Resultados de búsqueda para la etiqueta [Arquine Jams No.6 ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:21:30 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Pani y la vivienda colectiva https://arquine.com/pani-y-la-vivienda-colectiva/ Mon, 30 Mar 2015 16:03:28 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/pani-y-la-vivienda-colectiva/ La ciudad ideal que imagina Pani es la representación platónica que mezcla el Paris de Haussmann y la Ville Radieuse de Le Corbusier. Su ciudad se construye en positivo, siendo los edificios los que la moldean.

El cargo Pani y la vivienda colectiva apareció primero en Arquine.

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La concepción urbana preconizada por Le Corbusier en la Ciudad Radiante hizo mella en Mario Pani. “La segunda propuesta urbanística teórica del arquitecto franco-suizo después de la Villa Contemporaine de 1922, abandonaba el esquema de centro y periferia para organizarse a partir de un eje vertebrador que unía la cabeza –la ciudad de los negocios- con las manos –la industria-, dejando a ambos lados del mencionado eje los sectores residenciales organizados en bloques a redent –zigzag o greca-, dispuestos sobre un continuo paisaje verde y dotados de los equipamientos necesarios”. Pani comparte el entusiasmo y comprende las virtudes del modelo para densificar la ciudad de México y el impacto formal de dicha transformación. Él mismo recordaba que “desde hacía mucho tiempo me preocupaba esta idea de la arquitectura habitacional. El origen del asunto es la teoría de Le Corbusier sobre la Ciudad Radiante, es decir, edificios de gran altura que permitan liberar espacios para dejarlos verdes, con los servicios que requieran en planta baja. Por cierto que esta idea no se había realidad nunca, pues en el mismo momento que a mi se me ocurrió hacer el primero, el Multifamiliar Miguel Aleman, Le Corbusier estaba haciendo la Unidad de Marsella, que era un edificio de tan sólo trescientos departamentos, pero se acabó después de que yo terminara el conjunto de aproximadamente mil viviendas”.

Pani fue un tenaz promotor capaz de transmitir su pasión por las ideas y las formas que imaginaba a los inversionistas, a las autoridades y a sus colaboradores. Sin embargo, desde su posición despolitizada, mantuvo distancia con los colegas “socialistas” mexicanos que veían en el proyecto moderno de ciudad un instrumento para cambiar la sociedad. De no ser por su carácter convincente y apasionado, los proyectos de vivienda colectiva –el primer multifamiliar, el primer condominio- que transformaron la ciudad de México, batiendo récords, modificando reglamentos o cambiando leyes, no habrían pasado del restirador.

El Multifamiliar Presidentes Miguel Aléman (1948) nació como respuesta enardecida a un concurso de ideas convocado en 1946 por el director de Pensiones Civiles, José de Jesus de LiMA, para un conjunto de doscientas casas destinadas  a funcionarios del Estado. La ocasión estaba servida. Pani propuso el modelo corbusiano de bloques en altura (compuestos en zigzag como en las fotos de maqueta de la Villa Radiante) ocupando sólo el 20% del terreno sobre Avenidad Coyoacán, aumentando la densidad a 1,000 habitantes por hectárea y liberando el espacio común para áreas verdes y servicios. La propuesta era tan tentadora como inusual para el cliente. “ En un momento de audacia entusiasta, el arquitecto Pani pidió que le concedieran un plazo de quince días para presentar un proyecto detallado con su presupuesto correspondiente”.

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Así convenció también a sus colaboradores para desarrollar el proyecto arquitectónico en pocas semanas –trabajando en tres turnos las veinticuatro horas- y contagió a un grupo de jóvenes ingenieros emprendedores para que asumieran el riesgo de cotizar y construir a menos precio del estipulado, constituyendo la empresa ICA (Ingenieros Civiles Asociados), que se convertiría en la más importante  del país. El resultado fue un conjunto de nueve edificios de trece pisos y seis de tres. Los primeros se ligan en zigzag siguiendo una de las diagonales del terreno y los más bajos están aislados sobre los frentes de calle más cortas. El conjunto se orienta norte-sur permitiendo que casi la totalidad de las habitaciones disfruten de vistas a oriente-poniente. Los edificios de liga se orientan al sur. Toda la supermanzana pasa a ser peatonal y los automóviles se estacionan en el perímetro. La plantas bajas están destinadas a comercio y a pórticos de circulación y los departamentos son de dos niveles teniendo en el de acceso la cocina y el comedor y en el otro –subiendo o bajando- las recámaras y el baño. Los pasillos de circulación se reducen a uno por cada tres pisos.

Si bien las críticas de la época lo asociaron a “un campo de concentración”  y no fue tarea fácil que los funcionarios ocuparan las viviendas, “la adecuada ventilación, el asoleamiento constante, así como el diseño de departamentos en dos niveles para evitar la monotonía espacial y materiales constructivos de recia apariencia, que combinaba el concreto expuesto con ladrillo de barro”, acabaron por ser un éxito social y un hito del desarrollo de la ciudad.

Comparando este proyecto con la Unidad de Habitación de Marsella que Le Corbusier estaba construyendo en las mismas fechas, Pani recordaba que “nuestro proyecto tenía la gran ventaja de que las circulaciones eran al aire libre, como puentes, mientras que las de Le Corbusier eran pasillos internos”. El arquitecto proyectó además oficinas para la administración, escuela para 600 alumnos, guardería, lavandería con máquinas automáticas individuales y cámaras de secado, dispensario médico, casino, salón de actos, canchas deportivas y una alberca semiolímpica.

Dos años después, tanto la Dirección de Pensiones Civiles y Retiro como Mario Pani consideraban el Multifamiliar Miguel Alemán un experimento exitoso que podía superarse. Así en 1950 se inició el proyecto del Centro Urbano Presidente Juárez, con mayor presupuesto, mucha más extensión, más variantes tipológicas y menos agresividad formal. Una supermanzana de veinticinco hectáreas albergaría una población similar al multifamiliar anterior, donde antes existían un estadio y un centro deportivo. Si el primero ofrecía cuatro tipos de vivienda, el Juárez tenía doce, agrupados en distintos edificios. “Tal característica es opuesta a la sustentada por Le Corbusier en Marsella”, según reza la memoria del proyecto, “donde en un solo edificio coloca el mayor número de diferentes tipos de departamentos”. En este multifamiliar, pues, los departamentos más pequeños conforman los edificios más altos, y los grandes, destinados a familiar numerosas, estás más próximos a la tierra. También se mejoraran las orientaciones, ya que en el Multifamiliar Alemán, los bloques de liga proyectaban notables sobras sobre sus perpendiculares, por lo que aquí, en los edificios bajos las viviendas tienen doble orientación y en los altos se abren a oriente o a poniente con los pasillos de circulación hacia el norte.Este Multifamiliar, que nació con la intención de mejorar la primera experiencia, doblando el presupuesto de construcción por metro cuadrado y con sofisticados estudios estructurales y de cimentación, fue gravemente afectado por el temblor de 1985 y sería demolido a consecuencia del mismo.

La Unidad Nonoalco-Tlatelolco representa para varias generaciones de arquitectos y críticos mexicanos un “crimen de la modernidad”, sin arraigo territorial ni cohesión social, que muestra “la decadencia de los buenos principios asumidos para el diseño urbano y habitacional esgrimido por el propio Pani en sus primeros multifamiliares”. Sin embargo, este macro- conjunto habitacional es la utopía hecha realidad del Movimiento Moderno, el sueño construido que apuntaba Le Corbusier en el Plan Voisin (1925), donde propugnaba una tabula rasa radical en la ribera derecha de París como única solución al hacinamiento urbano.

La puesta en escena del proyecto urbano de la modernidad llegó algo tarde a México, cuando algunos sectores de la arquitectura internacional empezaban a ver con desconfianza el optimismo acrítico e insensible de los postulados modernos. Así, desde 1957, el grupo Team X, formado, entre otros, por Robert y Alison Smithson en Gran Bretaña, Aldo van Eyck en Holanda  o José Antonio Coderch en España, proponía actitudes dialogantes con las ciudades decimonónicas y con los trazados históricos, evitando la monotonía y el autismo de los nuevos paisajes construidos.

En 1964, Mario Pani y su Taller de Urbanismo realizaron un exhaustivo estudio para erradicar la “herradura de tugurios” que, según ellos, impedía la sana expansión de la capital. La zona de vecindades analizada tenía una densidad de 500 habitantes por hectárea en un solo nivel, sin servicios y un “hacinamiento terrible”. La propuesta de Pani ofrecía 1,000 habitantes por hectárea, con 75% de zona verde y todos los servicios integrados en los edificios, invirtiendo la proporción de llenos y vacíos. El conjunto se dividió en tres macro-manzanas separadas por los ejes norte-sur existentes, dando continuidad al trazado urbano. No obstante, se podía recorrer peatonalmente todo el conjunto desde la Plaza de las Tres Culturas, pasando por el Paseo de la Reforma, y llegar hasta Insurgentes a través de dos kilómetros de jardines arbolados sin cruzarse con vehículos. Planeado para 15,000 viviendas, distribuidas en edificios multifamiliares de distintas alturas, Nonoalco-Tlatelolco representaba una propuesta de alta densidad, con carácter ejemplar, donde de aplicaron los postulados modernos que Pani supo hacer suyos. Sus recetas para combatir los achaques urbanos debidos, casi siempre, al crecimiento acelerado, proponían crear ciudades “dentro” y “fuera” de la ciudad. Si ésta la llevaría a cabo con Ciudad Satélite, Tlatelolco fue la oportunidad para aplicar la gran escala una cirugía radical dentro de la ciudad existente, aprovechando los ensayos de los multifamiliares Presidente Alemán y Presidente Juárez.

Así, el trazado del conjunto estará dibujado por la composición ortogonal de tres tipos de edificios que corresponden a tres tipologías de vivienda. Los edificios bajos, de cuatro niveles sin elevador, convierten a las escaleras -sin descansos- en dinámicos conectores que dan acceso a dos departamentos cada medio piso.  Este hábil recurso de la selección queda expuesto en las dinámicas fachadas laterales. Los departamentos son de dos recámaras y un baño. Los bloques de ocho pisos, son perpendiculares a los anteriores y repiten el esquema del multifamiliar Juárez con circulación a norte y fachada sur. Su sección también muestra como eficientar las escaleras accediendo a los medios niveles. Estos departamentos son de tres recámaras con baño y medio. Los bloques más altos son de 14 pisos, con los comercios en sus niveles inferiores, ubicados equidistante y estratégicamente a fin de acortar las distancias desde cualquier edificio del conjunto a los locales comerciales.

Si un extremo del inmenso conjunto está definido por la Plaza de Las Tres Culturas, su opuesto es una afiliada flecha de sección triangular, conocida como Torre Banobras. El proyecto fue severamente criticado por sus dimensiones, falta de estética y destrucción de los vestigios históricos. Sin embargo, el sincretismo de la macro-plaza salvaguarda algunos vestigios del pasado prehispánico y colonial, incorporándolos a los espacios representativos de la modernidad de bloques abstractos y a la dureza cacofónica de las fachadas en blanco y negro.

En la Plaza de las Tres Culturas, un día de octubre de 1968, se rompió el hilo que articuló la historia de México. Una matanza indiscriminada acabó con las manifestaciones del descontento popular. Paradójicamente, y quizá no sea casual, sucedió en la nueva colonia de Tlatelolco, proyectada por Mario Pani. Si este conjunto para 100,000 habitantes era el paradigma  de la modernidad acrítica de altos bloques lineales, iguales a tantos de las periferias metropolitanas del planeta, sería también el parteaguas de la arquitectura mexicana y el principio del declive de la brillante y espectacular carrera profesional de Mario Pani. La belleza metafísica de este paisaje artificial se convertiría en un tabú, cargado de doble significado, que celebra la pérdida de libertades y la defunción de la modernidad.

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*Texto publicado en Arquine No.35 | La caja | Mario Pani y la vivienda colectiva

*Miquel Adrià participará el jueves 13 de junio como parte de la fila cero en Arquine Jams No.6 | Vivienda social, un debate abierto sobre la vivienda colectiva y de interés social, con el fin de revisar las claves que permitirán la evolución y el relevo de los modelos de vivienda colectiva conocidos.

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Vivienda y tabaco https://arquine.com/vivienda-y-tabaco/ Thu, 13 Jun 2013 15:06:18 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/vivienda-y-tabaco/ Hace cien años se inauguró uno de los edificios más notables en la ciudad de México, el Edificio Mascota, resultado de una visión empresarial para otorgar vivienda digna a algunos de sus empleados.

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Hace cien años se inauguró uno de los edificios más notables en la ciudad de México, el Edificio Mascota, resultado de una visión empresarial para otorgar vivienda digna a algunos de sus empleados. En 1885, el empresario Ernesto Pugibet y su esposa compran los terrenos donde se ubicaba el Convento de San Juan de la Penitenciaria, en el Centro Histórico, justo en las calles que hoy son Buen Tono y Ernesto Pugibet. En estos terrenos, el empresario funda la fábrica de cigarros más importante del país durante casi ochenta años. Proveniente de Cuba, donde aprende todo sobre el tabaco, Ernesto Pugibet dotaba de la materia prima a México durante el Porfiriato, la Revolución y el inicio de la modernidad. La fábrica cierra sus puertas en 1961, durante el sexenio de Adolfo López Mateos, y es adquirida por la Tabacalera Mexicana, hoy Cigatam.

Las marcas Ideal, La Mascota y Gardenias darían nombre a las tres privadas del Edificio Mascota, en la calle de Bucareli, Abraham González y Turín, en la colonia Juárez. El proyecto, a cargo del ingeniero Miguel Ángel de Quevedo, se terminó de construir a finales de 1912. El edificio cuenta con 174 unidades en tres privadas, departamentos en planta baja y en planta alta; y tienen dos o tres recámaras; están pensados para personas de clase media, ejecutivos de la fábrica. Aunque la mayoría de los departamentos se ubicaron dentro de las privadas, algunos se emplazaron en la periferia de la estructura, con comunicación directa a la calle. La lógica y naturaleza de las dos versiones, adentro y afuera, cambió radicalmente a lo largo del tiempo: los interiores eran viviendas para empleados con menor rango y las de la periferia eran las viviendas de los altos directivos de la fábrica. La conexión con la calle las hacía mucho más atractivas porque podían dejar el auto frente a la casa, sobre la entonces arbolada Bucareli.

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Estas viviendas, ubicadas en la costa del desarrollo, se destinaron para prácticas comerciales: consultorios y oficinas, nuevos usos mezclados con vivienda. La poderosa empresa del Buen Tono edificó el Edificio Mascota con la última tecnología del momento: prefabricados de concreto y acero, armada en sitio, tecnología de punta en edificios como Bellas Artes o el Archivo General de la Nación. El empresario y su edificio apostaron por la densidad: 174 familias en 1.7 hectáreas, un promedio de 25 metros cuadrados por persona, igual que la densidad promedio de Manhattan el día de hoy, pero sólo en dos pisos. Las tres privadas que forman corredores o calles que cruzan desde la Avenida Abraham González hasta Bucareli son los grandes articuladores del espacio. Se trata del acceso a los departamentos interiores y una extensión del espacio público, un espacio colectivo, plural y, a la vez, privado.

En 1942 se aplica el decreto de “congelación de rentas” para los seis años siguientes. En 1948 se amplía de manera indefinida. Este fenómeno, vinculado a la crisis mundial en plena guerra y al abuso de los propietarios por incrementos de renta sin control, fue una condición que cambió para siempre el panorama de la vivienda en la zona centro de la ciudad y marcó nuevas condiciones o reglas del juego para el futuro de la urbe, que crecería sin control. Con la fuerte migración hacia la ciudad de México empezaron a proliferar los asentamientos irregulares y la autoconstrucción. Un gobierno que ata de manos a la iniciativa privada y, por el otro lado, no soluciona el tema de la vivienda. No es común encontrar edificios patrimoniales en renta para clase media o media- baja, es decir, un edificio de un solo dueño que rente este tipo de edificios es muy benéfico, porque mueve el mercado de rentas, es muy dinámico y ayuda a que los barrios —sobre todo su infraestructura de servicios— cambien y mejoren. El modelo de construir y vender, por la naturaleza del mercado, hace que la calidad sea mínima para que los márgenes del negocio inmobiliario sean mayores. El “edificio patrimonio” apuesta por la buena calidad, ya que la familia propietaria lo conservará por generaciones. Esto sólo pasó con la clase media-alta, al no estar presente la amenaza de congelar el patrimonio. Un claro ejemplo de la dinámica de rentas en edificios patrimoniales es Manhattan, un modelo que permite a los barrios acomodarse y cambiar con rapidez mientras propicia la gentrificación en el corto plazo, a veces bueno, a veces no tanto. Al tema de las rentas congeladas se sumó la creación del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los trabajadores (Infonavit), creado en 1972 para otorgar créditos a los trabajadores: una financiera-hipotecaria. Sin embargo, por la inexistencia de un mercado inmobiliario y el miedo de la inversión privada frente a lo ya mencionado, el Infonavit dio inicio a la construcción de la vivienda. El instituto no alcanza la demanda del crecimiento urbano en el país al otorgar un promedio de treinta mil créditos anuales a nivel nacional en la primera década de su existencia. No fue suficiente. El deterioro era inminente, combinado con las rentas congeladas en el primer cuadro de la ciudad.

Para finales de los años ochenta, el Infonavit abre la inversión a los promotores privados. El instituto sufría problemas financieros severos y eventualmente dejó de proyectar, regular, habilitar y construir. Lo dejó todo en manos del mercado, lavándose las manos incluso en la regulación de la vivienda. Esta postura, ahora considerada como un grave error, lo dejó como un instituto que sólo otorga créditos hipotecarios para el trabajador, su naturaleza original; pero el país no contaba con un instituto que regulara la vivienda, la calidad espacial, el proyecto, las condiciones urbanas. Los grandes recorridos de los habitantes a sus centros de trabajo, el desgarre del tejido social, las ciudades dormitorio, la falta de espacio público y servicios, en buena medida, son responsabilidad de estos “vivienderos” y de la falta de regulación del gobierno: unos no saben que no saben y los otros no entienden que no entienden. Ernesto Pugibet, como otros grandes empresarios de la época, entendieron cómo debían gestionarse las ciudades, cómo debía funcionar la vivienda y cómo la buena calidad y un buen proyecto podría hacer mejor ciudad, incluso a cien años de distancia. El Buen Tono fue una empresa —literal— socialmente responsable, que le apostó a la vivienda de empleados de alta densidad y a la última tecnología en construcción; entendió que la gente que habitaba en un buen espacio sería mas productiva, y entendió que la cercanía con la fábrica la beneficiaría. En la historia de la vivienda contemporánea existen proyectos similares para que nuestros —no— orgullosamente multimillonarios “piensen-hagan algo cercano a esto”. La ciudad de México ha pasado por una serie de malas decisiones respecto a la vivienda, pero aún con Buen Tono.

*Texto publicado en Arquine No.64 | Vivienda colectiva | Dossier 

*Francisco Pardo es arquitecto y funda en 2001 at 103 con Julio Amezcua. Participará este jueves 13 de junio como panelista en Arquine Jams No.6 | Vivienda social, un debate abierto sobre la vivienda colectiva y de interés social, con el fin de revisar las claves que permitirán la evolución y el relevo de los modelos de vivienda colectiva conocidos.

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Las reglas de la densidad https://arquine.com/las-reglas-de-la-densidad/ Tue, 11 Jun 2013 15:21:31 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/las-reglas-de-la-densidad/ Nuestras grandes ciudades necesitan densificarse, pero de forma planeada, un modelo en el que las mayores concentraciones de actividades no signifiquen el colapso del entorno.

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La densificación de las ciudades se convirtió en panacea. No hay documento oficial que no hable de la creación de ciudades compactas, como Los Ángeles, como vía para enfrentar los grandes desafíos urbanos contemporáneos. En urbes de gran tamaño esto no es opción: las largas distancias y el alto costo del suelo obligan a la maximización del uso de cada metro cuadrado. Mantener las economías de aglomeración propias de las grandes metrópolis demanda disminuir distancias y tiempos de traslado, lo cual se logra cuando las distintas actividades están más cerca unas de las otras. Las ciudades compactas son, por lo general, más eficientes de administrar y mantener, su consumo energético tiende a ser menor, lo mismo que sus emisiones de gases contaminantes y el efecto invernadero.

Sin embargo, la alta densidad no es buena per se. Mal manejada puede traducirse en hacinamiento y promiscuidad, en deterioro del paisaje y congestión vehicular. Vivir en la densidad exige determinadas reglas de convivencia entre los edificios y el entorno en que se insertan. La historia al respecto es abundante. La construcción sin ningún tipo de regulación de los primeros rascacielos en Nueva York, como el Equitable (1915) y el Woolworth (1916) —en gran medida simples extrusiones de la manzana— produjo zonas permanentes de sombra que generaron el deterioro inmediato de las edificaciones que les rodeaban. Esto obligó a la ciudad a establecer un sistema normativo para la densidad que dejaría de entenderse como un crecimiento indiscriminado en la vertical. Primero aparecerían líneas de rasante, re-tranqueos y conos de edificación orientados a garantizar minutos de sol a las propiedades vecinas. Luego se regularía el estacionamiento, con la restricción del número de cajones para así desincentivar la llegada a los nuevas moles en automóvil particular; en la Gran Manzana, la alta densidad urbana no se entendería disociada de las redes de transporte público, única forma de alimentar grandes concentraciones de vivienda, comercio y servicio en áreas reducidas; The Shard, en Londres —el recientemente inaugurado edificio de Renzo Piano que es el más alto de Europa— sólo ofrece 48 cajones de estacionamiento a los 12,000 ocupantes de sus 87 pisos.

Nuestras grandes ciudades necesitan densificarse, pero de forma planeada, un modelo en el que las mayores concentraciones de actividades no signifiquen el colapso del entorno ni la degradación de las edificaciones vecinas. Poco de eso ha ocurrido. “Fuck the context” dicen que alguna vez dijo Rem Koolhaas. Su anteproyecto para la Torre Bicentenario, un ataúd vertical que llevaría a la muerte el tejido de Lomas de Chapultepec, da verosimilitud a la leyenda. Afortunadamente la idea quedó en el papel. La historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa. Le llegaría el turno a César Pelli, Richard Meier (al parecer el Pritzker da derecho a todo), y a otros destacados despachos de arquitectura, para armar su propia vía a la densificación urbana, esta vez en el muy tradicional y horizontal pueblo de Xoco, al sur de la ciudad. La publicidad aguanta todo: bajo el concepto de “La ciudad viva”, el proyecto Mítikah (vaya nombre) es presentado como “un solo espacio (que) integra modernidad de vivienda, comercio, oficinas, servicios y áreas verdes, favoreciendo la sustentabilidad, calidad de vida de sus habitantes y la convivencia con el entorno, del cual resalta su arraigo a la tradición y la cultura”.

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La realidad es algo distinta: en la práctica, el proyecto se desenvuelve con la delicadeza de un elefante dentro de la frágil cristalería del pueblo de Xoco. La publicidad habla de tradición y cultura, pero los volúmenes —el mayor es de 60 pisos— se insertan sin establecer el más mínimo diálogo con el entorno. Más bien es un monólogo planteado en los términos exclusivos del megaproyecto. Habla de sustentabilidad, pero en vez de promover el uso del transporte público, la caminata y la bicicleta, se da el gusto de aportar 10,000 estacionamientos (verdadero imán de automóviles) a un sector que ya sufre los estragos de la congestión vehicular. Mítikah se plantea como la nueva ciudad, pero es una ciudad que reniega de una que ya existe y que pareciera dar vergüenza. En una celebrada columna, el poeta chileno Cristián Warnken recurrió al gigante egoísta de Oscar Wilde para referirse a esta particular forma de concebir la arquitectura y la ciudad: “El empresario que ‘sueña’ una torre o un mall de manera narcisista y egoísta, el arquitecto que proyecta la obra sabiendo en el fondo de su alma que se trata de un horror, los alcaldes que hacen vista gorda de los efectos de estas ‘intervenciones’, el funcionario que firma el permiso de construcción respectivo, el ministro que reacciona tarde, el parlamentario que no fiscaliza a tiempo, cada uno de ellos, en su esfera de acción propia, es responsable de sus actos y omisiones. No es cierto que porque la legislación lo permita, yo pueda desde destruir un entorno patrimonial hasta producir un colapso vial que arruinará la calidad de vida de miles de mis compatriotas, y sentir que lo que hago no es éticamente reprobable porque está legalmente permitido”. La voracidad de los promotores inmobiliarios, la miopía de las autoridades, y la permisividad ciudadana le han dejado el camino libre a gigantes egoístas que no entienden que densificar es mucho más que construir muchos pisos uno encima del otro. No todo está perdido: los gigantes también pueden ser generosos. La multiplicación del suelo en la vertical ofrece la extraordinaria oportunidad no sólo de crear nuevas ciudades en la altura, sino de mejorarla en el nivel de la calle. Imaginar y planear la manera en que construimos la densidad aparece como el gran desafío urbano de los años venideros.

*Texto publicado en Arquine No.64 | Vivienda colectiva | Las reglas de la densidad

*Rodrigo Díaz es arquitecto y planificador urbano chileno, pero sobre todo peatón por convicción. Participará el jueves 13 de junio como parte de la fila cero en Arquine Jams No.6 | Vivienda social, un debate abierto sobre la vivienda colectiva y de interés social, con el fin de revisar las claves que permitirán la evolución y el relevo de los modelos de vivienda colectiva conocidos.
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