Resultados de búsqueda para la etiqueta [arquitectAs ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Mon, 25 Mar 2024 19:48:26 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 “Antes de diseñar la famosa cocina, no había cocinado nada en mi vida” https://arquine.com/antes-de-disenar-la-famosa-cocina-no-habia-cocinado-nada-en-mi-vida/ Mon, 25 Mar 2024 19:06:02 +0000 https://arquine.com/?p=88722 En el Foro Cultural Austriaco de la ciudad de Nueva York se presenta la primera exposición dedicada totalmente al trabajo de Margarete Schütte-Lihotzky (1897–2000), la reconocida arquitecta austriaca famosa por haber diseñado la cocina de Frankfurt.

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En el Foro Cultural Austriaco de Nueva York se presenta la primera exposición dedicada totalmente al trabajo de Margarete Schütte-Lihotzky (1897–2000), la reconocida arquitecta austriaca, famosa por haber diseñado la Cocina de Frankfurt, aunque eso es sólo una parte de su larga trayectoria. “De haber sabido que todos se la pasarían hablando de eso y de nada más, jamás hubiera hecho la maldita cocina”, dijo alguna vez Schütte-Lihotzky.

Como introducción a la publicación de algunos pasajes del texto de Schütte-Lihotzky, ¿Por qué me hice arquitecta?, Juliet Kinchin proporciona algunos datos biográficos:

Margarete Schütte-Lihotzky (1897-2000) estudió arquitectura de 1915 a 1919 en la Kunstgewerbeschule de Viena con Oskar Strnad, un pionero del diseño de vivienda social. En 1921 empezó a trabajar junto a Adolf Loos en el departamento municipal de vivienda del municipio de Viena. En enero de 1926 fue llamada a Frankfurt para unirse al equipo de Ernst May en el departamento municipal de construcción (Hochbauamt) para implementar el programa integral de renovación y vivienda social conocido bajo el título genérico Das neue Frankfurt. Su obra más famosa fue la llamada Cocina Frankfurt, una cocina integrada y prefabricada diseñada según principios de ahorro de espacio y mano de obra que se instaló en alrededor de 10,000 hogares nuevos.

Además de las cocinas, Schütte-Lihotzky también participó en el diseño de escuelas, guarderías y residencias para estudiantes en el marco de un programa de desarrollo cívico más amplio de la ciudad. En octubre de 1930, ella y su marido Wilhelm Schütte, un colega arquitecto del departamento, se unieron a la “Brigada” de May y se embarcaron hacia la Unión Soviética para trabajar en nuevas ciudades industriales como parte del primer Plan Quinquenal de Stalin (1928-1932). May abandonó la Unión Soviética en 1933, pero Schütte-Lihotzky permaneció allí hasta 1937, cuando las purgas de Stalin hicieron la vida intolerable para los extranjeros. Tras una breve estancia en París y Londres, se trasladó a Estambul en agosto de 1938 para enseñar en la Academia de Bellas Artes junto a Bruno Taut. En Estambul desarrolló aún más su interés por el diseño de escuelas y guarderías. En 1940 se unió al Partido Comunista de Austria en el exilio y en diciembre regresó a Austria para trabajar con la resistencia clandestina. Poco después de su llegada, el 22 de enero de 1941, la Gestapo la arrestó y, aunque sus cómplices fueron ejecutados, ella fue condenada a 15 años de prisión. Liberada por las tropas estadounidenses a finales de abril de 1945, reanudó su carrera como arquitecta, primero en Sofía, Bulgaria, y a partir de 1947 en Austria. Sus opiniones políticas, que se habían endurecido debido a sus experiencias de guerra, fueron un obstáculo para recibir importantes comisiones gubernamentales o cívicas, pero continuó trabajando en proyectos de pequeña escala y viajó regularmente a países del bloque comunista donde trabajó como consultora. A medida que los estudiosos redescubrieron sus logros, su reputación empezó a crecer. En 1980 recibió el Premio de Arquitectura de la ciudad de Viena, el primero de muchos premios. En 1985 publicó Erinnerungen aus dem Widerstand (Memorias de la resistencia), una memoria de sus actividades políticas. En 1990 asesoró al Museum für Angewandte Kunst (Museo de Artes Aplicadas) de Viena en la creación de dos réplicas de la Cocina de Frankfurt, una de las cuales está en exhibición permanente. Margarete Schütte-Lihotzky murió el 18 de enero de 2000, a los 103 años.

En el texto “¿Por qué me hice arquitecta?”,Schütte-Lihotsky explica que el nombre “cocina de frankfurt” fue ideado por May como una estrategia publicitaria que, insistiendo en la visión burguesa que pensaba el cocinar y todo lo “doméstico” como asunto femenino, subrayaba que el diseño lo había hecho una mujer. “De ello parecía deducirse que una mujer arquitecta sabría mejor lo que era importante para las cocinas. Esa fue una buena acción de propaganda. Pero la verdad del asunto es que nunca había llevado una casa antes de diseñar la Cocina Frankfurt. Nunca había cocinado y no tenía ni idea de cómo cocinar.” Para Schütte-Lihotsky había dos razones importantes para haber diseñado aquella cocina:

Primero, el reconocimiento de que en un futuro previsible las mujeres tendrían un empleo remunerado adecuado y no se esperaría que estuvieran únicamente disponibles para atender a sus maridos. Estaba convencida de que la lucha de las mujeres por la independencia económica y el desarrollo personal significaba que la racionalización del trabajo doméstico era una necesidad absoluta. Lo más importante que tenía en mente cuando trabajaba en proyectos de viviendas era la idea de que el diseño y, sobre todo, la distribución de los espacios podían ahorrar trabajo… En segundo lugar, sentí que la cocina Frankfurt, un diseño tan conectado con el tejido arquitectónico y con la planificación y las características integradas de las habitaciones, era sólo el primer
paso hacia el desarrollo de una nueva forma de vida y, al mismo tiempo, un nuevo tipo de construcción de viviendas.

 

En el sitio dedicado a la exhibición se puede leer que,

Dividida en cinco capítulos que abordan diferentes aspectos del trabajo de Schütte-Lihotzky, la exposición ilumina sus experiencias transnacionales y sus redes profesionales. Al seguir de cerca su vida y obra, la exposición enfatiza su firme compromiso con las cuestiones sociales y su participación durante toda su vida en movimientos políticos y culturales. En este contexto, Schütte-Lihotzky emerge como una visionaria pionera, que nunca rehuyó abordar directamente preocupaciones importantes como la guerra, las crisis económicas, la creciente desigualdad social y la supresión global de los derechos de las mujeres. Su distintiva fusión de práctica arquitectónica y activismo político la posiciona a la vanguardia para enfrentar estos temas apremiantes.

 

 

 

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Arquitectxs de todos los días: números para analizar el oficio https://arquine.com/arquitectxs-de-todos-los-dias-numeros-para-analizar-el-oficio/ Sun, 01 Oct 2023 01:54:07 +0000 https://arquine.com/?p=83402 Como profesión y práctica, la arquitectura está en plena transformación e incluso efervescencia, pero el mundo de los grandes despachos, autores y teóricos es muy distinto al de las arquitectas y arquitectos de todos los días, profesionistas que experimentan la precariedad, la brecha salarial de género y la inmovilidad social.

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Instituido en México en 2004, el día del arquitecto se conmemora cada 1 de octubre, sumado a la lista de efemérides nacionales. La profesión y sus conversaciones que, pese a su gran impacto social y omnipresencia, siguen estando reservadas a los especialistas y profesionales —así como algunos historiadores o aficionados—. Como profesión y práctica, la arquitectura está en plena transformación e incluso efervescencia, pero el mundo de los grandes despachos, autores y teóricos es muy distinto al de las arquitectas y arquitectos de todos los días, profesionistas que experimentan la precariedad, la brecha salarial de género y la inmovilidad social.

Todo esto viene a propósito de la información que recabó el despacho Levy Holding en un documento que compartió el 27 de septiembre: “Día del Arquitecto. ¿Cómo se vive la profesión en México?” Esta organización, que se presenta como un “un grupo empresarial integral y autónomo enfocado al desarrollo inmobiliario”, retoma sobre todo información de Data México, portal de la Secretaría de Economía del gobierno de México, para el segundo trimestre de 2023.

De esa numeralia, bajo el rubro de “Arquitectos, Planificadores Urbanos y del Transporte”, se puede entresacar el siguiente perfil: la persona arquitecta tiene en promedio 38.9 años de edad y gana un salario mensual de $7,260 pesos. En este sentido, la cifra apenas y supera en 20% el monto del salario mínimo mensual, que en 2023 fue de $312.41 diarios en la Zona libre de la Frontera Norte ($9,000 pesos) y, en el resto del país, $207.44 (algo más de $6,000 pesos mensuales).

Sumado a esto, el profesionista arquitectónico trabaja 40.3 horas por semana (lo que equivale a 5.08 días), no muy lejos del promedio que puntúan los trabajadores mexicanos en la medición de la OCDE (41.15 horas), por cierto, la peor. Con un promedio de 16.6 años de escolaridad, y 23.1% de informalidad (es decir, freelanceo o trabajos sin prestaciones), podría decirse que la arquitectura como profesión comparte con muchas otras la vulnerabilidad e inestabilidad (también se reporta que 3.83% de los ocupados tienen un segundo trabajo).

Otros datos relevantes se refieren así en el comunicado: la fuerza laboral “fue de 147 mil personas en México, mientras que el salario promedio mensual registrado ascendió a $7,260 pesos.” El comunicado añade también que los mejores salarios se registraron en el norte del país (en estados como Baja California Sur, Durango y Sinaloa), mientras que el mayor número de profesionistas se concentró en la Ciudad de México, Jalisco y el Estado de México. También es notable la informalidad, que es de casi un cuarto de la fuerza laboral desde los 25 hasta los 54 años; y la mitad entre los menores de 24 años.

Estas cifras pueden matizarse desde la propia Data México, que incluye a los arquitectos en otro rubro, agrupados junto a “Ingenieros civiles, topógrafos y arquitectos” (en vez de planificadores urbanos y del transporte) con algunas variaciones importantes: 39.4 años de edad promedio (frente a 38.9), 248 mil ocupados (frente a 147 mil), $7.79 mil pesos de salario promedio (frente a $7.26 mil), y un incremento ligero en los días y horas laboradas (5.12 días y 41.4 horas semanales).

En la página “Compara Carreras” del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) se reúnen datos bajo el rubro de “Arquitectura y urbanismo”, con la licenciatura como límite principal para el nivel de estudios. Su información es la siguiente: 343,058 estudiantes (la decimotercera carrera con mayor demanda), con una mayoría de hombres (69%) y de mayores de 30 años de edad (77%). Tanto si se estudió en una universidad pública como privada, el IMCO mide el nivel de “inseguridad” en la inversión de manera muy similar. Sin embargo, las cifras de salarios promedio son algo más altas: entre mujeres, un salario de $21,661, y para hombres $22,974; y también cabe destacar la diferencia entre trabajadores formales ($24,419) e informales ($17,807). Por su lado, el Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en el primer trimestre de 2023, reporta las siguientes cifras: 266,090 profesionistas ocupados, con una proporción de 28% de mujeres y 72% de hombres; y un ingreso promedio mensual de $15,409 pesos, casi el doble de lo que reporta el gobierno mexicano.

Aunque la construcción y gestión de proyectos sigue siendo el sector mayoritario de ocupación (IMCO: 35.4%; Data Mexico: 54.43%), también es llamativa la presencia de arquitectos en servicios legales (Data México: 33.2%), y servicios diversos (IMCO: 26,3%), que incluyen trabajos en docencia e investigación, comercio o actividades políticas. Si esto indica una diversidad de quehaceres, no implica que en el futuro el trabajo del arquitecto se irá reduciendo en su tradicional práctica constructiva e infraestructural.

Como fuere, estas cifras indican menos una mejora de condiciones que su hermanamiento con la precariedad de otras profesiones. La opacidad de los salarios en las empresas, un problema estructural en México que ahonda la brecha de género, también es uno de los silencios que necesitan romperse en este oficio tan caracterizado por su diálogo entre interior y exterior, todo ello a la espera de otro día del arquitecto.

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Prácticas intersticiales en la arquitectura: un ejercicio de reflexión https://arquine.com/practicas-intersticiales-en-la-arquitectura-un-ejercicio-de-reflexion/ Wed, 30 Aug 2023 14:48:47 +0000 https://arquine.com/?p=82396 Las relaciones sociales que surgen en este mundo muchas veces se ven marcadas por el ejercicio de poder cuyo objetivo es mantener la jerarquización de las posiciones de los distintos sujetos que participan en la arquitectura. La búsqueda de otras formas de producción y de apreciación, la revisión de los procesos que apelen al ejercicio de lo político, pueden proporcionar las herramientas necesarias para proponer formas alternativas de hacer arquitectura. 

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Los procesos involucrados en la realización de una investigación requieren de una apertura y atención constante en todos los aspectos, incluso en los que aparentemente no tienen relación con el tema que se estudia. La investigación crítica conlleva una serie de reflexiones que se realizan a la par del ejercicio mismo para encaminar, definir y dar sentido al trabajo que se está realizando. Esto con el objetivo de aproximarse a lo que se da por sentado, para poder analizarlo minuciosamente.

En el caso de este trabajo de investigación, me pude aproximar a las prácticas de las arquitectas que ejercen la profesión en los ámbitos que han encontrado más adecuados para su ejercicio profesional. El relato de vida [1] fue la herramienta utilizada para recabar información. Este método de recolección de datos tiene el potencial de mostrar las complejas relaciones existentes entre los sujetos que participan en distintos mundos sociales, en este caso la arquitectura y el interiorismo. De esta manera se obtuvo un panorama más amplio y claro de la forma en la que se articulan los ejercicios de las arquitectas con las prácticas dominantes en el campo laboral de la disciplina. 

La realización de las entrevistas narrativas —la forma en la que se tiene acceso al relato de vida— me permitió observar la importancia del habla para entender y mostrar otras subjetividades que no son representadas, enteramente, por el ejercicio dominante de la producción del espacio. Este ejercicio tiene el potencial de, por medio de una sola pregunta, desencadenar un relato rico en matices, que proporciona la información necesaria para empezar a trazar un mapa de ciertos aspectos que se repiten en las diferentes experiencias de vida de las arquitectas entrevistadas, y así empezar a vislumbrar las dinámicas recurrentes en el ejercicio de la disciplina. 

El ejercicio de organización y análisis de la información muestra la complejidad del mundo social de la arquitectura en las primeras décadas del siglo XXI. Los relatos muestran un campo disciplinar marcado por la instrumentalización de la arquitectura al servicio de la reproducción del sistema económico, esta condición  provoca la precarización de las condiciones laborales en la disciplina. Estas, a su vez, reproducen las tácticas de las pedagogías de la crueldad [2] —la vida se torna mercancía— materializadas “en los preceptos del capital —competitividad, productividad, cálculo de costo/beneficio, acumulación, concentración— que confiscan la fluencia que llamamos tiempo” [3], estos rasgos definen la disciplina y son los que la instrumentalizan. La violencia ejercida en situaciones de acoso, la falta de reconocimiento, el encasillamiento en roles atribuidos a un género, el entendimiento del sujeto como recurso productivo prescindible cuando ya no es útil al sistema o cuando se genera una ruptura desde su práctica, son ejemplos de las pedagogías de la crueldad ejercidas en el mundo social de la arquitectura.

Las relaciones sociales que surgen en este mundo muchas veces se ven marcadas por el ejercicio de poder cuyo objetivo es mantener la jerarquización de las posiciones de los distintos sujetos que participan en la arquitectura. El ejercicio de poder se materializa en la violencia perpetrada hacia los sujetos en condición de subalternidad, y se ejerce simbólicamente [4] en el espacio cotidiano de manera casi imperceptible, o puede ser mucho más frontal en caso de acoso laboral o sexual. Asimismo, la violencia simbólica tiene el poder de reproducirse de manera interna, es decir, aun cuando no hay un sujeto que ejerza el poder, el sujeto en condición de subalternidad reproducirá de manera interna los mecanismos que lo constriñen. 

Las arquitectas identificaron que la falta de confianza se empieza a gestar en la formación universitaria y esta se recrudece en la medida en que la violencia simbólica se perpetra. Esta condición se presenta en el quehacer de las arquitectas y se materializa en la falta de confianza en sí mismas. Esto se relaciona con los valores que se premian en el campo laboral, en la producción del espacio vivido [5], son los relacionados con lo propio de lo masculino [6]. Estos dan un mayor peso a una serie de conductas que tienen que ver con la competencia, fuerza e la individualidad. 

El entendimiento de estas dinámicas y su posterior rechazo debido a la incomodidad, o al no estar de acuerdo con ellas, hacen necesario un proceso de desaprendizaje en el que se desecha, por ejemplo, la idea de convertirse en el próximo arquitecto estrella, o la búsqueda del éxito en un mundo social que aún se resiste a reconocer el trabajo realizado desde otras subjetividades. 

Lo anterior se vincula directamente con la institucionalización y la objetivación de la arquitectura, ya que estos son los principales medios reproductores de una serie de tipificaciones y cánones que estructuran las dinámicas sociales de la disciplina y que, a su vez, constriñen y limitan las prácticas de las arquitectas [7], y así se impide el ejercicio de proponer alternativas al ejercicio hegemónico de la profesión. La institucionalización de la arquitectura se ha encargado de mostrar que la disciplina no es un espacio que pudiera ser representado por subjetividades distintas a la del sujeto universal, determinando –por medio de los roles de género– cuáles eran los lugares en los que las mujeres podían intervenir, de manera más estricta, en el momento en el que ellas se integraron a la disciplina. 

La objetivación [8] de las sujetas como arquitectas se presenta, desde el inicio, con una serie de contradicciones que dificultan el desarrollo del ejercicio propio. Es por medio de su subjetividad que desaprenden los cánones impuestos y es en este proceso que encuentran los intersticios en los que pueden ejercer su práctica de manera autónoma. 

La identificación y el establecimiento de cuáles son las prácticas que se vuelven un ejercicio político en el quehacer cotidiano de las arquitectas, fue posible gracias a la referencia del trabajo de Michel de Certeau [9], él se encargaba de identificar las prácticas microbianas que ponían en cuestión el orden y la jerarquización. Así, empecé la búsqueda de estos indicios que apelaran al ejercicio intersticial. En los relatos de vida de las arquitectas encontré ejemplos muy claros de su ejercicio político [10]. Las participantes identifican, desde su subjetividad cuáles son los mecanismos que las sujetan y tratan de subvertirlos, la mayoría de las veces, muy conscientes de ello. Asimismo, plantean la posibilidad de un ejercicio que se sustente en las contrapedagogías [11] de la crueldad.

La realización de estos artículos fue un ejercicio que permitió enriquecer la reflexión en torno al trabajo de investigación, a aterrizar y desarrollar ideas que se plantearon en las conclusiones del trabajo, pero en las que no pude profundizar debido a la premura de tiempos. Ejemplo de lo anterior es la idea que se presentó la tercera parte de este ejercicio: PRÁCTICAS INTERSTICIALES EN LA ARQUITECTURA: las prácticas contemporáneas de las arquitectas. 

Otro punto importante, que por cuestiones de delimitación no se pudo desarrollar en profundidad en el documento de investigación –pero que sí se abordó en las entrevistas– y que sirvió como punto de partida para estos artículos, fue el tema de la representación en la arquitectura. Aún hoy, existen barreras que impiden el reconocimiento del trabajo proveniente de subjetividades que no pertenecen a la del sujeto universal. Estas barreras se derivan de los constructos sociales que, al darlos por naturales, se tornan sumamente difíciles de cuestionar. Es por ello que la prioridad es poner en cuestión los ejes que delimitan y determinan cómo apreciamos y entendemos la arquitectura. La búsqueda de otras formas de producción y apreciación, la revisión de los procesos que apelen al ejercicio de lo político, pueden proporcionar las herramientas necesarias para proponer una forma alternativa de hacer arquitectura. 

 

Referencias: 

Bertaux, Daniel. Los relatos de vida. Perspectiva etnosociológica, Barcelona, Ediciones Bellaterra, 2005.

Bourdieu, Pierre, La dominación masculina, Barcelona, Editorial Anagrama, 2000.

Certeau, Michel de. La invención de lo cotidiano I. Artes de hacer, México, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C., 2000.

Herrera, David y Fabián González, Federico Saracho e Irwing Rico. Espacios negativos. Praxis y antipraxis, México, Ediciones Akal, 2020.

Lefebvre, Henri. La producción del espacio, Madrid, Capitán Swing, 2013.

Moreno, Hortensia y Eva Alcántara. Conceptos clave en los estudios de género, México, Universidad Nacional Autónoma de México Centro de Investigaciones y Estudios de Género, 2019.

Rancière, Jacques. Disenso. Ensayos sobre estética y política, Ciudad de México, Fondo de Cultura económica, 2019.

Segato, Rita. Contra-pedagogías de la crueldad, Buenos Aires, Prometeo libros, 2018.

 

Notas

1. Desde la perspectiva etnosociológica de D. Bertaux, este método permitió la indagación profunda en las experiencias de las arquitectas entrevistadas. Daniel Bertaux, Los relatos de vida. Perspectiva etnosociológica, Barcelona, Ediciones Bellaterra, 2005.

2. Definidas por Rita Segato como “la captura de algo que fluía errante e imprevisible, como es la vida, para instalar allí la inercia y la esterilidad de la cosa, mensurable, vendible, comprable y obsolescente, como conviene al consumo”. Rita Segato, Contra-pedagogías de la crueldad, Buenos Aires, Prometeo libros, 2018, p.13.

3. Ibíd., p.14.

4. La violencia simbólica se define como un tipo de violencia ejercida en baja intensidad, a través de “los caminos simbólicos del conocimiento y la comunicación”. Pierre Bourdieu, La dominación masculina, Barcelona, Editorial Anagrama, 2000, p. 12.

5. El espacio social. Henri Lefebvre, La producción del espacio, Madrid, Capitán Swing, 2013.

6. Se refiere a las características premiadas desde la visión dominante, que asigna los valores que son asociados al sujeto universal. Hortensia Moreno y Eva Alcántara, Conceptos clave en los estudios de género, México, Universidad Nacional Autónoma de México Centro de Investigaciones y Estudios de Género, 2019.

7. Otras subjetividades no pertenecientes al grupo dominante también pueden sufrir opresión o ser marcados por otro tipo de violencias.

8. Según el trabajo de Michel Foucault una de las formas de objetivación de los sujetos, es decir, de la construcción de la subjetividad propia, se da “a partir del acercamiento a la ciencia y las prácticas científicas que objetivan al sujeto en cuanto a campos de pertenencia y características de cada uno”. David Herrera, Fabián González, Federico Saracho, Irwing Rico, Espacios negativos. Praxis y antipraxis, México, Ediciones Akal, 2020, p. 73.

9. Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano I. Artes de hacer, México, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C., 2000.

10. Rancière define lo político como la denuncia por el daño a la igualdad dentro de una comunidad; el reclamo genera una subjetividad alterna a la exigida por subjetividad dominante, es decir, la institucionalidad impositiva una distribución jerárquica de posiciones y funciones y el denunciar esto, el sujeto subyugado pone en cuestión el orden de las cosas. Jacques Rancière, Disenso. Ensayos sobre estética y política, Ciudad de México, Fondo de Cultura económica, 2019.

11. Estas se sustentan en el vínculo, la cooperación, los afectos, no en los valores dominantes. Rita Segato, Contra-pedagogías de la crueldad, Buenos Aires, Prometeo libros, 2018.

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Prácticas intersticiales en la arquitectura: ¿qué se muestra cuando se representa la arquitectura? https://arquine.com/practicas-intersticiales-en-la-arquitectura-que-se-muestra-cuando-se-representa-la-arquitectura/ Tue, 04 Oct 2022 03:43:32 +0000 https://arquine.com/?p=69508 La figura del arquitecto, como genio creador, tiende a desacreditar a las personas involucradas en el proceso proyectual y constructivo. De esta manera, se excluye cualquier tipo de perspectiva crítica que pueda surgir de los sujetos subalternos involucrados en el proceso.

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El ingreso y permanencia en una disciplina determinada sucede en la medida en la que conocemos sus dinámicas y las empezamos a adoptar con el objetivo de participar en ella. Este tipo de conocimiento es el que nos prepara para reproducir los procesos que construyen dicho contexto, y así, mantenerlo en operación. Esto se establece a través del entendimiento de que la forma operativa de un mundo social tiene una naturaleza intrínseca, es decir, que no hay otra forma de operación; esta afirmación dificulta el planteamiento de cualquier tipo de observación que cuestione el funcionamiento de dichas dinámicas.  

La experiencia profesional propia dentro del mundo de la arquitectura me permitió observar y, posteriormente, reflexionar sobre situaciones que ocurren en la práctica cotidiana que no se critican ni cuestionan, sino que forman parte de la objetivación de la arquitectura como disciplina y se toman como cuestiones naturales, propias de ella. Sin embargo, éstas no son intrínsecas a la arquitectura, pero sí al sistema económico hegemónico actual, el capitalismo en su etapa neoliberal. Las cuestiones a las que me refiero tienen que ver con la jerarquización de posiciones y cómo ésta marca la forma en la que suceden las relaciones sociales, los parámetros para reconocer el trabajo dentro de la disciplina y cuál es el objeto representante de la práctica arquitectónica. 

La arquitectura se estudia desde la materialización del espacio edificado, ya sea como proyecto o como espacio construido, este último se muestra en un estado particular: entre el momento en el que culmina su materialización y el momento previo a que inicie su uso como espacio habitable. Lo que se observa, como objeto de práctica dentro de la arquitectura, es el espacio concebido, su representación abstracta –a partir del lenguaje arquitectónico– y su materialización, generalmente presentada como un objeto que se inserta en un espacio que no contenía elementos previos, es decir, un espacio abstracto, que elimina cualquier indicio histórico, político o social de dicho contexto, planteando como único objetivo el llenado el espacio ‘vacío’. La disciplina fija en lo anterior su objeto de práctica, volviendo irrelevante cualquier tema que no centre su atención en el proyecto o edificio. Es por ello, que el cambio de enfoque y perspectiva se vuelve relevante para mirar de otras formas a la arquitectura, y así vislumbrar los elementos que constituyen y que delimitan el ejercicio de forma crítica. 

La representación se pone en cuestión nuevamente, debido a que la disciplina sólo muestra una de sus caras, la del espacio construido y al sujeto como supuesto único responsable de esa ‘creación’. La cara que no se muestra es la de los procesos cotidianos que hacen posible la edificación del espacio, así como, la participación de los sujetos que no representan la subjetividad hegemónica. El artículo Prácticas intersticiales de la arquitectura: la importancia de la representación puso sobre la mesa el tema de la representación de la mujer en la disciplina. En esta segunda parte se pone el foco en las prácticas de las mujeres que rompen, desde el ejercicio cotidiano, las dinámicas establecidas e impuestas por el sistema dominante.

La importancia que se le da al objeto construido y al sujeto universal se reproduce desde la forma hegemónica de entender a la arquitectura fundamentada en tres componentes esenciales para la formación profesional del arquitecto. Estos constituyen una tríada disciplinaria integrada por la historiografía oficial, la formación universitaria y la práctica profesional. Esta se puede entender como un mecanismo que establece y reproduce las dinámicas hegemónicas para, posteriormente, cuestionar su funcionamiento. 

El análisis crítico de la triada disciplinaria muestra cómo operan y se refuerzan entre sí los tres componentes. La historiografía oficial de la práctica arquitectónica dominante suprime las experiencias de diversas intersubjetividades, participantes de la producción espacial, como referentes del ejercicio de la disciplina. Ejemplo de lo anterior es el borrado de mujeres arquitectas, urbanistas y diseñadoras de los principales textos y programas educativos. En México, esto se materializa en la casi nula atención y reconocimiento que se da al trabajo de las primeras arquitectas mexicanas y las que las sucedieron durante el siglo XX; sus trabajos no se encuentran en los textos que relatan la historia de la disciplina. La formación universitaria, en estrecha relación con la producción historiográfica de la arquitectura, es responsable de la diseminación de una imagen en la que la competencia individualista se vuelve un mecanismo para alcanzar el éxito profesional y económico. La figura del arquitecto, como genio creador, tiende a desacreditar a las personas involucradas en el proceso proyectual y constructivo. De esta manera, se excluye cualquier tipo de perspectiva crítica que pueda surgir de los sujetos subalternos involucrados en el proceso. Lo anterior se vincula con las dinámicas que se presentan en el mundo profesional de la arquitectura, estas que parten de las relaciones de poder y la jerarquización de los sujetos que participan en la disciplina. 

La forma operativa de los tres componentes disciplinares se comprobó en la investigación Prácticas subalternas en la producción del espacio. Esto se logró al poner el foco en uno de los sujetos que participa de la disciplina, las arquitectas y su práctica cotidiana.

El estudio de las prácticas de las arquitectas en lo cotidiano se refiere al ejercicio que ellas realizan en el espacio destinado a la producción de la disciplina, estos espacios son los lugares de trabajo –cualquier lugar en el que entablen un acercamiento a la disciplina– los espacios universitarios o el espacio de la obra. Este ejercicio considera las relaciones sociales que se establecen entre los sujetos participantes de la disciplina. ¿Por qué? Porque es a través de este análisis que se identifica como se delimitan las jerarquías, los roles y las interacciones en el campo de la arquitectura, asimismo, se revisó el proceso proyectual con el objetivo de comprender mejor cómo realizan su práctica profesional. Mediante este análisis se hace visible lo que generalmente queda oculto del proceso de producción arquitectónica. La importancia de analizar lo que no se muestra de la arquitectura radica en proponer una nueva forma de aproximación a la disciplina. 

El acercamiento al ejercicio cotidiano de varias arquitectas se realizó a través de una serie de diálogos en los que las participantes narraron su experiencia como profesionales de la arquitectura. Desde sus testimonios se identificaron una serie de elementos recurrentes que marcan su ejercicio, limitándolo, pero también generando la posibilidad de subvertir este obstáculo dentro del marco del ejercicio cotidiano. El objetivo de este trabajo de investigación fue entender cuál es el papel que juegan las arquitectas en la disciplina, en la producción de ésta, e identificar si pueden ejercer de alguna manera su autonomía en los intersticios de la práctica cotidiana. 

En los ocho relatos de vida de las profesionales de la arquitectura, se abordaron temas sobre el espacio laboral, las relaciones sociales que se generan en este y las formas en las que dichas relaciones se desarrollan, así como, el proceso proyectual y los procesos que ellas establecen desde su experiencia. El análisis de la información de los relatos arrojó varias situaciones recurrentes, lo que indica el establecimiento de ciertas dinámicas que ya han sido objetivadas como parte de la disciplina. En la siguiente publicación se desarrollará con mayor detalle el panorama construido a través de estos ocho relatos de vida, en los que se ahonda en las prácticas cotidianas que revelan el ejercicio intersticial de las arquitectas.


Referencias:

BERGER, L. y LUCKMANN, T., La construcción social de la realidad, Buenos Aires; Amorrortu/ editores, 2019.

LEFEBVRE, H., La producción del espacio, Madrid; Capitán Swing Libros, S.L., 2013.

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A quien corresponda. Sobre la representación de las arquitectas en la serie de Netflix https://arquine.com/arquitectas-documental-netflix/ Tue, 24 May 2022 22:27:57 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/arquitectas-documental-netflix/ Más allá de la crítica a la serie de documentales producidos por la Fundación Arquia y Netflix donde sólo aparecen arquitectos —género masculino—, ¿podemos imaginar otras formas de narrarnos, otras maneras de inclusión que no impliquen seguir el modelo patriarcal y excluyente del "arquitecto autor" que culmina con la figura del "starchitect"?

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Considero apropiado ampliar mis reflexiones en torno a la búsqueda de la representación de las mujeres arquitectas en el nuevo programa de Netflix «Arquia/Maestros». Mi intención al hacer esto es pasar de unos cuantos caracteres en las redes sociales a una compartición más amplia que, con suerte, pueda llevarnos a seguir intercambiando ideas y críticas. 

Empezaré por decir que reconozco la importancia de la representación, sobre la que volveré más adelante. El segundo aspecto que me gustaría compartir es el siguiente: la historia del feminismo es la historia de los feminismos porque es imposible abarcar las múltiples experiencias, luchas, anhelos y reflexiones bajo una misma visión, movimiento, agenda u organización. Intentar que exista una sola forma de experimentar, sentir y actuar el feminismo sería una hazaña homogeneizante que terminaría en la alineación de todas, todos y todes bajo una visión que resultaría ser la dominante. Desde mi perspectiva, eso es precisamente el patriarcado. 

Esto me recuerda la crítica hacia la multiculturalidad, la cual reconoce la diversidad pero exige a las múltiples culturas y formas de vida asimilarse bajo la blanquitud. Es por esto que considero que la diversidad de pensamiento y las críticas hacia las infinitas formas de pensar el feminismo, así como la multiplicidad de luchas antipatriarcales que se hacen al margen de las categorías feministas, no son solamente valiosas, sino necesarias y urgentes. Me parece preocupante que tenga que hacer esta aclaración pero aquí la comparto: elaborar una crítica hacia los dicursos feministas no es estar en contra de las mujeres, ni demeritar las diversas luchas o restar al gremio, es buscar abrir una discusión colectiva cada vez más amplia y diversa que nos lleve a re-pensar la profesión entre todas, todos y todes. 

Entrando al tema sobre la representación en ese programa, les quiero compartir por qué considero problemático buscar representación en un espacio bajo esas lógicas narrativas. Tuve una formación académica que me enseñó a aspirar a ser arquitecta famosa y reconocida [starchitect]. Zaha Hadid era el modelo entre los varones por aquella época cuando yo estudiaba. Debo confesar que su arquitectura no me convencía del todo pero se me hacía una gran hazaña ser la única mujer que pertenecía a un club exclusivo y privilegiado de varones. La única mujer en tener el Pritzker.

Ese modelo patriarcal me generó muchísimas frustraciones y desencanto. Se nos enseña a aspirar a un mundo al que nunca vamos a pertenecer de la forma que nos lo presentan. La única forma de ser parte de esa visión hegemónica y patriarcal de la arquitectura, si no tienes privilegios de esa clase social así como vínculos con el poder económico/político, es ser trabajadora explotada. Y así lo fui, como ahora entiendo que lo han sido la gran mayoría de las personas recién egresadas. 

En unos despachos me pagaron con ‘aprender’ de personajes reconocidos que promueven esa arquitectura [la que va a salir en Netflix]. En otro despacho me acosaron sexualmente y me corrieron a punta de abogados de una forma humillante para que nadie supiera que, después de decirle a mi jefe que no me gustaba, me quitaron todos los proyectos y me pusieron a sacudir maquetas. En otro me dijeron a gritos que era una inútil por no trabajar un domingo y que nunca lograría nada [desde lo que ellos consideran que es el éxito]. 

Muchas veces pensé que yo estaba fallando, llevaba tres despidos al hilo, cada uno más terrible que el anterior. Hoy entiendo que es un problema estructural/sistémico del gremio y nuestra sociedad regida por el sistema capitalista, colonial, racista y patriarcal. Y que ese poder de inmunidad que tienen muchas arquitectas y arquitectos reconocidos para humillar, violentar, acosar y explotar personas se alimenta, precisamente, de esa exaltación mediática que promueve la fantasía de la individualidad [Almudena Hernando].

¿Cómo es posible que una práctica necesariamente colectiva que requiere de la solidaridad de múltiples conocimientos, saberes y experiencias termine en el reconocimiento de una o un puñado de personas? Sin duda alguna, esto se logra 

a través de la invisibilización y ocultación de lo colectivo. Y la invisibilización de lo colectivo le abre la puerta a la explotación, puerta que está abierta de par en par en la arquitectura desde hace muchos años.

No creo que buscar igualdad de representación en el espacio que promueve Netflix sea lo más urgente, sobre todo cuando la arquitectura del patriarcado la reproducen tanto hombres como mujeres. Ahí encuentro otro punto importante para reflexionar juntxs: considero reduccionista pensar que abrir espacios para mujeres arquitectas asegura la diversidad de pensamiento y una postura crítica frente a la arquitectura del patriarcado. Ese tipo de posturas están rebasadas actualmente desde los feminismos comunitarios, los feminismos tercermundistas, los feminismos antirracistas y los feminismos decoloniales, por nombrar algunas visiones críticas sobre la inclusión y representación dentro de la categoría “feminismo”.

¿Quién va a decidir qué mujeres van a ocupar los espacios de representación en el programa una vez que se abra el diálogo? ¿A qué mujeres se buscará reconocer y desde qué narrativas? ¿Qué tipo de prácticas creemos que pueden ser diversas frente a la figura del starchitect? ¿Quién va a tener el poder de dejar a otras mujeres fuera? Son algunas de las preguntas que vienen a mi mente cuando reflexiono sobre los retos que se nos plantean desde la lógica de la representación y la inclusión.

Honestamente, ahora me preocupa más la visión hegemónica y patriarcal con la que se produce la arquitectura. Visión que está pasando por encima de muchas personas, pueblos, barrios, ciudades y territorios a través de la autoría individual, que borra el trabajo colectivo a través de proyectos que se nombran como ‘arquitectura social’ [con y sin el Estado] pero niegan la participación de las mujeres y sus familias, a través de la visión tecnocrática que considera que únicamente ‘lxs profesionales’ sabemos diseñar, a partir de discursos con poca conciencia de clase que invitan a las mujeres a emprender y crear su propio despacho sin darse cuenta que hacen falta ciertas relaciones económico-políticas para poder lograrlo [meritocracia], la poca solidaridad política con la lucha de otras mujeres contra el despojo que la arquitectura tantas veces gestiona y ejecuta, con la mercantilización de la vivienda y los procesos de gentrificación, por nombrar algunos. 

Quisiera detenerme a pensar un momento, qué significa el patriarcado y cuál es su vínculo con la figura de la arquitecta o el arquitecto estrella. Para mí, el término starchitect no está vinculado únicamente al reconocimiento y la visibilidad mediática: es una forma de pensar y actuar —desde la arquitectura— que opera bajo las lógicas del entramado de opresiones que entiendo por patriarcado: capitalismo, colonialismo, racismo, capacitismo, adultocracia, tecnocracia, individualismo y binarismo de género [seguramente se me escapan otros entramados]. Estas ‘pedagogías de la crueldad’, como las nombra Rita Segato, oprimen también a hombres cisgénero y personas que habitan las fronteras sexuales [Waquel Drullard], ya que no es una violencia exclusiva hacia las mujeres cisgénero. Es por esto que desde el feminismo comunitario se habla de la ‘comunidad’ y lo ‘colectivo’ como categoría política para la lucha antipatriarcal. 

De esta manera, identifico que existen prácticas y reflexiones antipatriarcales -desde la arquitectura- que tienen reconocimiento y visibilidad, entre las que me vienen a la mente ahora: Mariana Enet, Georgina Calderón [Casa y Ciudad], Isadora Hastings [Cooperación Comunitaria], Lourdes García [Laboratorio de Hábitat Social, Participación y Género], COPEVI, Andreea Dani [Universidad del Medio Ambiente], COOPIA, Arquitectura Expandida, Anna Heringer, Zaida Muxí, Semillas de Perú, Al borde y Ruta4. Así como Enrique Ortiz [Coalición Internacional del Hábitat América Latina], Gustavo Romero [UNAM], Jorge Andrade [Taller de Vivienda UAM Xochimilco], Aurelio Sánchez, Arturo Escobar y Oscar Hagerman. Si trascendemos la frontera de la disciplina y la profesionalización, el panorama es aún más diverso, empezando por la multiplicidad de movimientos urbanos populares, luchas por la defensa del territorio y organizaciones cooperativistas, entre otras experiencias.

Todas ellas teorías-acción que retan al sistema patriarcal
desde lo pedagógico, lo político, lo económico y lo territorial. Es así que considero que reconocimiento y género no es equivalente a la arquitectura del patriarcado, volviéndose necesario trascender la fórmula dicotómica mujer=liberación, hombre=opresión.

Otro aspecto que me causa ruido es la búsqueda de diálogos y reflexiones desde las fronteras que nos imponen las disciplinas. El hábitat, que no los objetos arquitectónicos fetichizados desde la lógica starchitect, es un producto y productor social [Gustavo Romero] complejo y necesitamos pensarlo, diseñarlo, gestionarlo y producirlo desde una aproximación interactoral, intersectorial, interescalar, intercultural e interdisciplinar [Mariana Enet]. 

Si buscamos transitar desde una aproximación parcial y acotada del habitar que pone énfasis en los objetos arquitectónicos, hacia una forma de producir el hábitat que reconoce al centro de los procesos a los sujetos [así como la multidimensionalidad y complejidad], sería conveniente romper las barreras disciplinares y tecnocráticas que nos inculca la escolarización [Iván Illich] para ampliar el diálogo y la colaboración, sobre todo, con los habitantes, y las diversas luchas antipatriarcales [no necesariamente feministas] que buscan un mundo mejor. 

¿Acaso a la arquitectura no la interpelan las distintas luchas por los bienes naturales y la defensa del territorio? Quizá desde la lógica fetichizada de la arquitectura no son evidentes los vínculos entre la producción de la naturaleza y la producción del espacio [Lefebvre]. Entre el desarrollo desigual [Neil Smith] y el racismo. Entre la pobreza y la acumulación por desposesión [David Harvey], entre la modernidad realmente existente [Bolívar Echeverría] y la imposición de las formas de habitar. 

¿Qué tan conveniente resulta entonces seguir pensando los múltiples retos del hábitat únicamente desde la arquitectura y la sociedad escolarizada? ¿A dónde nos ha llevado esa lógica? Valdría la pena hacer un balance. Frente a esas lógicas capitalistas, individualistas, colonialistas y racistas, se vuelve urgente reconocer el derecho colectivo de todas, todos y todes a participar en el rumbo de nuestros barrios, ciudades y pueblos.

¿Qué podemos hacer frente a esas pedagogías de la crueldad? ¿Cómo podemos despatriarcalizar la arquitectura? He encontrado reflexiones interesantes bajo la visión de la pedagogía de la autonomía [Freire] y la interculturalidad crítica [Catherine Walsh]. Ambas posturas comparten lo siguiente: no es suficiente reconocer la diversidad socioecológica y el entramado de opresiones patriarcales, es urgente transformar esas estructuras. Y esto implica, necesariamente, tomar una postura ética-política consciente. Y la clave está en la consciencia y la reflexión crítica que nos pueden llevar de una praxis violenta y patriarcal a una praxis liberadora.

Por estos motivos no considero —por el momento— que la lucha con Netflix sea mi llucha, pues siento que es más urgente reflexionar colectivamente sobre las narrativas, posturas éticas-políticas y práxis que queremos promover y compartir. Y aquí vuelvo al punto de inicio: por supuesto que creo que la representación es importante, ¡los llantos que me hubiera ahorrado durante mi formación académica si me hubieran presentado otras formas de pensar-hacer la arquitectura! Profundamente anhelo que llegue el día en donde la arquitectura del patriarcado, la fantasía de la individualidad y la cultura del starchitect sean superadas. Es simplemente que no estoy segura que la diversidad crítica y la lucha antipatriarcal [la cual va más allá del machismo y sexismo] desde la arquitectura se problematice o supere con una cuota de género desde la univocidad profesional. 

Espero que podamos encontrar formas más integrales, complejas y abarcativas para plantearnos la representación. Sobre todo porque el reto frente al que estamos —el patriarcado— es un entramado complejo que no vamos a derribar hablando sólo de paridad de género. A retos complejos, soluciones complejas. Hablemos también de arquitecturas capitalistas, racistas, colonialistas, adultocentristas, capacitistas y tecnocráticas. Hablemos de la arquitectura que promueve la blanquitud, la meritocracia y el binarismo. 

Y por eso vuelvo a compartir mi pensar plasmado en twitter: “A mí me preocupa que a las arquitectas les preocupe figurar en estos espacios ¿Será que podemos ir más allá de exigir representación en espacios donde se celebra la arquitectura como praxis dominante, explotadora y patriarcal? 

Entiendo la representación, pero si la indignación sólo alcanza para exigir reconocimiento y no para transformar la manera en la que se produce la arquitectura, algo no está bien. Hay mujeres arquitectas que explotan y violentan a hombres y mujeres.” 

Quizá las redes sociales fueron una buena herramienta para iniciar la reflexión, pero considero importante extenderla y ampliarla pues con los pocos caracteres corría el riesgo de que se simplificara lo que intento compartir. Quizá también por eso me han hecho cuestionamientos [muy valiosos para ampliar mi reflexión] sobre demeritar la lucha de las mujeres arquitectas o negar la importancia de la representación. Lo cual espero que con esta versión [muy] ampliada se pueda leer desde otro lugar. 

Quisiera aclarar también que, con base a lo planteado anteriormente, no creo que salir en una plataforma de comunicación o documental sea equivalente a la arquitectura del patriarcado o a la lógica del starchitect. No abogaría jamás por la autocensura en los medios de comunicación o en las redes sociales. ¿En qué abonaría eso? Si algo celebro son los contenidos que llevan a su intención la comunicación pedagógica que invita a la reflexión colectiva. Por eso no creo que el problema esté en las herramientas de comunicación —redes sociales, plataformas, documentales, podcasts, etc.—, sino en el uso y la intencionalidad que se le da a dichas herramientas. ¿Cómo podemos emplearlas para compartir una praxis creativa y transformadora? [Sánchez Vázquez]

Es por eso también que desde la práctica de Comunal hemos participado, de la mano con las personas que colaboramos en diversos concursos [nacionales e internacionales], bienales, conferencias, foros, espacios de diálogo, talleres, intercambios, espacios académicos, entre otros formatos, que nos han ayudado a tener puentes de diálogo con alumnas, alumnos y alumnes. También nos ha ayudado [en algunos casos] a tener intercambios económicos justos pues, para ser honesta, este andar es un reto emocional y económico. 

Quisiera concluir compartiendo, una vez más, que mi preocupación y crítica se dirige a esas narrativas que exaltan la arquitectura del patriarcado y promueven la meritocracia, la individualidad y que nos enseñan a aspirar a algo que no está en la realidad social de muchas personas. De hecho, la mayoría de las personas en este mundo caracterizado por la desigualdad. Quizá podríamos hacer una minga hacia adentro, como hace poco le escuché decir a Raúl Zibechi* y después una minga hacia afuera entre todas, todos y todes para conversar sobre lo que entendemos por diversidad, patriarcado, inclusión y feminismo, entre otros aspectos aquí compartidos. 

Sobre los espacios mismos en donde se busca la representación: ¿será que podemos imaginar otras formas de narrarnos? ¿Tenemos las herramientas para organizarnos y compartir una arquitectura antipatriarcal desde la diversidad? ¿Qué otros medios podríamos ocupar? ¿Qué medios colectivos y autogestivos podríamos crear para estas visiones diversas? ¿Cómo nos fugamos del terrible cansancio de pedir, una y otra vez, ser incluidxs? 


NOTAS 

  • A Raúl Zibechi lo escuché a traves de “Espacialidades Asimétricas”, espacio pedagógico gestionado por COOPIA. Gracias por los valiosos aprendizajes.

Gracias al podcast “Café Marica”, de Waquel Drullard, que con sus tres capitulos nombrados Críticas a los feminismos, me ha puesto a reflexionar sobre la categoría “feminista” y sus implicaciones ético-políticas.

Gracias a mis compañeras Jesica Amescua y Jimena Ruiz, y a mi compañero Onnis Luque, por leerme, retroalimentarme y ampliar las reflexiones iniciales. Este texto no podría ser sin los diálogos compartidos con ustedes desde el cariño.

 

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El cargo A quien corresponda. Sobre la representación de las arquitectas en la serie de Netflix apareció primero en Arquine.

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Racionalidad en el hogar https://arquine.com/racionalidad-en-el-hogar/ Thu, 23 Jan 2020 08:22:17 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/racionalidad-en-el-hogar/ Margarete Schütte-Lihotzky nació el 23 de enero de 1897 en Viena, donde murió a pocos días de cumplir 103 años, el 18 de enero del 2000. Fue la primera mujer en estudiar arquitectura en Austria y es conocida, sobre todo, por el diseño de la Cocina de Frankfurt.

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Margarete Schütte-Lihotzky nació el 23 de enero de 1897 en Viena, donde murió a pocos días de cumplir 103 años, el 18 de enero del 2000. Fue la primera mujer en ser admitida a la Kunstgewerbeschule de Viena. Tras recibirse, colaboró con Adolf Loos y en 1926 fue llamada por Ernst May para trabajar en los proyectos de vivienda de la ciudad de Frankfurt. Lihotzky diseñó entonces la hoy famosa cocina de Frankfurt. En una entrevista confesó que jamás había cocinado antes de diseñarla: “desarrollé la cocina como arquitecta, no como ama de casa.” Su preocupación fundamental era lograr mediante el diseño que las mujeres pudieran realizar labores domésticas con mayor eficacia, menor esfuerzo y empleando menos tiempo.

En un texto publicado en la revista Jacobin, Marcel Bois cita lo que Lihotzky escribió en sus memorias:

“Descubrí con claridad que en Viena, junto a mi mundo de intelectuales de clase media y la vida de las elites que se veían como estando por encima de otras clases, desconocida para mí, existía una enorme clase social de cientos de miles de personas viviendo sus difíciles vidas. Aunque las causas de su miseria no eran claras para mí, quise seguir una carrera desde la que pudiera contribuir a aliviar su desesperación. Mi decisión de convertirme en arquitecta fue hecha con certeza.”

Bois también dice que “a lo largo de la vida de Lihotzky dos cosas fueron constantes: su compromiso profesional como arquitecta y su profundo compromiso político.” Lo que sigue es un texto que Grete Lihotzky publicó en 1927 el número 5 de Das neue Frankfurt.

 

Racionalidad en el hogar

Toda mujer reflexiva debe ser consciente del atraso en las maneras de organizar la casa y reconocer el severo impedimento que implica para su desarrollo y, por tanto, también del de su familia. La mujer, a quien la vida metropolitana actual le impone muchas más exigencias que la tranquila de hace ochenta años, está aun condenada a llevar su casa, con algunas excepciones, como en los tiempos de sus abuelas.

El problema de hacer el trabajo del ama de casa más racional tiene igual importancia en casi cualquier clase social de la población. Tanto las mujeres de clase media, quienes comúnmente hacen el trabajo doméstico sin ninguna ayuda, como las mujeres de la clase trabajadora, que generalmente tienen otros tipos de trabajo fuera de casa, están tan sobrecargadas que ese exceso de trabajo no puede quedar sin consecuencias a largo plazo para la salud pública entera.

Hace más de diez años, mujeres líderes reconocieron la importancia de liberar al ama de casa de la carga innecesaria de su trabajo y se pronunciaron por la gestión centralizada del hogar, incluyendo la construcción de cocinas comunes. Se preguntaron: ¿por qué deben ir de compras veinte mujeres cuando una puede hacerlo por todas? ¿Por qué veinte mujeres deben cocinar para veinte familias cuando cuatro o cinco personas pueden hacer el mismo trabajo para veinte familias si la organización resulta adecuada? Esas consideraciones que tienen sentido para cualquier persona sensata tuvieron efecto. Se construyeron cocinas centralizadas. Sin embargo, pronto se reveló que no es tan fácil integrar veinte familias en un hogar. Además de disputas y discusiones personales, resultan inevitables las grandes variaciones en la situación material de los diversos residentes, por lo que unir varias familias necesariamente genera conflictos. Para trabajadores y empleados, quienes pueden perder su empleo en poco tiempo, la cocina central comunitaria no es una respuesta, pues los desempleados no pueden reducir sus condiciones de vida al punto necesario para ellos. El problema de racionalizar las tareas domésticas no puede, por tanto, resolverse por sí mismo, sino que debe ir acompañado de las consideraciones sociales necesarias.

Con base en la experiencia que hemos adquirido, reconocemos que debemos mantener la idea de la casa unifamiliar, pero de la manera más eficiente posible. ¿Qué hacer con el tiempo y la energía desperdiciados en el trabajo de la casa? ¿Podemos usar en el hogar los principios básicos para ahorrar trabajo y administrarlo de manera económica implementados en fábricas y oficinas y que han producido aumentos inesperados en la habilidad para hacer? Debemos reconocer que hay una manera más fácil de realizar cada trabajo, y que es por tanto la menos agotadora. Para tres grupos de trabajadores —amas de casa, fabricantes y arquitectos— es una tarea importante y de gran responsabilidad colaborar para identificar y permitir la manera más fácil de hacer cada tarea doméstica.

La mujer con una formación trabajará de manera más racional como ama de casa. Apoyada por el equipamiento y la maquinaria correctos, y con la correcta disposición en el apartamento, pronto reconocerá la manera más eficiente de hacer su trabajo.

Entre los fabricantes (a excepción de los de mobiliario), hay muchos que ya se adaptan a las nuevas exigencias de nuestro tiempo y producen maquinaria útil que ahorra trabajo. Por mucho, el mayor atraso está en el tipo de accesorios domésticos. ¿Cuándo reconocerá el público qué tipo de accesorios domésticos son útiles y eficaces? Años de esfuerzos de la Werkbund alemana y de arquitectos, en numerosos escritos y conferencias que pedían claridad, simplicidad y eficiencia en el equipamiento y promovieron el abandono del kitsch tradicional de los últimos cincuenta años no fueron suficientes.

Al entrar a un departamento aun encontramos las viejas cosas y la “decoración” tradicional. Que todos esos esfuerzos fueron prácticamente inútiles se debe principalmente a la mujeres, quienes, extrañamente, no reciben bien las ideas nuevas. Los vendedores de muebles dicen que los compradores siempre buscan lo anticuado. Las mujeres prefieren hacer todo el trabajo extra para tener un hogar “acogedor”. La mayoría aun considera la simplicidad y lo práctico como sinónimos de austero. La oficina de vivienda de la ciudad de Frankfurt ha tratado de convencer a la gente de lo opuesto mostrar un departamento completamente amueblado en la exposición “La nueva vivienda y su mobiliario”, que tuvo lugar en la feria de comercio de Frankfurt, combinando la sencillez y la eficacia, que implican ahorro de trabajo, con buenos materiales, formas y color correctos, y claridad y belleza.

En la exposición, la Asociación de amas de casa de Frankfurt mostró la importancia de racionalizar el hogar. Con el título “el hogar moderno”, lidiaba primordialmente con el problema de ahorrar trabajo en las cocinas. Como un ejemplo particularmente ilustrativo del ahorro de trabajo, se mostró una cocina de tren completamente equipada. Tres ejemplos de cocinas con muebles integrados que fueron instaladas en 3000 unidades en Frankfurt mostraban cómo el trabajo puede resultar más fácil si se disponen los muebles correctamente. Los tres casos distintos fueron:

1.La casa sin servidumbre (hasta 5 mil marcos de ingreso anual).

2.La casa con una trabajadora (hasta 10 mil marcos de ingreso anual).

3.La casa con dos trabajadoras (con un ingreso anual mayor a 10 mil marcos).

Además de cocinas de madera, se mostró una pequeña cocina para apartamentos de solteros hecha de metal y una de piedra moldeada y lavable. Estas dos cocinas buscan usar nuevos materiales que resistan más que la madera. Todas las cocinas con pequeñas para ahorrar trabajo y pueden aislarse por completo de la estancia. La vieja forma de la cocina habitable parece de otra época. También se mostró mobiliario autónomo que se puede conseguir comercialmente y que facilita el trabajo doméstico. Se exhibieron utensilios de cocina probados en otras partes, buenos y malos, lavadoras de platos que ahorran trabajo, y dispensadores de harina que proporcionan cantidades exactas en un tazón.

Se prestó especial atención al equipamiento eléctrico. Aunque hoy no está al alcance de los más desfavorecidos, sabemos que el futuro será de la cocina eléctrica. Ejemplos de sistemas eléctricos centrales de lavado, como debieran instalarse en cada bloque grande de apartamentos, buscan que las mujeres puedan realizar sus labores con mayor facilidad y las animan a exigir suficiente cantidad de equipos en los cuartos de lavado, que también resultan asequibles para familias con bajos ingresos. En un caso en Frankfurt, por solicitud de los inquilinos, se instalaron en el cuarto central de lavado máquinas eléctricas y manuales. Hoy todas las mujeres quieren usar las eléctricas. “El baño más pequeño para un espacio reducido”, con un tamaño de 1.65 x 1.35 metros, hace que la exigencia de “un baño en cada apartamento” ya no sea impensable. La posibilidad de ahorrar espacio insertando un “nicho para lavado y regadera” entre dos recámaras se veía en una maqueta 1:10 de un apartamento. Gracias al agua corrieinte la limpieza puede ser mejor que en una tina.

El uso extensivo del gas en el hogar se demostró con el modelo de una vivienda unifamiliar que usa solo gas. La importancia de la buena iluminación en la vivienda se trató con particular cuidado. ¡Cuánto dinero puede ahorrarse sólo eligiendo el correcto papel tapiz que aumente la luminosidad! Qué tan importante es para la salud de la familia que las mujeres, que representan la mayoría de las compradoras, conozcan las mejores lámparas para trabajar, técnicamente eficientes y que no compren sin pensarlo las pequeñas lámparas de piso con pantallas oscuras que sólo sirven para guardar polvo.

Generalmente resultan ridículas las razones que nos llevan a rodearnos de cosas mal diseñadas. Así, por ejemplo, una fábrica de lámparas, que sólo tiene lámparas tan de mal gusto como poco prácticas, produce modelos de baja calidad para exportar en grandes cantidades a la India, mientras que el escaso volumen de producción doméstica hace que los buenos modelos no sean rentables. ¿Debemos gastar nuestro dinero en eso y dañar nuestros ojos por el hecho de que esas lámparas se compren en las colonias indias? Aquí, como en todo, es asunto de que el gran público, en particular las mujeres, aceptan todo lo que sale al mercado y no revisan que lo que parece bello en un momento no tiene calidad técnica ni funcional.

Por eso, esta exhibición debe ayudar a afinar la mirada.

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Florence Knoll Bassett (1917-2019) https://arquine.com/florence-knoll-bassett-1917-2019/ Sat, 26 Jan 2019 19:47:56 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/florence-knoll-bassett-1917-2019/ El 25 de enero del 2019, a los 101 años de edad, murió Florence Knoll Bassett, de la que Paul Goldberger dijo: "probablemente hizo más que ninguna otra persona para crear la oficina estadunidense de posguerra: moderna y de líneas puras."

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Florence Marguerite Schust nació en 1917 en Michigan. A los 12 años quedó huérfana, al cuidado de una amiga de su madre. A los 15, pudo elegir a qué internado entrar y escogió Kingswood School, la escuela para niñas en Cranbrook, cuyos edificios habían sido diseñados por Eliel Saarinen. Shu, como le llamaban cariñosamente, estableció una relación cercana con la familia Saarinen, en especial con Loja, la esposa de Eliel y quien llevaba el taller de textiles en la escuela, acompañándolos en sus viajes en verano a Finlandia. Tras graduarse, en 1934, pasó un tiempo más en Cranbrook, además de estudiar brevemente en el programa de Planeación Urbana de la Escuela de Arquitectura en la Universidad de Columbia. En 1938, viajó de nuevo con los Saarinen a Finlandia. Un día Alvar Aalto visitó a los Saarinen y contó que venía de estar en una gran escuela en Londres, la Architectural Association. Shu se inscribió en la AA pero al estallar la Segunda Guerra debió regresar a los Estados Unidos, donde entró como aprendiz en la oficina que tenían juntos Gropius y Breuer. Este le recomendó que terminara sus estudios de arquitectura en el Instituto de Tecnología de Illinois, donde Mies van der Rohe era el director.

Tras graduarse del IIT en 1941, viajó a Nueva York y entró a trabajar como arquitecta en la oficina de Wallace K. Harrison, arquitecto formado en la escuela de Bellas Artes y que era muy cercano a Nelson Rockefeller.  Ahí estuvo a cargo del diseño de interiores y conoció a un fabricante de muebles nacido en Alemania en 1914 y que había llegado a Estados Unidos en 1937: Hans Knoll. Poco después, Florence entró a trabajar en la compañía de Knoll, haciéndose cargo del diseño de interiores. En 1946 se casaron y transformaron la empresa en Knoll Associates. En 1955, Hans Knoll murió en un accidente automovilístico. Florence se hizo cargo de la empresa hasta que, diez años después, tras terminar el diseño interior de las oficinas de la CBS, renunció. En una entrevista realizada a finales de los años 70, Florence dijo de Hans: “muchos de los diseños que tenía cuando entré a trabajar con él no me gustaban. Me parecían muy románticos y que poco tenían que ver con mis ideas. Eran escandinavos. Sugerí que encontráramos otros diseñadores para trabajar con él. Así empezó todo.” Además de Breuer, Mies y Eero Saarinen, con los Knoll trabajaron diseñadores como Harry Bertoia, a quien Shu conoció también en Cranbrook, o Anni Albers, y muchos más de generaciones posteriores: de Peter Eisenman a Frank Gehry, de Isamu Noguchi a Massimo Vignelli, de Robert Venturi a Ettore Sottsass, por nombrar unos cuantos.

 

El 25 de enero del 2019, a los 101 años de edad, murió Florence Knoll Bassett —apellido de su segundo esposo. El New York Times encabezó su obituario diciendo: “la diseñadora de la oficina moderna en Estados Unidos, ha muerto.” En un artículo publicado también en el New York Times en abril de 1984 y titulado The Cranbrook vision, el crítico de arquitectura Paul Goldberger escribió de Florence Knoll: “probablemente hizo más que ninguna otra persona para crear la oficina estadunidense de posguerra: moderna, de líneas puras, introduciendo muebles contemporáneos y un sentido de planeación abierto en el entorno de trabajo.”

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Arquitectas https://arquine.com/arquitectas/ Sun, 31 Jul 2016 19:58:02 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/arquitectas/ En 1911, Otto Bartning pensaba que “las mujeres producían una arquitectura femenina o débil, pues prestaban demasiada atención al cliente y un método colaborativo de diseño, insistía, debilitaba el ideal masculino de la autonomía del arquitecto.” Hoy, en cambio, puestos a elegir entre una Jane Jacobs y un Robert Moses, muchos optaríamos sin duda por la primera.

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OK! OK! Hold it!

I just want to say something.

You know, for every dollar a man makes a woman makes 63 cents.

Now, fifty years ago that was 62 cents.

So, with that kind of luck, it’ll be the year 3,888 before we make a buck

Beautiful Red Dress, Laurie Anderson

 

Un censo de 1939 contaba 379 mujeres trabajando como arquitectas en los Estados Unidos. En 1949, el número había bajado a 300. En 1960 había bajado aun más: 260. En 1975 el número de mujeres trabajando como arquitectas había aumentado llegando a 400, lo que representaba el 1.2% del total de arquitectos y arquitectas con licencia y ejerciendo en todos los Estados Unidos. Esos datos los proporciona Despina Stratigakos en su libro Where Are the Women Architects? publicado este año. Stratigakos también dice que en 1926 las mujeres con licencia para ejercer la arquitectura en los Estados Unidos llegaban apenas al 1%, es decir, un crecimiento del 0.2% cada cincuenta años. A ese paso habrá que esperar mucho más para que haya una mujer por cada hombre como profesionistas en la arquitectura que para que una mujer gane lo mismo que un hombre, según cantó Laurie Anderson —hoy, por cierto, por cada dólar que gana un hombre en los Estados Unidos, una mujer recibe 79 centavos.

Stratigakos proporciona otros datos para dibujar el panorama. Los premios. De los 38 premios Pritzker otorgados, por ejemplo, sólo uno se le ha concedido a una mujer sola, Zaha Hadid, otro a una mujer acompañada de su socio, Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, y en dos ocasiones las socias han sido ignoradas: Denise Scott Brown y Lu Wenyu, socias y esposas de Robert Venturi y Wang Shu, respectivamente. En Wikipedia, dice, la lista de arquitectos que va de la antigüedad a nuestros días incluye 755 nombres de los cuales sólo 29 son de arquitectas. Se puede argumentar que la entrada de las mujeres a la profesión es relativamente reciente y de ahí la desproporción. Pero Mary L. Page fue la primera mujer en graduarse como arquitecta en la Universidad de Illinois en 1878. Dos años después, Margaret Kicks se tituló en Corenell, Julia Morgan, la arquitecta de Willam Randolph Hearst, fue la primera mujer admitida en la parisina École des Beaux-Arts y se recibió en 1902. Antes que Morgan, Fay Kellogg no fue admitida en Beaux-Arts, pero en la primera década del siglo XX ya construía rascacielos en Nueva York. Stratigakos también menciona a Sophia Hayden y Elsie Mercur, a Sara Ward-Conley, Emilie Winkelmann y Margarete Knüppelholz-Roeser. Muchos nombres que la mayoría desconocemos, incluyendo arquitectas y arquitectos con un conocimiento aceptable de la historia de la arquitectura en los últimos cien o ciento cincuenta años. La razón, argumenta Stratigakos, es que esos nombres no son parte habitual de los cursos de historia en las escuelas de arquitectura ni de los índices de los libros, a excepción de aquellos dedicados a enmendar la falta.

Para una historia de la arquitectura concebida como vidas de santos —con todos y sus milagros— o de héroes y caudillos —con sus hazañas y sus revoluciones—, que es la que domina en muchas escuelas y en muchos medios, la participación de arquitectas en los pasados ciento cuarenta años parece no pasar de anécdotas marginales:

Olvidar a las arquitectas tiene que ver también, argumenta Stratigakos, con los mismos modelos usados al escribir la historia de la arquitectura. El formato monográfico, que por mucho tiempo ha dominado el campo, se presta a la celebración del «genio» heroico, típicamente una figura masculina definida por cualidades tales como la audacia, la independencia, el vigor y la rudeza, cualidades que en la cultura occidental se han codificado como masculinas.

¿Cómo sería una arquitectura femenina, hecha por mujeres? Si bien el feminismo busca rebasar esos estereotipos, es interesante tratar de entender hoy lo que en 1911 pensaba el arquitecto alemán Otto Bartning, expuesto en su texto ¿Deben construir las mujeres?, y que Stratigakos comenta. Bartning pensaba que “las mujeres producían una arquitectura femenina o débil, pues prestaban demasiada atención al cliente y un método colaborativo de diseño, insistía, debilitaba el ideal masculino de la autonomía del arquitecto.” Hoy, en cambio, puestos a elegir entre una Jane Jacobs y un Robert Moses, muchos optaríamos sin duda por la primera. Entendiendo las virtudes de la debilidad que acusaba Bartning, se puede ver en el feminismo una faceta de la crítica a la arquitectura concebida, sin disimularlo mucho, como la imposición de una forma y una sola manera de ver y entender las cosas, las casas, las ciudades y, al fin, el mundo.

Where Are the Women Architects?, Despina Stratigakos, Princeton University Press, 2016.

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Las mujeres y el campo expandido de la arquitectura https://arquine.com/las-mujeres-y-el-campo-expandido-de-la-arquitectura/ Tue, 10 Sep 2013 17:25:16 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/las-mujeres-y-el-campo-expandido-de-la-arquitectura/ Muchas mujeres encontraron maneras de abordar la disciplina de una manera expandida. Para comprender el rol que las mujeres han jugado en la arquitectura, debemos entender que para sortear los múltiples obstáculos a su paso las mujeres a menudo encontraron espacios no tradicionales para la práctica.

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A mediados del siglo XIX, Pamela Ann Cunningham (1816-1875) lideró la campaña que rescató la casa de George Washington del olvido y el deterioro. Se convirtió así en la fundadora del movimiento de preservación y restauración arquitectónica en Estados Unidos. Sin embargo, Cunningham generalmente es una anécdota secundaria en la historia de los movimientos de restauración arquitectónica—una mujer con demasiado tiempo entre las manos que se obsesionó con la historia. Cunningham es un precedente interesante en la historia de las mujeres en la arquitectura del continente americano. Como ella, muchas mujeres encontraron maneras de abordar la disciplina de una manera expandida. En otras palabras, para comprender el rol que las mujeres han jugado en la arquitectura, debemos entender que para sortear los múltiples obstáculos a su paso (familia, prejuicios, educación, etc.) las mujeres a menudo encontraron espacios no tradicionales para la práctica. Propongo que a de los múltiples ejemplos de mujeres que practicaron la arquitectura de manera convencional, debemos sumar a muchas mujeres que encontraron otras maneras de aproximarse a la disciplina, y que al hacerlo contribuyeron a la expansión del campo de la teoría y la práctica.

Lina Bo Bardi y Ray Eames fueron incansables coleccionistas de objetos, y su aproximación a la profesión va muy ligada a esta afición—Denise Scott Brown también es parte de este grupo. Visitas a las casas de Bo y Eames, y fotografías de Scott Brownconfirman una imagen muy distante de la impecable casa moderna. La casa de vidrio de Lina Bo es una vitrina para un sinnúmero de objetos y tereques que pululan, trepan las paredes, y espían a los turistas desde las ventanas (figuras 1, 2). Este eclecticismo y apertura a la diferencia es parte también de sus proyectos—desde las rampas del SESC Pompeia hasta el carácter juguetón de las sillas Eames, hasta el sentido del humor presente en tantas obras de V&SB—la obra de estas mujeres va muy distante del modernismo canónico del cual provienen, y al cual nunca sintieron la necesidad de rendir cuentas. Bo operó también como editora de la revista Habitat (figura 3), continuando su experiencia en Domus, y como curadora de “Bahia en Ibirapuera,” en la V Bienal de São Paulo (1959, con Martin Gonçalves). Da la casualidad que estas tres mujeres son también famosas por ser parte de una dupla, un equipo marido-mujer que les dio acceso a la práctica—una realidad problemática cuya crítica queda para otro día.

Otro ejemplo importante en el contexto de la práctica expandida es el de las escritoras como Ada Louise Huxtable y Marina Waisman(figura 4). Huxtable ha sido descrita como la inventora de la crítica arquitectónica: “… inventó una nueva profesión,” diría el editorial del New York Times cuando lo dejó en 1981. Podría decirse también que Waisman fundó la crítica arquitectónica en América Latina: fue la editora de las revistas Summa y Summarios y escribió varios libros difundidos para el público hispanoparlante (figura 5). Y yo me pregunto, ¿es coincidencia, que tanto en inglés como en español (disculpas para mis colegas brasileñas), la crítica arquitectónica del continente halla sido fundada por mujeres? ¿Será tal vez que la crítica, relegada bajo la práctica, fue un espacio más fácil de ocupar y en donde operar con relativa independencia? Desde sus respectivos puestos, y de maneras totalmente diferentes, Huxtable y Waisman hicieron una labor de crítica directa, difícil, y certera—cada una con un criterio propio de lo que la arquitectura tenía que ser y hacer. Jane Jacobs y Saskia Sassen son ejemplos de crítica de la ciudad. Hay muchos más.

Finalmente, quiero mencionar en el campo de la práctica a las arquitectas olvidadas. Aquí hay muchos ejemplos, desde Marion Mahony, una de las primeras mujeres en recibir un diploma de arquitecta (1894) y la primera persona en ser contratada por Frank Lloyd Wright, a Itala Fulvia Villa y Natalie de Blois. De Blois, recientemente fallecida, ha tenido un breve relapso en las noticias. Su papel relegado en SOM, como parte del equipo de diseño junto a Gordon Bunshaft, pone en evidencia el lado escondido de la profesión.

El caso de Villa es más oscuro aún. Fue parte del Grupo Austral y practicó la arquitectura en Argentina desde fines de los 1930—es ella quien le envía información gráfica a Jorge Ferrari Hardoy, trabajando en Paris con Le Corbusier para el Plan de Buenos Aires. Posteriormente la encontramos haciendo un estudio para un “gigantesco plan de villas populares en el Bajo Flores” en 1945 (Liernur, La Red Austral, p. 275). Luego se pierde de vista. No es la única—revisando archivos en Buenos Aires, me encuentro con muchas arquitectas graduadas en la primera mitad del siglo XX (figura 6). Estas mujeres nos recuerdan que la arquitectura no es necesariamente una labor unitaria, es un trabajo en equipo que siempre mejora con colaboración y la conversación. El Howard Roark de las películas lo único que logra es prolongar el mito de que debemos hacerlo todo, y a solas. Es una fantasía en la que nadie gana.

A todas estas mujeres les tenemos una deuda pendiente, no por ser mujeres, si no porque los obstáculos que tuvieron que enfrentar pueden ayudarnos a comprender y cambiar los problemas de la práctica contemporánea. No se trata sólo de elaborar listas de mujeres que han ejercido la profesión. Aunque estas listas ayudan, es importante comprender que a través de su lucha, las mujeres han expandido el campo de la práctica. Desde la preservación histórica, a la crítica arquitectónica y el coleccionismo bordeando en la curadoría, y finalizando con los aspectos más pragmáticos de la práctica: el caso es que las mujeres en la arquitectura americana no sólo están presentes, si no que son inescapables: una vez que comenzamos a verlas están por todas partes. Nos queda la responsabilidad de escribir sus historias, para recordar que siempre han hemos estado aquí. Las mujeres siempre hemos sido parte del diseño, construcción, y discusión del entorno. Comprender esta práctica expandida significa también comprender mejor nuestra disciplina.

 

Links de interés

La reciente iniciativa del grupo Women in Design para que el premio Pritzker reconozca la labor de Denise Scott Brown (omitida del premio el año que su socio y esposo Robert Venturi lo ganó) ha sido reorientada al grupo Design for Equality. Aunque el Pritzker decidió ignorar la petición, el movimiento ha generado muchas conversaciones sobre el problema de la mujer en la arquitectura. El Architectural League NY está recordando su exhibición y publicación de 1977 sobre el tema. El MoMA ha planeado una exhibición sobre mujeres modernas y el diseño para el 2014, que viene a complementar una publicación anterior sobre mujeres artistas. El grupo travesía es una plataforma establecida para diseminar el diseño latinoamericano, uno de sus proyectos incluye investigación sobre mujeres arquitectas de Latinoamérica. Hay más proyectos en camino. ¿Tal vez el próximo sea organizado por alguien que lea este artículo?

figura 1[Figura 1] Lina Bo, Casa de Vidrio. Detalle.

figura 2[Figura 2] Lina Bo, Casa de Vidrio. Detalle.

figura 3[Figura 3] Lina Bo, Revista Habitat.

figura 4[Figura 4] Marina Waisman, “Córdoba y su Arquitectura” Revista Summa 1973.

figura 5[Figura 5] Marina Waisman, ed. Revista Summarios.

figura 6[Figura 6] “Nuevos graduados egresados de la Escuela de Arquitectura,” Revista Nuestra Arquitectura (Buenos Aires, 1939).

Todas las imágenes cortesía de la autora.

*Ana María León es arquitecta y candidata doctoral en MIT

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