El cargo La exposición excepcional apareció primero en Arquine.
]]>“En los estudios de Bourdieu de hace ya varias décadas se afirmaba que aquellas muestras de arte más experimental estaban copadas por el círculo de iniciados, que podían “comprender”, por decirlo de alguna manera, todo lo que allí se exponía y se comunicaba. Era un coto cerrado. En la actualidad esto ha cambiado sustancialmente y la razón en mi opinión no está en una aproximación de otros grupos sociales al arte más vanguardista y experimental, sino más bien a la idea del “espectáculo”. Hemos pasado del elitismo al espectáculo. Debemos reflexionar con calma sobre el alcance de todo ello y si realmente estamos avanzando o engañándonos.”
Museos de arte. El enigma del visitante
Juan Carlos Rico
“La programación de las Unilever Series en la sala de turbinas de la Tate es, en su colosal sobredimensionamiento el más señalado dispositivo que la época ha venido a construir para consagrarlo a este incongruente ritual de oscilación paranoide entre un dinamismo y su contrario, entre una forma de experiencia y su contraria. Todo lo que en ellas se presente deberá alcanzar unos niveles de seguimiento suficientemente elevados- y para ello, entretener. Asegurando así su plena incrustación exitosa en el seno de las muy competitivas industrias del entretenimiento.”
Nuevas economías del entretenimiento: el efecto Tate
El cristal se venga
José Luis Brea
En los últimos meses, leyendo a Juan Carlos Rico (doctor en arquitectura y conservador de museos) y a José Luis Brea (crítico de arte y comisario independiente), a quienes les he robado un par de fragmentos para empezar esta breve reflexión, me he topado con el concepto de la industria cultural del espectáculo. Por deformación profesional, como escenógrafa, asocio el concepto de espectáculo al acto teatral, donde un actor hace una acción y un espectador lo observa. Pero en el caso de los dos autores que cito, se refieren al espectáculo dentro de la exposición, de la instalación museográfica.
Tanto Rico como Brea ponen como ejemplo el proyecto de las Unilever Series de la Tate Modern en Londres. Una propuesta que duró una década y donde cada año se invitó a un artista para hacer un proyecto específico para la Sala de las Turbinas. Los artistas invitados desde el nacimiento de esta serie de exposiciones en el año 2000 fueron Louise Bourgeois, Juan Muñoz, Anish Kapoor, Olafur Eliasson, Bruce Nauman, Rachel Whiteread, Carsten Höller, Doris Salcedo, Dominique González–Forester, Miroslaw Balka y Ai Wei Wei. Todos ellos artistas reconocidos mundialmente que interpretaron de formas muy distintas el enorme espacio industrial que ocupa la Sala de las Turbinas y revolucionaron la percepción del arte contemporáneo. En la actualidad, y hasta 2025, quien se encarga de patrocinarlo para que los artistas sigan haciendo proyectos site-specific es la Hyundai Commission. En 2015 el artista invitado fue Abraham Cruzvillegas y este año le toca a Philippe Parreno.
Regresando a lo que comentan Rico y Brea, es verdad que los proyectos realizados en el hall de la Tate Modern son espectaculares, pero no me convence el aire despectivo con el que mencionan que es un espectáculo que sólo sirve para entretener.
Es cierto que, por ejemplo, el The Weather Project de Olafur Eliasson –octubre 2003 a marzo 2004– fue espectacular y mucha gente iba sólo a pasar el rato en el hall de la institución cultural sin entrar a ver las otras exposiciones; pero estoy convencida que será difícil de borrar de la memoria de los que lo visitaron. Eliasson creó una atmósfera con un sol gigante (un semicírculo reflejado en el techo) en la que los londinenses pasaron sus tardes y aprovecharon el sol artificial que estuvo abierto a un público que huía del exterior en los meses más fríos del año. No se tenía que ser un erudito del arte para entender la instalación por lo que cualquiera podría ir a disfrutarla.
Para el espectador, visitar un espacio donde la experiencia trasciende las fronteras de lo cotidiano para encontrarse con una experiencia vivencial como la que creó el artista danés en Londres, es una razón de peso para entrar al museo, o para volver aunque ya lo conozca y evitar la pregunta “¿para qué volver si ya he ido?”.
Independientemente de si es espectáculo o entretenimiento, vale la pena que existan proyectos como este, que no son ni permanentes ni temporales sino que son excepcionales, donde la visita va más allá de si lo que se va a ver es arte o no. Lo que uno se lleva es la experiencia. Su experiencia.
El cargo La exposición excepcional apareció primero en Arquine.
]]>El cargo Nociones de autoconstrucción apareció primero en Arquine.
]]>La concepción de lo auto-construible se puede entender como un acto que parte de la nada y se expande constantemente, donde se piensa que la tierra es habitable y se toma – casi siempre de manera ilegal –, pero que cumple con las necesidades de los individuos en ese preciso instante. Es donde los resultados pueden ser catastróficos para unos o interesantes como laboratorios de observación y estudio para otros; Así se debaten antropólogos, sociólogos, urbanistas, arquitectos, y más allá los artistas, como bien lo expuso el crítico e historiador de arte Hal Foster: “el artista considera la cultura como un texto a interpretar y de la mano de los estudios culturales se sirve de las herramientas del arte para incursionar en terrenos ajenos, en el terreno del otro e indagar acerca de las posibles relaciones entre la cultura y las prácticas artísticas”.
En este caso, Abraham Cruzvillegas, artista mexicano cuyo trabajo ha sido expuesto en la Tate Modern, el New Museum de N.Y., en distintas bienales de arte, como la de Mercosur o la Habana, y que este año presentó su trabajo en el Museo Experimental El Eco – diseñado por el arquitecto Mathias Goeritz –, es quien, desde 2009, ha ido elaborando diversas percepciones sobre la autoconstrucción. Su experiencia comienza al vivir la expansión desacelerada de la Ciudad de México de los años 70. Su familia se ubicó en lo que eran las afueras del sur de la ciudad y fue apropiándose de lo que aparentemente no tenía dueño hasta que, con los años, el proceso se fue haciendo colectivo y expansivo creando colonias y barrios. Su trabajo van desde lo material, coleccionando herramientas y utilizando los elementos del lugar, hasta pensar en la noción de los inconcluso – “lo definitivamente no terminado” de Marcel Duchamp, como Cruzvillegas lo plantea – de manera en que éstas construcciones autogestoras están a la espera de algo más, teniendo así una identidad inacabada; la casa que espera un nuevo nivel y que se va generando dependiendo de las necesidades humanas. De algo material – la casa – hasta definir lo inmaterial, algo llamado identidad que al parecer no termina de construirse, como la propia casa en autoconstrucción. Es curioso como un artista mexicano plantea preguntas que definen la situación constante de los panoramas a los que nos afrontamos y los lleva a la experimentación multicultural realizando ejercicios parecidos en otros contextos –Londres o Paris – o bien experimenta con otros soportes – música y video –. Aquí podríamos preguntarnos ¿dónde queda nuestra posición arquitectónica? ¿estamos descifrando bien este texto que la sociedad escribe? O simplemente estamos creando cadáveres exquisitos. Pongámonos bien los lentes y leamos atentos, al menos para realizar experimentos en estos laboratorios donde se auto-construyan nuevos discursos arquitectónicos o bien de identidad. Leamos.
El cargo Nociones de autoconstrucción apareció primero en Arquine.
]]>