Resultados de búsqueda para la etiqueta [Bernard Rudofsky ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Sun, 01 Oct 2023 02:06:07 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Arquitectura y arquitectos https://arquine.com/arquitectura-y-arquitectos/ Mon, 21 Oct 2019 05:55:37 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/arquitectura-y-arquitectos/ A mediados de los años sesenta del pasado siglo se presentó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York una exposición seminal: Arquitectura sin arquitectos: una breve introducción a la arquitectura sin pedigrí.

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A mediados de los años sesenta del pasado siglo se presentó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York una exposición seminal: Arquitectura sin arquitectos: una breve introducción a la arquitectura sin pedigrí. Su autor fue Bernard Rudofsky, un coleccionista, escritor, maestro y arquitecto austriaco-norteamericano. Vivió de 1905 a 1988. Al mismo tiempo que la exposición, Rudofsky publicó sus contenidos en forma de libro.

Pocas publicaciones arquitectónicas en el siglo XX tuvieron la repercusión de Arquitectura sin arquitectos. A esas alturas, 1964, el movimiento moderno se imponía en toda la línea, y el llamado estilo internacional era la norma casi exclusiva con la que en amplias regiones del planeta se enfocaban las nuevas hechuras constructivas. Como resultado, las arquitecturas tradicionales se vieron desplazadas y relegadas a ser vistas como meras expresiones “folclóricas”. Todo eran materiales que se juzgaban modernos, sistemas constructivos supuestamente en serie, y expresiones arquitectónicas en tantos casos neutras y anónimas.

Pero, ciertamente, existía una potente presencia de toda esa arquitectura popular, apegada a sus raíces físicas y espirituales, que no tenía, sin embargo, la difusión y el “prestigio” de las arquitecturas que a la sazón, para usar el término de Rudofsky, contaban con “pedigrí”. Detrás de este hecho se levantaba toda la historiografía canónica que se había centrado obsesivamente en una visión de la arquitectura apegada a las rígidas normas del movimiento moderno.

Arquitectura sin arquitectos: o más bien, arquitectos anónimos, o más bien, arquitectos con nombre y apellido, pero conocidos solamente por su comunidad. Son los que, durante milenios, han sabido levantar no solamente arquitecturas individuales, sino contextos construidos en estrecho acuerdo con las necesidades de sus habitantes. Usando los materiales locales, las técnicas constructivas lógicas y, sobre todo, las expresiones arquitectónicas capaces de hablar al corazón y el intelecto de los usuarios.

El medio jalisciense contó con una similar manera de hacer arquitectura por siglos. El desarrollismo, la imitación de los modelos “modernos”, la irreflexión y el consumismo, entre otros factores, propiciaron, precisamente a mediados de los años sesenta del pasado siglo, un quiebre. Decenas de poblaciones vieron arruinadas su integridad y su valía como expresión legítima y pertinente de los modos de vida de la colectividad.

Sin embargo, al mismo tiempo apareció, como una campanada, el libro de Rudofsky. Para algunos arquitectos, y sobre todo, para muchos estudiantes, Arquitectura sin arquitectos constituyó no solamente un recordatorio, sino un llamado a volver a considerar integralmente la cultura y la arquitectura populares. De allí, tal vez, la revaluación de la Escuela Tapatía de Arquitectura y el trayecto de sus integrantes, empezando por Luis Barragán. Y esas lecciones son hoy vigentes.

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El arquitecto desnudo —y con sandalias https://arquine.com/el-arquitecto-desnudo-y-con-sandalias/ Sun, 13 Mar 2016 02:57:44 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/el-arquitecto-desnudo-y-con-sandalias/ Parte de nuestros problemas resulta de atribuir a los arquitectos (y en general a todos los especialistas) una excepcional perspicacia en los problemas del vivir, cuando en verdad la mayoría de ellos se hallan esencialmente dedicados a sus negocios y al logro de prestigios —Bernard Rudofsky

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Martin Heidegger inicia su ensayo sobre El origen de la obra de arte diciendo que el artista es el origen de la obra tanto como la obra es el origen del artista. “Ninguno es sin el otro.” ¿Se puede decir lo mismo de una obra de arquitectura? El arquitecto es el origen de la obra arquitectónica y la obra arquitectónica es el origen del arquitecto; ninguno es sin el otro. Para determinar qué es una obra de arte y quién es un artista, decía Heidegger, había que preguntarse qué es el arte y si es algo que determinamos a partir de nuestro conocimiento de las obras de arte y los artistas —haciendo más tortuoso el enredo— o si lo podemos definir con independencia. Lo mismo con la arquitectura. ¿La definimos a partir de las obras arquitectónicas y de lo que hacen los arquitectos o al revés? En 1964 el Museo de Arte Moderno de Nueva York presentó la exposición Architecture without architects, a cargo de Bernard Rudofsky. La exposición y el catálogo que la acompañó tenían como subtítulo: una introducción a la arquitectura sin pedigrí y, según el comunicado de prensa del MoMA, buscaba “enfocar la atención crítica en esos tipos de arquitectura poco familiares y desconocidos que han sido ignorados debido a nuestro desdén o desinterés, presentándolos como respuesta espontánea a problemas arquitectónicos en general y como una clave para entender otras maneras de vivir.”

Rudofsky nació en Austria en 1905. En un texto aparecido en The New Yorker en 1944, Brendan Gill escribe que Rudofsky le dijo que empezó interesándose por la filología y “terminó como arquitecto sólo porque varios amigos lo convencieron de inscribirse en la Technische Hochschule de Viena.” También cuenta que ejerció como arquitecto en Viena, Berlín y Nápoles antes de viajar a Brasil, donde se construyó una casa que fue descrita “por críticos que acostumbran ser reservados, como «la más bella casa en el hemisferio occidental.»” En los años cuarenta Rudofsky y su esposa Berta se fueron a vivir a Nueva York. También en1944, Rudofsky dirigió su primera exhibición en el MoMA: Are Clothes Modern? “Aunque la exhibición no ofrece una reforma específica de la ropa y no es, en ningún sentido una exposición de moda —explicaba el comunicado de prensa del museo—, es un análisis gráfico original de la función de la ropa e indica las direcciones hacia un cambio inteligente en las ideas y convenciones actuales sobre el vestido y las modificaciones que sufrirá a causa de la guerra.” Gill cuenta que en su casa los Rudofsky acostumbraban estar desnudos, lo que al principio incomodó al ama de llaves suiza que contrataron cuando vivían en Italia, aunque pasados los meses ella también “empezó a desnudarse y a servir la mesa tan vestida como el día que nació.”

A Rudofsky le parecía sorprendente que la ropa, “esencial para l vida,” no hubiera sido objeto de “ninguna investigación racional,” más si se consideraba “ciertas asombrosas similitudes entre el vestido y la arquitectura.” Agregaba que “muchas de las incomodidades de nuestras casas y de nuestro mobiliario, de nuestra rutina al trabajar, relajarnos, dormir, comer, bañarnos, jugar o viajar, pueden rastrearse hasta nuestras desafortunadas pero bien establecidas ideas sobre como envolvemos nuestros cuerpos.” Un par de años después de la exhibición, Bernard y Berta Rudofsky fundaron Bernardo Sandals, una compañía que producía sandalias diseñadas a partir de la investigación de zapatos tradicionales en distintas partes del mundo. Según Rudofsky, las sandalias producidas por Bernardo ni ocultaban ni deformaban al pie.

En Architecture without architects, Rudofsky ponía atención a obras arquitectónicas que, en cierto sentido, eran equivalentes a las sandalias: ni tacones ni adornos innecesarios. La historia de la arquitectura, decía Rudofsky, se había enfocado no sólo a “unas pocas y selectas culturas” sino a un “quien es quien de los arquitectos que celebraron el poder y la riqueza, una antología de edificios de, por y para los privilegiados.” Explicar así la arquitectura es como pensar que la literatura sólo son Shakespeare y Cervantes, Joyce y Kafka, y que los cuentos populares, las rondas infantiles, las leyendas anónimas o las sagas escritas por una multitud de autores no lo son. “Parte de nuestros problemas —decía Rudofsky— resulta de atribuir a los arquitectos (y en general a todos los especialistas) una excepcional perspicacia en los problemas del vivir, cuando en verdad la mayoría de ellos se hallan esencialmente dedicados a sus negocios y al logro de prestigios.” Con todo, si la obra arquitectónica hace al arquitecto tanto como el arquitecto a la obra, tal vez no haya arquitectura sin arquitectos, pero en lo que se determina qué es arquitectura y qué no, y asumiendo que la arquitectura como producción humana rebasa a la arquitectura como disciplina y ésta a su vez es mucho más amplia que la arquitectura como profesión, habrá que pensar que, eso sí, hay muchos más arquitectos que los que reclaman el título. Algunos andan descalzos, otros desnudos y con sandalias.

Bernard Rudofsky murió el 12 de marzo de 1988 en Manhattan. Bernardo sigue produciendo sandalias.

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La tela, la trama y la red https://arquine.com/la-tela-la-trama-y-la-red/ Sun, 31 May 2015 14:20:25 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/la-tela-la-trama-y-la-red/ “En efecto, encontramos una extraña configuración etimológica, como un círculo de palabras alrededor de la idea arquitectural, en la que encontramos teckhné, tektòn, y las latinas tegere y texere. Dicho de otro modo: ¡la técnica o el arte, la carpintería o la construcción, la cubierta o el tejido! Todas provienen de una raíz indoeuropea común: tekth, teksala, que significa producir, construir, pero que evoluciona a tesla, de donde el latín tela, tejido, trama, red.” —Bruno Queysanne

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“En efecto, encontramos una extraña configuración etimológica, como un círculo de palabras alrededor de la idea arquitectural, en la que encontramos teckhné, tektòn, y las latinas tegere y texere. Dicho de otro modo: ¡la técnica o el arte, la carpintería o la construcción, la cubierta o el tejido! Todas provienen de una raíz indoeuropea común: tekth, teksala, que significa producir, construir, pero que evoluciona a tesla, de donde el latín tela, tejido, trama, red.”

Eso lo escribe Bruno Queysanne, filósofo francés que ha prestado particular atención a la arquitectura. El texto del que proviene el párrafo anterior se titula El tejido de la ciudad, y va de San Agustín y su reflexión sobre el tiempo, a Wittgenstein y su interés en las palabras; de Loos y su principio del revestimiento a su fuente: Semper y su idea del origen textil de la arquitectura. De ahí el paseo etimológico por ese grupo de palabras en la que techo, técnica, tejido, tela, textura, tectónica, tecnología, tejido.

“Si las palabras griegas confirman bien el sentido de ensamblar como una carpintería, una estructura construida, las palabras latinas indican más bien la cobertura y el tejido. Tegere, cubrir, da techo (tectum), la cubierta (tegumen), mero también la toga, un vestido en el sentido propio, o la teja (tegula), y en inglés, por transformaciones sucesivas, thatch, la cubierta de techo de paja, que viene más directamente del indoeuropeo teksala, y que indica la comunidad entre tejer y construir. También nos da nuestro textil, y por supuesto nuestro texto, que no es otra cosa que un tejido de palabras que se entrelazan según una trama narrativa. ¡Qué viaje del construir al texto pasando por el tejido!”

En francés, Queysanne usa la palabra bâtir, que normalmente se traduciría como construir. La raíz de la palabra bâtir quiere decir “ensamblar, entrelazar fibras” y en el lenguaje de la costura, hilvanar. También quiere decir, por supuesto, construir y hacer o armar; bâtiment es un edificio o una construcción.

En el siglo XIX Gottfried Semper afirmó que el inicio de la construcción conicidía “con el inicio de los textiles” y que podíamos “reconocer al corral hecho de ramas y palos y a la cerca, como los primeros cerramientos verticales inventados por el hombre, cuya construcción requirió una técnica que la naturaleza, de cierto modo, había puesto en la mano del hombre. La transición del trenzado de ramas al trenzado de cuerdas o fibras con el mismo propósito fue fácil y natural. Eso llevó a la invención del tejido, primero con hojas de pasto o fibras naturales de plantas, luego con trenzados de materiales vegetales o animales. Las variaciones en los colores naturales de esos materiales llevó a la gente a usarlos en arreglos alternados, y así surgieron los patrones. Pronto el hombre rebasó estos recursos naturales mediante la preparación artificial de los materiales; el teñido y anudado de tapetes coloridos fue inventado para revestir muros, cubrir pisos, doseles.”

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Bernard Rudofsky comprobó esa relación cercana entre el tejido y la cerca que se vuelve muro y luego techo en varias construcciones incluidas en la exposición y el libro Arquitectura sin arquitectos: enramadas que, en algunos casos, literalmente crecen del suelo y sin cortarse se trenzan, se ensamblan. Los modelos de cordel y contrapesos que utilizaba Gaudí para diseñar sus estructuras también apuntan a un origen técnico-textil en sus proyectos más complejos, como el Parque Güell o la Sagrada Familia; así como los que construía Frederick Kiesler con maya metálica para imaginar su espacio continuo. Más recientemente, las instalaciones tejidas a gancho propuestas por Ciro Najle, revelan cómo simples variaciones a procedimientos iterativos transforman la línea, en este caso el hilo, en superficie y la superficie en volumen que ocupa y genera espacio. Las estructuras tridimensionales y en tensegridad de Buckminster Fuller o las carpas flexibles diseñadas por Frei Otto, demuestran las posibilidades técnicas de los techos tejidos, de la tela, la trama y la red.

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Frei Otto, premio Pritzker 2015, murió el 9 de marzo del mismo año. El 31 de mayo hubiera cumplido 90 años.

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