Resultados de búsqueda para la etiqueta [Andrés Casillas ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 19 Sep 2023 00:19:49 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Saliendo del desastre: el aeropuerto de Guadalajara https://arquine.com/saliendo-del-desastre-el-aeropuerto-de-guadalajara/ Mon, 17 Feb 2020 14:58:51 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/saliendo-del-desastre-el-aeropuerto-de-guadalajara/ Al fin parece que habrá una tentativa de arreglar el desastroso estado que por años ha guardado el Aeropuerto de Guadalajara. Se anuncian millonarias inversiones y se esgrimen muy ambiciosos proyectos.

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Al fin parece que habrá una tentativa de arreglar el desastroso estado que por años ha guardado el Aeropuerto de Guadalajara. Se anuncian millonarias inversiones y se esgrimen muy ambiciosos proyectos. Es para celebrarse, a reserva, claro, de que tan loables intenciones lleguen a cumplirse. La burra no era arisca.

A lo que se puede saber, el proyecto, a grandes rasgos, consiste en la construcción de la terminal 2, el remozamiento de la terminal actual, la edificación del edificio de llegadas nacionales, un inmenso estacionamiento, y la segunda pista de aterrizajes. Van algunos pareceres de un pasajero más. De entrada, lo más destacable es la autoría y contribución del edificio de llegadas nacionales de Andrés Casillas, Bosco Gutiérrez y Lucio Muniain. Y es que Guadalajara, occidente, merecen al fin una obra mayor realizada por quien es —en una humilde opinión— el mayor arquitecto vivo de este país, secundado en colaboración por otros dos meritorios profesionales. Para la región y para Guadalajara esto es una muy buena noticia.

Es esperable, y sería muy coherente, que el remozamiento de la actual terminal corriera a cargo del mismo equipo. Sin duda contribuiría a subsanar la desagradable y contraproducente mescolanza que hasta ahora ha prevalecido en el aeropuerto y así redondear la intervención. Al paso: bajo capas de plafones parece que subsiste en esta nave una losa de concreto plegadiza de la fina autoría de Eric Coufal. Habría entonces que integrarla al proyecto.

Sobre la Terminal 2. En los aeropuertos ha privado en muchos casos la frívola y un poco boba idea de que, como son aeropuertos, hay que utilizar entonces formas “voladoras”. Salvo Eero Saarinen casi todo mundo ha fracasado en esta tentativa. Los aeropuertos no deben ni pueden volar. Lo lógico y lo bonito es que los aviones vuelen y que los aeropuertos sean tierra firme. Y que así, con toda la funcionalidad y belleza posible, se edifiquen y expresen. Parece, por la información disponible, que la Terminal 2 intenta parecer que vuela.

Sobre el estacionamiento redondo y descomunal y gran negocio, que se contrapone por cierto a la existencia de un transporte público entre el aeropuerto y Guadalajara: es excesivo en todos sentidos. Se convierte aquí en el centro absoluto de la composición, como si el fin de tanto esfuerzo fueran los coches y no los aviones. Se encima con mucho perjuicio sobre las terminales y el pabellón de llegadas nacionales de Casillas/ Bosco/ Muniain, arruinando la buena disposición del conjunto. Quizás existan alternativas: hacerlo de cuatro pisos en vez de tres para así reducir su impacto y darle aire al espacio exterior del aeropuerto. Si no se puede por alguna razón (?), se podría desplazarlo hacia el noreste lo más posible y jardinar los espacios ganados de manera muy cuidadosa.

Pero parece que al proyecto le hace falta una pieza esencial: el nodo y toda la franja que lleva del aeropuerto hasta la carretera a Chapala. Esta es la verdadera bienvenida, o la real despedida para quien tome un avión. De nada servirán los millones invertidos en mejorar al aeropuerto si no se arregla el nodo carretero y se eliminan radicalmente los asquerosos anuncios espectaculares que desde hace décadas son motivo de vergüenza para todos. Habrá que hacer un muy cuidadoso proyecto de jardinería y paisaje del corredor Aeropuerto-Carretera que aproveche las altas bondades de nuestro clima, una estupenda y colorida alameda de jacarandas por ejemplo; y en este proyecto se debe incluir todo el lindero de los terrenos del aeropuerto (y los de enfrente) a la carretera.

Y sobre la segunda pista: por vida suya, que autoridades y particulares ya le paguen lo justo a los ejidatarios y que se acaben los sainetes perjudiciales de robarse las plumas del estacionamiento y destantear a todo mundo.

Probablemente, a la vista de los miles de millones por invertir, hay con qué hacer justicia a los ejidatarios, si es que la autoridad determina que es necesario actuar en este sentido.

Los aeropuertos tienen una altísima huella de carbono. ¿Por qué no hacer lo suficiente para que toda la instalación tenga paneles solares y que bajo y todo alrededor de estos paneles que estarían sobre todas las azoteas (eventual y esperablemente habitables) se incluyera una intensa y sustentable presencia vegetal? Similar tratamiento para el agua, el drenaje, los desechos sólidos, etc., sería más que necesario.

Vaya, finalmente, la principal puerta de acceso al Occidente del país, a Guadalajara, parece encaminarse a tiempos mejores. Enhorabuena.

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Remodelación de fachadas y ampliación del ambulatorio y estacionamiento de la Terminal 1 del Aeropuerto de Guadalajara https://arquine.com/obra/remodelacion-de-fachadas-y-ampliacion-del-ambulatorio-y-estacionamiento-de-la-terminal-1-del-aeropuerto-de-guadalajara/ Thu, 30 Jan 2020 19:39:19 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/remodelacion-de-fachadas-y-ampliacion-del-ambulatorio-y-estacionamiento-de-la-terminal-1-del-aeropuerto-de-guadalajara/ Bosco Arquitectos, Andrés Casillas de Alba y LUCIO MUNIAIN et al presentan el proyecto de remodelación de fachadas y ampliación del ambulatorio y estacionamiento de la Terminal 1 del Aeropuerto de Guadalajara.

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Se propone proyectar, diseñar, y ampliar el edificio terminal existente en la parte Este del inmueble. La actual zona de llegadas nacionales deberá integrarse a una zona ambulatoria que pueda ser la conexión a los nuevos
espacios diseñados.
La zona nueva comparte las circulaciones principales, que a su vez cada edificio también cuenta con circulaciones interiores lo cual permite aún más el fácil desplazamiento de los usuarios.
La planta baja y mezzanine contará con locales comerciales y de usos mixtos para satisfacer las necesidades de los pasajeros, esta zona estará conectada con la zona ambulatoria del aeropuerto.


El Proyecto a desarrollar se plantea que debe ser un edificio sustentable, tratando de mantener a lo máximo procesos constructivos eficientes y generar el menos desperdicio posible.
El proyecto tendrá los siguientes objetivos:
Crear un nuevo espacio para para la llegada de vuelos nacionales.
Un espacio confortable, funcional, sustentable y de bajo mantenimiento.
Integrar el vestíbulo de bienvenida con la zona nueva a desarrollar.
Satisfacer totalmente las necesidades a los usuarios y pasajeros del aeropuerto.

La solución arquitectónica del vestíbulo de bienvenida conecta con un ambulatorio del actual edificio terminal que deberá invitar a los usuarios a continuar hacia la PB y Mezzanine de la parte nueva

Se contempla ampliar la zona ambulatoria que conecta la zona de bienvenida de las llegadas nacionales con la zona de locales comerciales, restaurantes, oficinas y hotel. El ambulatorio servirá de conexión para acceder al núcleo de distribución.

El andén y patio de maniobras se resuelve en la PB junto con una sala de espera destinada principalmente a los usuarios que continúen su viaje en autobús. Esta área queda próxima a la zona ambulatoria y al vestíbulo de llegadas nacionales para que así los pasajeros que prosigan su viaje a algún otro destino puedan de inmediato abordar un autobús.

El aeropuerto de Guadalajara debido a su gran tráfico de pasajeros contará con un hotel en la parte de la ampliación, este hotel tendrá acceso desde la parte del mezzanine donde los usuarios tienen acceso a restaurantes y tiendas comerciales. El hotel contará con todas las necesidades básicas como gimnasio, salones de eventos, salones de juntas, recepción, lobby, restaurante-bar. Gracias a las características del hotel se podrá ocupar como centro de negocios para los ejecutivos que lleguen al aeropuerto.

Dentro de la ampliación se contará con dos edificios de oficinas que se tendrán acceso por un lobby en pb y se podrán desplazar por los núcleos verticales. Las oficinas podrán satisfacer las necesidades de las compañías aéreas y/o empresas que laboran en el aeropuerto, para evitar que los trabajadores se desplacen grandes distancias.

En la Planta Baja y mezzanine se contará con locales comerciales y restaurantes para que los pasajeros y usuarios puedan satisfacer sus necesidades. Aquí servirá como un medio transitorio entre el edificio terminal, las oficinas y hotel, obligando a los pasajeros y usuarios a circular por esta zona.

Por el asunto de la ampliación se modificará el estacionamiento actual, el cual se adecuará y conectara con la nueva parte ambulatoria del edificio terminal, la fachada estará diseñada para que cuente con una gran plaza de acceso que quede adjunta a la zona de circulaciones y vestíbulos.

La distribución de los espacios en las plantas como se mencionó anteriormente está conectados a la zona ambulatoria y pasillos que sirven de circulaciones entre el edificio terminal y la zona nueva. A su vez tenemos núcleos de escaleras ocultos que servirán como escaleras de emergencia. Toda la PB y el Mezzanine cuenta con una parte central que distribuye los accesos a todas las zonas nuevas. Cada edificio cuenta con circulaciones dentro de la planta del edificio lo cual permite su fácil acceso y desalojo.

El criterio para aplicación de acabados, en el caso de pisos, son: materiales con mármol tipo terrazo, lisos, lavables; para muros el acabado será de concreto blanco aparente; para plafones: superficies lisas y continuas de fácil limpieza y mantenimiento, las fachadas exteriores serán de concreto pulido y cancelería de aluminio y cristalería. La elección de los materiales y acabado finales se da a favor del medio ambiente, la sustentabilidad del edificio y bienestar de los usuarios, tanto del proceso de su construcción y la operación.

Interpretamos una edificación verdaderamente sustentable como un conjunto que emplea un mínimo de esfuerzos energéticos para su construcción, su operación y mantenimiento poniendo especial énfasis en la relación con su entorno inmediato. Se opto de una manera deliberada por soluciones que puedan ser construidas y mantenidas a base de tecnología local. Control de sistemas constructivos y materiales: El sistema constructivo utilizado para este edificio combinará una estructura sencilla de bajo desperdicio de material, para optimizar lo más posible el rendimiento en el proceso de la construcción. Para los acabados se optó por construir el edificio de concreto aparente para asegurar el cero mantenimiento. Las fachadas serán de concreto aparente y aluminio y cristalería facilitando a lo máximo posible el mantenimiento. Los interiores de los espacios de las oficinas y el hotel podrán ser dependientes de las necesidades actuales y futuras debido a que son espacios neutros que contienen un programa específico.

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De la tierra al cielo: entrevistas a arquitectos https://arquine.com/de-la-tierra-al-cielo-entrevistas-a-arquitectos/ Fri, 11 Oct 2019 06:00:31 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/de-la-tierra-al-cielo-entrevistas-a-arquitectos/ Un paseo desigual por las vidas y las obras de algunos arquitectos mexicanos que termina sin aclarar qué los une y en qué medida este compendio pretende trazar, o no, una condición singular de la arquitectura mexicana. 

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“A través de entrevistas —se apunta en la contraportada—, recuerdos y anécdotas, De la tierra al cielo recrea la particular visión artística de cada uno de los arquitectos que han logrado redefinir las formas y los espacios en México: Luis Barragán, arquitecto de lo esencial; Teodoro González de León, poeta del concreto; Andrés Casillas, amante de la libertad; Diego Villaseñor, artista del mar; y Francisco Martín del Campo, dinámico y atrevido.” Y termina con otro párrafo cautivador: “Elena Poniatowska elabora en este libro un testimonio íntimo y entrañable de los protagonistas que han forjado un nuevo lenguaje arquitectónico para México.” Y efectivamente el anzuelo resultó irresistible, colmado con el atractivo título De la tierra al cielo, inspirado en los libros que la autora menciona de la fotógrafa Mariana Yampolsky La casa en la tierra y La casa que canta.

Tras una breve introducción, la autora se adentra en las cinco entrevistas realizadas a lo largo de los años, aunque no queda reseñada la fecha ni las condiciones de las entrevistas, ni se justifica las razones de esta selección.

Cabe deducir que Elena Poniwatowska entrevistño a Luís Barragán en los últimos años de su vida, juntó recuerdos de varios encuentros propios y ajenos y desarrolló un texto que perfila al personaje, más que a su arquitectura, al “hombre-castillo con todos los puentes levadizos amarrados a los muros”, que “no quiere balcón a la calle ni periscopio ni jardín de invierno, ninguna intrusión.” Poniatowska describe un personaje con respeto y admiración no exento de simpáticas anécdotas de coquetería al sentirse auscultada por un Barragán exquisito y elegante. Recorre algunas de sus obras y sus influencias, de De Chirico a Chucho Reyes, así como su aversión por codearse con otros arquitectos. Si duda es la entrevista más interesante en la que la autora se volcó en el rescate de acuerdos y se sumergió a la bibliografía más poética.

El retrato de Teodoro González de León, sin embargo, no podría ser más desolador. La única plática con el arquitecto que reporta una fecha (cuatro meses antes de su fallecimiento) es banal, con algunos lugares comunes y citas bibliográficas (algunas mías) para dar contenido a una plática con muchas preguntas y pocas respuestas. Llega a apuntar que “a propósito del crecimiento demográfico, González de León se casó en primeras nupcias con la escritora Ulalume Ibáñez (…) y años más tarde encontró su pareja en Eugenia Sarre, una mujer color naranja y muy bella que inspira serenidad” o que “Teodoro come All bran seco para desayunar.” El arquitecto más culto que ha tenido México, el melómano y urbanista visionario que fue, le confesó lo que desayunaba…, con él habló de Zaha Hadid y el valor de ser mujer-arquitecto-árabe, para regresar a Barragán, único arquitecto que realmente interesó a la autora.

El capítulo de Andrés Casillas es un monólogo del arquitecto casi sin editar —por la repetición de anécdotas y datos— que permite oír la voz elocuente, alegre a veces, entusiasta otras, con la que se desnuda ante la entrevistadora. Quizá sea la entrevista que mejor fluye y que se puede oír el timbre agudo y la risa del arquitecto. Sobre todo, al leer la siguiente entrevista a Diego Villaseñor, más se reconoce y extraña la frescura de la plática con Casillas. Villaseñor se hunde en un personaje autorrefencial, que se tropieza en los tópicos y los lugares comunes de lo mexicano y lo singular: la arquitectura de playa de lujo con supuestos orígenes vernáculos. Ahí, la autora del libro se esforzó por ampliar el campo de la plática y hasta apuntó a otros autores para conocer la opinión de Villaseñor, quien descalificó directa o veladamente a todos sus colegas, desde Pedro Ramírez Vázquez que “tenia una visión totalizadora (…) y usaba mármol blanco que es una influencia europea”, pasando por Andrés Casillas “demasiado barraganesco”, o Teodoro González de León, que “hacía una arquitectura muy dictatorial”. El quinteto arquitectónico se cierra con un Francisco Martín del Campo “dinámico y atrevido”, apunta la autora, que entró en el selecto club de arquitectos “por razones familiares” ya que lo conoció de niño y lo vio crecer. Martín del Campo aprovecha la oportunidad para describir su práctica del día a día, sus colaboraciones y el valor del trabajo en equipo, y el respeto por todos sus colegas nacionales e internacionales a los que describe con conocimiento.

En resumen, este desigual paseo por las vidas y las obras de algunos arquitectos mexicanos, termina sin aclarar qué los une —más allá de su condición nacional ya que “ninguno abandonó el país pese a tentadoras ofertas”— y en qué medida este compendio pretende trazar, o no, una condición singular de la arquitectura mexicana.

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Los autores de la arquitectura. Conversación con Elena Poniatowska. https://arquine.com/elena-poniatowska/ Fri, 20 Sep 2019 08:00:46 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/elena-poniatowska/ Este año, el sello Seix Barral publicó De la tierra al cielo, cinco arquitectos mexicanos, de la periodista y escritora Elena Poniatowska. Conversamos con ella sobre la arquitectura y la ciudad.

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Este año, el sello Seix Barral publicó De la tierra al cielo, cinco arquitectos mexicanos, de la periodista y escritora Elena Poniatowska. El libro surge como respuesta a una inquietud de la autora por legar un título dedicado a la arquitectura que fuera económicamente asequible para los estudiantes de la carrera. “A mí lo que me aterra es que los estudiantes no puedan comprar un solo libro de arquitectura, a menos que sean hijos de Slim. Todos son libros de gran lujo, que además son los libros que les gustan a los arquitectos que se hagan sobre ellos”, dijo Poniatowska en una entrevista para Arquine. El librito recoge entrevistas inéditas a Luis Barragán, Teodoro González de León, Andrés Casillas de Alba, Diego Villaseñor y Francisco Martín del Campo, y cierra con una suerte de epílogo o contrapunto entre la arquitectura de autor y la ciudad que siempre crece con la muestra de unas fotografías de Graciela Iturbide, cuyo tema son las obras del segundo piso de Periférico que, a decir de Poniatowska, capturó en una circunstancia heroica, ya que la fotógrafa se encontraba recientemente operada de un pie. “Es un libro que me salió simpático, me cayó bien”.

No es la primera vez que la escritora atiende figuras del arte moderno, o dicho con mayor precisión, de la modernidad mexicana. Sus perfiles sobre Guadalupe Amor y María Izquierdo, sus biografías de Octavio Paz y Juan Soriano, o su ejercicio de biografía novelada en torno a Tina Modotti conforman un panorama sobre los personajes emblemáticos de una época que, a los ojos de Poniatowska, estuvo llena de vitalidad. Podría decirse que, como periodista, se concentró más en la anécdota que en una investigación aparatosa, un poco porque ese es su estilo y otro poco porque muchas de sus entrevistas fueron de “tú a tú” con los principales actores de la cultura mexicana de la segunda mitad del siglo XX. La entrevista que se tuvo con ella siguió casi el mismo rumbo de su periodismo y de su personalidad tan conocida. Elena Poniatowska exclamó “’¡ay, qué triste!” cuando se le mencionó, en una recomendación hecha al vuelo, que el libro de Georgina Cebey llevaba por título Arquitectura del fracaso. A través del adjetivo y de la broma, de una rememoración lúcida y juguetonamente deshilvanada, Elena Poniatowska volvió sobre los arquitectos de su título más reciente. Aunque también, como ocurre con los fierros del periférico, apareció la ciudad. Afiliaciones ideológicas aparte, la autora ha firmado dos libros fundamentales para la crónica urbana: Nada, nadie dedicado al terremoto de 1985 y La noche de Tlatelolco, un clásico controvertido sobre la matanza del 2 de octubre de 1968.

Aquí, recogemos algunas de sus declaraciones sobre los dos ejes que nos llevaron a reunirnos con ella: la arquitectura y la ciudad. 

 

Luis Barragán

Barragán era guapísimo, con unas piernas de aquí al techo. Se ponía siempre una mascada, o un paliacate. No fue difícil entrevistarlo, porque lo conocía de antes. Pero sí fue difícil la entrevista por la percepción que uno tenía de sí mismo frente a él, porque siempre sentías que, o te sobraba un kilo que ojalá lo hubieras perdido tres días antes de visitarlo, o te habías peinado horrible, o tus zapatos no estaban perfectamente limpios. Porque él todo era un afán de perfección que casi lindaba con la crueldad. Te empezabas a ver con sus ojos, y sus ojos eran de una enorme exigencia. Exigencia de belleza, de limpieza, de línea recta. Yo creo que él siempre se sentó en un sillón confortable para él, en el que se veían sus piernas que se alargaban hasta la mitad de la sala. Yo creo que él siempre miraba a los demás sin proponérselo con un ojo absolutamente crítico. Era su esencia.

Él quería mucho a Chucho Reyes, le parecía que era un mago. También creo que le tenía mucha simpatía a Soriano, aunque un poco de miedo, porque Soriano era un poco impredecible. Su personalidad creo que fue tan poderosa que la gente que se le acercaba acababa pareciéndosele, como Diego Villaseñor como Andrés Casillas. Barragán era alguien a quien le ponían nervioso las cosas de mal gusto. Aunque a mí me da mucha ternura todo lo que es de mal gusto. Todo lo que me regalan lo cuelgo. Son dádivas amorosas. Pero con Barragán había una severidad, una austeridad. Con él, cuenta muchísimo el buen gusto y la clase social. Había una cosa de esnobismo. Con Barragán, creo que muchas cosas están ligadas a su definición sexual. Al no lanzarse a amar a un hombre de a de veras, como loco, se tomaba demasiado en serio. En ese sentido, Juan Soriano fue mucho más libre.

 

El realismo socialista y el enojo de Teodoro

A todos los arquitectos los atosigo con mis preguntas sobre la vivienda social. Al pobre de Andrés Casillas le aburría, porque él quería hacer cosas bellas y yo todo el tiempo le estaba echando mi realismo socialista. Era como para que mandara por un tubo. Teodoro González de León es muy parco en su entrevista, pero creo que se sintió conmigo años antes, porque él quiso hacer un edificio de varios pisos en Cuicuilco. Acompañé a la Jesusa, que fue a meterse con Carlos Slim, a decirle que ahí no se podía hacer nada. Total, que después Teodoro me dijo que con el daño que habíamos hecho Jesusa y yo, que en esta historia soy una especie de Sancho Panza, provocamos que después se construyeran edificios más feos. Sí, hay edificios feos en el fondo, pero no había uno tan cercano a las pirámides. Aunque Teodoro hacía cien mil edificios, el de Cuicuilco era un proyecto de Carlos Slim, y yo creo que se sintió muy atacado. Aunque yo no creo que Jesusa fuera la que le bajara el edificio, no creo que tuviera ese poder tan grande. Pero sí hubo esa denuncia en la prensa, de que querían meter un edificio en una zona arqueológica dentro de la Ciudad de México. Creo que por eso Teodoro siempre guardó distancia. Seguro pensó que yo era una pelada.

A él lo entrevisté porque es alguien que me parece un importantísimo arquitecto mexicano. Yo lo hice con mucho gusto y él jamás me dijo ‘ve y entrevista a tu chingada madre’, cosa que me agradó. Me hubiera podido responder así. Fue bastante buena gente. Teodoro era muy severo en sus gustos. Muy a la ‘yo soy culto’. Octavio Paz, por ejemplo, es una presencia muy fuerte para Teodoro, pero no creo que para Barragán. No creo que Paz se haya ocupado mucho de Barragán. La relación de Teodoro con Soriano fue buenísima, porque Soriano daba mucha alegría. Hacía muchos chistes, era muy atrevido, y lo fue hasta muy tarde. Al final de su vida tuvo una relación con Marek Keller, un polaco que le había sobado a Soriano el pie antes de que le doliera. Lo festejaba mucho, lo acompañó bien, pero también lo encerraba.

Cuando hicimos una carta protesta por el Edificio H, en Ciudad Universitaria, volví a acercarme a González de León. Protestamos la Jesusa y yo. Y también González de León. Entonces se desenojó un poco conmigo. Yo me enteré de la construcción de ese edificio porque me habló un arquitecto, no me acuerdo ahora de su nombre, pero estaba muy desolado porque era una gran ofensa para el paisaje del Espacio Escultórico. A Graue ese asunto no le interesó ni pepino. Dijo que tenía otros gatos que atender y que por eso no podía resolver eso.

 

Andrés Casillas

Casillas y Diego Villaseñor siempre se están picando la cresta, porque son los dos seguidores de Barragán. Los dos son tapatíos, guapos, altos, bien vestidos, de la famosa mascada en el cuello. Casillas creo que tiene una sensibilidad muy distinta porque camina siempre al borde de la navaja. Siempre hay la posibilidad de que se caiga en un precipicio psicológico. No tiene la certezas que tiene un González de León: ése sí iba a lo que te truje chencha. Casillas tiene una sensibilidad muy afín a la mía.

 

Diego Villaseñor

Él mismo reconoce que es un altanero. Diego es un personaje interesante. Aunque no me horrorizó lo que dijo en la entrevista [dadas sus declaraciones de cariz clasista], porque mi propio origen tiene que ver mucho más con Diego que con el realismo socialista. El realismo yo me lo metí a trompadas y me lo metí por vivir en México, y luego por ver lo pinches que son las gentes: lo poco generosos, lo más instalados en lo no les va a mover nunca nada. Villaseñor, sobre todo, hace jardines carísimos. Ahora que murió Toledo, me acuerdo que Villaseñor me hablaba para que le dijera a Toledo que le hiciera piedras para los pasillos de sus casas. Toledo no aceptó. Ni tenía tiempo.

 

Mario Pani, Juan O’Gorman, Mathias Goeritz, Helen Escobedo

A Pani no lo traté mucho. Me dio mucho dolor que se cayeran algunos de sus edificios en el 85, que se desprendieran las escaleras. Me dolió porque parecía que, como vivía ahí gente pobre, entonces los edificios no estaban bien hechos: que las escaleras no estén bien amarradas, que los muros no estén bien pintados, que los techos estén demasiado bajitos, que todo feo.

Yo quise mucho a Mathias Goeritz, porque era muy buena gente y lo maltrataban todo el día, por su procedencia alemana. También lo entrevisté a él. Yo sentía que él tenía gran amor por México. Y otro al que entrevisté, pero ese sí era torturado a morir, que si tantito le movías algo iba a pasar, era Juan O’Gorman, el hermano de Edmundo, con quien estaba peleado. Y siempre estaba pegado a Diego Rivera. ¡Lo quería muchísimo! Él hizo esas dos casas: las de Frida Kahlo y Diego Rivera. Él siempre hablaba muy bien de Lola Olmedo, que todo el mundo consideraba una gánster. La esposa de Juan se dedicaba a las orquídeas: Helen O’Gorman. Aunque en esa época no hablaba mucho conmigo, seguro tenía otras gentes importantes con las que podía hablar. Había jerarquías. Si él hablaba con alguien, seguramente lo hacía con quien estuviera a la estatura de su vida. Las casas que le hizo a Diego y Frida no me gustan nada por dentro. Pero me gusta la idea del puentecito, nada más que fue el puente del horror porque ahí vio Frida que Diego se estaba echando a su hermana. Desde lo alto, donde tuvo vista completa. También le conocí aquella casa que hizo que era una cueva. Yo creo que esa casa la deberían haber dejado tal cual. ¿Para qué Helen Escobedo compró esa casa si le iba a hacer tanta modificación? Era la cueva prehistórica de Juan. Dicen que Juan O’Gorman se suicidó tres veces. A uno se le queda adentro esa historia.  

 

La ciudad

Yo llegué a una ciudad porfirista. Viví en la calle de Berlín número 6. Luego estuve en la calle Guadiana, en un hotel en el que también vivió Juan Soriano. No tenía juicios de arquitectura. De niña, no tienes esos juicios. La casa en la que viví me parecía preciosa y cuando la vi de más grande me pareció muy fea.

Yo viví muchísimo el sismo del 85. Ahí sí estaba más joven, salí a la calle, llevé a mis hijos. Paula para todo me decía ‘ya no mamá, ya no’. Uno estando chico se iba con pico, pala y casco. Hubo muchísima participación, pero ya en el sismo de hace dos años no salí. Por el sismo escribí Nada, nadie, que es sobre toda la gente que me habló durante esos días. Siempre procuro recoger las voces de la gente. A mí me importa muchísimo saber lo que el otro piensa.

A mí me espanta que la ciudad sea tan enorme. Yo le tengo una admiración total a los basureros. Pienso que cómo es posible que vengan todos los días. Además, yo vine de Francia a los diez años y me enamoré de que las mujeres barrieran su pedazo de calle. Una de ellas me dijo: ‘¡yo quiero que el mío sea el cachito mejor barrido de todos!’ ¿Cómo no amas a alguien que te dice eso? Además la escoba, salían también con el botecito de agua, e iban salpicando con su manita. Eso no lo hacen en Nueva York, no lo hacen en París. Sólo era cosa de México. Ahora ya se ha perdido, pero había la posibilidad de hablar con los barrenderos, de que la gente dijera ‘la calle es mi orgullo’.

De esta ciudad, me gusta donde vivo. Se me hace que es un pueblito. Me gusta mucho la iglesia de San Sebastián, que dicen que es el santo de los homosexuales, pero nunca he visto un homosexual en esa misa. Aunque es precioso, está todo asaetado menos los órganos vitales. Me encanta el Zócalo. La llegada el Zócalo con su plancha infinita me emociona muchísimo. Me gusta mucho el tezontle, ese color de sangre, de moronga. Me gustan las dos iglesia que están la una frente a la otra, donde está el Museo Franz Mayer. ¡Pero es que uno se encariña! Por ejemplo, Bellas Artes no es bello, pero le tienes cariño cuando llegas a ese pastel de merengue, aunque no tenga nada que ver contigo. No me gusta Polanco, no me dice nada. Pero sí me gustan las Torres de Satélite.

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¡Bravo por la villa panamericana! https://arquine.com/bravo-por-la-villa-panamericana/ Mon, 09 Sep 2019 06:00:37 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/bravo-por-la-villa-panamericana/ La Villa Panamericana del Bajío fue un error gravísimo. Los responsables tienen nombre y apellido. La razón de tal yerro es muy sencilla: tontería, politiquería y corrupción que, se sabe, forman una mezcla explosiva siempre.

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Pero no tanto por la del Bajío del Arenal, sino por la del Parque Morelos, parte del vigente Proyecto Alameda, que sigue como el Cid, ganando batallas después de muerto. Si es que está muerto.

La Villa Panamericana del Bajío fue un error gravísimo. Los responsables tienen nombre y apellido: Mario Vázquez Raña (qepd) y todos los regidores priistas —sin excepción— del  ayuntamiento tapatío de la época. Repasemos un poco los hechos, vividos de primera mano y debidamente documentados en actas de cabildo. La razón de tal yerro es muy sencilla: tontería, politiquería y corrupción que, se sabe, forman una mezcla explosiva siempre.

Todo empezó cuando, bajo el mando del alcalde Alfonso Petersen, al principio de su administración, Coplaur recibió la orden de buscar el contexto adecuado de la futura Villa Panamericana. Al efecto, se estudiaron varias hipótesis: el Aguazul, la barranca, el barrio de la Quinceava zona, etcétera. Se determinó, según los parámetros establecidos, que el contexto de la antigua Alameda (parque Morelos) era el socialmente más benéfico y arquitectónicamente más adecuado y viable. Y se comenzaron las operaciones. Se adquirieron, abierta y transparentemente, al doble de su valor catastral, 13 terrenos en torno al parque. ¿Por qué este precio? Por justicia: toda la zona estaba destinada a una acentuada plusvalía, y era razonable que los vendedores participaran de un beneficio generado por una acción del ayuntamiento. Además, era la única manera de adquirir a corto plazo la reserva territorial indispensable.

Acto seguido, según el programa urbano arquitectónico, debidamente asesorado y calibrado, se determinó que se requerían 1500 departamentos y dependencias de apoyo diversas. Coplaur realizó un proyecto conceptual inicial. Y luego se convocó a un concurso jalisciense, del que se obtuvieron, con toda claridad y ante el escrutinio de todos los regidores y del público, siete propuestas entre más de cincuenta. Los otros seis proyectos fueron adjudicados a figuras indiscutibles del panorama arquitectónico nacional e internacional: Fernando González Gortázar, Augusto Quijano, Matías Klotz, Alberto Kalach, Carme Pinós y Rick Joy. (Haga favor ahora el lector de guglear a cada uno de ellos, a ver si son o no indiscutibles). En el concurso ganaron: Jaime Castiello, José Manuel Gómez Vázquez Aldana, Sandra Valdés y Pedro Alcocer, Ricardo Agraz, Colectivo Guayaba (dos edificios), y Álvaro Morales y Miguel Echauri.

El proyecto resultante no era una acumulación de intervenciones aisladas: era un proyecto urbano, con marcada perspectiva social, con estudios hidrológicos, demográficos, socioeconómicos, inmobiliarios, de servicios, de movilidad, etcétera. Todo fue solventado debidamente. El primer proyecto (Morales y Echauri) fue el de la restauración y renovación del parque, así como sus conexiones al barrio del Retiro (diagonal Alameda), el de la Perla, la Plaza Tapatía, etcétera. Sobre esa base se hicieron los proyectos individuales. A los arquitectos se les pagó justa y módicamente (deben existir los documentos relativos). 1500 departamentos en cuatro niveles, más una torre, en el predio más apartado, de nueve pisos. El Inah, a través de sus censores de diario, puso el grito en el cielo, como acostumbra a hacer ante cualquier iniciativa, en este caso sin ninguna razón válida, ya que sus temores pacatos de que la torre invadiera las visuales del Hospicio Cabañas fueron científicamente acallados mediante estudios topográficos certificados. No se demolió una sola edificación patrimonial, ni histórica ni artística ni ambiental. No se desplazó involuntariamente a un solo habitante, inquilino o usuario de la zona. Se realizaron decenas de reuniones de información con los vecinos, cámaras, colegios y academia. Todo estaba listo.

Y sobrevino lo que nadie vio: la crisis financiera mundial del 2008. La Villa Panamericana, como estaba planteada y aprobada, con las factibilidades urbanas, técnicas y financieras listas, se volvió imposible.

Una vez que fue inviable, por la gran crisis internacional, la primera versión antes perfectamente factible y aprobada (incluyendo por la ODEPA) de la Villa Panamericana, se tuvo que iniciar, de urgencia, un segundo esquema. Al efecto, se realizó una licitación pública entre promotores de vivienda especializados con el fin de obtener una Villa viable. El ganador fue el arquitecto Bosco Gutiérrez Cortina, de México y con fuertes raíces tapatías maternas. Analizó con detalle el asunto, y propuso un planteamiento muy distinto, invitando a él a todos los arquitectos involucrados en el primer esquema. Algunos aceptaron, otros declinaron libremente.

El nuevo proyecto, aprobado en todos sus extremos por unanimidad en el cabildo, consistía en un concepto basado, nada menos, que en la Place des Vosges parisina. Sus coautores fueron Andrés Casillas, Bosco Gutiérrez, y Coplaur. Un gran edificio de nueve niveles en forma de L en el que se alojaba la mayor parte del programa ocupaba los linderos poniente y norte del parque, el que se arreglaba correctamente y se conectaba con todos los barrios circundantes. Los otros 12 terrenos eran edificados con bajas alturas, realizando un trabajo de “urban infill”. En verdad, según quien esto escribe y otras opiniones, era una obra maestra debida, sobre todo, a Andrés Casillas.

Se volvieron a hacer todos los procesos: validación por la ODEPA, por todas las instancias oficiales concernidas, las de la sociedad civil y por los vecinos (entre los que ciertamente existía una facción opositora, aguerrida, minoritaria, y parcialmente equivocada). Lo único que se requería para iniciar obras en tiempo y forma era la aprobación por el cabildo municipal de su aval para un crédito, pagable en el corto plazo, de 200 millones de pesos como indispensable capital inicial y que sería devuelto en unos meses.

Mientras todo esto sucedía pasaba una muy intensa grilla en todos los niveles. Mario Vázquez Raña, con dos caras, hacía como que seguía aprobando el proyecto mientras al mismo tiempo lo saboteaba con inconfesables fines. Parte de la prensa y del gremio de los arquitectos se mostraron hostiles a la nueva solución. El asunto desembocó en un dramático episodio: la sesión de cabildo en la que se daría sí o no al aval del crédito. Existía una cerrada mayoría a favor, gracias al convencimiento de algunos regidores priistas. La contraorden del comité municipal de ese partido fue fulminante. Se obligó a todos sus regidores a presentarse a la sesión y a votar en contra (bastaba una sola abstención para aprobar la moción). El propio presidente del comité municipal pastoreó a sus subordinados dentro del salón de cabildos. Así, la moción fue derrotada por un voto. Con eso, la Villa Panamericana en el centro de Guadalajara, la herramienta más potente hasta entonces fabricada para renovar y rehabitar el primer cuadro tapatío, fue desechada de plano.

La Villa Panamericana quedó, a partir de ese momento, fuera del control del alcalde Alfonso Petersen y del ayuntamiento de Guadalajara. Vázquez Raña y sus asociados ya tenían la “opción” lista: el Bajío del Arenal, en el municipio de Zapopan, en terrenos inmediatamente colindantes con el Bosque de la Primavera, dentro de la zona de amortiguamiento del propio bosque. De manera más que dudosa obtuvieron las anuencias estatales y municipales y procedieron a asestar una gravísima herida en una zona de altísima fragilidad ambiental.

Grandes lecciones que aprender. Tal vez, la más amplia, es que la ciudad no se hace con usura. Ni con corrupción ni con politiquerías. La historia de la Villa Panamericana, en sus dos sedes, es altamente ejemplar. La primera propuesta, la Villa Panamericana inscrita en el Proyecto Alameda, fue la víctima de la corrupción sistémica mexicana. Con su cancelación la ciudad pagó, en varios sentidos, un altísimo precio; y perdió décadas en la consecución de un mejor centro histórico. Y aunque esa corrupción sea sistémica, los responsables directos están a la vista. Afortunadamente quedó del desastre un gran patrimonio: los 13 predios libres de polvo y paja. Se ha intentado, con poco éxito, utilizar la reserva territorial del Proyecto Alameda para reconvertirla en la Ciudad Creativa Digital. Se han realizado un edificio a medio terminar, ciertas infraestructuras, una remozada al Parque Morelos. Pero quedan 12 terrenos: ¿qué hacer? Retomar y volver a hacer vigente el espíritu del Proyecto Alameda, repoblar el centro mediante la oferta de vivienda atractiva y asequible para todas las capas socioeconómicas. Y hay 12 estupendos proyectos arquitectónicos, pagados por el ayuntamiento, listos para avanzar. Y mejorar y renovar todo el tejido urbano, activar toda la demarcación y aprovechar la sinergia del Paseo Alcalde. Esperemos que las autoridades y la sociedad puedan reflexionar y aprovechar la enorme oportunidad.

En cuanto a la Villa Panamericana del Bajío del Arenal habría que hacer algunas consideraciones. El Bajío debió de permanecer libre de cualquier construcción. Los viejos ingenieros lo sabían muy bien. Pero, de nuevo, la usura. El Bajío debió haber sido la continuación de La Primavera hasta el mismo borde del Periférico y de la carretera a Saltillo. No fue así, para tristeza y vergüenza. El bosque de la Primavera, por lo menos, debería tener el anillo de amortiguamiento en que tanto han trabajado Pedro Alcocer y Sandra Valdés, del Iteso, con su fundación Anillo Primavera. ¿Qué hacer ahora con la Villa Panamericana? Demolerla y que no quede huella, es la primera reacción. Que sirva de lección y antecedente. Es una opción extrema, pero provocada por una interminable historia de atropellos.

Ahora, imaginemos una opción con matices. La Villa como contraveneno y vacuna contra futuras amenazas ambientales y urbanas. ¿Cómo? Habitándola, una vez que todos los impactos estén verificados y neutralizados. Es perfectamente factible y se hace en muchos lugares. Además, habría que pedirle al ayuntamiento de Zapopan que no autorice absolutamente nada sin lo anterior y sin que se triplique el área de cesión del desarrollo. Esa área podría ser un escantillón muy completo, una muestra patente de cómo establecer una zona de amortiguamiento eficaz y útil: que el bosque, en vez de continuar siendo disminuido, crezca, por lo menos con esos terrenos. Además, que se actualice de manera muy astringente el Plan Parcial del Bajío del Arenal, con el objeto de hacer áreas de protección ambiental a todos los predios posibles mediante un mecanismo de compensación y un fideicomiso. Correspondería al arquitecto José Pliego, quien ha tratado de rescatar desde hace años el Bajío, llevar adelante los estudios adecuados.

También tiene ventajas, hay que aceptarlo, en no tirar 1,500 millones de pesos a la basura, devolverle sus ahorros a los pensionados, y no perjudicar a las gentes involucradas de buena fe en el asunto. Pero es indispensable el deslinde de responsabilidades, el asumir consecuencias. Nunca más una Villa del Bajío del Arenal.

Y, por el otro lado, salvemos el centro, es más que factible retomar el Proyecto Alameda, no por quienes lo inventaron, sino por el futuro de los tapatíos.

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Andrés Casillas https://arquine.com/andres-casillas/ Wed, 10 Jul 2019 23:01:21 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/andres-casillas/ Andrés Casillas, el más barraganiano después de Luis Barragán, es también el más tapatío de los nacidos en la ciudad de México. Nació el 10 de julio de 1934 en la Ciudad de México.

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Casillas, el más barraganiano después de Luis Barragán, es también el más tapatío de los nacidos en la ciudad de México. Es acaso la persona que con mayor claridad ha entendido en México el trabajo de su mentor, por lo general reducido a un cliché. Lo conoció a los ocho años de edad y a él le atribuye el haber aprendido a ver. Fiel a las palabras de su maestro: “No hagan lo que yo hice. Vean lo que yo ví”, se ha ocupado de entender el espacio doméstico y en explorar las relaciones entre el espacio interior y el exterior.

Tras haber estudiado en la Escuela de Arquitectura de Guadalajara (1952-1955) prosiguió sus estudios en la Facultad de Arquitectura de la UNAM (1955-1956) y en la Hochschule für Gestaltung en Ulm, Alemania (1957-1961), escuela heredera, aunque de forma heterodoxa, de los postulados de la Bauhaus. A la mitad de ese periodo en Ulm, Casillas estuvo un año en Isfahán, Irán, trabajando en el plan urbano para esa ciudad. Después pasó una temporada en Milán trabajando en el taller de Angelo Mangiarotti y Bruno Morassutti. De regreso a México colaboró primero en el taller de Augusto H. Álvarez (de 1962 a 1963) con quien realizó la Galería de Arte Mexicano, y de 1964 a 1968 con Luis Barragán, donde participó, entre otros, en el inicio del proyecto de urbanización de Lomas Verdes y en el proyecto para la casa Egerström, entre otros proyectos.


En 1969 abrió su propio taller, con el diseño de oficinas como el Centro Financiero Banamex de Guadalajara (1978) y, principalmente, vivienda residencial, entre las que destacan la casa Pedro Coronel (1970) en la ciudad de México, la casa García Villaseñor (1980) en Zapopan, y la casa Muñoz de Baena (1995), en Tecamac.

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Luis Barragán recibe a Andy Wharhol junto al ventanal https://arquine.com/luis-barragan-recibe-a-andy-wharhol-junto-al-ventanal/ Mon, 20 May 2019 05:05:17 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/luis-barragan-recibe-a-andy-wharhol-junto-al-ventanal/ Para el rojizo resplandor, madre Nunca resulta —si se tiene un poco de lucidez y tino— inútil tratar de desentrañar y aprovechar las enseñanzas, y también los extravíos del mayor arquitecto mexicano de todos los tiempos: Luis Barragán, el tapatío. Debió haber sido por 1975. LB le construía su casa a Francisco Gilardi, un publicista, […]

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Para el rojizo resplandor, madre

Nunca resulta —si se tiene un poco de lucidez y tino— inútil tratar de desentrañar y aprovechar las enseñanzas, y también los extravíos del mayor arquitecto mexicano de todos los tiempos: Luis Barragán, el tapatío.

Debió haber sido por 1975. LB le construía su casa a Francisco Gilardi, un publicista, en un pequeño lote dominado por una jacaranda en San Miguel Chapultepec. Fue la última obra maestra de B. Aceptó hacer, él solo, el encargo, porque le quedaba a siete cuadras de su casa, y porque le cayó muy bien la enjundia y la ingenuidad del publicista.

El publicista estaba muy bien relacionado con figuras del arte. Parece que gracias a él LB recibió por 1979 a David Hockney, por ejemplo, de quien existe en la biblioteca de la casa de LB un libro dedicado a B con un dibujo original del inglés. Está a la disposición de cualquier investigador serio, (contrariamente, por ejemplo, a las políticas del archivo de Vitra).

La casa Gilardi es pasmosa. Resume en 280 metros cuadrados la trayectoria de uno de los artistas claves del siglo XX, mexicano y universal. Es, al mismo tiempo, totalmente inédita, y abrió los anchurosos caminos que han influenciado centralmente a artistas como Donald Judd, Richard Serra, Dan Flavin, James Turrell, Richard Long, etcétera. Sin hablar de a dos o tres generaciones completas de arquitectos y artistas mexicanos.

Esa casa no le gusta tanto a Andrés Casillas, único discípulo directo de LB. Tiene cierta razón. El piso de la planta baja es espantoso, la casa no tiene mayor intimidad, es fría sin la cachondería habitual de B. La escalera es muy mala, con unos tabloncitos baratos; el  patio es inhóspito, sin una triste banca para soñar. Y etcétera. A pesar de los reparos de AC, la casa es importantísima. Fue el canto de un cisne, de un príncipe renacentista. Dejó dicho allí que había siempre de avanzar sin nostalgias facilonas por la propia obra y por el pasado. Y demostró que los verdaderos creadores se nutren de la tradición, pero nunca son serviles a ella, y están pendientes, y respiran el aire de los tiempos y las vanguardias.

Así que aquí tenemos, en una imaginaria escena, a LB y AW platicando —en francés, por supuesto— en la biblioteca de LB, hacia 1975. Paulita llegaba con el té de citronela y el tequila blanco y el pico de gallo. El celebérrimo Drella, Andy Wharhol, creador de la banda Velvet Underground with Nico, de The Factory —por donde pasaron desde Bob Dylan hasta Natascha Kinsky—, el artista más influyente por décadas en EE UU. Y el viejo arquitecto mexicano y jalisciense, quien ya comenzaba a morirse y que así duró, estoicamente, frente a su querido cuadro de la Anunciación al pie de su cama, trece años. Hasta el veintidós de noviembre de 1988, precisamente. Parece que LB y AW se hablaron de tú a tú. Parece que ese encuentro, con LB y su casa, le cambió la vida a AW, quien a su vez se moriría en 1987, un año antes de LB.

En la casa Gilardi, en la sala, cuelgan dos grandes retratos de Marilyn Monroe, de la autoría de AW. Uno está virado al rosa, el otro al azul. Nada más adecuado ni justo. Las peregrinaciones mundiales y nacionales para ver la casa Gilardi —a la que la FATLB y la Casa Barragán ayudan permanentemente a través de su  gentil dueño actual, Martín Luque— resultan claves para los muchachos. Como, por ejemplo, para los alumnos y maestros de la Escuela de Arquitectura del ITESO, quienes seguido van. Las enseñanzas allí encontradas son inmensas. Una de ellas, que siempre los dejan perplejos, son los dos cuadros de Andy Wharhol.

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Obra negra https://arquine.com/obra-negra/ Fri, 08 Mar 2013 20:32:47 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra-negra/ Obra negra es una serie fotográfica de Tomás Casademunt que sintetiza una plástica de la construcción arquitectónica, mediante su registro en obras de los arquitectos Andrés Casillas, Javier Sánchez, López Baz y Calleja, Alberto Kalach, Miquel Adrià y Mauricio Rocha | Obra Negra, Tomás Casademunt, Textos Jaime Soler Frost, Arquine, México, 64 páginas, 2013.

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Obra Negra

Alambres, blocks, bovedillas, castillos, cementante, cemento, encofrados, grava, gravilla, polvo, varillas, vigas… Aparecen siluetas que doblan el brazo y lanzan maldiciones, o lo alargan y, batuta en mano, dirigen la obra… Hay otros vanos que no llevan a ningún lado, sólo (y no es poco) a la luz, peldaños inacabados que descienden a la oscuridad, planos de cemento con manchas de lo mismo pero aún más fresco, retículas, mallas, redes de hierro, algunas cóncavas, suspendidas, como diagramas del espacio que se pliega sobre sí mismo, escaleras industriales y su sombra casera. Hay los encuentros de blancos, grises y negros, en hierro, madera o mezcla, mas sombras, reflejos, brillos, contraluces, una pala clavada en lo que podría llegar a ser piedra, cruces, y luego huellas, la de una carretilla, las de muchas botas.

Dicen que la obra negra es sólo una etapa, a la que siguen la gris y la blanca, como si de magos de la Tierra Media se tratara; que es una especie de arqueología inversa, en la que se siembra lo que quedara oculto, cubierto, disfrazado, los fundamentos de esa labor futura cimentados en esta otra excavación primera. No vemos ningún objeto reconocible, fuera de la pala, una escalera, sólo los materiales en su crudeza y en su suma y mezcla, definiendo estructuras. No hay un entorno, mas allá de la obra misma. Intuimos el peligro y los riesgos cotidianos, pero no vemos tampoco amuletos, supersticiones, creencias, rezos, señales, mucho menos altares.

Jaime Soler

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Obra negra es una serie fotográfica de Tomás Casademunt que sintetiza una plástica de la construcción arquitectónica, mediante su registro en obras de los arquitectos Andrés Casillas, Javier Sánchez, López Baz y Calleja, Alberto Kalach, Miquel Adrià y Mauricio Rocha.

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