Resultados de búsqueda para la etiqueta [Albert Frey ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Tue, 14 Nov 2023 14:25:58 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Gasolinera, arquitectura y ciudad https://arquine.com/gasolinera-arquitectura-y-ciudad/ Tue, 21 Dec 2021 07:23:52 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/gasolinera-arquitectura-y-ciudad/ Un breve estudio nos haría conscientes del desastre que los automóviles y la infraestructura que requieren han generado en el diseño urbano, de cara a las personas que caminan, y eso sin importar si se trata de un diseño genérico o de la obra de un autor prestigiado. Algo querrá decir sobre el sometimiento de ya más de un siglo de nuestras ciudades al automóvil.

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Entre muchas otras cosas, debo a mi hermano mayor el hacerme ver el trabajo de Edward Hopper (1882–1967), artista estadounidense conocido por retratar de la vida en su país. Años más tarde, en una retrospectiva en el Museo Whitney de Nueva York en el 2006, me sorprendió ver sus anotaciones sobre los colores que veía en los bosquejos que antecedían a una pintura. Ya con el catálogo en casa, me llaman la atención un par de pinturas que muestran, casi de reojo, gasolineras en las afueras de la ciudad. En el cine hemos visto infinidad de escenas de esa vida suburbana de los Estados Unidos, donde el automóvil es la base y el ejemplo de las aspiraciones de una familia moderna.

 

Como pasa muchas veces, la curiosidad sin rumbo me llevó a encontrarme con el trabajo fotográfico de Matt Barnes, que retrata gasolineras mostrando su iluminación como un hecho estético, más allá de las implicaciones de estos edificios en las ciudades.

Algunas gasolineras han sido diseñadas por personajes reconocidos en la arquitectura. Arne Jacobsen, por ejemplo, diseñó una que fue fotografiada por Martin Liebscher. Frank Lloyd Wright, Willem M. Dudok, Albert Frey y hasta Ludwig Mies van der Rohe también diseñaron gasolineras. En la de Mies, en Montreal, llenábamos el tanque durante un viaje, cuando estaba en los primeros años de la carrera y ni siquiera sabía quién era el famoso arquitecto.

Hace pocos años, mientras estaba dando un curso en la ciudad de Chihuahua, me llevaron a una gasolinera hecha por el arquitecto Luis Aguilera Marín (1936–2014). Un techo en catenaria, que hace pensar en el trabajo de Félix Candela.

Decidí dibujar junto con las alumnas y los alumnos de la universidad diversas gasolineras y su relación con la ciudad, mediante diagramas de movilidad, al tiempo que dibujábamos algunas de aquellas diseñadas por arquitectos reconocidos. Sorprende —o quizá no tanto— que ni en las de diseño anónimo ni en las de autor hay atención alguna a las personas que caminan, como si sólo el movimiento del automóvil fuera importante. El breve estudio nos hizo más conscientes del desastre que los automóviles y la infraestructura que requieren han generado en el diseño urbano, de cara a las personas que caminan, y eso sin importar si se trata de un diseño genérico o de la obra de un autor prestigiado. Algo querrá decir sobre el sometimiento de ya más de un siglo de nuestras ciudades al automóvil.

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Una casa lleva a la otra https://arquine.com/una-casa-lleva-a-la-otra/ Wed, 14 Jul 2021 23:57:18 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/una-casa-lleva-a-la-otra/ Una serie de casas a las que se entra desde un espacio vacío y cubierto por la propia casa, con pequeñas variaciones. No siempre está totalmente vacío, pues a veces, quizá por el clima, aparecen ciertos espacios que he llamado cápsulas de acceso, como mediadores entre el interior y el exterior cubierto.

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Al visitar el parque Ibirapuera en Sao Paulo, que Oscar Niemayer y Roberto Burle Marx diseñaron para las conmemoraciones del IV centenario de la ciudad, en 1954, nos encontramos con un enorme techo que parece no techar nada. Charles Eames dijo que la arquitectura debía ser un marco para la vida y el trabajo y que la buena arquitectura permite que sucedan varios programas. Eso es lo que pasa bajo ese enorme techo.

Al ver una fotografía de la casa que Kenzo Tange construyó para sí mismo en Setagaya, Tokio, en 1951, podemos reconocer el pasado de la cultura japonesa: las estructuras de madera, los muros de papel, las techumbres. El espacio es completamente moderno, aunque en base el módulo del tatami. La casa es pequeña, como muchas en Japón. El nivel vacío también es muy bajo, casi se puede alcanzar levantando el brazo. Cuando terminé de dibujar la casa de Tange, empecé a buscar otras con la misma lógica: acceder a la casa a través de un espacio vació y una circulación vertical.

 

Había dibujado ya la casa de Lina Bo Bardi en Sao Paulo. Busqué otras y encontré la de Luigi Figini. Encontré algunos dibujos que mostraban las alturas, pero no las medidas entre ejes. A diferencia de la casa de Tange, para llegar al primer nivel hay que subir una escalera larguísima, sin descanso de por medio. ¿Cómo hacer para subir algo cargando? Seguramente habría alguien encargado del servicio que lo hiciera. ¿Cómo vivían sus habitantes ahí hace ya casi cien años? La casa tiene muchas terrazas y un chapoteadero con hamaca; un jardín que es una pequeña selva para los pájaros que la ocupan. “En 1950 —escriben Anna Martínez y Fabiola Meignen—, tras quince años habitando en la casa del Barrio de los periodistas de Milán, Luis Figini publica el libro L’elemento verde e l’abitazione. En el tratado, que edita Domus, el autor recorre, en un discurso poético, la historia del hombre y de la arquitectura en relación con la naturaleza: el verde, el agua, el sol, el cielo, para finamente sistematizar las soluciones arquitectónicas para la introducción del verde en la vivienda urbana.”

Está también la Unicámara de Habitación, con un dibujo maravilloso de Moisei Guinzburg —arquitecto ruso de la época constructivista—  pues no fue construida. Encontré un par de fotos de la unidad de vivienda “ciudad verde”, de su frente y de la parte posterior, y unos pequeños dibujos que mostraban el desarrollo para ir completando la unidad. Y la Canvas house, de A. Laurence Kocher, diseñada junto con Albert Frey en 1932, o la casa Biggs, de Paul Rudolph, de 1956 —hoy demolida desgraciadamente. A todas se entra desde un espacio vacío, con pequeñas variaciones. No siempre está totalmente vacío, pues a veces, quizá por clima, aparecen ciertos espacios que he llamado cápsulas de acceso, como mediadores entre el interior y el exterior cubierto.

Unicámara de Habitación, Moisei Guinzburg

Unidad de vivienda

Tras varias casas dibujadas pensé que era tiempo de ir al origen o, al menos, uno de los orígenes más conocidos: la villa Savoye, síntesis de sus cinco puntos para una nueva arquitectura. El concreto, como “nuevo” material de construcción, permite la separación de estructura y muros; los muros no cargan por lo que da la posibilidad de una planta libre y de fachadas igualmente libres; la ventana corrida marca que los muros de fachada no cargan y la terraza en la azotea sustituye el terreno que la casa, levantada en pilotes, cubre.

 

Así, una casa lleva a la otra en una serie que, como una colección interesante, aún sigue abierta.

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Reliquias del futuro https://arquine.com/reliquias-del-futuro/ Sat, 14 Nov 2015 20:21:43 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/reliquias-del-futuro/ En 1987, Paul Goldberger escribió acerca de la casa Aluminaire, construida en 1931: "mientras el modernismo se convierte claramente en un periodo histórico, veremos cada vez más casos de arquitectura moderna que requiera ser rescatada, como la casa Aluminaire, un edificio en todo sentido digno de nuestra atención y de nuestra protección. Merece permanecer, no sólo como un objeto, sino como una reliquia de una era en la que el modernismo representaba más que pureza: honestidad. El símbolo perdido de la fe." Tal vez, invirtiendo esa última frase, haya que decir: símbolos de una fe perdida.

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En abril de 1931 se presentó en Nueva York, como parte de una exposición realizada en conjunto por Allied Arts and Industries y la Architectural League, la casa Harrison, descrita por Henry-Russell Hitchcock y Philip Johnson, en su libro The International Style, como “una casa experimental con un esqueleto de aluminio y muros más delgados de lo que permiten los reglamentos de construcción.” La casa la diseñaron Lawrence Kocher en sociedad con Albert Frey. Kocher nació en 1885 en San José, California y se graduó en la Universidad de Stanford en 1909 y luego, entre 1910 y 1912, estudió en el MIT. Después entró como profesor en la Universidad del Estado de Pensilvania, llegando a estar a cargo del Departamento de Arquitectura. Entre 1928 y 1938, Kocher fue el editor en jefe de la revista Architectural Record. Un año antes de la casa de aluminio, Kocher había diseñado junto con Gerhard Ziegler una oficina también experimental, incluyendo el mobiliario. La casa de aluminio, originalmente llamada Aluminaire House, fue patrocinada por fabricantes y contratistas buscando mostrar lo que se podía hacer con los nuevos materiales a su disposición. Joseph Rosa escribió que fue “uno de los más tempranos ejemplos de arquitectura moderna en la costa Este y la primera estructura moderna diseñada por un discípulo de Le Corbusier.”

future

Albert Frey nació el 18 de octubre de 1903 en Zürich, Suiza. Tras recibirse como arquitecto en el Instituto de Tecnología de Winterthur, en 1924, viajó a Bruselas y en 1928 a París, donde entró a trabajar al taller de Le Corbusier y Pierre Jeanneret, donde trabajó en el proyecto de la Villa Savoya. En 1930 viajó a Nueva York, donde conoció a Kocher. En 1934 se mudó a Palm Springs, donde trabajó prácticamente el resto de su vida, hasta su muerte el 14 de noviembre de 1998. En Palm Springs, Frey construyó más de 200 proyectos entre casas y edificios públicos o de servicio. Las construcciones ligeras y transparentes que diseñó Frey, el “padre del modernismo del desierto,” más que contrastar se funden, casi literalmente, con el paisaje.

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De la casa Aluminaire, Rosa dice que se construyó en menos de diez días, utilizando sólo aluminio y acero ligero, y que fue pensada como un prototipo de vivienda de bajo costo y producción masiva. En un artículo que publicaron Kocher y Frey en Architectural Record mostraban un conjunto de casas Aluminaire dispuestas de manera similar, dice Rosa, al conjunto de casas que Le Corbusier diseñó en Pessac, a las afueras de Burdeos, en 1925. Tras la exhibición, la casa fue comprada por el arquitecto Wallace K. Harrison, en mil dólares. Se desmontó y se volvió a armar en Long Island donde Harrison la usó como casa de fin de semana —por eso en el libro de Hitchcock y Johnson aparece como casa Harrison. Rosa cuenta que volver a ensamblar la casa fue más lento y costoso que la primera vez: las piezas de aluminio que cubrían las fachadas se dejaron a la intemperie y una lluvia borró los números y marcas que indicaban su posición: armar la casa se volvió un rompecabezas. La Aluminaire se volvió a mover de lugar en 1940. Harrison murió en 1981, y en 1986 el nuevo dueño de su propiedad pidió un permiso para demoler la casa de aluminio. El 8 de marzo de 1987, Paul Goldberger escribió en el New York Times un artículo que hablaba sobre el riesgo de que ese “ícono del modernismo” desapareciera para siempre. Goldberger contaba que un par de años antes, en 1985, una casa diseñada por Pierre Chareau —famoso por su Casa de Vidrio en París— para el pintor Robert Motherwelll en 1946, había sido demolida y esperaba que la casa Harrison o Aluminaire no corriera la misma suerte. En 1988 la casa fue desmantelada gracias a una beca de la Oficina de Parques, Recreación y Preservación Histórica de Nueva York. Frances Campani y Jon Michael Schwarting, junto con algunos de sus alumnos, se hicieron cargo de estudiar la casa durante seis meses. Pero la casa ha permanecido desarmada en una bodega desde entonces. A principios del 2015 se anunció que por fin, con un costo de unos 600 mil dólares, la casa sería reensamblada, ahora en Palm Springs, la ciudad donde Frey construyó la mayor parte de su obra. Se espera que esté terminada en el 2016. En su texto de 1987, Goldberger escribió:

Mientras el modernismo se convierte claramente en un periodo histórico, veremos cada vez más casos de arquitectura moderna que requiera ser rescatada, como la casa Aluminaire, un edificio en todo sentido digno de nuestra atención y de nuestra protección. Merece permanecer, no sólo como un objeto, sino como una reliquia de una era en la que el modernismo representaba más que pureza: honestidad. El símbolo perdido de la fe.

O, tal vez, invirtiendo esa última frase, haya que decir: símbolos de una fe perdida.

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