, Young construye ciudades a base de collage, de retazos de otras que ya existen en China, para crear nuevos mundos imaginarios. Where the City Can´t See es la primera película de ficción grabada íntegramente con escáneres láser y pone a prueba la seguridad cibernética y parte de que los sistemas de control urbano son imperfectos. Se trata de una tecnología que ya utilizan algunos coches para identificar obstáculos y permite una medición precisa de las distancias y que servirá para facilitar la conducción de coches sin chofer. Pero siempre existen lagunas, sombras, lugares donde ocultarse de los sistemas de control. En esta pieza, Liam Young propone espacios de encuentro camuflados desde la propia ropa que genera reflejos: sudaderas, gorras y capas a modo de camuflaje que hacen indetectable la presencia de sus portadores y así los jóvenes se pueden concentrar en lugares abandonados para bailar y hacer lo que les dé la gana. Desde esta visión distópica de un futuro cada vez más próximo, la moda podría no decidirse en los desfiles de París o Milán de acuerdo a las temporadas y estaciones del año, sino desde tecnologías y materiales con nuevas propiedades; por ejemplo, tejidos que generen reflejos y brechas a la videovigilancia.

The Great Endeavour es una máquina que secuestra el carbono que se ha expandido por el planeta, para procesarlo, compactarlo y enterrarlo. El proceso inverso de lo realizado desde la Revolución Industrial. Esta pieza, que también está en el Arsenale de la Bienal de Arquitectura de Venecia de este año, parte de que, ante la incapacidad para reaccionar a tiempo al cambio climático, el problema de la contaminación de hidrocarburos llega a ser insostenible y unas construcciones gigantes por todo el planeta, en tierra y en los océanos, se dedican a secuestrar, absorber, recoger, concentrar y, finalmente, enterrarla de nuevo en las profundidades de donde nunca debió haber salido. Para Young, un proyecto de esta índole podría ser el reto y la obra más grande de la humanidad. Planet City se trata de otra interesante especulación, donde toda la población terrestre se concentraría en una sola metrópolis hiperdensa. Una ciudad para 10,000 millones de personas que ocuparía sólo el 0.02% de la Tierra, liberando el resto para la regeneración del planeta y, de esta forma, mitigar el cambio climático. “Planet City“, apunta Young, “está construida por completo a partir de tecnologías sostenibles que ya están aquí, pero que simplemente carecen de la inversión o la voluntad política para implementarse a gran escala. En buena medida, todos los sistemas necesarios para mitigar los efectos del cambio climático o incluso revertirlo ya existen.” The Emissary es el testamento de la humanidad. Se trata de una pieza audiovisual que explora los satélites y sondas espaciales como extensiones de los seres humanos, para llevar un mensaje de la humanidad al exterior. En 1977 se envió un mensaje en las naves Voyager para comunicarse y contactar con vida inteligente fuera del planeta Tierra. Décadas después el Emisario cargaría la información necesaria para compartir con otros entes lo que llegó a ser la humanidad. 

Detrás de un aparente fatalismo apocalíptico, y una narrativa sostenida y poética, Young no sólo delata problemáticas exacerbando sus resultados en un futuro próximo, sino que casi siempre deja una brecha de esperanza: una historia de amor dentro de un contexto adverso, un encuentro sideral o un rave encubierto en la periferia de Detroit son anhelos de futuro ante distopías a escala planetaria. Young utiliza las ciudades contemporáneas, exponenciando la hiperdensidad y los potenciales tecnológicos actuales, para crear obras que cuestionan y exploran los posibles escenarios futuros y analizan cómo las tecnologías pueden afectar  nuestra forma de vivir. Sus mundos imaginarios se han convertido no sólo en imágenes icónicas y visionarias, sino en urgentes llamadas de atención. La exposición Construir mundos de Liam Young está en el Ex Teresa Arte Actual hasta el 15 de octubre y será parte del programa de actividades del Festival MEXTRÓPOLI.

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