Resultados de búsqueda para la etiqueta [Bogotá ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 16 May 2023 14:54:09 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Luvina y la Vecindad https://arquine.com/luvina-y-la-vecindad/ Tue, 16 May 2023 14:54:09 +0000 https://arquine.com/?p=78653 Mi primera vez en Luvina fue por accidente. Había ido a conocer las Torres del Parque, los famosos multifamiliares que Rogelio Salmona construyó entre la antigua plaza de toros y la Macarena, un barrio empinado al oriente de la ciudad que se ha ido gentrificando poco a poco. Frente a las Torres, tras una cortina […]

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Mi primera vez en Luvina fue por accidente. Había ido a conocer las Torres del Parque, los famosos multifamiliares que Rogelio Salmona construyó entre la antigua plaza de toros y la Macarena, un barrio empinado al oriente de la ciudad que se ha ido gentrificando poco a poco. Frente a las Torres, tras una cortina de lluvia que azotaba furiosamente la Carrera 5, estaba Luvina. Tanto el café como la librería los atendía un señor ya grande, si no mal recuerdo con el pelo largo y canoso amarrado en una cola. El señor daba vueltas por las mesas, desperdigadas entre estantes y columnas de libros. Conversaba y reía con la clientela, que en su mayoría parecía ser regular, conocida. Por lo menos ese era el trato que el señor le daba. 

Volví un tiempo después a Luvina y ahí estaba todavía el señor, que se acercó a nuestra mesa. Conocía todas las editoriales independientes locales y me mostró un par de libros de un escritor de la primera mitad del siglo XX, José Antonio Osorio Lizarazo. Uno era la ya mítica novela de ciencia ficción Barranquilla 2132. El otro, publicado por Laguna Libros, era su primera novela, titulada La casa de vecindad (1930). Esa tarde salí de Luvina con ambos. Un tiempo después, me enteré en redes que la librería había cerrado sus puertas. 

Curiosamente, La casa de vecindad es el diario de un tipógrafo cincuentón desempleado. A causa de la introducción de los linotipos en los años 20, su oficio de toda la vida ha desaparecido. Encima, los precios de esa Bogotá en plena modernización se han disparado, en especial la renta. “¡Pero qué precios!” recalca el hombre “¡Es imposible vivir”. Orillado, no le queda más que alquilar un cuarto en una vecindad en el barrio de Los Mártires. Odia la vecindad, sus chismes, sus pleitos, su alcoholismo, las condiciones de vida que se soportan ahí en general. Dice en repetidas ocasiones que la vecindad está maldita, condenada. Y si, en las primeras páginas, él confía en que aquel descenso al inframundo bogotano no es sino una escala temporal, un accidente, conforme pasa el tiempo el hombre comienza a sospechar que la maldición de la vecindad ya se ha posado sobre él también. 

El hombre vuelve a su diario –esas páginas que nosotros leemos– en busca de un refugio, un espacio donde exteriorizar la frustración y encontrar una suerte de compañía. Porque, sobre todas las cosas, el tipógrafo se siente solo, abandonado, escupido por un mundo que ya no lo quiere ni lo reconoce. El problema es que el diario, al cual acude como un escape de la realidad, es en realidad un laberinto donde nuestro tipógrafo se va perdiendo, enredado en su propia narrativa de lo que está pasando. Por momentos, la escritura le revela una salida a su soledad, como cuando se le aparece fugazmente la idea del socialismo, que él mismo rápidamente descarta. En su lugar, el hombre se obsesiona por cuidar a su joven vecina, una madre soltera que no quiere sus atenciones: “¿Y quién me dice a mí que usted no es igual a los demás hombres y que al fin procurará cobrarme, como todos, estos servicios de apariencia desinteresada? ¡Todos son iguales! ¡Todos son iguales, señor! Y no quiero ir rodando de uno a otro”. Pero él insiste en que sus intenciones son “puras,” las de un padre cuidador. Nunca reconoce su violencia o su egoísmo.   

La novela de Lizarazo se trata de la caída de un hombre maduro en las grietas de una Bogotá que, de pronto, se ha vuelto irreconocible. Una ciudad que ha perdido sus espacios de siempre, sus formas, en las que ya nadie se sabe tu nombre o tu historia y en la que conviven cotidianamente las más diversas realidades. En suma, una ciudad moderna. Para nuestro tipógrafo, demasiado maduro como para ajustar, estos cambios se viven con un profundo desentendimiento y una paralizante confusión. Poco a poco, el hombre va descendiendo a los submundos que la nueva dinámica ha fabricado por toda la ciudad, a la par de sus nuevos y relucientes edificios: vecindades, callejones, prostíbulos, casas de empeño… El diario se convierte, de pronto, en la única posibilidad de dejar rastro de este proceso de lenta y exasperante desintegración. 

No podía no pensar en Luvina. No podía no pensar que cerró, que el señor se fue, con su canosa cola de caballo y su pesada memoria de librero curtido, a quién sabe qué desconocidas partes de esa ciudad “incoherente y fatal”, en palabras del tipógrafo. ¿Era una casualidad o por qué el señor me había colocado aquel libro en las manos? Por fortuna el espacio se volvió otra librería, pero aun así duele que Luvina no exista más y que no quede mucho rastro, como tantos otros espacios que, tercos en su resistencia durante años, un día ya no aparecen en esa esquina en donde deberían estar.  

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Testimonio y autoconstrucción: el Museo de la Ciudad Autoconstruida https://arquine.com/testimonio-y-autoconstruccion-el-museo-de-la-ciudad-autoconstruida/ Tue, 14 Mar 2023 16:00:51 +0000 https://arquine.com/?p=76523 El museo está hasta arriba de Ciudad Bolívar, en un barrio llamado el Paraíso al que se llega a través del Metrocable, la góndola que va parando en distintos puntos de esa periferia que creció y se autoconstruyó en las montañas al sureste de Bogotá. El museo se construye a partir de una recopilación de voces y testimonios de distintos habitantes del barrio. De entrada, es así como nos cuenta la historia de Ciudad Bolívar.

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El museo está hasta arriba de Ciudad Bolívar, en un barrio llamado el Paraíso al que se llega a través del Metrocable, la góndola que va parando en distintos puntos de esa periferia que creció y se autoconstruyó en las montañas al sureste de Bogotá. El Paraíso resultó ser la última parada, aunque casas se veían incluso más allá. Saliendo de la estación, en una plaza rodeada de murales de alta calidad (nada raro en Bogotá), estaba también el Museo de la Ciudad Auconstruida. Un perro callejero entró junto con nosotros y subió directo a la azotea del museo por unas escaleras amarillas. 

El museo se construye a partir de una recopilación de voces y testimonios de distintos habitantes del barrio. De entrada, es así como nos cuenta la historia de Ciudad Bolívar. En el primer piso, un conjunto de televisores transmiten entrevistas con distintos habitantes, quienes cuentan sus historias personales y las historias de los espacios y organizaciones en las que han participado. Por ejemplo, una señora del Chocó que organiza un grupo de música afro del Pacífico colombiano. O un hombre que, poco a poco, empezó a ayudar a distintos habitantes en la construcción de sus casas, distribuyendo materiales y compartiendo técnicas. O una mujer trans que atiende una estética y que forma parte de un grupo LGBTTQ que coordina y participa en concursos de belleza. A través de sus voces, estilos y preguntas, se teje el mosaico complejo de Ciudad Bolívar, o por lo menos una pequeñísima parte del todo. 

En otra sección del museo, las voces se transforman en hilos de remiendo bordados sobre unas telas, como si las estuvieran reparando. Estos hilos son habitantes reflexionando sobre su conocimiento constructivo, sobre cómo estos conocimientos han sido ignorados por la autoridad gubernamental y cómo han sido puestos en práctica por los habitantes ante la ausencia de servicios públicos suficientes. Dice un hilo-voz: “Traemos una cultura, un conocimiento y un desarrollo de lo que es crear vivienda con recursos y materiales…Yo creo que uno de los pasos grandes que dimos como comunidad fue mostrarle a la ciudad que no solamente somos capaces de exigir vivienda, sino también de construirla.” En otros puntos del museo, las voces se convierten en reclamos puntuales al estado colombiano y al gobierno de Bogotá. Desde unas bocinas surgen demandas como las de una señora que, ante la ausencia de servicios de recolección, se dedica a hacer arte con basura reciclada (el museo muestra algunas de sus piezas) y pide la organización de campañas para enseñar a reciclar. 

Por cuestiones del trabajo, en esos mismos días que fui al Museo de la Ciudad Autoconstruida estaba volviendo a leer La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, uno de los grandes clásicos sobre el movimiento estudiantil de México 68. Curiosamente, me pareció que el libro de la Poni y el museo comparten una estructura similar, ya que La noche también está construido a partir de la acumulación de diversas voces y testimonios sobre lo que sucedió aquel año en México. Es famoso que Poniatowska decidió apartarse tanto de la novela autobiográfica de líderes del movimiento como Luis González de Alba (en Los días y los años), como del ensayo estudiado de alguien como Octavio Paz e incluso de las crónicas de Monsiváis. Ella decidió echarse para atrás y operar como una curadora que va recuperando fragmentos de entrevistas, recortes de periódico, cantos, libros de sus amigos y otras tantas fuentes documentales, identificadas o anónimas. A través de cortar y pegar fragmentos, ella va armando un mosaico que presenta al movimiento estudiantil como un proceso complejo y plural, articulado por la conjunción de distintas historias personales, formas de entender el movimiento y reclamos al estado. En contraste a un relato que presenta al 68 como un movimiento liderado por el Consejo Nacional de Huelga y su pliego petitorio, Poniatowska (igual que Revueltas, por cierto) dice que fue eso y mucho más: fue la interacción de múltiples pequeñas organizaciones, asociaciones y prácticas de intervención urbana. Una de las grandes tramas que aparecen en La noche, por ejemplo, es la de Isabel, una estudiante de actuación que se politiza y con su escuela forma una brigada con la que empieza a realizar happenings en la ciudad: pequeñas escenas para romper con la rutina de un espacio y obligar a los transeúntes a cuestionarse y tomar partido. Puestos en coro con todo lo demás que sucedía, con la pluralidad de voces del movimiento, hasta los fragmentos de Los días y los años brillan más que en el propio libro del líder estudiantil González de Alba (quien luego acusó a la Poni de habérselos “robado”). Al igual que su inicio y desarrollo, el final y futuro del movimiento estudiantil queda abierto en La noche, pues distintas voces entienden lo que pasó de distinta manera y, sobre todo, porque la lectora está invitada a formar su propia idea, desde su punto de lectura. 

Esto último resuena con la apuesta del museo, sobre todo con su idea de qué es la “autoconstrucción.” Hay una serie de intervenciones impresas en donde el museo cuenta su propia historia, que empieza según se dice con el Paro del 91 como una primera instancia de autoorganización y formación política, y presenta un “manifiesto de la autoconstrucción.” Si, al basarse en testimonios e historias múltiples, el museo ya nos decía que la autoconstrucción de Ciudad Bolívar ha sido un proceso colectivo complejo, basado en la autoorganización y la autogestión ante la ausencia de servicios públicos y apoyo estatal, el manifiesto sugiere que esto lo hace también un proceso abierto al futuro, a distintos posibles futuros. Al final de la visita subimos a la azotea, en donde el perro que entró con nosotros estaba tomando el sol. Ahí hay un pequeño huerto comunitario en permanente construcción que dice mucho sobre el museo y su forma de entender el proceso urbano en Ciudad Bolívar: algo que se va haciendo poco a poco, con los conocimientos y recursos disponibles, a partir de esfuerzos tan dispersos como capaces de gestar vida a su alrededor. 

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La perse https://arquine.com/obra/la-perse/ Fri, 25 Mar 2022 07:00:29 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/la-perse/ El 4 de septiembre de 2020, el gobierno local lanzó el programa "Bogotá a cielo abierto", la reapertura de 100 calles para cenar al aire libre y reactivar sus servicios. En este marco, se les pidió a Colab-19, Taller Architects y SCA que diseñaran un comedor para un cliente, que en resumen, no tenía fondos. Concluyeron que diseñar en un contexto que estaba en medio de una crisis socioeconómica les pedía pensar más allá de los materiales de construcción.

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El 4 de septiembre, el gobierno local lanzó el programa “Bogotá a cielo abierto”, la reapertura de 100 calles para cenar al aire libre y reactivar sus servicios. En este marco, se les pidió a Colab-19, Taller Architects y SCA que diseñaran un comedor para un cliente, que en resumen, no tenía fondos. Concluyeron que diseñar en un contexto que estaba en medio de una crisis socioeconómica les pedía pensar más allá de los materiales de construcción, por lo que concluyeron que el diseño debía hacerse con elementos que ya formaran parte de nuestras rutinas diarias y que pudieran reciclarse o reutilizarse en la arquitectura para ahorrar costos.

También pensaron en el distanciamiento físico no sólo como una solución horizontal sino también vertical, lo que facilitó colocar mesas adicionales para aumentar la ocupación de la plaza. Como resultado las ventas de los restaurantes dentro de la plaza aumentaron un 300% durante el primer mes. Este es un momento inusual en la historia reciente en el que entidades públicas y privadas buscan nuevas soluciones para reactivar la economía.


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Espacios: San Isidro Patios, entre el bosque y el páramo, con vistas a la ciudad https://arquine.com/espacios-san-isidro-patios-entre-el-bosque-y-el-paramo-con-vistas-a-la-ciudad/ Wed, 10 Feb 2021 14:51:52 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/espacios-san-isidro-patios-entre-el-bosque-y-el-paramo-con-vistas-a-la-ciudad/ Dentro de la mancha urbana que conocemos hoy como Bogotá, la localidad de Chapinero se encuentra al nororiente del barrio de la Candelaria, centro histórico de la ciudad. El Chapinero se encuentra a unos 2500 metros sobre el nivel del mar, así que hay que dar un salto de unos 500 metros para llegar a San Isidro Patios y sus barrios.

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Jaime Hernández, Martha Sierra y Hernando Carvajalino, fueron quienes me presentaron a esta comunidad, durante el primer Taller Intersemestral realizado con las Javerianas de Cali y Bogotá. En un mundo donde viajar aún era sencillo en términos logísticos, se asumía el costo económico en función de la experiencia. Hoy parece un territorio histórico muy lejano y, de momento, totalmente incierto en cuanto a la posibilidad de recuperarle.

Dentro de la mancha urbana que conocemos hoy como Bogotá, la localidad de Chapinero se encuentra al nororiente del barrio de la Candelaria, centro histórico de la ciudad. Esta localidad fue probablemente la primera expansión de la ciudad, en el siglo XIX, tras la independencia colombiana. Asentada en la parte plana del valle, al igual que La Candelaria se contiene con la imponente masa de la cordillera andina. El Chapinero se encuentra a unos 2500 metros sobre el nivel del mar, así que hay que dar un salto de unos 500 metros para llegar a San Isidro Patios y sus barrios, enclavados en la frontera bioclimática entre la zona de bosque, y la de páramo (el páramo es ese ecosistema que se ubica por encima de la cota de los 3400 metros).

Ahí, donde los cerros atrapan las nubes, donde nacen las quebradas como les llaman allá (en México les decimos barrancas) donde el sol quema porque la atmósfera es muy ligera, pero el frío cala a la sombra por la misma razón, los habitantes gestionan su derecho a habitar.

Es uno de tantos barrios en el mundo que han crecido al margen del sistema, pero producto de éste. Es un barrio de migrantes que provienen de distintos sitios de la región y del país, buscando oportunidades de trabajo, ante los cantos de sirena que la Ciudad (cualquier ciudad) promueve en discursos de progreso. Oportunidades que nunca están, que hay que construir, y por construir, se asientan ahí como familia, entretejiendo lazos, configurando identidades, y edificando volúmenes para habitar (podría decir viviendas, pero el termino tan trillado políticamente, es reductivo y se asimila como algo separado de la cotidianidad laboral, lo cual es falso, el espacio es refugio, dormitorio, trabajo, convivencia, intimidad y socialización).

Como en tantos otros barrios similares del mundo, la disposición pareciera caótica, anárquica, informe. Pero no, solo sigue otras reglas, aquellas que no están escritas ni en los grandes tratados de planificación urbana, ni en las enciclopedias del diseño normado, aunque para ciertas cosas, siguen la normativa de construcción. Los prismas se contornean según la topografía y la firmeza del territorio, evitando por prueba y error los flujos donde la quebrada lleva el torrente en horas de lluvia, que arrasa con todo. La calle se negocia de lote en lote, es el espacio público de todos, pero también, la extensión de la casa el día de fiesta.

Sigue una lógica sistémica inapelable: los lotes al paso del tiempo y de las generaciones, se densifican para albergar más gente y entonces pasan de la horizontalidad a la verticalidad. Los sistemas constructivos también siguen la lógica del mercado: los materiales que se entrelazan para realizar la construcción son los que, a la economía de los habitantes, les son más accesibles combinando precio y velocidad de ejecución.

Cuatrapean, refuerzan, perforan y cubren. El resultado edificado es de una honestidad socio económica abrumante: quien puede, recubre, aplana, pinta; quien no, deja los materiales a la vista. Quien puede cubre permanentemente con una losa de concreto y hasta se da el lujo de la teja; quien no, se conforma con una lámina de zinc.

Manifestaciones en muros combinan en laca la crítica y el desacuerdo. Las vistas son un poema, entre prismas edificados, cerros boscosos, o murallas de páramo, y balcones no diseñados que fugan el espacio hacia el valle, y esa ciudad que aún no es capaz de aceptarlos, pero requiere de su mano de obra, de sus recursos humanos.

Las personas, se aferran a su barrio, gestión a gestión, día a día, generación tras generación. Con su entorno, su paisaje, sus perros que ladran y cuidan, y su enemigo mas encarnizado: El miedo de quienes, por no conocerles, ya los han juzgado.

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Anfiteatro de la Concordia https://arquine.com/obra/anfiteatro-de-la-concordia/ Thu, 28 Jan 2021 11:00:56 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/anfiteatro-de-la-concordia/ En el primer piso, la intervención brinda espacios para los locales comerciales de la plaza. Para sus usos gastronómicos, se planteó una escalera habitable que garantiza el distanciamiento social entre sus comensales

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Como continuación a la iniciativa de la alcaldía de Bogotá para generar intervenciones de reactivación económica, el equipo de diseño convocado por la Sociedad Colombiana de Arquitectos llevó a cabo el diseño del Anfiteatro la Concordia.  

 

Partiendo del aprendizaje en el proyecto La Perse (colab19.co/la-perse), se entendió que el concepto de distanciamiento físico vertical a través de andamios fue muy exitoso ya que logró triplicar el aforo de la plaza de la Perseverancia. Esto ayudó a su reactivación económica en tiempos de pandemia. 

En el momento que el Mercado La Concordia buscó a la Sociedad Colombiana de Arquitectos para generar una instalación similar en sus espacios abiertos, se propuso que esta instalación tuviera similitudes con la intervención en La Perse. No obstante, el uso del proyecto debía diversificarse ya que la plaza del Mercado La Perseverancia sólo tiene usos relacionados a la gastronomía. La plaza de la Concordia  no sólo atiende usos gastronómicos, sino también tiene un enfoque fuerte en sus comerciales y lúdicos con un teatro y una galería.

 

En Colab-19, se concluyó que la nueva intervención debería mostrar la diversidad de usos y la importancia cultural de la plaza. Por lo tanto, la propuesta se planteó como un anfiteatro flexible capaz de albergar los usos gastronómicos, comerciales y lúdicos presentes en el lugar. Siendo tipológicamente una U, el andamio se acoge en la entrada de la plaza para generar un escenario que utiliza la fachada del edificio existente como un telón de teatro. Aquí, se puede llevar a cabo cualquier tipo de actividad lúdica, sea un performance, un concierto e incluso una misa. Esto con el fin de apoyar el sector del entretenimiento de la ciudad de Bogotá, que ha sido gravemente afectado por la pandemia.

 

En el primer piso, la intervención brinda espacios para los locales comerciales de la plaza. Para sus usos gastronómicos, se planteó una escalera habitable que garantiza el distanciamiento social entre sus comensales. Un aprendizaje que se tuvo en La Perseverancia fue que la intervención se apropió del espacio público. Por este motivo, el último piso del anfiteatro de la Concordia se planteó como un mirador para, así devolverle, a la ciudad el espacio público ocupado.  Se llegó a un diseño que asegura el beneficio a los ciudadanos de Bogotá. 


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Ampliación del Hospital Universitario Santa Fe de Bogotá https://arquine.com/obra/ampliacion-del-hospital-universitario-santa-fe-de-bogota/ Mon, 02 Nov 2020 13:00:05 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/ampliacion-del-hospital-universitario-santa-fe-de-bogota/ La propuesta se sitúa en el punto de la cuidad en la que dos importantes vías de la cuidad: la Avenida Novena y la Carrera  Séptima llegan a su mayor proximidad sin unirse. Nuestra propuesta busca ser el conector diagonal y servir como catalizador de nuevos flujos, actividades y relaciones humanas. 

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El proyecto surge de una idea principal: la conexión. Existen varios niveles de conexión que nuestra propuesta resolverá:  

  1. Conector Urbano

La comprensión de la escala metropolitana es fundamental al momento de pensar en una respuesta arquitectónica integral.  Además de solucionar una necesidad de ampliación para la clínica, el proyecto se debe comprometer a resolver aún más al aprovechar la localización especial de la zona a intervenir. La propuesta se sitúa en el punto de la cuidad en la que dos importantes vías de la cuidad: la Avenida Novena y la Carrera  Séptima llegan a su mayor proximidad sin unirse. Nuestra propuesta busca ser el conector diagonal y servir como catalizador de nuevos flujos, actividades y relaciones humanas. 

Se plantean dos grandes espacios abiertos a los bordes de ambas vías principales, ambos con extensa vegetación, zonas verdes, locales comerciales, una cafetería y un auditorio multipropósito que generarán mayor confluencia del transeúnte del sector. Los espacios abiertos, aunque se hallen separados por la clínica existente, se verán conectados a nivel peatonal por el lobby principal del edificio que además de generar flujo y diversas actividades, convertirá al edificio en un puente urbano. Planteamos una solución urbana completa que hará del Hospital Universitario Fundación Santa fe de Bogotá un punto de referencia y encuentro entre su entorno.   

Vale la pena reiterar que la propuesta del espacio abierto sobre el parqueadero hacia la séptima, es un elemento adicional al proyecto aquí planteado. Aunque se ha optado por incluirlo en toda la representación grafica de este concurso, es importante aclarar que no es un factor decisivo o esencial para el adecuado funcionamiento de la propuesta. Se decidió incluirlo en el proyecto ya que éste busca ser un ordenador del conjunto futuro y servir, además de ampliación, como un elemento vital para el plan maestro. Este plan maestro establece de forma más concisa los espacios abiertos que puedan embellecer, mejorar y reorganizar de mejor manera el futuro próximo de la Fundación Santa fe de Bogotá.

  1. Conector de lo existente

Existe una condición actual de la clínica que debe ser resuelta: la fragmentación. Originalmente la Fundación Santa fe de Bogotá se ha desarrollado a través del tiempo bajo la premisa de varios planes maestros.  Inicialmente se pensó como un complejo hospitalario claro y ordenado, al que se le fueran anexando las ampliaciones previstas por los planos iniciales. El plan maestro original proponía una segunda cruz (hospitalización), que al implantarse configuraba un eje complementario a la circulación existente, dando lugar para patios y espacios abiertos.

El hospital actual es el resultado de un proceso de adición de piezas arquitectónicas que responden a necesidades programáticas y avances tecnológicos y científicos. Por consecuencia, esto ha dado como resultado un laberinto de flujos y edificaciones. 

Nuestra propuesta busca retomar la idea inicial de un conjunto hospitalario.  La idea del Edificio conector recupera la propuesta de construir un eje longitudinal a lo largo del edificio actual. Se busca dejar de anexar edificios y ampliaciones puntuales sino más bien comprender el hospital como una totalidad. Éste genera las conexiones necesarias para la correcta operatividad de los diferentes niveles y evita el crecimiento sin control de piezas adicionales a una compleja volumetría. Proponemos crear un edificio núcleo que reorganice los flujos verticales y horizontales actuales y además sirva como el elemento de enlace entre lo nuevo y lo existente.

Además, se propone rescatar la intención de patio e iluminación natural a cada uno de los espacios, lo cual es de vital importancia para  la mejor recuperación del paciente.  

Con esta nueva estrategia de unificación, nuestra propuesta deja de ser simplemente una ampliación y se transforma en el elemento ordenador y articulador de la presente clínica.

  1. Conector de lo nuevo

El nuevo edificio, además de reorganizar coherentemente el hospital existente, plantea una clara segregación de los espacios requeridos a futuro. Un edificio enteramente para hospitalización y otro enteramente para las Unidades de Cuidado Intensivo e Intermedio; diferenciados en forma y tamaño por sus requerimientos funcionales.  Unidos volumétricamente solo en la en la base por el lobby principal, ambos edificios operan como uno solo al conectarse por puentes, escaleras y rampas aéreas que unifican la sumatoria de ambos volúmenes. Los puentes permiten una conexión ágil, directa y adaptable a todos los flujos diferenciados. 

La torre de UCI´s  se plantea lo más próximo al corazón operacional de la clínica que es el servicio de Cirugía. La cual es conectada por medio de un puente que accede directamente a un ascensor exclusivo para pacientes. El ascensor conecta de forma rápida y eficiente cualquier piso de UCI´s con el punto más importante de la clínica.  

Esencialmente la propuesta utiliza las circulaciones requeridas para el adecuado funcionamiento de la clínica para desarrollar elementos arquitectónicos concisos que exponen la idea inicial de conexión. 


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Cafetería Colegio Los Nogales https://arquine.com/obra/cafeteria-colegio-los-nogales/ Wed, 28 Aug 2019 15:00:48 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/cafeteria-colegio-los-nogales/ Bajo la idea de hacer una estructura expresiva y sísmicamente eficiente, el pabellón se desarrolla con una única columna tipo “V” que se rota e invierte progresivamente, generando una sumatoria aparentemente aleatoria.

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Bajo la idea de hacer una estructura expresiva y sísmicamente eficiente, el pabellón se desarrolla con una única columna tipo “V” que se rota e invierte progresivamente, generando una sumatoria aparentemente aleatoria.

La forma resultante es absolutamente eficaz para asumir fuerzas sismicas e incluso según calculo estructural estas columnas de concreto ocre hubiesen podido tener un espesor de 6 cms, sin embargo por procedimiento constructivo se debieron llevar a un mayor grosor y se vaciaron en una formaleta de liston de madera. El conjunto “parametrico” de columnas se envuelve entre dos planos analogos y se dilata del terreno, simulando que floja sobre el cesped.

El sencillo programa que alberga el “auditeria” se divide en dos areas utonomas en independizables, la cocina y el gran salón, permitiendo que se use como auditorio cuando en horario no se necesite como cafeteria, generando un espacio de gran formato multiuso para el Colegio.


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Centro de Atención Integrada Uniandes https://arquine.com/obra/centro-de-atencion-integrada-uniandes/ Mon, 26 Aug 2019 15:00:53 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/centro-de-atencion-integrada-uniandes/ Más que un edificio este proyecto es una operación de construcción de urbanismo; y, aunque partió inicialmente como el desarrollo de un edificio de atención integrada para la Universidad.

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Más que un edificio este proyecto es una operación de construcción de urbanismo; y, aunque partió inicialmente como el desarrollo de un edificio de atención integrada para la Universidad, pronto se convirtió en una operación de articulación de espacio público, trazado urbano e integración con el barrio La Candelaria. Esto fue posible gracias  a que se hizo una operación conjunta de espacio “público” y tres edificaciones, (El Centro de Atención Integrada – CAI, la portería de ingreso al sector oriental y la concesión de café), donde el principal objetivo fue que el espacio público se filtrara entre las construcciones tejiendo un nuevo conjunto.

El espacio colectivo abierto se formuló como un articulador del trazado urbano existente, pero al caracterizarlo como un espacio “público” de encuentro, y al aprovechar la configuración existente de las edificaciones, se desdibujó la idea de una calle paramentada, y apareció una plazoleta escalonada que empata con las diversas situaciones de acceso y trazado urbano de un lugar con una prominente topografía inclinada.

Es así, como se disponen rampas, escaleras y sub-espacios planos que en su conjunto promueven el encuentro y el estar de manera formal e informal. Este nuevo espacio de cohesión, es producto de un diseño que evoca el antiguo espacio al frente a la hemeroteca de arquitectura dentro de la Universidad, pero en este caso, al no tener controles de acceso, se convierte en un espacio, que aunque es privado en titularización, es público en vocación (Por esta razón, en el este texto se usa la palabra “público” entre comillas).

Como material predomínate se usa el adoquín de ladrillo, creando una  monocromía dominante, la que es supremamente versátil y permite resolver gradas, áreas inclinadas y planas. Así, todo el conjunto no edificado se consolida con una operación de paisajismo, donde el flujo siempre es continuo a través de los Yarumos que producen sobra y los jardines que aparecen entre el adoquín y las edificaciones. Igualmente, se matiza y potencia el muro cerrado medianero de un vecino, con un jardín vertical, lo cual consolida el paisaje del conjunto.

Respecto al conjunto edificado, se utiliza un material de basamento para armonizar la diversidad de escalas y tipologías (Acceso vs CAI vs café). El acero corten – metal oxidado-, permite desarrollar tipologías diversas de edificaciones, que a través de la materialidad conservan un hilo conductor que permite que todo se lea como un todo. Para el Centro de Atención Integrada, se planteó un volumen prismático casi cúbico, que se perfora en fachada, creando una relación lleno-vacío rítmica y variable, por medio de alternar muros de concreto arquitectónico color tierra (Intentando imitar la tapia pisada o los muros de tierra), y ventanearía piso techo.

Por supuesto las edificaciones y el espacio “público” se plantean con parámetros de sostenibilidad y estabilidad propios de la época.

 

 

 

 

 

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Masa https://arquine.com/obra/masa/ Wed, 09 Jan 2019 17:00:11 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/masa/ Una serie de pequeños volúmenes definen un rincón comercial a lo largo de una avenida principal en Bogotá. Albergando múltiples espacios, el edificio reúne una cafetería, una panadería, un restaurante y un local comercial.

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Una serie de pequeños volúmenes definen un rincón comercial a lo largo de una avenida principal en Bogotá. Albergando múltiples espacios, el edificio reúne una cafetería, una panadería, un restaurante y un local comercial.

Al utilizar los volúmenes de zonificación preexistentes, la escala del lote grande se minimiza para que resuene con el contexto residencial circundante. Los recortes triangulares abren la fachada para conectarse mejor al nivel de la acera al tiempo que revelan la vida interior. Se conserva un gran patio con jardín para ayudar a conectar los espacios públicos con las áreas de producción de alimentos en la parte trasera.

 

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De la oposición a crecer la red BRT en Bogotá https://arquine.com/transmilenio-bogota/ Tue, 11 Sep 2018 21:00:11 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/transmilenio-bogota/ Sobre la polémica en Bogotá por la propuesta de operar una rama de TransMilenio por la Séptima, y qué tan eficiente resulta el modelo para solucionar el problema de movilidad existente en el borde oriental de la ciudad.

El cargo De la oposición a crecer la red BRT en Bogotá apareció primero en Arquine.

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El actual alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, aplazó de manera indefinida y sin fundamento el inicio de la construcción de la red de metro de la ciudad en su primer periodo como jefe de gobierno (1998-2000), para reemplazarlo con un experimento tomado de Curitiba, Brasil: los autobuses de tránsito rápido —BRT, que en la ciudad se conocen como TransMilenio. Quince años después, y a pesar de su fracaso como único medio masivo de transporte, el alcalde sostiene que “la inmensa mayoría del transporte público en Bogotá, de los próximos 100 años, seguirá basado en buses y que TransMilenio además hace lo mismo que un metro” (
El Tiempo), aduciendo su supuesto bajo costo, lo que no es verdad, ya que los sobrecostos han sido exagerados y, por ejemplo, la primera troncal construida requiere una reparación que costaría más que su construcción original (El Espectador).

La visión se cristaliza hoy en su nuevo periodo en el cargo, con la expansión de la red de autobuses en la Carrera Séptima (además de otras dos troncales). La Séptima es la avenida más emblemática de la ciudad. En esta avenida nació la tradicional Ciclovía, actividad recreativa con la que se dejan las avenidas para uso exclusivo de ciclistas, patinadores y peatones los domingos y festivos y que es ejemplo mundial. Desde sus inicios, cuando era conocida como la Calle Real de Comercio, se desarrolló una dinámica económica y comercial muy particular. La avenida es además el lugar de la mayoría de las manifestaciones políticas y ciudadanas de carácter nacional. Esta arteria urbana alberga decenas de bienes de interés cultural local y nacional; además de centenas de árboles, algunos incluso reconocidos como patrimoniales (Jardín Botánico de Bogotá) y 260 sembrados en los últimos 30 años en memoria de personas fallecidas (El Tiempo).

En la ciudad, los sistemas BRT no han logrado cambiar en favor de la ciudad el uso de los modos de transporte, aumentando el uso de medios particulares y contaminantes  (dato obtenido de la encuesta anual de Bogotá Cómo Vamos, un ejercicio ciudadano de seguimiento y monitoreo a los cambios en la calidad de vida de la ciudad). No han detenido el aumento desproporcionado de automóviles y motocicletas en circulación, que en una década han crecido 160 % (Secretaría de Ambiente) y 900 % (El Tiempo), respectivamente. Al mismo tiempo, pierden pasajeros constantemente: en el primer semestre de 2018 los viajes que se dejaron de hacer en el sistema fueron 14,5 millones (Superintendencia de Transporte), y manejan pésimos estándares de calidad (8 pasajeros por metro cuadrado, para un estándar mundial de 6), a un costo de operación exageradamente alto: la tarifa es 40% superior a la de los autobuses tradicionales y a pesar de esto no cubre los costos operativos ni las ganancias de los operadores, que debe entrar a subsidiar el gobierno —con el monto total del salario mínimo, un argentino podría pagar 756 boletos, mientras que un bogotano sólo podría pagar 136 (El País).

Más allá de lo planteado sobre las generalidades del sistema, la oposición a la nueva troncal de la Séptima también toma en cuenta los impactos ecológicos y sobre los bienes patrimoniales propios de una intervención de este tipo, el deterioro urbano, el impacto al comercio y logística de la ciudad durante la construcción, los temas financieros y las dificultades técnicas y administrativas que ha tenido el proyecto (para detalles sobre esto último, remitirse a El Espectador).

La construcción implicaría arrasar con cientos de árboles, crear una barrera divisoria que cambiará de manera definitiva la dinámica peatonal y comercial de la avenida, concentrar el tráfico peatonal en las pocas y distanciadas estaciones, demoler alrededor de 400 edificios para despejar el espacio necesario para las estaciones y los sobrepasos en la angosta avenida, reducir el espacio para el tráfico mixto, y gastar 800 mil millones de dólares que la ciudad no tiene y debe financiar con deuda, valor que podría aumentar dramáticamente una vez se terminen los estudios de diseño y durante la construcción.

Sobre el impacto urbano, hay que decir que este tipo de troncales han afectado de manera negativa el entorno, ya que las obras de adecuación física, demoliciones y espacios sobrantes, implican deterioro urbano y modifican el paisaje convirtiéndolo en paisajes residuales (Cruz Díaz, Nataly Alexandra (2015), Paisaje residual en Bogotá: análisis del deterioro urbano). En la carrera Séptima el impacto se presume peor, debido a la estrechez de la misma y lo densa que es. Además, los bogotanos huyen de las troncales TransMilenio. Según un estudio de Uniandes y el Banco Mundial (página 114), la densidad en zonas con troncal de TM crece a la mitad del ritmo que en el resto de la ciudad.

TransMilenio por la Séptima haría parte de un modelo incapaz de solucionar el problema de oferta de movilidad existente en el Borde Oriental de la ciudad. En contraposición a los sistemas multimodales, este modelo propone instalarse en todas las avenidas troncales de mediana capacidad, “lo que es como pretender reemplazar la arteria aorta por unas venas de poco diámetro en el sistema circulatorio humano” según explica Aurelio Suárez, ingeniero y excandidato a la alcaldía de Bogotá. La implementación lenta de este modelo reemplaza y distrae la mirada sobre la construcción de la primera línea de metro de Bogotá, deuda que se ha mantenido con la ciudad por más de sesenta años y que desde el inicio se recomendó fuese subterránea. Louis De Grange, PhD en transporte, afirma que “ninguna gran ciudad del mundo ha resuelto los problemas de movilidad y transporte sin una red de metro, y no hay nada más efectivo que el metro para desincentivar el uso del transporte particular. Santiago de Chile da cuenta de eso”.

Por todo lo anterior, la oposición al proyecto de TransMilenio por la Carrera Séptima ha ido fortaleciéndose entre arquitectos, urbanistas, expertos en movilidad, ambientalistas, y ciudadanos. El proyecto inició con una aprobación del 20%, según varios sondeos de medios (El Chapín) y una encuesta realizada por la alianza Bogotá Cómo Vamos (2017, pág. 77). Tan pronto como la administración empezó el supuesto componente de participación ciudadana, que sólo versó sobre asuntos cosméticos, el descontento se cristalizó: un grupo de jóvenes vecinos de la Carrera Séptima propuso organizarse para hacer recapacitar al alcalde, un llamado secundado por habitantes de todas las edades y orígenes que desembocó en la creación del comité ciudadano Defendamos la Séptima. Su primera acción fue llenar la Séptima de afiches de “NO TM 7a”, proseguida por movilizaciones para ser escuchados; acciones que ayudaron a poner el tema en el centro del debate sobre la ciudad.

Por iniciativa del Comité, tres expresidentes de las más altas cortes del país trabajan en una demanda de acción popular que, de prosperar, obligaría al gobierno a desistir de todo el proyecto. La acción fue complementada con otra demanda más pequeña (como una movida estratégica), que fue presentada con el apoyo de cerca de 2,000 firmas ciudadanas, y cuyo propósito de defender el Parque Nacional, un patrimonio nacional ubicado al inicio de la proyectada troncal, que sufre la amenaza de la ubicación de una estación del tamaño de un edificio de 50 pisos acostado y la sustracción de 4,000 metros cuadrados. Esta última demanda ya fue admitida por los tribunales y se espera se dicten medidas cautelares que podrían generar la suspensión del proyecto.

A pesar de los problemas expuestos, la Administración afirma que la nueva troncal no tiene reversa (Caracol Radio). Expandir la red de buses en carril exclusivo dará un golpe de gracia a la posibilidad de desarrollar una red de metro dentro de un sistema multimodal, en tanto agota los recursos públicos y porque se plantea como un sustituto. Además, seguir apostándole a solucionar la movilidad haciendo uso solamente de la superficie, donde todos los medios de transporte terminan compitiendo (masivos, particulares, humanos), afectará notablemente la eficiencia, calidad y los índices de accidentalidad. La defensa de la emblemática avenida Carrera Séptima sigue avanzando y en la ciudad nacen otras expresiones de resistencia civil contra el resto de la expansión de la red de buses (Av. 68 y Av. Ciudad de Cali) y contra el sistema mismo.

El cargo De la oposición a crecer la red BRT en Bogotá apareció primero en Arquine.

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