Resultados de búsqueda para la etiqueta [calle ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Wed, 01 Nov 2023 15:50:44 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.3 Intervención en avenida Chapultepec https://arquine.com/intervencion-en-avenida-chapultepec/ Tue, 05 Oct 2021 02:37:22 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/intervencion-en-avenida-chapultepec/ El trazo de la avenida Chapultepec se remonta hasta los tiempos prehispánicos. Durante la segunda mitad del siglo XX y los inicios del XXI, la avenida Chapultepec se había visto severamente deteriorada en cuanto a su calidad urbana. La reciente intervención urbano paisajística se convierte así en una oportunidad de mejora.

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La operatividad de las ciudades contemporáneas plantea la necesidad de revitalizar periódicamente sus tejidos de movilidad, sus calles y avenidas, donde la comunidad desarrolla, de manera constante, una  buena parte de su vida social. Se trata, por un lado, de conservar la memoria histórica al mismo tiempo que de crear las condiciones necesarias para responder a las cambiantes circunstancias que impone la actualidad. En el ya encaminado siglo XXI se han consolidado además criterios urbanos que proponen replantear la orientación de las materialidades habitables en las ciudades, en donde el ser humano en su condición de caminante sea el ente esencial que ordene las calidades de los espacios colectivos, sumando a lo anterior la incorporación, de la mejor manera posible, de nuevos y renovados componentes verdes, naturales, tratando de reequilibrar la relación de lo construido con respecto a la naturaleza.

Teniendo presente este orden de cosas, en la ciudad de México se planteó la intervención urbano paisajística en la avenida Chapultepec, una de las mas importantes, tradicionales e históricas arterias viales, que articula en buena medida la movilidad de la zona central de la ciudad, en la Alcaldía Cuauhtémoc, en dirección oriente-poniente. Los trabajos realizados se ejecutaron en dos etapas, una de ellas terminada en febrero del año 2020 y la segunda en junio del año 2021. La primera tuvo que ver con el tramo comprendido entre la calle de Lieja y la glorieta del metro Insurgentes y la segunda desde la calle de Orizaba, hasta la avenida Bucareli.

El trazo de la avenida Chapultepec se remonta hasta los tiempos prehispánicos, en los que se planteó un acueducto subterráneo que pudiera abastecer agua potable desde los manantiales de Chapultepec (Cerro del Chapulín), hasta el corazón de la ciudad mexica de Tenochtitlan. Siguiendo un trazo semejante, en los tiempos de la colonia, en diferentes etapas, se levantó un acueducto elevado constituido por 905 arcos, inaugurado finalmente en el año de 1779, con la finalidad de conectar el mismo Chapultepec con el paseo Bucareli, realizado en honor al Virrey Antonio María de Bucareli. En el siglo XX se derribó gran parte del acueducto mencionado, sobreviviendo tan sólo 20 arcos, con la finalidad de ampliar la hoy avenida Chapultepec, de tal manera que pudieran circular de mejor manera los automóviles, que ya se imponían como uno de los referentes importantes del orden, trazo y movilidad de las vialidades de la ciudad de México. La calidad habitable, paisajística y continuidad de la avenida Chapultepec se vio afectada también durante la segunda mitad del siglo pasado a partir de la construcción de la línea uno del metro, constituyendo la estación insurgentes, un nodo severo, precisamente alterando la continuidad visual y paisajística de la avenida.

Durante la segunda mitad del siglo XX y los inicios del XXI, la avenida Chapultepec se había visto severamente deteriorada en cuanto a su calidad urbana, en gran medida dado el intenso tráfico vehicular que circula en el lugar y por el pobre mantenimiento de sus infraestructuras. La reciente intervención urbano paisajística se convierte así en una oportunidad de mejoramiento para la propia avenida y para las zonas aledañas de las colonias que colindan con la misma. El proyecto realizado recientemente implicó el mejoramiento y renovación de algunas de sus infraestructuras, como lo que tiene que ver con las líneas de suministro de agua potable, desalojo de aguas residuales y lo referente a la energía eléctrica, implicando en ello lo relativo al alumbrado público a lo largo de la avenida. En otro orden de cosas se planteó ampliar el ancho de las banquetas e instrumentar una ciclopista a todo lo largo de la avenida, limitando en alguna medida el rodamiento de los automóviles. El criterio fundamental fue mejorar, ampliar, volver mas seguros y amables los espacios destinados para los peatones, generando algunos pequeños espacios de convivencia, incentivando así la vida social.

En paralelo, como parte del diseño de las banquetas, se implementaron jardineras, aumentando las zonas verdes y de captación de agua de lluvia. Se colocaron nuevos árboles a lo largo del recorrido de la avenida, complementando los importantes macizos verdes preexistentes. Se diseñaron además cruces seguros en las esquinas importantes, se mejoró la iluminación del lugar, se colocaron algunos equipamientos como bancas, un pequeño skatepark y estructuras metálicas para  aseguramiento de bicicletas. De manera importante se restauraron la escultura Pueblo del Sol, de Gilberto Aceves Navarro y desde luego lo que queda como testimonio histórico de los arcos que constituían el antiguo acueducto.

Los resultados finales de la intervención son sin embargo desiguales. Es notable una mejor calidad en lo que tiene que ver con la primera etapa, en buena medida dada la densidad arbolada preexistente, que se complementó con nuevos árboles, lo que resulta en términos urbanos, ambientales y paisajísticos en un recorrido amable, agradable. Ayuda a lo anterior el ancho de la avenida en esta primera etapa, lo que permite que las zonas arboladas cuenten de mejor manera y las banquetas mismas del nuevo proyecto sean mas amplias. No es lo mismo lo que tiene que ver con la segunda etapa, tramo con menor ancho de vialidad, con menos árboles preexistentes y pocos árboles nuevos. Sin duda hicieron falta más arboles y variedades de arbustos en este tramo para lograr una calidad semejante a la primera etapa de intervención. Con las menores medidas en cuanto a vialidad, las banquetas también son menos anchas, siendo una realidad notable. En este segundo tramo de la intervención se creó una nueva plaza, al inicio del tramo, colindando con la calle de Orizaba y se renovaron otras tres pequeñas, que adquirieron nueva vitalidad y calidad habitable. Con el proyecto realizado, algunos comercios, sobretodo los relacionados con comida, motivados por la intervención, han aprovechado el espacio exterior, mejorando sus posibilidades de operación y la  imagen de los locales, creando una interesante vitalidad social.

Reconociendo favorable la imagen de conjunto de la intervención, sobre todo valorando  los resultados en términos paisajísticos de vegetación, que ayudan ambientalmente a la zona, la ampliación de banquetas y lo que se refiere al mejoramiento de las infraestructuras implicadas, en otro sentido, al caminar todo el recorrido, vale la pena comentar que en cuanto al detalle de los diseños implementados faltó mayor cuidado, calidad y variedad. Lo instrumentado se aprecia elemental, esquemático y repetitivo. Un solo material para resolver todos los componentes de diseño, lo cual se antojaría mejor en una combinación serena, mesurada, económica, pero de diferentes materiales y criterios de implementación, para volver mas interesantes los resultados del conjunto total. Al mismo tiempo, faltó cuidado en lo que tiene que ver con la  ejecución de los trabajos; y esto se aprecia en algunas de las modulaciones, resoluciones geométricas, ubicaciones de tapas de coladeras, calidades de colados, resultando  tramos de poca calidad. Se le ven las prisas de ejecución y entrega de los trabajos. La oportunidad de una obra de esta naturaleza, la importancia de la misma, hubiera requerido por un lado,  mejores diseños de detalle y cuidado en sus ejecuciones, para lograr con ello mayor trascendencia, sin depender necesariamente de los tiempos políticos obligados para las inauguraciones.

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Espacios: Amritsar. Modernidad india https://arquine.com/espacios-amritsar-modernidad-india/ Thu, 03 Dec 2020 02:44:18 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/espacios-amritsar-modernidad-india/ En el ámbito de la arquitectura occidental, cuando se habla de los productos modernos en la India, inevitablemente nuestra formación nos remite a los grandes personajes de nuestra muy peculiar visión internacional, como Charles Edouard y Pierre Jeanerett o Louis Kahan. Sin embargo y no carente de influencias, las distintas ciudades en el subcontinente indio fueron adaptando tecnologías y lenguajes de la modernidad a su propio clima e idiosincrasia.

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En el ámbito de la arquitectura occidental, cuando se habla de los productos modernos en la India, inevitablemente nuestra formación nos remite a los grandes personajes de nuestra muy peculiar visión internacional, como Charles Edouard y Pierre Jeanerett o Louis Kahan. Sin embargo y no carente de influencias, las distintas ciudades en el subcontinente indio fueron adaptando tecnologías y lenguajes de la modernidad a su propio clima e idiosincrasia.

Visitando Amritsar, ciudad donde se encuentra el Templo Dorado de los Sij, cuyo análisis puede llenar varias páginas, el trayecto entre el espacio donde descendimos del transporte motorizado y el recinto religioso nos permitió, a los colegas que me acompañaban ya mí, deambular por una peculiar calle.

 

La calle (cualquier calle) representa el vínculo más directo entre lo público y lo privado, es el sistema que irriga el flujo de las personas entre estos dos universos y, por lo tanto, el espacio de contacto por excelencia. Incluso, en el aparente anonimato que las calles con preponderancia vehicular generan, el roce social existe.

En este caso, y existiendo la vehicularidad en el tránsito, la calle que refiero es predominantemente peatonal e intensamente viva. La gente va y viene, intercambia, compra, vende, se observa, saluda o vigila según el caso. 

No es la calle pulcra y sanitizada que la ciudad moderna promueve con tanto ahínco —¿qué otros escalafones aumentarán ahora con la pandemia?—, la cañería es a cielo abierto —aunque eso sólo lo veo yo, o los otros extranjeros—, no hay separación entre vehículo no contaminante, vehículo contaminante y peatón, no hay ordenación para la publicidad, y aun así, no deja de ser inevitablemente moderna en su expresión. 

 

La calle es estrecha y los edificios relativamente altos, de unos cuatro niveles prueba del requerimiento de densidad urbana, lo que permite que el espacio público este sombreado buena parte del día. En el caluroso clima tropical, se agradece la sombra. La mayoría son edificios “modernos” en términos de momento histórico, de los treintas, cuarentas y cincuentas… no traicionan su época y no traicionan su cultura. Sensacionalmente bellos.

Una curiosa tipología genera diversas interpretaciones: una galería recubierta de celosías vuela por el frente del paño de la cinta ¿será una forma de capturar la brisa que se encañona por la calle para llevar aire fresco a los interiores? ¿El ver sin ser visto? ¿El pulverizar cuando llega a penetrar el sol, la intensa luz en pequeños rayos para aminorar su impacto de calor?

El caso es que la personalidad de los edificios es arrolladora. Quizás otro tipo de ojos los vean como viejos, deteriorados, obsoletos… pero a mí me enseñaron a ver la belleza por encima de los prejuicios de la pulcritud y, en mi opinión, la experiencia india fue de sorpresa en sorpresa… un enamoramiento que no me esperaba, desde los grandes monumentos, hasta las expresiones de la vida cotidiana: un sij vistiendo su traje guerrero bajando de la bicicleta, la tienda de granos, el carrito de los plátanos. La calle, repito, es el espacio público por excelencia. No hay una sola forma de ver el mundo, no hay fórmulas, no hay recetas… La pobreza y la riqueza no dependen solamente de los “indicadores” del mundo financiero occidental. Es más complejo.

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La venta callejera hace más vivas, seguras y justas las ciudades, por eso pertenece a la escena urbana post-Covid-19 https://arquine.com/venta-callejera-covid19/ Fri, 31 Jul 2020 06:03:33 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/venta-callejera-covid19/ El Covid-19 nos obliga a repensar cómo vivimos en las ciudades. Debemos darnos la oportunidad de reimaginar una ciudad post-pandemia más viva, más interesante y más equitativa. El comercio callejero puede ser parte de esa ciudad.

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Alrededor del mundo, las ciudades empiezan a salir del encierro impuesto por la pandemia y gradualmente permiten el reinicio de actividades. Los líderes nacionales tienen interés en promover la recuperación económica, con precauciones apropiadas respecto a la salud pública.

Recientemente, el Primer Ministro chino, Li Keqiang, anuncio planes de crecimiento económico que incluían la creación de 9 millones de nuevos trabajos y la reducción del desempleo urbano a menos del 5.5%. Resultó una sorpresa su énfasis en las ventas callejeras. Tras décadas tratando de liberar las calles de la ciudad de vendedores, el estado chino los adopta como una nueva fuente de empleo y crecimiento económico.

Estudio políticas urbanas y he investigado la “economía informal” —actividades que no están protegidas, reguladas o, comúnmente, valoradas socialmente, incluyendo los vendedores callejeros. Más de 2 mil millones de personas en todo el mundo —más de la mitad de la población de trabajadores— trabaja en la economía informal, principalmente en países en desarrollo. Desde mi punto de vista, alentar la venta callejera como parte de la recuperación del Covid-19 tiene sentido por varias razones.

 

Una larga tradición

Ambulantes vendiendo casi cualquier cosa —comida, libros, artículos domésticos, ropa— eran un elemento común en la vida urbana de los Estados Unidos. El primer carrito en la ciudad de Nueva York apareció en la Hester Street en 1886. Para 1900 había 25 mil carritos de ambulantes en la ciudad, vendiendo desde anteojos hasta hongos.

La venta callejera era un primer trabajo de bajo costo para los inmigrantes recién llegados. Sirvió como vital primer peldaño de una escalera al éxito y aun juega ese papel en muchas ciudades de los Estados Unidos.

Pero en Nueva York, como en otras partes, los reformistas urbanos vieron la venta callejera como estorbos y riesgos para la salud pública, y trataron de expulsarlos o moverlos a zonas marginales. A menudo quienes vendían en tiendas se quejaban de competencia no deseada. La gente pudiente veía con desdén a los ambulantes por ser pobres, extranjeros o ambas cosas. En tanto los espacios públicos fueron regulados y configurados para liberar las calles de vendedores, el capitalismo del menudeo a gran escala terminó dominando la experiencia de comprar.

 

Vendedores callejeros y la economía urbana informal

A pesar de esos cambios, la venta callejera aún persiste en muchas ciudades alrededor del mundo. Por ejemplo, en un estudio de 2017, junto con la académica Lina Martínez analizamos la venta callejera en Cali, Colombia. Encontramos una operación muy sofisticada en múltiples niveles. Van desde un sector bien establecido en el ajetreado centro de la ciudad, con mejores condiciones de trabajo e ingresos relativamente altos, a mercados menos accesibles que proporcionan una puerta de oportunidad para los pobres y los migrantes rurales recién llegados. También desenterramos significativos flujos de dinero y descubrimos que la venta callejera generalmente provee mayores ingresos que la economía formal.

Muchos programas de desarrollo en países con bajos ingresos de los años 50 a principios del 2000 buscaron erradicar la venta callejera. Los gobiernos locales tomaron acciones agresivas para quitar la venta callejera de los espacios públicos.

Sin embargo, recientemente muchas naciones han adoptado al comercio callejero como una manera de reducir la pobreza, impulsar a grupos marginales, especialmente de mujeres pobres de minorías étnicas y raciales. Como ejemplo, desde 2003 es ilegal retirar vendedores callejeros de espacios públicos en Colombia sin ofrecerles una compensación o garantizar su participación en programas de apoyo al ingreso.

En muchas ciudades de países ricos tampoco desapareció la venta callejera por completo. Sobrevivió en mercados de pulgas tradicionales y en mercados de granjeros. A estos espacios públicos llenos de vida hoy se suma la versión motorizada de la venta callejera de comida: los food trucks.

A partir del éxito de los food trucks, más ciudades están buscando promover la venta callejera. Abogados de la ciudad de Nueva York han hecho campaña desde el 2016 para aumentar la cantidad de permisos y licencias para la venta callejera, que se ha visto muy limitada desde principios de los años 80. Y la comida callejera se ha convertido en un atractivo turístico a lo largo de los Estados Unidos.

 

Venta callejera durante la pandemia

Desde mi punto de vista, la venta callejera ofrece muchos alicientes para las ciudades que reinician tras los cierres por el Covid-19. Primero, puede calmar algo del daño económico por la pandemia. En segundo lugar, puede configurarse de modo a que aliente la distancia social de manera más fácil que los espacios interiores de centros comerciales llenos de gente. Tercero, muchas ciudades ya se están reimaginando y reconfigurando con medidas tales como ampliar las banquetas y crear calles libres de tráfico. Esas acciones crean más oportunidades para el comercio callejero.

Las medidas económicas iniciales en los Estados Unidos favorecieron a los grandes negocios y a quienes están bien conectados. Becas, programas de entrenamiento y préstamos con intereses bajos, diseñados para apoyar a los vendedores callejeros a establecerse, dirigirían el apoyo a los estadounidenses con menor capacidad económica y mayor diversidad étnica. Impulsar ese tipo de empresas, con su bajo costo de inicio, es un pequeño estímulo a la economía, pero significativamente más equitativo.

La venta callejera ofrece muchos otros beneficios. Hace más vivo el espacio público urbano y aumenta la seguridad pública al hacer que las calles sean vibrantes y acogedoras. Promover la venta callejera puede generar empleo y mantener a la gente segura y crear la vitalidad y cortesía características de ciudades humanas y vivibles.

El Covid-19 nos obliga a repensar cómo vivimos en las ciudades. Pienso que debemos darnos la oportunidad de reimaginar una ciudad post-pandemia más viva, más interesante y más equitativa.


John Rennie Short es profesor en la School of Public Policy de la Universidad de Maryland, Baltimore County.

Este artículo apareció originalmente en inglés en The Conversation y se publica con permiso de su autor.

The Conversation

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La calle y el mal https://arquine.com/la-calle-y-el-mal/ Tue, 26 May 2020 13:57:44 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-calle-y-el-mal/ Poder ver la calle como un lugar para ser más que uno mismo, un verdadero afuera, más allá del bien y del mal.

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“Pero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que diga, miente —y posea lo que posea, lo ha robado.”

“Existe una vieja ilusión que se llama bien y mal. En torno a adivinos y astrólogos ha girado hasta ahora la rueda de esa ilusión.”

Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra

 

Sobre la moral se construye el bien y el mal, la ética sucumbe sus cimientos; su labor es confundir toda jerarquía de valor, difuminando toda altura de lo bueno sobre lo malo. La moral es una costumbre prevista, la ética es siempre inaugural, no de contenido sino de sentido.

En el jardín de la moral se poda y arranca la mal-eza para dejar crecer “lo bueno”. La ética es poner a cualquier planta del jardín en el mismo valor de existencia —más allá de su utilidad; sea ésta de consumo orgánico o estético. Cuando ponderamos algo sobre otra cosa, lo hacemos desde nuestra identidad, desde nuestra costumbre, defendiendo nuestro cerco, lo que nos define, nuestro yo. Rara vez nos enseñan a imaginar desde lo otro para ser más que uno mismo. 

En los valores del espacio, yace también la moral. Decimos a menudo —y de forma obvia—, que lo estrecho, oscuro y húmedo suele ser un mal espacio; que en cambio, lo amplio y luminoso, es un lugar bondadoso. Pero hay categorías morales en el espacio que no son tan fáciles de ver o defender. Una de ellas es la forma en que comprendemos cada vez más el afuera, la calle; ese lugar de tránsito, de trance. 

En variadas conferencias el antropólogo español Manuel Delgado ha dejado claro que, detrás de su reflexiones antropológicas en libros como: El espacio público como Ideología o La Ciudad Mentirosa,  está el análisis de narrativas religiosas renovadas, es decir, de morales institucionalizadas.

Cuando abandonamos, nos dice, “el presunto nido de verdad, que es el hogar —el adentro—, encontramos un escenario infernal, donde la actuación principal es la del demonio, y que la única instancia que nos puede proteger de él es el estado” 1

Toda concepción moderna de la calle parte de esta premisa; de que el afuera es un mal que debe ser redimido, salvado, controlado, transformado en triunfo, convertido en bien. Para eso, hacemos de los espacios oscuros y degradados lugares bien iluminados, reticulados, previsibles, vigilados, quitamos árboles para que los insectos del jardín de la moral no se guarden, escondan o propaguen. Que no exista sospechoso alguno, incluyendo todo caminante ocioso, todo andante sin destino definido. El espacio de afuera es hoy más que nunca solo un durante de lo productivo. No dura, no aglutina, no invita a la demora, a la contemplación, no nos convoca. 

¿Quién es el transeúnte? Pues el que yace en trance, el poseído, es decir, el que se abandona a condiciones que no puede o quiere controlar; que difumina su yo, que lo con-funde con lo otro y los otros. A eso, cuando somos también otros, Elias Cannetti lo denomina; la masa:

“La masa aparece donde antes no había nada (….) no reconoce casas, puertas o cerraduras” —es decir, confunde el adentro con el afuera—, y en su etapa más fecunda “todos los que pertenecen a ella quedan despojados de sus diferencias y se sienten como iguales, (…) En esta densidad, donde apenas hay huecos en entre ellos, donde un cuerpo se oprime contra otro, uno se encuentra tan cercano al otro como así mismo. Así se consigue un enorme alivio. En busca de este instante feliz, en que ninguno es más, ninguno mejor que otro, los seres humanos se convierten en masa.” 2

Para evitar que en la calle, en el afuera, surja el trance, la posesión, la pérdida de identidad, donde por un instante las personas olvidan su nombre para formar parte de otra cosa, el estado arguye —con su moral institucionalizada— que la calle debe ser regularizada, tranquilizada, vigilada, educada, pedagógica, manteniendo distancias, imponiendo ritmos, cadencias, sin lugar para la aglomeración, para la protesta, para cualquier tipo de conflicto. El edén en la tierra.

En la película: Paris, Texas del director Wim Wenders, el personaje principal es aparentemente poseído por un deseo incontrolable de caminar hasta el desfallecimiento. El nombre de la película ya es suficientemente sugerente: funde dos lugares y los vuelve uno solo, literalmente; un desierto sin identidad. 

En seres cuya posesión ocurre de forma individual, singular, como lo es el personaje de esta película,  también el estado y el sistema evita su propagación y crecimiento. Al respecto Consejo Nocturno nos dice:  

 “Nunca antes observamos tantos tránsitos recorriendo la totalidad de este mundo sin que surjan fugas, devenires y procesos de singularización. El turista metropolitano parte de lo mismo para llegar a lo mismo, no solo espacial sino temporalmente.” 3

Con todo esto, podemos decir que los cuerpos pueden ser entendidos y vividos de dos formas: cuerpos en todo momento localizados y mesurables, y cuerpos que; “no son ni están, sino que suceden; pertenecen no al orden de la estructura y de la función, sino del acontecimiento.” 4 El “orden” del sistema no puede reconocer fuera alguno. Todo es dentro. 

El tema es pertinente por lo que acontece. Cómo no ver que en la cúspide y el regreso de las masas —el estallido social en Chile, las caravanas migrantes de centroamericanos que recorren países enteros, las movilizaciones feministas en todo el mundo, las protestas incontrolables de Hong Kong aún con su más alta tecnología de control, y como todo esto comenzaba a verse como un bien necesario— un virus aparece para volver a colocar a la calle como el lugar del mal, ese lugar incontrolable, impredecible, de riesgo, de contagio, que nos obliga no solo a “guardar distancia con el otro, sino a medirla”, que nos invita a salir poco y de forma ordenada, previsible, básica, solo para lo esencial; vigilada, como ocurre en Guadalajara, con helicópteros que vocean desde el aire la contingencia en la que vivimos, y patrullas que repiten el mensaje desde la tierra, por si alguien llegase a olvidar nuestros tiempos. Dentro nos llega una misa, fuera está el exorcismo. 

Lo que ocurre ahora, nos dice el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber desde su casa y frente al computador, es el regreso de instituciones que yacían dormidas. Despiertan los Estados Nación y la ciencia, y son de pronto héroes que pueden y deben tomar el control. Hay un retorno a las políticas intervencionistas, justificadas y apoyadas por el miedo, por lo que yace afuera; un mal incontrolable al que no debemos exponernos y del que el bien debe salvarnos eficazmente. Nos recuerda también que en el fondo todo orden es un acto de violencia. 

El filósofo francés Paul Ricoeur, en su libro Si mismo como otro, bien complementa la peligrosidad de esta obsesión purista entre el bien y el mal:

“La producción interrumpida de positividad tiene una consecuencia terrorífica (…) Cualquier estructura que acose, que expulse y exorcice sus elementos negativos corre el peligro de una catástrofe por reversión total, de la misma manera que cualquier cuerpo biológico que acose y elimine sus gérmenes, sus bacilos, sus parásitos, sus enemigos biológicos, corre el peligro de la metástasis y el cáncer, es decir, de una positividad devoradora de sus propias células, o el peligro viral de ser devorado por sus propios anticuerpos, ahora sin empleo”. 5

 

En el Jardín de la moral, el jardinero ha dispuesto que cortar para que el jardín siga siendo jardín y no prado, ni bosque. 

La ética se asfixia, el bien y el mal vuelven a ser aparentemente claros e institucionalizados. Se ha podado la maleza, la nueva normalidad ha de ser de cuerpos identificables, de rostros sin barba, con cubrebocas, sanitizados, desinfectados, con un afuera controlado; en temperatura y ritmo, en motivo, en cercanía, en aglomeración.  

No es que se ponga en juicio las medidas necesarias para salvar vidas, es lo pertinente de la situación para que el orden de la moral se instaure y vuelva a imponerse sobre la posibilidad de cualquier otra forma de vida, de sentido, de existencia, de masa, de transe, de ética. De poder ver la calle como un lugar para ser más que uno mismo, un verdadero afuera, más allá del bien y del mal.


Notas:

  1. DELGADO, Manuel, “La calle como espacio social”, Conferencia en la UNAM, 2016, recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=YSFokDMQHM4&t=6254s 
  1. CANNETTI, Elías, “Masa y poder”, Madrid, España; Alianza editorial, 2017.
  1. CONSEJO NOCTURNO, “Un habitar más fuerte que la metrópoli”, La Rioja, España: Pepitas Ed., 2018.
  1. DELGADO, Manuel, “El cuerpo como acaecer”, 2017, recuperado de: http://manueldelgadoruiz.blogspot.com/2012/06/el-cuerpo-como-acaecer-de-del-articulo.html
  1. RICOEUR, Paul, “Si mismo como otro”, Madrid, España, Siglo XX Editores, 2006.

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El Balcón: de trastero a escenario. https://arquine.com/el-balcon-de-trastero-a-escenario/ Thu, 31 Jan 2019 14:00:15 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-balcon-de-trastero-a-escenario/ Los balcones, comúnmente, son entendidos como extensiones del interior hacia el exterior que permiten una interacción con la vida cotidiana que sucede en la calle. Son definidos, normalmente, como espacios de intercambio entre lo doméstico y lo público, espacios amigables, de convivencia e interacción.

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Los balcones, comúnmente, son entendidos como extensiones del interior hacia el exterior que permiten una interacción con la vida cotidiana que sucede en la calle. Son definidos, normalmente, como espacios de intercambio entre lo doméstico y lo público, espacios amigables, de convivencia e interacción.

El ´balconeo´, término utilizado en décadas pasadas en algunos países sudamericanos, no era más que la estrategia de las jóvenes de ser coqueteadas desde la calle hacia el balcón por sus pretendientes, en la que prácticamente se rememora la escena de Shakespeare en Romeo y Julieta en 1597.

También, el balcón es hoy en día un espacio dispuesto para atender actividades domésticas, tender la ropa, colocar los aparatos de aire acondicionado, colgar una vieja bicicleta, lugar de congregación para fumadores, muchas veces utilizado de trastero o cuarto de servicio, el balcón se convierte en una especie de ventana sin paredes de la propia edificación, y aunque presente, para muchos es, en la mayoría de los casos un espacio inadvertido.

No obstante, en otro orden de ideas, el balcón también constituye un elemento arquitectónico decisivo para el poder, un espacio para la figuración y la exposición. Son muy pocos los políticos o caudillos que no se hayan hecho aclamar desde este pequeño lugar. Desde Perón en la Casa Rosada, Chávez en el Palacio de Miraflores, el Papa Juan Pablo Segundo junto a Pinochet en aquella polémica imágen desde el Palacio de la Moneda, aquel balcón temporal en el ayuntamiento de Viena donde Hitler se dirige a las masas y que luego sería reconstruido en piedra para inmortalizar dicho acto, hasta las ceremonias presidenciales del Grito de Dolores en el Zócalo de la Ciudad de México, por mencionar algunos ejemplos en los que este diminuto elemento se convierte, al menos momentáneamente, en un espacio notable para la ciudadanía.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, los balcones pasan desapercibidos, pese a que son partícipes y testigos de la vida cotidiana de nuestro entorno, desde pequeños e insignificantes momentos personales y familiares, hasta de grandes escenas y momentos que marcan la vida de una ciudad.

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