Columnas Archivos | Arquine https://arquine.com/categoria/columnas/ Revista internacional de arquitectura y diseño Thu, 16 Oct 2025 21:09:42 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.3 El esplendor y el drama de los multifamiliares https://arquine.com/el-esplendor-y-el-drama-de-los-multifamiliares/ Thu, 16 Oct 2025 21:09:07 +0000 https://arquine.com/?p=99654 “Y esa mala acción de separar a dos seres que se quieren, la tienen que pagar muy caro. ¿Y saben dónde estará su castigo? En la propia capital que golpea muy duro a los pueblerinos. Si no hay más que leer el periódico para adivinar lo que les espera. Ya me los imagino, como si […]

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“Y esa mala acción de separar a dos seres que se quieren, la tienen que pagar muy caro. ¿Y saben dónde estará su castigo? En la propia capital que golpea muy duro a los pueblerinos. Si no hay más que leer el periódico para adivinar lo que les espera. Ya me los imagino, como si los estuviera viendo, en esa maldita ciudad. Tres millones de seres que se debaten entre la maldad, los vicios, las ambiciones y las miserias. Ya los veo formando parte de la familia burocrática. Vivirán en uno de esos edificios multifamiliares donde en cada vivienda se desarrolla un drama. El de ustedes causará pena”.

Así criticaba Ismael Rodríguez la modernidad de la Ciudad de México en Maldita ciudad (un drama cómico) (1954), donde la familia de un médico deja el terruño para instalarse en la urbe y especialmente en el Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA). El ingenioso filme, que narra un impetuoso guionista, muestra imágenes de la obra de Mario Pani, el arquitecto también a cargo del Centro Urbano Presidente Juárez y del Conjunto Urbano Presidente Adolfo López Mateos Nonoalco Tlatelolco.

Casi en un afán didáctico, en Maldita ciudad Betty (Luz María Aguilar) le presenta a Virginia (Martha Mijares) el CUPA: botica, tienda de ropa, el correo, el mercado y la alberca. Todo sin salir de ahí. A Virginia le impresiona y espanta la idea por igual. “¿Sin salir?”, dice. Esa era la prospectiva de Pani, que los habitantes tuvieran todos los servicios a la mano, es decir, una ciudad dentro de otra. Interesante idea en la que, según el creador fílmico, el multifamiliar también produce encierro, probablemente el castigo al que se refiere el narrador de la cinta, donde los migrantes abandonan la amplitud de la tierra de origen por las paredes de los departamentos, los corredores y las vueltas del zigzag que forman los edificios. 

El CUPA ha aparecido en otras ficciones como La bienamada (1951) de Emilio Fernández, donde se instalan los recién casados Roberto Cañedo y Columba Domínguez. Ya se ha escrito al respecto. Del Centro Urbano Juárez, en cambio, se ha dicho poco. Curiosamente, Martha Mijares es la actriz que para la historia quedó vinculada a los multifamiliares. De breve carrera, Mijares encarnó al arquetipo de la jovencita perspicaz en películas como El caso de una adolescente (1958) y Quinceañera (1960).

En Con quién andan nuestras hijas (1956), Mijares hace de Alicia, la hermana menor de Silvia Derbez (Isabel). Enfrentadas por el drama de la rivalidad, pues Alicia está enamorada del novio de Isabel, viven con sus padres en el multifamiliar Juárez, que aparece en su esplendor en unas imágenes con Mijares al frente. Es la secuencia del filme de Emilio Gómez Muriel en la que Alicia discute con el bribón que también la va a enamorar. A diferencia del CUPA, la unidad Juárez de la colonia Roma sur tenía un aire más artístico debido a los murales de Carlos Mérida en la fachada de los edificios, distribuidos en el enorme terreno donde antes estuvo el Estadio Nacional de México. 

La disposición de los bloques, de diferente tamaño —los más altos eran de trece pisos—, permitía una amplitud inédita hasta entonces por la que incluso cruzaba la misma ciudad. En la extensión hacia el sur de la calle Orizaba, que hoy se llama Toluca, había un paso a desnivel para cruzar debajo de un cuarteto de edificios de siete pisos. El multifamiliar Juárez estaba rodeado de grandes áreas despejadas, sus edificaciones formaban un conjunto geométrico aireado, opuesto al CUPA, que se dañó con el terremoto de 1985.

En Mariana, Mariana (1987), en la escena en la que Carlos y Jim van al cine, acompañados por la hermana del primero y su novio —un joven y apenas reconocible Roberto Palazuelos—, se recupera un reportaje de la inauguración del multifamiliar Juárez. Son apenas unos segundos, antes de la función en el cine Hipódromo, en los que se ve en la pantalla a un grupo de gente —entre ella es probable que aparezca Miguel Alemán, todavía presidente de México en 1952, año en el que se inauguró la unidad, y que asistió al evento junto con Esteban García de Alba, director de la Dirección General de Pensiones del ISSSTE, institución promotora del diseño y construcción del multifamiliar— caminando entre los edificios, que intentaron resolver el tema de la habitación popular de los burócratas.

La sentida adaptación de Alberto Isaac de Las batallas en el desierto (1981) de José Emilio Pacheco, también da cuenta de la triste transformación de la ciudad, luego del devastador terremoto que afectó tantas construcciones y reveló malas prácticas de diversa índole, entre ellas arquitectónicas. Cuando Carlos regresa a México, ya de adulto, uno de sus amigos de la infancia le dice que el temblor cambió todo y que incluso se demolió el multifamiliar Juárez. El director intercala escenas de edificios que colapsan y que recuerdan las imágenes que, en su día, dieron cuenta en los noticieros de la demolición de gran parte de la unidad, construida sobre un terreno cuya solidez no soportó el sismo.  

Hoy al multifamiliar Juárez lo componen nueve edificios, eran los más bajos del conjunto, de cuatro pisos; seis corresponden, por el lado sur, a la calle Huatabampo, cerca de la estación del metro Centro Médico, y por el norte a la calle Antonio M. Anza. Tristemente, lo que fue un espacio extenso y abierto, hoy está enrejado, con un aspecto constreñido, casi lúgubre. Es difícil imaginar el esplendor funcionalista y especialmente el de sus habitantes originales. 

Para ver al multifamiliar Juárez en su apogeo hay que volver a la imagen de Martha Mijares, siempre adolescente, evergreen, con el discreto asomo de los murales de Carlos Mérida a su espalda. Es el cine como testigo involuntario quien capturó lo que ya no existe, y quien encapsuló en sus imágenes el pasado, ensayo utópico de su repetición que siempre vuelve cada vez que se proyecta o reproduce la película.    

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Porosidades: cine, ciudad y arquitectura https://arquine.com/porosidades-cine-ciudad-y-arquitectura/ Wed, 15 Oct 2025 17:00:12 +0000 https://arquine.com/?p=99626 Entre Benjamin, Sorrentino y la vida latinoamericana Walter Benjamin observaba la ciudad como un organismo poroso. Para él, el umbral no era frontera, sino respiración. La casa y la calle se tocaban, se reconocían. Los interiores no se cerraban del todo, sino que se abrían al mundo que los rodeaba. La vida se filtraba, se […]

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Entre Benjamin, Sorrentino y la vida latinoamericana

Walter Benjamin observaba la ciudad como un organismo poroso. Para él, el umbral no era frontera, sino respiración. La casa y la calle se tocaban, se reconocían. Los interiores no se cerraban del todo, sino que se abrían al mundo que los rodeaba. La vida se filtraba, se cruzaba, se multiplicaba en los bordes.

Nápoles, tal como la filma Paolo Sorrentino en Parthenope y È stata la mano di Dio, respira esa misma porosidad. Balcones que miran al mar. Cocinas que se asoman a la calle. Patios donde la ciudad entra y sale sin permiso. La cámara acompaña la ciudad como un habitante más, captando lo íntimo y lo colectivo como un solo tejido, el caos y la celebración coexistiendo sin jerarquía.

En América Latina, esta porosidad se percibe de manera distinta, a veces rota, a veces contenida. Alfonso Cuarón, en Roma, muestra la vida doméstica atravesada por lo urbano: la calle como escenario, la familia expuesta, los límites de la intimidad permeables y frágiles. Alejandro González Iñárritu, en Amores perros, retrata la fragmentación de la ciudad y de sus habitantes, la improvisación de la vida cotidiana.

De estas imágenes se desprende una lección para la arquitectura y el diseño: la porosidad no es solo urbana. Existe un segundo nivel, doméstico, que va del interior de la casa al exterior. En gran parte de la arquitectura latinoamericana, el patio, el jardín y los umbrales son una sola continuidad.

La casa no termina en la pared. El patio es extensión del interior, el jardín se convierte en sala y refugio, y los umbrales representan la máxima expresión de apertura y relación. El miedo, la inseguridad y la expansión desordenada han transformado muchas viviendas urbanas en fortalezas: bardas, rejas, filtros. El umbral se vuelve barrera defensiva, la domesticidad se encierra, la continuidad con la ciudad se interrumpe.

Y, aun así, persisten gestos mínimos de resistencia. La banqueta puede convertirse en punto de reunión, el puesto ambulante en lugar de encuentro, la reja en frontera habitada. La vida ocurre en los bordes, entre la seguridad y la exposición, entre la intimidad y lo colectivo. La arquitectura contemporánea enfrenta un doble desafío: proteger y abrir, contener y convocar. Pensar la casa no solo como refugio, sino como espacio de relación. Pensar la calle no solo como tránsito, sino como extensión de la vida doméstica. La porosidad debe ser consciente, medida, poética.

Porque, a pesar de los muros y las barreras, seguimos barriendo la banqueta, conversando desde la ventana, compartiendo el umbral. Y dentro de la casa, patios y jardines continúan siendo lugares donde la vida se expande hacia afuera. Seguimos habitando los bordes.

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Ciudades resilientes: cómo la arquitectura, la tecnología y la participación fortalecen la prevención sísmica en el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres https://arquine.com/ciudades-resilientes-como-la-arquitectura-la-tecnologia-y-la-participacion-fortalecen-la-prevencion-sismica-en-el-dia-internacional-para-la-reduccion-del-riesgo-de-desastres/ Tue, 14 Oct 2025 03:25:17 +0000 https://arquine.com/?p=99635 Hoy, en el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (13 de octubre) la ONU recuerda que los desastres dependen de cómo las amenazas naturales interactúan con la vulnerabilidad social, física y territorial de nuestras ciudades (UNDRR, 2022). Esta conmemoración subraya la urgencia de fortalecer la resiliencia urbana, integrar la participación comunitaria y […]

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Hoy, en el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (13 de octubre) la ONU recuerda que los desastres dependen de cómo las amenazas naturales interactúan con la vulnerabilidad social, física y territorial de nuestras ciudades (UNDRR, 2022). Esta conmemoración subraya la urgencia de fortalecer la resiliencia urbana, integrar la participación comunitaria y asegurar que arquitectos, ingenieros, diseñadores, autoridades y ciudadanía trabajen juntos para prevenir riesgos y proteger vidas. El Marco de Acción de Sendai establece que la reducción del riesgo requiere acciones coordinadas entre gobierno, academia, sociedad civil y comunidades y sector privado, priorizando la disminución de vulnerabilidades y fomentando la corresponsabilidad ciudadana (Aitsi-Selmi et al., 2015).

La Ciudad de México, asentada en la cuenca del Valle de México, se ubica sobre un sustrato lacustre compuesto por depósitos blandos de arcilla y limo que amplifican los efectos sísmicos y aumentan la vulnerabilidad de las edificaciones, particularmente en zonas de alta densidad poblacional con vivienda colectiva de mediana y alta antigüedad (Reinoso & Ordaz, 1999; Meli & Miranda, 1986). Esta condición geotécnica hace que la respuesta de los edificios ante sismos sea más compleja, evidenciando la interacción entre factores geológicos, estructurales y sociales. Los sismos recientes, como el de 2017, demostraron cómo edificaciones con alteraciones estructurales no supervisadas, mantenimiento deficiente o modificaciones no autorizadas, sumadas a una participación comunitaria limitada, incrementan significativamente el riesgo (Catalán, 2020).

El parque habitacional de la ciudad presenta características que requieren atención especializada: muchas viviendas colectivas fueron construidas entre 1960 y 1990 y muestran envejecimiento de materiales, alteraciones estructurales, y ausencia de protocolos de mantenimiento y supervisión técnica. La vulnerabilidad urbana no se reduce únicamente al análisis estructural; también depende de la organización comunitaria, el conocimiento del riesgo, la coordinación institucional y la percepción ciudadana (Wachinger et al., 2010). Comprender estas dimensiones es fundamental para que diseñadores, arquitectos e ingenieros incorporen criterios de seguridad sísmica en la toma de decisiones, integrando el conocimiento técnico con las dinámicas sociales y territoriales.

La gestión integral del riesgo sísmico implica la combinación de tecnología, diseño y participación ciudadana. Herramientas como la cartografía multicriterio, simulaciones estructurales, materiales educativos accesibles y talleres comunitarios permiten acercar la información técnica a la ciudadanía, fortaleciendo la corresponsabilidad y la prevención (Cadamuro et al., 2021; Enarson, Fothergill & Peek, 2017; Gaillard & Mercer, 2013). La participación de la comunidad en la identificación de vulnerabilidades y adopción de medidas preventivas es tan relevante como la ingeniería estructural y el diseño para la construcción de resiliencia.

Investigaciones desarrolladas por el Instituto de Ingeniería de la UNAM y el Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales de la BUAP han demostrado la eficacia de integrar análisis técnicos con procesos comunitarios de cocreación. Los resultados muestran que la sensibilización de los habitantes, junto con activaciones territoriales y educación participativa, contribuyen a reducir la exposición a riesgos sísmicos y fortalecer la capacidad de respuesta ante desastres (Reinoso et al., 2020; Catalán, 2023). La información derivada de estos estudios permite priorizar acciones y diseñar intervenciones adaptadas a las características específicas de cada comunidad, respetando el contexto físico y sociocultural.  

Iniciativas que abordan la problemática involucrando a todos los sectores corresponsables a través de la implementación de estrategias educativas, talleres y simulaciones de riesgo, enfocadas en que los habitantes de viviendas colectivas comprendan las vulnerabilidades de sus entornos y participen activamente en su mitigación. Se debe integrar de forma prioritaria soluciones de ingeniería, diseño, tecnología y participación comunitaria, incluyendo estudios de comportamiento sísmico, con el objetivo de mejorar la seguridad estructural sin comprometer la viabilidad de la edificación. Este enfoque evidencia que la prevención efectiva requiere la convergencia de múltiples disciplinas y actores, y que la resiliencia urbana se construye desde la corresponsabilidad y la acción comunitaria (Dampo Innovación Social).

El Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres nos recuerda que habitar la Ciudad de México implica asumir un compromiso colectivo: integrar el conocimiento técnico, el diseño arquitectónico, la ingeniería, la planificación urbana y la participación ciudadana para garantizar viviendas seguras y ciudades justas. Solo mediante la cooperación activa entre gobierno, academia, sociedad civil y sector privado será posible reducir la exposición al riesgo y fortalecer la resiliencia de las ciudades, haciendo tangible el derecho a vivir en entornos seguros y sostenibles (ONU, 1948; Marco de Sendai, 2015).

Referencias

  • Agencia Digital de Innovación Pública. Sistema Abierto de Información Geográfica (SIGCDMX). Disponible en: https://sig.cdmx.gob.mx/
  • Aitsi-Selmi, A., Egawa, S., Sasaki, H. et al. (2015). The Sendai Framework for Disaster Risk Reduction: Renewing the Global Commitment to People’s Resilience, Health, and Well-being. Int J Disaster Risk Sci 6, 164–176. https://doi.org/10.1007/s13753-015-0050-9
  • Buendía L. & Reinoso E. (2019). Análisis de los daños en viviendas y edificios comerciales durante la ocurrencia del sismo del 19 de septiembre de 2017. Ingeniería sísmica, (101), 19-35. https://doi.org/10.18867/ris.101.508
  • Cadamuro, A., Birtel, M. D., Di Bernardo, G. A., Crapolicchio, E., Vezzali, L., & Drury, J. (2021). Resilience in children in the aftermath of disasters: A systematic review and a new perspective on individual, interpersonal, group, and intergroup level factors. Journal of Community & Applied Social Psychology, 31(3), 259-275. https://doi.org/10.1002/casp.2500
  • Catalán V. (2020). Factores arquitectónico-estructurales que influyeron en el daño severo de viviendas multifamiliares ante el sismo del 19 de septiembre de 2017 en la Ciudad de México. Facultad de Arquitectura, UNAM. https://repositorio.unam.mx/contenidos/3562929
  • Catalán V. (2023). Estrategia de innovación para mitigar la falta de participación que ha desarrollado la sociedad que habita viviendas multifamiliares frente al riesgo de desastre por sismo en la Ciudad de México [Tesis de maestría, Universidad Iberoamericana Puebla]. Repositorio IBERO Puebla. https://hdl.handle.net/20.500.11777/5899
  • Dampo. (2020). Reforzamiento sísmico de un edificio, CDMX. https://www.dampo.com.mx/wp-content/uploads/2020/04/Reforzamientosismico-de-un-edificio-CDMX-lago.pdf
  • Meli. R. & Miranda. E. (1986). Evaluación de los efectos de los sismos de septiembre de 1985 en los edificios de la Ciudad de México. Parte I: Evaluación de daños. Instituto de Ingeniería UNAM.
  • Reinoso E. & Ordaz M. (1999). Spectral ratios for Mexico City from free field recordings. Earthquake Spectra, 15, 273-295.
  • Reinoso E., Quinde P., Gómez D., Zamora E., Martínez J. & Catalán V. Instituto de Ingeniería, UNAM. (2020). Medición de la vulnerabilidad sísmica de los edificios en la CDMX y recomendaciones de mitigación [Informe final]. Instituto de Seguridad de las Construcciones de la Ciudad de México. https://data.transparencia.cdmx.gob.mx/storage/app/uploads/public/60b/56c/43e/60b56c43e4629029243846.pdf
  • UNDRR. (2022). Informe Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres. Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres. https://www.undrr.org/gar/gar2022-our-world-risk-gar
  • Wachinger, G., Renn, O., Bianchizza, C., Coates, T., De Marchi, B., Domènech, L., … & Pellizzoni, L. (2010). Risk perception and natural hazards. CapHaz-Net WP3 Report.
  • ONU. (1948). Declaración Universal de los Derechos Humanos. https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights
  • Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. (2015). https://www.unisdr.org/files/43291_spanishsendaiframeworkfordisasterri.pdf

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Hartazgo de la verticalidad https://arquine.com/hartazgo-de-la-verticalidad/ Wed, 24 Sep 2025 23:30:03 +0000 https://arquine.com/?p=99511 La orgullosa verticalidad de las casas-torre, de los edificios públicos, y, sobre todo, de las construcciones estatales, incluye en lo visual una arrogancia fálica o más bien falocrática. El propósito de este despliegue es exhibirse, dejarse ver, pero con la intención de que cada espectador perciba ante todo la autoridad. Lo vertical y la altura […]

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La orgullosa verticalidad de las casas-torre, de los edificios públicos, y, sobre todo, de las construcciones estatales, incluye en lo visual una arrogancia fálica o más bien falocrática. El propósito de este despliegue es exhibirse, dejarse ver, pero con la intención de que cada espectador perciba ante todo la autoridad. Lo vertical y la altura representan siempre la expresión espacial de un poder capaz de emplear la violencia. 

La producción del espacio

Henri Lefebvre (1974, p.153)

| Verticalidad

Suele decirse que lo que nos hace distintos a otros animales son los pulgares oponibles, pero me ha sorprendido ver en un zoológico a bonobos, koalas y pandas con pulgares, uñas y huellas dactilares parecidos a los nuestros.
Su postura cuadrúpeda, en cambio, sí nos diferencia. La comodidad en el andar de los primates, que tiende hacia posiciones fetales, me dio envidia cuando un ortopedista me dijo al tratarme por dolores de espalda que “es el precio que paga el cuerpo humano por la verticalidad”. Claramente, el
homo erectus, no es más rápido, fuerte o hábil que cualquier cuadrúpedo; la verticalidad no nos hizo mejores que a otros animales, pero sí configuró la percepción espacial para que tengamos un horizonte al andar. 

Así, el homo sapiens sapiens alejó sus manos de la tierra y subsanó sus desventajas físicas frente a las otras especies con su capacidad de “saber que sabe.” A través de los siglos, la obsesión humana por alejarse de la naturaleza ha encontrado resonancia en la verticalidad como expresión espacial: rascacielos, obeliscos, torres y demás formaciones arquitectónicas que tienden hacia lo más alto para alejarse del suelo. 

A estas “alturas” de la historia ya se ha criticado bastante la verticalidad, el falocentrismo y en general todas aquellas representaciones que hacen de la rectitud el “patrón” de posturas físicas y morales. Luce Irigaray es quizá quien más ha pensado esto desde la filosofía e incluso lo ha discutido con arquitectos. Ella dice que necesitamos nuevas formas de habitar: hombres y mujeres deberíamos tomar en cuenta nuestras diferencias sexuadas para el diseño y que, por lo tanto, deseamos formas y espacios diversos para poder vivir juntos de manera duradera. Irigaray utiliza la figura de la diagonal como una línea de pensamiento alternativo que socava el pensamiento espacial y subvierte el pensamiento científico, que considera la simetría y la igualdad como única posibilidad de belleza o de justicia. La diagonal pone en crisis el orden de representación espacial y, en este sentido, Irigaray se cuestiona en Ese sexo que no es uno: “¿Cómo ir más allá de este horizonte? ¿Desear sin poder fijar el punto de mira?”(12). Con ella yo me cuestiono: ¿cómo diseñar un mundo donde todas las personas podamos desear y gozar sin dejar de ser diferentes?

\ Inclinación

En Inclinaciones. Crítica de la rectitud, Adriana Cavarero denuncia que, por lo general, la filosofía no aprecia la inclinación, sino que la contrasta y la combate. Fue Michel Foucault quien pensó sobre los dispositivos de verticalización para formar “hombres rectos y derechos”, para encarcelar, reformar, normalizar y curar todas aquellas actitudes torcidas de la especie humana. Nuestro lenguaje delata una geometría moral también presente en la arquitectura y las ciudades que habitamos. Porque si todo estuviera en perfecta armonía —parecería estar implícito—, entonces nuestros valores, juicios, preferencias, calles y edificios tenderían juntos hacia arriba, hacia lo más alto, para construir con firmeza y fortaleza nuestra moral y nuestra morada. Pero esta utopía no se cumple porque nuestros cuerpos tienden a la inclinación con la vejez, la maternidad, la infancia o la muerte; incluso la jerga filosófica tiende a vincular el tema de las “inclinaciones” hacia los deseos, la pasión y los instintos. Los dispositivos disciplinarios de los que escribió Foucault se apoyan en el mito de esa utopía y actúan en consecuencia domesticando y reprimiendo torceduras, inclinaciones y diagonales. 

De ese modo, Cavarero delata las relaciones de poder que subyacen al discurso de la rectitud y muestra que la historia del arte y de la filosofía ha reservado las posturas de la inclinación exclusivamente para la mujer.

_ Horizontalidad

La artista argentina Marta Minujín acostó un obelisco por primera vez en 1978 en la Bienal Latinoamericana de São Paulo. Reprodujo el hito de Buenos Aires de 64 metros de altura y lo colocó de lado, sobre un eje horizontal.
El obelisco era habitable porque la gente podía meterse a él y disfrutar de una exhibición desde su interior. En 1979, en plena dictadura militar argentina, Minujin inclinó otro obelisco en la Segunda Feria de las Naciones de Buenos Aires y lo cubrió de panetones para que la gente se los comiera como una obra de participación masiva. Desde hace unas semanas, la artista argentina ha instalado otro obelisco horizontal en la Galería Kurimanzuto en la Ciudad de México. En la inauguración, Minujin explicó que estos obeliscos son parte de su serie La caída de los mitos universales: “Si hay un mito, yo lo acuesto para que la gente se lo coma” (algo parecido a la filosofía de Foucault, pero más rico y dulce). 

La actual exposición de Minujín en Ciudad de México muestra también  una serie de colchones que habían sido desechados en las calles y que, para intervenirlos, los pintó de patrones de rayas de colores vibrantes. Estos colchones, expuestos paradójicamente de manera vertical sobre la pared, invitan a pensar en los mitos naturalizados de una concepción del hombre y del mundo que tiende  a menospreciar la horizontalidad. 

La raíz etimológica que Cavarero pone al descubierto es que inclinarse es plegarse, rebajarse, pender hacia abajo (kline es, en griego, el nombre de la cama). Es en nuestras camas donde habitamos un tercio de nuestro tiempo vital, donde quizá fuimos concebidos y si tenemos suerte moriremos en un colchón. Y más importante aún, es que ese tercio de tiempo vital que pasamos en un colchón se lo dedicamos a actividades que no tienen que ver con la racionalidad: descansar, dormir, soñar o hacer el amor. 

La idea de un hombre racional ha hecho fricción con las posibilidades de las inclinaciones humanas hacia la pasión, los deseos y los instintos. Las obras de Minujin, Cavarero, Foucault e Irigaray muestran un hartazgo colectivo precisamente frente a esa racionalidad.

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Henri Lefebvre. La producción del espacio, Traducción de Emilio Martínez Gutiérrez, Madrid: Capitán Swing Libros, 2013, 153

Adriana Cavarero. Inclinaciones: crítica de la rectitud. Traducción de Manuel Ignacio Moyano. Barcelona: Fragmenta Editorial, 2022.

Irigaray, Luce. Ese sexo que no es uno. Madrid: Ediciones Akal, 2009.

Foucault, Michel. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Ciudad de México: Siglo XXI Editores, 1990.

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“Cuerpos de concreto”: pensar la ciudad desde sus fisuras https://arquine.com/cuerpos-de-concreto-pensar-la-ciudad-desde-sus-fisuras/ Wed, 17 Sep 2025 23:29:03 +0000 https://arquine.com/?p=99485 “Los cuerpos del concreto tienen prohibido sangrar, llorar en las paredes… Ensuciarían la piel del otro y está prohibido ensuciar, llorar sobre otro cuerpo.” Hay algo profundamente incómodo en estos versos. Algo que no denuncia únicamente, sino que interrumpe el relato hegemónico de la ciudad al hacer visible lo que esta insiste en silenciar. En […]

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“Los cuerpos del concreto tienen prohibido sangrar,

llorar en las paredes…

Ensuciarían la piel del otro

y está prohibido ensuciar, llorar sobre otro cuerpo.”

Hay algo profundamente incómodo en estos versos. Algo que no denuncia únicamente, sino que interrumpe el relato hegemónico de la ciudad al hacer visible lo que esta insiste en silenciar. En Cuerpos de concreto, el poeta y arquitecto Carlos Emilio Závala no sólo traza una imagen de la ciudad contemporánea; revela el modo en que esa ciudad se impone sobre quienes la habitan, al punto de volverlos cuerpo de sí misma. La arquitectura y la poesía, en este caso, no se sitúan en los márgenes del pensamiento urbano, sino en el centro mismo de su crítica.

La ciudad aparece en este poema como una superficie dura, rígida, pesada, donde las posibilidades de habitar —y con ello, de sentir, de pensar, de llorar— se ven sometidas a un orden normativo que borra toda diferencia. ¿Qué revela una ciudad que no tolera la sangre? ¿Qué formas de sensibilidad quedan excluidas cuando llorar se vuelve un gesto inadmisible? Estas preguntas fueron el punto de partida para una conversación con el autor del poema, donde exploramos no sólo las motivaciones detrás de su escritura, sino también las formas en que la ciudad se configura como escenario de control, propaganda y exclusión.

Una necesidad que articula arquitectura y poesía

Cuando le pregunté por el origen del poema, Carlos Závala respondió con claridad: Cuerpos de concreto surge como una necesidad. Pero no se trata únicamente de una necesidad creativa. Es, ante todo, una urgencia crítica: la necesidad de retratar algo que ocurre en la ciudad y, a la vez, de hacerlo desde un lenguaje capaz de entrelazar la sensibilidad arquitectónica con la potencia simbólica de la poesía.

Carlos detecta, por un lado, una cotidianidad vertiginosa —un presente definido por la prisa— y, por otro, una tensión persistente entre el habitar urbano y el deseo de salir, de huir, de apartarse de la ciudad para acceder a una experiencia de retiro que, en sus palabras, se asemeja a la que Heidegger encuentra en su cabaña.

“Vivimos en un sistema que prioriza lo funcional y lo cuantificable. La ciudad moldea la vida bajo la lógica del rendimiento, del orden, de la eficiencia. Y eso, a largo plazo, nos vuelve rígidos, nos convierte en cuerpos de concreto.” —menciona el autor, Carlos Závala

Concreto como forma de vida

En este punto, la imagen de los “cuerpos de concreto” adquiere mayor densidad. El concreto no es únicamente un material que predomina en el paisaje urbano; para Carlos Závala, también es una metáfora de la subjetividad que la ciudad produce: cuerpos endurecidos, rígidos, sometidos a la rutina. La omnipresencia del concreto —material físico, estructural, constructivo— se vincula con una lógica de vida igualmente densa, repetitiva y opaca. De esta manera, el concreto no sólo configura el espacio: condiciona también la forma de habitarlo.

“Cuando me propuse observar con atención la ciudad —dice Carlos— me di cuenta de que el concreto no es un fondo neutro: es la sustancia misma del espacio urbano. México es uno de los países que más produce concreto a nivel mundial. No es casual que su presencia moldee también los cuerpos que la transitan, que la habitan, que la sufren.”

Aquí, el concreto se vuelve un dispositivo disciplinario, imagen de una ciudad que no permite la vulnerabilidad, que impone una lógica de limpieza, de control y de represión afectiva. La ciudad, en este sentido, no solo organiza el tránsito, sino que disciplina los cuerpos, estructura los afectos y condiciona los deseos.

Prohibido sangrar

Si el concreto simboliza una subjetividad endurecida, la prohibición de “sangrar” o “ensuciar” se convierte, en la lectura de Carlos Závala, en una metáfora de un régimen que reprime toda forma de vulnerabilidad y niega cualquier manifestación de fragilidad o de improductividad.

“La ciudad es propaganda. Una herramienta de dominio que necesita mantener una imagen de estabilidad y de orden. Todo lo que no se alinea a esa imagen debe ser silenciado, borrado, eliminado. Por eso se prohíbe llorar en las paredes: porque manchar es perturbar la narrativade limpieza que sostiene el relato de la ciudad moderna.” —afirma Carlos Závala

Esta reflexión se alinea con una crítica más amplia a la manera en que las ciudades funcionan como escenarios de exclusión sistemática. Aquello que no encaja —el disenso, el dolor, la interrupción— se ve reducido o desplazado para preservar una ilusión de funcionalidad. Bajo esta lógica, el diseño urbano aparece como una forma de violencia invisible, que se ejerce no por medio de la represión explícita, sino a través de la configuración del espacio.

¿Qué es, entonces, la ciudad?

Ante esta pregunta, Carlos no duda: la ciudad es una promesa. Una promesa de “mayores oportunidades”, de “mejor vida”, de “crecimiento”. Pero lo que está en juego es el costo de esa promesa. ¿Qué hay detrás de esta promesa de vida mejor? ¿Cuál es el sacrificio?

“La ciudad no nos concibe como seres sentipensantes —dice Carlos, retomando un concepto de Eduardo Galeano—. Nos percibe como cuerpos funcionales, adaptables, rendidores. Cuerpos que deben vivir bajo el estilo de vida impuesto por quienes controlan la ciudad.”

En ese sentido, la ciudad no es un campo neutral. Es siempre parcial, siempre construida en función de ciertos intereses. El diseño urbano no es inocente: selecciona, dirige, limita. Lo que se presenta como “orden” es, en realidad, una operación de exclusión.

Una ciudad donde el disenso sea posible

Frente a este diagnóstico, Carlos propone imaginar la ciudad no como un espacio cerrado, sino como un escenario donde puedan acontecer la política y la democracia en su sentido más radical. No una política institucional, sino lo que Jacques Rancière define como disenso: la aparición de quienes no tienen título para opinar, la interrupción del consenso mediante la palabra y la presencia de los que no son tomados en cuenta.

“Las ciudades deben ser escenarios donde las subjetividades sean posibles, donde el disenso pueda manifestarse. Y eso sólo puede ocurrir cuando dejamos de pensar el diseño como una garantía de orden y comenzamos a pensarlo como una apertura.”

Esta afirmación no cae en una ingenuidad utópica. Carlos Závala reconoce que existen fuerzas que exceden nuestra voluntad: estructuras de poder que configuran los márgenes de lo posible. Pero incluso en ese contexto, su apuesta es clara: resistir al contagio del concreto, preservar la porosidad y abrir fisuras.

Contra el contagio de la rigidez

Cuerpos de concreto es, entonces, una advertencia. Quienes habitan la ciudad corren el riesgo de volverse como ella: sólidos, pesados, grises, impermeables. La rutina, la prisa, la funcionalidad, el rendimiento, la eficiencia: todas estas formas de vida —aparentemente inocuas— modelan lentamente la subjetividad, al grado de que el cuerpo adopta la materialidad del concreto.

“Y con eso en la cabeza despiertan

Y con eso en la boca comen

Y con eso en las manos rezan

Y con eso en los ojos mueren.”

El poema no propone una solución. Tampoco ofrece consuelo. Lo que hace es abrir una grieta en el discurso dominante. Nos obliga a mirar de frente esa transformación silenciosa: el momento en que dejamos de ser humanos para convertirnos en infraestructura, en máquinas de producción.

“La ciudad somete los cuerpos tanto como dicta sentencia sobre las formas espaciales.”—Carlos Emilio Závala

C u e r p o s  d e l  c o n c r e t o

Los cuerpos del concreto bajan, suben escaleras,

Sufren del encierro de lo definitivo y de la quietud…

Quieren moverse y se mueven,

se mueven como sangre

                      en un cuerpo muerto, indispuesto.

 

Los cuerpos del concreto tienen prohibido sangrar,

llorar en las paredes…

Ensuciarían la piel del otro

y está prohibido ensuciar, llorar sobre otro cuerpo.

 

Los cuerpos del concreto quieren irse lejos,

                       tal vez mañana, quizá el otro año…

Aunque sea para morirse.

Quieren abandonar las avenidas duras de concreto duro,

lanzan preguntas ¿Por qué no puedo? ¿Por qué? Y se persignan frente al trabajo y hablan y

lloran

Aunque lo tengan prohibido de la necesidad.

Los cuerpos de concreto son educados para producir

Para nacer, comprar y producir…

 

Pueden ser sensibles, pero pobres

                                        Pueden ser pensantes, pero tristes…

 

                                        Y con eso en la cabeza despiertan

Y con eso en la boca comen

                                      Y con eso en las manos rezan

                    Y con eso en los ojos mueren.

Sobre el autor

Carlos Emilio Závala (Ciudad de México, 2000) es poeta y arquitecto por la UNAM. En 2021 ganó el concurso DemocratizArte en la categoría de poesía, organizado por el PUEDJS de la UNAM, donde también ha publicado en el periódico estudiantil ¡Goooya!. Cursó el diplomado en creación literaria en el Colegio de Escritores de Latinoamérica. En 2023 participó en la antología Pez sin cabeza y al año siguiente publicó su primer libro de poemas: Pálida inestabilidad de nuestro tiempo. En noviembre de 2024 recibió el VI Premio de Poesía Hispanoamericana Francisco Ruiz Udiel por su poemario Arritmia. Ese mismo año representó a la Facultad de Arquitectura de la UNAM en la Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito.

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La Casa Aranguren de Pedro Castellanos, hoy https://arquine.com/la-casa-aranguren-de-pedro-castellanos-hoy/ Tue, 09 Sep 2025 22:41:39 +0000 https://arquine.com/?p=99427 Uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura regionalista de Guadalajara es la Casa Aranguren realizada por Pedro Castellanos Lambley, ingeniero-arquitecto que suele ser ignorado dentro del estudio de la historia de la arquitectura moderna tapatía, ya que es cubierto por la sombra de sus colegas y amigos contemporáneos Ignacio Díaz Morales, Rafael Urzúa […]

El cargo La Casa Aranguren de Pedro Castellanos, hoy apareció primero en Arquine.

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Uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura regionalista de Guadalajara es la Casa Aranguren realizada por Pedro Castellanos Lambley, ingeniero-arquitecto que suele ser ignorado dentro del estudio de la historia de la arquitectura moderna tapatía, ya que es cubierto por la sombra de sus colegas y amigos contemporáneos Ignacio Díaz Morales, Rafael Urzúa Arias y desde luego Luis Barragán.

Esta casa diseñada en 1937, ubicada en el corazón de la Colonia Americana, pero construida de 1939 a 1940, forma parte de la espiral constante de proyectos en los que su autor solía ir y regresar a explorar distintos lenguajes arquitectónicos integrándolos de modos diversos en cada nueva obra. Esta experimentación irónicamente hacía que algunos de sus colegas no lo consideraban parte de su movimiento, pues no se comprometía con el lenguaje regionalista.

Esta arquitectura, o estilo de arquitectura mexicana, como Urzúa señaló se llamaba, nació de la visión de Barragán por retomar ciertos orígenes de la arquitectura mexicana al integrar la arquitectura mediterránea, la islámica de la Alhambra, la inspiración de los libros del artista Ferdinand Bac, junto con la arquitectura novohispana, su mano de obra y materiales artesanales. El movimiento inició aproximadamente en 1926 y comenzó a decaer con la partida de Luis hacia la Ciudad de México a finales de 1935.

Los protagonistas de este lenguaje mantuvieron con cierta pureza el estilo los primeros 8 años en que se desarrolló, pero con la fuerza con que la arquitectura moderna se fue integrando en la imagen urbana de Guadalajara, esta pronto comenzó a influir en la abstracción de los volúmenes y disminución del ornamento de las obras con aspiración nacionalista, que solían ser bastante decorativas y de formas con ciertos convencionalismos locales.

En ese momento se desarrolló la Casa Aranguren, pues la disposición de los elementos en su diseño son parte de una integración regionalista y funcionalista, logrando una mediación coherente lo que evidencia la capacidad de síntesis de Pedro Castellanos. Sus volúmenes se encuentran bien definidos, con aplanados lisos, pero sus muros son de adobe y rematados con una cornisa de ladrillos dispuestos en diagonal a lo largo de sus fachadas, mientras un muro que divide el jardín exterior del interior es rematado con teja verde.

Las ventanas, en su mayoría son de ángulos de hierro con una proporción rectangular vertical dividida en segmentos horizontales. Dos balcones, uno hacia la calle poniente y otro hacia el jardín interior, son de herrería, así como sus puertas. También hay un par de ventanas en la planta baja con marcos de madera pintadas de rojo, una de ellas con un guardapolvo de azulejos naranjas vidriados. Además, por la fachada poniente un grupo de tres ventanas con arco elevadas, iluminan el salón a doble altura que cuenta con la escalera que comunica los dos niveles originales de la casa, donde los espacios todavía son secuenciales, destinando una habitación para cada uso.

Por más de 70 años, la casa había funcionado como tal, pero finalmente fue vendida y adquirida en 2017. Afortunadamente, su nuevo propietario, preocupado por conservar una obra tan importante, contrató al arquitecto Luis Aldrete quien a su vez invitó a Francisco Gutiérrez de CoA Arquitectura para que realizaran la restauración, y sin perjudicar el diseño original y su esencia, propusieran un nuevo uso para este lugar.

Descubriendo que realmente había sido poco lo que se había modificado a lo largo de la vida de la casa, se adecuó cuidadosamente el proyecto para oficinas. Ciertas puertas y vanos de comunicación entre habitaciones en planta baja y alta se tapiaron dejando una ranura en la silueta de estas como testigo de su ubicación. También los pisos se homogenizaron pues había una gran diversidad contrastante. Se seleccionó un diseño de piso de pasta y se aplicó para darle sentido de unidad a los espacios.

Las puertas de madera originales que permanecían fueron restauradas, pero el resto tuvo que ser rediseñado con hojas de metal preoxidado para contribuir al aspecto madurado que se quiso conservar en ciertos elementos. Lógicamente las instalaciones se renovaron y la iluminación se actualizó con lámparas de diseño contemporáneo.

La iluminación natural de las habitaciones en general era buena, excepto por la habitación que mira hacia la esquina de la fachada norte y del poniente, pues apenas dos ventanas pequeñas servían a este espacio. En el muro oriente, donde tenía un closet, se abrió una puerta de marco de hierro con una hoja de vidrio para permitir mejor iluminación y un acceso directo a la terraza que ahí se encuentra.

Otro cambio importante fue el del tercer nivel, cuyo volumen original había sido modificado años después de su construcción original. Este había sido adaptado como taller y tenía demasiados ventanales. Estos fueron cerrados y se abrieron 3 puertas con vidrio amplias para que el espacio tuviera una correcta iluminación. Junto a esta habitación se construyó una oficina con muros de concreto que replican la textura de la cornisa de ladrillo.

Con la ayuda de un levantamiento realizado décadas atrás, se observó que el murete perimetral originalmente tenía un remate de ladrillos dispuestos en diagonal, de manera que generaban siluetas triangulares, esto como referencia a la arquitectura vernácula del sur de Jalisco. Se decidió volver a colocar el remate y se les dio un tratamiento a los ladrillos para que pareciera que estos nunca dejaron de estar ahí.

En el pórtico de entrada hay un barandal que replica el remate de ladrillos, mientras que, del extremo izquierdo de esa fachada, hay una celosía con un diseño similar, evocando una atmósfera regional. Por sus formas y proporciones, se pensaría que están hechos de madera, pero al intervenirlos se descubrió que eran de concreto, permitiéndonos ver que, por parte de Castellanos, no había una intención purista del uso de ciertos materiales, siempre que se cumpliera con la función del elemento.

La celosía, que también replica un diseño de madera torneada como en las ilustraciones de Ferdinand Bac, permite desde la banqueta, tener una mirada sutil hacia el jardín interior, provocando sensaciones de misterio y embrujo, tal como su amigo Luis Barragán señalaba que la arquitectura contemporánea estaba perdiendo. Los jardines, protagonistas de los paisajes de Bac y de Barragán, encuentran en esta casa uno de los ejemplos más exitosos de este movimiento.

Se destinaron suficientes jardineras para que existiera vegetación exuberante que creara un espacio de aislamiento del exterior. Vegetación que fue reinterpretada con la intervención, pues con el tiempo ciertas plantas ya habían desaparecido. Gracias a la petición del nuevo propietario, la fachada que mira al jardín se conservó intacta, con todo y sus enredaderas. Solo el espacio que solía ser terraza se convirtió en oficina confinándolo con el mismo diseño de herrería en las intervenciones de los niveles superiores.

La restauración de Casa Aranguren, terminada en 2020, es solo un ejemplo más de las alternativas que existen por conservar el patrimonio arquitectónico del siglo XX con intervenciones respetuosas del diseño original, que solo hace cambios específicos para que la nueva función se permita y con ello prolongar la vida de la herencia colectiva de la ciudad. Y de esta manera, una obra más de Pedro Castellanos Lambley puede seguir contribuyendo a la historia permaneciendo.

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Asomo a la intimidad del baño https://arquine.com/asomo-a-la-intimidad-del-bano/ Fri, 05 Sep 2025 00:22:53 +0000 https://arquine.com/?p=99369 La pelea matutina por el baño no la inventó Alejandro Galindo pero quizá Una familia de tantas (1949) es una de las primeras películas mexicanas en la que se muestra el uso y la importancia del cuarto de baño, habitación de la casa familiar que implica la existencia de la privacidad. Por órdenes del autoritario […]

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La pelea matutina por el baño no la inventó Alejandro Galindo pero quizá Una familia de tantas (1949) es una de las primeras películas mexicanas en la que se muestra el uso y la importancia del cuarto de baño, habitación de la casa familiar que implica la existencia de la privacidad. Por órdenes del autoritario padre (Fernando Soler), las tres hijas deben usar el baño después del hermano varón y, por razones de moral y decoro, evitar coincidir con él ahí “como si estuvieran haciendo algo malo”. 

La cinta de Galindo es célebre, entre otras cosas, por retratar los hábitos y las aspiraciones de la clase media mexicana de mediados del siglo XX. Cada mañana los Cataño se apuran para bañarse antes de desayunar e irse al trabajo o la escuela. La higiene, propone la película, ya es una práctica asimilada de esta clase social. A diferencia de otras películas de la época, Una familia de tantas se detiene en otras situaciones modernas o innovadoras como la introducción de electrodomésticos en la vida cotidiana y la esperada fiesta de quince años de la hija adolescente.   

Una familia de tantas (1949)

Por el lado técnico, lo que permite la construcción del cuarto de baño en la casa es el establecimiento de instalaciones hídricas. Explica Jordi de Gispert Hernández en La ducha como dispositivo. Mecanismos de control de la higiene, que del siglo XVII al XIX se produce un desarrollo particular de la capacidad sensitiva. Esto se va a reflejar, entre otros aspectos, en las ideas de higiene, importada de la medicina, la intolerancia a los malos olores y al ruido, inventos de la burguesía. 

“Del siglo XVIII al XX —dice el arquitecto barcelonés—, la introducción de valores relativos al consumo del tiempo y de la imagen del confort, conducen al espacio de la ducha hasta el interior de la vivienda. Después se propaga a la vivienda popular con la llegada del consumo masivo de la sociedad capitalista”. El cuarto de baño permite la intimidad de la descarga de los desechos del cuerpo humano, el alivio de los apuros fisiológicos y lavar o limpiar la suciedad del cuerpo. Hay algo más. Esta habitación consiente aislarse brevemente cuando se cohabita en espacios reducidos, por ejemplo departamentos. 

En el primer episodio del filme cómico El cuerpazo del delito (1970), Enrique Rambal interpreta a un hombre que se encierra en el baño para espiar a su vecina (Silvia Pinal más rubia que nunca), que según sus conjeturas y fantasías es una insaciable devoradora de hombres. Esposo y padre de familia numerosa, el baño —espacio exclusivo para el soberano que lo ocupa, “el trono”— es la única habitación en la que puede estar a solas sin ser molestado.  

Hay escenas memorables del cine mexicano filmadas en cuartos de baño. Por ejemplo las secuencias de La reina de la noche (1994) de Arturo Ripstein en las que Patricia Reyes Spíndola, que interpreta a la cantante Lucha Reyes, atiza sus demonios y se emborracha en el cuarto de baño. Las imágenes tienen el dejo de los pensamientos flotantes de Frida Kahlo del cuadro Lo que el agua me dio (1938) en que la artista, que pinta la punta de los dedos de sus pies que salen del agua de la bañera, hace una síntesis de la multiplicidad de ideas y sentimientos inquietos e inquietantes que habitan en ella traducidos en imágenes, por ejemplo, los retratos en miniatura de sus padres o la erupción de un volcán del que emerge el Empire State, elementos que son como islas en su propio mar.    

Perfume de violetas (2001)

A inicios de los años dos mil, Maryse Sistach filmó otra escena de baño que se fijó en la mente de los espectadores. Son las estudiantes de secundaria de Perfume de violetas (2001) que, aprovechando la ausencia de la madre de una de ellas, comparten la tina y un baño de burbujas que se convierte en un juego sensual inocente que bordea el erotismo propio de su despertar sexual. La inclusión de este mobiliario al interior de la habitación acota la diferencia de clase entre las compañeras, hecho que se resume en la sorpresa del personaje de Ximena Ayala al descubrir la tina, mueble que no existe en su casa, y pedir permiso a su amiga para bañarse en ella.

La pasión según Berenice (1976)

El creador que más entró al cuarto de baño a filmar fue Jaime Humberto Hermosillo y con razón. Hermosillo es el cineasta de la intimidad a la que se asomó desde diferentes posturas y ángulos. Para desconcierto del espectador, en El cumpleaños del perro (1974) el director filma a Jorge Martínez de Hoyos preparando la tina para que se bañe Gustavo (Héctor Bonilla); con apenas un par de gestos y elipsis, quienes fueran antes jefe y empleado han comenzado una extraña relación paternal no exenta de deseo y en la que no tienen cabida sus respectivas mujeres. No es propiamente un baño al interior de una vivienda donde Berenice (Martha Navarro) muestra por primera vez, y de nuevo para perplejidad del espectador, rasgos de su vida privada. La enigmática viuda y maestra de La pasión según Berenice (1976) dibuja un falo en la puerta del baño de una lonchería; como sucede con esas inscripciones, es una forma de marcar el lugar, de afirmar que se estuvo ahí, de forma anónima. La escena también es la analogía de una posible masturbación que el director filma a puerta cerrada y cuyo eco es el dibujo.  

El momento cumbre del cuarto de baño en el cine mexicano llega con una de las apuestas más arriesgadas de Hermosillo. Intimidades en un cuarto de baño (1989) es un ejercicio formal temerario, experimento original, en el que la cámara, por otro lado inmóvil, está situada en el lugar del espejo, encima del lavabo. El cuarto de baño es el sitio de la soledad, del desahogo, donde todos los personajes pasan sin ser vistos, excepto por la cámara-espejo que los encuadra, confronta y confiesa, como solo puede ocurrir en un lugar vedado al exterior. 

Intimidades en un cuarto de baño (1989)

No es raro entonces que el baño sea el escenario para sincerarse, el lugar de las emociones desmedidas y desmentidas, de los hábitos inconfesados. También de pleitos entre los protagonistas que, en su estatus de pareja, comparten por momentos la intimidad de la habitación. “¿Por qué te encierras?”, pregunta Roberto (Álvaro Guerrero) a Gabriela (Gabriela Roel). “Todo el mundo cierra la puerta cuando entra al baño, ¿no?”, responde ella.  Ahí, encerrado y sin testigos es donde Roberto se suicida. La disección que hace Hermosillo del cuarto de baño es sincera y también terrorífica al desnudar los sentimientos, frustraciones, alivios y consolaciones que los personajes no pueden mostrar ni siquiera a la pareja. Es una forma de enunciar la profunda e inconfesable soledad del ser humano que, de forma paradójica, tampoco puede vivir en aislamiento, incompleto sin su lado social. 

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Acto de Protesta (2020–2024): una crónica crítica sobre la visibilización femenina en la arquitectura mexicana https://arquine.com/acto-de-protesta-2020-2024-una-cronica-critica-sobre-la-visibilizacion-femenina-en-la-arquitectura-mexicana/ Tue, 19 Aug 2025 18:38:46 +0000 https://arquine.com/?p=99206 Acto de Protesta nació en 2020 como un ejercicio colectivo convocado por arquitectas y diseñadoras mexicanas en torno al Día Internacional de las Mujeres (8M). A lo largo de sus primeras cinco ediciones se articuló como un espacio de diálogo y visibilización que transitó por distintas ciudades (entre ellas Ciudad de México, Guadalajara, Mérida, Monterrey […]

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Acto de Protesta nació en 2020 como un ejercicio colectivo convocado por arquitectas y diseñadoras mexicanas en torno al Día Internacional de las Mujeres (8M). A lo largo de sus primeras cinco ediciones se articuló como un espacio de diálogo y visibilización que transitó por distintas ciudades (entre ellas Ciudad de México, Guadalajara, Mérida, Monterrey y Oaxaca) y que contó con alianzas académicas —entre las que destacan la Facultad de Arquitectura de la UNAM, el Tecnológico de Monterrey y la Universidad Marista de Mérida— así como el apoyo de redes profesionales y medios de nuestra disciplina. La iniciativa culminó en 2025 en una edición impresa que compila reflexiones y obras de 21 autoras y colaboradoras que han participado a lo largo de estos encuentros.

Ese itinerario —del acto público al archivo impreso— es significativo: convertir prácticas de protesta y diálogo en una memoria material responde a una exigencia recurrente en las voces que han alimentado el proyecto: la necesidad de dejar evidencia, de que las discusiones no se diluyan en el tiempo ni en los formatos digitales efímeros. Zaida Muxí lo sintetiza al subrayar la importancia de contar con registros en papel que perduren más allá del evento:

“Es muy importante que haya registros tangibles de nuestras reflexiones, no solo en la nube a través de filmaciones, sino también registros en papel.”

Memoria como acto político

La edición Acto de Protesta (2020–2024) funciona como un archivo vivo: no es sólo una antología de textos, sino un gesto político que legitima otra genealogía de la disciplina. Al fijar en papel las voces de arquitectas y diseñadoras —autoras que vienen de trayectorias diversas— el libro exige la presencia femenina en las cartografías del discurso arquitectónico y, en consecuencia, cuestiona la historicidad que ha invisibilizado producciones y prácticas no canónicas. La materialidad del libro opera aquí como contramedida en oposición a la precariedad de la memoria digital y como recurso pedagógico (archivo/antología/lectura obligada) para estudiantes y docentes.

Desde las entrevistas que sustentan este artículo emergen tres funciones del archivo impreso: (a) legitimar prácticas y discursos feministas en la arquitectura; (b) preservar las tensiones y aciertos del proceso colectivo; y (c) activar una conversación educativa al ofrecer ensayos, experiencias y posturas que cuestionan la idea del arquitecto-autoritario y celebran el trabajo horizontal.

Protesta como espacio de creación y acto de cuidado: lectura temática de las entrevistas

Las respuestas que me compartieron las arquitectas revelan elementos conceptuales convergentes. A modo de síntesis, señalo cuatro ideas:

  1. Protesta como espacio productivo. Quienes lideran esta iniciativa insisten en que la protesta excede la oposición: es un laboratorio para imaginar futuros, ensayar modos de habitar y poner en práctica relaciones horizontales entre diseño, cultura, lo urbano, lo político y lo social. La protesta produce conocimiento y nuevas formas de hacer. 

“La protesta no es solamente un acto de oposición, sino también un espacio de creación. Es la posibilidad de imaginar otros futuros y de ensayar colectivamente maneras de habitarlos.”
—Gabriela Etchegaray

  1. Colectividad y tejido horizontal. El aprendizaje más citado es que la fuerza transformadora proviene de la colectividad sostenida a través del tiempo: redes de apoyo, escucha, amistad y autocrítica permiten la sostenibilidad del proyecto y refuerzan su potencial transformador.

“Nuestro trabajo como diseñadoras representa el valor del diseño como herramienta que teje en horizontal. Dejamos de lado la voz impositiva que ordena desde arriba para evidenciar el poder que tiene el diseño para vincular muchos ámbitos lo ambiental, lo urbano, lo social y lo cultural a través de la arquitectura.”
—Loreta Castro Reguera

(Acto de Protesta) confirma que la constancia, el diálogo y el compromiso pueden construir referentes que no dependen de instituciones sino de las personas que se atreven a imaginar otras formas de hacer y de pensar (…) La fuerza de una comunidad no está en su tamaño ni en su reconocimiento externo, sino en la calidad de las relaciones que la sostienen. Cultivar el respeto, la escucha y el disenso es lo que hace posible que un proyecto dure.”
—Gabriela Etchegaray

“Hacer comunidad es lo que realmente hace toda la diferencia. El mensaje para quienes vienen acercándose a todo esto es que no están solas, no tienen porqué hacer todo solas (…) Debemos buscar y construir redes que nos sostengan.”
—Alessandra Cireddu

  1. Reinvención de la pedagogía. Para las entrevistadas, el libro y el ciclo de actividades funcionan como recurso formativo: ofrecen a estudiantes modelos alternativos de práctica profesional (más éticos, comunitarios y con perspectiva de género) y les brindan ejemplos concretos de desaprendizaje y responsabilidad profesional. 

“Debemos cuestionar nuestras prácticas: ¿Qué estamos haciendo?, ¿Para quién lo estamos haciendo? y ¿Desde dónde lo estamos haciendo?.Tenemos que entender que a veces somos cómplices, sin querer, de un sistema que ya existe y que ya está establecido, porque así lo aprendimos. Y creo que, como decía Lina Bo Bardi, hay que desaprender y tratar de entender en dónde estamos parados y en qué tipo de sociedad estamos viviendo.”
—Ana Elena Mallet

  1. 4. Protesta como cuidado y sostenibilidad política. Rozana Montiel y otras autoras insisten en que protestar es también sostener lazos de cuidado: la acción colectiva incluye la creación de redes afectivas y de acompañamiento que permiten que la lucha sea una práctica sostenible.

“La protesta es también un acto de cuidado. No se trata sólo de alzar la voz, también de sostenernos unas a otras, de abrir espacios para escucharnos y aprender juntas. Entendí que la acción colectiva no se mide únicamente en el momento visible: durante una marcha o en una publicación, también se encuentra en las redes de afecto y colaboración que deja a su paso”
—Rozana Montiel

Estas ideas reconfiguran la definición de proyecto arquitectónico: dejan de anteponer metros cuadrados y arquitectura de autor para priorizar procesos, cuidados y responsabilidades éticas hacia cuerpos y comunidades.

Gabriela Carrillo, coordinadora y fundadora de este movimiento, lo expresa de esta manera: 

“Cuando era muy joven, siempre pensaba que hacer arquitectura era construir metros cuadrados. Pero después de cinco años, de fortalecer, de construir, de empujar este espacio (Acto de Protesta), creo que eso es hoy, para mí, hacer arquitectura. Afortunadamente, la arquitectura tiene muchos caminos y es pertinente en todos lados y de todas formas”.

Impacto inmediato, pendientes y desafíos en la arquitectura

Las entrevistadas proyectan el impacto del libro en dos niveles: inmediato (aulas, debates, redes) y estructural (políticas, representación y cambios en las prácticas profesionales).

En el corto plazo, esperan que el libro funcione como detonador de conversación y herramienta didáctica. En el mediano y largo plazo, sin embargo, subyace la preocupación —recurrente en las respuestas— sobre la persistencia de resistencias institucionales y culturales: foros de arquitectura aún mayoritariamente masculinos, patrocinadores renuentes a agendas feministas, y estructuras que reproducen exclusiones. Estas tensiones ya han sido documentadas por quienes organizaron y participaron a lo largo de estos encuentros, y en ese sentido, la consolidación del libro es un paso significativo; sin embargo,  no agota la agenda de transformaciones y cambios necesarios:

“Para mi el impacto más grande de este libro sería que más y más personas se sumaran a estos compromisos y así un día mover montañas. Hace falta todo por hacer. La revolución feminista no ha sido suficiente y no ha alcanzando a lograr los derechos y privilegios para todas. Por ello, llevar a cabo un acto como este es un proyecto a largo plazo, porque la resistencia no se construye rápido: esto es una entrega de por vida”
—Tatiana Bilbao

“Aún cuesta encontrar igualdad en la representación dentro de los foros de arquitectura: estos continúan siendo mayoritariamente masculinos (…) Permitir esto implica omitir a la mitad de la población, y con ello, perder otras maneras de expresarse y de producir que no podemos tolerar”
—Zaida Muxi

“Queda todo por hacer en temas que refieren a la equidad de género, pero también en cuanto a la consolidación de sociedades incluyentes que involucren a todes, incluyendo a otras especies. En ese sentido, Acto de Protesta tiene el potencial de integrar caminos que previamente se entendían desde el individuo, hacia prácticas expandidas donde se comparte, se cuida y se aprende colectivamente”.
—Elena Tudela Rivadeneyra

Conclusión

Acto de Protesta (2020–2024) representa una experiencia significativa: transforma la protesta en un dispositivo que produce conocimiento e impulsa una nueva pedagogía. La consolidación en formato impreso es una victoria simbólica y práctica —un archivo deliberado contra la invisibilización— y una invitación a que la disciplina se replantee sus prioridades (el cuidado, la colectividad, la responsabilidad ética, entre otras). Al mismo tiempo, las voces aquí reunidas recuerdan que el libro es un paso entre muchos: la tarea por la equidad de género y la inclusión en la arquitectura es sistemática, polifacética y exige estrategias que articulen memoria, política institucional, formación y acción comunitaria. El reto es ahora sostener, ampliar y traducir esas reflexiones en cambios concretos que se vean reflejados en la cotidianidad, tanto en el ámbito profesional como en el ámbito académico.

Agradecimientos (nota personal del autor)

Quiero dejar constancia de mi profundo agradecimiento a las arquitectas y diseñadoras que amablemente respondieron a las preguntas que alimentaron este texto: Gabriela Carrillo, Zaida Muxi,  Loreta Castro Reguera, Elena Tudela Rivadeneyra, Tatiana Bilbao, Gabriela Etchegaray, Ana Elena Mallet, Alessandra Cireddu y Rozana Montiel. Agradezco su tiempo, disposición y generosidad para compartir experiencias, incertidumbres y aprendizajes; sin su voz este artículo no hubiera sido posible.

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La comunidad creativa de Guadalajara en el siglo XX https://arquine.com/la-comunidad-creativa-de-guadalajara-en-el-siglo-xx/ Wed, 13 Aug 2025 20:04:43 +0000 https://arquine.com/?p=99183 Una parte fundamental de la historia del diseño mexicano tiene su origen en Jalisco, donde la fundación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara representó un parteaguas para la escena creativa local. Guadalajara ya era una ciudad reconocida por su producción de objetos para la vida cotidiana vinculados a la tradición artesanal […]

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Una parte fundamental de la historia del diseño mexicano tiene su origen en Jalisco, donde la fundación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara representó un parteaguas para la escena creativa local. Guadalajara ya era una ciudad reconocida por su producción de objetos para la vida cotidiana vinculados a la tradición artesanal —como la cerámica, el vidrio, los muebles y algunos textiles— , que operaban como antecedentes en la configuración de la cultura material en la región, los cuales comenzaron a captar la atención de arquitectos, artistas y diseñadores que encontraron en ello un medio de expresión que se integró a la arquitectura.

A finales de la década de 1940, el arquitecto tapatío Ignacio Díaz Morales emprendió un ambicioso proyecto que marcaría uno de los momentos más significativos en la historia del arte, la arquitectura y el diseño en México: la fundación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara. Con esta iniciativa, Díaz Morales trazó nuevos horizontes y oportunidades, que promovieron la integración de objetos en los espacios interiores cuando el proyecto arquitectónico así lo requería, lo que derivó en un importante legado de diseño.

Lo anterior fue resultado de una combinación de diversos factores. Dentro de las aulas, las clases de Educación Visual –impartidas por Mathias Goeritz– funcionaron como un “entrenamiento de diseño intensivo”1 y como un laboratorio de exploración formal, técnica y material. Además, de manera implícita, se promovía el gusto por el arte popular y el diseño integrado a la arquitectura tapatía, desde la escuela y con los futuros arquitectos de Guadalajara el arquitecto Díaz Morales buscaba dar un nuevo enfoque a las artesanías, especialmente a las originarias de San Pedro Tlaquepaque. 2

Esta cercanía con los pueblos artesanos facilitó la experimentación con técnicas y materiales, orientada al desarrollo de lo que hoy entendemos como diseño, y a partir de ello se desplegó una red colaborativa, que ya venía gestándose desde décadas anteriores con la colaboración entre arquitectos y artesanos que merecen mayor reconocimiento.

El arquitecto Díaz Morales fue un actor clave en esta red. Desde los primeros años de su carrera diseñó muebles para equipar sus proyectos arquitectónicos, así como diversos objetos para su familia —o por mera afición al diseño— los cuales eran materializados por los ebanistas del Taller Gómez Velasco; los maestros vidrieros Odilón Ávalos o Gabriel Lío; y la orfebre Margarita Peregrina, heredera de una larga tradición artesanal en metales preciosos. De modo que la vida doméstica en torno a los espacios proyectados por el arquitecto, funcionó como una plataforma de integración de múltiples oficios.

Luis Barragán —que junto con Díaz Morales fue precursor de estas ideas— compartía con su colega tapatío la sensibilidad por el trabajo artesanal, que se reflejó tanto en sus proyectos más tempranos en Guadalajara, como más tarde en su obra en Ciudad de México. Barragán colaboró con el Taller Gómez Velasco en el desarrollo de la carpintería para la Casa González Luna (1929) y con Ávalos en la creación de vitrales; el arquitecto además era amigo cercano de la diseñadora textil tapatía: Esperanza Castellanos Lambley —conocida como Plan Castellanos— con quien colaboró en algunos proyectos realizados en la Ciudad de México.

Esperanza Castellanos y su equipo de artesanos tejedores desarrollaron diversos textiles — telas, cortinas y tapetes— que decoraron las residencias de la época. Fue especialmente cercana al arquitecto Julio de la Peña y su familia, así como al artista colimense Alejandro Rangel Hidalgo, que dentro de sus aportaciones en Guadalajara incluyen colaboraciones con Plan en proyectos de decoración interior y moda. Rangel Hidalgo a su vez fue alumno y colaborador cercano de los arquitectos De la Peña y Díaz Morales, además era un asiduo asistente a las clases de Goeritz, algunas veces como crítico y otras realizando los ejercicios junto con los estudiantes. En colaboración con Díaz Morales, Rangel Hidalgo diseñó lámparas, entre otros objetos de vidrio, que eran producidos en el taller del maestro Gabriel Lío.

Gabriel Lío fue un reconocido fabricante de vidrio, originario de Guanajuato y establecido en Guadalajara desde la infancia. Se formó en el oficio trabajando en el taller de Odilón Ávalos, pionero en la producción de vidrio en Guadalajara. Más tarde trabajó en la fábrica de Camarasa y eventualmente fundó su propio taller, primeramente en Tlaquepaque y luego se trasladó a Guadalajara. Ahí se distinguió por desarrollar fórmulas propias para teñir el vidrio en diversas tonalidades. A lo largo de su trayectoria, participó en la materialización de diseños de arquitectos como Ignacio Díaz Morales y Marco Aldaco, mientras que con Alejandro Rangel Hidalgo colaboró en la producción de las lámparas diseñadas para el Hotel Fénix de Guadalajara.

Otro destacado productor de vidrio en la región fue el catalán afincado en Tlaquepaque, Jaime Camarasa Lluelas, quien estableció la firma Arte Cristalino, en 1946. 3 Camarasa desarrolló un amplio repertorio comercial de objetos en vidrio, caracterizado por fabricar el vidrio rojo, además de diversas variedades de candiles, mismos que equiparon residencias modernas, como las diseñadas por Julio de la Peña. El vidrio de Camarasa se convirtió en un producto de circulación nacional, y una de sus plataformas de venta fue la Casa de las Artesanías, diseñada por Eric Coufal en la década de 1960. En la fundación y dirección de este espacio participó activamente el arquitecto Jorge Ramírez Sotomayor, uno de los primeros egresados de la Escuela de Arquitectura dirigida por Díaz Morales, quien se distinguió como un ávido conocedor y promotor del trabajo artesanal.

A esta red también se integró el arquitecto austríaco Eric Coufal, quien llegó a Guadalajara invitado por Díaz Morales como profesor, luego de quedar impresionado por su sensibilidad por la artesanía. Coufal instauró en 1968, 4 junto a su coterráneo Fritz Riedl, un taller textil denominado Gobelinos México, especializados en la producción de tapices, a través de una técnica que permitió involucrar el trabajo de artistas de la época trasladando sus obras a la urdimbre. Coufal además trabajó con el ceramista Jorge Wilmot —figura central del impulso artesanal de Tonalá, a partir de la década de los sesenta— en el diseño de los mosaicos del ingreso a la Casa de las Artesanías, proyecto que llevaron a cabo junto con el maestro artesano Salvador Vázquez. Por su parte Wilmot también fue cercano al arquitecto Díaz Morales, lo que dio lugar a otros proyectos conjuntos.

La participación de extranjeros fue determinante en el proyecto cultural moderno de Guadalajara, los cuales encontraron el potencial expresivo del trabajo artesanal dentro del lenguaje estético moderno. Mathias Goeritz fue el primero de estos extranjeros en integrarse a la plantilla de profesores, el artista trabajó en conjunto con herreros, carpinteros y talladores de piedra en la creación de sus obras, dentro de los cuales se ha reconocido a Romualdo de la Cruz y José González. 5 Goeritz llegó a Guadalajara en 1949 junto a su esposa la fotógrafa Marianne Gast, quien se desempeñó como profesora de la Escuela de Arquitectura impartiendo algunas lecciones de francés, y sustituyendo a Mathias en la asignatura de Educación Visual, cuando éste se ausentaba. 6

Marianne Gast y Mathias Goeritz participaron en la gestión de espacios para la promoción del arte moderno. En conjunto con el fotógrafo Juan Víctor Arauz, dirigieron la Galería José María Estrada y colaboraron también en la Galería Camarauz, espacios donde se exhibía el trabajo de artistas extranjeros, desconocidos hasta el momento en el entorno tapatío. A estos esfuerzos se sumó ARQUITAC (Arquitectura A.C) —proyecto dirigido por el arquitecto Díaz Morales— donde además de organizar exhibiciones de artistas como Chucho Reyes o Alejandro Rangel Hidalgo, se ofrecían charlas donde se trataban temas culturales. Tales actividades reunían tanto a los círculos intelectuales de la ciudad como a los futuros arquitectos convocados por sus profesores.

Años más tarde, Mathias Goeritz se trasladó a la Ciudad de México para continuar su carrera. Tras su partida, el arquitecto Ignacio Díaz Morales invitó al artista francés Olivier Seguin para integrarse como profesor en la Escuela de Arquitectura, ocupando el lugar que había dejado Goeritz. Seguin llegó a Guadalajara en 1959, y una vez establecido en la ciudad colaboró con Eric Coufal, Julio de la Peña e Ignacio Díaz Morales en diversos proyectos que respondían al ideal de la síntesis de las artes, integrando arquitectura y escultura en una propuesta unificada. Casi una década después de su llegada a México, Seguin participó en la Ruta de la Amistad —proyecto coordinado por Mathias Goeritz como parte del programa cultural de los Juegos Olímpicos de 1968— con la realización de una escultura de gran formato denominada Martine, en honor a su esposa la decoradora de interiores: Martine Deparis.

Este es apenas un pequeño esbozo de algunas de las múltiples conexiones que se tejieron entre arquitectos, diseñadores, artistas y artesanos en Guadalajara durante el siglo XX. Lejos de ser casos aislados, estos ejemplos ilustran una red mucho más amplia y diversa que surgió en torno a la arquitectura y al diseño. La Escuela de Arquitectura no solo profesionalizó a una destacada generación de arquitectos, sino que además funcionó como punto de encuentro y de impulso que facilitó muchas de estas relaciones, además se nutrió de redes preexistentes y de la riqueza artesanal de Jalisco, siendo Ignacio Díaz Morales el vínculo articulador de estas relaciones.

El resultado fue la configuración de una cultura material profundamente arraigada en la colaboración, en el respeto por los oficios y la integración de saberes diversos, donde los arquitectos no solo participaron en la construcción de espacios, sino también sistemas de relaciones, y los maestros artesanos no se limitaron a producir objetos, sino que participaron activamente en la transformación estética que trajo consigo el movimiento moderno. Este entramado dio forma a una comunidad creativa que amplió la potencia del diseño hecho en Jalisco y lo proyectó al panorama nacional e internacional.

Referencias

  1. Fernando González Gortázar, “Conversación de Gabriel Chávez de la Mora con Fernando González Gortázar” , en La fundación de un sueño: la Escuela de Arquitectura de Guadalajara, ed. por Fernando González Gortázar (Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1995), 41.
  2. Héctor Mendoza Ramírez, Movimiento Moderno Tapatío, Edificios Públicos (Guadalajara: Arquitónica, 2019) 29.
  3. Ana Elena Mallet, “Repertorios Regionales para un país cosmopolita” en Una modernidad hecha a mano. Diseño Artesanal en México, 1952-2022, ed. por Ana Elena Mallet y Cuauhtémoc Medina (Ciudad de México: UNAM, 2022), 163.
  4. Claudia Rueda Velázquez, Una mirada a la modernidad arquitectónica en Guadalajara (Guadalajara: Arquitónica, 2021), 91.
  5. Renato González Mello, “Extremos de Mathias Goeritz” , Nexos (2020). https://cultura.nexos.com.mx/extremos-de-mathias-goeritz/
  6. David Lozano Díaz. “Marianne Gast y la invisibilización femenina en la educación arquitectónica tapatía” 17 mar 2021. ArchDaily México. Accedido el 4 Jul 2025. <https://www.archdaily.mx/mx/940386/marianne-gast-y-la-invisibilizacion-femenina-en-la-educacion-ar quitectonica-tapatia> ISSN 0719-8914.

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HOV: la casa de las patinetas https://arquine.com/hov-la-casa-de-las-patinetas/ Mon, 28 Jul 2025 19:05:20 +0000 https://arquine.com/?p=99108 “Mixcoac fue mi pueblo: tres sílabas nocturnas, un antifaz de sombra sobre un rostro solar. Vino Nuestra Señora, la Tolvanera madre. Vino y se la comió. Yo andaba por el mundo. Mi casa fueron mis palabras, mi tumba el aire” Epitafio sobre ninguna piedra, Octavio Paz. Ubicada en la calle de Rubens no. 6, colonia […]

El cargo HOV: la casa de las patinetas apareció primero en Arquine.

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“Mixcoac fue mi pueblo: tres sílabas nocturnas,
un antifaz de sombra sobre un rostro solar.
Vino Nuestra Señora, la Tolvanera madre.
Vino y se la comió. Yo andaba por el mundo.
Mi casa fueron mis palabras, mi tumba el aire”

Epitafio sobre ninguna piedra, Octavio Paz.

Ubicada en la calle de Rubens no. 6, colonia San Juan, Alcaldía Benito Juárez, C.P. 03730 en la Ciudad de México a una cuadra del metro Mixcoac de la Línea 7, entre Av. Revolución y Av. Patriotismo, se encuentra House of Vans o la casa de las patinetas inaugurada un 16 de febrero del 2023 y conocida originalmente como la Casa de la familia Serralde (matrimonio formado por el Lic. Manuel Francisco de la Santísima Trinidad Serralde Martínez, abogado1 y su esposa Guadalupe Rosa Acosta García) casa diseñada bajo los principios del ingeniero y arquitecto Enrique Olaeta tras la solicitud de los Serralde tras un viaje y construida entre 1893 y 1903 en un predio que ocupaba la esquina sur-poniente de un terreno de casi 10,000 m2.

La casa contaba con un gran jardín y caballerizas, cancha de frontenis, una sala de cine (pionero en la zona, que abría sus puertas los jueves, el Salón Teatro Mixcoac, conocido en el barrio como Cine Serralde, al que asistía frecuentemente Octavio Paz por 15 centavos la función y permanencia voluntaria), una plaza de toros, un trenecito (ferrocarril a escala que simulaba el recorrido entre montañas artificiales, túneles y puentes del tren México-Veracruz) y un zoológico particular con un puente que salvaba el Río de Mixcoac que atravesaba el jardín adornado en su centro por un pequeño kiosco morisco como la casa, conocida como la Alhambra de Mixcoac, la Casa Árabe o la Casa Morisca. En 1968 el jardín fue adquirido por el grupo Comercial Mexicana y en 1996 un grupo restaurantero compró la casa2 convirtiéndola en la discoteca D`seo y que en el 2000 dió paso a la segunda residencia del Bulldog Café, uno de los lugares mas emblemáticos de la escena del rock nacional.  (¿quién no recuerda a León Larregui de Zoé peleándose con la pluma del estacionamiento de la Comercial Mexicana? o la ubicación del primer Bulldog que se encontraba en la planta baja de antiguo Hotel Plaza de Mario Pani en la intersección de Sullivan e Insurgentes y que después dio paso a las oficinas de la SEDUVI, Secretaria de Desarrollo Urbano y Vivienda que cerraron tras el sismo del 2017).

Al entrar a esta casa, lo primero que uno encuentra del lado izquierdo es el vestíbulo de control-vigilancia y registro-firma de exoneraciones que uno documenta sobre una barra color negro y que  mientras se está esperando a que los acompañantes terminen de rubricar un par de hojas, se  puede apreciar un mural alegórico que se interrumpe por un plafón con el famoso patrón de los checkerboard (damero blanco y negro) de una de las siluetas de tenis mas icónicas de Vans. Ese cuadro alegórico hace referencia por un lado a ese jardín antes de la comercialización mexicana del predio con quiero suponer es una de las hijas de los Serralde: Elena, Eloísa, María, Isabel y/o Leonor3 o todas ellas, representando a un personaje femenino en un vestido con la parte superior azul-grisáceo y falda en color blanco con moño en azul en la parte inferior, sentada al lado de un gran cuerpo de agua, un río que imaginariamente se desborda por el vestíbulo hasta el patio inundando y dejando como vestigio de esa agua derramada unas transiciones en concreto para patinar; originalmente en ese gran espacio donde se llevan a cabo la mayoría de las actividades de HOV antiguamente se encontraba una fuente que nos hace recordar el origen del skateboarding en la Ciudad de México, por ejemplo, otras fuentes como la de la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixiuhca en su sección conformada por la calle de Fernando Iglesias Calderón y Av. Morelos, la fuente skatepark y skateshop o las fuentes del Parque América en la calle de Horacio en Polanco y el spot de San Agus por lo parroquia de San Agustín ubicada en el extremo norte o los ex lagos artificiales del Parque Ramón López Velarde en el Centro Urbano Presidente Juárez (el CUPJ de Mario Pani y Salvador Ortega, 1952) en la Cuauhtémoc en enfrente del Centro Médico Siglo XXI (de Enrique Yañez, 1953) que nos reitera que todo inició en el agua y con la ausencia de esta.

representación del interior de la Casa Serralde con la fuente en primer plano y la torre en el segundo; imagen recuperada de Grandes Casas de México por Rafael Fierro Gossman https://grandescasasdemexico.blogspot.com/2017/07/casa-serralde-acosta-en-rubens-y.html

Sobre ese cuerpo de agua, el Río de Mixcoac, un par de patos que esperan ser alimentados por la hija que se ha quitado el sombrero para poder con la mano derecha aventar el alimento y con la mano izquierda ventilar su cuerpo con un abanico, detrás de ella los vestigios del puente de Mixcoac conformado por unas escalinatas y una balaustrada y de remate la cuenca del Valle de México, la Sierra de Guadalupe que nos hace recordar a Diego Rivera y su Paisaje y Barranca de Mixcoac (1906) donde rocas, oquedales, un medio ahuehuete, el horizonte alto, el cielo contrastado, la aproximación a la naturaleza, el movimiento atrapado y el escapismo de las cosas como comenta Milena Koprivitza4 en la descripción de esta obra nos reitera al mismo José María Velasco y la colonización del paisaje del Valle de México.

Todo esto pasa por la mente de uno antes de entrar al espacio central de House Of Vans CDMX, donde se desarrolla una plataforma cultural de música, deportes de acción, cultura urbana y arte, donde un patio dialoga con un cuerpo de agua inexistente y donde una práctica espacial detona las potencialidades de muchos cuerpos. En la página de Vans, una serie de cinco cortos documentales titulados “Mi casa es tu Casa” donde narran el proceso de intervención de la casona antigua de Mixcoac, pasando por el famoso Bulldog Café hasta llegar a ser hoy la casa de las patinetas.

No hay firma alguna que se atribuya a alguien del mural, pero el simple hecho de que exista nos hace recordar como era la ciudad y parafraseando a Miki Huidobro de Molotov en la última tocada en el Bulldog de la calle de Sullivan: “en esta última noche en el Bulldog róbense un cacho y llévenselo a su casa”5, y yo estoy puesto en su momento para llevarme ese mural de paisajes riverianos.

mural alegórico de Mixcoac, en el vestíbulo de la recepción de House of Vans, fotografía por Erik Carranza.

Referencias:

  1. “…ampliamente reconocido luego de defender a Timoteo Andrade en un sonado crimen registrado en el barrio de Santa Julia y que malamente algunos interpretan como el abogado defensor del “Tigre de Santa Julia, José de Jesús Negrete Molino, fusilado en 1910” recuperado del Facebook Colonia Alfonso XIII – Mixcoac https://es-la.facebook.com/100063501162810/posts/1044194269044269/

  2. Diana Alarcón en https://www.instagram.com/reel/DH04GPsuXxz/?igsh=YmZ1cG1ob2F2Nm1y

  3. Carlos, Gustavo, Abelardo, Roberto, Arturo, Víctor y Raúl fueron los hijos varones de la familia Serralde, en total 12.

  4.   Espacios interiores, Bárranca de Mixcoac, 1906 https://www.youtube.com/watch?v=NhFJOmbrqDA

  5. Querida Carol, el Bulldog Café cerró por Guillermo Bautista, recuperado de https://www.vice.com/es/article/querida-carol-el-bulldog-cafe-cerro/

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