Resultados de búsqueda para la etiqueta [Carme Pinós ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Sun, 12 Feb 2023 15:57:03 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Carme Pinós, galardonada con el Premio Nacional de Arquitectura 2021 en España https://arquine.com/carme-pinos-galardonada-con-el-premio-nacional-de-arquitectura-2021-en-espana/ Fri, 10 Dec 2021 14:39:13 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/carme-pinos-galardonada-con-el-premio-nacional-de-arquitectura-2021-en-espana/ El jurado del Premio Nacional de Arquitectura 2021, promovido por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, ha concedido esta distinción a la arquitecta Carme Pinós. Se trata del máximo galardón otorgado en España en el campo de la arquitectura.

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El jurado del Premio Nacional de Arquitectura 2021, promovido por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, ha concedido esta distinción a la arquitecta Carme Pinós. Se trata del máximo galardón otorgado en España en el campo de la arquitectura.

Este premio, que tiene más de noventa años de historia, tiene como finalidad rendir testimonio de admiración a una persona física o entidad con personalidad jurídica que, con su trabajo o con el conjunto de su obra, contribuya o haya contribuido de forma extraordinaria al enriquecimiento de los aspectos sociales, tecnológicos y sostenibles de la Arquitectura o el Urbanismo español dentro y fuera de las fronteras españolas.

Al proponer el premio a Carme Pinós, el jurado destaca especialmente la solidez de su trayectoria, siendo a la vez prolífica y de excelencia, impregnada siempre por una gran potencia creadora. Un proceso creativo que recorre toda la obra arquitectónica, culminando con una sobresaliente ejecución de lo proyectado.

El jurado enfatiza la responsabilidad social y la sostenibilidad perseguida en sus proyectos y hace mención asimismo a su transversalidad como profesional, promoviendo el diálogo de la arquitectura con otras disciplinas y demostrando una gran capacidad divulgativa internacional.

El jurado ha estado formado en esta ocasión por Álvaro Siza Vieira, galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura 2019; Alberto Campo Baeza, galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura 2020; Luis Fernández-Galiano, a propuesta de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; Mar Loren Méndez, a propuesta de la Conferencia de Rectores de Universidades españolas; Sol Madridejos Fernández, a propuesta del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España; Eva Armas Gil, a propuesta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España; y María Langarita Sánchez, a propuesta de la Dirección General de Agenda Urbana y Arquitectura. Asimismo, el secretario del jurado fue el director general de Agenda Urbana y Arquitectura, Iñaqui Carnicero, y la secretaria de actas fue Marta Callejón Cristóbal, subdirectora General de Arquitectura y Edificación.

Sobre Carme Pinós

Tras una etapa conjunta con Enric Miralles, con el que alcanzó reconocimiento internacional con proyectos como el Parque-Cementerio de Igualada o las instalaciones olímpicas para Tiro con Arco en Barcelona, en 1991 estableció su propio estudio de arquitectura abordando un vasto rango de proyectos que abarcan desde reformas urbanas y obra pública hasta el diseño de mobiliario. Su actitud arriesgada y de investigación constante le ha valido reconocimiento en el mundo llevando el nombre de la arquitectura catalana en Europa y el continente americano.

Entre sus proyectos de su etapa en solitario destacan la reforma y ampliación del Hotel Son Brull en Mallorca, el MPavilion 2018 en Melbourne, Australia, el conjunto en el centro histórico de Barcelona que comprende la Plaza de la Gardunya, la Escuela de Arte Massana y la fachada posterior del Mercado de la Boquería; el Centro Cultural Caixaforum Zaragoza, el Edificio de Departamentos en el Campus WU de Viena, la Delegación de la Generalitat de Cataluña en Tortosa, las Torres de Oficinas Cube I y Cube II en Guadalajara, México, la Pasarela peatonal en Petrer, el Paseo marítimo de Torrevieja o la Escuela Hogar en Morella.

Ha recibido numerosos premios y menciones entre los que se encuentran el Premio Internacional Francés de Mujeres Arquitectas 2017- ARVHA, el Premio ArpaFIL 2017 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. En el año 2016, Carme Pinós fue distinguida con la Richard J. Neutra Medal for Professional Excellence otorgada por la Universidad Politécnica de California en Pomona en reconocimiento a su carrera profesional, y el mismo año recibió el 2016 Berkeley-Rupp Prize por su contribución a la promoción de la mujer en la arquitectura y su compromiso social.

En 2015, fue galardonada con la Creu de Sant Jordi, distinción otorgada por el Gobierno Catalán por su aportación a la cultura y defensa de los valores cívicos de Catalunya. En 2012 fue nombrada International Fellow del Royal Institute of British Architects, y en el 2011, Honorary Member del American Institute of Architects.

También destacan el Premio Nacional de Arquitectura y Espacio Público de la Generalitat de Catalunya por su trayectoria profesional (2008); el Primer Premio de la IX Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (2008); el Premio ArqCatMón del Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña (2008).

Asimismo, el Premio Nacional de Arquitectura del Consejo Superior de los Arquitectos de España (1995); el Premio Ciutat de Barcelona (1992); y el premio FAD de Arquitectura – Edificios de nueva planta de uso público (1991).

Durante todos estos años, Carme Pinós ha compaginado su actividad como arquitecta con la docencia, siendo profesora invitada, entre otros lugares, en la University of California, Berkeley, l’École Nationale Supérieure d’Architecture Paris-Malaquais et Paris-Val de Seine; Harvard University Graduate School of Design; Columbia University en Nueva York o l’École Polytechnique Fédérale de Lausanne.

Su obra está presente destacadas colecciones museísticas entre las que se encuentran las colecciones permanentes del Centre Pompidou de París o del MOMA neoyorquino.

En 2018 su trabajo fue expuesto en la Biennale Architettura di Venezia y en febrero de 2021 la Fundación ICO de Madrid inauguró la Exposición monográfica Carme Pinós – Escenarios para la vida que recogía 88 proyectos destacados de su trayectoria profesional. El 28 de octubre de 2021 tuvo lugar la inauguración de la Exposición Carme Pinos – Contexto y conceptos en el marco de la 2021 Bienal Internacional de Arquitectura de Euskadi MUGAK, que estará abierta al público hasta el 27 de febrero de 2022.

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Enric Miralles: un homenaje inconcluso https://arquine.com/enric-miralles-un-homenaje-inconcluso/ Wed, 12 May 2021 13:29:27 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/enric-miralles-un-homenaje-inconcluso/ Hablar de Enric Miralles (1955-2000) en Barcelona es invocar una especie de leyenda en el mundo de la arquitectura, un personaje cautivador y enigmático. Su nombre lleva un aura entre arquitecto de culto —siguen apareciendo aún hoy en día, historias sobre su persona y su obra—, y genio local cuya muerte nos privó de continuar viendo su potencial, un potencial que parecía estar en su momento álgido cuando se vio interrumpido.

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Enric Miralles y su mesa “Inestable”. Fotografía: Maro Kouri.

 

Hablar de Enric Miralles (1955-2000) en Barcelona es invocar una especie de leyenda en el mundo de la arquitectura, un personaje cautivador y enigmático. Su nombre lleva un aura entre arquitecto de culto —siguen apareciendo aún hoy en día, historias sobre su persona y su obra—, y genio local cuya muerte nos privó de continuar viendo su potencial, un potencial que parecía estar en su momento álgido cuando se vio interrumpido.

Con motivo del 20 aniversario de su muerte se celebran en Barcelona una serie de actividades que pretenden mostrar todas las facetas de este arquitecto, pensadas para celebrarse el año pasado, pero pospuestas a causa de la pandemia. El homenaje empieza con tres exposiciones impulsadas por la Fundació Enric Miralles, una en el Centro Arts Santa Mónica donde se exponen sus collages, otra en la sede de la fundación Enric Miralles sobre la obra del despacho MirallesTagliabue tras la muerte de Enric, y una tercera —la mejor de las tres— en el Saló del Tinell sobre cuatro obras paradigmáticas en la carrera profesional del arquitecto.

Estas muestras serán complementadas con otra exposición sobre su trabajo como diseñador de mobiliario y objetos en el Disseny Hub, una serie de conferencias organizadas en el Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC) y una exposición en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB) sobre su labor académica.

Cementerio de Igualada. Fotografía: Arturo Mc Clean.

 

Una oportunidad que se echa de menos en las exposiciones es la de poner al arquitecto en su contexto histórico, nacional e internacional, para entender su obra. No es baladí el tiempo que estuvo en el despacho de Albert Viaplana y Helio Piñón, responsables de edificios de gran importancia en la tradición arquitectónica local. De hecho, Miralles firmó con ellos el proyecto de la Plaza de los Países Catalanes, ganadora del premio FAD de 1984, que se convirtió en una plaza paradigmática de la modernidad y a la vez controvertida por la dureza de su diseño, tanto por el uso de los materiales como por la disposición de las piezas que articulan el espacio, y que daría paso a las famosas plazas “duras” en Barcelona.

Miralles supo combinar, con una rabiosa modernidad, formas, materiales y soluciones constructivas con una tradición moderna, e incluso modernista —sus curvas y lo enrevesado de sus proyectos recuerdan a Gaudí. De esta manera, Enric se convierte en un eslabón importantísimo en la continuación de la tradición al servir como articulador entre esa arquitectura moderna con la de su tiempo; supo interpretar esta tradición y hacerla suya de una manera muy personal. Además, logró hacer escuela al dejar tras de sí colaboradores que formaron sus propios despachos, como Flores&Prats o Josep Miàs, que continuaron utilizando un lenguaje heredado de Miralles.

Acceso posterior y cubierta del mercado Santa Caterina. Fotografía: Alex Gaultier.

Enric fue un personaje poliédrico, creía que la arquitectura era una labor transversal en la ideación del espacio que abarcaba todas las escalas: desde el emplazamiento hasta el diseño del mobiliario, pasando por la tipografía. Al ver sus collages, uno entiende la mirada fugada de su arquitectura. Él necesitaba más de un punto de vista para entender la realidad, para construirla y luego reconfigurarla a su antojo, manipularla y subrayar aquello que creía importante. No se dejaba constreñir por las limitaciones de la herramienta que utilizaba, más bien al contrario, le daba vuelta y la utilizaba a su favor.

Fotomontaje. Imagen: Fundació Enric Miralles.

 

Al intentar captar una imagen global de las actividades que se están organizando, y se organizarán como homenaje al arquitecto, se echa en falta rigurosidad para comunicar la importancia de Enric al gran público. Lo importante en la obra de Miralles no son tanto los premios ni los concursos que ganó, lo importante son los motivos que hicieron que los ganara. Las obsesiones personales que hay detrás de sus proyectos hacen más humano a un personaje que hizo famoso el ejercicio de dibujar un cruasán, que vivía con la idea de encontrar la arquitectura en todo, que dormía en una cama igual a la de Le Corbusier, obsesionado por la tradición y los clásicos. Explicar estas cosas, acerca a Miralles al público especializado, pero también lo humaniza y lo hace mucho más interesante para todos, a la vez que permite entender mejor sus proyectos.

Se pierde, quizás, una oportunidad importante para exponer la obra de un gran arquitecto en toda su extensión y profundidad. Se pierde lo poético de su visión, así como la etapa con Carme Pinós —que fue importantísima. Queda como aspecto positivo la oportunidad de, en un futuro, hacer una exposición que sirva de prisma a través del cual poder entender quién fue realmente Enric Miralles, y cuál fue su importancia en el panorama local e internacional.

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Carme Pinós. Escenarios para la vida https://arquine.com/carme-pinos-escenarios-para-la-vida/ Fri, 12 Mar 2021 15:13:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/carme-pinos-escenarios-para-la-vida/ El título marca el camino y con él se presenta la última muestra del Museo ICO, en Madrid, dedicada a una de las principales figuras de la arquitectura de los últimos años: Carme Pinós. 

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El título marca el camino y con él se presenta la última muestra del Museo ICO, en Madrid, dedicada a una de las principales figuras de la arquitectura de los últimos años: Carme Pinós. 

La arquitecta barcelonesa fue reconocida desde sus primeros trabajos, realizados en la década de 1980 en colaboración con quien entonces era su pareja, Enric Miralles. Juntos levantaron algunos de los trabajos más destacados de la arquitectura catalana de final de siglo XX, como el Cementerio de Igualada o las instalaciones de Tiro con Arco para los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, uno de los símbolos ante el mundo del diseño local de la ciudad en aquellos años maravillosos, hoy caído en desgracia y en el abandono. 

La exposición, aunque está dedicada a la figura de Pinós en solitario, no niega ese pasado, sino que le da un lugar propio y solemne: es el punto de entrada de la puesta, al trabajo que, ya en solitario, realizó desde 1991. Este periodo sirve de introducción y se dormía como un ejercicio ritual de paso: luz escasa pero precisa y fotografías en blanco y negro de grandes dimensiones de ocho de los proyectos que realizaron en conjunto. La sensación ritual se amplía con varios archivadores de planos que contienen los documentos gráficos —los dibujos originales— de esos mismos ocho proyectos y que están cerrados con llave para salvaguardar aquellos primeros con un silencio —que sirve, de paso, como un homenaje a Enric Miralles— que introduce al espectador a la exposición en sí: un espacio luminoso y alegre, en el que visitar, reconocer y descubrir más de 80 trabajos de distinto tipo —de viviendas a grandes proyectos urbanos, pasando por pequeños pabellones o infraestructuras— desarrollados por el estudio de Carme Pinós en varias partes del mundo.

Una diversidad de proyectos que permite recorrer en detalle su carrera y descubrir un trabajo donde la arquitectura, aunque no renuncie a su condición icónica allá cuando se la necesite, nunca olvida su objetivo principal: ser ese escenario para la vida descrito antes; definir un diseño cuyo fin no es el diseño mismo, sino la de la construcción de relaciones, entre el edificio, el paisaje y la ciudad, y entre las personas que lo habitarán. Y no de cualquier manera: “cuando trabajo, considero que mi intervención se propone, en último término, mejorar, embellecer el contexto”.

Una búsqueda que está presente ya en sus primeros trabajos, incluso en los de pequeña escala, como el paseo marítimo construido en Torrevieja o, más aún, la pasarela peatonal en Petrer, un excelente ejercicio de cómo convertir en algo más lo que es simplemente un lugar de paso —un puente— para construir un espacio para la ciudad —una plaza, y se ha consolidado en sus trabajos más grandes, como el CaixaForum de Zaragoza, un edifico que se ‘posa’ —y se levanta— delicadamente en el suelo para construir una plaza de acceso bajo el edificio.

Con su obra, Pinos da un nuevo sentido al contexto: lo amplía, lo lleva a otro lugar. Eso se verá en la forma en la que los edificios ‘llegan’ al sitio, cómo se asientan, se integran y se hacen —o rehacen— parte de la geometría del lugar: el contacto con el suelo pone en relieve cómo el edificio busca extenderse —y entenderse— siempre más allá de sus límites, tanto hacia afuera, incorporando y construyendo espacios, plazas y lugares de encuentro, como hacia dentro, con, con una geometría que parece difícil capturar en un sólo golpe, difíciles de entender sin experimentarlos más allá de la fotografía: siempre hay rincones donde descubrir un lugar nuevo, definiendo espacios generosos que amplían los usos posibles; una arquitectura en la que casi siempre hay quiebres y pliegues, apuntando la intención de construir una topología rica, diversa y compleja, como excavada, de espacios variados que definen una sensible y clara relación hacia el lugar y con el uso posterior. También sus torres, donde el contacto con el terreno —respecto a la vertical— tiende a ser menor, no olvidan esta necesidad: la Torre Cube-I, en Guadalajara, es un ejemplo de cómo convertir un patio central —destinado a la iluminación y a la ventilación— en el corazón del proyecto, configurando un espacio complejo que permiten construir múltiples vistas cruzadas en su interior, y desde ahí desplegar la vida.

La muestra, curada por Luis Fernández Galiano y pensada antes de la pandemia para haber sido inaugurada en octubre del año pasado, se vio retrasada hasta febrero de este 2021. Algo que, en cierto modo, ha permitido poner a prueba la obra de Pinós. Un video sirve de telón de fondo a la muestra y explora un día en uno de sus últimos —y más celebrados— trabajos: la actuación urbana que realizó en la Plaza de la Gardunya en Barcelona, junto al mercado de la Boquería y que se define por un conjunto de proyectos: la propia plaza, un bloque de viviendas, un Centro de Arte y Diseño —la Escola Massana— y la ampliación del mismo mercado, en un todo integral que ha permitido repensar todo el lugar y darle una nueva dirección. Realizado tras la desescalada que vivió la ciudad —como evidencian las mascarillas que llevan las personas que salen en él—, expone la (nueva) normalidad cotidiana del lugar: los paseos, los encuentros (a distancia). En definitiva, que la vida en la calle y en los edificios se sigue desplegando gracias a su diseño. 

Vista la incertidumbre que nos ha generado el presente sobre la ciudad y la arquitectura, no se puede pedir más. 

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¡Bravo por la villa panamericana! https://arquine.com/bravo-por-la-villa-panamericana/ Mon, 09 Sep 2019 06:00:37 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/bravo-por-la-villa-panamericana/ La Villa Panamericana del Bajío fue un error gravísimo. Los responsables tienen nombre y apellido. La razón de tal yerro es muy sencilla: tontería, politiquería y corrupción que, se sabe, forman una mezcla explosiva siempre.

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Pero no tanto por la del Bajío del Arenal, sino por la del Parque Morelos, parte del vigente Proyecto Alameda, que sigue como el Cid, ganando batallas después de muerto. Si es que está muerto.

La Villa Panamericana del Bajío fue un error gravísimo. Los responsables tienen nombre y apellido: Mario Vázquez Raña (qepd) y todos los regidores priistas —sin excepción— del  ayuntamiento tapatío de la época. Repasemos un poco los hechos, vividos de primera mano y debidamente documentados en actas de cabildo. La razón de tal yerro es muy sencilla: tontería, politiquería y corrupción que, se sabe, forman una mezcla explosiva siempre.

Todo empezó cuando, bajo el mando del alcalde Alfonso Petersen, al principio de su administración, Coplaur recibió la orden de buscar el contexto adecuado de la futura Villa Panamericana. Al efecto, se estudiaron varias hipótesis: el Aguazul, la barranca, el barrio de la Quinceava zona, etcétera. Se determinó, según los parámetros establecidos, que el contexto de la antigua Alameda (parque Morelos) era el socialmente más benéfico y arquitectónicamente más adecuado y viable. Y se comenzaron las operaciones. Se adquirieron, abierta y transparentemente, al doble de su valor catastral, 13 terrenos en torno al parque. ¿Por qué este precio? Por justicia: toda la zona estaba destinada a una acentuada plusvalía, y era razonable que los vendedores participaran de un beneficio generado por una acción del ayuntamiento. Además, era la única manera de adquirir a corto plazo la reserva territorial indispensable.

Acto seguido, según el programa urbano arquitectónico, debidamente asesorado y calibrado, se determinó que se requerían 1500 departamentos y dependencias de apoyo diversas. Coplaur realizó un proyecto conceptual inicial. Y luego se convocó a un concurso jalisciense, del que se obtuvieron, con toda claridad y ante el escrutinio de todos los regidores y del público, siete propuestas entre más de cincuenta. Los otros seis proyectos fueron adjudicados a figuras indiscutibles del panorama arquitectónico nacional e internacional: Fernando González Gortázar, Augusto Quijano, Matías Klotz, Alberto Kalach, Carme Pinós y Rick Joy. (Haga favor ahora el lector de guglear a cada uno de ellos, a ver si son o no indiscutibles). En el concurso ganaron: Jaime Castiello, José Manuel Gómez Vázquez Aldana, Sandra Valdés y Pedro Alcocer, Ricardo Agraz, Colectivo Guayaba (dos edificios), y Álvaro Morales y Miguel Echauri.

El proyecto resultante no era una acumulación de intervenciones aisladas: era un proyecto urbano, con marcada perspectiva social, con estudios hidrológicos, demográficos, socioeconómicos, inmobiliarios, de servicios, de movilidad, etcétera. Todo fue solventado debidamente. El primer proyecto (Morales y Echauri) fue el de la restauración y renovación del parque, así como sus conexiones al barrio del Retiro (diagonal Alameda), el de la Perla, la Plaza Tapatía, etcétera. Sobre esa base se hicieron los proyectos individuales. A los arquitectos se les pagó justa y módicamente (deben existir los documentos relativos). 1500 departamentos en cuatro niveles, más una torre, en el predio más apartado, de nueve pisos. El Inah, a través de sus censores de diario, puso el grito en el cielo, como acostumbra a hacer ante cualquier iniciativa, en este caso sin ninguna razón válida, ya que sus temores pacatos de que la torre invadiera las visuales del Hospicio Cabañas fueron científicamente acallados mediante estudios topográficos certificados. No se demolió una sola edificación patrimonial, ni histórica ni artística ni ambiental. No se desplazó involuntariamente a un solo habitante, inquilino o usuario de la zona. Se realizaron decenas de reuniones de información con los vecinos, cámaras, colegios y academia. Todo estaba listo.

Y sobrevino lo que nadie vio: la crisis financiera mundial del 2008. La Villa Panamericana, como estaba planteada y aprobada, con las factibilidades urbanas, técnicas y financieras listas, se volvió imposible.

Una vez que fue inviable, por la gran crisis internacional, la primera versión antes perfectamente factible y aprobada (incluyendo por la ODEPA) de la Villa Panamericana, se tuvo que iniciar, de urgencia, un segundo esquema. Al efecto, se realizó una licitación pública entre promotores de vivienda especializados con el fin de obtener una Villa viable. El ganador fue el arquitecto Bosco Gutiérrez Cortina, de México y con fuertes raíces tapatías maternas. Analizó con detalle el asunto, y propuso un planteamiento muy distinto, invitando a él a todos los arquitectos involucrados en el primer esquema. Algunos aceptaron, otros declinaron libremente.

El nuevo proyecto, aprobado en todos sus extremos por unanimidad en el cabildo, consistía en un concepto basado, nada menos, que en la Place des Vosges parisina. Sus coautores fueron Andrés Casillas, Bosco Gutiérrez, y Coplaur. Un gran edificio de nueve niveles en forma de L en el que se alojaba la mayor parte del programa ocupaba los linderos poniente y norte del parque, el que se arreglaba correctamente y se conectaba con todos los barrios circundantes. Los otros 12 terrenos eran edificados con bajas alturas, realizando un trabajo de “urban infill”. En verdad, según quien esto escribe y otras opiniones, era una obra maestra debida, sobre todo, a Andrés Casillas.

Se volvieron a hacer todos los procesos: validación por la ODEPA, por todas las instancias oficiales concernidas, las de la sociedad civil y por los vecinos (entre los que ciertamente existía una facción opositora, aguerrida, minoritaria, y parcialmente equivocada). Lo único que se requería para iniciar obras en tiempo y forma era la aprobación por el cabildo municipal de su aval para un crédito, pagable en el corto plazo, de 200 millones de pesos como indispensable capital inicial y que sería devuelto en unos meses.

Mientras todo esto sucedía pasaba una muy intensa grilla en todos los niveles. Mario Vázquez Raña, con dos caras, hacía como que seguía aprobando el proyecto mientras al mismo tiempo lo saboteaba con inconfesables fines. Parte de la prensa y del gremio de los arquitectos se mostraron hostiles a la nueva solución. El asunto desembocó en un dramático episodio: la sesión de cabildo en la que se daría sí o no al aval del crédito. Existía una cerrada mayoría a favor, gracias al convencimiento de algunos regidores priistas. La contraorden del comité municipal de ese partido fue fulminante. Se obligó a todos sus regidores a presentarse a la sesión y a votar en contra (bastaba una sola abstención para aprobar la moción). El propio presidente del comité municipal pastoreó a sus subordinados dentro del salón de cabildos. Así, la moción fue derrotada por un voto. Con eso, la Villa Panamericana en el centro de Guadalajara, la herramienta más potente hasta entonces fabricada para renovar y rehabitar el primer cuadro tapatío, fue desechada de plano.

La Villa Panamericana quedó, a partir de ese momento, fuera del control del alcalde Alfonso Petersen y del ayuntamiento de Guadalajara. Vázquez Raña y sus asociados ya tenían la “opción” lista: el Bajío del Arenal, en el municipio de Zapopan, en terrenos inmediatamente colindantes con el Bosque de la Primavera, dentro de la zona de amortiguamiento del propio bosque. De manera más que dudosa obtuvieron las anuencias estatales y municipales y procedieron a asestar una gravísima herida en una zona de altísima fragilidad ambiental.

Grandes lecciones que aprender. Tal vez, la más amplia, es que la ciudad no se hace con usura. Ni con corrupción ni con politiquerías. La historia de la Villa Panamericana, en sus dos sedes, es altamente ejemplar. La primera propuesta, la Villa Panamericana inscrita en el Proyecto Alameda, fue la víctima de la corrupción sistémica mexicana. Con su cancelación la ciudad pagó, en varios sentidos, un altísimo precio; y perdió décadas en la consecución de un mejor centro histórico. Y aunque esa corrupción sea sistémica, los responsables directos están a la vista. Afortunadamente quedó del desastre un gran patrimonio: los 13 predios libres de polvo y paja. Se ha intentado, con poco éxito, utilizar la reserva territorial del Proyecto Alameda para reconvertirla en la Ciudad Creativa Digital. Se han realizado un edificio a medio terminar, ciertas infraestructuras, una remozada al Parque Morelos. Pero quedan 12 terrenos: ¿qué hacer? Retomar y volver a hacer vigente el espíritu del Proyecto Alameda, repoblar el centro mediante la oferta de vivienda atractiva y asequible para todas las capas socioeconómicas. Y hay 12 estupendos proyectos arquitectónicos, pagados por el ayuntamiento, listos para avanzar. Y mejorar y renovar todo el tejido urbano, activar toda la demarcación y aprovechar la sinergia del Paseo Alcalde. Esperemos que las autoridades y la sociedad puedan reflexionar y aprovechar la enorme oportunidad.

En cuanto a la Villa Panamericana del Bajío del Arenal habría que hacer algunas consideraciones. El Bajío debió de permanecer libre de cualquier construcción. Los viejos ingenieros lo sabían muy bien. Pero, de nuevo, la usura. El Bajío debió haber sido la continuación de La Primavera hasta el mismo borde del Periférico y de la carretera a Saltillo. No fue así, para tristeza y vergüenza. El bosque de la Primavera, por lo menos, debería tener el anillo de amortiguamiento en que tanto han trabajado Pedro Alcocer y Sandra Valdés, del Iteso, con su fundación Anillo Primavera. ¿Qué hacer ahora con la Villa Panamericana? Demolerla y que no quede huella, es la primera reacción. Que sirva de lección y antecedente. Es una opción extrema, pero provocada por una interminable historia de atropellos.

Ahora, imaginemos una opción con matices. La Villa como contraveneno y vacuna contra futuras amenazas ambientales y urbanas. ¿Cómo? Habitándola, una vez que todos los impactos estén verificados y neutralizados. Es perfectamente factible y se hace en muchos lugares. Además, habría que pedirle al ayuntamiento de Zapopan que no autorice absolutamente nada sin lo anterior y sin que se triplique el área de cesión del desarrollo. Esa área podría ser un escantillón muy completo, una muestra patente de cómo establecer una zona de amortiguamiento eficaz y útil: que el bosque, en vez de continuar siendo disminuido, crezca, por lo menos con esos terrenos. Además, que se actualice de manera muy astringente el Plan Parcial del Bajío del Arenal, con el objeto de hacer áreas de protección ambiental a todos los predios posibles mediante un mecanismo de compensación y un fideicomiso. Correspondería al arquitecto José Pliego, quien ha tratado de rescatar desde hace años el Bajío, llevar adelante los estudios adecuados.

También tiene ventajas, hay que aceptarlo, en no tirar 1,500 millones de pesos a la basura, devolverle sus ahorros a los pensionados, y no perjudicar a las gentes involucradas de buena fe en el asunto. Pero es indispensable el deslinde de responsabilidades, el asumir consecuencias. Nunca más una Villa del Bajío del Arenal.

Y, por el otro lado, salvemos el centro, es más que factible retomar el Proyecto Alameda, no por quienes lo inventaron, sino por el futuro de los tapatíos.

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Escola Massana, Centro de Arte y Diseño de Carme Pinós https://arquine.com/obra/escola-massana-centro-de-arte-y-diseno-de-carme-pinos/ Fri, 28 Jun 2019 15:00:19 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/escola-massana-centro-de-arte-y-diseno-de-carme-pinos/ En contraposición al edificio de viviendas que pretende diluirse en el contexto, el edificio de la escuela Massana busca singularidad. Si en las viviendas esbozan una escala doméstica, en la escuela trabajan con una escala más abstracta y mayor.

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En contraposición al edificio de viviendas que pretende diluirse en el contexto, en el edificio de la escuela Massana busca singularidad. Si en las viviendas esbozan una escala doméstica, en la escuela trabajan con una escala más abstracta y mayor. Con el objetivo de evitar que la escuela capitalice toda la plaza, se sitúa la entrada principal delante de la futura conexión con el patio de la Biblioteca de Cataluña y se crea un nuevo espacio público entre la plaza de la Gardunya y la plaza del Canonge Colom. El resultado es un edificio dinámico cuya fachada principal evita la frontalidad respecto a la plaza de la Gardunya.

El espacio interior de la escuela es abierto y unitario. Una terraza al final de cada espacio circulación se abre el edificio hacia la plaza, respondiendo así a la voluntad manifestada por los profesores de la escuela de disponer de espacios abiertos de relación entre los alumnos. Aunque cada fachada de la escuela se explica en relación a su contexto – siempre diverso- y, a pesar de la geometría fragmentada del terreno, consigue un edificio con fuerte presencia unitaria. La escuela, que representa una institución de futuros artesanos y diseñadores, se cubre con un material cerámico de grandes dimensiones hecho de manera artesanal y única para nuestro edificio, lo que ayudará a darle un carácter singular y emblemático.

El acceso principal a la escuela se sitúa en la calle Florista de la Rambla buscando un vínculo con el futuro pasaje y los jardines de Rubió i Lluch. Además de este acceso principal, la escuela cuenta con otros accesos secundarios que se plantean en función a las necesidades programáticas de la escuela: un acceso secundario situado en la Plaza de La Gardunya vinculado a la sala de exposiciones, y otro junto al Mercado de la Boquería, vinculado al salón de actos. Este último acceso podrá funcionar de manera independiente para el desarrollo de actividades culturales fuera del horario de la escuela.

El programa del edificio se desarrollará principalmente en planta baja y en cinco plantas superiores, más una planta sótano. El edificio se organiza según su uso, ya sean talleres o aulas. Las aulas hacia la zona sur del edificio y los talleres hacia la zona norte están separados por un gran atrio central, que actúa como un pasaje urbano en potencia.

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