Resultados de búsqueda para la etiqueta [Carlos Mijares ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 27 May 2025 14:03:55 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Tránsitos y demoras. Esbozos sobre el quehacer arquitectónico https://arquine.com/transitos-y-demoras-esbozos-sobre-el-quehacer-arquitectonico/ Tue, 19 Mar 2024 17:06:43 +0000 https://arquine.com/?p=88566 Con la más reciente edición de "Tránsitos y demoras. Esbozos sobre el quehacer arquitectónico" vuelve un libro que, a lo largo de dos décadas, se ha convertido en un referente para la enseñanza de la arquitectura en México y en lengua española.

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Con la más reciente edición de Tránsitos y demoras. Esbozos sobre el quehacer arquitectónico vuelve un libro que, a lo largo de dos décadas, se ha convertido en un referente para la enseñanza de la arquitectura en México y en lengua española. Hoy, en otro aniversario luctuoso de su autor, Carlos Mijares Bracho (26 de abril de 1930 – 19 de marzo de 2015), presentamos un adelanto de esta novedad de Arquine que, como dice su título, habla de las maneras de experimentar la arquitectura por medio del movimiento y la pausa.

 

Lenguaje y aprendizaje

Si alguien quiere llegar a ser arquitecto debe saber que el espíritu de aprendizaje no se limita a la etapa académica, sino que es necesario mantenerlo toda la vida.

Si la arquitectura es un lenguaje, entonces, como todo lenguaje, su uso implica un oficio. Como sucede con todos los oficios, es posible aprender y enseñar el de la arquitectura, y es conveniente conocerlo y dominarlo para poder utilizar, apreciar y ejercer el lenguaje arquitectónico.

Si alguien quiere llegar a ser arquitecto debe saber que el espíritu de aprendizaje no se limita a la etapa académica, sino que es necesario mantenerlo toda la vida. 

Las facultades, el talento y el genio son ingredientes deseables para llegar a ser arquitecto, pero eso no puede enseñarse ni, por supuesto, aprenderse, aunque bien dosificados y desarrollados adecuadamente establecen la escala de posibilidades de ser desde un buen arquitecto hasta uno extraordinario. No todos estos ingredientes son abundantes pero, si bien es una gran ayuda tenerlos, tampoco son imprescindibles.

Las facultades se descubren y se desarrollan. El talento se detecta, se orienta y se encauza. El genio se acepta y se admira. La presencia de cada una de estas características es, en ese orden, gradualmente más escasa. Ninguna de ellas se puede enseñar o aprender, sencillamente se tienen. El oficio, en cambio, puede enseñarse y aprenderse.

“Las facultades se descubren y se desarrollan. El talento se detecta, se orienta y se encauza. El genio se acepta y se admira. El ocio, en cambio, puede enseñarse y aprenderse.”

Muchos tienen facultades para llegar a ser arquitectos. Aun cuando hay que reconocer que de poco servirán si los maestros no saben detectarlas o, sobre todo, si los estudiantes son incapaces de desarrollarlas.

Bastante menor es el número de aquellos que tienen verdadero talento. Los buenos maestros deben reconocerlo y promoverlo, los estudiantes madurarlo y encauzarlo, ya que, de no ser así, el talento puede revertirse y ser más un inconveniente que una ventaja.

Sin duda cualquier aula pequeña de un edificio escolar podría alojar a todos los arquitectos del siglo que pueden considerarse con verdadero genio.

Me parece equivocado que los maestros ignoren esa evidente escasez, pero creo que un error más grave ha sido la generación de programas académicos fundados en la búsqueda obsesiva de la originalidad; en la casualidad de una inspiración carente de raíces y de conocimientos históricos; en la creencia de que los arquitectos son inventores que deben crear a partir de cero; y en la consideración de que el máximo valor es producir proyectos insólitos y resultados inéditos.

“Un error más grave ha sido la generación de programas académicos fundados en la búsqueda obsesiva de la originalidad; en la casualidad de una inspiración carente de raíces.”

Creo que la enseñanza más generalizada de la arquitectura en México de los últimos decenios ha padecido, en general, de estas severas fallas que han propiciado en los estudiantes una intensa valoración de las actitudes protagónicas, paralela a un grave menosprecio por la necesaria modestia en el ejercicio cotidiano del oficio.

Considero por ello que es necesario revisar los principios generales de la enseñanza y el aprendizaje del quehacer arquitectónico.

A mi juicio, conviene aprender y enseñar la arquitectura con plena conciencia de que el proceso tiene características peculiares, una de las cuales es la secuencia en la que se adquiere ese aprendizaje. En una primera etapa se aprende a escuchar y a leer la arquitectura, en la segunda se aprende a escribir y a hablar su lenguaje, finalmente es aprender a expresarse con ella y a saber cuándo conviene callar.

En mi opinión, algo en lo que es muy importante insistir es en el reconocimiento de la profunda y definitiva diferencia que hay entre hablar de arquitectura y hablar en arquitectura.

Aprender a escuchar y aprender a leer
Aprender a escuchar lo que otros dicen

La obra arquitectónica en verdad interesante ofrece lecturas múltiples, por eso puede aprenderse y comprenderse de distintas maneras. 

Aprender a escuchar la arquitectura es la etapa inicial, y lo que se escucha es lo que dicen y, en el caso de la arquitectura, lo que hacen otros. La experiencia directa de las obras es la enseñanza más fecunda que puede adquirirse, no sólo cuando el propósito es conocer lo que no se sabe, sino como una posibilidad de aprendizaje que se mantiene a lo largo de toda la vida, incluso si se ha llegado a creer que ya se sabe. En muchas ocasiones, si se ha logrado mantener una actitud alerta, al escuchar atenta y afectivamente lo que ha hecho otro (sin importar cuándo y dónde lo hizo) la sonoridad de esa obra logra sacudir y conmover, es enseñanza y recuerdo de que el aprendizaje es una actitud permanente y necesaria en cualquier actividad que desea ser creativa. 

Escuchar requiere modestia, pero también aptitud para el asombro, porque tan importante es comprender lo que se dice como percibir lo que se ha decidido callar.

Como la música para producir sonidos, la arquitectura necesita de instrumentos para producir espacios. Los instrumentos establecen los límites y las posibilidades de recorrido, los espacios ofrecen las alternativas y la libertad de movimiento. Aprender a escuchar lo que expresan esos espacios, apreciar su sonoridad y sus melodías, reconocer sus ritmos y sus relaciones, observar el orden en el que se presentan y la forma como se iluminan, es una disciplina fundamental para acercarse al complejo y fascinante ámbito del lenguaje de la arquitectura.

Aprender a leer

A diferencia del aprendizaje del habla, en el caso de la arquitectura conviene que se aprenda antes a leer que a hablar y que la lectura arquitectónica en general y la del espacio en particular sea una consecuencia de haber aprendido a escuchar bien. 

No resulta fácil leer el espacio, es frecuente detenerse en la observación detallada de los instrumentos que lo producen y quedarse atrapado en ella. Una dificultad adicional es el hecho de que, tanto los instrumentos como los espacios, no poseen, como las palabras, un significado específico. Se antojaría por ello equivocada, excesiva o inclusive falsa la metáfora que pretende posible aprender a escuchar o a leer un lenguaje que parece estar intrínsecamente imposibilitado para decir nada específico. Lo que sucede es que hay muchos lenguajes cuyos medios de expresión no tienen adscrito un significado y, si se observan con cuidado, es curiosamente esa carencia la que les permite expresarse de manera más abierta, libre y con mayor intensidad expresiva.

“Escuchar requiere modestia, pero también actitud para el asombro, porque tan importante es comprender lo que se dice como percibir lo que se ha decidido callar.”

Cada lenguaje tiene su modo de decir las cosas y la arquitectura tiene el suyo, pero sin duda una de las grandes ventajas de no tener significados previamente asignados es el potencial de que su expresión sea universal y haga innecesarias las traducciones. Exige, sí, como todos, un disciplinado aprendizaje y un ejercicio de la sensibilidad para percibir sus medios y poder comprenderlo.

La experiencia de las ruinas es una buena manera de aprender a escuchar y, luego, a leer el espacio. En las ruinas se encuentran en cierto modo decantados los valores arquitectónicos. La pérdida natural de los detalles y las alteraciones que el paso del tiempo ha provocado en las obras facilitan la posibilidad de concentrar la atención en los esquemas propuestos, en los modos de construir los instrumentos, en las relaciones de la obra con su contexto, en las maneras de generar el espacio y en la estructura de las secuencias.

“No resulta fácil leer el espacio, es frecuente detenerse en la observación detallada de los instrumentos que lo producen y quedarse atrapado en ella.”

Un ejemplo ilustrativo como ninguno son las ruinas de tierra pisada que se encuentran en Paquimé, un sitio arqueológico en el estado de Chihuahua, cercano a la ciudad de Casas Grandes, en donde aparece una muestra especialmente interesante de cómo el tiempo, en colaboración con la naturaleza y la acción de los hombres, ha creado, con viejas ruinas, nuevos lugares, y de cómo es posible crear un conjunto fascinante a partir del uso de la tierra como material de construcción. […]

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Tránsitos y demoras. Esbozos sobre el quehacer arquitectónico https://arquine.com/product/transitos-y-demorasdecarlosmijaresbracho/ Wed, 13 Mar 2024 16:56:24 +0000 https://arquine.com/?post_type=product&p=88477 Autor: Carlos Mijares Bracho

Textos: Carlos Carrera Robles, Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, Fernando Fernández, Mauricio Pinilla Acevedo

Cubierta: Tapa blanda

Tamaño: 21 x 21

Páginas: 196

Edición: Español

ISBN: 978-607-8880-20-1

 

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A 20 años de su primera impresión de este libro, la existencia de esta cuarta edición de Tránsitos y demoras. Esbozos sobre el quehacer arquitectónico de Carlos Mijares Bracho confirma el enorme interés que ha provocado su concepto de la arquitectura, mucho más en los tiempos que corren, cuando por todas partes vemos que no pocas de sus enseñanzas se van imponiendo en la práctica. El prestigio y sabiduría que hay en las páginas de este libro han atravesado indemnes lo que va del siglo XXI y llegan ahora a nosotros, tan lozanos y promisorios, como lo han sido siempre.

– Esta es la cuarta edición publicada en México de este clasico de la arquitectura.

– Tránsitos y demoras es más que un libro. Es el testamento pedagógico de uno de los pensadores de la arquitectura más importantes de la época contemporánea en México Carlos Mijares Bracho.

– A través de sus páginas pueda demorarse disfrutando la magnífica obra construida, permitiendo hacer un puente entre ambasformas de practicar el oficio: con el ladrillo y con la pluma.

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Aprender arquitectura https://arquine.com/product/aprender-arquitectura/ Wed, 04 Jan 2023 01:09:27 +0000 https://arquine.com/?post_type=product&p=73689 Editor: Arquine
Textos: Carlos Carrera, Carlos Mijares, Juan Román, Josep Luís Mateo, Zaida Muxí Martínez, Ricardo Vladimir Rubio Jaime, Eva Franch i Gilabert, María Berríos, Luz Marie Rodríguez López, Yara Maite Colón Rodríguez, Fernando Luis Martínez Nespral, Iñaki Ábalos, Alberto Pérez-Gómez, Alejandro Hernández Gálvez, Yazmín M. Crespo Claudio, Henry Rueda, Hernán Díaz Alonso, Miquel Adrià
Cubierta: Pasta suave
Tamaño: 14 x 21
Páginas: 144
Edición: Español
ISBN: 978-607-8880-04-1

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Este libro reúne una serie de textos que reflexionan desde perspectivas distintas sobre esa serie de rituales y ejercicios con los que, curiosamente, se entrena a ciertas personas a plantear con más seguridad la famosa pregunta ¿qué es arquitectura?, e incluso a arriesgar una que otra respuesta tentativa, en un ejercicio que siempre regresa sobre sí mismo, no necesariamente para aclarar ni incluso para cuestionar, sino para pensar de nuevo – porque nunca nada ha sido lo suficientemente pensado – e intentar una educación profunda.

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Croquis, de Carlos Mijares https://arquine.com/croquis-de-carlos-mijares/ Tue, 03 Nov 2015 17:24:48 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/croquis-de-carlos-mijares/ 'Los croquis son especulaciones abiertas, procesos de pensamiento que sirven más aun a quien los hace que a quienes están dirigidos' – Carlos Mijares

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La veta es el maestro (prólogo del libro) ©Martirene Alcantara Photographer

El proyecto del libro La veta es el maestro nació en el momento en el que Alberto Kalach tuvo en sus manos el hermoso número monográfico que Artes de México dedicó a Carlos Mijares. ¿Qué faltaba a aquella entrega, tan rica como para incluir fotografías de una obra que el propio arquitecto nunca vio terminada? Dibujos, apuntes, especulaciones, bocetos, ideas en germen. Eso que los arquitectos llaman “croquis”, echando mano de un extraño galicismo que el diccionario define como “diseño que se hace a ojo, sin valerse de instrumentos geométricos, hecho sin precisión ni detalles”. Es decir, toda esa parafernalia que acompaña la etapa creativa del trabajo arquitectónico y que poco a poco van perdiendo las nuevas generaciones, caídas en la indigencia a la que a veces conduce la tecnología. La improvisación de la mano suelta, que unas veces sigue y otras empuja al pensamiento. El trazo libre del lápiz sobre el cuaderno en blanco, que a veces avizora lo que la mente ni siquiera ha imaginado.

©Martirene Alcantara Photographer

Entonces un grupo de amigos entre los que tengo la fortuna de contarme empezó a frecuentar a Mijares en su delicado estudio de atmósfera japonesa en un conjunto de edificios de Copilco: Alberto Kalach mismo, desde luego, el maestro Humberto Ricalde, la fotógrafa Martirene Alcántara. También, de tarde en tarde, algún invitado cuidadosamente seleccionado que hubiera compartido con Mijares la amistad y el trabajo, como su antiguo alumno y socio Aurelio Nuño. Todo el que conoce a Carlos Mijares sabe que es un gran conversador, que el ámbito de sus intereses cubre la cultura en su sentido más amplio y que su relación con sus colegas de otras generaciones ha sido siempre fluida y constante, así que decidimos simplemente conversar con él delante de una grabadora, para ver qué salía.

©Martirene Alcantara Photographer

Como nuestro propósito era echar un ojo a su obra dibujada, de la que teníamos noticias por haberla conocido aquí y allá, siempre de manera parcial e inconstante, lo primero que salió a la plática fue la serie de diecinueve cuadernos que custodia la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México. La idea de incorporar al proyecto a Martirene Alcántara, talentosa fotógrafa a la que Mijares invitó originalmente a que hiciera algunas imágenes del encuentro, surgió de manera natural en cuanto nos dimos cuenta de que el corazón del libro deberían de ser precisamente los cuadernos, incluso como punto de partida de las conversaciones.

©Martirene Alcantara Photographer

Temeraria como es, Martirene propuso fotografiar página por página cada uno de los cuadernos, algunos de los cuales tienen hasta 200 hojas y que en total hacen unas dos mil páginas. Semejante decisión no sorprende a quien sabe que ella fue quien, contra toda prudencia y consejo —incluido nada menos que el del jefe de la policía estatal—, tomó la decisión de visitar el pueblo michoacano de La Coyota para hacer las fotos que publicó Artes de México de una capilla que el arquitecto dejó en obra negra. El caso es interesante por el feliz destino de aquel proyecto llevado a puerto con fidelidad a su plan original que apenas alcanzó a explicar de manera oral, sin planos ni indicaciones por escrito, digamos que con una serie de croquis conversados, al maestro albañil encargado de llevarlo a cabo. También, porque supone un buen ejemplo del género de trabajo que prefiere Mijares, en el que sus colaboradores conservan un importante margen de aportación respectiva.

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Por supuesto que había un riesgo: que los diálogos no ahondaran suficientemente en ninguno de los temas abordados. Pero la provisionalidad es una de las características del croquis, que por naturaleza resulta tentativo y perentorio, y nos pareció que su espíritu debía darnos la pauta para este libro, contagiando cada una de sus partes: las conversaciones, es verdad, pero también los añadidos escritos del propio arquitecto e incluso su ordenamiento gráfico. Lo que tiene que ver con otra enseñanza básica de Mijares: el que el material esconde la semilla de su propio desarrollo. O dicho de otra manera: que la veta es el maestro. ¿Qué es el croquis? Al definirlo, trazaremos una definición de la serie de dibujos que esta edición da a conocer. Oigamos a Carlos, de quien tomo estas frases que fui pescando mientras fluía el diálogo:

Los croquis son especulaciones abiertas, procesos de pensamiento que sirven más aun a quien los hace que a quienes están dirigidos.

Son sugerencias abiertas y distan de querer ser respuestas concisas y definitivas.

Los croquis revelan el procedimiento, el cómo de las cosas, y no son necesariamente la solución a los problemas.

Los croquis dicen poco pero incluyen mucho. O dicen sólo una parte, y ésta muy abocetada y genérica.

¿Por qué hace uno un croquis? Porque el lenguaje no basta.

A veces son sólo ejercicios para mantenerse en forma.

Un croquis sirve para abrir y abrirte posibilidades. En ese sentido es que es muy rico porque permite muchas lecturas.

©Martirene Alcantara Photographer

Fue reflexionando en estas definiciones que nos pareció que la transitoriedad de los croquis justificaba el género de diálogo que estábamos llevando a cabo, y le garantizaba de paso una naturalidad agradecible, como la del agua que corre. Así, las conversaciones serían, a la expresión de las ideas incontrovertibles y acabadas, lo que los croquis a las obras tal y como se pensaron, aunque a veces no hayan sido llevadas a la realidad, de ésa o de ninguna otra manera: abiertas tanto como espontáneas; libres lo mismo que imperfectas. Trazos sueltos de lo que piensan y defienden quienes están conversando.

Homenaje de un arquitecto a otro, la sintaxis de este volumen, es decir el orden y la relación de un dibujo respecto al que le sigue y al resto del conjunto, es el resultado de la revisión y la lectura de todas y cada una de las imágenes de los cuadernos de Mijares hecha por Kalach, quien terminó proponiendo un minucioso armado con base en sus virtudes visuales, más que temáticas o cronológicas.

©Martirene Alcantara Photographer

Cuando estábamos más metidos grabando las conversaciones con los dibujos frente a nosotros, y los encuentros empezaban a tomar ritmo, y los diálogos se ligaban entre sí de una manera cada vez más natural, murió Ricalde, entrañable amigo de los dos arquitectos y uno de los más penetrantes maestros y comentaristas de la arquitectura mexicana. No pocos se dieron cuenta de que con él se apagaba una de las voces más certeras y apasionadas de la conversación pública sobre la arquitectura, empezando por quienes estábamos involucrados en este libro. Si no todo lo que hubiéramos deseado, su entusiasmo a toda prueba, la perenne juventud de sus setenta años y su capacidad crítica no dejaron de echar luz sobre este libro.

Como todos los artistas que nunca dejan de trabajar, Mijares imaginó muchísimo más de lo que pudo llevar a la realidad concreta y una parte amplia de esas imaginaciones está en este libro. Varios hombres de cultura hay en su generosa naturaleza, proclive al abrazo y el afecto: el humanista, el utopista, el tipógrafo, el inventor, el urbanista, el decorador, incluso el ingeniero, y estos Croquis dan ampliamente cuenta de ellos. Además de su breve y contenida obra, llena de enseñanzas de eficacia y belleza, Mijares proyectó infinidad de espacios, muchísimos más de los que alcanzó a construir, y en su larga carrera de imaginante fue dejando bibliotecas, palacios legislativos, templos, palomares, casas y edificios de vivienda, espacios de recreo… Por suerte, contamos con el registro gráfico de muchas de esas imaginaciones, con esas ideas en germen y el desarrollo de esas intuiciones, material valiosísimo cuando se trata de conocer el pensamiento de un arquitecto. Eso es lo que ofrece el libro La veta es el maestro.

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Buckminster Fuller https://arquine.com/buckminster-fuller/ Sun, 12 Jul 2015 06:02:18 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/buckminster-fuller/ Cuando en 1969 Buckminster Fuller publicó su famoso Manual operativo para la nave Tierra, asumió de manera arriesgada y de hecho utópica que había llegado el momento en nuestros sistemas sociales para que los políticos y financieros pasen el control a los diseñadores, ingenieros y artistas — Peter Sloterdijk

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Así como hay grados de inteligencia entre los hombres, grados de responsabilidad, de memoria o cualquiera otra de nuestras facultades y es necesario reconocerlo si deseamos entrar en contacto con ellos, existen grados también en lo que pudiera llamarse la percepción de la escala de los problemas. Existen individuos poseedores de un clarísimo criterio para juzgar y reaccionar ante las circunstancias inmediatas, incapaces de concebir los más elementales problemas de ética o de filosofía. Se presenta también el caso inverso. Y resulta excepcional el equilibro manifiesto. Independiente del juicio o la preferencia por una de las dos actitudes, es manifiesta la necesidad de orientarse sobre la posición que cada individuo tiene respecto a la escala de los problemas que plantea. Fuller se encuentra entre aquellos que conciben sus ideas a escala mundial; es al menos la impresión que da y la intención que manifiesta.

Esa fue la impresión de Carlos Mijares de Buckminster Fuller en las Jornadas Internacionales de Arquitectura en la ciudad de México en 1963. Richard Buckminster Fuller nació el 12 de julio de 1895 en Milton, Massachusetts. Fue expulsado de Harvard no una sino dos veces y en 1927, sin trabajo y sin dinero, Fuller empezó a trabajar en el diseño de su casa Dymaxion. Al año siguiente empezaría a diseñar el coche Dymaxion, con la colaboración de Isamo Noguchi. La revista Perspecta publicaba en 1952: “hoy Buckminster Fuller y Dymaxion son casi sinónimos, para casi cualquiera familiarizad con alguno de sus muchos proyectos: el mapa Dymaxion, las casas Dymaxion, el baño portátil, el auto de tres ruedas Dymaxion. Su teoría Dymaxion, que es la base de todos sus proyectos, busca lograr «el máximo desempeño neto por la cantidad total de energía invertida” en todos los elementos relacionados al habitar.”

Sobre la “escala mundial” de su visión —como comentó Mijares— en el mismo número de Perspecta se incluyó un texto firmado por Fuller titulado The Autonomous Dwelling Facility: the Geodesic Dome. Fuller empieza explicando que los últimos dos años los ha dedicado a “desarrollar lo que parecen ser los principios de la estructura inherente del átomo y su núcleo.” Consciente de que sus investigaciones están “fuera del trabajo de autoridades formalmente reconocidas en relación a los fenómenos atómicos,” explica que sin embargo ha ganado el conocimiento técnico en estructuras que no requiere mayor verificación teórica pues ha sido confirmado mediante experimentos físicos. Los principios que descubrió le permitían construir con una libra de estructura lo que antes requería una tonelada —de ahí el famoso ¿cuánto pesa su edificio? Eso lo llevaba a proponer abandonar la idea de casas cada vez más pequeñas para concentrarse en la amplificación de su mecánica. El problema de la máquina de habitar cambiaba de escala: “vayamos a acampar con la parafernalia competente para convertirnos en señores de nuestro entorno y de nuestro tiempo como el hombre jamás había soñado.” Su propuesta consistía en cúpulas geodésicas ligeras de cincuenta pies de diámetro, aunque la cúpula iría aumentando de tamaño progresivamente en sus proyectos hasta pasar de ser una casa a cubrir buena parte de Manhattan.

En su comentario Mijares entiende que el trabajo estructural de Fuller —las cúpulas geodésicas, en especial— son parte de “una obra de proporciones impresionantes” que implica el “rediseño mundial, general, del instrumental humano” como “primer paso para lograr lo que obviamente es la meta última: una humanidad mejor.” Mijares explica que Fuller consideraba la educación del arquitecto com aquella que presentaba la “mayor capacidad para manifestar y lograr el conocimiento y la acción integradora.” Algo parecido planteó de algún modo el filósofo Peter Sloterdijk en un texto del 2010:

Cuando en 1969 Buckminster Fuller publicó su famoso Manual operativo para la nave Tierra, asumió de manera arriesgada y de hecho utópica que había llegado el momento en nuestros sistemas sociales para que los políticos y financieros pasen el control a los diseñadores, ingenieros y artistas. Lo asumió basándose en su diagnóstico de que los miembros del primer grupo (como todos los “especialistas”) sólo ven a la realidad por un pequeño a agujero que impide que vean algo más que una parte de la misma. En contraste, en virtud de su profesión, los segundos desarrollan visiones holísticas y se relacionan al panorama de la realidad en su totalidad. Era como si el llamado romántico de llevar «la imaginación al poder» hubiera cruzado el atlántico y como si del otro lado del estanque el eslogan «todo el poder al diseño» hubiera sido descodificado.

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Para Carlos Mijares https://arquine.com/para-carlos-mijares/ Thu, 19 Mar 2015 17:08:16 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/para-carlos-mijares/ “Todo recuerdo es el presente” Novalis Conocí a Carlos Mijares porque quería que fuera mi director de tesis. La primera vez que conversamos me recibió en su casa de Coyoacán donde le dije que había visitado todas sus Iglesias en Michoacán y que me habían hecho pensar en la arquitectura árabe. Me impresionó su generosidad […]

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“Todo recuerdo es el presente”
Novalis

Conocí a Carlos Mijares porque quería que fuera mi director de tesis. La primera vez que conversamos me recibió en su casa de Coyoacán donde le dije que había visitado todas sus Iglesias en Michoacán y que me habían hecho pensar en la arquitectura árabe. Me impresionó su generosidad y su cultura. A partir de ese momento nos hicimos muy buenos amigos.

Hablar de Carlos Mijares es hablar de arquitectura, pensamiento, enseñanza y el universo personal.

 

Haciendo arquitectura

“Las geografías- dijo el geógrafo- son los libros más   valiosos de todos los libros. Nunca pasan de moda. Es muy raro que una montaña cambie de lugar. Es muy raro que un océano pierda su agua. Escribimos cosas eternas.”
El principito

Tabiques en movimiento. Poesía con vocales.

“Compartimos un lenguaje y sin embargo hay poetas que dicen cosas que no se han dicho. Ese es el ejercicio de hacer arquitectura”.

Las capillas de Carlos Mijares son una mezcla de sencillez y complejidad. Parten de un elemento esencial y con este componente se construyen espacios únicos, combinaciones asombrosas en su riqueza y complejidad. Una sola pieza, todas las posibilidades…

Sus espacios crean lugares donde ocurre la experiencia arquitectónica y de los sentidos.

Las manos quieren ver, los ojos quieren acariciar, decía Goethe…

La arquitectura memorable es la que logra activar los sentidos para que la experiencia sea total y registrable. Espacios que se convierten en momentos vividos, en experiencias, entre más intensas sean esas experiencias es más profundo el registro. La arquitectura de Carlos Mijares ha logrado producir improntas en sus visitantes. Todos los que hemos estado en sus obras tenemos un grabado fiel y muy personal que el original “el espacio físico” ha creado en nosotros. Las experiencias en sus espacios son siempre memorables.

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Enseñando y aprendiendo
Ando/iendo (en gerundio)

¿Porqué escribe usted?, le preguntaron a la escritora Clarice Lispector, ¿porqué bebe agua usted? Respondió.

Hay verbos que son inseparables en Carlos Mijares. Hacer, enseñar, aprender, escribir, pensar, hablar  arquitectura, en arquitectura como le gustaba decir.

Hace varios años les hice una entrevista a él y a Humberto Ricalde sobre sobre la enseñanza y el aprendizaje en arquitectura en la que conversamos esenciamente sobre cómo se enseña/ aprende y qué se enseña/aprende. En una de sus primeras intervenciones Carlos me dijo: Estoy siendo arquitecto.

El aprendizaje y la enseñanza en arquitectura, en un sentido estricto debe estar en gerundio La arquitectura se va aprendiendo”. Ese pensamiento que se refleja en su arquitectura, en sus clases y en sus textos, es una constante. Tiene como premisa obligarnos a afinar nuestra capacidad de observación para poder crear RELACIONES, para construir con tabiques, o con palabras, para imaginar un espacio o un texto mediante un lenguaje que comunique.

Habló también de la necesidad de crear herramientas para decantar pensamientos. “Un maestro es el que te ayuda a crear esas herramientas, no creando formulas o soluciones que se repitan”. La entrevista se llamaba: Afinar el Astrolabio. Ese ha sido el objetivo de su pensamiento y enseñanza, para que los alumnos y todos nosotros una vez hecho ese instrumento de navegación lo afinemos y lo utilicemos en cualquier situación con curiosidad, estímulo, provocación.

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El universo personal

“¿y mi puesta de sol? dijo el principito que jamás olvidaba una pregunta una vez que la había formulado”

Una amistad nace de curiosidades compartidas, de coincidencias, de la construcción de otros espacios donde se intercambian recorridos.

He pasado tardes maravillosas conversando con mi queridísimo amigo Carlos sobre música, comida, vinos, ciudades. De toros y arquitectura. Sobre descubrimientos literarios, recomendándonos textos, decantando, transmitiendo con emoción y compartiendo tesoros descubiertos. Recuerdo una vez que platicamos sobre “la contemplación” en uno de los libros de Kawabata, de la sombra en Japón, del libro de Tanizaki “El Club de los gourmets” que cuenta la historia de varios amigos que recorren kilómetros en la ciudad (guiados únicamente por el olfato) para comer una sopa de hongos silvestres. Todos los que conocimos de cerca a Carlos sabemos que él es socio fundador de ese club…. Sentidos, espacio, un leit motiv .

Hemos conversado sobre el origen de las palabras, de la MOJAMA de atún que muchas veces disfrutamos juntos y que nos provocó muchas risas al descubrir que quiere decir embalsamar en árabe. Recuerdo sus observaciones (acertadas y jocosas) sobre la elección estratégica (topográfica) del lugar para ubicar los oráculos y su mensaje erótico, o sobre la maravilla de entender vínculos entre “el sitio” y “lo construido” o el amor.

Una vez que me contó una historia (que no se si sea verdadera o inventada) sobre un problema en el registro con su acta de nacimiento porque su apellido no aparecía escrito igual ahí que en otro documento, y con mucha risa me confesó que había resuelto el asunto explicándole a la señorita que si leía El Cantar del mío Cid podría verificar que su apellido estaba escrito de la misma manera como en el acta, por lo que no tendría porque existir ninguna confusión.

Conversador innato disfrutaba intercambiando historias. Construir, enriquecer, crear relaciones entre otras cosas y entre los temas, igual que en un proyecto de arquitectura. Excelente arquitecto, gran maestro, maravilloso amigo lleno de inteligencia, cultura y sensibilidad.

Recientemente me dijo: en la vida hay solo dos tipos de experiencias, las ordinarias y las extraordinarias. Experimentar su arquitectura, sus clases y su amistad ha sido definitivamente una experiencia extraordinaria.

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Carlos Mijares Bracho, 1930-2015 https://arquine.com/carlos-mijares-bracho-1930-2015/ Thu, 19 Mar 2015 16:14:08 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/carlos-mijares-bracho-1930-2015/ “Cuando uno cree que «inventa» algo en arquitectura, es que no sabe, porque tarde o temprano se descubre que ya alguien lo hizo y bastante mejor. Creo que así no se aprende: la libertad se conquista.” | Carlos Mijares Bracho, 1930-2015

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Carlos Mijares Bracho nació en la ciudad de México el 26 de abril de 1930 y se recibió en la Escuela Nacional de Arquitectura en 1952. En 100×100, arquitectos del siglo XX en México, Fernanda Canales escribió que su arquitectura surge del paciente y obstinado trabajo sobre las posibilidades compositivas y estructurales de un sólo material y un sólo elemento: el ladrillo de barro rojo cocido. Mijares combinó la práctica con la docencia, la que ejerció desde 1954: fue un maestro reconocido y apreciado por varias generaciones. Su obra destacó —según afirma Canales— en tres campos: la arquitectura industrial, la arquitectura sacra y la residencial. “Las fábricas Boerg y Beck en Vallejo y las de Vehículos Automotores de México, en Toluca y en el Distrito Federal, contrastan por ser obras eminentemente funcionales, en oposición a los templos que realiza, predominantemente simbólicos, basados en la repetición casi lúdica de elementos como arcos y contrafuertes y en el laborioso diseño de distintas maneras de dejar entrar la luz natural. Esta concepción también se refleja en el diseño de casas como la de su familia, de 1959, la Fernández y la Diaz Barreiro. En 1965 realizó la fábrica de bujías Champion, con murales de Carlos Mérida y una torre y una fuente diseñadas por Mathias Goeritz.”

En un texto publicado en el número 82 de la revista Arquitectura, en junio de 1963, Mijares ya hablaba sobre “la aparición de tendencias regionales, formales, psicológicas o emotivas” y “la inspiración más o menos franca en arquitecturas del pasado; la búsqueda de originalidad, el entusiasmo por la expresión a través de estructuras fantásticas y las posibilidades que la técnica presta a los nuevos y aún a los viejos materiales.” Entonces, a los 33 años y reaccionando a los en ese momento sorprendentes desvaríos expresivos de algunos maestros de las primeras generaciones de arquitectos modernos —menciona a Le Corbusier en Ronchamp y Chandigarh, pero también a Rudolph, Kahn, Saarinen y Tange—, Mijares toma posición frente a su propia obra por venir: las parroquias de Ciudad Hidalgo —iniciada en 1968 y concluida en 1983— y la de Junganpeo, en Michoacán, o la Christ Church en la ciudad de México.

En una entrevista que le hiciera su buen amigo Humberto Ricalde, Mijares dice que “cuando uno cree que «inventa» algo en arquitectura, es que no sabe, porque tarde o temprano se descubre que ya alguien lo hizo y bastante mejor. Creo que así no se aprende: la libertad se conquista.”

El cargo Carlos Mijares Bracho, 1930-2015 apareció primero en Arquine.

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