Resultados de búsqueda para la etiqueta [ciudad global ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 01 Dec 2023 15:35:38 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Ciudades futuras ante el peligro del Internet of Everything https://arquine.com/ciudades-futuras-ante-el-peligro-del-internet-of-everything/ Wed, 21 Apr 2021 13:41:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/ciudades-futuras-ante-el-peligro-del-internet-of-everything/ En medio de los problemas más graves como el cambio climático y el crecimiento incesante de las áreas urbanas se articulan nuevos proyectos y propuestas para hacer frente a ellos. Las Smart Cities, basadas en el Internet of Everything, prometen soluciones a mediano y largo plazo, pero en ellas yacen los riesgos prolongados de una realidad desigual contemporánea.

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Publicado en colaboración con Este País

En medio de los problemas más graves como el cambio climático y el crecimiento incesante de las áreas urbanas se articulan nuevos proyectos y propuestas para hacer frente a ellos. Las Smart Cities, basadas en el Internet of Everything, prometen soluciones a mediano y largo plazo, pero en ellas yacen los riesgos prolongados de una realidad desigual contemporánea.

El internet es más que un browser al que damos clic; este va más allá de una visualización en nuestras pantallas de smart phones, laptops o tablets. El internet es una red, la interconexión comunicativa entre un sinfín de puntos sueltos que producen un nuevo espacio de interacción y de creación. Tal espacio no solamente está en un mundo inmaterial o ficticio, sino incluso es capaz de extenderse hacia lo material, hacia el mundo en que vivimos y de interferir en él.

Eso es el concepto del Internet of Everything (IoE), la creación de una red entre seres humanos,  cosas y datos dentro de procesos basados en el internet, con la intención de facilitar de manera eficaz la elaboración de soluciones para problemas contemporáneos. En este sentido, tanto seres humanos como objetos llevarían sensores que transmitirían datos acerca del estado de sus portadores. Así, los datos transmitidos podrían ser evaluados durante el proceso y podrían optimizar tanto este mismo como otros o incluso redes enteras, tal como el transporte público, por ejemplo.

Nace la llamada Smart City y con ella la tecnología misma se convierte en un actor, dejando atrás su condición pasiva. Entendido así, el IoE es la expresión de una construcción social de la tecnología ya que su desarrollo e innovación suceden de manera flexible e interpretativa. Sin embargo, en ello yacen ciertos riesgos para la convivencia democrática en el futuro a mediano plazo.

Tecnología indica progreso y este muchas veces es sinónimo de futuro. La vida colectiva del futuro se realizará en ciudades; por ende, hoy ya se están elaborando los planes para las ciudades del futuro. Así surgió el concepto de la Smart City, la interconexión digital de ciudades entendida como un aporte técnico que las llevará a un cambio estructural en su organización urbana. Aquí, las empresas tecnológicas se posicionan cada vez más como servidoras de herramientas técnicas para soluciones de los desafíos urbanos.

Los actores principales hoy en día son empresas como Cisco International Limited (Cisco), International Business Machines Corporation (IBM) o Siemens Aktiengesellschaft, líderes mundiales en el desarrollo de soluciones tecnológicas. Todas ellas diagnostican y problematizan un crecimiento permanente de las zonas de aglomeración urbana, retomado de los análisis de la Naciones Unidas acerca del futuro de las ciudades. Aunado al argumento del crecimiento, se menciona el aspecto del cambio climático y la necesidad de un planeamiento urbano sustentable.

Cabe mencionar que las grandes ciudades en el planeta se encuentran en una situación de competencia incesante a nivel global; soluciones innovadoras de corte tecnológico representan un factor importante para lucir y transcender mejor en esta dinámica viciosa de la competencia. En este sentido, el concepto de Smart City puede ser entendido también como consecuencia de la crisis financiera del 2008 después de la cual los mercados están buscando nuevos espacios (en nuestro caso: ciudades) para generar ganancias económicas.

En nuestros días son todavía raros los proyectos concretos de la Smart City; los más avanzados se encuentran en Asia, respectivamente en China y en Corea. No obstante, debido a la intensificación de los problemas actuales y al deterioro paulatino tanto del ambiente natural como de la vida social en dichas zonas de aglomeración urbana, propuestas organizativas basadas en las innovaciones tecnológicas que recurren al internet como plataforma para ser aplicadas se vuelven cada año más factibles e incluso imaginables.

Así por ejemplo, bajo el nombre de “Smart+Connected Communities”, Cisco desarrolló el concepto para la implementación del IoE en las ciudades, para mejorar el manejo de los procesos urbanos típicos mediante el uso de datos digitales conectados. A nivel regional y municipal, se menciona el mejoramiento de la administración de edificios, el aumento en la eficiencia del tránsito, servicios básicos como iluminación de las calles, suministro de agua, gestión de basura, etc. (Mitchell et al. 4).

Las palabras claves que aparecen en todos los proyectos de la Smart City son sustentabilidad, productividad y eficiencia. Las ideas alrededor de la Smart City pueden resumirse bajo dos categorías: a) un planeamiento y un control urbano que cuentan con una función central de Information and Communication Technologiescomo sistema neurológico digital que contiene datos de sensores heterogéneos; b) un sistema más complejo que “percibe y actúa” y en el cual una mayoría de las informaciones de tiempo real son transferidas. El desarrollo concreto a su vez se realiza en procesos, sistemas, organizaciones y cadenas múltiples para optimizar las operaciones y para avisar a las autoridades acerca de irregularidades (Neirotti et al. 26).

Vale la pena indagar un poco más sobre la relación entre tecnología, economía y política (1) y entre tecnología y población (2). Juntos definen y determinan el surgimiento de nuevas formas de políticas en el contexto del internet (3); es este último el que principalmente nos interesa. En este sentido lo importante y decisivo es aquella mirada que toma en cuenta la reciprocidad entre la tecnología, o sea el software del Internet of Everything con la vida urbana, tal como lo puntualizó Kitchin: “My argument […] is about the need for a sustained programme of research on the nature of software and contemporary urbanism, and in particular an analysis if the two core interrelated aspects of the emerging programmable city: (a) translation: how cities are translated into code; and (b) transduction: how code reshapes city life.”

(1) Percibido originalmente como algo exógeno ante procesos económicos y políticos (Barry y Slater, “Introduction” 179), son justamente los instrumentos e innovaciones tecnológicas los que hacen posible la organización de mercados, es decir, el lugar central más estratégico en las sociedades hoy en día (Barry y Slater“Technology”291). Mientras tanto, la implementación de dispositivos tecnológicos en procesos económicos y prácticas sociales, así como su activación, producen “zonas tecnológicas” (Barry “Technological”). Surgen nuevos índices y parámetros para medir la calidad de objetos, de procesos o de prácticas implementados a partir del Internet of Everything (Barry “Technological” 240). En aquellos fenómenos ahora calculables proliferan contextos antipolíticos; es decir, contribuyen a un vaciamiento de procesos políticos creando una realidad pospolítica. Son procedimientos técnicos cuyo enfoque y diseño están caracterizados por los parámetros de estandarización antes acordados en relaciones y contextos de public-private partnership y que para los actores no involucrados —población y sociedad civil— no dejan ningún espacio para categorías políticas como conflicto, discusión y enfrentamiento (Barry “Anti-political” 270; 279), nuevas condiciones, pues, que se va a explicar bajo el tercer punto.

Aquella interconexión orgánica entre tecnología y economía ejerce, a su vez, una influencia hacia espacios y relaciones, que ahora son organizados bajo nuevos paradigmas que materializan por un cierto tiempo una nueva cohesión social hegemónica que se tiene que reproducir constantemente (Jessop, 2005).

(2) Aunque la sustentabilidad, productividad y eficiencia son los objetivos mencionados, al final es justamente la población como tal y cada uno de los sujetos que la conforman quienes tendrán que servir como plataforma y ejecutor de estos nuevos instrumentos tecnológicos de la Smart City. Durante este proceso, nuevas subjetividades y tecnologías de sí mismo brotarán mediante el uso y contacto con las herramientas, los sensores y dispositivos del Internet of Everything (Foucault, “Subjektivität” 74; “Technologien” 289; Ludwig 93; Bröckling et al. 29).

(3) Los obstáculos y desafíos del cambio climático o del crecimiento poblacional de las grandes urbes con que se enfrentan los Estados, las ciudades y las sociedades son usados por aquellos actores de la política, la economía y los llamados expertos de la sociedad civil —o simplemente en forma de public-private partnership(Gabrys 33)— como fundamento legitimador para difundir y promover sus ideas y conceptos sobre la Smart City. En este sentido, ya no se niega los factores subyacentes del cambio climático pero tampoco se les resuelve. Más bien se encuentran en el centro de la estrategia de crecimiento y giran alrededor de la pregunta de cómo pueden ser integrados en el sistema (Müller et al. 55). En esta dinámica, el papel del mercado experimenta una creciente acentuación que no más ni menos significa que la solución para el problema yace en este mismo, capaz para una estabilización exitosa del cambio climático (Jankovic et al. 238). De ahí salen losenvironmental fixes entendidos como propuestas lógicas para la práctica. Lógicas en el sentido de que nacen desde la misma mercantilización para poder regular el clima (Castree 146). Ocurre, desde luego, un cambio de perspectiva y actuación, que previamente había modificado la estructura ontológica de los actores involucrados y afectados (Jankovic et al. 247). La mencionada dislocación ahora actúa como catalizador para una nueva gobernanza del clima junto con nuevas posibilidades económicas que la acompañan. Paralelamente, se articula un nuevo (supuesto) consenso entre aquellos actores involucrados que, no obstante, se subordinan bajo estrategias, discursos y soluciones compatibles con el mercado (Gibbs et al. 2151). Ese consenso alberga la tendencia de eliminar procesos políticos de negociación y sustituir el debate por un enfoque meramente técnico sobre lo formal y lo eficiente. A partir de ahí, ya no se considera si los procesos políticos ocurren de manera democrática, sino solamente se mira la calidad de los resultados de aquellos procesos calificados desde luego como democrático (Buchstein et al. 475; Steber 13).

Al mismo tiempo, se inicia con ello un cambio del Estado; este se convierte en un “Estado negociador” que obedece una nueva “regularización política” (Hirsch 187) y que asume formas de estructuras de gobernanza (Jessop et al. 89; 2005: 159s.). Además, sucede una dislocación de tareas concretas de obligaciones originalmente estatales hacia esferas de la economía privada, lo que paulatinamente puede contribuir a una mayor comodificación de la vida pública y también privada (Crouch 29, 57, 127). En aquel escenario, los procesos legislativos y de decisión poco a poco pierden su importancia, ya que estos son trasladados hacia comisiones de expertos (Hirsch 190), en donde la transparencia (y por ello también la participación) se vuelve cada vez más complicada según criterios democráticos.

Tendrá como consecuencia la ausencia de algunas características centrales para las sociedades democráticas: lo político y sus procesos de negociación. Ambas ahora se encuentran bajo la coerción de las llamadas necesidades económicas y del dominio creciente de la ley determinando la vida pública y social (Rancière Politik 143), principios indispensables para alcanzar los objetivos antes postulados. Normalmente, este desarrollo o cambio se suele caracterizar como pospolítico, una mezcla entre gestión empresarial y tecnocracia, dirigido hacia medidas orientadas en el mercado. El estado pospolítico invisibiliza la desigualdad de poder, en la medida en que esta ya no será mencionada; surge una ilusión falsa de un balance e igualdad entre los diferentes grupos sociales. Lo pospolítico en contraste ante lo político. Según el filósofo francés Jacques Rancière, la democracia es la premisa para la existencia de la política (Zehn 19), en donde la primera puede ser caracterizada como la ausencia de oposición, es decir, como “el dominio de lo no dominante” (Zehn 16). Democracia y, por ende, también la política no son un estado fijo, sino más bien una relación: una relación política de enfrentamiento y negociación, de buscar acuerdos (también Barry “Anti-political” 270). La política en lo político es, entonces, la instancia o aquel conjunto de “prácticas e instituciones que organiza un cierto orden” (Marchart 41).

Lo pospolítico busca —para ser exitoso— ocultar la contingencia de lo actual, el poder de las instituciones y los conflictos excluyentes (Kenis et al.). Puesto que se presenta a sí mismo como la única opción y como última ratio de nuestras sociedades (Marchart 15, 42, 59.); incluso se podría hablar de una fundamentalismo neoliberal pospolítico.

Las nuevas formas mencionadas de las estructuras de gobernanza como una novedosa política y economía del clima buscan caminos alternativos para solucionar las tareas y problemas a nivel sociedad y en donde el Estado es responsable para garantizar un marco estable que funcione para las metas postuladas (Barry y Walters 317). En este transcurso del ascenso de nuevas tecnologías informativas y comunicativas, la tecnología o el Internet of Everything podría volverse la razón de Estado.

El internet por mucho tiempo y desde muchos lados ha sido alabado por su horizontalidad, por su falta de restricciones, por ser un espacio donde no importan las divisiones sociales artificiales entre las personas —aunque plataformas como Facebook o Twitter demuestren lo contrario— el internet es mucho más vasto. Sin embargo y a pesar de esa libertad y  de esta descentralización del poder, el internet tiende a perder estos rasgos fundamentales en el momento de ser ‘llevado’ o ‘extendido’ a la vida real, tal como fue descrito en estas líneas. Así, el Internet of Everything será colonizado por las dinámicas y también por las relaciones que estructuran y predominan en nuestras realidades.

El avance tecnológico es imparable como lo ha evidenciado la historia de la humanidad. No obstante, las tecnologías nunca son neutrales si no cumplen con las funciones que les damos, con las que diseñamos. Un sistema implementado para ayudar a dirigir, ordenar, administrar y gobernar la vida colectiva —como lo puede lograr el Internet of Everything en forma de las Smart Cities— no puede ser percibido, hasta ahora, como herramienta disponible para todos o como una ayuda para democratizar nuestras ciudades y sociedades. A fin de cuentas, con el Internet of Everything podrán surgir nuevos espacios reñidos entre intereses sociales opuestos, se establecerán nuevas dinámicas para una cultura política, nuevas relaciones entres las personas y otras que también nacerán de dominación. Aquello queda más claro que el agua. Pero lo que sucederá después, no está escrito aún. La única certeza que tenemos es la incertidumbre sobre la realidad concreta de nuestros futuros.


Bibliografía

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Marchart, Oliver. Die politische Differenz. Zum Denken des Politischen bei Nancy, Lefort, Badiou, Laclau und Agamben. Frankfurt am Main: Suhrkamp, 2010.

Mitchell, Shane.; Villa, N.; Stewart-Weeks, M. y Lange, A. The Internet of Everything for Cities. Connecting People, Proccess, Data, and Things to Improve the ‘Livability’ of Cities and Communities. San Jose Cisco. 2013. PDF

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Circulación y urbanización https://arquine.com/circulacion-y-urbanizacion/ Mon, 11 Feb 2019 14:00:00 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/circulacion-y-urbanizacion/ Este libro nos ayuda a pensar, partiendo de los postulados de Cerdà, “la colusión entre lo técnico y lo gubernamental” como “el más legible registro del orden espacial que corresponde a la forma política emergente del liberalismo en el siglo XIX.”

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En 1628 William Harvey publicó su Exercitatio Anatomica de Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus. Según el historiador Thomas Wright, su teoría de la circulación de la sangre influyó por igual en economistas, poetas que en pensadores políticos. La dedicatoria misma del Motu Cordis al rey Carlos I de Inglaterra tiene implicaciones que van más allá de la metáfora:

«Ilustre príncipe: el corazón de los animales es el fundamento de su vida, el soberano de todo en ellos, el sol de su microcosmos, aquello de lo que todo crecimiento depende, de lo que todo poder procede. El Rey, de la misma manera, es el fundamento de su reino, el sol del mundo que lo rodea, el corazón de la república, la fuente de la que fluye todo poder, toda gracia.»

Así, según Harvey, el soberano no es la cabeza de su reino sino su corazón: lo que mantiene al estado vivo y en crecimiento es aquello que permite la circulación de aquello que lo alimenta. “El conocimiento de su corazón, por tanto —agrega Harvey en la dedicatoria, no sin doble sentido—, no será inútil al Príncipe, sirviéndole de ejemplo divino de sus funciones.”

En 1867 —el mismo año en el que Marx publicó el primer volumen de El Capital—, Ildefonso Cerdà, ingeniero de caminos, canales y puertos y autor del plan para el ensanche de Barcelona, publicó los dos primeros tomos de su Teoría general de la urbanización. En el aviso al lector que abre su libro, Cerdà escribe:

«Nacido en el primer tercio de este siglo, en un tiempo en que la sociedad española se manifestaba todavía bastante apegada a sus antiguos hábitos de quietismo, recuerdo la profunda impresión que en mí causó la aplicación del vapor a la industria que siendo yo todavía muy joven, vi, por vez primera, verificada en Barcelona.»

Cerdà habla luego de sus viajes en barco de vapor, confesando su sorpresa al ver que “el motor, el mecanismo, los objetos y el medio, todo se movía a la vez, dando por resultado final un sistema completo de movimiento y de locomoción.” Un viaje en locomotora de vapor por el sur de Francia en 1844, se suma a aquella experiencia anterior y entonces, “comparando tiempos con tiempos, costumbres con costumbres y elementos con elementos”, dice haber comprendido “que la aplicación del vapor como fuerza motriz señalaba para la humanidad el término de una época y el principio de otra.” Esa época que iniciaba entonces, dice, acabaría “por traernos una civilización nueva, vigorosa y fecunda, que vendrá a transformar radicalmente la manera de ser y de funcionar de la humanidad, así en el orden industrial, como en el económico, tanto en el político, como en el social, y que acabará por enseñorarse del orbe entero.”

En su libro recién publicado, Circulation and urbanization, Ross Exo Adams parte del pensamiento de Cerdà para estudiar esa transformación cuyas raíces preceden por varios siglos al ingeniero de puentes, caminos y puertos —de ahí viene la referencia a Harvey— y cuyos efectos rebasan los límites de cualquier ciudad —y de ahí la frase que aparece en el frontispicio del libro de Cerdà y con la que Adams inicia también su libro: Ruralizad lo urbano: urbanizad lo rural: Replete terram. En la misma introducción, Adams escribe:

«Cerdà buscó persuadir a a sus colegas de que había descubierto no un nuevo tipo de ciudad, sino un sistema para la co-organización de la vida y la infraestructura que no necesitaría de la ciudad en absoluto. En su lugar una trama sin bordes ni centros de circulación fluida y domesticidad administrada se extendería a lo largo de toda la Tierra acomodando una distribución calculada de población y de servicios.»

Los mismos neologismos que Cerdà usó en su libro y que hoy nos parecen de uso común —urbe y urbanización— explican esa ruptura de una tradición y la gestación de otra. “Con mucho mayor motivo que cualesquiera otros autores —escribió Cerdà—, me veo precisado a seguir esa racional costumbre, yo que voy a conducir al lector al estudio de una materia completamente nueva, intacta, virgen, en que, para ser todo nuevo, han debido serlo hasta las palabras que he tenido que buscar e inventar.” Para dar nombre al “mare-magnum de personas, de cosas, de intereses de todo género, de mil elementos diversos,” que aunque funcionen de modo independiente “se nota que están en relaciones constantes unos con otros,” no sirven palabras como ciudad, población, villa o aldea, y por tanto acude al latín urbs, “síncope de urbum o arado, que era el instrumento con que marcaban los romanos el recinto que había de ocupar una población, cuando iban a fundarla, lo cual prueba que urbs, denota y expresa todo cuanto pudiese comprenderse dentro del espacio circunscrito por el surco perimetral que abrían con el auxilio de bueyes sagrados.” La abertura del surco, continúa, urbanizaba el recinto y todo cuanto en él se contuviese.”

Adams hace de esa afirmación la hipótesis central de su estudio: “que lo urbano fue, de hecho, ‘inventado’” como “uno de los muchos proyectos y productos anónimos de la modernidad.” Al centro del trabajo de Adams hay, explica, “una investigación histórica de las relaciones entre circulación y poder.”

Adams expone que circulación y urbanización se implican en la teoría de Cerdà en un espacio que “gana resolución no tanto como una entidad formal sino, más bien, como un proceso espacial continuo y expansivo, gobernado por una nueva totalidad legal-administrativa.” El principal proceso que empuja a la urbanización, explica, es la circulación ilimitada y la comunicación universal. Algo que Cerdà califica con otro neologismo: vialidad. En su Teoría, Cerdà escribe que, al entrar a la ciudad, “las vías no siguen sin interrupción, como las rurales, sino que a cada momento las vemos interrumpidas e interceptadas en diversas figuras y direcciones.” Así, la ciudad tradicional no es sino un obstáculo a la circulación ininterrumpida, al flujo continuo de mercancías y personas que atraviesan el espacio rural. Un obstáculo que habrá que superar siguiendo la proclama inicial de su libro: ruralizar lo urbano y urbanizar lo rural. Eso implica, aclara Adams, “abandonar la categoría de ciudad y crear una nueva forma de existencia basada en un sistema organziado de cohabitación humana y de circulación.” La traza ochavada de la retícula del ensanche en Barcelona es un derivado lógico de esta manera de entender la ciudad:

«El diseño formal de la retícula era una inversión mínima en una “forma” que pudiera absorber todas las demás en su fría racionalidad. La retícula sería excedida por el proceso natural que su singularidad formal cultiva. Y, al ser expansible, la retícula era una forma que se disolvía en sí misma.»

Entre calle y calle, las intervías o manzanas, son el espacio destinado a la gestión y desarrollo de la vida privada y doméstica. Entre vialidades e intervías el espacio que antes pudimos haber entendido como político también desaparece para facilitar la administración del libre flujo de la circulación: “la vialidad experimentada dentro de la red de caminos, con sus líneas individualizadas de tráfico, los “nodos” especialmente diseñados y la remoción general de todo el conflicto resulta de hecho un producto de la propiedad privada,” dice Adams, no un efecto ni de la política y ni de lo público.

Del análisis de las ideas propuestas por Cerdà, Adams pasa a una arqueología de la circulación que nos lleva de la concepción del movimiento circular en la cosmovisión griega a las ideas sobre la tierra y el territorio de Carl Schmitt, pasando por Harvey y la circulación de la sangre, Copérnico y las órbitas planetarias, las ideas políticas de Giovanni Botero y Thomas Hobbes, la era de la circunnavegación y el comercio de alta mar y el pensamiento de los fisiócratas franceses y de los seguidores de Saint-Simon, entre otros. En esa historia, la ciudad pasa de ser una entidad definida y autónoma, cerrada en sí misma —literal y conceptualmente— a ser un nodo más en una red que teje el territorio del Estado y más: del mundo. 

A Portraiture of the City of Philadelphia in the Province of Pennsylvania, Thomas Holme

Plan de tráfico propuesto, patrón de movimiento, Louis Kahn.

 

Adams cierra su libro volviendo a Cerdà y a su “abandono del concepto de ciudad en favor del de urbe [como] un correlato técnico-espacial del dispositivo gubernamental diseñado para modular su expansión infinita.” Uno de los modelos que Cerdà estudió con más detenimiento para esto fue el de la ciudades coloniales, pero no particularmente las ciudades fundadas por los conquistadores españoles, sino el de la ciudad de Filadelfia, a partir del plan elaborado por William Penn y Thomas Holme en 1682 —54 años después de la publicación del tratado de Harvey. Al comparar el retrato “A Portraiture of the City of Philadelphia in the Province of Pennsylvania”— de Holme con el plan de tráfico propuesto, patrón de movimiento, dibujado por Louis Kahn en 1952, queda clara la elección de Cerdà y, como apunta Adams, las relaciones entre colonización, urbanización y circulación.

Cuando ya se ha vuelto un lugar común —y, por lo mismo, profundamente impensado— hablar del triunfo o la transformación de la ciudad, así como de sus crisis, el libro de Adams nos ayuda a pensar, partiendo de los postulados de Cerdà, “la colusión entre lo técnico y lo gubernamental” como “el más legible registro del orden espacial que corresponde a la forma política emergente del liberalismo en el siglo XIX” y a cuestionar por qué “aceptamos hoy tan fácilmente el ‘hecho’ de la ‘era urbana’ como nuestro destino colectivo, sin alcanzar a entender la auténtica profundidad de dicha proposición.”


Ross Exo Adams, Circulation and Urbanization, SAGE, Los Angeles, 2019.

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La ciudad global https://arquine.com/la-ciudad-global/ Thu, 12 Jul 2012 14:54:19 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-ciudad-global/ La dicotomía entre el hito y la ciudad afianza la relación intrínseca y duradera entre la arquitectura y el sitio donde fue materializada.

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Las ventajas de vivir en un mundo globalizado se encuentran en la inmediatez con la cual podemos acercarnos a las representaciones gráficas y audiovisuales de cualquier ciudad del mundo. Esto implica que, a pesar de la imposibilidad de trasladarse a Kuala Lumpur -por decir alguna ciudad- existen elementos para imaginar la silueta urbana, infraestructura y arquitectura de dicha ciudad.

Las imágenes urbanas significan estas representaciones, ¿que sería de Sidney sin la Casa de Ópera o de Nueva York sin el Empire State? Es así como los hitos o referentes de la ciudad son repetidos continuamente como productos mediáticos y simbólicos de tal modo que han sido incrustados en el imaginario colectivo de un gran parte de la población global. Los hitos urbanos se vuelven tan comunes que la interrogante anterior puede ser aplicada a la inversa. ¿Qué sería de la Torre Eiffel sin París o el Golden Gate sin San Francisco?  La dicotomía entre el hito y la ciudad afianza la relación intrínseca y duradera entre la arquitectura y el sitio donde fue materializada.

Como un ejercicio sobre la imagen urbana actual y el imaginario colectivo, surge Global City, proyecto llevado a cabo por el estudio de diseño gráfico Deck Two. La premisa es relativamente sencilla, representar en un mural la ciudad global, es decir, un territorio donde, hipotéticamente, se congregan los hitos más influyentes y reconocidos de la historia del planeta. Desde el Coliseo de Roma y la Sagrada Familia, pasando por la la Torre Eiffel y el Puente de Brooklyn, hasta los rascacielos asiáticos de las últimas décadas que compiten por alcanzar alturas descomunales.

De una manera lúdica y legible en cuanto al dibujo, el proyecto descontextualiza los hitos ubicándolos en una ciudad ficticia, la cual contiene una fuerte influencia de urbanismo norteamericano, para así generar una nueva imagen urbana.  El resultado invita a reflexionar sobre el papel de la ciudad contemporánea y su relación con la nueva arquitectura, que siempre tendrá el potencial de convertirse en un hito para la ciudad del futuro.


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