Resultados de búsqueda para la etiqueta [Bruce Nauman ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:23:52 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.3 Barragán y el arte: Sean Scully y Bruce Nauman en diálogo con el arquitecto https://arquine.com/barragan-y-el-arte-sean-scully-y-bruce-nauman-en-dialogo-con-el-arquitecto/ Thu, 08 Feb 2018 18:50:15 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/barragan-y-el-arte-sean-scully-y-bruce-nauman-en-dialogo-con-el-arquitecto/ Dos exposiciones de arte establecen un diálogo directo con espacios diseñados por Luis Barragán. La primera, ubicada en la Casa Estudio Luis Barragán es 'Parameters', que permite disfrutar de la obra de una de las figuras clave del arte del siglo XX: Bruce Nauman. Por otro lado, el escultor Sean Scully ocupa los patios de la Cuadra San Cristobal con una instalación escultórica. Juntas componen nuevas miradas a la arquitectura del mexicano.

El cargo Barragán y el arte: Sean Scully y Bruce Nauman en diálogo con el arquitecto apareció primero en Arquine.

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Dos exposiciones de arte establecen un diálogo directo con espacios diseñados por Luis Barragán. La primera, ubicada en la Casa Estudio Luis Barragán es ‘Parameters’, que permite disfrutar de la obra de una de las figuras clave del arte del siglo XX: Bruce Nauman. Por otro lado, el escultor Sean Scully ocupa los patios de la Cuadra San Cristobal con una instalación escultórica. Juntas componen nuevas miradas a la arquitectura del mexicano.


Evocación al silencio | Sean Scully en la Cuadra San Cristóbal

Por Daniela Jay

“En los jardines y hogares diseñados por mí,
siempre he tratado de permitir al interior el plácido murmullo del silencio,
y en mis fuentes, el silencio canta…”
–Luis Barragán, discurso de aceptación del Premio Pritzker, 1980

 

En 1966, Folke Egerström encargó al arquitecto Luis Barragán, gran amigo suyo, el diseño de la Casa Egerström y la Cuadra San Cristóbal, ubicadas en el Fraccionamiento Los Clubes en Atizapán, Estado de México. En 1969 se finalizó la obra y la Fuente de los Amantes, ubicada en este mismo fraccionamiento pensado para una comunidad de caballistas.

Casi medio siglo después, en ese lugar, habitado aún por la familia Egerström, se encuentra instalada la muestra ‘Sean Scully – San Cristóbal’, una exposición abierta al público bajo reservación desde el 7 de febrero y hasta el 24 de marzo. Curada por Oscar Humphiries, yuxtapone la “abstracción emocional” de Sean Scully con la “arquitectura emocional” de Luis Barragán, dos lenguajes que evocan al silencio, el color y la geometría, aunque tratados de formas distintas: mientras que la arquitectura de Luis Barragán es una geometría pura, la de Scully es una geometría de muchos elementos.

Las obras abstractas del artista estadounidense se ubican tanto en los espacios internos como externos de la cuadra; el gran patio es habitado por tres grandes esculturas que se presentan por primera vez en Latinoamérica: Walll of Light, Brown Silver Tower, y Boxes of air.

El diálogo es amplio: la primera acuarela de Wall of Light fue realizada por Scully en una de sus vistas a México. Ahí inició una serie que habitará durante seis semanas las zona de caballerizas y el estudio,  acompañadas por obras icónicas, Horizon Nine y Ghost.

En la obra del escultor se puede encontrar un leguaje abstracto, que se compone de la línea, una línea que tiene un ritmo y una geometría. Podría decirse que tiene un aspecto de musicalidad y una repetición que recorre toda su obra. La Cuadra San Cristóbal es un sitio con un gran sentido del silencio y de la abstracción geométrica, los distintos planos la contienen o se abren para mirar al paisaje, comunicándose con el verde de la vegetación y la claridad del agua.

En un paisaje que expresa claramente una virtud mexicana de color y monumentalidad, la obra de Sean, uno de los artistas abstractos más importantes del mundo, no se enfrenta sino que se corresponde al sitio a través de la emocionalidad. El resultado es una conversación entre un espíritu sereno, como el de Barragán, y uno más melancólico y luchador, como el de Sean Scully.


Confrontar el espacio | Bruce Nauman en la Casa Estudio

por Pedro Hernández

 

“Sólo en íntima comunión con la soledad puede el hombre hallarse a sí mismo.
Es buena compañera, y mi arquitectura no es para quien la tema y la rehuya”
–Luis Barragán, discurso de aceptación del Premio Pritzker, 1980

 

La arquitectura es confrontación, o eso nos advierte Barragán: confrontar la belleza, la materia, el espacio. La calidad de una obra, quizá, se pueda estimar en las relaciones que produce tal encuentro. En el caso del mexicano: uno íntimo, sosegado, silencioso. Su casa es sin duda una muestra de sus obsesiones espaciales: una arquitectura que se encierra sobre sí misma y se abre a los jardines: ese fragmento de la naturaleza “reducida a proporción humana y puesta al servicio del hombre” (…) “el más eficaz refugio contra la agresividad del mundo contemporáneo”.

La casa-estaudio de Barragán es, posiblemente, la construcción más personal del arquitecto, la más autobiográfica. Se sabe que el proyecto fue cambiando con el tiempo: la casa era un experimento sobre las posibilidades del espacio, o de cómo la materia –manifestada muros, techos, huecos y demás– construye espacio en relación al hombre –en este caso, el propio Barragán–, que se enfrenta al mundo, al espacio, mediado por el diseño arquitectónico. Una forma de pensar que, aunque abordadas desde otro punto de vista, aparece también como eje motor en el trabajo del artista estadounidense Bruce Nauman.

Nauman es un artista conceptual estadounidense nacido en 1941. Suyos son algunos de los trabajos más disruptivos del arte en el siglo pasado; trabajos en los que se mezcla video, escultura y performance. En su obra, Nauman entiende su propio cuerpo como la forma de relacionarse con el entorno, eso implica pensarlo como una escultura –viva– y llevarlo a condiciones extremas, todo para establecer un acercamiento y cuestionamiento a la noción de espacio: cómo éste actúa sobre el cuerpo y cómo el cuerpo responde a los condicionantes que impone.

Estancia Femsa aprovecha ambas condiciones para establecer un diálogo con el espacio de la casa. Después de todo, Bauman y Barragán, aun entendiendo la arquitectura desde campos distintos, se enfrentaron siempre a la problemática similar: la importancia del cuerpo y del espacio para establecer una experiencia del mundo. El diálogo se amplía al revisar las formas de trabajo: si la construcción diseñada por el primer premio Pritzker fue transformada varias veces para generar distintas cualidades espaciales –con espacios que se abren, espacios que se cierran, escaleras livianas o muros que se despliegan dentro de otras salas– Nauman convirtió en su estudio de Nueva York en un experimento espacial: el artista construyó pasillos, definía limites o modificaba su forma de moverse para explorar temas relacionados con la arquitectura y el confinamiento de esta sobre el cuerpo.

Todos puntos comunes se manifiestan en una exposición que recoge cinco videos del artista y que se reparten en la casa de acuerdo a las propias condiciones espaciales que ésta presenta: en Pacing Upside Down, Bauman camina dentro de un cuadrado mientras la imagen se registra de forma invertida, estableciendo un diálogo directo con la famosa escalera de Barragán; Slow Angle Walk (Beckett Walk) conversa con el salón y la ventana que da al jardín, o Wall in Contrapposto fuerza al cuerpo de Bauman a caminar en la pose de Contrapposto en un corredor de pequeñas dimensiones, tal y como pasa en algunos pasillos de la casa, demasiados estrechos en ocasiones. 

La presencia, en pantalla, de Nauman supone poder percibir la arquitectura del tapatío atendiendo a nuevas ideas: todas donde el cuerpo pasa a ser atendido de nuevo como una parte vital e imposible de abstraer de la arquitectura de Barragán.

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La exposición excepcional https://arquine.com/la-exposicion-excepcional/ Thu, 12 May 2016 16:41:15 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-exposicion-excepcional/ El proyecto Unilever Series de la Tate Modern en Londres ocupó durante una década la Sala de las Turbinas del museo londinense con una instalación site-specific de un reconocido artista: Louise Bourgeois, Juan Muñoz, Anish Kapoor, Olafur Eliasson, Bruce Nauman, Rachel Whiteread, Carsten Höller, Doris Salcedo, Dominique González – Forester, Miroslaw Balka y Ai Wei Wei, interpretaron de formas muy distintas el enorme espacio industrial y revolucionaron la percepción del arte contemporáneo. Proyectos excepcionales donde la visita va más allá de si lo que se va a ver es arte o no. Lo que uno se lleva es la experiencia. Su experiencia.

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“En los estudios de Bourdieu de hace ya varias décadas se afirmaba que aquellas muestras de arte más experimental estaban copadas por el círculo de iniciados, que podían “comprender”, por decirlo de alguna manera, todo lo que allí se exponía y se comunicaba. Era un coto cerrado. En la actualidad esto ha cambiado sustancialmente y la razón en mi opinión no está en una aproximación de otros grupos sociales al arte más vanguardista y experimental, sino más bien a la idea del “espectáculo”. Hemos pasado del elitismo al espectáculo. Debemos reflexionar con calma sobre el alcance de todo ello y si realmente estamos avanzando o engañándonos.”

Museos de arte. El enigma del visitante
Juan Carlos Rico

 

“La programación de las Unilever Series en la sala de turbinas de la Tate es, en su colosal sobredimensionamiento el más señalado dispositivo que la época ha venido a construir para consagrarlo a este incongruente ritual de oscilación paranoide entre un dinamismo y su contrario, entre una forma de experiencia y su contraria. Todo lo que en ellas se presente deberá alcanzar unos niveles de seguimiento suficientemente elevados- y para ello, entretener. Asegurando así su plena incrustación exitosa en el seno de las muy competitivas industrias del entretenimiento.”

Nuevas economías del entretenimiento: el efecto Tate
El cristal se venga
José Luis Brea

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En los últimos meses, leyendo a Juan Carlos Rico (doctor en arquitectura y conservador de museos) y a José Luis Brea (crítico de arte y comisario independiente), a quienes les he robado un par de fragmentos para empezar esta breve reflexión, me he topado con el concepto de la industria cultural del espectáculo. Por deformación profesional, como escenógrafa, asocio el concepto de espectáculo al acto teatral, donde un actor hace una acción y un espectador lo observa. Pero en el caso de los dos autores que cito, se refieren al espectáculo dentro de la exposición, de la instalación museográfica.

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Tanto Rico como Brea ponen como ejemplo el proyecto de las Unilever Series de la Tate Modern en Londres. Una propuesta que duró una década y donde cada año se invitó a un artista para hacer un proyecto específico para la Sala de las Turbinas. Los artistas invitados desde el nacimiento de esta serie de exposiciones en el año 2000 fueron Louise Bourgeois, Juan Muñoz, Anish Kapoor, Olafur Eliasson, Bruce Nauman, Rachel Whiteread, Carsten Höller, Doris Salcedo, Dominique González–Forester, Miroslaw Balka y Ai Wei Wei. Todos ellos artistas reconocidos mundialmente que interpretaron de formas muy distintas el enorme espacio industrial que ocupa la Sala de las Turbinas y revolucionaron la percepción del arte contemporáneo. En la actualidad, y hasta 2025, quien se encarga de patrocinarlo para que los artistas sigan haciendo proyectos site-specific es la Hyundai Commission. En 2015 el artista invitado fue Abraham Cruzvillegas y este año le toca a Philippe Parreno.

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Regresando a lo que comentan Rico y Brea, es verdad que los proyectos realizados en el hall de la Tate Modern son espectaculares, pero no me convence el aire despectivo con el que mencionan que es un espectáculo que sólo sirve para entretener.

Es cierto que, por ejemplo, el The Weather Project de Olafur Eliasson –octubre 2003 a marzo 2004– fue espectacular y mucha gente iba sólo a pasar el rato en el hall de la institución cultural sin entrar a ver las otras exposiciones; pero estoy convencida que será difícil de borrar de la memoria de los que lo visitaron. Eliasson creó una atmósfera con un sol gigante (un semicírculo reflejado en el techo) en la que los londinenses pasaron sus tardes y aprovecharon el sol artificial que estuvo abierto a un público que huía del exterior en los meses más fríos del año. No se tenía que ser un erudito del arte para entender la instalación por lo que cualquiera podría ir a disfrutarla.

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Para el espectador, visitar un espacio donde la experiencia trasciende las fronteras de lo cotidiano para encontrarse con una experiencia vivencial como la que creó el artista danés en Londres, es una razón de peso para entrar al museo, o para volver aunque ya lo conozca y evitar la pregunta “¿para qué volver si ya he ido?”.

Independientemente de si es espectáculo o entretenimiento, vale la pena que existan proyectos como este, que no son ni permanentes ni temporales sino que son excepcionales, donde la visita va más allá de si lo que se va a ver es arte o no. Lo que uno se lleva es la experiencia. Su experiencia.

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