El cargo La ciudad: razones para su futuro apareció primero en Arquine.
]]>Es indudable que los tiempos que corren, dominados por la pandemia, vuelven más frágil el tejido mismo de la ciudad, su raíz más profunda: el ánimo y el temple de sus moradores. Conviene entonces recordar la cuenta larga de la urbe, la manera como a lo largo de su historia ha logrado sortear dificultades y amenazas, tribulaciones y otros males.
Conviene en tiempos aciagos hacer el recuento, a pesar de las inéditas circunstancias negativas, de lo que Guadalajara ha construido a lo largo de los siglos. A nadie escapa que las carencias que la segunda ciudad del país son grandes y dolorosas. Sin embargo, una larga corriente de esfuerzos y medidas han ido paulatinamente resolviendo multitud de cuestiones.
Existen, más o menos difusas en el ánimo de la población, una serie de razones para mantener la voluntad firme en que habremos de salir adelante, no sin grandes trabajos, para establecer una nueva normalidad sobre la que podamos seguir construyendo la ciudad. Esto, desde luego, habrá de traer trastornos y mudanzas en los modos de vivir la urbe, en nuestra manera de habitarla, construirla, transitarla.
Es pertinente volver los ojos a ciertas realidades que de tan evidentes a veces adquieren una cierta invisibilidad. ¿Cuál es el patrón de habitabilidad que puede vislumbrarse en un mejor futuro? Quizás éste sea el modelo de la unidad básica que a pesar de todo ha perdurado a través de los siglos: el barrio.
Esta entidad urbana tiene una serie de características esenciales que viene al caso repasar. El barrio es un agrupamiento identificado e identificable en los ámbitos citadinos. Está formado por estrechos lazos, de parentesco, amistad, paisanaje, que logran cohesionar a un grupo urbano y proporcionarle, dentro de una deseable pluralidad, una unidad anímica y funcional. Dentro de estos ámbitos se forma todo un tejido humano que, en los mejores casos, responde eficazmente a retos como el presente.
Dentro de los barrios, frecuentemente se da una carencia histórica de áreas verdes. Puede ser gracias a la red solidaria de vecinos que se propongan en el muy corto plazo alternativas para atender este déficit. Las distancias sociales, de ahora y en adelante, deben poder ser mayores. Para ello es indispensable contar con áreas mucho más amplias de espacios verdes y abiertos. Las propias gestiones de los vecinos, la capacidad de constituirse en actores eficaces ante la autoridad serán determinantes para atender este renglón. Comercios y servicios, que han logrado ir conformando unidades de prevención contra la pandemia también habrán de normalizarse y en adelante tomar carta de plena ciudadanía.
El barrio es capaz de transformarse, adecuarse, adaptarse: volver a él una de las medidas básicas para afrontar este reto y los que en el futuro se presenten.
El cargo La ciudad: razones para su futuro apareció primero en Arquine.
]]>El cargo Vigencia y beneficio de los barrios apareció primero en Arquine.
]]>Existen dentro de la ciudad núcleos urbanos que se han consolidado a través del tiempo y que ofrecen ciertas características que actúan en favor de la identidad citadina y de los lazos de comunidad, que es más que deseable que existan en los ámbitos de la urbe. Una demarcación urbana identificable y reconocible hace de la ciudad un contexto en donde existen referencias claras, contextos cuya personalidad va marcando ciertos ámbitos cuyas características hacen de ellos un hito en el medio general citadino. De allí que los barrios sean un organismo esencial para la construcción de lazos de solidaridad entre sus habitantes y de reconocimiento para la mayoría de los habitantes de la ciudad.
Dentro de cada barrio existen construcciones, infraestructuras, servicios y comercios que no solamente sirven a sus habitantes, sino que, gracias a su caracterización, ejercen una poderosa atracción sobre las zonas cercanas y aún sobre zonas más distantes. La principal característica de los barrios consiste sobre todo en las iglesias cuya imagen acompaña cualquier evocación de esas circunscripciones. Si bien puede o no ser por motivos religiosos (la mayoría de los casos responde a la primera opción), sí lo es por la imagen distintiva y la escala de estas edificaciones.
Otro rasgo distintivo de cualquier barrio consiste en la celebración de fiestas y en la renovación de tradiciones. Estos acontecimientos contribuyen grandemente a la cohesión social y atraen también no solamente a los pobladores de la demarcación sino también a los de los contextos circunvecinos y a menudo distantes.
Un solo ejemplo puede ilustrar los anteriores conceptos. Es el barrio de Analco de muy antigua existencia. Fundado paralelamente al establecimiento de Guadalajara, su medio humano y sus construcciones han transmitido una imagen consistente y duradera de lo que significa una comunidad barrial cuyos vínculos están sólidamente establecidos para propios y extraños. Sus monumentos principales de carácter religioso son las iglesias de San José de Analco y San Sebastián de Analco. La denominación misma de estas edificaciones revela una fuerte personalidad que se transmite a la mayoría de los habitantes de la ciudad. Otro elemento importante es El Patio de los Ángeles, situado desde hace algunos años en una notable construcción contemporánea debida al arquitecto Salvador de Alba. Otras singulares piezas urbanas son los colegios situados en la zona.
Las ocupaciones y oficios del barrio, dentro de su variedad, son también un factor que propicia la cohesión y la identificación comunitaria. Para Guadalajara, en todos sus ámbitos, resulta muy importante alentar y fortificar la vida barrial. Existen también ejemplos de contextos al principio precarios que han logrado consolidarse como verdaderos barrios con sus características e identidades propias. El barrio, como componente urbano, es una pieza básica de la construcción de la ciudad.
El cargo Vigencia y beneficio de los barrios apareció primero en Arquine.
]]>El cargo Apuesta vital por el barrio apareció primero en Arquine.
]]>La base de la ciudad está constituida por las redes de solidaridad y comunicación que conforman su tejido social. Y estas redes prosperan cuando los entornos físicos les son propicios, cuando los ámbitos en los que la vida comunitaria sucede fomentan la sana interacción entre los individuos. Es el caso de tantos barrios de Guadalajara.
Estos barrios son contextos construidos en los que los habitantes encuentran un principio de identificación, un marco vital dentro del que pueden desarrollar múltiples actividades, en el que se tejen relaciones duraderas y de mutuo respeto. Nunca faltarán los conflictos, los que casi invariablemente se resuelven con el diálogo y el acuerdo amistoso.
Las ciudades de raíz latina, desde siempre, han estructurado su funcionamiento a través de demarcaciones cuyos pobladores mantienen un sistema de modos de vida compatibles, con ocupaciones y oficios, costumbres y celebraciones que les confieren una trama física y anímica común sobre la que se puede desarrollar el desenvolvimiento vital de un grupo humano.
No otro fue el origen del tejido urbano tapatío que, con sus avatares, subsiste a través de los siglos. Fue así que al núcleo fundacional de la ciudad acompañaron los principales barrios originarios: Mexicaltzingo, Analco, Mezquitán, San Juan de Dios. Y luego vendrían tantos otros que reprodujeron un tejido en el que los moradores encontraban respuesta a sus principales necesidades y por los que se integraban y complementaban naturalmente con el resto del entramado citadino.
Este sistema de relaciones ha probado a lo largo del tiempo su solidez y arraigo. Los asentamientos que se han dado a través de la historia responden casi siempre a un código genético que se acuerda con la idiosincrasia y las necesidades de los diversos grupos humanos que, de manera natural, forman comunidades, establecen redes de comunicación y solidaridad, responden a objetivos no por tácitos menos determinantes. Los barrios, por su misma naturaleza, no solamente aceptan sino que se nutren de la diversidad, de la variedad de caracteres y visiones.
Es así que los asentamientos que comenzaron de forma irregular y de manera desestructurada a partir de los años setenta del pasado siglo han logrado, gradualmente, encontrar esquemas de funcionamiento y relación que desembocan en verdaderos barrios, sin importar muchas veces las denominaciones oficiales a que respondan. Existen, por supuesto, otros contextos cuya naturaleza dificulta su integración, y su identificación por propios y extraños. Es necesario encontrar para ellos los espacios de reunión y convivencia, los hitos y símbolos que propicien la indispensable cohesión social.
El barrio, sus principios y características, tienen plena vigencia. Así sucede en innumerables ciudades y pueblos de nuestro país y del mundo. Lejos de ser un resabio del pasado, son la garantía de comunidades sanas e integradas de cara al futuro. Es fundamental buscar su conservación, fomento e implantación como instrumento de civilidad y progreso.
El cargo Apuesta vital por el barrio apareció primero en Arquine.
]]>