Resultados de búsqueda para la etiqueta [Barcelona ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 25 Nov 2024 16:52:06 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Política que se puede tocar: Ada Colau y el municipalismo internacional https://arquine.com/politica-que-se-puede-tocar-ada-colau-y-el-municipalismo-internacional/ Fri, 22 Nov 2024 20:38:19 +0000 https://arquine.com/?p=95010 Ada Colau (Barcelona, 1974) visitó México en septiembre de 2024 para participar en la serie de conferencias de Mextrópoli. Era su primera visita al festival y al país después de ocho años en los que, como alcaldesa de Barcelona, se convirtió en una referente internacional en lo que respecta al gobierno de las ciudades. De […]

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Ada Colau (Barcelona, 1974) visitó México en septiembre de 2024 para participar en la serie de conferencias de Mextrópoli. Era su primera visita al festival y al país después de ocho años en los que, como alcaldesa de Barcelona, se convirtió en una referente internacional en lo que respecta al gobierno de las ciudades. De esa manera, Colau por fin pudo compartir sus ideas y experiencias vividas en la capital catalana con arquitectos y estudiantes mexicanos, en calidad de ciudadana y no de funcionaria pública. Poco antes, concedió esta entrevista, en la que repasa su vida política tan sólo unas semanas después de su salida del Ayuntamiento de Barcelona, y en un momento de su vida en el que esta activista permanente vislumbra ya un futuro en el que el municipalismo, por tradición la unidad mínima de los Estados-nación, pueda convertirse en el centro y futuro de una transformación internacional capaz de ser percibida de manera concreta en su escenario más emblemático: la ciudad próxima, hecha por y para sus habitantes.

Olmo Balam: Quizá esto ya te lo han preguntado en todos lados, justamente porque le pusiste un punto y aparte a una etapa de tu vida política con tu salida del Ayuntamiento de Barcelona (hay quienes incluso, de manera apresurada, hablan de comenzar a escribir tu biografía política). ¿Qué sigue para ti?

Ada Colau: He sido activista social durante mucho más tiempo de lo que fui alcaldesa, que lo fui durante 8 años, de 2015 a 2023. Durante esa gestión impulsamos un modelo de ciudad ambicioso, para consolidar un nuevo modelo. Este año me quedé todavía en el Ayuntamiento, pero en la oposición. Sin embargo, el partido que ocupa actualmente la alcaldía no ha querido hacer un pacto de gobierno. Entonces ha llegado a su conclusión esta aventura institucional. Han sido 10 años muy intensos, ha sido un periodo histórico muy complejo, con la pandemia y otros hechos complejos de gestionar, y creo que es bueno tomar distancia, refrescar las ideas, escuchar. Y también creo que el momento actual es bueno repensarlo en general. Sobre todo, en un mundo que avanza a la extrema derecha con los discursos de odio; donde hay cada vez más un clima de guerra que se está normalizando, en especial con el genocidio en Palestina; el cambio climático sigue acelerándose. En este contexto creo que es importante revisar estrategias y pensar cosas nuevas, no seguir por inercia, yo creo que eso es lo más importante. No me arrepiento ni un solo día de esta aventura institucional, pero creo al mismo tiempo que no hay que seguir en los lugares por inercia. Aunque me han ofrecido otros cargos políticos, ahora es bueno tomar un poco de distancia del ámbito institucional y volver al ámbito más social, más independiente y tomar nuevas ideas.

OB: Como decía al principio, provienes de movimientos que incluso fueron tachados de okupas o muy radicales, y ahora tuviste la oportunidad de pasar por un puesto de gobierno, al que muchas izquierdas de España, y del mundo incluso, muchas veces no llegan. De todo lo que te planteaste hace 10 años en temas de vivienda y sociedad, ¿cuáles dirías que fueron tus mayores logros y aprendizajes?

AC: Siempre lo digo: no me he arrepentido ni un solo día de esta aventura institucional, porque hemos demostrado que muchas cosas que eran imposibles han sido posibles. Al mismo tiempo, lo hicimos en minoría y en un periodo histórico convulso, por lo que era difícil llegar a acuerdos y pactos. Cada día te pone en contradicción, te enfrenta a tus límites, a que tú querrías hacer más y no puedes hacer todo. Las dos cosas son ciertas. Siempre recuerdo que como activista le decía al ayuntamiento de Barcelona, en aquel entonces gobernado por el partido socialista, que había que hacer cooperativas de vivienda y me respondían que “eso es absolutamente imposible porque es inviable económicamente”. Hoy hay más de mil departamentos cooperativos y un convenio de ciudad que ya no se puede deshacer, que ha llegado para quedarse. Hemos creado una unidad antidesahucios que, aunque el Ayuntamiento no tenga competencia para paralizar los desalojos, ha conseguido aprender de la experiencia de los movimientos y hacer un servicio de mediación que ha frenado miles de desalojos. Hemos creado una cosa que no existía en la institución: la unidad de disciplina inmobiliaria, que le ha puesto multas millonarias a los grandes fondos buitre que hacían malas prácticas para obligarlos a rectificar. Al mismo tiempo, estos mismos temas, como la regulación del mercado de la vivienda, la fiscalidad de los sectores económicos más importantes de la ciudad, todo esto no depende de competencias municipales, depende del Estado. Y eso es muy frustrante, porque tú puedes tener la máxima voluntad política, utilizar al máximo tus competencias, pero hay otras cosas en las que, si el Estado no te acompaña, hay un límite y tienes que enfrentarte a la contradicción cada día. Pero yo diría que las dos cosas son igualmente ciertas: los límites y las contradicciones. Y, sí, ha valido la pena.

OB: Hablabas de voluntad política, ¿tú qué pensarías que hace falta para que una voluntad política semejante a la que pusiste en la práctica en Barcelona pueda expandirse a otras ciudades?

AC: Yo creo que siempre es importante que haya movimientos ciudadanos activos y exigentes. En nuestro caso, eso fue una herramienta que estaba a nuestro favor, porque teníamos mucha presión de los lobbys económicos inmovilistas, que querían seguir con la especulación, como hasta ahora. Pero, por suerte, había un movimiento ciudadano fuerte, que planteaba otro modelo, y había un sector cooperativista. Lo que hicimos fue darle espacio y voz a ese movimiento ciudadano, y trabajamos juntos para hacerlo realidad. Yo creo que, cuando se llega a un gobierno que quiere hacer cosas diferentes, es importante que no se olvide que no hay que llegar sólo al gobierno, hay que seguir alimentando y dando espacio a esos movimientos ciudadanos críticos, que van a ser esenciales para hacer de contrapoder y contrarrelato a los grandes sectores económicos que tienen altavoces muy poderosos, porque tienen ejércitos de abogados, una gran capacidad de influencia, controlan los medios de comunicación y las redes sociales. Si tú quieres cambiar las cosas, necesitas un poder ciudadano. Una de las lecciones que hemos sacado de estos años es que, más allá de si hablas de política de vivienda, emergencia climática o políticas sociales, una de las cosas que tienes que hacer como gobierno es darles poder, reconocimiento y visibilidad a esos movimientos ciudadanos que, de forma desinteresada y por defender el bien común, se organizan para hacer propuestas nuevas. Eso es una cosa. Otra es salirte de la inercia: no tener miedo a apostar por la creatividad y la innovación.

No olvidaré nunca cuando apostamos por otra de las cosas que nos decían que eran imposibles: un problema es que la construcción tradicional es muy lenta, entonces había que innovar. Fuimos a estudiar otros modelos, y en el norte de Europa vimos grandes edificios hechos de contenedores marítimos reciclados de una altísima calidad, más ecológicos y cuyo proceso se puede realizar en meses. Por lo tanto, son más sostenibles, más rápidos y de una calidad excelente. Cuando nosotros presentamos esa nueva forma de hacer construcciones, la prensa se nos rio en la cara, otros partidos políticos nos dijeron que éramos unos cutres, que no teníamos nivel técnico. Hoy se están inaugurando esos edificios y todo el mundo los alaba, y quienes los criticaban ahora parece que se los apropian y siempre los defendieron. 

Por eso digo que no hay que tener miedo a innovar porque, efectivamente, si el estado actual de las cosas no está sirviendo para generar vivienda asequible, para que la mayoría de la gente pueda acceder a una vivienda digna, si las viviendas no son de calidad suficiente, es evidente que hay que cambiar las maneras de hacer las cosas. Hay que tener valentía, aunque en un primer momento te van a ridiculizar y estigmatizar, pero eso no te debe frenar. Entonces, creo que se trata de eso: apostar por la innovación, por la creatividad; apostar por el reconocimiento de la propia ciudadanía crítica y organizada como aliada esencial de esas políticas clave.

OB: La sostenibilidad se ha vuelto el leitmotiv de los arquitectos y urbanistas. ¿Esto también se ha reflejado en tu propuesta de hacer ciudad?

AC: Nosotros veníamos de una ciudad neoliberal, donde se había dejado toda la iniciativa al sector privado. En una sociedad de mercado, es legítimo que este sector busque el máximo beneficio en el plazo de tiempo más corto posible. Pero es claro que ese no puede ser el objetivo de la política pública. La política pública tiene que garantizar derechos. En el caso de una cosa tan fundamental como la vivienda, especialmente en países como España, ha sido un error dejarla por completo en manos de la iniciativa privada. Nosotros hemos intentado corregir esa orientación de diferentes maneras. Por ejemplo, con la recuperación del suelo público, que es la principal herramienta urbanística para hacer la política de vivienda. También modificamos las formas de tenencia: antes se hacía vivienda de propiedad privada en suelo público, que casi siempre acaba privatizada y, tarde o temprano, en el mercado especulativo. Fue un error, porque se hizo promoción con dinero público de viviendas con las que ahora se especula.

Ahora sólo promovemos viviendas en régimen de alquiler, renta social o de cooperativas de cesión de uso. Nosotros incluso defendemos la colaboración público-privada, pero la iniciativa y las reglas del juego las tiene que marcar el ámbito público. Y eso es lo que ha cambiado en los últimos ocho años en Barcelona: hemos generado un operador metropolitano público-privado, en el que nosotros ponemos el suelo, pero como vivienda de renta, no de propiedad, en la que los privados que ganan el concurso tienen que seguir las reglas de precios controlados.

Como bien dice Mariana Mazzucato, necesitamos un Estado emprendedor. En general, necesitamos que las administraciones públicas se tomen en serio su liderazgo y marquen las reglas del juego. Si la vivienda es un derecho, las reglas deben limitar la especulación y premiar las buenas prácticas de vivienda. ¿Qué pasaba en la ciudad neoliberal? Que la vivienda era o de mala calidad —para sacar el máximo rendimiento de las clases populares con viviendas en las zonas periféricas— o se trataba de edificios carísimos hechos por las grandes firmas y ubicados en zonas céntricas, que al final daban como resultado una ciudad-marca, antes que una ciudad para vivir. Hemos cambiado el modelo: queremos el talento de los arquitectos, queremos el buen hacer técnico, pero al servicio de lo que necesita la ciudad y su ciudadanía, especialmente las clases más populares, que son las más vulnerables y se merecen la máxima calidad y dignidad en sus viviendas.

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Arquitectura enmascarada https://arquine.com/arquitectura-enmascarada/ Mon, 14 Oct 2024 16:09:19 +0000 https://arquine.com/?p=93299 El cuidado por uno mismo también es un cuidado por los lugares en los que se articula y despliega la vida de una persona y de una comunidad. Martin Heidegger, Construir, habitar y pensar La imagen se ha convertido en la forma dominante bajo la cual interactuamos con el otro. Era de esperarse que el […]

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El cuidado por uno mismo también es un cuidado por los lugares en los que se articula y despliega la vida de una persona y de una comunidad.
Martin Heidegger, Construir, habitar y pensar

La imagen se ha convertido en la forma dominante bajo la cual interactuamos con el otro. Era de esperarse que el gran bullicio sobre la cuestión de la imagen durante el siglo XX trajera consigo repercusiones directas en las conductas del siglo XXI, al montarnos de manera casi permanente en un escenario simulado y configurado por nosotros mismos, para deleite de la cada vez más ávida retina o lente fotográfica que nos observa.

En su famoso libro, La cámara lucida, Roland Barthes realiza una acertada descripción de la transformación del sujeto frente a una cámara: “Pero muy a menudo (demasiado a menudo, para mi gusto) he sido fotografiado a sabiendas. Entonces, cuando me siento observado por el objetivo, todo cambia: me constituyo en el acto de posar], me fabrico instantáneamente otro cuerpo, me transformo por adelantado en la imagen”. [1]

Barthes da una lectura personal de como el individuo, al ser fotografiado, se desvincula de sí mismo, para formar parte de una transformación activa en la que busca una representación idílica, y cambia de manera automática su semblante para interpretar otro cuerpo y enmascarar el suyo, convirtiendo a la máscara en una extensión intrínseca del individuo enfrentado al observador.

La máscara es, entonces, un elemento de transformación facial. En la Antigüedad, los griegos implementaron máscaras para escenificar las tragedias en los teatros y en la falda de la Acrópolis. La máscara era un objeto que posibilitaba la transformación de la persona en un personaje, es decir: la despersonificación de la identidad propia para interpretar temporalmente otra.

Fig. 2. Fiesta de la mojiganga en Zacualpan de Amilpa, México

Con el paso del tiempo el objeto “máscara” se consolidó bajo una fuerte carga simbólica y representativa para algunas culturas y regiones, como las máscaras africanas, utilizadas en ceremonias y danzas teatrales; o las de los egipcios, conocidos por sus máscaras funerarias. En el caso de las culturas originarias de Mesoamérica, el uso de máscaras data de épocas prehispánicas. Incluso con la prohibición que pesaba sobre las visiones místicas de los pueblos sometidos bajo el colonialismo europeo, la máscara perduró como un elemento identitario y de alto valor tradicional que se mantiene hasta nuestros días [figs. 1 y 2]. Como ejemplo, la fiesta de la mojiganga, tradición del pueblo Zacualpan de Amilpas (Morelos, México). “El nombre Zacualpan deriva de las palabras en náhuatl tzacaulli, que significa lo que tapa, oculta o encierra algo y pan, preposición que quiere decir en o sobre”. [2] En este sentido, la relación de la máscara con la región es un vínculo identitario con sus habitantes, pero no sólo de forma ceremonial: la fiesta conlleva un proceso colaborativo y de pertenencia, ya que meses antes del evento, se crean talleres de trabajo en la comunidad para la elaboración colectiva de las máscaras, lo que sirve de puente para la integración del individuo con el colectivo. Sofía Martínez del Campo, quien curó, entre otras cosas, la exposición Máscaras mexicanas, símbolos velados (2015), escribió lo siguiente: “Las máscaras son una forma de poesía en la que rasgos y formas se funden y son lo mismo, en donde la relación entre el símbolo y el objeto lleva a cada uno a convertirse en metáfora del otro, por lo que su aspecto es evidencia de su significado”. [3] Sin duda, la máscara ha creado un aura y una estela de identidad y pertenencia bajo su doble voluntad —la representación y el anonimato—, no obstante, esa misma voluntad proporcionada por el encubrimiento ha sido absorbida por la hiperproducción y el consumo, que dan como resultado una imagen maquillada y camuflada, cuyo objetivo es pertenecer.

Esta conducta, en lo que va del siglo, ha ido en aumento, pero no sólo ha tenido repercusiones en el sujeto como individuo, sino que se ha traspalado en gran parte a los objetos y el espacio. Es decir, tanto el sujeto como el objeto han desarrollado dicha voluntad de mutación o enmascaramiento como objeto de consumo con exclusividad visual.

Con la movilidad de las masas a los múltiples puntos de interés turístico, dicho enmascaramiento ha tomado cada vez más protagonismo en las ciudades, con el objetivo de atraer aquel individuo interesado en habitar un espacio “visualmente estético”, lo que coloquialmente se llama como “instagrameable”, encareciendo la vida del local, desgarrando aquella carga simbólica y sustituyéndola por representaciones, que generan una ilusión de vínculo identitario con el individuo por medio de la ciudad y su comunidad: una “máscara” de aceptación que se refleja en el estampando de sus productos y que posibilita una falsa apropiación, como si el hecho de portar una gorra de los Yankees te convirtiera en neoyorquino u hospedarte en un Airbnb te transformara en un local.

Fig. 3. “Barcelona, posa’t guapa”, campaña para mejorar la imagen urbana de la capital catalana

Barcelona es un gran ejemplo para clarificar la intención de enmascarar la ciudad. Desde su campaña en 1985, “Barcelona, posa’t guapa” (“Barcelona, ponte guapa”) [fig. 3] y, por extensión, la Barcelona olímpica, hasta nuestros días, cuando la capital catalana ha cedido sus fuerzas al mercado, se ha vuelto una ciudad del vacío. Con esto hago referencia a la absorción y destierro de los interiores de las casas barcelonesas por sus famosas fachadas autoportantes [fig. 4] o las “fachadas al aire” de las que habla Juan José Lahuerta en su libro La destrucción de Barcelona (2005). Si se entiende la fachada como un elemento que estira el tiempo, esta arrastra el ayer a un presente que, al reconocerse como pasado, se “autentifica” y, permitiéndonos el oxímoron, crea una falsa autenticidad que hace de la verdadera un engaño que permanece estático en el plano estético.

El propio Lahuerta hace una analogía al respecto, apoyándose en la imagen del crustáceo para referirse a la situación por la que han pasado algunas viviendas barcelonesas como cuerpos vacíos: “Porque esas fachadas, en verdad, son como sus caparazones después de que haya sido absorbida su carne, aspirando todo lo blando y jugoso, suculento, que tiene dentro. Las manzanas, los bloques y las casas de algunos barrios de Barcelona han sido vaciados también de esa carne y esos jugos de los que está hecha, al fin y al cabo, la vida, una vida atesorada por el tiempo, acumulada. Las fachadas no son sino lo más concreto, el caparazón, el hueso que está afuera, una triste armadura. A veces, en las marisquerías, uno encuentra langostas disecadas, rojas y brillantes, no muy distintas a las que están hechas de plástico”. […] Esta situación hace de la ciudad una completa escenificación superflua y estática, una representación de sí misma. [4]

Fig. 4. Fachada autoportante en el centro de Barcelona

Me viene a la mente una película como La gran belleza (Paolo Sorrentino, 2013). En ella hay una escena que manifiesta la obsesión por el estiramiento del tiempo para evitar el paso hacia la vejez y que ejemplifica de buena manera el espejismo dialéctico de la ciudad con respecto a lo social, y viceversa: Jep —el protagonista— asiste a una especie de ceremonia o ritual en una sala de espera, en la que se encuentra reunido un gran grupo de personas para recibir inyecciones en distintas partes del cuerpo, ya sean labios, frente, pómulos o lo que sea con la finalidad de rellenar los vacíos de un cuerpo deteriorado. A su vez, llama la atención, una monja que entra en escena y se posiciona frente al cosmetólogo [fig. 5] —este último iluminado y en postura casi eucarística—, evidencia el intercambio en los roles dictatoriales que juega la estética en nuestra sociedad actual y manifiesta la sustitución de una realidad por su representación, tanto en el caso de Barcelona —como ciudad— como en la escena cinematográfica —como sociedad—. Ambos ejemplos remiten a la máscara en el sentido de que personifican a los cuerpos, tanto humanos como arquitectónicos (aparentar ser lo que no se es). Esta lucha, en apariencia interminable sobre la manipulación de la imagen en búsqueda de una “autenticidad” que nos identifique con el otro, elimina precisamente a la primera, lo auténtico, y la hace formar parte de lo genérico. Sin embargo, se hace notoria la coproducción del individuo y su representación: al ser una dependiente de la otra, la ausencia o deficiencia anula el reconocimiento de la otra y provoca un repliegue en sí mismo, ocasionado por la expulsión.

En su ensayo “Los modelos son reales”, Olafur Eliasson habla sobre el proceso transitorio de la representación a la realidad, que concibe como un modelo de representación, una realidad en sí misma: “Estamos siendo testigos de un cambio en la relación tradicional entre realidad y representación. Ya no evolucionamos del modelo a la realidad, si no del modelo al modelo, al tiempo que reconocemos que, en realidad, ambos modelos son reales”. [5]

Fig. 5. Escena del cosmetólogo en La gran belleza

Como prueba de esto tenemos los nuevos modelos de representación objetiva a los que apunta la arquitectura, como lo son los recorridos virtuales o renders, imágenes descriptivas del proyecto arquitectónico que buscan apegarse lo más posible a un estatismo representado por los objetos, para así mantener una continuidad en la representación del tiempo presente y asumir estas representaciones como una prueba tangible y fiel de la realidad. Esto corre en sentido contrario a lo que Olafur define como método tradicional, en el que los modelos forman parte de una secuencia temporal para su proceso de materialización. Se descarta así el proceso como parte indispensable de la realidad del objeto; se acortan las distancias entre su inicio y su fin; y se llega a una arquitectura de la imagen y el consumo, un reflejo de sus coproductores.

En algunas grandes ciudades como Barcelona, Ciudad de México o Nueva York, estas “representaciones” gráficas hiperrealistas se convierten de manera literal en la fachada “temporal” del edificio, ya sea en proyectos de remodelación u obras nuevas, como la impresión en una lona de dimensiones monumentales de la imagen objetivo de la intervención que elimina toda sorpresa [fig. 6] y abre camino a una crisis del tiempo o, mejor dicho, del consumo de la imagen en el tiempo.

Fig. 6. Representación impresa de reforma sobre fachada, Barcelona

Estamos viviendo un proceso de sometimiento hacia nuestros sentidos, es como si toda forma de explorar el mundo se hubiera reducido a la mirada como único y hegemónico sentido a través del cual nos reconocemos, no exploramos y nos validamos, una sociedad que ha subyugado toda carga simbólica ante la mirada del otro para comercializar su desnudez de manera explícita, acotando hasta su mínima expresión la capacidad de conocer e imaginar la historia y por lo tanto imposibilitado una consolidación histórica de nuestros tiempos.

 

Bibliografía 

[1] Barthes, Roland, La cámara lúcida. Notas sobre la fotografía, Editorial Planeta, Barcelona, 2020, p. 31.

[2] Medina, Analí, “Máscaras y tradición de difusiones: el caso de la mojiganga en Zacualpan de Amilpas”, 2018. Disponible en: https://www.redalyc.org/journal/4558/455859449003/html/#re- dalyc_455859449003_ref8.

[3] Martínez, Sofía, Máscaras mexicanas, símbolos velados, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2015, p. 25.

[4] Lahuerta, Juan José́, La destrucción de Barcelona, Mudito & Co, 2005, pp. 15-16.

[5] Eliasson, Olafur, Los modelos son reales, Gustavo Gili, Barcelona, p. 11.

 

Procedencia de las imágenes:

Figs. 1 y 2: https://www.redalyc.org/journal/4558/455859449003/html/ 

Fig. 3: https://paisajeurbano.barcelona/2022/05/27/como-empe-zo-la-campana-barcelona-posat-guapa/

Fig. 4: Tomada de la portada la revista Diagonal, núm. 28.

Fig. 5: https://poral.eu/grande_bellezza.php

Fig. 6: Eduardo López Ruiz

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Barcelona longitudinal: ejes verdes y supermanzanas https://arquine.com/barcelona-longitudinal-ejes-verdes-y-supermanzanas/ Tue, 02 Apr 2024 16:16:49 +0000 https://arquine.com/?p=88873 Las superislas, el proyecto urbano que busca recuperar algo del espacio que a lo largo del siglo pasado fue tomado para el automóvil, retomando y reforzando algunas características del plan que ideó Ildefonso Cerdà a mediados del siglo XIX, muestran lo difícil que es lograr un equilibrio entre la vida de la gente una economía que busque crecimiento eterno.

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El modo más cómodo de conocer una ciudad es averiguar cómo se trabaja en ella, cómo se ama y cómo se muere.

La Peste, Albert Camus

Llegué a Barcelona en 2008 para hacer estudios de posgrado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura. En ese entonces poco sabía, o prácticamente nada, de la crisis económica que había empezado ese mismo año. Poco a poco, el goteo de arquitectos que emigraban, y loa despachos que cerraban, iban vaciando una ciudad que en otros tiempos bullía de actividad y en la que era muy fácil encontrar trabajo como arquitecto. Los años siguientes, en los que la esperanza de poder trabajar fue nula, hicieron que me dedicase a mis estudios y a vivir y disfrutar de la ciudad.

Ya entonces el centro de la ciudad había sido tomado por los turistas. Las Ramblas habían dejado de ser el lugar de encuentro y paseo al que todos los barceloneses iban y se habían convertido en un centro comercial al aire libre para los visitantes: tiendas de souvenirs, hoteles, discotecas, bares, restaurantes —todo, o casi todo, dedicados al turismo.

Las ramblas son antiguas escorrentías de agua —siempre van en dirección montaña-mar— que adquirieron una nomenclatura y sección tipo a nivel urbano, en el que el paseo central adquiere unas dimensiones considerables, relegando el tráfico rodado a los lados. Este paseo se convirtió en un espacio capaz de albergar arbolado, lámparas, fuentes, bancos y diferentes usos (kioscos en los que se venden flores, diarios, helados, entradas para ver el fútbol y, en su momento, incluso animales; además de ferias temporales, caricaturistas, estatuas humanas, terrazas de restaurantes, etcétera). 

Hay muchas ramblas en Barcelona, las más famosas, y las primeras, son las que conectan la Plaza de Cataluña con el mar. Antiguamente funcionaban como límite junto con la segunda muralla, luego pasarían a ser una rótula entre la ciudad antigua y el nuevo barrio que nacería gracias a la expansión de la ciudad, lo que ahora se conoce como el Raval, y que en su momento conformaría la última ciudad amurallada.

En la segunda mitad del siglo XIX se empezó a ejecutar el plan Cerdá. Barcelona debía crecer y sus murallas tenían que ser derribadas para dar paso a nuevas infraestructuras y vivienda. El centro, asolado por continuas enfermedades, sucio, denso y oscuro, debía ser saneado; la ciudad necesitaba espacio y luz: la ciudad se “higienizaba”. Este plan fue polémico desde el principio porque se impuso desde el gobierno central, y recibió el favor por encima de la propuesta ganadora de un concurso promovido por el mismo Ayuntamiento de Barcelona. El plan ganador, proyectado por Antonio Rovira i Trías y de carácter radial, nunca sería ejecutado.

 

El plan Cerdá pretendía cubrir el territorio con una malla compuesta por calles de 20 metros de ancho y manzanas cuadradas y achaflanadas de 113 metros de largo, como propuesta general, que se adaptaría a diferentes casuísticas. Esta malla uniría los diferentes poblados esparcidos por los alrededores de la ciudad, como la Villa de Gracia o las Corts. Una de las grandes aspiraciones conceptuales que se ven representadas en esta malla es una pretendida “cuadrícula igualitaria”, debido a la filosofía proletaria practicada por Cerdá, que fue rápidamente desvirtuada por intereses económicos desde el primer momento. Este plan ya contemplaba la jerarquización de todas las calles, la trama igualitaria fue más bien una base sobre la que se distribuiría e intentaría homogeneizar la ciudad.

El plan nunca fue respetado en su totalidad: el interior de las manzanas había sido concebido como un espacio verde, pero fue ocupado desde el primer momento y las manzanas, en un principio proyectadas con apertura por dos de sus lados, terminaron cerrándose. Uno de los puntos neurálgicos del diseño, la Plaza de las Glorias Catalanas, tenía la voluntad de ser un pivote sobre el que se articulaba toda esta trama. El nombre no era baladí y tenía la aspiración de ser el centro de la ciudad. Con los años, esta plaza ha sido uno de los espacios urbanos de la ciudad que ha sido más difícil de resolver. La fuerza gravitacional de la Plaza de Cataluña nunca pudo ser reemplazada como centro, convirtiéndose en un elemento que hizo crecer de manera desigual la ciudad con respecto al plan de Cerdá.

 

El germen de las supermanzanas y los ejes verdes

Con el paso del tiempo la ciudad ha ido atomizándose. Si bien es cierto que la trama Cerdá ayudó a generar una ciudad relativamente igualitaria en cuanto a aspectos meramente físicos, las características geográficas, sociales y económicas de cada barrio han ido enriqueciéndola. Esta trama se encontró con otras de marcadas características. La Villa de Gracia nada tenía que ver con la primera y, orgullosa de esta diferencia, remarcó su estatus de villa y se transformó en una gran isla dentro de Barcelona. Con el paso del tiempo y la toma de conciencia de los problemas que acarrea el uso del automóvil, la Villa de Gracia pasó a ser la segunda gran supermanzana creada, probablemente, sin una conciencia de ciudad integral.

La primera gran supermanzana es lo que se conoce como Ciutat Vella, constituida por los tres barrios que estaban dentro de la última muralla: el barrio Gótico, el Born/la Rivera y el Raval. Al igual que la Villa de Gracia, gracias al entramado urbano de “plato roto”, denso y aparentemente rígido, este ha sido capaz de mantenerse casi inmune al uso del coche, gracias también al ancho de sus calles y a lo intrincadas que son, y a la prohibición de su utilización en casi todas sus calles en los años 80.

Barcelona se ha caracterizado desde hace décadas por apostar por operaciones urbanas que han cambiado la manera de vivir la ciudad, más allá del plan de Cerdá. Hay muchos ejemplos, desde la Exposición Universal de 1888, pasando por la Exposición Internacional de 1929 —en las que en ambas se ganan espacios militares para convertirlos en los grandes espacios verdes actuales de la ciudad—, la transformación de todo el frente marítimo de la Barceloneta, seguido luego por todas las operaciones que se llevaron a cabo para los Juegos Olímpicos de 1992 y, más recientemente, la prolongación de la avenida Diagonal, que remata con todo el recinto del Fórum de las Culturas del 2004, y la zona del Distrito 22@.

Los nuevos ejes verdes son quizás una de las operaciones más inteligentes, precisas y que menos impacto ha generado en cuanto al trauma que pueden causar ciertas operaciones urbanísticas, pero que en cambio han dado mucho más. Lo más visible y que más abandera esta operación es la práctica eliminación del tráfico rodado en estos ejes (sólo se permite acceder a ellos para carga y descarga, y para permitir el acceso a vecinos, todo a una velocidad reducida), y la conversión de estos en espacios públicos. No sólo las calles han sido transformadas: donde antes veíamos un cruce ahora vemos plazas, con jardines y bancos.

Pero si hablamos de cómo vivimos la ciudad, lo que han hecho los ejes verdes es darle la vuelta a la manera en cómo se pasea en la ciudad. Barcelona, hasta la irrupción de los ejes verdes, se recorría de una manera casi poética: los paseos se hacían en dirección montaña-mar, por gravedad, como el agua, como las escorrentías que terminaron convirtiéndose en las ramblas. La gente de Barcelona desembocaba, y sigue desembocando, en el mar. El Mediterráneo es un imán que atrae a las personas, los acerca al límite para detenerlos ahí, para contemplar. En cambio, en el sentido paralelo a la costa, entre los ríos Llobregat y Besòs, Barcelona tenía una predominancia de tráfico rodado, utilitaria, para atravesar la ciudad y conectar de manera transversal con el resto de la urbe.

Con los nuevos ejes verdes se acentúa esa trama “igualitaria” de Cerdá, en el sentido que la calle Consell de Cent (intervención proyectada por Cierto Estudio, y único eje ejecutado de momento), el eje verde longitudinal —paralelo a la costa— se ha convertido en una nueva rambla desde el punto de vista de cómo se usa. Si hoy en día las famosas Ramblas que parten la ciudad vieja están destinadas, y son visitadas mayoritariamente por turistas, la calle Consell de Cent ha venido a reemplazar este paseo para los vecinos de la ciudad. Ahora la ciudad también se recorre a pie en sentido Llobregat-Besòs. Esta calle se ha convertido en un eje no sólo verde, sino también comercial, y en uno muy importante gracias a la creación de nuevas plazas ahí donde antes había intersecciones de calles.

En términos reales, según un estudio elaborado por la Agencia de Salud Pública de Barcelona, en algunos ejes verdes se ha llegado a reducir contaminantes atmosféricos hasta en un 25%; además de otros aspectos más cualitativos, como el aumento de la seguridad y reducción del ruido. Pero no todo es positivo en estas operaciones. En la actualidad hay un grave problema de movilidad urbana, principalmente porque esta cuestión se trata desde un ámbito de ciudad, cuando la escala corresponde más a un ámbito metropolitano. Es decir, la gente que circula en coche por la ciudad, en gran parte viene de fuera o va hacia afuera, pero las competencias de actuación del Ayuntamiento no abarcan estos límites y las instituciones encargadas de resolver estos problemas no los están enfrentando. 



Otro de los aspectos negativos que probablemente veremos, y que ya empezamos a ver, es la subida de precios en estos espacios pacificados. Este es el gran dilema de la ciudad: mejorar y volverse más cara (gracias al libre mercado) o quedarse como está y estancar la calidad de vida de sus ciudadanos. Sin un plan de usos previos y una buena política de vivienda estaremos observando la continuación de procesos de gentrificación que ya existían en algunos de estos barrios.

En Sant Antoni, uno de los barrios donde se implementó parte del programa de superillas, se empieza a ver desde hace años cómo la gente local es expulsada de sus hogares debido a la presión inmobiliaria y al creciente atractivo internacional que tiene Barcelona, que busca atraer talento profesional para mejorar la competitividad. Basta ponerse en el lugar del otro para contrarrestar el argumento inmediato de la ley del más fuerte. No todo puede valer para conseguir una ciudad más “atractiva”.

 

 

Por el momento, y de manera paradójica, Barcelona tiene un gobierno municipal supuestamente socialista que ha empezado por frenar operaciones aprobadas en presupuestos participativos y votados por una gran cantidad de vecinos para pacificar más calles. Al parecer, es difícil encontrar la manera de equilibrar la calidad de vida de la gente que vive en la ciudad con la economía que los empresarios quieren, aunque está claro que el eterno crecimiento económico tiene un límite que todos estamos viendo. La discusión sobre la descarbonización aparentemente ha pasado a un segundo plano y la idea de ciudad de este nuevo mandato queda poco clara, o inexistente en la práctica.

Esperemos que, en el futuro, se pueda conocer Barcelona más por las maneras de recorrerla, que por cómo se muere en ella.

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Conversación con Peris + Toral Arquitectes en MEXTRÓPOLI 2023 https://arquine.com/conversacion-con-peris-toral-arquitectes-en-mextropoli-2023/ Wed, 13 Dec 2023 16:14:26 +0000 https://arquine.com/?p=86268 Durante MEXTRÓPOLI 2023 conversamos con Peris+Toral Arquitectes, quienes retroalimentan la práctica con una investigación continuada en los ámbitos de la vivienda pública colectiva y el espacio urbano, bajo una línea de pensamiento que sitúa al individuo como centro de la acción y al arquitecto como agente social. Marta Peris y José Toral sugieren escenarios en […]

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Durante MEXTRÓPOLI 2023 conversamos con Peris+Toral Arquitectes, quienes retroalimentan la práctica con una investigación continuada en los ámbitos de la vivienda pública colectiva y el espacio urbano, bajo una línea de pensamiento que sitúa al individuo como centro de la acción y al arquitecto como agente social.

Marta Peris y José Toral sugieren escenarios en los que el usuario toma el relevo de habitar y aspiran a replantear los estándares del programa para dar respuesta a las formas de habitar que la sociedad precisa en cada momento.

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Conversación con LACOL en MEXTRÓPOLI 2023 https://arquine.com/conversacion-con-lacol-en-mextropoli-2023/ Wed, 06 Dec 2023 17:08:36 +0000 https://arquine.com/?p=85993 Durante MEXTRÓPOLI 2023 conversamos con Pol Massini & Cristina Gamboa de LACOL, una cooperativa de arquitectos establecida el 2009 en el barrio de Sants, en Barcelona.  Su trabajo se enfoca en generar infraestructuras comunitarias para la sostenibilidad de la vida, como herramienta clave para la transición ecosocial, mediante la arquitectura, el cooperativismo y la […]

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Durante MEXTRÓPOLI 2023 conversamos con Pol Massini & Cristina Gamboa de LACOL, una cooperativa de arquitectos establecida el 2009 en el barrio de Sants, en Barcelona.

Su trabajo se enfoca en generar infraestructuras comunitarias para la sostenibilidad de la vida, como herramienta clave para la transición ecosocial, mediante la arquitectura, el cooperativismo y la participación.

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Conversación con Salvador Rueda en MEXTRÓPOLI 2023 https://arquine.com/conversacion-con-salvador-rueda-en-mextropoli-2023/ Wed, 29 Nov 2023 17:09:54 +0000 https://arquine.com/?p=85706 Durante MEXTRÓPOLI 2023 conversamos con Salvador Rueda, presidente y director de la Fundación Ecología Urbana y Territorial; fundador y director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona (2000-2020). Ecólogo urbano, biólogo, psicólogo, tiene diplomados en ingeniería energética y ambiental. Rueda, además, es creador del Urbanismo Ecosistémico y del concepto de “supermanzana”. Es autor de […]

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Durante MEXTRÓPOLI 2023 conversamos con Salvador Rueda, presidente y director de la Fundación Ecología Urbana y Territorial; fundador y director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona (2000-2020). Ecólogo urbano, biólogo, psicólogo, tiene diplomados en ingeniería energética y ambiental.

Rueda, además, es creador del Urbanismo Ecosistémico y del concepto de “supermanzana”. Es autor de los siguientes libros: Ecología urbana; Urbanismo Ecosistémico; Libro verde de medio ambiente urbano; Barcelona, ciudad mediterránea, compacta y compleja. Una visión de futuro más sostenible; Certificado del Urbanismo Ecosistémico; Regenerando el Plan Cerdá. De la manzana de Cerdá a la supermanzana del urbanismo ecosistémico (2020); Carta para la planificación ecosistémica de las ciudades y las metrópolis (2021).

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Ecosistemas urbanos. Conversación con Salvador Rueda https://arquine.com/ecosistemas-urbanos-conversacion-con-salvador-rueda/ Wed, 04 Oct 2023 14:29:57 +0000 https://arquine.com/?p=83550 Con estudios en Ciencias Biológicas y Psicología, Ingeniería Ambiental y Gestión Energética, Salvador Rueda ha trabajado en temas relativos al medioambiente urbano. Rueda es responsable del modelo de las supermanzanas en la ciudad de Barcelona, que lleva al plan con que Ildefonso Cerdá buscaba conectar el orden de la urbe con el del orbe.

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Con estudios en Ciencias Biológicas y Psicología, Ingeniería Ambiental y Gestión Energética, Salvador Rueda ha trabajado en temas relativos al medioambiente urbano. Además, fue, hasta 2019, el director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona desde su fundación en el año 2000. Actualmente, es presidente de la Fundación Ecología Urbana y Territorial. Rueda ha dicho que su paso de estudiar el cerebro —“el sistema más complejo de nuestro cuerpo”— a analizar ciudades —“los sistemas más complejos que ha creado la especie humana”—, lo llevó a entender y atender a la ciudad como un ecosistema humano. Rueda es responsable del modelo de las supermanzanas en la ciudad de Barcelona, que lleva al plan con que Ildefonso Cerdá buscaba conectar el orden de la urbe con el del orbe, a enfrentar los problemas de los grandes asentamientos humanos para reconstituirse como ecosistemas humanos viables a escala planetaria. Este es un fragmento de la conversación que se publica en el número 105 de Arquine: Mediaciones.

Miquel Adrià: El ensanche de Barcelona que proyectó Cerdá pasó de ser un plan local a un referente global, partiendo de un proyecto esquemático, una retícula isomorfa, abstracta y abierta que se podría extender al infinito que, si bien tiene secciones, surge de un trazo bidimensional. ¿Cómo pasamos del proyecto original a tu propuesta, que de algún modo puede interpretarse como una actualización o una continuación del proyecto original?

Salvador Rueda: En 1995 escribí un libro titulado Ecología Urbana. Lo presentó mi maestro Ramón Margalef. Apuntaba en esa publicación que Cerdà propuso la aproximación más sistémica que conozco. Él trabajaba con fractales, aunque quizá no lo sabía. Comentas que el plan era una morfología que podía extenderse hasta el infinito. Eso era precisamente porque la resolución de los desafíos y los conflictos que enfrentó Cerdà se daba en la manzana, en el fractal, en su interior. Luego repetía la solución hasta el “infinito”. Era una propuesta higiénica que pretendía que cada ciudadano tuviera 40 m2 de ciudad. La ciudad anterior, la Barcelona dentro de las murallas, tenía 13.5 m2 y los higienistas consideraban que la densidad excesiva era, en parte, la causa de las epidemias que sucedían cada 7 u 8 años. Además, las calles tenían que ser más anchas que la altura de los edificios para favorecer la dispersión del aire. Se incorporaron estos elementos en una ecuación para definir el tamaño de la entrevía (manzana) y conseguir los 40 m2 por habitante, se edificaba una mitad de la manzana y la otra era espacio libre. Pero el problema es que ese espacio libre iba a producir materia orgánica y humedad, que al pudrirse generaría los miasmas que, de algún modo, provocan las epidemias. Cerdà, que venía del campo, sabía que los árboles neutralizan la materia orgánica y además actúan como una esponja. Sabía también que si los juntaba demasiado la humedad no se iría, por lo que decidió separarlos 8 metros para neutralizar la materia orgánica y el agua. ¿Qué ocurrió entonces? Una vez definida la solución de la manzana, repitió la misma célula, incorporando otras variantes como la igualdad, que permiten construir un ensanche que algunos consideraban aburrido y repetitivo. Consiguió generar una morfología maravillosa que tiene una compacidad suficiente, que permite tener cantidad y variedad de actividades, y que coincide con lo que buscamos ahora. Además, en el Plan de 1863 se incorporó la locomotora a la ciudad y la domesticó.

En ningún caso llegó a incorporar el coche. El que trataría de domesticar el coche fue Le Corbusier con el Plan Macià de 1933, que no se llevó a cabo y, en cambio, el coche acabó invadiendo las calles y su velocidad no se adaptó a la ciudad, a los cruces cada 100 metros, por lo que se convirtió en un transporte lento que llenó de artefactos la ciudad. El coche no se ha llegado a domesticar. Y necesitamos hacerlo porque mata a mucha gente, la habitabilidad es horrible y genera disfunciones tremendas. Necesitamos reformular las condiciones del espacio público y domesticarlo. Así surge la propuesta de las supermanzanas. La evolución del concepto me ha llevado a plantear no sólo la transformación de la movilidad y el espacio público —que permite liberar el 70% del espacio dejando tan sólo el 15% de vehículos—, sino que además se convierte en el ecosistema urbano mínimo, un fractal, donde todos los principios y retos actuales del urbanismo ecosistémico se integran en unas 20 hectáreas. Por tanto, la idea de Cerdà se traslada a este mundo de la ecología y el urbanismo ecosistémico y lo trasciende, puesto que no sirve meramente para morfologías de ensanche, sino que puede ser aplicado a cualquier otra. 

 

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Cities Connection Project | Espacios de vida compartida https://arquine.com/obra/cities-connection-project-espacios-de-vida-compartida/ Thu, 03 Nov 2022 13:28:04 +0000 https://arquine.com/?post_type=obra&p=71285 Cities Connection Project (CCP), pretende establecer conexiones a nivel arquitectónico entre la ciudad de Barcelona y otras ciudades o regiones europeas con una importante tradición arquitectónica. El objetivo es presentar de forma recíproca obras que reflejen la mejor arquitectura de vanguardia de cada lugar, destacando las realizaciones de arquitectos menores de 50 años construidas durante los últimos años. 

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Cities Connection Project (CCP), fundado por los arquitectos Nicola Regusci y Xavier Bustos, pretende establecer conexiones a nivel arquitectónico entre la ciudad de Barcelona y otras ciudades o regiones europeas con una importante tradición arquitectónica. El objetivo es presentar de forma recíproca obras que reflejen la mejor arquitectura de vanguardia de cada lugar, destacando las realizaciones de arquitectos menores de 50 años construidas durante los últimos años. 

El objetivo adicional es crear una red de conexiones culturales entre ciudades para afirmar el valor de la arquitectura y el urbanismo contemporáneos. Cada “conexión” implica una exposición colectiva en cada una de las ciudades participantes, acompañada de una serie de debates, conferencias, visitas guiadas e intercambio de conocimiento. Cada conexión, se articula en torno a un nuevo tema, relacionado con las características específicas de la ciudad o región invitada, con la clara voluntad de generar sinergias entre las instituciones públicas, las universidades, las entidades culturales y, sobre todo, los estudios de arquitectura participantes.

Tras el éxito de la quinta edición de CCP, que conectó la Federación Valonia-Bruselas y la ciudad de Barcelona bajo el lema Reactivar la ciudad, la sexta edición emprende con un nuevo formato que apuesta por una conexión a tres bandas.  Por un lado, Valonia-Bruselas y Barcelona, que volverán a participar gracias a los fuertes vínculos establecidos entre Cities Connection Project, las instituciones catalanas y Wallonie-Bruxelles Architectures.  Por otro lado, para la elección de la tercera ciudad, Basilea, con un patrimonio arquitectónico extremadamente interesante. 

Espacios de vida compartida es el tema elegido para esta edición de CCP_06. Compartir espacios y actividades, así como la diversidad de programas, son los puntos comunes de los proyectos seleccionados en esta muestra. Diferentes enfoques y procesos ensayados y comparados por arquitectos y administraciones públicas de diferentes ciudades o países mientras trabajan en contextos muy heterogéneos. 

Ahora, invitados por el festival MEXTRÓPOLI y acogidos por el Centro Cultural El Rule, se brinda la oportunidad de compartir con la sociedad mexicana los 60 proyectos de arquitectura que configuran la muestra, realizados en tres países europeos y, sobre todo, abre una puerta a imaginar una nueva conexión de ámbito intercontinental, entre ciudades europeas y ciudades latinoamericanas en un futuro, que seguro aportará una gran riqueza al debate y nuevos e interesantes puntos de vista a esta red de ciudades conectadas.

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Casa Caño https://arquine.com/obra/casa-cano/ Tue, 10 May 2022 06:00:53 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/casa-cano/ La falta de especificidad del espacio generado permite una apropiación libre y cambiante del mismo por parte del usuario, transformando el apartamento en un contenedor preparado para su constante programación

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El proyecto es la transformación de una vivienda en el barrio de Poblenou en Barcelona. La intervención consiste en la recuperación y puesta en valor de la vivienda existente, ubicada en una segunda planta de un edificio tradicional del Poblenou, y su transformación en un espacio flexible, capaz de evolucionar y ser modificado con el paso del tiempo. Aprovechando la generosa altura del espacio preexistente se construye una estructura metálica de apariencia industrial a lo largo de toda la vivienda, capaz de contener espacios servidores destinados a cocinar, bañarse, almacenar instrumentos o relajarse. En contraste con la estructura metálica, en el resto de la vivienda se mantienen al máximo
las cualidades de la edificación existente, desnudando el espacio de revestimientos y dejando vistos tanto los techos como la obra de fábrica original.

La falta de especificidad del espacio generado permite una apropiación libre y cambiante del mismo por parte del usuario, transformando el apartamento en un contenedor preparado para su constante programación. Un volumen habitable flexible y luminoso donde el usuario pueda desarrollar con plenitud su vida doméstica.


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Eje verde Bolivia https://arquine.com/obra/eje-verde-bolivia/ Sun, 10 Apr 2022 06:00:41 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/eje-verde-bolivia/ La calle Bolivia se ha transformado en un nuevo eje peatonal. Se trata de un tramo de 265 metros de longitud y 20 metros de ancho que se ha convertido en un eje urbanizado de plataforma única y con prioridad peatonal. Este nuevo espacio tiene una superficie aproximada de 5,500 m2.

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La calle Bolivia se ha transformado en un nuevo eje peatonal. Se trata de un tramo de 265 metros de longitud y 20 metros de ancho que se ha convertido en un eje urbanizado de plataforma única y con prioridad peatonal. Este nuevo espacio tiene una superficie aproximada de 5,500 m2.

Se aprovechó este proyecto de urbanización para realizar una intervención a profundidad en la que se renovaran las redes de servicios, de las instalaciones de recogida de residuos y de las instalaciones de recogida de aguas pluviales, así como del mobiliario y de las zonas verdes urbanas. La transformación inició con el derribo de unas edificaciones que quedaban dentro del ámbito del trazado de las banquetas. Se demolió el muro que cerraba la calle, al igual que parte de la nave de una antigua fábrica que estaba en mal estado. Se colocó un adoquín especial de cerámica. También, se reconstruyó la red de recogida de aguas y se ejecutaron acometidas nuevas para futuras edificaciones.

El sistema de drenaje implementado es sostenible, ya que recoge el agua de lluvia en las zonas verdes para filtrarla y aprovecharla. Por lo que respecta al mobiliario, la intervención incluye una nueva ubicación de los estacionamientos de bicicletas, sillas y bancos, así como nuevos puntos de iluminación. En cuanto al arbolado, se mantienen los plataneros y los almeces. Se han añadido nueces con arbustos y otras especies vegetales.


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