Resultados de búsqueda para la etiqueta [concursos de arquitectura ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:33:27 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 La arquitectura de la 4T https://arquine.com/la-arquitectura-de-la-4t/ Thu, 17 Dec 2020 06:59:02 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-arquitectura-de-la-4t/ La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano se ha puesto al centro y frente de la estrategia que el gobierno de la 4T tiene en el territorio, con 739 proyectos en 35 ciudades. El reto para la Sedatu será ampliar la oportunidad para que jóvenes puedan concursar y ser partícipes y actores de estos cambios.

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Las intenciones detrás de los gobiernos son evidentes poniendo atención en la arquitectura que realizan. En La Arquitectura del Poder, Deyan Sudjic ilustra cómo la arquitectura ha sido históricamente un vehículo para comunicar una idea o ideología. México no es la excepción, a lo largo de su historia se ha visto como la arquitectura ha sido parte fundamental para comunicar el mensaje gubernamental. Las épocas que han transformado la vida pública, han estado acompañadas de una muy particular arquitectura, teniendo un impacto en la manera de hacer política y de transgredir el espacio. El nuevo gobierno se autodefine como la cuarta transformación (4T) del país. La 1T sería la Independencia de España, la 2T vendría con la Reforma, periodo donde se brindó orden constitucional a la nueva República, y la 3T es representada por la Revolución de 1910.

 

Hospital La Raza, diseñado por Enrique Yáñez, en exposición con el presidente Manuel Ávila Camacho. Fuente: http://www.imss.gob.mx/sites/all/statics/75aniv/IMSS75-book.pdf

 

Haciendo el ejercicio de ver el uso de la arquitectura con fines ideológicos en las épocas definitorias de la historia nacional, se podría ver que desde antes de la Independencia, la arquitectura de la conquista sirvió para extender la red de conversión al catolicismo, primero con la destrucción de los templos precolombinos y posterior construcción de conventos con sus capillas abiertas para conversión en masa de la población indígena. En la en la 1T y la 2T, la Independencia y la Reforma, la arquitectura gubernamental tuvo como objetivo crear símbolos republicanos, basados en los valores democráticos de las culturas grecorromanas encarnados por el estilo neoclásico. La 3T trajo consigo, después de una breve búsqueda identitaria, la realización de arquitectura moderna para pagar con infraestructura la enorme deuda a las poblaciones más castigadas y que impulsaron la Revolución Mexicana: hospitales innovadores con representantes como Enrique Yañez, Obregón Santacilia, o los hermanos Landa Verdugo, modelos educativos de la mano de O’Gorman, o los famosos multifamiliares de Mario Pani, además de la mundialmente famosa integración plástica que aglutinó artistas y arquitectos en un proyecto en común de comunicación social. Ahora, la pregunta sería: ¿cuál es la arquitectura de la 4T? En este texto propongo que  la respuesta está en la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), dirigida por el arquitecto Román Meyer Falcón. 

Espacio público, Tijuana. Fuente: https://www.facebook.com/SEDATU.Mexico/photos/pcb.1767274583450685/1767274363450707/

La que en 2015 fue llamada la marginal Sedatu por Proceso en el marco del nombramiento de Murillo Karam como su nuevo director después de su criticada actuación en el caso Ayotzinapa, hoy se ha puesto al centro y frente de la estrategia que el gobierno de la 4T tiene en el territorio. En efecto, la Sedatu probó ser marginal y gris desde su creación hasta hace dos años. Aunque elaboró manuales y reglamentos interesantes que reflejaban políticas que contrastaban las acciones tradicionales en materia urbana, nunca se llegó a traducir a la tan necesitada transformación de la ciudad. 

La Sedatu ha dado un giro de 180 grados con Román Meyer. Una dependencia que ha pasado de ser normativa a una que coordina acciones de planeación y proyectos estratégicos a lo largo de todo el país. La peculiaridad es que estos proyectos no se encuentran en los sitios que se podrían traducir en reflectores para la secretaría o el secretario. La mayoría de los proyectos están destinados del Programa de Mejoramiento Urbano (PMU), programa del que trata este artículo, y están localizados en las áreas más pobres del país. 

Este acercamiento en materia urbana para servir a las áreas históricamente segregadas no es nuevo en la región. Favela-Bairro en Rio de Janeiro en los años noventa, marca el inicio de los proyectos de índole social en Latinoamérica. Después, el famoso y extendido trabajo colombiano, que empezando en Bogotá con los alcaldes Antanas Mockus y Enrique Peñaloza, tiene su máximo alcance en el Modelo Medellín de Sergio Fajardo entre 2003 y 2007, cuyos proyectos estrella, los parques-bibliotecas, fueron colocados en los barrios más pobres, resultando en una disminución tanto de la violencia como la percepción de la violencia.[1] El éxito de Medellín fue ampliamente difundido por el Banco Interamericano de Desarrollo y la ONU-Hábitat y su ejemplo fue replicado en otras ciudades latinoamericanas. Es importante mencionar que estas propuestas políticas que apostaron por las mejoras urbanas nacen a partir de la Constitución colombiana de 1991, que cambió la manera de hacer política y de incidir en el territorio. 

 

Parque Bicentenario, Estado de México. Fuente: https://www.facebook.com/SEDATU.Mexico/photos/pcb.1759543790890431/1759543077557169/

 

El trabajo de la Sedatu, al inicio discreto, a medida que comienzan a verse los resultados y sobre todo los beneficios de invertir en lo público, empieza a colocarse en el centro de la discusión. Estas acciones tienen como propósito equilibrar la profunda desigualdad a través de diversos proyectos arquitectónicos en el espacio público cubriendo varias tipologías como parques, mercados, centros comunitarios, educativos o deportivos. Las obras comparten conceptos rectores como sensibilización social, materiales locales para fomentar la mano de obra de la localidad.

Estos proyectos en su primera etapa se diseñaron gracias a un convenio de colaboración con la UNAM[2] y tienen gran calidad no sólo constructiva sino de diseño, siendo acreedores a nominaciones y premios internacionales de arquitectura,[3] además de tener una gran recepción en las comunidades y con justa razón, ya que si algo aprendimos de esta pandemia es que el espacio público es fundamental y necesario para mantener buena salud física y mental.

Sin duda los proyectos que está haciendo la Sedatu llegan décadas tarde a nuestro país. Invertir en el espacio público es especialmente importante para unificar un tejido social destrozado por una guerra contra el narco de más de una década. No obstante, el trabajo ya comenzó, y en los primeros dos años de la implementación del programa hay 739 proyectos del PMU aprobados en 35 ciudades de 20 estados de México, con una inversión total de $8,349.6 millones de pesos.[4] Y aunque esta escala aún es insuficiente para la gran extensión de México, es indudable que si los 32 estados y los casi 2500 municipios enfocaran su agenda en proyectos similares, un sexenio sería suficiente para cambiarle la cara al panorama y la experiencia urbana nacional.

 

Espacio público en San Luis Río Colorado, Sonora. Fuente: https://www.facebook.com/SEDATU.Mexico/photos/pcb.1756519374526206/1756518771192933

El reto para la Sedatu de cara al resto del sexenio será ampliar la oportunidad para que jóvenes talentos puedan concursar para ser partícipes y actores en estos cambios. Para contextualizar, en Colombia, después de la formulación de una ley federal en 1993, toda la obra pública de más de 2,000 metros cuadrados tiene que pasar por un concurso de arquitectura, lo que significó un aumento significativo en la calidad y originalidad de los proyectos públicos.[5] Aunque es entendible que la primera generación de proyectos haya sido soportada por la confianza en una institución como la UNAM, la Sedatu tiene ahora la obligación de democratizar la oportunidad de que arquitectos y diseñadores locales puedan concursar con sus propias propuestas, lo que seguramente derivará en respuestas arquitectónicas regionales. La tarea es titánica, ya que tendría que crear una red para la organización de dichos concursos, pero los efectos a largo plazo serían de gran beneficio para la arquitectura mexicana.

Centro de bienestar La Aldea, Morelia, Michoacán. Fuente: https://www.facebook.com/SEDATU.Mexico/photos/pcb.1752760418235435/1752760164902127

 

El que estos proyectos hayan llegado tarde, también le dan la oportunidad a que la Sedatu aprenda de los errores de otras regiones. En el caso de Medellín, organizaciones de vecinos han protestado porque estos grandes proyectos de infraestructura han tenido como efecto el atraer la inversión inmobiliaria, desplazando paulatinamente a los pobladores originales. En Rio de Janeiro, una de las críticas recurrentes es que la decisión final de los proyecto recaía en los arquitectos y la participación de los vecinos era opcional y cuando se daba, superficial (Lara, 2010). 

Paradójicamente, la prisa por cumplir un programa y déficit real de espacio público de calidad, es una de las principales amenazas y un tema que la Sedatu debe plantearse seriamente de cara a los últimos cuatro años de este gobierno, si quiere que este proyecto no sólo continúe con el éxito actual, sino que contagie a otras entidades y escalas de gobierno a emprender proyectos similares. Si bien los PMU realizados en estos primeros dos años de la 4T han dado muestra de que se puede cambiar la cara de los espacios históricamente más castigados, la estrategia debe encaminarse a dejar de ser oasis de espacio público de calidad en el desierto urbano. El verdadero éxito del programa provocaría el tránsito de estos sitios de ser excepcionales a convertirse en la regla, y con ello mejorar la manera en que se viven las ciudades mexicanas.

Centro cultural y deportivo Santa Fe, Tijuana, BC. Fuente: https://www.facebook.com/SEDATU.Mexico/photos/pcb.1752740044904139/1752739811570829/

 


Notas:

 

  1. Cerdá, et al., (2011) Reducing Violence by Transforming Neighborhoods: A Natural Experiment in Medellín, Colombia.
  2.  Fuente: https://www.facebook.com/watch/?v=1424117197725938
  3.  Fuente: https://inmobiliare.com/nominan-proyectos-de-sedatu-a-premios-internacionales-de-arquitectura/
  4.  Segundo informe de labores de la Sedatu.
  5.  Lara, F. (2010) “Quae Será Tamen,” Revista AU Arquitetura e Urbanismo, São Paulo, v.200, Novembro 2010, pp. 66-69.

El autor es arquitecto por la UANL y actualmente estudia un doctorado en Planeación Urbana en la Universidad de Texas, en Austin. Fue coordinador de regeneración urbana y urbanismo social en el IMPLANc Monterrey. Además ha sido acreedor al primer lugar nacional y segundo lugar internacional del Premio CEMEX XXIV en la categoría de congruencia en accesibilidad por la “Calle Morelos”.  

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Adios a Los Pinos: imaginemos cosas distintas https://arquine.com/adios-a-los-pinos-imaginemos-cosas-distintas/ Thu, 19 Jul 2018 13:00:55 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/adios-a-los-pinos-imaginemos-cosas-distintas/ El principal invasor de áreas verdes en Chapultepec es la residencia oficial de Los Pinos, con una superficie de 748 mil metros cuadrados. Abrir Los Pinos es viable e incluso deseable, lo importante es imaginar cómo.

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“El principal invasor de áreas verdes en Chapultepec es la residencia oficial de Los Pinos, que actualmente se extiende sobre una superficie de 748 mil metros cuadrados, que equivalen a casi 10 por ciento del total del bosque, lo que la convierte en una de las casas de gobierno más grandes del mundo por la extensión territorial que ocupa.”

Lo anterior no es un fragmento de alguna de las propuestas del próximo gobierno federal, aunque el equipo de Andrés Manuel López Obrador ya haya anunciado, siguiendo lo que dijo durante la campaña electoral, que se abandonará ese sitio como residencia oficial del poder ejecutivo del país. Ese párrafo es el que abre un artículo firmado por Elia Baltazar —publicado en el periódico La Jornada el 11 de octubre del 2002, hace prácticamente dieciséis años—, y quien afirma que Los Pinos es el principal invasor del Bosque de Chapultepec es Alberto Kalach, cabeza, “junto con Teodoro González de León, del grupo interdisciplinario Futuro Desarrollo Urbano, creador del proyecto México Ciudad Futura, que cuenta entre sus propuestas el rescate del lago de Texcoco y el aeropuerto alterno, con una visión de infraestructura, ecología y desarrollo urbano para el valle de México.” Transcribo lo que sigue del artículo para entender cuál era la propuesta:

La superficie que conforma la zona restringida de Los Pinos, que incluye el área reservada para Guardias Presidenciales y el Estado Mayor Presidencial, es veinte veces más grande que la extensión donde se asientan las más importantes sedes del Poder Ejecutivo en el mundo. Por ejemplo, señala Kalach, la Casa Blanca, en Washington, Estados Unidos, tiene un área restringida de 21,800 metros cuadrados; el Palacio del Eliseo, en París, Francia, ocupa 19,200 metros cuadrados y La Moncloa, en Madrid, España, tiene 39,400.

La construcción de Los Pinos es cuatro veces más grande que La Moncloa: la residencia oficial mexicana cuenta con 56 mil metros cuadrados, mientras el palacio español tiene 13,300, el palacio del Eliseo 8 mil y la casa Blanca 4,600. Para Alberto Kalach, las “excesivas dimensiones” de Los Pinos en relación con las residencias presidenciales de aquellos países democráticos proyectan un poder presidencial y un ejercicio del poder que ya no se corresponden con las aspiraciones del México de la transición.

“Pensamos —dice Kalach— que sería un gran paso hacia un gobierno democrático que el gobierno federal devolviera a los ciudadanos una buena parte del terreno de Chapultepec, que antes era una zona libre para los ciudadanos y de la cual se ha ido apoderando paulatinamente, sobre todo en los últimos doce años.”

Asentado sobre una superficie de 511 hectáreas, el Bosque de Chapultepec está completamente seccionado por bardas y rejas que interrumpen su continuidad espacial, explica el arquitecto. Esta circunstancia, dice, no sólo perjudica al parque sino influye en la calidad de vida en la ciudad, que de por sí es una de las que tienen menos áreas verdes por habitante.

Cuando se publicó la posición de FDU —en varios periódicos además de La Jornada—, el presidente de México era Vicente Fox y el jefe de gobierno del entonces aún Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. Éste sugirió que si aquél no decidía devolver a la ciudad y al Bosque de Chapultepec parte de los terrenos cercados, al menos sería bueno se evitara que Los Pinos siguiera creciendo.

En el 2012, antes de que Peña Nieto se mudara a Los Pinos, Animal Político publicó una breve historia de la residencia oficial, desde que se construyó en 1550 un molino de trigo —el Molino del Rey— hasta que Fox y luego Calderón decidieron no habitar en la casa que ocuparon sus predecesores —la “Miguel Alemán”, con sus 5,700 metros en “estilo francés”– y mudarse a unas “cabañas” más pequeñas, pasando por la decisión de Lázaro Cárdenas de trasladar la residencia oficial al lugar que bautizó como Los Pinos en 1934. En una especie de espejo con lo que hoy plantea López Obrador, Cárdenas consideraba al Castillo de Chapultepec demasiado ostentoso y prefirió que se abriera como museo en vez de ser ocupado sólo por los presidentes y su círculo cercano. Por supuesto, nada de lo construido en Los Pinos resulta “ostentoso” en el sentido que lo serían el Castillo de Chapultepec o la Casa Blanca —la de Washington, no la de Peña. Viendo las fotografías publicadas en Animal Político descubrimos más bien un gusto pretencioso de nuevo rico que siempre, incluso si hay objetos originales, parece imitación de otra cosa.

Tras el anuncio del presidente electo de dejar Los Pinos y abrirlo como un espacio “para la cultura,” no han faltado las críticas. Desde aquellos que aseguran que se trata de un acto autoritario —en el fondo tanto o tan poco como el de cualquier presidente que antes decidió fijar su residencia en algún sitio, como Los Pinos—, que complicará innecesariamente el funcionamiento del gabinete y el círculo cercano al presidente y —crítica esgrimida sobre todo desde el “ámbito cultural”— que no hacen falta más museos y que el gasto sería excesivo. Pero, parafraseando al famoso futbolista, acaso habría que imaginar cosas mejores.

Que el Estado Mayor Presidencial devuelva al Bosque de Chapultepec, a la ciudad y a sus habitantes, las más de 33 hectáreas de las que, parece, se apropió indebidamente no puede pensarse más que como algo positivo y no resultaría extremadamente complicado. En cuanto a los edificios construidos, imaginarlos como museos o centros culturales en el sentido tradicional sería, muy probablemente, un error. Arquitectónicamente habría que pensar en intervenciones mínimas que, como hicieran Lacaton y Vassal en París con el Palais de Tokio, operen abriendo y liberando espacios para que pueda pasar ahí prácticamente cualquier cosa. Quitar y limpiar, más que poner. La intervención debe servir a programas que se relacionen bien con el sitio, donde ya hay suficientes museos y teatros pero quizá hagan falta espacios para otro tipo de actividades comunitarias que habrá que imaginar. Programas para los que un presupuesto reducido no sea una limitación. Es bueno que se haya pensado en preguntar qué es lo que se podría hacer ahí, pero esa pregunta no debe limitarse a las respuestas en un sitio web. Hay mecanismos estudiados para organizar la participación pública y comunitaria en la toma de decisiones sobre proyectos de este tipo. Una buena consulta requiere planeación y presentar información suficiente y clara para debatir antes de decidir. Deberá consultarse a los vecinos que habitan en las cercanías pero también a los usuarios habituales del Bosque de Chapultepec, que sabemos se cuentan por decenas de miles cada día.

Construir así las bases de un programa de usos y de un proyecto posibles no será sencillo: requerirá esfuerzo y, sobre todo, tiempo. Pero es la única manera de garantizar que, más allá del gesto simbólico, esto no sea una ocurrencia. Después de ese trabajo para definir lo que hay que hacer, habrá que decidir quién y cómo lo hará. Esa será otra prueba para el nuevo gobierno. No deberán encargarse los proyectos —que supongo serán varios, además del plan maestro— a arquitectos y diseñadores ya reconocidos o, peor, conocidos de quienes ocuparán cargos públicos. No; hará falta organizar concursos, públicos, abiertos, con bases claras y jurados reconocidos. Entonces sí, por partes, podremos recuperar primero las áreas verdes del parque y, luego, ocupar creativamente los edificios de Los Pinos. ¿Se puede? Claro, si nos proponemos imaginar cosas mejores y hacerlas bien.

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¿Necesita el Zócalo un concurso? https://arquine.com/necesita-concurso-zocalo-cdmx/ Mon, 12 Jun 2017 14:12:36 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/necesita-concurso-zocalo-cdmx/ El Zócalo debe ser un soporte vivo de actividades urbanas. Necesita intervenciones que sean fruto de trabajo desarrollado entre vecinos, políticos, economistas, ingenieros y arquitectos.

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Texto publicado en el número 7 de la revista Arquine, primavera de 1999 | #Arquine20Años Zócalo_de_la_Ciudad_de_México

Desde estas páginas siempre hemos defendido la necesidad e importancia de los concursos, tanto restringidos o por invitación, como abiertos y anónimos. De estos últimos decíamos en Arquine 2, que requieren de mucho rigor desde la confección del programa hasta la elección del jurado, a sabiendas que un buen jurado es el aval de un buen concurso. El concurso abierto, decíamos, es una apuesta de riesgo y de transparencia democrática.

El concurso para la rehabilitación del Zócalo, en cambio, ha sido convocado a las carreras, sin el apoyo del Colegio de Arquitectos ni de organizaciones internacionales —el Centro Histórico de la Ciudad de México es Patrimonio de la Humanidad— restringiendo su alcance al ámbito nacional. Ese prevé que el concurso se desarrollará en dos fases: en la primera, los casi doscientos participantes serán valorados por un jurado local del que sólo la mitad está conformada por arquitectos. Una selección de las mejores ideas pasará a ser juzgada por arquitectos renombre internacional junto con los miembros del jurado anterior. De los tres notables arquitectos que se incorporan a esta fase, liberándose de la fatiga de ver todos los trabajos —con el riesgo de que se hayan descartado los mejores— sólo dos han confirmado su participación: Maki y Salmona.

Todo hace pensar que estamos ante prisas electoralistas —la urgencia por dejar algo impactante, de hecho— cuando los problemas de la ciudad son infinitos e infinitas las propuestas lúcidas y consistentes que se podrían sugerir. Más allá de cuestionarnos si tenemos políticos que miren hacia el futuro, cabe preguntarnos si los arquitectos lo hacemos: hasta ahora hemos sido incapaces de dar respuestas al importante tema tipológico de la vivienda popular, habiendo sido excluidos de los procesos decisiones; los promotores de los grandes centros comerciales prescinden de todo asesoramiento arquitectónico, salvo a la hora final de añadir alguna moldura —a gran escala, eso sí— de las nuevas fachadas; así como en materia de diseño urbano, los cruces entre eje, sus áreas residuales capaces de conformar plazas, accesos a estacionamientos, áreas de recreo y demás espacios nuevos —en el hipotético caso de que se plantearan— son adjudicados a los ingenieros.

Pero queda ademas preguntarnos, ¿necesita el Zócalo un concurso? Más grande que la Grand Place de Bruslas, más ordenada que la Plaza Roja de Moscú y más compacta que Tiananmen de Beijing, el Zócalo de la Ciudad de México es una de las mejores grandes plazas urbanas del mundo. Obviamente necesita no sólo reparaciones, como toda la ciudad, sino mejoras que atiendan a las circulaciones, estacionamiento de camiones turísticos, y tengan capacidad de respuesta a las varias actividades que alberga a lo largo del año, como festividades, manifestaciones y áreas lúdico-turísticas en terrazas de cafeterías, restaurantes y andadores. Necesita intervenciones que sean fruto de trabajo desarrollado entre vecinos, políticos, economistas, ingenieros y arquitectos.

El Zócalo debe ser un soporte vivo de actividades urbanas. En lugar de verter ideas vanidosas e inspiradas para este maravilloso vacío urbano, inundándolo, hallando sus ejes, enfatizando su carga simbólica (o demás intentos de dudosa recuperación histórica), la intelligenzia arquitectónica del país, en un acto de complicidad fatua y estéril con el poder, hace gala de su inutilidad social y, quizás cegada por la ilusión de participar, dé muestras brillantes y elocuentes de maquillaje urbano.

Los resultados del concurso se publicaron en el siguiente número de la revista, verano de 1999, y pueden verse aquí.

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Finalistas del Concurso Nacional de Arquitectura Papalote Museo del Niño en Iztapalapa https://arquine.com/finalistas-del-concurso-nacional-de-arquitectura-papalote-museo-del-nino-en-iztapalapa/ Fri, 18 Sep 2015 18:06:55 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/finalistas-del-concurso-nacional-de-arquitectura-papalote-museo-del-nino-en-iztapalapa/ Hoy se diron a conocer los siete proyectos finalistas de la primera etapa del Concurso Nacional de Arquitectura Papalote Museo del Niño en Iztapalapa, para el cual los concursantes entregaron su propuesta de ideas conceptuales. El Jurado integrado por Miquel Adrià, Mauricio Amodío, Dolores Beistegui, Ernesto Betancourt, Fernanda Canales, Víctor Legorreta y Benjamín Romano, se reunió los días 17 y 18 de septiembre de 2015 para intercambiar sus opiniones sobre los 171 trabajos presentados y seleccionar los finalistas.

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Acta del Jurado

En cumplimiento a las Bases de la convocatoria al Concurso Nacional de Arquitectura Papalote Museo del Niño en Iztapalapa, para el cual los concursantes entregaron su propuesta de ideas conceptuales, el Jurado integrado por Miquel Adrià, Mauricio Amodío, Dolores Beistegui, Ernesto Betancourt, Fernanda Canales, Víctor Legorreta y Benjamín Romano, se reunió los días 17 y 18 de septiembre de 2015 en la Sala de Juntas de Papalote Museo del Niño, ubicado en Av. Constituyentes n° 268, Col. Daniel Garza, Delegación Miguel Hidalgo, México, D.F. 11830, para intercambiar sus opiniones sobre los 171 trabajos presentados y seleccionar los finalistas de esta primera etapa del Concurso.

Después de varias rondas de deliberación, el Jurado seleccionó, dentro de los 171 trabajos presentados, a cinco finalistas de acuerdo con lo establecido en las Bases, acordando, debido a la calidad de los trabajos presentados, agregar dos trabajos más que participarán en la segunda etapa del Concurso para elaborar un anteproyecto arquitectónico.

Acta del Jurado – PDF

Propuestas finalistas:

LAMINA 1LAMINA 2Codigo 102012 | DCPP Arq. Alfonso de la Concha Rojas y Arq. Pablo Pérez Palacios, México, D.F.


 

Layout 01.inddLayout 01.inddCódigo 170210 | Armando Birlain López, David Martínez Ramos y Ximena Pérez Tamariz, Querétaro, Querétaro.


 

X:Concursos2015_Concurso Papalote Iztapalapapropuesta�0_cadX:Concursos2015_Concurso Papalote Iztapalapapropuesta�0_cadCódigo 232620 | Representante: Carlos Rodríguez Bernal. Asociados: SPRB arquitectos + MX_SI architectural studio. Laura Sánchez Penichet, Carlos Rodríguez Bernal, Mara Partida, Héctor Mendoza, Boris Bezan. Colaboradores: Ricardo Valdivia, Lidia Nájera, Claudia Bucio y Olga Bombac. Guadalajara, Jalisco.


 

LAMINASLAMINASCódigo 260784 | CRAFT Arquitectos. Alan Rahmane Azar, Pilar Alonso Torres, Lucía Aranda Barrena, Daniel Azar Zapan, Adolfo Azar Zapan, Norberto Cárdenas Sebastian, Eider Echeverría Gueracenea, Stephanie Esses Ovadía, Pedro Gabriel Fernández Arreola, Mathias Henry, Miguel Lafarga Cuevas, Faviel López Romero, Lucía Martínez García, Luis Medina Reséndiz, Rosa Elena Plancarte Aguilera, Edgar Romero Lugo, Montserrat San Vicente Urban, Enrique Sandoval Escalante, Pedro Alberto Serrano Sosa, Carlos Alfonso Ulloa Martínez, México, D.F.


 

Laminas_Paisajes contenidos-1Laminas_Paisajes contenidos-2Código 674015 | Ambrosi / Etchegaray, Cantera Estudio, Entorno Taller de Paisaje, MMX studio: Samuel Alazraki, Jorge Ambrosi, Jorge Arvizu, Eduardo Castro, Ignacio del Río, Gabriela Etchegaray, Tonatiuh Martínez, Emmanuel Ramírez, Diego Ricalde, Hugo Sánchez. Colaboradores: Omar Vergara, Gerardo Reyes, Mariana Ávila, Luas Hoops, Alberto Molina, Ricardo Roldán, Rafael Amparan, Miguel Coloma, Miguel Vieyra, Andrés Soliz, Ariadna López, David Camarillo, Eréndida Tranquilino, Gonzálo Álvarez, Mariana Braga, Mariel Collard, Olivia Hansberg, María Z, Jareth Barrón, Santiago Cardoso, Carlos Arriaga, Alejandra Ruiz y Rodrigo Manzanos.
México, D.F.


 

LAMINA 1 FINALLAMINA 2Código 6767676 | TAX Taller de Arquitectura. Alberto Kalach. Colaboradores: Helena Sáenz, Arq. Xavier González. México D.F. Taller Juan Palomar arquitectos, Juan Palomar Verea. Colaboradores: Mariana Manjarraz Vignau, Arq. Juan Ignacio Ulacia Illescas. Guadalajara, Jalisco.


 

lamina1lamina2Código LEH009 | FR62 taller de arquitectura. Calíope Hernández Ávila, Oswaldo Acosta García, México, D.F.

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De Concursos y Bienales https://arquine.com/de-concursos-y-bienales/ Sat, 11 Jan 2014 17:36:49 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/de-concursos-y-bienales/ El concurso es un procedimiento altamente democrático y transparente con los riesgos inherentes a escoger por el anonimato alguien que tal vez no tenga la capacidad para desarrollarlo. Sin embargo, debemos apoyar la idea del concurso abierto e incidir en el cambio de la Ley de Obra Pública que es el tapón para facilitar este procedimiento.

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Empiezo por desearles a los que me aguantan leyendo mis ocurrencias todo lo mejor y nada de lo peor en este 2014 que ya inició y como tal yo empiezo mis colaboraciones en el blog de Arquine.

Quiero tocar algo que está en la mente de muchos: los concursos de arquitectura. En primer lugar coincido en que es un procedimiento altamente democrático y transparente con los riesgos inherentes a escoger por el anonimato alguien que tal vez no tenga la capacidad para desarrollarlo; es decir tiene una brillante idea que cautiva a un jurado pero carece del equipo técnico y la experiencia para desarrollarlo. Augusto H. Alvarez decía que si se podía dibujar, se podía construir. Hoy con los renders-apantalla-ojos no estoy tan seguro. Pero bueno, siempre podemos recurrir al ejemplo del Gran Arco de París y ponerle al ganador Otto von Spreckelsen un equipo, como el de Paul Andreu, que colabore en el desarrollo.

En segundo lugar no creo que el país tenga la infraestructura para que toda la obra pública sea concursada y aún así debemos apoyar la idea del concurso abierto e incidir en el cambio de la Ley de Obra Pública que es el tapón para facilitar este procedimiento;  es decir, si cambiamos la Ley —separando proyecto de obra— podrán las dependencias de los gobiernos tener recursos para llevar a cabo tales tareas. Entre tanto, sin embargo, creo que se debe tratar de hacer más concursos: por invitación, por etapas, por grupos, por edades. Yo estoy por este camino.

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Por otra parte, quiero comentar mi experiencia en la primera Bienal de arquitectura de la ciuad de México. A escala del país, las Bienales de arquitectura ya tienen su historia: pronto se convocará para este 2014 la XII versión, así que el primer apunte que hago es que ¡ya era tiempo! La Bienal de la ciudad de México tardó en materializarse. Resulta increíble que la ciudad más urbana del país no mostrara con visión transparente y abierta lo que bianualmente se manufactura de arquitectura y ciudad.

Me tocó en mi calidad de Presidente de la Junta de Honor del CAM-SAM (2012-2014) ser observador de las deliberaciones que el Jurado tuvo para seleccionar a los ganadores. Quienes hemos participado alguna vez como jurados entendemos la problemática de revisar con cuidado más de 150 trabajos; créanme que es una actividad desgastante, pero también muy estimulante por que en la conversación y los juicios de otros jurados calibras tus propios pensamientos. Se aprende.

Por ejemplo, en esta ocasión lo primero que hizo el jurado fue descartar los trabajos que no tenían ninguna posibilidad: en rondas individuales cada jurado hizo su selección y en la suma de negativos los que más acumularon fueron descartados. La segunda opción del jurado es reagrupar los trabajos que a veces los concursantes clasifican con cierta tendencia para facilitarse el premio. Me parece muy juicioso y enriquecedor que el jurado reagrupe, ya que pone en “tabla rasa” a todos al crear nuevas categorías o reubicar los distintos trabajos. Después de esto comienzan los debates y las discusiones que se van cerrando conforme se acercan los premios y, desde luego, la medalla de oro provoca que los jurados manden qué mensajes deben salir de la Bienal. Me parece muy clara la forma de actuar del jurado y me obliga a pensar por qué concursa uno.

Quizá la respuesta más elogiosa es para medirte con tus pares; es decir, saber cómo estoy yo en relación a un problema y como lo hacen los demás. Otros tal vez lo hacen por el simple estimulo de presentar una síntesis en tres láminas y hacer el esfuerzo de vender la idea, explorando nuevas técnicas de presentación. Para mí es muy claro lo que una lámina dice al ojo experto; desde ahí mides madurez, conocimiento, intencionalidad, poesía y todo lo que le quieran agregar. Por último habrá algunos que lo hacen por tener el “papelito” de la participación, agregarlo y presumirlo en su currículum.

Sea cual sea el resultado, también doy mi apoyo a estos concursos. Se abren ventanas y se hacen guiños a nuevos protagonistas. Y se lleva uno sorpresas muy gratas: parte del argumento es que como son obras ya construidas se sabe de quién son y por ello ganan los de siempre. La buena noticia es que no es cierto: en esta ocasión ganaron muchos jóvenes desconocidos, al grado que el jurado fue a visitar algunas obras premiadas para confirmar los hallazgos.

Me parece que lo demás es irrelevante y me gusta pensar que para esto sirven los colegios de profesionistas: con todos los problemas que tengan,- estas apuestas son relevantes para la salud de la profesión y el paso de la estafeta. Con esto me doy por bien servido.

 

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Los concursos https://arquine.com/los-concursos/ Thu, 26 Dec 2013 15:47:49 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/los-concursos/ Desde distintos medios se han sumado a lo que en principio parece no ser tema de debate: la gran mayoría está de acuerdo en que la mejor manera de asignar un proyecto de arquitectura, urbanismo o diseño pagado con el erario y que terminará beneficiando y afectando al público, debiera ser un concurso. Un concurso bien planeado supone menos incertidumbre al saber por qué alguien en particular estará encargado de un proyecto, sino también de producción de ideas.

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Desde hace algún tiempo llevo insistiendo, casi obsesivamente, en la necesidad de que en México  los proyectos para obra pública sean concursados y que los concursos que se planteen sean claros, transparentes. Por supuesto no soy el único en hacerlo. Varios amigos con la misma preocupación nos hemos reunido, discutido y publicado algunas opiniones en un blog al que llamamos proyecto público.

Otros más, desde distintos medios se han sumado a lo que en principio parece no ser tema de debate: la gran mayoría está de acuerdo en que la mejor manera de asignar un proyecto de arquitectura, urbanismo o diseño pagado con el erario y que terminará beneficiando y afectando al público, debiera ser un concurso. No sólo es un tema de transparencia: un concurso bien planeado supone menos incertidumbre al saber por qué alguien en particular estará encargado de un proyecto, sino también de producción de ideas: los concursos hacen que muchos concentren en poco tiempo su capacidad en un tema preciso, definido. También sirven para abrirle el campo a jóvenes con poca experiencia: arquitectos hoy reconocidos y premiados iniciaron sus carreras ganando un concurso —para no hacer una lista pensemos tan sólo en Piano y Rogers ganando el del Centro Pompidou a principios de los años 70, cuando tenían 34 y 38 años respectivamente. También los concursos son en parte la causa de que algunos de los países tengan arquitecturas sólidas y consistentes —no sólo con buenos arquitectos, como pasa en México, sino con buena arquitectura pública, como en general no ha pasado aquí desde hace varias décadas.

Por supuesto hay también las críticas a los concursos. En general al procedimiento y los posibles vicios que implican. En marzo de este año la Architectural Foundation organizó un debate en Londres con el título And the winner is… Jeremy Till argumentó con gran claridad contra los concursos —o, diría yo, contra ciertas perversiones del concurso. Till decía que un problema con los arquitectos es que sus ideas tienden a ser opacadas por sus edificios y que los concursos rara vez tienen que ver con pensar la arquitectura como un proceso de diálogo y conversación con el otro —tema central de su libro Architecture Depends.

También dice que los concursos en general producen tres tipos de proyectos: los diagramáticos, fáciles de entender a primera vista, los gestuales, donde la forma prevalece sobre las ideas, y los que replican algo ya conocido —¡cuántas veces no ha ganado alguien en un concurso porque el jurado supuso que el proyecto era de otro arquitecto! Till dice también que los concursos privilegian la imagen y que hay proyectos hoy admirados por todos que, en un concurso, jamás hubieran ganado. Lo que argumenta Till es cierto. Pero son parte de los riesgos de los procesos democráticos —asumo que los concursos aspiran a serlo. También el mejor parlamento puede votar una ley equivocada o confusa, pero será preferible a la imposición autoritaria —aunque el tirano sea un ogro filantrópico.

En México, en el año que termina, hemos tenido ejemplos de varios concursos. Pocos para lo que se planea hacer en el país. De proyecto para obra pública el más notable, por las dimensiones y la importancia del sitio, seguramente haya sido el de La Merced. Aunque avalado por el Colegio de Arquitectos de la ciudad de México —lo cual, sabemos, no garantiza nada— fue convocado de prisa y con fallas.

Lo ganó un equipo de arquitectos y diseñadores jóvenes, algunos menos conocidos y otros ya reconocidos, como Hugo Sánchez y Ariel Rojo. Como escribió Marcos Betanzos, hay que esperar que la propuesta sea retomada por el Gobierno del Distrito Federal. En enero sabremos quién ganó otro concurso mal planteado: el de la Bienal de Venecia, y se entregará otro de nuevo mal planteado: el del pabellón de México en Milán en el 2015.

También sabremos el año próximo qué pasó con ese concurso secreto a voces: quién diseñará el nuevo aeropuerto de la ciudad de México —aunque tal vez nunca sepamos por qué— y sabremos quiénes fueron invitados al de la Ciudad de la Salud que propone el Gobierno del Distrito Federal.

Habrá que insistir en la necesidad —y yo diría la obligación— de convocar a concursos cuando se trate de arquitectura pública. Sobre todo los arquitectos más jóvenes: es, insisto, la mejor manera de darse a conocer y, en un país donde —ya se ha dicho— los conocidos cuentan más que los conocimientos, tal vez la única. Habrá que entrar a algunos de los concursos que haya pero no por eso dejar de criticar sus fallas —al menos esa ha sido mi posición. Habrá que exigirle a los Colegios de Arquitectos de los distintos estados que tomen posición al respecto.

Pero sobre todo, habrá que esperar que nosotros, los arquitectos, hagamos algo al respecto. Ya lo  escribió en este blog Francisco Pardo respecto a la conservación del patrimonio arquitectónico: los arquitectos somos los peores enemigos de los arquitectos. Los concursos no son la excepción. Todos decimos apoyar la idea pero nos alegra la asignación directa si somos los beneficiarios —que así son las reglas del juego hoy, sí: pero pedirle a dos amigos presupuestos alzados para ganar una licitación no hacen de ese juego uno muy limpio. Muchas veces he oído quejas sobre los pocos arquitectos que hacen obra pública —o que se publican, aunque ese es un asunto distinto.Para abrir ese selecto círculo, habrá que exigirle a cada presidente municipal y a cada delegado, a cada gobernador y a cada institución transparencia y claridad en la asignación de proyectos que, a mi parecer, garantizan los concursos.

 

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El concurso como la quimera latinoamericana https://arquine.com/el-concurso-como-la-quimera-latinoamericana/ Mon, 22 Jul 2013 15:57:29 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-concurso-como-la-quimera-latinoamericana/ ¿Acaso la idea de un proyecto público concursado y construido es la quimera de la arquitectura latinoamericana? De la sobremesa con varios despachos jóvenes de arquitectura en México sobresalen, entre muchos temas, la falta de concursos, la asignación de proyectos públicos, el dilema ético entre aceptar la encomienda y tener la oportunidad de hacer ante la idea de permanecer a la espera del encargo ideal.

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¿Acaso la idea de un proyecto público concursado y construido es la quimera de la arquitectura latinoamericana? De la sobremesa con varios despachos jóvenes de arquitectura en México sobresalen, entre muchos temas, la falta de concursos, la asignación de proyectos públicos, el dilema ético entre aceptar la encomienda y tener la oportunidad de hacer ante la idea de permanecer a la espera del encargo ideal. Este es el tema que ha ocupado las bandejas de entrada de muchos de los arquitectos mexicanos, de sus páginas web, y de las juntas selectivas de amigos del gremio. La nueva arquitectura mexicana no se concursa – tampoco la de años atrás – y los pocos concursos de proyectos públicos que surgen padecen de entrada de vicios que difícilmente permiten que lleguen a su fin libres de polémicas y exentos de un sinfín de cuestionamiento. México, un país referente en América Latina en temas de arquitectura, paradigma de la arquitectura moderna, puntero en arquitectura contemporánea y modelo en el desarrollo de proyectos de gran escala hechos en colaboración, es peaje obligado de quienes vuelcan su mirada sobre la arquitectura de las Américas, sin embargo, padece de los mismos males que muchos de sus vecinos, los proyectos públicos de gran relevancia comúnmente son designados bajo un sistema autoritario donde el dedo y la conveniencia son el sistema a priori de ejecución pública.

De la sobremesa con varios despachos jóvenes de arquitectura en Venezuela, el tema que destaca es en los concursos en los cuales han participado, están participando y van a participar. No hay la posibilidad de que te asignen un proyecto, por que los proyectos que llegan a hacerse son pocos, o ninguno. Venezuela es el país donde la polarización política y social es la prioridad en la agenda cotidiana y su arquitectura aun vive de las glorias que la abundancia del oro negro permitió hace 60 años a la modernidad. En la Venezuela de hoy, los arquitectos hablan de concursos como los únicos escenarios de participación, sin la opción de que te pueda llegar el encargo. Hay tiempo para concursos, para generar y participar en la discusión que estos construyen, entendiendo el concurso como lo definiría el maestro Humberto Ricalde, como “un instrumento para recoger en un momento específico el pensamiento de un grupo amplio de arquitectos”. Así, hacer concursos en Venezuela es la terapia, aunque quizás nunca se llegue a la cura. Los jóvenes despachos de arquitectura en Venezuela confían en el concurso como plataforma. Buscan, participan, ganan o pierden y no pasa nada. Es muy probable que no sea eso lo que se construya. El año pasado el convertir en parque metropolitano el área que ocupa el aeropuerto urbano de la Carlota -en el centro geográfico de la ciudad de Caracas- fue tema para un doble concurso, el de los buenos y el de los malos (oficialismo y oposición sin orden respectivo) ambos se convocaron y realizaron, sin que ninguno de los dos tenga intención o posibilidad de ejecutarse. En el pasado programa de La Hora Arquine, AGA estudio nos decía que “el concurso es la herramienta más democrática para hacer ciudad”, como ganadores del concurso de la campaña para la promoción del uso de la bicicleta en la ciudad de Caracas, entienden que el primer paso es concienciar en la ciudadanía las posibilidades que se tienen para la construcción de una mejor sociedad.

Pensar en el concurso como la estrategia de selección de los proyectos públicos en nuestras sociedades, puede que sea parte del realismo mágico que las caracteriza. Sin embargo, la actitud frente a nuestra realidad pasa por cuestionar los procedimientos, generar los escenarios y tomar las oportunidades, sin esperar soluciones únicas que apelen al buen gusto – estético o de amistades – de aquel que designa.

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Imagen: Concurso Proyecto Parque La Carlota | Venezuela

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Los concursos de arquitectura https://arquine.com/los-concursos-de-arquitectura/ Mon, 01 Oct 2012 14:23:04 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/los-concursos-de-arquitectura/ Pocas actividades arquitectónicas hay que, como los concursos de arquitectura, estimulen tanto y tan eficazmente las facultades creadoras del arquitecto. Los concursos de arquitectura tienen una alta misión educativa de trascendencia colectiva.

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Pocas actividades arquitectónicas hay que, como los concursos de arquitectura, estimulen tanto y tan eficazmente las facultades creadoras del arquitecto. Diríamos que los concursos constituyen un necesario complemento de la carrera; una continuación de la escuela: una manera de forzoso curso de composición para postgraduados, sin el cual corre peligro el arquitecto de estancarse y de convertir su ejercicio profesional en mera tarea rutinaria sin contenido espiritual (y la arquitectura no es tal arquitectura si no tiene un contenido espiritual).

Pero no solamente a los arquitectos educan los concursos de arquitectura. El público que se entera de tales concursos, que asiste a las exposiciones de anteproyectos, que se entera por la prensa y por el cine de esas actividades: que oye hablar de los miembros del jurado y de los fallos que dan éstos, también recibe una importante educación arquitectónica de amplia difusión, que en nuestro medio es indispensable y de excepcional importancia. Para que ellos sea posible hace evidentemente falta que haya concursos de arquitectura. Hace falta que las empresas privadas, el gobierno, los sindicatos, las autoridades eclesiásticas organicen concursos de arquitectura y convoquen a los arquitectos. Pero no basta seguramente que haya frecuentemente concursos, y que los arquitectos hagan a un lado sus ocupaciones y entren a ellos.

Para que los certámenes rinda plenamente su servicio profesional y público y den de sí todo cuanto de ellos se espera, es preciso que a lo largo de toda su delicada y compleja elaboración y cumplimiento se observen prolija y escrupulosamente todos los necesarios principios de técnica y de ética profesional que deben normarlos. Es preciso que las justas de arquitectura constituyan el más alto exponente de cultura profesional que pueda darse; es necesario que estén al margen de personalismos, de pequeñas conveniencias, de intrigas menudas, de politiquerías, de envidias y de egoísmo.Para ello estas competencias deben estar cuidadosamente organizadas, deben tomar como base los lineamientos generales que con una acumulación de experiencia tiene formulados la Sociedad de Arquitectos Mexicanos; deben escoger de manera más escrupulosa un jurado idóneo e imparcial. La convocatoria debe ser un documento sumamente preciso, definitivo, inequívocamente claro, sin contradicciones ni ambigüedades, ni puntos oscuros que provoquen interpretaciones diversas de los concursantes o constantes consultas al Asesor Técnico. Miembros del jurado, asesor, fechas, compensaciones y premios; lugar, día, hora, condiciones de entrega; número de trabajos: todo debe ser notarialmente preciso y debe dar al presunto concursante una impresión de confianza, de firmeza, de seriedad.

Después, en el desarrollo del mismo concurso, toda prolijidad y todo rigor serán poco. Cualquier descuido en la observancia de las bases por parte de los organizadores, de los convocantes, o del asesor, puede ser causa del fracaso de desprestigio del concurso. El anonimato, por ejemplo, condición moral número uno, puede perderse en el momento de ser cometida la más insignificante indiscreción. En este delicado punto, concursantes, organizadores, asesor y miembros del jurado deben ser meticulosos hasta la exageración y deben absolutamente tener la rectitud moral suficiente para cuidar ese anonimato como de la totalidad del concurso. Cuando, como ocurrió inexcusablemente en el concurso al que está dedicado el presente número de esta revista, la exposición pública de los trabajos se abre antes de que falle el jurado, y antes de que ese fallo se dé a conocer, entonces hasta la sombra del anonimato desaparece, con grave perjuicio de la marcha del concurso y con un resultado de la desorientación para el público y de disgusto justificado de los concursantes.

La exposición pública de los trabajos es punto de capital importancia. Los concursos de Arquitectura tienen, como decíamos, una alta misión educativa de trascendencia colectiva. No sólo educan al concursante en la creación y en la disciplina; no sólo educan (o deberían educar) a los jurados en la crítica y en el ejercicio de la justicia, sino también, y muy importantemente, deben educar al público en general sobre el aspecto, el sentido, la aplicación de la arquitectura y la función social de los arquitectos. Cuando la exposición está debidamente organizada y ha quedado en manos del asesor técnico o de persona escogida para el caso y muy particularmente, cuando esa exposición al público después de dado a conocer oficialmente el fallo del jurado, entonces es cuando su sentido de orientación cultural de la gente alcanza un máximo.

En varios, en casi todos los concursos que hemos tenido recientemente en la ciudad, hemos visto descuidarse o ignorarse en forma a veces grave las condiciones que hemos apuntado, y sin cuyo exacto cumplimiento estas justas son más perjudiciales que benéficas. Hemos visto convocatorias confusas y mal redactadas, premio raquíticos, fallos increíbles, compensaciones que no se pagan, jurados contradictorios, opiniones que se hacen públicas antes de que el fallo sea oficialmente conocido; concurso públicos en los que hay invitados con colaboración pagada, parentescos de alcances inesperados; políticos y burócratas en puga con técnicos dentro de un jurado; plazos y programas que no se cumplen; lugares de emplazamiento que se desechan; anonimatos que no se respetan. En general irregularidad, falta de planeación, confusión de programas, olvido de la ética y de la cortesía.

Todo esto y más, que podríamos ampliar infinitamente, ha llegado a caracterizar nuestros concursos de arquitectura hasta hacerlos totalmente inoperantes, desorientadores e ineficaces, y hasta lograr que la mayoría de los arquitectos y artistas plásticos se hayan convertido en acérrimos y justificados enemigos de tales concursos. Rectifíquense estas equivocadas líneas de conducta y de corrección; estimúlese a los arquitectos y artistas a participar confiada y entusiastamente en estas competencias y tendremos en México por fin, en el terreno de la práctica profesional, una digna continuación de nuestras escuelas y un eficaz comportamiento de la tarea que desarrollamos en nuestras oficinas.

* Tomado de Arquitectura y lo demás, vol. II, núm. 10, México, septiembre de 1946 a abril de 1947, pp. 20-21 en Vargas Salguero Ramón y Arias Montes J. Víctor (2012) Ideario de los arquitectos mexicanos. Tomo III. Las nuevas propuestas. Conaculta. México.

*El Concurso Arquine No.15 busca la generación de nuevas tipologías para la vivienda del siglo XXI a partir de la revisión de los modelos habitacionales de la modernidad, con base en criterios de redensificación, sostenibilidad, flexibilidad y cohesión con la ciudad.

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