Resultados de búsqueda para la etiqueta [Carlos Fuentes ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 28 Jul 2023 15:31:34 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Novelas de ciudad, o al revés https://arquine.com/novelas-de-ciudad-o-al-reves/ Fri, 28 Jul 2023 15:31:34 +0000 https://arquine.com/?p=81120 Probablemente, la ciudad sea consubstancial a la historia de la novela. ¿Cómo serán las novelas de nuestras ciudades últimas? Se ha propuesto que la narrativa postapocalíptica puede leerse, en realidad, como una suerte de ensayo que puede marcar pautas para la reflexión colectiva.

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Probablemente, la ciudad sea consubstancial a la historia de la novela. Este género literario se conformó como un artefacto moderno y fue materializado a través de otras tecnologías de la modernidad, como la imprenta rotativa y los periódicos (donde llegó a publicarse por entregas). Además, su portabilidad fue fundamental para su producción. Como objeto, podía pertenecer al interior de una casa burguesa o al asiento del transporte público. Por supuesto, hubo ciudades antes de la existencia de la novela, pero un canon de novelas sobre la ciudad puede delimitarse temporalmente en un momento específico de las ciudades. Los ejemplos comunes exponen esta delimitación cronológica: el Ulises de James Joyce (Dublín); La señora Dalloway de Virgina Woolf (Londres); e, incluso, La región más transparente de Carlos Fuentes (Ciudad de México). Aquí, resulta pertinente apuntar algo sobre las formas de vida que fueron narradas en este canon de narrativas urbanas. Como apunta Franco Moretti en El burgués: entre la historia y la literatura, la burguesía fue el principal mercado para la novela ya que ahí podía  leer su propia épica. La ficción dejaba atrás la mitología de la aristocracia (castillos, caballeros, reyes, dragones) y abría paso al tránsito apresurado de las avenidas, a los escaparates, al monólogo interior de la clase media y a las ciudades cosmopolitas. Como espacio literario, la ciudad es un sitio donde se cultivan los excesos sensoriales, así como una suerte de introspección culta respecto a lo que puede experimentarse en los entornos urbanos. Y es posible afirmar que esta tensión entre la mesura y el desbordamiento surge desde el punto de vista de quien escribe. La clase media educó sus sentimientos a través de la novela. 

Sin embargo, ¿qué ocurre con la ficción cuando las realidades no pueden contener solamente las vidas interiores de una serie de personajes socialmente privilegiados? McKenzie Wark apunta: “El cambio climático excede lo que la forma de la novela burguesa puede expresar”. ¿Esto quiere decir que la novela debe continuar con estrategias miméticas que funcionen como un reflejo de las crisis actuales? Se ha propuesto que la narrativa postapocalíptica puede leerse, en realidad, como una suerte de ensayo que puede marcar pautas para la reflexión colectiva. Aunque las probables catástrofes que se avecinan no solamente provendrán del clima. Hay otros aspectos igualmente adversos que pueden destruir dinámicas espaciales, y si las pautas de la narrativa urbana se verán ineludiblemente modificadas, tal vez resuelve más pertinente complejizar la idea de ficción y entenderla no como algo que únicamente se encuentra en los confines de un libro, o que solamente es activado por escritores (y por la clase media). Aventuro una intuición más que un diagnóstico definitivo: los alcances de las prácticas culturales y de las disciplinas están siendo cuestionados por el futuro del planeta y de la organización social que conllevará ese futuro. Categorías como calle, plaza, espacio público pueden entenderse como ficciones no tanto para relativizarlas sino para poner entre paréntesis, aunque sea momentáneamente, su supuesta estabilidad. Si las ciudades de la novela burguesa fueron monumentalizadas por la misma narrativa y fueron cifradas por un personaje socialmente determinado, ¿qué sucede cuando las ciudades se enfrentan a los flujos migratorios, a un control político que sustituyó al policía por las cámaras de vigilancia y la inteligencia artificial? ¿Seguirá siendo posible identificar a los centros urbanos mediante gentilicios, niveles de poder adquisitivo y cultura? ¿Las ciudades seguirán siendo sitios donde podamos vivir? Ante estos cuestionamientos, decir que las formas de nombrar los espacios son ficciones no es por un derrotismo que les resta valor y posibilidades. Si la ciudad moderna fue un punto de partida para la ficción, cuestionar la estabilidad del espacio construido pone en marcha el potencial para (re)imaginarlo. 

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La región más transparente https://arquine.com/la-region-mas-transparente/ Wed, 15 May 2013 16:15:10 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-region-mas-transparente/ La región más transparente' se publicó en 1958, cuando Carlos Fuentes (11 de noviembre de 1928 – 15 de mayo de 2012) tenía 29 años. El 7 de abril se cumplieron 55 años de esta obra paradigmática que ha perdurado como la primer gran novela urbana de México y una de las más relevantes de la literatura latinoamericana.

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“A mediados del siglo 19 la ciudad de México se convierte en personaje” (1). La ciudad ataviada con alguna historia que contar recurrió a momentos clave y retrató a sus personajes en rincones desconocidos para ir conformando una memoria colectiva. La región más transparente se publicó en 1958 cuando Carlos Fuentes (11 de noviembre de 1928 – 15 de mayo de 2012) tenía 29 años. El 7 de abril se cumplieron 55 años de esta obra paradigmática que ha perdurado como la primer gran novela urbana de México y una de las más relevantes de la literatura latinoamericana. Como cronista urbano y testigo presencial de Los rituales del caos de la ciudad, Carlos Monsiváis (1938-2010) escribió que, en su momento, “(esta novela) fue un mural muy simbólico y al mismo tiempo muy ceñido al detalle de la mezcla de clases. Era una novela muralística con choferes de taxi, prostitutas, figuras de esta sociedad banal y escritores fracasados. Era todo y especialmente la vibración de la ciudad, el ruido de la ciudad… Fue el primer gran retrato de la modernidad urbana, y le dio a los lectores un retrato a tal punto enérgico, sustentado en la gran prosa de Fuentes, que también fue un acontecimiento social”.

Los personajes, calles, lenguajes, usos y costumbres fueron la narrativa de esta obra. La región más transparente –posterior a otras novelas que personificaron la ciudad como Manhattan Transfer de John Dos Passos y Berlin Alexanderplatz de Alfred Döblin– mostró un proceso de secularización y contexto posrevolucionario de la vida en la ciudad a través de una intertextualidad urbanística. El título, extraído de La historia verdadera de la Conquista de la Nueva España de Bernal Díaz de Castillo, no sólo constituyó una representación de la ciudad real, sino sus imaginarios de réplicas y representaciones sobre la presencia de lo que se ha perdido. Fuentes tomó la ciudad como texto, decía que “la ciudad es nuestra dignidad” mientras nos transformamos en los espacios que habitamos y construimos los espacios que reflejan lo que somos. La ciudad no tiene una sola temática en su escritura, como las fachadas de sus edificios, como un espacio donde se crean narraciones y donde se imagina el porvenir; la ciudad se desarrolla al ritmo de las formas de apropiación de sus habitantes. A pesar de ser criticado por escribir ‘desde fuera’, el escritor mexicano definió una narrativa urbana como el espacio en el que la ausencia de los otros –no sólo de Ixca Cienfuegos– se volvió presencia en  una ciudad hecha de voces en el tiempo. Fuentes narró la ciudad aristócrata y sus contrastes a nivel de banqueta, sin haber recorrido del todo sus calles, pero sobre la espacialidad, densificación y contaminación visual que se percibe tras la incipiente madurez de la urbe.

Esta novela se volvió un objeto narrativo y dio pauta a múltiples interpretaciones de los espacios, donde la literatura comienza a cobrar fuerza sobre pasajes, escenarios y personajes de la ciudad, al punto de volverla un objeto de abstracción personificado, desértico, transparente. En Megalópolis, Felipe Leal escribió que “la literatura ha contribuido a construir ciudades de papel: Carlos Fuentes nos narró impecablemente en La región más transparente, la transición de nuestra sociedad cosmopolita y diversa; y más tarde, José Emilio Pacheco, en Las batallas en el desierto, nos muestra crudamente la desaparición de los barrios y colonias a causa de la crítica aplicación de las nociones de modernidad”. En 1958, la ciudad se hizo visible y se erigió como un personaje literario y multifacético, años después retomado por escritores y cronistas como Juan Villoro, José Joaquín Blanco, Luis Zapata, Luis Miguel Aguilar, Rafael Pérez Gay, Héctor Manjarrez o David Lida, entre otros. Tras la muerte de Carlos Fuentes y más de cincuenta años después de su primera novela, queda la misma metáfora sobre la transparencia: “aquí vivimos, en las calles se cruzan nuestro olores, nuestras carnes ociosas y tensas, jamás nuestras miradas. Aquí caímos… Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire”.

(1) QUIRARTE, Vicente (2001), Elogio de la calle. Biografía literaria de la Ciudad de México 1850-1992. P. 35.

© CIA Mexicana Aerofoto. 1957. Fundación ICA.

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