Resultados de búsqueda para la etiqueta [acupuntura urbana ] | Arquine Revista internacional de arquitectura y diseño Fri, 08 Jul 2022 07:32:45 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.3 Estrella Térmica https://arquine.com/obra/estrella-termica/ Mon, 02 Nov 2020 13:00:19 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/obra/estrella-termica/ La Estrella Térmica es un ensayo climático urbano, laboratorizado para una nueva plaza delimitada de la ciudad de Murcia. Este ensayo climático permite ponerle aspecto al llamado ‘efecto isla de calor” que sufren los núcleos muchos urbanos.

El cargo Estrella Térmica apareció primero en Arquine.

]]>
 

 

La Estrella Térmica es un ensayo climático urbano, laboratorizado para una nueva plaza delimitada de la ciudad de Murcia. Este ensayo climático permite ponerle aspecto al llamado ‘efecto isla de calor” que sufren los núcleos muchos urbanos. El proyecto busca el disfrute del espacio público a través de esta arquitectura de ‘acupuntura urbana’ dentro de las propuestas de ADN Urbano del Ayuntamiento de Murcia, encontrando en un destartalado cruce de calles la oportunidad para conseguirlo. Se propone pues, un nuevo espacio estancial de temporada, uno para el verano y otro para el invierno, una nueva plaza climática para el disfrute vecinal.

En la estrategia de diseño se prioriza el soleamiento para cada estación y se diseña intencionadamente un pavimento de verano blanco que repele la radicación solar, haciéndolo más fresco en la zona Sur, y enfrentado en la zona opuesta se diseña el pavimento de invierno más cálido y de color negro con el fin de absorber más la radiación solar. Estos dos espacios de verano e invierno están enmarcados con una forma de estrella de pintura termocromática, estrella vinculada a las estéticas del Pop Art de Roy Lichtenstein o Takashi Murakami.

sdr

El objetivo tecnocientífico de esta Estrella Térmica es que baliza y refuerza este efecto de calor, ya que esta pintura desaparece a partir de los 26º, es decir, cuando los humanos empezamos a percibir calor se vuelve transparente aclarando las zonas oscuras para reducir la incidencia solar, con lo cual la Estrella Térmica transparenta y muestra el aspecto que tiene la temperatura y evidencia su importancia en el diseño urbano.
Numerosos estudios demuestran que cambiando el color de las superficies horizontales urbanas se puede reducir hasta un 50% del calor de la ciudad y como consecuencia el ‘efecto isla de calor’, es por ello que esta Plaza Climática acerca a los ciudadanos al estado de emergencia climática en el que estamos inmersos y permite disfrutarla de forma diferente en sus dos estados extremos.

dav

OLYMPUS DIGITAL CAMERA


El cargo Estrella Térmica apareció primero en Arquine.

]]>
Las ventanas rotas https://arquine.com/las-ventanas-rotas/ Mon, 11 Feb 2013 16:13:45 +0000 https://des.dupla.mx/arquine/migrated/las-ventanas-rotas/ La problemática de la seguridad debe ser parte de la normativa urbanística y de los retos iniciales del proyecto, la arquitectura y la obra pública. Las imposibilidades actuales desafían a exigir e innovar desde otras lógicas, con mayor participación y menos especulación.

El cargo Las ventanas rotas apareció primero en Arquine.

]]>
¿Un buen espacio público puede inducir comportamientos sociales y hacer más segura una ciudad? Algunos sostienen que reparar rápido las “ventanas rotas” y volver a pensar la calle son la mejor política preventiva. En 1969, Philip Zimbardo, profesor de la Universidad de Stanford, realizó un experimento en el marco de sus investigaciones sobre psicología social. Estacionó un automóvil sin patente con el cofre levantado en una calle del Bronx de Nueva York; y otro similar en una calle del barrio de Palo Alto, California. El automóvil del Bronx fue atacado en menos de diez minutos. Su  aparente estado de abandono habilitó el saqueo. El automóvil de Palo Alto no fue tocado por más de una semana. Luego Zimbardo dio un paso más, rompió una ventana con un martillo. De inmediato los transeúntes comenzaron a llevarse cosas. En pocas horas, el auto había sido totalmente deteriorado. En ambos casos muchos de los saqueadores no parecían gente peligrosa.

La experiencia, que derribó más de un prejuicio, habilitó que los profesores de Harvard George Kelling y James Wilson desarrollaran en 1982 la Teoría de las Ventanas Rotas: “Si una ventana rota se deja sin reparar, la gente sacará la conclusión que a nadie le importa y que el lugar no tiene quien lo cuide. Pronto se romperán más ventanas, y la sensación de descontrol se contagiará del edificio a la calle, enviando la señal de que todo vale y que allí no hay autoridad”. A raíz de ello, Kelling fue contratado –mucho antes de Rudolph Giuliani y sus controvertidas políticas de “tolerancia cero”– como asesor del metro de Nueva York, donde reinaba la inseguridad y el delito. Su primer desafío fue convencer al progresista alcalde de la ciudad, el demócrata Ed Koch, que la solución no era poner más policía y hacer más arrestos, como la mayoría reclamaba, sino limpiar e impedir sistemáticamente los grafitis en los vagones, hacer que todo el mundo pague su boleto, y erradicar el vagabundeo.

Pese a la lluvia de críticas, la transformación del Metro de Nueva York comenzó mediante símbolos y detalles concretos, pero muy visibles, que restablecían el orden y la autoridad. Hasta el afamado diseñador Massimo Vignelli, autor de la señalética, resolvió invertir los colores de sus carteles a tipografía blanca sobre fondo negro para desalentar a los graffiteros. Hoy es un modelo de espacio público seguro y eficiente; y un emblema que los neoyorquinos no están dispuestos a volver a poner en riesgo. La idea es sencilla pero poderosa: las malas costumbres se contagian rápido; pero las buenas, con esfuerzo y continuidad, pueden desplazarlas. ¿Cuántas cosas a nuestro alrededor están en estado crítico por nuestra indiferencia ante el primer síntoma de que algo no estaba bien? ¿Cuántas ventanas rotas vemos por día? Se trata de marcar los límites y evidenciar malas prácticas y hábitos con estrategias situacionales y preventivas que involucren tanto a las autoridades como a la comunidad en una resolución participativa de los problemas. Pero también reivindicar el rol del Estado en la regulación y control de un ámbito donde siempre debe privilegiarse el interés general por sobre cualquier apropiación particular –pequeña o grande– por más justificada que sea. A diferencia de lo que muchos sostienen desde una errónea perspectiva libertaria, la convivencia democrática en el espacio público exige restringir la libertad individual para maximizar su buen uso y el disfrute colectivo.

Algunas de las ciudades más exitosas en esta materia han salido de sus espirales de deterioro conjugando la planificación proactiva con alta calidad de diseño, materiales y construcción;  sumado a la instalación de una cultura de la higiene urbana y el mantenimiento constante; o como le gusta decir al ex-alcalde de Curitiba, Jaime Lerner: “obsesión por la acupuntura urbana”. Una de las primeras en señalar estas cuestiones fue Jane Jacobs, famosa y polémica militante por los derechos civiles en Nueva York. Inicialmente ridiculizada por los tecnócratas del urbanismo moderno, hoy es reivindicada y citada hasta por el propio presidente Obama. En su libro Muerte y vida de las grandes ciudades (1962) rescata las ricas preexistencias de la ciudad multifuncional, compacta y densa, donde la calle, el barrio y la comunidad son vitales en la cultura urbana. “Mantener la seguridad de la ciudad es tarea principal de las calles y las veredas”. Para ella una calle segura es la que propone una clara delimitación entre el espacio público y el privado, con gente y movimiento constantes, manzanas no muy grandes que generen numerosas esquinas y cruces de calles; donde los edificios miren hacia la acera para que muchos ojos la custodien. Como plantea la ONU: “El futuro de la humanidad y del planeta depende de tener mejores ciudades”. Sabemos que replegarnos al espacio privado, o huir al insustentable urbanismo difuso de las periferias no es solución y agrava el problema. Nuestra “calidad de vida” no puede depender de ghettos custodiados por murallas, alarmas y ejércitos privados. Por eso reducir la inseguridad y los niveles de temor es tan prioritario como hacerlas más eficientes, integradas y creativas. Debemos volver a mirar al espacio público como el corazón de la vida moderna; su diseño, su uso, su gestión y nuevas funciones. Invertir nuestra habitual lógica proyectual y definir los sólidos solo a partir de una clara toma de partido sobre que vacíos queremos.

Desde allí, repensar la calle, la plaza, el parque; el arbolado y el paisaje urbano, aquello que nos permite construir identidad y experimentar el encuentro, el intercambio y la diferencia. “Un sitio se hace lugar solo cuando nos apropiamos culturalmente de él”, diría Heidegger. Recientes investigaciones demuestran que estas correspondencias entre diseño urbano, comunidad y espacio público son complementos ideales para la implementación de una política de seguridad consistente. Bill Hillier, profesor de la Universidad de Londres, desde su Laboratorio de Sintaxis Espacial, investiga y mapea los flujos entre delito, lugares y población. Millones de datos relevados y años de análisis le han permitido concluir, igual que Jacobs, que la ciudad compacta y densa es más segura que los barrios residenciales de baja densidad. Las zonas especializadas o mono-funcionales con poca presencia de viviendas –que pierden vitalidad y peatones a cierta hora– tampoco son recomendables. La calle vuelve a ser clave y recomienda anchos acotados -no sobredimensionarla- y tejido compacto mediante edificios que conformen una grilla con buena densidad poblacional. Las torres exentas con rejas o paredones hacia la calle y los shoppings endogámicos que se aíslan del espacio público, no ayudan.

Lo ideal: manzanas con comercios en planta baja y  edificios de departamentos en los pisos superiores, conformando calles y barrios animados y heterogéneos que mezclen distintos tipos de gente y actividades; desde educativas, culturales, e institucionales, hasta comerciales, turísticas y productivas ambientalmente compatibles. La problemática de la seguridad debe ser parte de la normativa urbanística y de los retos iniciales del proyecto, la arquitectura y la obra pública. Las imposibilidades actuales desafían a exigir e innovar desde otras lógicas, con mayor participación y menos especulación. Tal vez desterrar lo que Luis Fernández-Galiano denomina arquitectura urbicida, aquella que responde más al ego y/o a una oportunidad de negocio que a hacer mejor ciudad, sea un buen comienzo.

contraste BsAs71 OLYMPUS DIGITAL CAMERA veredas2 subte-graffities-parabuenosaires15 subte-graffities-parabuenosaires

*Arquitecto y urbanista. Profesor Titular Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.

El cargo Las ventanas rotas apareció primero en Arquine.

]]>