Resultados de búsqueda para la etiqueta [arquitectura sostenible ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 15 Aug 2023 17:21:26 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Un edificio con 37% menos de carbono https://arquine.com/obra/un-edificio-con-37-menos-de-carbono/ Wed, 19 Apr 2023 17:24:04 +0000 https://arquine.com/?post_type=obra&p=77861 La sencillez de este edificio de oficinas de madera totalmente diseñado oculta su innovación revolucionaria. Con sólo 410 kgCO2e/m2 de carbono incorporado, se ha optimizado el uso de materiales. Cada componente está diseñado para ser lo más eficiente posible, lo que da como resultado un diseño honesto y sin excesos.

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La sencillez de este edificio de oficinas de madera totalmente diseñado oculta su innovación revolucionaria. Con sólo 410 kgCO2e/m2 de carbono incorporado (A1-A5), se ha optimizado el uso de materiales. Cada componente está diseñado para ser lo más eficiente posible, lo que da como resultado un diseño honesto y sin excesos. Es un edificio diseñado para ofrecer a las empresas un espacio de trabajo flexible y compartido, este edificio modesto pero significativo, con un potente programa sostenible, es el edificio de oficinas de madera más alto del centro de Londres.

Se ha diseñado una estructura híbrida compuesta por un armazón de LVL de haya con losas y núcleo de CLT para crear amplios espacios de trabajo abiertos. Sin tabiques estructurales internos y con un sistema MEP cuidadosamente coordinado para minimizar la intrusión visual, la distribución puede adaptarse fácilmente a las necesidades futuras. El diseño se expresa a través de las partes constituyentes, evitando excesos o florituras arquitectónicas innecesarias, y la belleza del edificio terminado se deriva de las cualidades inherentes de cada capa y cada material sin decoración.

La estructura de madera de última generación está enmarcada por el muro cortina acristalado, con protección solar proporcionada por una segunda piel de lamas verticales de madera. Un modelo paramétrico que simula el movimiento y el impacto del sol contra la fachada determina la disposición y la forma de las lamas, demostrando cómo la madera, combinada con un análisis digital de vanguardia sobre el comportamiento medioambiental, puede dar como resultado un verdadero edificio del siglo XXI.

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Los lugares del Antropoceno https://arquine.com/los-lugares-del-antropoceno/ Mon, 02 Jan 2023 15:20:16 +0000 https://arquine.com/?p=73660 La idea del Antropoceno como era geológica nos hace entender y pensar que las repercusiones de un edificio, así como la responsabilidad de quienes lo diseñan y construyen, van mucho más allá de la cuadra o el barrio donde se insertan.

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En una nota publicada por el periódico The Guardian el primero de enero de este año, Robin McKie, editor de ciencia de dicho diario, comenta que “en unas cuantas semanas varios geólogos seleccionarán el sitio que demuestra de la manera más vívida cómo los humanos han cambiado la estructura de la superficie de nuestro planeta. Escogerán un lugar que piensan ilustra de la mejor manera cuándo nació una nueva era —que han llamado Antropoceno— y el Holoceno, su predecesora, llegó a un fin.” El término fue acuñado en el año 2000 por Paul Crutzen y Eugene Stoermer para referirse a una era “en la que muchas de las condiciones y los procesos en la Tierra han sido alterados de manera profunda por el impacto humano, intensificándose especialmente desde el inicio de la industrialización”.

Por supuesto, el mismo término Antropoceno ha sido cuestionado. No sólo por quienes, ignorantes o cínicos, pretenden negar la agencia y responsabilidad humana en las transformaciones planetarias que hoy vivimos, o incluso negar que esos cambios sean transformaciones radicales, sino también por quienes reconocen ambas cosas: que la Tierra está cambiando y que eso se debe en gran parte a nuestras acciones, pero acotando quiénes somos “nosotros”. Es en ese sentido que Jason W. Moore ha hablado de Capitaloceno: “La crisis que estamos experimentando no es el fracaso de una especie, es el fracaso de un sistema.” Para Moore, culpar a la humanidad entera de la crisis ecológica es culpar en buena medida también a las víctimas:

Hay un mundo de diferencias políticas entre decir “¡Los humanos lo hicieron!” y decir “¡Algunos humanos lo hicieron!” Pensadores radicales y activistas por la justicia climática han empezado a cuestionar una distribución tan fuertemente igualitaria de la responsabilidad histórica por el cambio climático, en un sistema empeñado en una marcada desigualdad en la distribución de la riqueza y el poder. Desde este punto de vista, la frase cambio climático antropogénico es una forma especial de culpar a las víctimas de la explotación, la violencia y la pobreza. ¿Una alternativa más acertada? La nuestra es una era de crisis climática capitalogénica.

En cualquier caso, como reporta McKie, el grupo de geólogos busca identificar el lugar que pueda ilustrar de mejor manera los cambios que el Antropoceno o Capitaloceno ha producido en nuestro planeta. En un artículo publicado en el sitio de la revista Nature el 13 de diciembre pasado, McKenzie Prillaman explica que “formalizar el Antropoceno uniría esfuerzos para estudiar la influencia de la tente en los sistemas terrestres, en campos que incluyen la climatología y la geología”, y también “podría presionar a quienes toman decisiones sobre políticas a tomar en cuenta el impacto de los humanos al tomar dichas decisiones”.

El grupo de geólogos ha reducido a 9 la lista de los sitios que podrían ser seleccionados como “el lugar del Antropoceno”. La Bahía de Beppu, en Japón; el Lago Crawford, en Canadá; el arrecife Flinders, en Australia; la cuenca de Gotland, en el Mar Báltico; el núcleo de hielo Palmer, en el Antártico; el lago Searsville, en California; el lago Sihilongwan, en China; y el arrecife West Flower, en el Golfo de México. Estos sitios no son seleccionados especialmente por haber sido alterados de manera catastrófica —al contrario, hay muchísimos otros que corrieron con peor suerte— sino por haber capturado y acumulado sedimentos y partículas químicas que permiten fechar con cierta precisión el momento en el que la actividad humana —o la producción y explotación capitalistas, más bien— tuvieron una incidencia significativa en la ecología de la Tierra.

Más allá de los debates entre geólogos y otros científicos, teóricos sociales y pensadores sobre lo que pueda ser el Antropoceno y sus implicaciones, así como el nivel de responsabilidad y las acciones a tomar no por una humanidad genérica sino por distintas personas, instituciones, gobiernos y empresas, resulta interesante y necesario empezar a entender lo que esto implica para la arquitectura, a la escala no sólo de las ciudades sino de los edificios. Aquella sección del edificio Seagrams, diseñado por Mies van der Rohe en 1958, en Nueva York, dibujada por Kiel Moe y que llega hasta las minas en Chile de donde se extrajo parte de la materia que terminó conformando una de las fachadas icónicas del siglo XX, demuestra que las repercusiones de un edificio, así como la responsabilidad de quienes lo diseñan y construyen, van mucho más allá de la cuadra o el barrio donde se insertan.

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La arquitectura justa https://arquine.com/la-arquitectura-justa/ Mon, 19 Dec 2022 16:08:58 +0000 https://arquine.com/?p=73562 En su libro “La moda justa”, Marta D. Riezu dice que “ la única prenda realmente ecológica es la que no se fabrica” y plantea algunos retos para una moda sostenible y justa social y ecológicamente. ¿Se puede pensar así una “arquitectura justa”?

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La moda justa es el título de un libro firmado por Marta D. Riezu y publicada por Anagrama en su serie nuevos cuadernos. La presentación del libro dice:

La moda justa. Una invitación a vestir con ética. El título La moda justa responde a una doble acepción. La primera se refiere a tener en el armario la cantidad justa de ropa, la precisa, la esencial. A huir de la voracidad. La segunda habla de elegir lo íntegro, lo producido en un contexto donde nadie salga perdiendo. Como una prenda es algo inanimado, debemos ser nosotros quienes le imprimamos esa conciencia mediante el compromiso de conocer mejor quién está detrás de esa ropa, porque esa elección tiene consecuencias.

¿Se puede pensar de la misma manera en una arquitectura justa?

Habría que empezar por descartar la objeción simple de que la arquitectura y la moda no son lo mismo. No lo son, pero tampoco es que sean tan distintas como, arrogantemente, habrá quienes lo señalen desde la arquitectura. Si se piensa en la moda sólo como los vaivenes del gusto, no es que la arquitectura con sus estilos sea ajena a esas apreciaciones sociales y culturales, sólo que va más lento. Si se piensa la moda como una industria, la construcción de edificios, en la que la arquitectura una parte tiene, no es menor industria. En la arquitectura hay tanto de negocio, de creatividad, de publicidad, expresión, mercado y cultura como en la moda. Y si nos ponemos semperianos, entre el vestido y la cabaña hay relaciones antropológicas y filosóficas complejas: de la túnica a la morada y la búsqueda de satisfacer la necesidad de cubrirnos sumándole el placer simbólico de sus distintas apariencias, cambia en principio nada más la cantidad de aire entre la piel y la envoltura. Y quizás un derecho al abrigo pueda incluir desde el derecho a no morir de frío hasta el derecho a la ciudad, pasando por el constitucional derecho a una vivienda “digna y decorosa”.

Así que tratar de entender qué pueda ser la moda justa en algo quizá ayude para plantearnos una arquitectura justa. Eso sí, sin perder de vista las diferencias: si la moda rápida y desechable producto del neoliberalismo y la globalización tiene por resultado el exceso y, al menos para las clases medias globales, armarios llenos de prendas que si acaso fueron usadas una sola vez, mientras 92 millones de toneladas de ropa que nadie compró terminan cada año en tiraderos, la crisis de la vivienda tiene características acaso más complejas y que rebasan a la arquitectura como profesión, aunque también se construya por mero interés financiero, sean departamentos de lujo frente a Central Park o decenas de miles de casitas en zonas que ya ni siquiera podemos llamar periferias.

¿Qué dice Riezu que podamos retomar para pensar las posibles condiciones para una arquitectura justa?

Riezu explica que “la industria textil es un modelo basado en la explotación de la pobreza” y que “vestir no es un acto políticamente irrelevante, sino una práctica cotidiana asociada a realidades globales.” Lo mismo podemos decir de la arquitectura, sin duda. Dice que “de la costura se pasó, a principios del siglo XX, a la producción en serie. El prêt-à-porter contribuyó, por cierto, a la obsesión por la talla y las dietas, al obviar las medidas específicas de cada uno y establecer unas convenciones aleatorias.” La estandarización fue también consigna de la arquitectura moderna, que cuando se volvió estilo internacional, implicó imponer universalmente medidas y funciones, aplanando las diferencias y descartando usos, costumbres y tradiciones particulares. La moda llevó a que el sastre o la costurera cercanos —a veces tanto que es el mismo usuario— fuera sustituido por un diseñador o diseñadora que entre más reconocimiento acumula, más lejos se encuentra. No hace falta mucha explicación para entender el mismo fenómeno en la arquitectura. La búsqueda imparable de novedades, aunque sean recicladas, es otra característica que comparten ambas industrias del diseño.

Para alcanzar una moda justa, Riezu plantea tres retos. Primero, las personas que trabajan produciéndola: “los trabajadores deben poder llevar una vida digna, con una labor que favorezca su desarrollo personal y el de su comunidad, con salarios apropiados y condiciones de trabajo seguras y confortables.” La idea del arquitecto como la entendemos hoy —o como la impuso occidente moderno— implica una jerarquización del trabajo llevada al extremo, que a su vez conlleva grandes desigualdades sociales y económicas. Y eso, desde el interior de las oficinas de arquitectura, con colaboraciones no reconocidas y trabajo mal pagado, hasta la industria misma de la construcción, que en economías como la mexicana siguen dependiendo, como la moda, de “la explotación de la pobreza.” Si el albañil que trabaja en la construcción de una vivienda social no tiene los medios para hacerse de una de las unidades, eso no es vivienda social: es una simulación del sistema y el arquitecto que la diseña parte del engaño.

El segundo reto que plantea Riezu para la moda justa son los animales, en referencia a la manera como se obtiene la lana, la piel o el cuero para confeccionar ciertas prendas. Así que en arquitectura podríamos decir que ese segundo reto serían los materiales. ¿Cómo se produce el concreto o el acero? ¿De dónde se sacó ese mármol o aquél granito? Eso incluye pensar desde la huella ecológica de cada material que se emplea en construir un edificio, hasta las condiciones de los trabajadores que los producen o extraen las materias primas. Eso implica también asumir que, por ejemplo, no hay ninguna razón y ninguna disculpa para traer una pieza de mármol o el grifo de la cocina del otro lado del mundo, y que el arquitecto que los especifica para un proyecto se hace parte de un sistema de explotación de personas y recursos que, lo sabemos, es no sólo insostenible sino indefendible.

El tercer reto, dice Riezu, es la Tierra. O, dicho de otra manera, si el segundo reto es de dónde salen y cómo se producen los materiales para confeccionar una prenda —o construir un edificio—, el tercero es a dónde van a parar los residuos o qué tanto afecta al entorno esa prenda o ese edificio.

Estos tres retos tienen que ver con la urgencia de pensar y conseguir sistemas de producción sustentables, no sólo en términos ecológicos sino sociales, que ya nos hemos dado cuenta que son inseparables: la desigualdad e injusticia que ha generado el capitalismo tardío es la otra cara de la catástrofe ecológica. Explotación y extractivismo son el mismo gesto, dirigido hacia otras personas o hacia otros seres y a la Tierra entera.  Sin embargo, como escribe Riezu, “por si quedaba alguna duda: hoy en día, el término sostenibilidad no significa nada.” 

Riezu también afirma que “la única prenda realmente ecológica es la que no se fabrica”, y lo mismo podemos decir de los edificios: el único realmente ecológico es el que no se construye. Así que, quizá, una de las primeras preguntas que cualquier arquitecto o arquitecta deba hacerse hoy es si hace falta construir eso que le piden o desea diseñar. Por supuesto, las condiciones de esa pregunta son distintas en distintos lugares y para distintos tipos de edificio, pero siempre será necesario plantearla de algún modo.

Riezu concluye: “No hay marca perfecta. No hay materia prima sin su inconveniente. No hay vidas sostenibles impolutas. Priorizar radicalmente nos vuelve más lúcidos y despeja el horizonte de pociones.” Lo mismo podemos decir de la arquitectura y los edificios. Y, retomando lo que plantea la presentación del libro, decir que como un edificio es algo inanimado, debemos ser nosotros quienes les imprimamos conciencia mediante el compromiso de conocer mejor quién está detrás de ese proyecto, porque esa elección tiene consecuencias.

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Agrotopia https://arquine.com/obra/agrotopia/ Mon, 09 May 2022 06:00:16 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/agrotopia/ Agrotopia realizada en 2021 por van Bergen Kolpa y META Architects, representa una escultura transparente de ácero y vidrio, que subraya su función tanto agrícola como pública por lo tanto la arquitectura se compone de una esbelta construcción de invernadero que apunta hacia el cielo y descansa sobre una base de concreto.

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Invernadero de azotea Agrotopia | Centro de investigación para la horticultura urbana | van Bergen Kolpa Architects y META architectuurbureau.

El estudio de van Bergen Kolpa Architects y META Architectuurbureau, han diseñado el edificio público más grande de Europa dedicado a la producción de alimentos cerca de la urbanización. La composición de la fachada  es facinante, y en el interior se observa una entrada monumental que conecta con diferentes funciones del proyecto. Agrotopia le da un rostro arquitectónico llamativo a la horticultura que es el desarrollo de cultivos en huertos, en este caso “urbanos”.

Agrotopia entra en una simbiosis con la ciudad, con una vista espectacular a través del extenso paisaje y el horizonte. El edificio está contemplado para abarcar dos temas: investigación y educación. Donde a través de este edificio de 9,500 m2, se ocupa para un área de investigación de alta tecnología en el cultivo de frutas y verduras que está rodeada por senderos o pasillos educativos para el público en general. Uno de los desafíos fue conciliar las necesidades de instalaciones de investigación en un invernadero, y por lo tanto, un ambiente cálido y húmedo con los requisitos de adecuación del espacio para los visitantes. En el clima de invernadero de Agrotopia, no son solo las plantas las que deben prosperar; también es un lugar donde la gente viene a aprender y trabajar.

Agrotopia representa una escultura transparente de ácero y vidrio, que subraya su función tanto agrícola como pública por lo tanto la arquitectura se compone de una esbelta construcción de invernadero que apunta hacia el cielo y descansa sobre una base de concreto. La entrada con una amplia escalera ascendente conduce a la plaza de la horticultura urbana en el corazón del edificio donde se ubican las instalaciones para los visitantes. La cubierta se encarga de  almacenar el agua de lluvia, que luego se utiliza para regar los cultivos.

En el lado de la entrada, forma ventanales verticales de vidrio a los que Se pueden agregar protectores solares específicos y al mismo tiempo preservar las vistas interiores y exteriores. Sobre el lado oeste del invernadero de la fachada a lo largo de la carretera de circunvalación, la construcción facetada horizontal garantiza una buena incidencia de la luz solar para los cultivos y una vista sin reflejos a ras de suelo.

La creciente y urgente necesidad de utilizar el espacio de la manera más sostenible, eficiente y económica posible posible ha creado una tendencia creciente para la agricultura urbana, especialmente como una forma de activar espacio residual en la ciudad. En Agrotopia, dos mundos previamente independientes – arquitectura y agricultura – están unidos en un solo edificio dedicado a la agricultura urbana. En este edificio no se pierde ni una gota de agua. Al regar las plantas, la escorrentía se recicla y reutilizado Lo mismo se aplica a la energía: el invernadero se calienta con el calor excedente del Mirom incinerador de residuos En definitiva, Agrotopia entra en una simbiosis circular con la ciudad.

“Con Agrotopia, hemos creado un lugar único para la investigación práctica y el desarrollo de técnicas innovadoras para invernadero y agricultura urbana. Al mismo tiempo, este es el ideal
lugar en el que llevar a cabo una investigación profesional a gran escala en el campo emergente de urbanismo horticultura. Gracias a la proximidad de REO Veiling, donde se dan cita los cultivadores, potenciamos el vínculo entre la investigación y la práctica. También queremos usar un corredor de visitantes en el invernadero para dar al público en general una mejor comprensión de la horticultura de invernadero y la contemporánea  agricultura así como horticultura”.
Mia Demeulemeester, directora ejecutiva, Inagro

 

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