Resultados de búsqueda para la etiqueta [ciudades ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 25 Jun 2024 16:07:07 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Realidad y ficción de las ciudades de 15 minutos https://arquine.com/realidad-y-ficcion-de-las-ciudades-de-15-minutos/ Tue, 25 Jun 2024 16:00:03 +0000 https://arquine.com/?p=91252 ¿Qué tan realizable es la idea de ciudades de 15 minutos? En este ensayo breve, se hace un balance de esa idea después de la pandemia de covid-19 y múltiples instrumentalizaciones de proyectos que han tratado de transformar las ciudades contemporáneas.

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Comencemos por afirmar que Carlos Moreno (Colombia, 1959), científico creador del concepto de la ciudad de los 15 minutos, tuvo el gran acierto de colocar la noción de proximidad urbana como punta de lanza para un cambio sistémico en la organización de las ciudades. Su idea llegó a tiempo: durante la pandemia de covid-19, el impacto global de esta emergencia sanitaria y algunas razones políticas llevaron a la entonces alcaldesa de París, Anne Hidalgo, a utilizar este concepto para promover la necesaria limitación de movilidad poblacional durante varios meses. Por cierto, la idea no es nueva. Ya entre 2007 y 2009 el gobierno de Australia proponía una forma de planificación urbana basada en la escala de barrio. [1]

A ojos de expertos urbanistas este plan y discurso político, que accionaba la restricción de movimiento, se atisbaba como un idílico y potente mensaje: los barrios podían ser la solución a muchas problemáticas urbanas, como la mejora efectiva de la movilidad, la activación de negocios locales, la reducción en la contaminación del aire y el diseño de nuevos programas para espacios públicos.

Hasta aquí llega lo maravilloso del concepto. Su objetivo: que toda la población pueda acceder a servicios básicos y de empleo en una distancia capaz de recorrerse en 15 minutos. La idea es muy loable, pero hay que ser realistas al considerar la capacidad para ubicar comercios, escuelas, consultorios, espacios públicos y fuentes de empleo cerca de todos los habitantes.

Moreno nunca ha explicado los aspectos técnicos de la planificación urbana en relación a esta idea. A muchos expertos que he consultado, y que apoyan la importancia de los barrios urbanos, les ha sorprendido un planteamiento de los 15 minutos basado, justamente, en la vida de barrio. Por desgracia, la realidad económica de este planteamiento apunta a que no funciona. Si bien la aspiración es notable, y en Europa hemos visto algunos intentos de aplicación de este modelo, el esfuerzo de los urbanistas por lograrlo puede llevar a exacerbar las ya preocupantes desigualdades económicas en las ciudades. El acceso y la comodidad, como política, serían un privilegio dentro de nuestras urbes, como lo vemos en barrios como la colonia Roma en Ciudad de México; Palermo, en Buenos Aires; o Vila Madalena, en São Paulo.

Barrio saludable, Bogotá, 2023. Secretaria de Movilidad.

La idea de Carlos Moreno se basa en un acercamiento sistémico al territorio urbano, [2] pero olvida que el funcionamiento de la economía está basado en una simple ley del mercado de costos de operación. Hay negocios y comercios que requieren de mucha gente para ser viables en lo económico: una cafetería requiere menos gente que una clínica o sanatorio para cubrir sus costos de operación. En lugares muy densos, la zona de captación de consumidores puede ser bastante pequeña, pero en distancias cortas se puede llegar a un gran número de clientes. Esto funciona para los cafecitos, hoteles chicos, etc. Todos ellos son servicios fáciles de montar y cuyos productos se consumen con frecuencia. Para este tipo de comercios, el radio puede ser menor. Pero algunos negocios tienen costes de establecimiento más elevados. Para este tipo de empresas, el número de clientes necesario para sobrevivir es mucho mayor. Esto se incrementa en ciudades de una densidad poblacional media, como la mayoría de las urbes en América Latina. Si se habla de empleo, el desafío es mucho mayor. Es casi imposible hacer efectivo y exitoso un modelo en el que las personas tengan su fuente de trabajo en su mismo barrio.

Un estudio reciente de Leah Brooks indica que no existen casos que demuestren que los cambios de usos de suelo para uso mixto sean una garantía de éxito para el aumento de las fuentes de empleo. Tal cambio puede ser efectivo en el caso de usos de suelo para la activación de fachadas, lo que hace más seguros a los barrios. Pero si, a largo plazo, los negocios cierran, la actividad disminuye, lo que los vuelve inseguros y hace que desaparezcan las fuentes de empleo.

La proximidad urbana tiene el potencial de convertirse en una nueva norma de planificación para nuestras ciudades. Sin embargo, no debemos olvidar la potente fuerza de la economía en tanto motor de las urbes. Incluso desde una perspectiva socialdemócrata, es necesario reconocer las fuerzas del mercado, como ya lo indicó el famoso exalcalde de Londres, Ken Livingston. A muchos urbanistas y arquitectos les seduce la idea de la planificación a escala de barrio, pero esta tiene sus limitaciones. Debemos encontrar la forma en que ese concepto consiga hacer sinergias con el amplio efecto económico de la ciudad misma y que no se vuelva una herramienta de segregación.

Referencias

[1] Western Australian Planning Commission (enero de 2009), “Liveable Neighbourhoods. A Western Australian Government Sustainable Cities Iniciative”. Disponible en: https://www.wa.gov.au/system/files/2021-05/FUT_LN_Liveable_Neighbourhoods_update_02.pdf

[2] “The 15-minute city” (25 de enero de 2021). TED Talk de Carlos Moreno sobre la idea de ciudades de 15 minutos. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=TQ2f4sJVXAI.

[3] Leah Brooks (enero de 2024)  “Retail on the Ground and on the Books: Vacancies and the (mis)Match between Retail Activity and Regulated Land Uses”, George Washington University. Artículo disponible en: https://www.leahbrooks.org/leahweb/papers/20240202_japa_draft_submitted.pdf

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Bhendi Bazaar, Bombay: Inquietudes sobre el valor cultural de habitar y la pulcritud del progreso inmobiliario https://arquine.com/bhendi-bazaar-bombay-inquietudes-sobre-el-valor-cultural-de-habitar-y-la-pulcritud-del-progreso-inmobiliario/ Fri, 07 Jun 2024 17:48:52 +0000 https://arquine.com/?p=90840 Acompáñenme, queridas y queridos lectores, al año 2013. Lugar Bombay, Maharastra, India. Ya en otras ocasiones he compartido con ustedes algunos relatos y reflexiones sobre los espacios experimentados en aquel viaje. Hoy toca volver, específicamente al sector dentro de esa enorme ciudad conocido como Bhendi Bazaar. Imagine usted una trama urbana cuyo grano es complejo, […]

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Acompáñenme, queridas y queridos lectores, al año 2013. Lugar Bombay, Maharastra, India. Ya en otras ocasiones he compartido con ustedes algunos relatos y reflexiones sobre los espacios experimentados en aquel viaje. Hoy toca volver, específicamente al sector dentro de esa enorme ciudad conocido como Bhendi Bazaar.

Imagine usted una trama urbana cuyo grano es complejo, compuesto de sobreposiciones de trazos que obedecen a urbanizaciones independientes, que se van ligando con avenidas vehiculares en las que se prioriza la idea original, el flujo de vehículos, pero donde la realidad de polarizaciones socioeconómicas invita más bien al uso masivo de motocicletas.

El barrio no niega su origen de asentamiento obrero, construido aún bajo el gobierno colonial británico, pero la evolución permanente de las ciudades y la dinámica de sus habitantes le fueron transformando en un mercado que daba servicio a los colonos y que, ahora, es parte de la vida cultural de la mayoría musulmana. Actualmente la zona se encuentra, hay que señalarlo, entre las recomendaciones turísticas de la ciudad. En esa trama de capas sobrepuestas, una mezquita rompe el grano urbano con su dimensión y estructura, las calles internas tienen otra vida, otra dinámica, donde el comercio y la apropiación de la vía como espacio de tránsito peatonal, confrontan la velocidad de los vehículos. La comunidad ha vertido en el templo una gran cantidad de recursos: aquí se mueve mucho dinero y la fe de la gente lo aboca al espacio donde se hermana con su energía cósmica.

La arquitectura del lugar presenta una estructura general que oscila entre los dos y los cinco niveles, basada en marcos rígidos de concreto que se terminan en una piel cuya expresión combina el orden funcionalista con acentos decorativos que nos refieren a la tradición indomusulmana y culmina con tejados a cuatro aguas. Como ustedes pueden observar, el clima de una ciudad en latitud tropical, cobijada por una gran bahía, no es amable con este sistema constructivo si no se le da un mantenimiento constante, cosa que los inquilinos no siempre tienen posibilidad de hacer, o no tienen la prioridad de hacerlo, porque rentan su vivienda y consideran que es responsabilidad del propietario.

Así, las imágenes que comparto nos presentan una polaridad extraordinariamente interesante, tanto en las dinámicas espaciales del habitar, como en las sociales derivadas de dichos espacios.

Todo el valor cultural antes narrado se enfrenta, desde 2014, a una posible transformación radical. Como parte de la actividad del foro Holcim, a los participantes se nos presentó, en una audiencia privada, el proyecto por parte de arquitectos e inmobiliarios, para la reconversión de la zona. Desde un punto de vista estratégico y financiero, la nueva configuración urbana en grandes torres, que duplican, triplican o cuadruplican la escala actual, incluye a los habitantes actuales, al menos en idea, y utilizan la densidad vertical que multiplica de manera exponencial los metros cuadrados rentables de la edificación para hacer un buen negocio de inversión.

Así dicho, no suena tan mal. Ahora nos presentan la maqueta del proyecto, que comparto en imágenes, así como los planos generales proyectados en una pantalla (de esto no capturé fotografías para intercambiar con ustedes). La maqueta, como pueden ver, nos plantea la utopía del downtown americano, perfectamente coherente en la cultura financiera-urbana de Estados Unidos: vertical y preponderante en el paisaje, con una traza vial regular y “limpia”, en el que la dinámica peatonal de las calles mercado, como existen en el barrio actual, deja espacio a unos cuantos autos que parecieran circular tranquilamente por la vía, sin saturación de tránsito.

La venta de este imaginario parece convencer a la comunidad, al menos así nos lo transmitieron los equipos profesionales que nos invitaron a la presentación, un tanto sorprendidos porque la mayoría de los asistentes del foro cuestionamos seriamente el idealismo del modelo, confrontado con la riqueza socioeconómica y sociocultural de la realidad. Enamorados (tanto profesionales como comunitarios) por los escenarios ultraelitistas que han ido proliferando en otros países del continente asiático, derivados del exceso de ingresos por venta de hidrocarburos y que han sido promovidos hasta el cansancio por los instrumentos mediáticos de la globalidad, la actitud crítica que el otro grupo de profesionales, aquellos que asistimos a un foro cuya temática principal es la búsqueda de alternativas sostenibles y sustentables, parece ridícula, exagerada, desproporcionada.

Ustedes, estimadas lectoras y lectores, tendrán su propia opinión con puntos a favor o en contra, basados en su propia experiencia de vida.

La mía indica que, de hacerse la propuesta (aún no parece, según revisito la zona por imágenes satelitales, haber iniciado), las nuevas estructuras sociales, urbanas y arquitectónicas irán desplazando sin remedio a la población que, por generaciones, ha construido una identidad local inapelable. Se encarecerán los servicios, se restringirán los comercios callejeros y la gentrificación provocará una migración hacia otros territorios.

El progreso entendido solo desde la perspectiva de la pulcritud financiera, habrá recolonizado la colonia. Por otra parte, la inacción acentuará el proceso lento y paciente con el que el clima patina las edificaciones, con el peligro de convertirlas en ruinas inservibles y riesgosas. ¿Cómo se puede entonces evolucionar? ¿Cuáles son las otras alternativas? ¿Cómo se puede potenciar la riquísima dinámica de intercambio social y mercantil que ha dado personalidad y patrimonio al barrio y, al mismo, tiempo volver a dignificar la arquitectura preexistente que da grano y escala a la trama urbana?

Si, el bello idealismo siempre se enfrenta a la realidad, no importa si este visualiza solo la parte sublime de la interacción social, o la perfección técnico estética de la novedad urbano-arquitectónica. Las sociedades y los espacios se transforman de manera constante. Bhendi Bazaar no inició como un barrio mercantil, evolucionó en él, y su proyección y transformación futura son una incógnita que depende de múltiples factores y posturas. Cada vez que tomamos una decisión, el universo nos presenta miles de alternativas nuevas, situación que siempre debe darnos esperanza, pero ¿seremos capaces un día de entender los impactos sistémicos cuando las decisiones se toman por esquemas prejuiciados, predefinidos, y que solo aportan soluciones superficiales al complejo y orgánico fenómeno del habitar?

Sigamos caminando, sigamos charlando, sigamos compartiendo.

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Novísimas ciudades https://arquine.com/novisimas-ciudades/ Mon, 26 Feb 2024 19:11:01 +0000 https://arquine.com/?p=87872 La (i)lógica inmobiliaria está transformando las ciudades como si un Sulkas Perkunas (arquitecto diletante y visionario de la ciudad hecha de un solo edificio) en estado de desquiciamiento añadiera, sin ton ni son, pasajes nuevos a libros clásicos.

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La arquitectura, a pesar de lo que pudiera parecer desde afuera (y a veces en su propio interior), tiene una estrecha relación con los libros: como receptáculos de su historia, sus teorías y hasta sus ficciones; pasado, presente y futuro que pueden apreciarse en las dimensiones y volúmenes de la mancha tipográfica. Presentamos ahora, como parte de la producción editorial de Arquine 106  – Libros, este ensayo acerca de la lógica inmobiliaria que está transformando las ciudades como si un Sulkas Perkunas (personaje de Giovanni Papini caracterizado por ser un arquitecto diletante y visionario de la ciudad hecha de un solo edificio) en estado de desquiciamiento añadiera, sin ton ni son, pasajes nuevos a libros como la Ilíada, libretos de Shakespeare o las ensoñaciones de poetas como Jorge Cuesta y Salvador Novo.

Un edificio más 

Hace unos días nos invitaron a conocer un nuevo desarrollo inmobiliario sobre José María Vértiz, a media cuadra de Eugenia, en la Ciudad de México, con el fin de que invirtiéramos en las adecuaciones locativas para abrir un espacio destinado a la venta de alimentos y bebidas. Nos lo ofrecieron por “tan sólo” 30 mil pesos mensuales, más gastos de mantenimiento y, además, con la promesa de recuperar nuestra inversión desde el primer día. 

Llegamos al amanecer, antes de las ocho, y nos estacionamos sobre la avenida, que aún era un gran monstruo aletargado en ambas direcciones. Frente al local, comentamos la muerte de las palmeras por cierta plaga. En abril de 2022 desenterraron la que vivió durante un siglo en la glorieta de, precisamente, la Palma. Los viveros de Coyoacán tienen las suyas, hoy amarillas. Qué curioso: a los árboles, cuando mueren, se les desentierra. 

Local One es el nombre del desarrollo inmobiliario y antecede, por tanto, a Local Two, Three y los que sigan. La tirada de la empresa es construir conjuntos habitacionales para “personas de diferentes partes del mundo” y ser capaz de ofrecerles “la comodidad de desarrollar sus rutinas sin tener que abandonar el complejo”. ¿El tiraje de esta primera edición?: 45 departamentos “tipo estudio”, amueblados por GAIA. 

A Bobi le dolió la cabeza tras ver los murales de arte urbano, según nos confesó después en la cafetería de enfrente; María casi se desmaya sobre el mosaico indefendible de la terraza. Yo no dejaba de pensar en un cuento de Papini, mientras que el promotor nos hablaba de sinergias, de expansión, del mercado creciente en la Narvarte. ¿Por qué, habiendo tantos imperios gastronómicos —como Ojo de Agua o Delirio—, pensaron en nosotros, que ni sabemos cocinar? Más aún: ¿bajo qué criterios asociaron nuestro proyecto al suyo? 

Algo, en definitiva, hicimos mal. 

Portada de Gog de Giovanni Papini en 1931

Una ciudad en un edificio 

Sulkas Perkunas es el protagonista del cuento “Novísimas ciudades”, de Giovanni Papini. Arquitecto diletante, y acaso delirante, diseña proyectos de ciudades enteras. Su poética es inapelable: “¿Imagina usted a un poeta moderno que quiere introducir un verso suyo en medio de un canto de la Ilíada o una escena de su invención a la mitad de un acto de Shakespeare? Y, sin embargo, lo que se pide a los arquitectos modernos, y que éstos bellacamente realizan, es un absurdo de ese género.” 

Al multimillonario excéntrico Gog, protagonista de los cuentos de Papini, se le ofrecen varias opciones. Destaca una: la ciudad constituida por un solo edificio. Dice Perkunas: “Me di cuenta de que las viejas ciudades, creadas lentamente por culturas y épocas heterogéneas, eran ridículamente polítonas y, por mucho que se haga, irremediables. Ha llegado, según mi opinión, la era de la creación total y la ciudad diferenciada”. 

Imagino a Sulkas Perkunas como un Antonio Averlino o un Francesc Eiximenis de nuestros tiempos, al que se le caen los pergaminos de su maletín, los tachonea, traza nuevos planos de una ciudad mágica. Averlino describió en 25 volúmenes la imaginaria Sforzinda (Trattato d’Architettura, 1464). Eiximenis también aportó el diseño de una ciudad ideal (Dotzè del Crestià, 1392) que resonaría, décadas después, en la utopía de Tomás Moro. 

Sulkas Perkunas también podría ser el barón Haussmann, Le Corbusier, Frank Lloyd Wright. Su consigna es la misma: construir novísimas ciudades. Habría que desenterrar los cimientos, erigir la ciudad definitiva como se compone, desde cero, una sinfonía. Eso diría Perkunas. Qué curioso (parte 2): a los edificios, cuando mueren, también se les desentierra. 

Pianta di Sforzinda

Parafraseando a Percy 

“La poesía no es ningún poder que se ejerce de acuerdo con los designios de la voluntad. Ningún hombre puede decir: voy a componer una poesía”, decía Percy B. Shelley en su Defensa de la poesía. 

Entonces, tal vez, ningún hombre puede decir que va a construir una ciudad. [1] 

Otra de poetas… y campesinos 

En la república de Platón los poetas no tienen cabida; en la ciudad de Eiximenis, los campesinos tampoco. Alguna vez escribió Rimbaud: “la mano en la pluma equivale a la mano en el arado”. ¿Coincidencia? Uno de los dos filósofos dijo de ellos: “Son bestiales y rústicos y orates y sin razón, y bestias fuertes maliciosas”. 

En el centro de la Ciudad de México abundaban de esos a inicios del siglo XX: Villaurrutia, Novo, Gorostiza, Pellicer, y, antes de ellos, un tal López Velarde que, adelantado a su tiempo, trajo a cuestas su propia campiña sagrada: “Me contó el campanero esta mañana / que el año viene mal para los trigos. / Que Juan es novio de una prima hermana / rica y hermosa. Que murió Susana.” [“El campanero”] 

Después de él, comenzó a llegar al naciente espacio urbano el campesinado mexiquense, poblano, tlaxcalteca, hidalguense. El lugar propio de las relaciones dejó de ser el orbe rural, la vida agrícola de donde el hombre robó el fuego y la técnica ancestral a sus antiguos dioses. La ciudad fue sitio del naciente progreso. 

Entonces ocuparon las viviendas más accesibles: casonas, casitas, casuchas y hasta claustros transformados en vecindades. A muchos ya no les alcanzó para vivir en el centro y se asentaron en las periferias. Campesinos, maestros de historia y geografía, tahúres, pulidores de lápidas, colocadores de alfombras, electricistas: sospecho que ninguno contrató los servicios especializados de un arquitecto. 

En aquel México de los 40, cada quien desarrolló y estabilizó su casa. Tal vez los agricultores, al salir de sus provincias, llevaron consigo la simple ciencia del centeno, la rosa primitiva, su tosca poética del mundo que desde siempre les dictó en secreto las claves de la argamasa, el amasijo y los adobes. Anónimos campesinos auto construyeron colonias enteras. (Quizá por eso Eiximenis sonó la alerta para excluirlos.) 

Años después, durante la industrialización del México moderno, el antiguo campesinado trabajaba ya en las inmediaciones del ferrocarril de Cuernavaca, donde los empresarios asentaron algunas de las primeras fábricas: General Motors, Chrysler, General Tire. En tan sólo unas décadas (1940-1980), la población había crecido como en ningún otro momento de la historia nacional. En ese entonces, quizá la ciudad perteneció en uso a la clase trabajadora, que trazó, al andar, su propia geografía, su historia de clase. 

Portada “Modernidad y blanquitud” Edición de Bolsillo de Bolivar Echeverría. Ediciones Era

Ciudad en blanco 

Como pensaría Sulkas Perkunas, el crecimiento y la expansión de una ciudad ideal supone arrasar con lo existente. Los pobres primero. 

A finales de los 50, el alcalde de la ciudad, Ernesto Uruchurtu, mandó a construir la prolongación Paseo de la Reforma, casi que influido por los grandes bulevares de Haussmann en París. Ah, los árboles escuetos, las grandes vidrieras iluminadas, “la foule que se agita bajo la luz caliente de los mecheros”. [2] ¡Y la nieve, claro, la nieve que cae como arrojada por un arpa telúrica! 

El funcionario desarticuló con dicha obra una de las colonias más populares y típicas del centro, la Guerrero, que tan importante había sido para la reproducción de la identidad urbana en ciernes. Desde ese momento, algunos dicen que se acentuó un proceso de deterioro y abandono que luego se hizo evidente en otros barrios del centro. Con el paso del tiempo, la ciudad se volvió obsoleta. 

Interesante la opinión de Bolívar Echeverría: en esos mismos años 50, la Ciudad de México recibió otro agravio mayor cuando sus gobernantes decidieron extirpar al centro su nervio intelectual y cultural, para congregarlo en un lugar retirado, que fue la Ciudad Universitaria. “Esa conexión íntima”, escribió Echeverría en uno de sus ensayos de Modernidad y blanquitud: que existía entre la vida intelectual y la del conjunto de la sociedad en el centro de la ciudad de México sufre un golpe definitivo cuando, cortada como con bisturí, la primera es trasladada y concentrada en el campus de la Ciudad Universitaria mientras la segunda queda abandonada culturalmente a la manipulación televisiva. Aparece una ruptura entre la ciudad y su alta cultura, su “intelectualidad”. [“El 68 mexicano y su ciudad”, 2010] 

No sorprende que los años 70 fueran, en respuesta, un período de intensa actividad y protesta laboral, de organización de sindicatos estudiantiles, de un creciente despertar democrático tanto en áreas urbanas como en organizaciones campesinas. La Unión de Vecinos de la Colonia Guerrero tal vez reclamaba su derecho a una ciudad —una geografía, una historia de la clase obrera— que les había sido arrancada en aras del progreso. 

En las décadas siguientes, debido al alto costo del suelo y las rentas, más de un millón de habitantes emigraron hacia Chimalhuacán, Ciudad Nezahualcóyotl, Valle de Chalco, Ixtapaluca. Aumentó, por supuesto, el tráfico. La desindustrialización causada por un nuevo modelo económico trajo consigo el cierre de General Motors, Chrysler, General Tire. Y solos, como las fábricas, también los edificios de uso habitacional. 

La ciudad, de noche, quedaba vacía cuando los trabajadores regresaban a su casa GEO, o ARA, ciudad-dormitorio, Ciudad de la Igualdad Perfecta, que, dicho sea de paso, también aparece en el Gog de Papini: “Está formada por millares de casas absolutamente iguales: de la misma altura, del mismo estilo, del mismo color, con el mismo número de ventanas y cuartos.” 

En fin. Cuando se es de imaginación corta, una ciudad en blanco es ideal para los ejercicios de baldía especulación. 

 

La última de campesinos 

No dejo de pensar en la casa de López Velarde y en el grupo de campesinos que quizá la construyó. 

A Efraín Huerta un verso de Borges se la recordaba: “el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe”; y este, a su vez, lo llevaba a un verso de Discépolo: “Pobre mina que nació en un conventillo, / con los pisos de ladrillo, el aljibe y el parral”. Yo quisiera imaginarla con los ojos de Salvador Novo cuando describe la que habitó, de niño, en Jiménez (Chihuahua): 

Nuestra casa era una de las más grandes. Tan holgada, en realidad, para los tres que la habitábamos que no estaba toda amueblada, ni visitábamos todos sus amplios cuartos sino cuando, por la noche, mi padre los recorría con una luz en la mano para cerciorarse de que estuvieran cerradas todas las ventanas y todas las puertas […] El patio central de la parte principal de la casa, al que daban todas las habitaciones, tenía un brocal de pozo cerca del comedor, y un jardincillo rústico, que prosperaba sin cuidado en aquel clima agradable y fecundo. 

Sea como sea, sigue en pie. 

En los altos círculos del poder político y económico se decidió que la ciudad crecería hacia lo alto y aprovecharía los “vacíos ociosos” que dejó el terremoto de 1985. La reconstrucción de la ciudad quedó en las manos, una vez más, del campesinado que, según algunas estimaciones, ascendió a 73 mil hombres. En año y medio construyeron casi 40 mil viviendas del mismo tipo y tamaño; rehabilitaron 7 mil más. 

Imagino que uno de los campesinos dice, con la vista al cielo: “el año viene mal para los trigos”. Y otro le responde: “aguántate a las lluvias del verano”. 

 

Sulkianas 

—Equipada para albergar a pobres o ricos, la microvivienda incluye dos recámaras, sala, baño, cocina y área de servicio en tan sólo 22 metros.2 La única diferencia será la localización: unas, por supuesto, en exclusivas zonas céntricas de smart cities dotadas de infraestructura y servicios urbanos de punta; las otras, para qué decirlo. 

“O la ciudad del novísimo Renacimiento, simétrica, conciliada con la euclidiana geometría, de clásicas proporciones, sin fallas ni fisuras ni pobres: una ‘ciudad compacta’ en una línea recta que se extiende auráticamente a lo largo de 120 kilómetros en el desierto árabe. 

“O bien, si lo prefiere, una ciudad fantasma en China, para el sujeto nuevo del mañana…” 

La última de poetas 

De haber sido mexicano, seguro que a Jorge Cuesta lo hubiese incluido en la Antología de la poesía moderna mexicana (1928), que, por cierto, él y otros poetas discutieron en la calle República de Brasil número 42, en el centro histórico de la Ciudad de México. Sin embargo, nació chileno (y también así murió). Más aún, el poema que transcribo es de 1950, año en que Luis Buñuel presentó Los olvidados; tantito antes, Novo publicó Novísima grandeza mexicana (1946). Aunque no pareciera, hablaban de la misma ciudad. Sin más: 

Cuando el hombre dejó las madrigueras
de la turbina, cuando desprendió
los brazos de la hoguera y decayeron
las entrañas del horno, cuando sacó los ojos
de la rueda y la luz vertiginosa
se detuvo en su círculo invisible,
de todos los poderes poderosos,
de los círculos puros de potencia,
de la energía sobrecogedora,
quedó un montón de inútiles aceros
y en las salas sin hombre, el aire viudo
el solitario aroma del aceite.
[Pablo Neruda, Canto general] 

Qué curioso (parte 3): a un poeta, cuando muere, tal vez lo entierra un campesino.  

Cada época tiene a su poeta. ¡Ah, y el frío ardiente que hacía! 

Hace mucho tiempo 

Tuve una amiga que, al parecer, buscaba una ciudad en un hombre. 

 

Referencias

[1] Breve lista de hombres, y una mujer, que quizá se dijeron a sí mismos “voy a construir una ciudad”: Hernán Cortés, Rómulo, Antonio Averlino, Francesc Eiximenis, Rodrigo Sánchez de Arévalo, Alonso García Bravo, Georges-Eugène Haussmann, Le Corbusier, Oscar Niemeyer, Bernhard Förster y Elisabeth Förster-Nietzsche, Vitrubio, Ahmed Shah I, Josep Lluís Sert, Frank Lloyd Wright, Mohammed ben Salman, Sulkas Perkunas… 

[2] Esta referencia pertenece a una reseña publicada en 1902 en Revista Moderna, citada por José Mariano Leyva en su artículo “Terreno hostil. La ciudad de México a través de los ojos decadentes”. Compilado en Diario de campo, año 3, número 13 (2013), INAH. 

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Ficciones, monstruos y arquitectura https://arquine.com/ficciones-monstruos-y-arquitectura/ Fri, 07 Jul 2023 08:00:10 +0000 https://arquine.com/?p=80360 De los bestiarios mitológicos a las crisis contemporáneas, las ciudades (y quienes las construyen) viven y trabajan a un lado de lo imaginario. Ante los inminentes cambios climáticos, ¿es una estrategia dejar de construir?

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Los mapas incluyeron en sus precisiones cartográficas a los monstruos de las zonas inexploradas. Además de las coordenadas oceánicas y de las aproximaciones topográficas de islas lejanas, en la representación del mundo aparecía un bestiario que se nombraba como un peligro real para los navegantes. Lo tangible de la exploración (y del extractivismo que esto implicaba) se fundía con una narrativa. Si los códigos militares de, digamos, Bernal Díaz del Castillo estaban mediados por la novela de caballerías medieval, quienes se adentraban en los océanos se enfrentaban a una aventura que legitimaba tanto sus misiones como su representación de la tierra.  De alguna manera, los monstruos operaban como unidades de medida que cifraban un espacio que existía para ser conquistado.

En Las ciudades invisibles, Italo Calvino imagina un escenario distinto, si no es que contrario, a las batallas que misioneros y soldados tuvieron en el océano. El emperador Kublai Kahn ha transitado del “orgullo por la amplitud desmesurada de los territorios que hemos conquistado, a la melancolía y al alivio de saber que pronto renunciaremos a conocerlos y a comprenderlos”. Kublai Kahn sólo escucha los relatos que el viajante Marco Polo le hace sobre las ciudades que se encuentran en sus dominios. Tomando como punto de partida El libro de las maravillas de Marco Polo, el libro de Calvino es el reverso de un libro de viajes donde los datos que se acumulan del imperio (el escenario cartográfico) son en realidad una serie de ejercicios imaginativos sobre las dinámicas que pueden darse en lo que conocemos como un entorno urbano, con el único fin de saber que la ciudad está hecha de las “relaciones de las medidas de su espacio y los acontecimientos de su pasado”. Para una ciudad no sólo importa lo construido, sino lo que ocurre, y esto no sólo responde a sus ritmos cotidianos sino también a su imaginario: los monstruos que piensa que se encuentran fuera de sus límites.

En una conferencia dictada en 1983 en la Universidad de Columbia, Calvino habló de los acontecimientos futuros que, desde ese entonces, comenzaban a asediar al espacio de las ciudades y se volvían las criaturas que señalaban los peligros ya no para el conquistador, sino para quienes habitaban las metrópolis del mundo. “¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades”, dijo. “Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y Las ciudades invisibles son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles. Se habla hoy con la misma insistencia tanto de la destrucción del entorno natural como de la fragilidad de los grandes sistemas tecnológicos que pueden producir perjuicios en cadena, paralizando metrópolis enteras. La crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza.”  Posteriormente, Calvino menciona que no es un escritor de distopías apocalípticas. “Lo que le importa a mi Marco Polo es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades que pueden valer más allá de todas las crisis”. En sus hojas de ruta, la arquitectura también ha trazado el rostro de diversas adversidades que a veces tienen el aura del bestiario mitológico. Por ejemplo, la vivienda colectiva moderna resolvería algunas de contradicciones y necesidades sociales que son propios de los ámbitos urbanos. El conflicto quedaría subsanado mediante la creación de espacios comunes. Actualmente, la crisis climática plantea una serie de aristas que se han nombrado como “retos” y “cuestionamientos” para una disciplina que busca volver a marcar el mejor camino para un futuro cada vez menos imaginario. Se plantea la idea de sustentabilidad, aun cuando estas estrategias de diseño no tengan un impacto directo para revertir los efectos de una historia larga que inició, precisamente, cuando los exploradores comenzaron a adueñarse de otras latitudes en nombre de una ficción: el poder. Y sobre esta ficción se erigieron muchas ciudades.

Probablemente, la melancolía de Kublai Kahn, lejos de ser un gesto de resignación, tenga un potencial productivo (y tal vez subversivo). Ya no se trata de construir para ampliar los dominios de un imperio. Es momento de escuchar la historia del mundo, de sus habitantes y de su naturaleza. Volver a entender por qué y cómo vivimos en estos sitios llamados ciudades para que las inminentes crisis no intenten resolverse con las mismas herramientas de los reyes y los ejércitos.

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La arquitectura en la modernidad latinoamericana https://arquine.com/academia/la-arquitectura-en-la-modernidad-latinoamericana/ Wed, 26 Apr 2023 08:07:50 +0000 https://arquine.com/?post_type=academia&p=78050 Introducción Latinoamérica es cuna de esperanzas. Reiteradamente, a lo largo del siglo pasado, se trataron de identificar nuevas vetas creativas que entrelazan culturas, hilvanan rasgos panamericanos o signos de identidad entre países disconexos, aunque hermanados por lenguas comunes.  Las ideas que definieron la modernidad, gestadas en buena medida en aulas europeas o en los restiradores […]

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Introducción

Latinoamérica es cuna de esperanzas. Reiteradamente, a lo largo del siglo pasado, se trataron de identificar nuevas vetas creativas que entrelazan culturas, hilvanan rasgos panamericanos o signos de identidad entre países disconexos, aunque hermanados por lenguas comunes. 

Las ideas que definieron la modernidad, gestadas en buena medida en aulas europeas o en los restiradores de la Bauhaus o del taller de Le Corbusier, encontraron un territorio fértil en Latinoamérica, donde finalmente se construyó la modernidad. En Latinoamérica se construyó una simbiosis entre las ideas fundacionales de la modernidad y sus legados prehispánicos, tropicalizando herencias europeas y americanas con la incorporación de tradiciones y técnicas vernáculas.

Los seis módulos de este programa narrarán, desde distintas perspectivas nacionales, las realidades de una modernidad que detonó la transformación de la arquitectura y de las ciudades latinoamericanas. Un programa para toda la república mexicana e interesados internacionales, ya que, el formato es virtual.

Horario | Viernes de 16h a 18h y sábados de 11h a 13h (horario de la Ciudad de México)

Programa

Formato virtual

Venezuela

Sábado 8 de julio

Paulina Villanueva 

Perú

Viernes 14 de julio

Paulo Dam 

Brasil

Sábado 15 de julio 

Carlos Eduardo Comas

Chile

Viernes 21 de julio

Rubén Muñoz Rodríguez

Argentina

Sábado 22 de julio

Florencia Rodríguez


Profesores e invitados

Carlos Eduardo Comas

Estudió arquitectura en Porto Alegre, Filadelfia y Paris. Profesor en la Universidad Federal do Río Grande do Sul, fue coordinador del Proyecto Laboratorio de Arquitectura Urbana de su Programa de Posgrado en Arquitectura. Sus obras incluyen el Mercado Central (con Claudio Araujo, Carlos Maximiliano Fayet y Eladio Dieste) y algunas residencias y galerías de arte […]

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Paulo Dam Mazzi

Doctor en arquitectura por la Universidad Católica de Lovaina (2009), profesor principal de la Universidad Católica del Perú en el área de diseño y teoría. Ha publicado como coautor «Post Ilusiones. Nuevas visiones. Arte crítico en Lima 1980-2006» y «Modelando el Mundo. Imágenes de la arquitectura precolombino». Ha editado el libro «Lacan. Arquitectura». Curador de […]

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Rubén Gallo

Es autor de varios libros sobre la cultura moderna del sigloxxy los intercambios culturales entre Europa y América Latina:Máquinas devanguardia(Sexto Piso, 2017),Freud en México: Historia de un delirio(Fondode Cultura Económica, 2020) yLos latinoamericanos de Proust(Sexto Piso,2020). Ha publicado dos novelas:Teoría y práctica de La Habana(JUS, 2017)yMuerte en La Habana(Vanilla Planifolia, 2021). Su próximo libro será […]

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Rubén Muñoz Rodríguez

Arquitecto por la Universidad del Bío-Bío, premio Escuela de Arquitectura y Rodulfo Oyarzún Philippi (Concepción, Chile). Doctor en Arquitectura por la ETSA de la U. de Sevilla. Desde el año 2005 se desempeña como profesor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Bío-Bío, donde dicta la cátedra de Proyectos. Ha realizado investigaciones y […]

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Florencia Rodríguez

Formada como arquitecta y fundadora de las revistas PLOT y -NESS, ha dedicado su carrera a la edición, la escritura y la docencia. En esta trayectoria, fue becaria Loeb y profesora de arquitectura en Harvard GSD. A través de su trabajo, enfocado en la difusión de nuevas narrativas y la exploración de formas alternativas de […]

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Paulina Villanueva

Arquitecta y profesora agregada de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, donde ha ocupado los cargos de profesora de Proyectos y Teoría de la Arquitectura, directora del Centro de Información y Documentación, coordinadora del Departamento de Diseño y directora de la Escuela de Arquitectura. Es autora del libro  Villanueva en […]

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]]> Repensando las ciudades, desde sus bases https://arquine.com/repensando-las-ciudades-desde-sus-bases/ Mon, 16 Sep 2019 05:20:34 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/repensando-las-ciudades-desde-sus-bases/ Nuevo trabajo en antropología, arqueología y psicología muestra cuán similares somos a los antiguos cazadores-recolectores y lo que esto significa para una comprensión más radical de las ciudades del siglo XXI.

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Las ciudades empiezan en la mente —o así lo pensó Elias Canetti.[1] Los antiguos cazadores-recolectores debieron haber considerado la existencia de colectivos mucho más grandes de aquellos en los que vivían. La prueba, creía, se encontraba en los muros de las cuevas, donde con fidelidad representaban especies que se movían juntas en masas innumerables. Sin duda también consideraron la ilimitada sociedad de los muertos, superando en número a los vivos por órdenes de magnitud. Canetti especuló que las ciudades empezaban en la mente de “masas invisibles”, cuando la gente sólo podía imaginar sus propias sociedades escalando para rivalizar con otros colectivos. Avances actuales en la antropología, la arqueología y el estudio del conocimiento humano nos permiten ver que el autor búlgaro-austriaco-británico andaba tras de algo.

De estudios sobre cazadores-recolectores modernos, obtenemos la idea de que nuestra capacidad de cohesión social evolucionó en el contexto de pequeños grupos de recolectores que comprendían entre 25 y 50 personas en relación de estrecho parentesco. Cuando los recolectores se unían en grupos mayores —para compartir comida, conocimiento, trabajo o encontrar pareja— se supone que esos pequeños grupos eran los bloques para construir algo mayor. Si evolucionamos para interactuar en grupos tan estrechamente unidos, entonces vivir en grandes sociedades —ciudades, naciones y más— va en contra de la línea evolutiva y debe requerir todo tipo de andamiaje de apoyo para lograr que funcione: la invención de la burocracia, del gobierno central, de las agencias especializadas de aplicación de la ley, etc.[2] Ese modelo estándar de una “sociedad humana tradicional” es hoy un poco más complicado. Sabemos también que está equivocado y que es importante ver por qué, pues eso empieza a mostrar lo que podría ser realmente universal acerca de la cohesión en las sociedades humanas.

La historia evolutiva convencionalmente inicia con grupos discretos de recolectores “anidados” dentro de una jerarquía. ¿Qué quiere decir esto? La idea básica es que las unidades sociales elementales se replican a una variedad de escalas, como fractales en la naturaleza o en las matemáticas; pero a diferencia de los fractales en matemáticas, que no tienen límite superior, el crecimiento de los fractales sociales está supuestamente limitad por un rango de factores inherentes, o al menos ese ha sido el conocimiento académico tradicional por mucho tiempo. La unidad más básica de la sociedad humana “antigua” se suponía era la familia basada en la unión de una pareja, que invertían de manera compartida en su descendencia para formar “grupos residenciales” más grandes, de unas 100 o 150 personas. La cercanía biológica era el criterio óptimo de inclusión, así que en su composición, estos grupos residenciales se suponía que eran parecidos a familias nucleares o sus extensiones. Al formarse estos grupos mayores, o así va la teoría, las ligas sociales que los unían se debilitaban y surgía el conflicto. Entre mayor el grupo, menos estable resultaba. Los cazadores-recolectores actuales se supone que son un ejemplo de este tipo de sistema social primordial; pero ahí aparece el gusano en la manzana.

Nuevos estudios en la demografía de cazadores-recolectores de nuestros días —haciendo comparaciones estadísticas de una muestra global de casos, como los hazda en Tanzania y los martu australianos— muestra que las estructuras sociales “anidadas” no existen realmente.[3] El problema clave reposa en la composición de los “grupos residenciales”. Resulta que, revisándolos de cerca, el parentesco biológico primario es menor al 10% del total de los miembros. Muchos participantes provienen de un campo más amplio de individuos que no comparten relaciones genéticas cercanas, están esparcidos en amplios territorios e incluso puede que no hablen la misma primera lengua. Potencialmente incluyen a todos aquellos que se reconocen mutuamente como hadza, martu, baYaka, !Kung San, etc.

Todo lo anterior puede parecer contrario a la intuición. Es como si las sociedades modernas de recolectores existieran simultáneamente en dos escalas radicalmente distintas: una de lazos estrechos y otra virtualmente sin límites, con muy poco entre las dos. Pero desde un punto de vista cognitivo, ese es precisamente el punto. La capacidad neurológica de cambiar entre escalas es lo que hace que la cognición humana sea notablemente distinta a la de otros primates.[4] Los recolectores actuales no son diferentes en ese sentido de los habitantes de las ciudades modernas o de los antiguos cazadores-recolectores. Todos tenemos la capacidad de sentir ligas con millares de otros que puede que nunca conozcamos: tomar parte en una macro-sociedad, que existe la mayoría del tiempo como “realidad virtual” –un mundo de relaciones posibles, con sus propias reglas, papeles y estructuras que se mantienen en la mente y que son actualizadas mediante el trabajo cognitivo de la producción de imágenes y rituales. Los recolectores pueden existir a veces en pequeños grupos, pero no viven en sociedades a pequeña escala —y probablemente jamás lo han hecho.

Nada de lo anterior equivale a decir que el tamaño absoluto de una población no importa en la evolución social. Lo que significa es que no importa en las maneras que solemos asumir. En al menos un sentido, Canetti tenía razón. La sociedad de masas existe en la mente antes de que se vuelva una realidad física; y crucialmente, también existe en la mente después de convertirse en una realidad física. Las ciudades son un caso particular. Son cosas concretas, pero nunca estables. La gente se mueve constantemente y entran y salen de nuestra vista, a veces de manera cotidiana o por temporadas o festividades, para visitar a parientes en otros lugares, para realizar encuentros de negocios, etc. Sin embargo, las ciudades tienen una vida que trasciende todo esto. Eso no se debe a los números absolutos. Se debe a que comúnmente pensamos y actuamos como gente que pertenece a la ciudad —como partes de un cuerpo civil, como londinenses o neoyorquinos. Como lo plantea el distinguido sociólogo urbano Claude Fisher:

La mayoría de los habitantes de la ciudad llevan vidas sensibles circunscritas, raramente van al centro, no conocen zonas de la ciudad en las que ni viven ni trabajan y ven (en cualquier sentido sociológicamente significativo) sólo a una pequeña fracción de la población de la ciudad. Ciertamente, pueden en alguna ocasión —durante las horas pico, juegos de futbol, etc.— estar en la presencia de miles de extraños, pero eso no tiene necesariamente ningún efecto directo en sus vidas personales. […]Los urbanitas viven en pequeños mundos sociales que se tocan pero no se interpenetran.[5]

Todo lo anterior aplica en igual medida a las ciudades antiguas (como dijo Aristóteles de Babilonia, “su captura, dos días después, aun era desconocida para una parte de la ciudad.”) Estas observaciones se hicieron hace mucho tiempo, y pueden parecer obvias, pero colocarlas a la luz de debates evolutivos resulta importante pues arrojan dudas sobre algunas convicciones fuertemente arraigadas sobre cómo se originaron las ciudades y en lo que pueden convertirse.

¿Resultaba vivir en ciudades un reto difícil para que lo venciera nuestra especie, causando todo tipo de nuevas tensiones sociales, obligándonos a inventar soluciones a problemas sin precedentes? Para algunos, es ahí donde la “complejidad social” realmente inicia, con la forja de instituciones y tecnologías para hacer posible la vida organizada a escala urbana. Para otros, significa el punto en el que tuvimos que renunciar a libertades básicas para evitar el caos, delegando nuestro futuro a nuevas clases de administradores, sacerdotes, reyes y políticos-guerreros que tomaran decisiones por nosotros y mantuvieran el orden. Como hemos visto, los estudios evolucionistas apuntan ahora en la dirección opuesta: vivir en ciudades puede no haber sido difícil o contra-intuitivo de ningún modo, pues las ciudades son cierto tipo de grupo ilimitado y —desde el punto de vista de la cognición  humana— vivir en grupos sin límites es efectivamente lo que siempre hemos estado haciendo.

¿Pero qué hay de la evidencia real de ciudades antiguas? Desde al menos los días de Gordon Childe, celebrado arqueólogo en la primera mitad del siglo XX, los estudiosos han tratado de identificar trazos universales de evolución social, asociados con la nueva escala de las poblaciones urbanas. Asentamientos habitados por decenas de miles de personas aparecieron por primera vez en la historia humana hace unos 6,000 años. En los más antiguos ejemplos en cada continente, encontramos las semillas de nuestras ciudades modernas; pero en tanto esos ejemplos se multiplican y nuestro entendimiento de los mismos aumenta, la posibilidad de acomodarlos todos en una esquema evolutivo claro disminuye. No es sólo que algunas ciudades antiguas carezcan de las características esperadas de división de clases, monopolios de la riqueza y jerarquías administrativas. La imagen que surge sugiere no sólo variabilidad, sino experimentación consciente de la forma urbana, desde el momento mismo de su origen. Intriga que mucha de esa evidencia va en contra de la idea de que las ciudades marcaron una “gran ruptura” entre ricos y pobres, conformada por los intereses de las elites gobernantes.

De hecho, sorprendentemente pocas de las primeras ciudades muestran signos de regímenes autoritarios. No hay evidencia de la existencia de monarquías en los primeros centros urbanos del Medio Oriente o del sur de Asia, que datan del cuarto y temprano tercer milenio antes de nuestra era. Incluso antes del origen de la monarquía en Mesopotamia, fuentes escritas nos dicen que el poder en las ciudades permaneció en las manos de concejos y asambleas populares que se autogobernaban. En otras partes de Eurasia encontramos evidencia persuasiva de estrategias colectivas, que promovieron relaciones igualitarias en aspectos clave de la vida urbana desde un inicio. En Mohenjo-Daro, una ciudad con tal vez 40,000 residentes, fundada en las orillas del Indo alrededor del 2600 antes de nuestra era, la riqueza material estaba separada de la autoridad religiosa y política, y gran parte de la población habitaba viviendas de gran calidad. Mil años antes, en Ucrania, asentamientos prehistóricos ya existían en una escala similar, pero sin evidencia asociada de construcciones monumentales, una administración central o marcadas diferencias en cuanto a riqueza. Al contrario, encontramos ordenamientos circulares de casas, cada una con su jardín anexo, formando barrios alrededor de salas de asamblea; un patrón urbano de vida, construido y mantenido de abajo hacia arriba, que duró en esa forma más de ocho siglos.[6]

 

Un patrón similar de experimentación surge de la arqueología en las Américas. En el Valle de México, a pesar de décadas de búsqueda activa, no se ha encontrado evidencia de una monarquía en los restos de Teotihuacan, que tuvo sus días de gloria alrededor del año 400 de nuestra era. Tras una fase temprana de construcción monumental, que erigió las pirámides del Sol y de la Luna, la mayoría de los recursos de la ciudad se canalizaron a un prodigioso programa de vivienda pública, proporcionando apartamentos multifamiliares para sus residentes. Dispuestos en una trama uniforme, estas villas construidas en piedra —con sus finamente aplanados pisos y muros, servicios integrales de drenaje y patios centrales— estaban disponibles para los ciudadanos sin importar su riqueza, estatus o etnia a la que pertenecieran. En un principio los arqueólogos consideraron que estas construcciones eran palacios, hasta que se dieron cuenta de que prácticamente toda la población de la ciudad (todos los 100,000 habitantes) vivían en esas condiciones “palaciegas”.[7]

Un milenio después, cuando los europeos llegaron por primera vez a Mesoamérica, encontraron una civilización urbana de sorprendente diversidad. La monarquía era visible en las ciudades, pero moderada por el poder de guardianes urbanos conocidos como calpulli, quienes se turnaban para cumplir con las obligaciones del gobierno municipal, distribuyendo los cargos más altos entre un amplio sector del altepetl (o ciudad-estado). Algunas ciudades tendían al absolutismo, pero otras experimentaban con un gobierno colectivo. Tlaxcala, en el valle de Puebla, fue muy lejos en esa última dirección. Al llegar, Cortés la describió como una Arcadia comercial, donde “el orden del gobierno hasta ahora observado entre las gentes se parece mucho a las repúblicas de Venecia, Génova y Pisa, pues no hay un señor supremo.” La arqueología confirma la existencia de una república indígena, donde las estructuras más imponentes no eran palacios o templos-pirámide, sino las residencias de ciudadanos comunes, construidas alrededor de plazas en barrios con características uniformemente de alta calidad y elevadas sobre grandes terrazas.[8]

La arqueología contemporánea muestra que la ecología de las primeras ciudades era también mucho más diversa y menos centralizada de lo que alguna vez se pensó. La jardinería y crianza de animales a pequeña escala eran comúnmente centrales en sus economías, como también los recursos de ríos y mares, y la caza y recolección de alimento silvestre en los bosques o humedales, dependiendo el lugar en que se encontraran en el mundo.[9] Lo que gradualmente aprendemos de la historia de los primeros habitantes de las ciudades es que no siempre dejaron una huella dura en el ambiente o sobre cada una; y ahí también hay un mensaje contemporáneo. Cuando los urbanitas de nuestros días toman las calles reclamando el establecimiento de asambleas ciudadanas para atacar los problemas del cambio climático, no están yendo contra el desarrollo de la historia o de la evolución social, sino que siguen su curso. Nos reclaman un poco de la chispa de creatividad política que en principio dio vida a las ciudades, con la esperanza de discernir un futuro sustentable para el planeta que compartimos.


Notas:

1.Canetti, Elias, 1981. Muchnik Editores, Barcelona.

2. Dunbar, Robin I.M. 2010. How Many Friends Does One Person Need? Dunbar’s Number and Other Evolutionary Quirks. Cambridge, MA, Harvard University Press.

3. Bird, Douglas W. et al. 2019.  “Variability in the organization and size of hunter-gatherer groups: foragers do not live in small-scale societies.” Journal of Human Evolution 131: 96-108; véase también Hill, Kim et al. 2011. “Coresidence patterns in hunter-gatherer societies show unique human social structure.” Science 331: 1286–1289; David Wengrow y David Graeber. 2015. “Farewell to the childhood of man: ritual, seasonality, and the origins of inequality.” (The Henry Myers Lecture). Journal of the Royal Anthropological Institute 21 (3): 597–619.

4. Bloch, Maurice. 2013. In and Out of Each Other’s Bodies: Theory of Mind, Evolution, Truth, and the Nature of the Social. Boulder, Co.: Paradigm.

5. Fischer, Claude S. 1977. “Comment on Mayhew and Levinger’s ‘Size and the density of interaction in human aggregates’.” American Journal of Sociology 83 (2): 452–455.

6. Mieroop, Marc Van De. 2013. “Democracy and the rule of law, the assembly, and the first law code,” en H. Crawford (ed.), The Sumerian World. Abingdon; New York: Routledge, pp. 277–289; Possehl, Gregory L. 2002. The Indus Civilization: A Contemporary Perspective. Walnut Creek: Altamira; Wengrow, David. 2015. Cities before the State in Early Eurasia. (The Jack Goody Lecture). Halle: Max Planck Institute for Social Anthropology; Chapman, John, Bisserka Gaydarska y Duncan Hale. 2016. “Nebelivka: assembly houses, ditches, and social structure.” En J. Müller et al. (eds.), Trypillia Mega-Sites and European Prehistory, 4100–3400 BCE. London and New York: Routledge, pp. 117–132.

7. Froese, Tom, Carlos Gershenson and Linda R. Manzanilla. 2014. “Can government be self-organized? A mathematical model of the collective social organization of ancient Teotihuacan, Central Mexico.” PLOS One 9 (10): e109966; Robb, Matthew H. 2017. Teotihuacan: City of Water, City of Fire. San Francisco: Fine Arts Museums of San Francisco and University of California Press.

8. Fargher, Lane, Richard E. Blanton, and Verenice Y Heredia Espinoza. 2010. “Egalitarian ideology and political power in prehispanic Central Mexico: the case of Tlaxcalan.” Latin American Antiquity 21 (3): 227–251; Fargher, Lane et al. 2011. “Tlaxcallan: the archaeology of an ancient republic in the New World.” Antiquity 85: 172–186.

9. Pournelle, Jennifer. 2003. Marshland of Cities: Deltaic Landscapes and the Evolution of Mesopotamian Civilization. University of California: San Diego.


David Wengrow es arqueólogo y autor de los libros What Makes Civilization? y The Origins of Monsters. Este ensayo se publicó originalmente en inglés y aparece en español con permiso de su autor.

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La utopía paralela: ciudades soñadas en Cuba. https://arquine.com/utopia-paralela/ Wed, 14 Aug 2019 13:00:11 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/utopia-paralela/ En Cuba, entre 1980 y 1993, se generaron otras muchas ciudades, fueron proyectos nacidos de una generación revolucionaria —no en el sentido político— que proponía maneras de entender la ciudad muy alejadas del sistema comunista de la época.

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Sólo en los informes de Marco Polo, Kublai Kan conseguía discernir, a través de las murallas y las torres destinadas a desmoronarse, la filigrana de un diseño tan sutil que escapaba a la mordedura de las termitas.
Italo Calvino, “Las ciudades invisibles”.

 

Hay otras ciudades más allá de aquella que podemos ver y recorrer, hay ciudades no construidas e imaginadas; también las hay derruidas, en ruinas, hay ciudades que ya no existen pero aún sirven para orientarnos dentro de otra que se sigue transformando —antiguos cines, teatros y bares que sólo viven en nuestra memoria. Donde las calles no tienen nombre, la única identidad que le queda a esa ciudad es la del recuerdo, o la que contamos. Entre estas ciudades también existen ciudades paralelas, proyectadas como escape de la realidad, alternativas que ofrecen soluciones a lo establecido por sistemas caducos.

En Cuba, entre 1980 y 1993, se generaron otras muchas ciudades, fueron proyectos nacidos de una generación revolucionaria —no en el sentido político— que proponía maneras de entender la ciudad muy alejadas del sistema comunista de la época. La utopía paralela se encarga de sacar a la luz todos esos proyectos creados por estos idealistas contestatarios, son ciudades soñadas en Cuba que no tienen nada que ver con la ortodoxa práctica de entonces, y se presentan ahora en una exposición, que se define a sí misma como una arqueología de proyectos resultado de la visión crítica de estos soñadores, hasta el 20 de octubre en La Virreina —centro de la imagen—, en Barcelona.

En este período se generó una utopía urbana, válvula de escape de arquitectos formados dentro de la Revolución que entendían su realidad de manera diferente a la oficial —gran contradicción para el sistema. Fue una época de gran convulsión en la izquierda occidental, enmarcado entre dos grandes éxodos en Cuba, el del Mariel y la crisis de los balseros —este último anticipado por la legalización del dólar en la isla—, y la caída del comunismo en Europa del Este y Centroamérica. La conexión con el exterior y los puntos de encuentro entre diferentes movimientos artísticos dieron paso a proyectos singulares, diferentes y críticos con su entorno potenciados por una política artística diferente a la de la década anterior.

La exposición está estructurada en ocho capítulos que explican diferentes maneras de abordar la arquitectura y la ciudad. Los proyectos beben de muchas corrientes y son capaces de absorber múltiples circunstancias urbanas y sociales, desde ocupar las azoteas de los edificios para densificar la ciudad hasta una “ciudad escatológica que fagocita en el Malecón habanero los hitos arquitectónicos universales”. Cada uno utiliza recursos gráficos diversos e impecables para abordar su propuesta, desde el dibujo técnico tradicional hasta el comic, pasando por el collage. Las ciudades soñadas son a veces las únicas ciudades que podremos proyectar, ¿pero qué mejor que ciudades como Isadora, Tamara o Maurilia?

 

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Buenos Aires y las ciudades sin historia https://arquine.com/buenos-aires-y-las-ciudades-sin-historia/ Tue, 10 Jul 2018 14:00:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/buenos-aires-y-las-ciudades-sin-historia/ No es un lugar común. La idea de que Buenos Aires es el “París de América” puebla los imaginarios de esta ciudad —dentro y fuera de Argentina— con una fuerza que, como casi cualquier comparación del Sur con el Norte, se acaba convirtiendo en una cruz.

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No es un lugar común. La idea de que Buenos Aires es el “París de América” puebla los imaginarios de esta ciudad —dentro y fuera de Argentina— con una fuerza que, como casi cualquier comparación del Sur con el Norte, se acaba convirtiendo en una cruz. La abundante arquitectura del modernismo ecléctico, buenas y antiguas —aunque no siempre suficientes o bien mantenidas— infraestructuras y el proceso racial de una Argentina blanca dibujan desde hace un siglo una ciudad que, junto con otras del cono sur, se despega del imaginario urbano latinoamericano. Los lugares comunes surgen, en cambio, a partir de las evaluaciones que hacemos, forasteros y locales, de este imaginario de una ciudad tan excepcional.

En un extraordinario ensayo titulado “¿Buenos Aires europea? Mutaciones de una identificación controvertida”, el historiador y arquitecto bonaerense —que no porteño— Adrián Gorelik, entre otras cosas, desmonta uno de los lugares comunes más socorridos: el desdén a la imitación. Y sí, esa cruz del Sur aparece irremediablemente, a veces no sin razón, como un dedo flamígero que acusa incapacidad creativa, aspiracionismo decadente, pretensiones ridículas. El templo que es copia de uno italiano, el bosque urbano que es idéntico a uno madrileño, la traza que está inspirada en el modelo parisino, el área de compras que recuerda a una zona londinense. En descargo de Buenos Aires, Gorelik señala que el “afán imitativo” no es propio de las jóvenes y modernas ciudades americanas sin historia, sino también de casi cualquier otra ciudad. Todas se toman referentes entre todas, incluso entre las milenarias europeas: el paseo bonito de ésta lo queremos acá, el exitoso parque que funciona aquí vamos a llevarlo allá, la traza que reorganizó el funcionamiento de esta capital puede servir en esta otra. Pero creo que falla en reconocer que sobre la ciudad latinoamericana, la imitación tiene siempre un costo extra. 

La imitación latinoamericana siempre será vista como más chabacana, más burda, más reveladora de la decadente emoción de una élite que se niega a pertenecer ahí. El péndulo se va hacia otro lado cuando la ciudad latinoamericana decide mirarse a sí misma. La paradoja es que tantas veces y, al hacerlo, también recurre a imitaciones: este decó ya no es copia de Manhattan o Miami, éste sí es bien nuestro porque sus relieves tienen inspiración prehispánica. Lima y México, sobre todo, recorren sus 200 años como capitales nacionales, 300 como coloniales, y unos 200 más como ciudad inca la primera e imperial mexica la segunda. Con y sin los afanes imitativos de sus élites, sus barrios “afrancesados” de finales del XIX y primer tercio del XX, sus historias heroicas de cuando algún europeo o estadounidense famoso en la arquitectura y el urbanismo pisó e influyó algún desarrollo de la ciudad, las capitales consiguen llenarse también de su propio relato histórico de mediana duración y divorciarse de ser solo la copia barata. El resultado nunca es satisfactorio.

Aún así, la construcción de esta historicidad da consuelo. Y entonces viene el otro lugar común: decimos que “por lo menos tenemos historia”. El mexicano que mira la ciudad estadounidense dirá: “sus ciudades no tienen historia, mira, ni siquiera tienen un centro”. Esto hace poco lo escuché replicado en la Ciudad de México, incluso en un foro académico de sociología urbana donde estas cosas se supone que alguna suspicacia nos generan. Buenos Aires, la “París de América”, tampoco tiene, dicen, historia. Esos edificios bellísimos son una ilusión, una artificialidad, otra burda imitación, aspiracionismo para llenar…, un vacío. Este lugar común no es solo una auto compensación mexicana o peruana, es también un mal porteño. En un viaje a Buenos Aires lo he escuchado ya a tres argentinos que, ante mi mexicanidad y mi elogio a su extraordinaria ciudad, se quitan el sombrero ante la historicidad de la mía.

Llega a ser incómodo. En el fondo, pareciera que hay implícito un reconocimiento pactado, por cualquiera de las dos partes, de que Buenos Aires ganó la partida en la belleza del aspiracionismo europeo mejor logrado pero, “hey, al menos ustedes tienen historia, acá estamos igual que los gringos.” Tal vez es esa la latinoamericanidad que nos rebasa a todos y no otra: el rechazo explícito a la aspiración a la vez que su desesperado deseo tácito.

En tanto, pocas ciudades reflexionan sobre sí tan apasionadamente como Buenos Aires; pocas generan imaginarios tan poderosos que transitan desde el futbol de barrio, la actitud tan particular de sus oriundos, la arquitectura, su traza y su música hasta la intensa experiencia y vivencia de sus  problemáticas políticas y sociales. Yo no sé si es su “falta” de historia, pero menuda historia la que tiene, la que capitaliza, la que nos da tanto para estudiar, para admirar, para empatizar, para sentir. Su poco menos de siglo y medio de ser una ciudad pujante, creciente, con algunos escasos testimonios materiales de un pasado colonial y ninguno prehispánico, es para mí bastante más que suficiente. En una de esas la historia de las ciudades sin historia es un más potente motor de construcción de lo urbano que las historias milenarias…, perdón, solo centenarias. 

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¿Demasiado lejos? La Olimpliada y el urbanismo https://arquine.com/demasiado-lejos-la-olimpliada-y-el-urbanismo/ Thu, 04 Aug 2016 15:11:31 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/demasiado-lejos-la-olimpliada-y-el-urbanismo/ Mañana arranca una nueva edición de los Juegos Olímpicos que tiene por sede la ciudad brasileña de Río de Janeiro, que se enfrenta al reto común que supone este tipo de acontecimientos mediáticos a nivel urbano: grandes y polémicas transformaciones territoriales, infraestructura de costo excesivo o protestas ciudadanas que marcan una pregunta: ¿A quién beneficia una celebración deportiva de este tipo?

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No es nuevo decir que toda gran celebración deportiva ha sido usada para ordenar la ciudad y cambiar su imagen. México se mostró moderno en 1968, con grandes edificios e infraestructuras; Barcelona se transformó de una ciudad industrial a una ciudad-marca después de 1992. Ahora, Brasil en general y Rio de Janeiro en particular, se enfrentaron a los retos de la organización de dos grandes eventos: los próximos Juegos Olímpicos, que iniciará en apenas unas semanas, y el reciente Mundial de la FIFA en 2014.

No entraremos aquí en los vaivenes políticos sufridos por el país sudamericano en los últimos meses –que incluyen la suspensión de las funciones de Dilma Roussef como Jefa de Estado. Una tensión que ha tenido incidencia en las formas de protesta y ocupación urbana en los últimos años en el país. Se puede debatir también la forma y modelo de producción urbana y de gestión de lo público en relación a estos eventos multitudinarios. Si hace un par de años el Mundial ya causó polémicas ante los gastos desorbitados en estadios que apenas tendrían uso claro una vez pasada la competición, ahora las críticas prosiguen sobre qué tipo de intereses particulares han sido priorizados ante la llegada de los Juegos Olímpicos: empresas extranjeras que consiguen excepciones a la ley y otras arbitrariedades. Otros han cuestionado cómo ante la excusa de la nueva fiesta del deporte, en la que el país va a ver proyectada su imagen a todo el mundo, se están potenciando, aún más, las diferencias sociales entre la población. El aumento de tales diferencias se intensifica con la ejecución de proyectos urbanos y arquitectónicos que buscan reorganizar los flujos de la ciudad. Así, algunos de los residentes de favelas situadas en terrenos ocupados han recibido numerosas ofertas de nuevas viviendas sociales por parte del gobierno.

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Habría que destacar la voluntad de un proyecto de ese tipo. Pero al tratarse de zonas privilegiadas a los ojos de los inversores privados, no cuesta mucho darse cuenta que estos nuevos desarrollos buscan reaticular el espacio urbano, negando muchas infraestructuras básicas como el transporte o los servicios sociales a esos ciudadanos. Situadas en la periferia y mal conectadas, las nuevas viviendas suponen un problema enorme para personas que, de mudarse a allá, necesitarían invertir mucho tiempo y dinero para desplazarse. Son así proyectos que exponen las ideas que argumenta Saskia Sassen en su libro Expulsiones, brutalidad y complejidad en la economía global:

“En nuestra economía global enfrentamos un problema formidable: el surgimiento de nuevas lógicas de expulsión. Las últimas dos décadas han presenciado un fuerte crecimiento del número de personas, empresas y lugares expulsados de los órdenes sociales y económicos centrales de nuestro tiempo. (…) El concepto de expulsiones nos lleva más allá de la idea más familiar de desigualdad creciente como forma de aludir a las patologías del capitalismo global de hoy. Estas expulsiones que no son espontáneas, sino producidas con instrumentos que incluyen desde políticas elementales hasta instituciones, técnicas y complejos sistemas que requieren mucho conocimiento especializado y formatos institucionales intrincados.”

Es decir, se trata de expulsiones siempre intencionadas en las que la planificación urbana no sirve tanto al bien común como al de unos pocos. Al redistribuir a la población bajo estas condiciones, sus posibilidades de ascenso social son escasas, pues se trata de zonas donde la cultura –digamos aquella que es potenciada y financiada por el Estado– no llega al carecer de una básica infraestructura. Así, sus habitantes están condenados prácticamente a la imposibilidad de un crecimiento personal. Un ejercicio contrario es sencillo de imaginar y sirve de carácter ilustrativo: Medellín era la ciudad más conflictiva de America Latina hasta que decidió construir bibliotecas y redes de transporte para integrar aquellos entornos sociales que entonces estaban excluidos. La arquitectura aquí solo es la cara de una visión global de un proyecto urbano y social.

¿A qué se debe está distancia entre las oportunidades que los políticos y empresarios aseguran de un proyecto urbano y su herramienta como forma de exclusión? Si la arquitectura es siempre la formalización de determinados ideales políticos sobre el territorio, afectando a la forma en la que se usa y se habita, hay que pensar en que nada de esto es al azar sino que obedece a fuerzas e intereses económicos y que responde por tanto a la visión de la reducida minoría que ostenta el poder. Así se entienden las protestas de los vecinos ante el derrumbe de sus viviendas o la agresividad de un cuerpo policial cada vez más militarizado.

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Río es una de las 10 ciudades del mundo con mayor tráfico aéreo en helicóptero (la primera es la vecina Sao Paulo). Este tipo de transporte es usado por aquellos pocos que pueden pagarlo, que no necesitan usar las calles —sea por desinterés o para mayor seguridad. Personas pertenecientes a esas élites económicas que son las que también están viendo los mayores beneficios que supone la planificación urbana resultado de los Juegos. Personas que sobrevuelan en la distancia los problemas de la ciudad que no necesitan ni usar sus calles ni sus plazas.

Quizás sea arriesgado —y algo cínico— hablar por otros y decir que el mayor problema resida ahí: en quien decide la ciudad y para quién se proyecta. Nunca se podrá contentar a todos, pero se empieza a hacer evidente que el futuro de la ciudad debiera enfocarse más en el esfuerzo por conseguir un ejercicio integral, complejo, capaz de vincular y no separar.

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La ciudad en time-lapse https://arquine.com/la-ciudad-en-time-lapse/ Tue, 12 Jun 2012 15:12:29 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-ciudad-en-time-lapse/ Las representación de las ciudades ha estado en constante diálogo cinematográfico. Los directores se apropian de las urbes para contar las historias que conmueven visualmente a los espectadores, quienes se apropian de ella convirtiéndola en otro personaje más de la historia.

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Desde que se inventó el cine a finales del siglo 19, la representación de las ciudades ha estado en constante diálogo cinematográfico. Los directores se apropian de las urbes para contar las historias que conmueven visualmente a los espectadores, quienes se apropian de ella convirtiéndola en otro personaje más de la historia. Hay películas que tratan específicamente de representar la ciudad como el personaje principal de la historia o más bien son cortos sobre la ciudad misma en forma de documental, los cuales cuentan una evolución con el paso del tiempo. El cine es un arte que no tiene límites para representarse, en este caso especifico se realiza una edición precisa con miles de imágenes de todos los componentes de la metrópoli, la gente que la habita en lo cotidiano, los edificios, las fabricas y su crecimiento.

Los pioneros de este movimiento fueron el pintor Paul Strand y el fotógrafo Charles Sheeler con el corto “Manhatta” (1921) y el director Walter Ruttmann con “Berlin: Sinfonía de una Ciudad” (1927), entre otros, considerados filmes avant-garde. Recientemente, Godfrey Reggio sobresalió como director en este género con la trilogía QATSI y  su ópera prima “Koyaanisqatsi: Life out of balance” (1982). Reggio utiliza las técnicas de cámara lenta y time-lapse para narrar la ciudad incorporando la música del compositor Philip Glass. Este material es considerado un ‘poema visual’ de imágenes y sonido que describe el impacto del consumismo del mundo moderno al medio ambiente. Con estos antecedentes comenzó una legión contemporánea de videos time-lapse en la cual el personaje principal es la ciudad.

Ciudad de México – Luis Mandoki, Mariana Rodriguez (2010)

París – Luke Shepard (2011)

Nueva York – Mindrelic (2011)

Barcelona – Loyam (2011)

Berlín – Pilpop (2011)

Tokio – Mark Bramley (2012)

Abu Dhabi – Beno Saradzic (2011)

Moscú – zweizwei (2012)

Bangkok – Florian Böhm (2011)

Ho Chi Min– Rob Whitworth (2011)

Chicago – Chris Pritchard (2012)


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